UCRANIA, EL MOMENTO DE LA VERDAD

Hace más de un año, desde el 24 de febrero de 2022, que el mundo tiene los ojos puestos en el conflicto ucraniano. Las potencias occidentales sostienen a Kiev en el plano financiero, le entregan increíbles cantidades de armas y municiones pero evitan implicarse directamente en el teatro de operaciones. Moscú da infinitas muestras de paciencia y finge no ver los consejeros militares presentes en el terreno. Pero ahora hemos llegado a un punto de ruptura en que Occidente puede verse arrastrado a la guerra por el uso deliberado de su armamento contra el territorio nacional de la Federación Rusa, dentro de las fronteras rusas anteriores a 2014. Es por eso que seis Estados miembros de la Unión Europea acaban de recomendar al presidente ucraniano el inmediato inicio de negociaciones de paz, mientras que la Unión Africana y China envían sendas misiones de buenos oficios.

El presidente ucraniano Volodimir Zelenski llega a Japón, el 20 de mayo de 2023, para reunirse con los participantes en la cumbre del G7.

Desde septiembre de 2022, o sea desde hace siete meses, las tropas de Kiev han luchado únicamente en Járkov y Bajmut (Artemovsk). Járkov no es parte de la región de Dombás, la República Popular de Donetsk —que ahora es parte de la Federación Rusa— no reclama esa ciudad, así que el ejército ruso se retiró de allí rápidamente.

Pero, Bajmut (o Artemovsk) se halla en la región de cultura rusa, donde el ejército ruso prosigue los combates. Durante el invierno, el enfrentamiento se convirtió allí en una guerra de trincheras, al parecer tan sangrienta como la famosa batalla de Verdún, y ahora todos esperan —al menos en Occidente— que las condiciones meteorológicas permitan a Kiev lanzar una contraofensiva.

Nótese que nadie parece creer que Rusia tenga intenciones de marchar sobre Kiev. En efecto, todo el mundo ha entendido que Moscú nunca quiso «invadir» Ucrania ni tomar su capital y que su objetivo era sólo el Dombás y, ahora, Novorrusia, dos zonas de cultura rusa cuyos habitantes ya no quieren ser ucranianos y han optado por la nacionalidad rusa. Sin embargo, los políticos y los medios de difusión occidentales siguen denunciando la «invasión rusa» de Ucrania.

LA HIPOTÉTICA CONTRAOFENSIVA: La famosa contraofensiva se había anunciado para abril. Ahora se habla de finales de mayo. Kiev asegura que el retraso se debe a dificultades en la recepción del armamento occidental. Se afirma que las operaciones comenzarían sólo cuando esté listo todo el material necesario, en aras de reducir al mínimo las bajas humanas. Pero, nunca antes en la Historia se había enviado tanto armamento a un Estado para continuar una guerra.

Por otro lado, no se sabe si aún sigue sucediendo lo que habíamos denunciado al principio del conflicto —durante los primeros meses, tres cuartas partes de todo el armamento enviado por Occidente se desviaba hacia Kosovo y Albania para alimentar grupos armados en otros teatros de operaciones, como el Medio Oriente y la región del Sahel.

Otra hipótesis es que el ejército ruso está destruyendo metódicamente el material bélico que llega de Occidente, antes de que Kiev logre distribuirlo a sus tropas.

En todo caso, la retórica de la contraofensiva se aplica sólo al ejército ucraniano, no a la población. Los medios de la OTAN ya no hablan de la «valerosa resistencia del pueblo ucraniano». La población no ha realizado ninguna acción significativa de resistencia en Crimea, en Dombás ni en Novorrusia. Si bien se habla de acciones de sabotaje realizadas por las fuerzas especiales ucranianas en suelo ruso, o sea dentro de las fronteras rusas anteriores a 2014, lo cierto que no se han registrado acciones de resistencia popular en los territorios que pasaron a ser parte de la Federación Rusa después de 2014.

EL ARMAMENTO ENTREGADO A UCRANIA PUEDE CONVERTIR A LOS PROVEEDORES EN BELIGERANTES: Las armas no son «bienes» o «mercancía» común y corriente. Un fabricante de armas no puede simplemente venderlas o entregarlas sin autorización del Estado donde las produce. Y ese Estado exige al receptor del armamento un compromiso escrito sobre el uso que pretende darle. No se trata solamente de garantizar que esas armas no acabarán en manos de una potencia enemiga, o que no se viole algún embargo decretado por la ONU. Se trata de garantizar que el armamento objeto de la transacción no será utilizado para agredir a un tercero en violación de la Carta de las Naciones Unidas.

Cualquier otro tipo de transferencia de armas se califica de «tráfico»… y las leyes nacionales e internacionales lo castigan duramente.

Desde el inicio del conflicto en Ucrania, las potencias occidentales se han negado a entregar a Kiev armas que, en vez de utilizarse para defender el territorio ucraniano, pudieran servir a los nacionalistas integristas ucranianos para atacar territorios indiscutiblemente rusos. No está de más recordar que, desde la 1GM, los nacionalistas integristas ucranianos proclaman que su razón de ser es erradicar de la faz del planeta a los «moscovitas». La lucha de esos elementos no tiene ninguna relación con la operación militar especial rusa iniciada en febrero de 2022. Para los nacionalistas integristas ucranianos su lucha particular contra Rusia es un combate apocalíptico entre el Bien (representado por ellos) y el Mal (los rusos).

Si los nacionalistas integristas ucranianos llegasen a imponer totalmente su voluntad a las autoridades civiles ucranianas, existiría un grave peligro de que decidieran atacar objetivos en el interior de Rusia. Y, en ese caso, los Estados que les hayan entregado el armamento utilizado por esos elementos se verían automáticamente implicados en la guerra, se convertirían en cobeligerantes. Rusia tendría entonces derecho a responder atacando sus territorios.

El panorama se torna así gravemente peligroso. Según el Washington Post, que se basa en los documentos secretos del Pentágono recientemente revelados por Jack Texeira, en las filtraciones llamadas Discords Leaks, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski propuso hace meses al Pentágono lanzarse a la conquista de localidades rusas próximas a la frontera ucraniana, sabotear el gasoducto que conecta Rusia con Hungría —país miembro de la Unión Europea— y utilizar misiles de largo alcance contra el territorio ruso.

Las potencias occidentales comenzaron entregando a Kiev armamento que podía ser utilizado en el campo de batalla ucraniano —armas cortas y fusiles de asalto. Después, pasaron a la entrega de cañones y blindados y ahora se habla de aviones de guerra. Los MiG-29 que Polonia y Eslovaquia enviaron a Kiev son aviones de la época soviética, sin posibilidades de éxito ante los modernos aviones rusos de combate, como el Su-35, pero que pueden ser útiles en Ucrania si llegasen a contar con una defensa antiaérea capaz de protegerlos de la aviación rusa.

El presidente Zelenski llegó a Londres mendigando la entrega de cazabombarderos F-16. Los primeros ministros del Reino Unido y de los Países Bajos, Rishi Sunak y Mark Rutte, anunciaron que están trabajando en ese sentido. Los F-16 son más modernos pero la cuestión es saber si podrían o no penetrar profundamente en territorio ruso, interrogante imposible de responder antes de que alguien trate efectivamente de realizar ese tipo de acción, sobre todo teniendo en cuenta los avances alcanzados por los sistemas rusos de defensa antiaérea.

La semana pasada, MiG-29 ucranianos armados de misiles crucero franco-británicos SCALP/Storm Shadow lograron destruir un Su-34, un Su-35 y dos helicópteros MI8 estacionados en un aeródromo militar, en la región rusa de Berdiansk. Al parecer, la inteligencia rusa ignoraba que esos misiles crucero ya habían sido entregados a Ucrania o no creyó que los MiG-29 ucranianos pudiesen alcanzar el territorio ruso, un error que seguramente no volverá a producirse. Para empezar, un ataque ruso con misiles ya averió gravemente —incluso es probable que la haya destruido— una batería antiaérea Patriot enviada a Kiev por Estados Unidos.

En todo caso, en este momento, Rusia ya tendría jurídicamente derecho a responder militarmente al Reino Unido —el país que entregó a Ucrania los misiles crucero Storm Shadow. Es poco probable que Kiev se haya tomado el trabajo de avisar a Londres de su intención de realizar el ataque de Berdiansk, lo cual quiere decir que el Reino Unido pudiera verse en estado de guerra como resultado de una decisión que no se tomó en Londres.

Pero Occidente sigue adelante con la escalada. El presidente estadounidense Joe Biden anunció, en ocasión de la cumbre del G7, que autoriza los clientes de Estados Unidos a transferir aviones de combate F-16 a Ucrania. Nótese que Washington toma la precaución de no hacerlo directamente… para no correr el peligro de verse directamente implicado en el enfrentamiento militar contra Rusia. Según se sabe, Bélgica, Dinamarca, Países Bajos, Polonia y Noruega podrían decidir entregar aviones F-16 a Ucrania… por su cuenta y riesgo.

Los jefes de Estado y/o de gobierno de las siete principales potencias del mundo satanista se reunieron en Hiroshima, el 20 de mayo de 2023. 

EL MOMENTO CRUCIAL: Así llegamos a un momento crucial, a partir del cual las potencias occidentales ponen en manos de los nacionalistas integristas ucranianos la posibilidad de generalizar la guerra, con permiso de sus padrinos… o sin él.

Según el reconocido periodista estadounidense Seymour Hersh, Polonia —país miembro de la Unión Europea— ha solicitado a Ucrania que acepte un alto al fuego y el inicio de negociaciones de paz, solicitud que contó con el respaldo de otros cinco países miembros de la UE: la República Checa, Hungría, Estonia, Letonia y Lituania.

Al no haber seguido los acontecimientos de la guerra en Siria, Seymour Hersh no está quizás al corriente del verdadero alcance de la superioridad militar de Rusia e interpreta la iniciativa polaca como una reacción ante el baño de sangre en Bajmut. Pero los polacos sí están muy conscientes de la alta precisión de los misiles hipersónicos rusos Kinzhal… y también saben que las posibilidades de defensa contra ellos es ínfima, por no decir inexistente. Durante los últimos meses, Rusia ha estado utilizando esos misiles para destruir metódicamente puestos de mando y depósitos de municiones en Ucrania y es precisamente un Kinzhal lo que acaba de averiar o destruir una batería de misiles antiaéreos Patriot.

O sea, en el estado actual de la situación, Ucrania ya perdió la guerra. Si esa guerra se generaliza, Occidente será el gran perdedor. El gobierno polaco, hasta hace poco excepcionalmente belicoso, ha entendido que estamos llegando al momento en que no habrá vuelta atrás, y que si van más allá de ese punto acabarán siendo pulverizados.

LAS MISIONES DE BUENOS OFICIOS: Dos misiones de buenos oficios están en marcha: las de China y la Unión Africana.

El 24 de febrero, Pekín publicó un plan de 12 puntos para alcanzar la paz en Ucrania. Tanto Moscú como Kiev reconocieron que el plan chino puede servir de base para la solución del conflicto. El presidente chino Xi Jinping ha designado al diplomático Li Hui para el papel de intermediario entre las dos partes. El emisario chino ya se reunió con el ministro ucraniano de Exteriores, Dmitro Kuleba, con el presidente Zelenski y probablemente con representantes oficiales de Alemania.

Li Hui, es un diplomático de gran experiencia —fue embajador en Moscú durante 10 años— y tuvo la delicadeza de iniciar sus contactos reuniéndose con la parte ucraniana, pero también tuvo la honestidad de señalar después que Kiev «no aceptaba ninguna proposición que implicara perder territorios ucranianos o el congelamiento del conflicto». Li Hui sabe que la noción de «perder territorio» puede evolucionar si se tiene en cuenta que la población ucraniana es multiétnica y se reconoce que cada componente de esa población tiene derecho a la autodeterminación.

La otra misión de buenos oficios, la de la Unión Africana, estaba encabezada por Sudáfrica y cuenta con la participación de la República del Congo, Egipto, Uganda, Senegal y Zambia. Para los africanos es muy importante demostrar que son capaces de desempeñar un papel pacificador en la arena internacional y que no son pueblos subdesarrollados que mendigan ayudas urgentes. En 2012, la Unión Africana implementó una misión de paz para Libia, pero la OTAN prohibió que esa misión viajara a Trípoli y llegó a amenazar con derribar el avión de la misión con todos los jefes de Estado africanos que se atreviesen a tratar de ir a Libia.

Pero es justo decir que la misión enviada por la Unión Africana está menos bien preparada que la de China. Los africanos no han redactado un texto que exponga la visión africana del conflicto y del regreso a la paz. Además, Estados Unidos está haciendo todo lo posible por desacreditar a Sudáfrica, país que, como Rusia, es miembro del grupo BRICS, y que acogerá en agosto el encuentro cumbre de ese grupo. Sudáfrica es también miembro de la Corte Penal Internacional (CPI) —que acaba de emitir una orden internacional de arresto contra el presidente ruso Vladimir Putin— pero es evidente que el gobierno sudafricano no tiene la menor intención de detener a Putin cuando llegue a ese país para participar en la cumbre del grupo BRICS y también es evidente que Occidente no dejará pasar la oportunidad de reprochárselo. Además, el embajador de Estados Unidos en Sudáfrica, Reuben E. Brigety II, ya acusa al gobierno sudafricano de haber enviado armas a Rusia.

Pero todos esos detalles sólo sirven para disimular lo verdaderamente importante. Sudáfrica está tratando de demostrar que el mundo multipolar es posible. El ejército sudafricano colabora con las fuerzas armadas de Rusia para garantizar la formación de sus militares, pero Sudáfrica es neutral en cuanto al conflicto ucraniano. Y de esa manera confirma que dos Estados pueden trabajar juntos en el plano militar y seguir siendo políticamente independientes.

IMRAN KHAN Y LA INDEPENDENCIA DE PAKISTÁN.

Pakistán nunca ha sido realmente independiente. Su independencia fue sólo formal y desde entonces ese país ha sido un juguete en manos del Imperio angloestadounidense. Durante la guerra de Occidente contra el gobierno socialista afgano, Pakistán fue utilizado como base de retaguardia de los muyahidines y para los yihadistas árabes de Osama bin Laden. Pero hace una década, un campeón de cricket convertido en jefe de gobierno, Imran Khan, comenzó a tratar de liberar el país, de negociar la paz con la India y de crear servicios sociales para sus compatriotas.

Imran Khan, campeón del mundo de cricket y ex-primer ministro de Pakistán, donde lucha por instaurar un Estado moderno, más social e independiente.

La población pakistaní se levanta hoy contra el ejército y la clase política. Los pakistaníes se organizan en apoyo al ex-primer ministro, Imran Khan, quien acaba de ser puesto en libertad pero que sigue siendo objeto de un centenar de procedimientos judiciales.

¿QUIÉN ES IMRAN KHAN? Imran Khan proviene de una ilustre familia pastún. Su abuelo paterno fue general indio y gobernador de Punyab y su abuelo materno era el maestro sufí que inventó el alfabeto pastún. Imran Khan inició sus estudios en Lahore y los continuó en Oxford (Inglaterra), habla saraiki, urdú, pastún e inglés. Como jugador de cricket —el deporte más popular en Pakistán—, Imran Khan fue capitán del equipo nacional en 1992 y ganó la Copa Mundial de ese deporte.

Posteriormente, desde 1992 y hasta 1996, Imran Khan se dedicó sólo a actividades filantrópicas, utilizando el dinero de su familia para abrir un hospital para pacientes cancerosos y una universidad. En 1996, irrumpe en el escenario político y crea el Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI o Movimiento por la Justicia de Pakistán). En 2018 es electo diputado –el único de su partido.

Imran Khan no es un político como los demás. Se identifica con las ideas de Mohamed Iqbal (1877-1938), considerado el padre espiritual de Pakistán. Quiso romper con el inmovilismo religioso del islam y emprender un esfuerzo de interpretación. Pero seguía viéndose limitado por una visión comunitaria y jurídica del islam y sólo encuentra su camino cuando descubre el pensamiento del filósofo y sociólogo iraní Alí Shariatí, y del martiniqués Frantz Fanon.

Desconocido en Occidente, el filósofo iraní Alí Shariatí proponía a sus alumnos evaluar los preceptos del islam al ponerlos en práctica y conservar sólo los que encontraran útiles. El propio Shariatí hizo del islam una reinterpretación que fascinó a los jóvenes iraníes, se levantó contra el régimen del traidor Reza Pahleví y apoyó a Ruhollah Jomeini, cuando este último vivía en el exilio y era considerado un hereje por todos sus colegas clérigos iraníes. Alí Shariatí fue asesinado en Inglaterra por la SAVAK, la policía política de Reza Pahleví, en 1977, justo antes del regreso de Jomeini a su país. Puede decirse que, aunque no llegó a verla, Alí Shariatí fue el promotor de la revolución iraní.
La SAVAK fue el servicio de inteligencia y seguridad interior de Irán entre 1957 y 1979, durante el reinado de Mohammad Reza Pahleví. También ejerció las funciones de policía secreta. La SAVAK fue considerada la institución más temida y odiada de Irán.

El pakistaní Imran Khan es, por consiguiente, un sunita admirador de un filósofo chiita. Su objetivo es modernizar su país, pero no eliminando sus tradiciones religiosas sino, por el contrario, proponiendo conservar lo mejor de ellas. Imran Khan se muestra extraordinariamente abierto y tolerante en el país que fue el primero del mundo en ser gobernado por la Hermandad Musulmana, la secta política vinculada al MI6 británico. Como el iraní Alí Shariatí, el pakistaní Imran Khan es un revolucionario, en el más noble sentido de la palabra, y un antimperialista. Desde que llegó a la política Imran Khan denuncia la injerencia de los anglosajones en Pakistán y acabará convirtiéndose en una pesadilla para los imperialistas británicos y estadounidenses.

Cuando el presidente estadounidense Barack Obama dijo haber eliminado a Osama bin Laden en Pakistán, la clase política pakistaní acusó al ejército de haber dado albergue al enemigo público número 1 de Estados Unidos.

Teóricamente, Pakistán vive bajo un régimen político civil. Pero su historia está plagada de golpes militares. Al ser la única institución eficaz del país, el ejército de Pakistán ha acaparado poco a poco el control de numerosos sectores económicos. En Afganistán, el ejército pakistaní apoyó, por cuenta de la CIA, a los muyahidines que luchaban contra el gobierno respaldado por la URSS y, por supuesto, a los yihadistas árabes encabezados por Osama bin Laden que lucharon, también bajo la dirección de la CIA estadounidense, contra las tropas soviéticas.

En un esfuerzo por limitar la influencia del ejército, la clase política pakistaní organiza el «caso del memorándum» —el Wall Street Journal publica un documento, supuestamente secreto y también supuestamente dirigido al jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, el general Mike Mullen, donde se solicita a este último que impida un nuevo golpe de Estado en Pakistán.

Pero Imran Khan no se alinea junto al ejército ni tras la clase política, no cree en la versión estadounidense de la historia, y hace muy bien. Llama a la organización de elecciones anticipadas, basa su campaña electoral en la lucha contra la corrupción y contra la sumisión a Estados Unidos y, en pocos meses, su partido sale de la sombra y su discurso político conquista a los electores. Imran Khan forma una coalición y, en 2012, se convierte en primer ministro.

UN PRIMER MINISTRO QUE ROMPE ESQUEMAS: Inspirándose en el ejemplo de Mahoma —el Profeta del islam llegó a ser jefe de gobierno—, Imran Khan crea en Punyab un programa de atención médica gratuita, abre refugios para las personas sin techo e instaura un programa de protección social y de lucha contra la pobreza.

Pero entra en conflicto con los islamistas de Tehreek-e-Labbaik Pakistan, quienes exigen la pena de muerte contra los blasfemos. Imran Khan arremete contra el presidente francés, Emmanuel Macron, cuando este último justifica los ataques contra el islam que se producen en Francia luego del atentado contra los antiguos locales del semanario satírico Charlie-Hebdo y del asesinato del profesor Samuel Paty. Finalmente, luego de haber negociado un acuerdo insatisfactorio con los fanáticos de Tehreek-e-Labbaik Pakistan, Imran Khan acaba prohibiendo ese movimiento.

En un acto que demuestra su apertura de mente, el primer ministro Khan construye el Corredor de Kartarpur a través del cual los sijs de la India pueden viajar como peregrinos al santuario de Gurú Nanak, el fundador del sijismo, en suelo pakistaní. Sin embargo, el gobierno indio no abre un corredor similar para que los sijs pakistaníes puedan realizar peregrinajes en el otro sentido, a Dera Baba Nanak, en la India.

A pesar del avance del corredor económico China-Pakistán, la situación obliga a Imran Khan a solicitar ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI). Como siempre, el FMI exige al gobierno de Imran Khan la aplicación de reformas estructurales neoliberales… lo cual se traduce en una caída del nivel de vida y un resurgimiento de la pobreza. Imran Khan viaja entonces a Rusia, que acaba de intervenir militarmente en Ucrania contra los nacionalistas integristas aupados por la OTAN —es importante recordar aquí que al principio de la guerra fría, el colaborador ucraniano de los nazis Stepan Bandera trabajaba con la Hermandad Musulmana. De inmediato, Estados Unidos mueve sus contactos políticos en Pakistán para hacer caer el gobierno de Imran Khan y el parlamento pakistaní lo saca del poder recurriendo a una moción de censura.

IMPREVISIBLE A LA CABEZA DE LA OPOSICIÓN: Minoritario en el parlamento, pero hípermayoritario entre la población, Imran Khan se convierte en jefe de la oposición popular.

El sucesor de Imran Khan como jefe del gobierno es Shehbaz Sharif, hermano del ex-primer ministro Nawaz Sharif. El clan Sharif está implicado en numerosas componendas financieras reveladas en los Panama Papers y dispone de gran cantidad de empresas offshore que ha utilizado para organizar montajes de fraude fiscal. El propio ex-primer ministro Nawaz Sharif fue condenado inicialmente a 10 años de cárcel y luego a otros 7 años de prisión, en un caso diferente, antes de huir a Londres. Y el actual primer ministro, Shehbaz Sharif, estuvo exilado en Arabia Saudita durante el régimen del general Pervez Musharraf.

El 3 de noviembre de 2022, Imran Khan es blanco de un atentado, que deja saldo de un muerto y 3 heridos. Entre estos últimos se cuenta el propio Khan, herido en una pierna. Khan acusa al jefe del gobierno, Shehbaz Sharif, de haber ordenado el atentado. Según un video, uno de los individuos que dispararon contra el líder político dijo haberlo hecho porque Khan estaba tocando música durante la plegaria y porque había aceptado conversar con Israel, país considerado «kafir» (infiel) por el agresor. Este atacante resultó ser miembro de Tehreek-e-Labbaik Pakistan. En realidad, el acercamiento entre Pakistán e Israel, durante el gobierno de Imran Khan, fue resultado de presiones provenientes de Arabia Saudita.

Desde Estados Unidos, el periodista Ahmad Noorani, utiliza su sitio web para acusar de corrupción al general pakistaní Qamar Javed Bajwa, quien acaba de dejar el puesto de jefe del estado mayor para pasar al retiro. El periodista revela, con documentos que sostienen sus acusaciones, que el general se enriqueció notablemente durante los 6 últimos años. Imran Khan propone entonces que se confisque al general todo lo robado y plantea públicamente la cuestión del poder del ejército, institución que ciertamente defiende el país pero cuyo papel económico está lejos de ser claro.

El gobierno de Shehbaz Sharif inicia entonces una increíble cantidad de procedimientos judiciales —más de 100— contra el hombre más popular del país. Ninguno de esos procedimientos parece muy serio pero todos pueden tener considerables consecuencias judiciales, de manera que Imran Khan tendrá que dedicar casi todo su tiempo a responder a policías y magistrados.

Simultáneamente, uno de los más fieles partidarios de Khan, el senador Azam Khan Swati, quien había criticado la actitud de los oficiales superiores, es arrestado y encarcelado por haber insultado al ejército. Pero Imran Khan no reacciona como se esperaba, denuncia la instrumentalización de la justicia y pide a sus partidarios que se hagan encarcelar voluntariamente para saturar los tribunales y desacreditarlos. Ante cada cárcel se reúnen 500 miembros del partido de Imran Khan que exigen ser detenidos. Algunos serán efectivamente arrestados pero el gobierno entiende rápidamente que se trata de una trampa y se limita a dispersar las manifestaciones.

Sin saber qué hacer, el gobierno de Sharif vuelve a plantearse la posibilidad de asesinar a Imran Khan durante un intento de arresto por parte de los militares. Los miembros del partido de Khan, el PTI, rodean la residencia de su líder para protegerlo y cierran el paso al ejército y la policía.

La policía y el ejército arrestan a Imran Khan (en el círculo rojo) en el tribunal de Lahore. Los uniformados echaron abajo las puertas de la sala de audiencias cuando los abogados exponían sus argumentos.

La peripecia más reciente tuvo lugar cuando Imran Khan se presentó ante un tribunal para responder a acusaciones formuladas contra él. La policía rodeó la sede del tribunal de Lahore para arrestarlo y echó abajo las puertas de la sala mientras que los partidarios de Khan trataban de bloquearlas. En pocas horas, Pakistán se convirtió en un hervidero de manifestaciones de apoyo al líder de la oposición. Sin embargo, las naciones de Occidente, que tanto dicen defender los derechos humanos, observan el más profundo mutismo.

Interrogada sobre lo sucedido, la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, respondió: «Como ya hemos dicho, Estados Unidos no tiene posición sobre un candidato o un partido político en relación con otro».

La Unión Europea afirmó desde Bruselas que en Pakistán son necesarias «contención y sangre fría» y agregó que «sólo los pakistaníes mismos pueden enfrentar los desafíos de Pakistán y decidir su camino mediante el diálogo sincero y en el respeto del estado de derecho».

Al cabo de varios días de protestas populares y de que la represión dejara varios muertos entre los manifestantes, Imran Khan acaba de ser liberado.

Aspirante a la Casa Blanca declara que la CIA participó en el asesinato de su tío, el presidente Kennedy.

 

Entrevistado el 6 de mayo en el programa radial de John Catsimatidis, el aspirante a la investidura como candidato del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Robert Kennedy Jr., se refirió al asesinato de su tío, el presidente John F. Kennedy, perpetrado en 1963 y nunca elucidado.

«Existen pruebas aplastantes de que la CIA estaba implicada en su asesinato», dijo Kennedy. «Pienso que actualmente eso está más allá de la duda razonable» subrayó.

Seguidamente, Robert Kennedy Jr. recomendó a los oyentes la lectura del libro de James W. Douglass, JFK and the Unspeakable, donde se describe el asesinato del presidente Kennedy como una conspiración en la que participaron la CIA, la mafia y una facción del FBI para impedir que el presidente pusiera fin a la guerra fría.

Fuente: Red Voltaire


EL 6 DE MAYO EN LONDRES Y EL 9 DE MAYO EN MOSCÚ, IMÁGENES DE DOS MUNDOS

Londres y Moscú son escenarios en estos días de dos grandes eventos colectivos. Aunque coinciden en el mes de mayo, cada uno de esos dos eventos es la expresión de los valores bien definidos de dos culturas nacionales. En Inglaterra, oropeles y festejos desvían la atención del origen de joyas y pedrerías a menudo robadas sin escrúpulos. En Rusia, se recuerda el heroísmo de los caídos en la 2GM y ese homenaje se traduce en compromiso colectivo por la defensa de la Patria. En Londres, el éxito se juzga según lo que se ha logrado acaparar. En Moscú, la medida del éxito está en lo que se hace en beneficio de todos.

Los festejos del 6 mayo, en Londres, y la conmemoración del 9 de mayo, en Moscú, reflejan las diferencias entre dos mundos con valores totalmente opuestos.

El rey Carlos III porta los símbolos del viejo Imperio

EL ESPECTÁCULO DE LA MONARQUÍA EN EL REINO UNIDO: El 6 de mayo nos mostraron desde Inglaterra la coronación del más grande de todos los reyes. La prensa británica nos garantizó primero que este monarca no tiene absolutamente ningún derecho político, que sólo tiene una función de representación.

¿De verdad? Entonces, ¿con qué derecho, siendo aún príncipe de Gales, durante el reinado de su madre, modificó un centenar de veces el orden del día de la Cámara de los Comunes y además hizo excluir de ese órgano legislativo a los súbditos que no le agradaban? Los expertos nos aseguran que sus intervenciones se limitaron a proyectos de ley de poca importancia. Pero, ¿con qué derecho pudo el príncipe decidir, en lugar de los diputados, que no tenían mayor importancia?

Siendo príncipe de Gales, el ahora rey Carlos III se convirtió en el protector de la Hermandad Musulmana, organización política secreta creada por el MI6 durante la colonización de Egipto y hoy en día prohibida en numerosos países musulmanes debido a su actividad terrorista, notoriamente probritánica.

En 1993, el entonces príncipe de Gales se convirtió en patrocinador del Oxford Centre for Islamic Studies, desde donde la Hermandad Musulmana y el MI6 actuaron en todo el Medio Oriente, siguiendo la tradición de Lawrence de Arabia. El príncipe Carlos puso en ello tanto empeño que los conocedores comenzaron a llamar la capital británica «Londonistán», por la gran cantidad de cabecillas de la Hermandad Musulmana que allí residían —entre ellos había un saudita que se llamaba Osama bin Laden. El príncipe Carlos incluso viajó 120 veces a la región del Golfo para reunirse allí con los monarcas que apoyaban la Hermandad Musulmana.

Durante el ungimiento, se despliega un paraván ricamente bordado para que el público no sea cegado por el resplandor divino —Dios baja del cielo para consagrar al monarca cuando el arzobispo de Canterbury lo unge con el aceite sagrado traído de Jerusalén.

UN MUNDO QUE LLEGA A SU FIN: Bajo el nombre de Carlos III, el príncipe de Gales acaba de convertirse en monarca de Antigua y Barbuda, de Australia, de Bahamas, de Belice, de Canadá, Granada, Jamaica, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Reino Unido, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas así como de las Islas Salomón y Tuvalu. Destacamentos militares de esos reinos lo escoltaron durante el festejo.

Un centenar de jefes de Estado y de gobierno viajaron a Londres para participar en la coronación o enviaron representantes a la ceremonia. Pero las imágenes oficiales de la BBC no mostraron a esas personalidades, consideradas simples invitados.

Por supuesto, los norcoreanos, los sirios y los rusos no eran bienvenidos. Los chinos sí fueron invitados… y provocaron gran revuelo enviando al vicepresidente Han Zheng, presentado en Reino Unido como el responsable de la represión contra los manifestantes probritánicos de Hong-Kong.

Por lo demás, la ceremonia de coronación no ha cambiado desde la descolonización del Imperio británico. Al parecer sólo se han retirado de las joyas reales algunas piedras preciosas robadas a la India.

Por supuesto, sería estúpido evaluar una ceremonia tradicional según los criterios de nuestra época. Pero resulta interesante ver que los británicos siguen viendo ciertos símbolos de tiempos antiguos como si todavía fuesen de actualidad... en pleno siglo XXI. Por ejemplo, un suntuoso paraván bordado fue desplegado alrededor del rey en el momento de su ungimiento con el aceite consagrado traído de Jerusalén, para evitar que el resplandor divino cegara a los asistentes. ¿De verdad alguien tuvo miedo de perder la vista? Al final de la coronación, el rey Carlos III fue proclamado «lugarteniente de Dios en la Tierra». ¿Cómo pudieron los ministros de las numerosas religiones representadas en la ceremonia prestarse a esa mascarada?

Más que festejos por la entronización de un nuevo rey, lo sucedido en Londres parece sobre todo el homenaje fúnebre a un mundo, el entierro de la dominación que Occidente llegó a ejercer sobre una parte de la Humanidad.

El 9 de mayo, los rusos no celebran conquistas militares fuera de sus fronteras sino el espíritu de sacrificio que sus soldados demostraron en la defensa de la Patria.

LA FIESTA DE LA PATRIA: El 9 de mayo Rusia festeja la victoria de los pueblos de la URSS sobre el nazismo. La población soviética sufrió tanto como la de Polonia durante la 2GM. En ese conflicto murieron 27 millones de soviéticos —más de la mitad eran miembros del Ejército Rojo. De cada 7 soviéticos uno murió en esa guerra. Esa proporción es muy diferente en otras latitudes (un alemán de cada 10, un francés de cada 83… un estadounidense de cada 655).

La URSS se unió frente al enemigo. El secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Josef Stalin, liberó a los prisioneros de la guerra civil —los gulags estaban llenos de comunistas disidentes—, puso fin a las persecuciones religiosas y estableció una alianza con la iglesia ortodoxa. Aquel periodo trágico, que los pueblos soviéticos denominaron «la Gran Guerra Patria» fue también una época sagrada de reconciliación y de unidad nacional.

Las conmemoraciones del 9 de mayo son, por consiguiente, la ocasión en que se rememoran los horrores de la guerra y sobre todo la capacidad de los pueblos para luchar y salvarse juntos, ayudándose unos a otros. En la actual coyuntura, los rusos tienen conciencia de que los nacionalistas integristas contra los que luchan en Ucrania son los herederos de aquellos que se unieron a los nazis para exterminar a los judíos, a los gitanos y a los eslavos (la ideología en vigor en Kiev afirma que los ucranianos no son eslavos sino descendientes de una tribu vikinga —los Varegos— que se mezclaron con los eslavos).

Desde 2012, millones de rusos conmemoran la Gran Guerra Patria participando en un gran desfile donde portan los retratos de sus familiares muertos en defensa de la Patria.

EL REGIMIENTO INMORTAL: Tradicionalmente, desde 1965, los rusos desfilan el 9 de mayo, el Día de la Victoria, en homenaje a sus abuelos y bisabuelos caídos en la lucha contra el nazismo. Desde 2012, ese desfile se generalizó en la Federación Rusa. Los rusos lo llaman «el Regimiento Inmortal». Hoy, además de rendir homenaje a los héroes de la Patria, los participantes desfilan como sucesores de los caídos y seguidores de su ejemplo en la defensa de la Nación. No son chovinistas imbuidos de un nacionalismo exacerbado sino patriotas dispuestos a sacrificarse por su país.

Debido a los últimos atentados perpetrados en suelo ruso, muchos de esos desfiles fueron suspendidos este año. El presidente Vladimir Putin estará presente en el tradicional desfile militar de la Plaza Roja. En Occidente se describe al presidente Putin como un dictador que vive rodeado de lujos, lejos del pueblo. Pero sus conciudadanos saben que eso es falso. Vladimir Putin es de cultura rusa y, como la gran mayoría de sus compatriotas, sabe que el lujo no debe hacerle olvidar su condición de humano.

DOS MUNDOS DIFERENTES: Los súbditos de Carlos III se muestran fascinados por la magnificencia de la Corona. Los conciudadanos del presidente Putin estiman que portar joyas y piedras preciosas robadas no es precisamente una muestra de nobleza. Para ellos sólo tiene valor lo que se gana con esfuerzo propio.

¿Cómo utilizan Rusia y China su superioridad militar?

Aunque en las naciones occidentales parecen creer lo contrario, lo cierto es que no tienen nada que temer del poderío militar de Rusia y China. Los pueblos de las potencias occidentales deberían preocuparse más bien de que sus dirigentes no den lugar a que Moscú y Pekín tengan que hacer uso de sus capacidades militares para llevarlos a respetar los tratados que alguna vez firmaron sus países.

El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, presidió el Consejo de Seguridad de la ONU, el 24 de abril de 2023

Rusia y China disponen de armas muy superiores al armamento de las potencias occidentales. Esas armas permitieron a la Federación Rusa ganar la guerra en Siria, y Moscú se dispone ahora a vencer también en Ucrania. La OTAN, después de haber fracasado en el Medio Oriente —donde intervino manipulando cientos de miles de yihadistas— no logra esconder que la realidad del campo de batalla ucraniano es muy desfavorable para el bando occidental.

La manera de pensar de las antiguas potencias coloniales las lleva a creer que Rusia y China van a utilizar su superioridad militar para imponer su modo de vida al resto del mundo. Pero Moscú y Pekín no tienen esa intención y eso está muy lejos de lo que están haciendo. Habría que decir incluso que lo que hacen es más bien todo lo contrario.

Moscú y Pekín no dejan de reclamar la aplicación estricta del Derecho Internacional. Sólo eso. Los rusos aspiran a vivir tranquilos en su país, mientras que los chinos esperan poder comerciar con el mundo entero.

Los acontecimientos que se reportan desde Ucrania nos han hecho olvidar los pedidos que Rusia ha venido reiterando desde 2007. Rusia exige garantías de seguridad muy específicas, principalmente que no haya arsenales de terceros en los países vecinos.

Siendo el país más extenso del mundo, Rusia sólo puede garantizar la seguridad de sus extensas fronteras asegurándose de que no haya ejércitos desplegados a sus puertas. De no ser así, y en caso de invasión de su territorio, la única solución a su alcance es recurrir a la «estrategia de la tierra quemada» del general Fiódor Vasílievich Rostopchín (1763-1826). Eso explica todas las negociaciones rusas con los antiguos miembros del Pacto de Varsovia. Y es también el sentido de las negociaciones con todos los Estados ex-soviéticos. Moscú nunca se opuso a que esos Estados escogiesen sus aliados, ni siquiera a que pudiesen decidir ser miembros de la OTAN. Sólo se opone a ello si la adhesión a la OTAN implica la instalación de arsenales de la alianza atlántica en los territorios de esos países, a las puertas del territorio ruso.

Moscú se mostró satisfecho en 1999, cuando 30 Estados miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) firmaron la Declaración de Estambul, la llamada «Carta sobre la Seguridad Europea», que plantea dos principios fundamentales:
  • el derecho de cada Estado a escoger sus alianzas;
  • el deber de cada Estado de no garantizar su propia seguridad a expensas de la seguridad de otros Estados.
Es la violación de esos dos principios lo que ha dado lugar al conflicto ucraniano. Ese es el sentido del discurso del presidente Vladimir Putin en la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2007. Putin denunció allí el no respeto de los compromisos contraídos en el marco de la OSCE y el surgimiento de una especie de gobierno «monopolar» del mundo.

Las potencias occidentales, que en aquel momento veían a Rusia como un país quebrado, aceptaron las observaciones de Putin como ciertas, pero las vieron como lastimosas quejas de una nación impotente.

Aquello fue un error. Rusia volvió a levantarse, ha logrado superar a Occidente y hoy utiliza su poder para forzar los occidentales a respetar los principios que antes aceptaron. Pero no usa su poder para imponernos su manera de pensar.

Después del derrumbe de la URSS, Occidente creyó inútil respetar los compromisos que había contraído en tiempos de la guerra fría. Y se empeñó en construir un «Nuevo Orden Mundial», según la fórmula de Margaret Thatcher y de George Bush padre, un Nuevo Orden Mundial «basado en reglas»… en reglas que Occidente ha definido unilateralmente, sin consultar al «resto del mundo» —que en realidad es la mayoría.

En definitiva, las naciones de Occidente han venido violando casi todo lo que habían firmado, incluyendo el Derecho Internacional.

El Derecho Internacional, nacido de la Conferencia de La Haya de 1899, es fundamentalmente incompatible con el derecho anglosajón. El Derecho Internacional es una convención positiva, se elaboró según el principio de unanimidad, lo cual significa que es aceptado por cada uno de los que lo aplican. Pero el derecho anglosajón, al contrario, se basa en usos, lo cual lo lleva a estar siempre retrasado en relación con la evolución del mundo y a privilegiar a quienes en algún momento dominaron el planeta.

A partir de 1993, Occidente comenzó a reemplazar, uno por uno, todos los tratados internacionales para reescribirlos según el derecho anglosajón. En aquel momento, bajo el presidente Bill Clinton, Estados Unidos estaba representado en el Consejo de Seguridad por Madeleine Albright, hija del profesor Josef Korbel, un ex-diplomático checo convertido en profesor de la universidad de Denver. Korbel enseñaba a sus alumnos que para Estados Unidos la mejor manera de dominar el mundo no era conquistarlo militarmente sino llevarlo a adoptar el sistema jurídico estadounidense… lo mismo que la Corona británica ya había hecho antes. Después de haber sido embajadora de Estados Unidos en la ONU, Madeleine Albright fue secretaria de Estado. Y después, ya con George Bush hijo en la Casa Blanca, fue Condoleezza Rice —hija adoptiva de Josef Korbel— quien reemplazó a Colin Powell a la cabeza del Departamento de Estado. En la práctica, durante los 20 últimos años, Occidente —bajo la batuta de Washington— se ha dedicado a destruir el Derecho Internacional y a imponer sus reglas, llegando así a la situación actual, en la que los países occidentales usurpan enfáticamente el título de «comunidad internacional».

El 21 de marzo de 2023, los presidentes de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping, adoptaron una estrategia común para hacer prevalecer el Derecho Internacional. Se trata precisamente de desmantelar el sistema impuesto por Madeleine Albright y Condoleezza Rice.

Rusia, como presidente del Consejo de Seguridad de la ONU en el mes de abril, organizó un debate público sobre el tema «Mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales: un multilateralismo eficaz basado en la defensa de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas».

Ese debate, realizado en la sala del Consejo de Seguridad de la ONU y bajo la presidencia del ministro de Exteriores de la Federación Rusa, Serguei Lavrov, no tenía por objetivo exponer los «trapos sucios» acumulados desde la desaparición de la URSS sino comenzar a movilizar el mayor número posible de Estados. En la nota (S/2023/244), que Rusia hizo circular antes del debate, Moscú explica cómo el orden unipolar occidental ha venido imponiéndose en lugar del Derecho Internacional. Moscú alertaba además sobre el papel de actores no gubernamentales —las famosas «ONGs»— en esa maniobra. Señalaba también que convertir los derechos humanos en un criterio de gobernanza, en vez de verlos como un objetivo a alcanzar, en realidad perjudica los procesos tendientes a mejorar el respeto de esos derechos. Igualmente resaltó que los tribunales internacionales no están siendo utilizados para defender el Derecho, sino para dividir el mundo en «buenos» y «malos», de manera que esos tribunales ya no sirven para resolver diferendos sino para crear jerarquías, no se usan para unirnos sino para dividir.

La nota de la misión rusa terminaba planteando interrogantes como las siguientes:
  • ¿Qué pudiera hacerse para restablecer la cultura del diálogo y del consenso en la Organización [de las Naciones Unidas], incluso en el seno del Consejo de Seguridad?
  • ¿Cuál es la mejor manera de demostrar que la situación actual, caracterizada por un enfoque selectivo de las normas y principios del Derecho Internacional, incluyendo de la Carta [de las Naciones Unidas], es inaceptable y ya no puede continuar?
La intervención del secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, no aportó nada al debate. Guterres se limitó a presentar el futuro programa de la ONU y los numerosos participantes en el debate se dividieron entonces en tres grupos.
  • Rusia resaltó el valor de la Carta de la ONU, deploró su evolución de los 30 últimos años, se pronunció por el principio de igualdad entre todos los Estados soberanos y denunció el poder exorbitante de las potencias occidentales en el seno de la ONU y su organización unipolar. Recordó que la operación militar especial rusa en Ucrania es consecuencia de un golpe de Estado —el que tuvo lugar en Kiev, en 2014— y que el problema no es por consiguiente Ucrania sino la manera como Occidente maneja las relaciones internacionales. De paso, Rusia recordó al secretario general de la ONU que su cargo lo obliga a ser imparcial. El ministro ruso de Exteriores subrayó además que si los próximos documentos de la ONU no respetan el principio de imparcialidad, no lograrán más que dividir el mundo un poco más, en vez de unirlo.
  • El Grupo de Amigos por la Defensa de la Carta de la ONU y el Grupo de los 77 (G77) emitieron denuncias similares a las de Rusia.
  • El segundo grupo, los países occidentales, trataron constantemente de desviar el debate hacia el tema de Ucrania, pero negándose a tener en cuenta el golpe de Estado de la plaza Maidan e insistiendo en la violencia de la «invasión» rusa.
  • El tercer grupo emitió críticas todavía más duras. Pakistán denunció la noción de «multilateralismo en red», contraria a un orden internacional conformado por Estados soberanos e iguales. Ese país rechazó también toda perspectiva de un mundo «unipolar, bipolar o incluso multipolar si [ese mundo] debe ser dominado por algunos Estados ultrapoderosos». Etiopía y Egipto denunciaron el papel que las grandes potencias asignan a protagonistas no estatales.
Antes del debate, Rusia y China habían recordado a las delegaciones de ciertos países los tratados internacionales que el «Nuevo Orden Mundial» viola descaradamente. Pero en el debate no se mencionaron casos específicos, exceptuando la alusión de los occidentales a Ucrania, aunque no faltan los ejemplos recientes de compromisos internacionales violados.

Por ejemplo,
  • En 1947, Finlandia se comprometió por escrito a ser neutral. Su reciente adhesión a la OTAN es, por consiguiente, una violación de aquel compromiso.
  • En 1990, el año de su creación, las repúblicas ex-soviéticas del Báltico se comprometieron a conservar los monumentos erigidos en homenaje a los sacrificios del Ejército Rojo en la lucha contra el nazismo. La destrucción de esos monumentos es por ende una violación de los compromisos firmados por esos países.
  • En la resolución 2758 del 25 de octubre de 1971, las Naciones Unidas reconocen el gobierno de la República Popular China como único representante legítimo de la nación china. Como resultado de esa resolución, el gobierno instaurado por Chiang Kai-shek en Taiwán fue excluido del Consejo de Seguridad de la ONU y el gobierno de Pekín ocupa desde entonces el escaño de China. Por consiguiente, las recientes maniobras navales de la República Popular China en el Estrecho de Taiwán no son un acto agresivo contra un Estado soberano sino un despliegue de fuerzas de un Estado soberano —la República Popular China— en sus propias aguas territoriales.
  • En el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968, las potencias nucleares se comprometieron a no transferir armas nucleares a otros países y los países firmantes no poseedores de armas nucleares se comprometieron a no aceptar el despliegue de armamento nuclear en sus territorios. Pero, en el marco de la OTAN, Estados Unidos ha desplegado bombas nucleares tácticas en cierto número de las bases militares que posee fuera del territorio estadounidense, concretamente en varios países europeos, e incluso entrena militares extranjeros en el uso de ese armamento. Así violan los compromisos contraídos cuando firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear tanto Estados Unidos como Alemania, Bélgica, Italia, Países Bajos y Turquía.
Sólo citaremos aquí esos 4 ejemplos. Pero la lista de compromisos y de tratados internacionales violados es mucho más extensa y es evidente que tarde o temprano habrá múltiples reclamos de los Estados no occidentales, o sea de los gobiernos que representan el 87% de la población mundial.

En definitiva, lo que «Occidente» teme de Rusia y China es que su poderío lo obligue a respetar los compromisos contraídos.

TURQUÍA CONTRA EL IMPERIO ESTADOUNIDENSE

A sólo tres semanas de la elección presidencial turca, el debate se transforma en Turquía. Antes se trataba de estar a favor o en contra del islamismo del presidente Recep Tayyip Erdoğan pero ahora se trata de estar a favor o en contra de la alianza con Estados Unidos. El presidente saliente está tratando de recuperar puntos en los sondeos que pronostican su derrota. Después de haber sido islamista, Erdoğan se convierte en nacionalista. Por ahora, no se sabe si eso será suficiente para llevarlo a la reelección. Pero, si gana, es posible que saque a Turquía de la OTAN.

El 17 de abril de 2023, el ministro del Interior de Turquía, Süleyman Soylu, denunciaba los crímenes del «Imperio estadounidense» ante los jóvenes del AKP.

Los sondeos sobre la elección presidencial turca, prevista para el 14 de mayo de 2023, dan al presidente saliente Recep Tayyip Erdoğan como perdedor ante Kemal Kılıçdaroğlu, el candidato de la oposición unida. Frente esa coyuntura interna, el presidente Erdoğan radicaliza su posición en materia de política internacional.

Hasta hace poco, el presidente Erdoğan aparecía como un dirigente posicionado a medio camino entre los bandos encabezados, de un lado, por Estados Unidos y, del otro, por Rusia y China. Pero ahora, su partido político, el AKP, presenta a Erdoğan como el salvador de la independencia de Turquía frente a las sombrías maniobras de Washington, mientras que su adversario es presentado como un lacayo de los yanquis.

Este cambio de chaqueta de Erdoğan es el resultado de los intentos de asesinato que Estados Unidos orquestó contra él, principalmente el que desembocó en la intentona golpista frustrada el 15 de julio de 2016, cuando Ankara había decidido construir un gasoducto con Rusia y comprar armas a Moscú. Además, en Turquía se reprocha a Washington –con razón o sin ella, eso es algo que todavía no se podido comprobar– haber provocado el terremoto del pasado 6 de febrero, que costó la vida a decenas de miles de turcos.

El hecho es que, en este momento, la opinión pública muestra un fuerte sentimiento antiestadounidense en un país que ha dado mucho a Estados Unidos desde la guerra de Corea, donde el ejército turco incluso libró y ganó una batalla decisiva que salvó a las tropas estadounidenses de la debacle. En cambio, Estados Unidos ha aportado a los turcos grandes dosis de sufrimiento —hay que recordar que la CIA estadounidense controla desde hace tiempo los grupos armados kurdos del PKK y estimula sus acciones terroristas, con lo cual mantiene «una pistola sobre la sien» de Ankara.

Recientemente, el embajador de Estados Unidos en Turquía, Jeffrey Flake, hizo una visita ostensiblemente pública al candidato opositor Kemal Kılıçdaroğlu. El embajador Flake es un republicano de la vieja escuela, amigo del fallecido senador John McCain —los dos nacieron en Arizona. Sin embargo, Flake rechazó de plano la llegada de Donald Trump al Partido Republicano y abandonó esa formación para acercarse al demócrata Joe Biden, quien lo nombró embajador.


El embajador Flake creyó que hacía bien en exhibirse con el candidato de la oposición turca. Gran error. Lo que hizo fue regalarle un argumento de campaña al presidente Erdoğan, quien rápidamente declaró: «El embajador de Joe Biden visita a Kemal. Tenga usted vergüenza, piense con la cabeza. Usted es un embajador. Su interlocutor es el presidente. ¿Cómo se mantendrá usted aquí después de esto y cómo pedirá usted una entrevista con el presidente? Nuestras puertas están cerradas para él [para el embajador Flake]. Ya no puede entrar. ¿Por qué? [Porque] tiene que saber cuál es su lugar».

En el mismo tono, el ministro del Interior y vicepresidente del partido de Erdoğan, Süleyman Soylu, condenó públicamente al embajador de Estados Unidos, en el momento del terremoto, diciéndole que sacara sus «sucias manos de Turquía». Todos los turcos notaron que los países occidentales habían retirado sus embajadores en los dos días anteriores al sismo, como si supieran que algo iba a suceder, y que demoraron en enviar ayuda. El ministro del Interior agregó: «Cada embajador estadounidense se pregunta cómo puede perjudicar a Turquía. Eso ha sido una de las mayores desgracias de Turquía desde hace años. Reúnen a los otros embajadores y tratan de darles consejos. Lo mismo hacen en Europa, de manera que las embajadas de Estados Unidos gobiernan Europa».

Los turcos, que son muy nacionalistas, están de acuerdo con ese enfoque. Pero no por eso el ministro deja de ser un mafioso y un islamista, públicamente denunciado como tal por otro mafioso, Sedat Peker, actualmente fugitivo de la justicia. Sedat Peker publicó en internet una serie de videos donde revela que el ministro Süleyman Soylu y el hijo del primer ministro Binali Yıldırım utilizaron hombres de al-Qaeda para derrotar a los golpistas de 2016 y que les entregaron armas a través de una compañía militar privada llamada SADAT. Esos fueron los elementos que derrotaron a los soldados golpistas en el puente sobre el Bósforo.

Después de asistir a la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), el 17 de septiembre de 2022, el presidente Erdoğan declaró que Turquía podría unirse a esa alternativa al orden occidental.

El presidente Recep Tayyip Erdoğan era un delincuente callejero que se unió a la Millî Görüş, la milicia de Necmettin Erbakan. Hizo méritos con la Hermandad Musulmana en Afganistán y después apoyó a los islamistas en Chechenia. Erdoğan llegó al poder en Turquía con ayuda de la CIA, y ahora se vuelve contra ella. Nadie duda de la sinceridad de su viraje, pero todos se preguntan si será o no duradero. En nombre de Erdoğan, su ministro del Interior va todavía más lejos. Sin renegar del conocido historial de Erdoğan, ahora se trata de hacer olvidar su implicación, junto al Emirato Islámico (Daesh) en contra de la República Árabe Siria.

Haciendo uso de la palabra ante los jóvenes del AKP, el ministro Süleyman Soylu describe ahora la globalización como un intento estadounidense de manipular el auge del comercio internacional para destruir todas las culturas e imponer la de Estados Unidos. Después de declarar eso, el ministro Soylu arremetió contra la Unión Europea describiendo el servilismo de sus dirigentes y llegando incluso a calificar la UE como «la mula» de Estados Unidos.

Soylu prosiguió recordando que «el imperio americano» está perdiendo su reputación, que en África los europeos son esbirros de Washington y que es por eso que los africanos los detestan. En definitiva, concluyó el ministro turco, «el mundo entero detesta a América». El hecho es que el candidato de la oposición, Kemal Kılıçdaroğlu, «demasiado apresurado», se ha aliado a Washington y, sin querer, está poniendo en grave peligro el futuro de Turquía.

No hay que olvidar que Turquía sigue siendo miembro de la OTAN y que tiene en su territorio numerosas bases militares de esa alianza bélica.

En medio de la actual campaña electoral, el presidente Erdoğan inaugurará este jueves la central nuclear de Akkuyu, con la puesta en marcha de su primer reactor nuclear, cuya potencia es de 1200 megavatios, construido por la empresa rusa Rosatom. Y, como para dejar claro el nuevo rumbo de su política, Erdoğan invitó a la ceremonia al presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, cuya participación parece sin embargo poco probable.