DISCURSO DE MARIA ZAJÁROVA EN LA CONFERENCIA MUNDIAL SOBRE LA MULTIPOLARIDAD, 29 DE ABRIL DE 2023.

 

Queridos colegas,

Queridos amigos,

Ya han escuchado el discurso del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en el que expuso las principales perspectivas de construcción de un mundo multipolar, la irreversibilidad y las razones objetivas de este proceso. Me gustaría subrayar que, por primera vez, el nuevo Concepto de Política Exterior de Rusia establece sistemáticamente los principios de un orden mundial más justo y multipolar y pretende facilitar su aplicación. Creo que, a largo plazo, este tipo de disposiciones se incluirán también en los documentos estratégicos conceptuales de otros Estados. Esto depende, entre otras cosas, de los participantes en nuestro foro: politólogos y pensadores influyentes.

Por mi parte, me gustaría abordar el aspecto comunicativo e informativo y, en parte, los valores y el significado de este proceso. Vivimos en un mundo en el que los medios y las comunicaciones tienen hoy no sólo un papel clave, sino también crucial en determinados ámbitos de la vida. Hay que tener en cuenta que estamos en ciudades, países, continentes y husos horarios diferentes y, al mismo tiempo, nos comunicamos casi en tiempo real. Todo esto ha sido posible no sólo gracias a la tecnología (por cierto, me gustaría subrayar que nos comunicamos en una plataforma nacional, no en una equivalente occidental), sino también gracias a la voluntad de comunicarse de personas de todos los ámbitos de la vida en todo el mundo.
No existe ni puede existir un centro único de gestión de la información, como aspiran algunas élites occidentales. En las condiciones actuales, sólo es posible la polifonía y el compromiso entre muchas voces. Y, como en nuestro «polílogo» contigo, la voz de todos puede y debe ser escuchada.

Por desgracia, no todo el mundo está de acuerdo con este planteamiento objetivamente justo. Sabemos muy bien que las élites políticas de Estados Unidos y Europa utilizan las tecnologías de la información y la comunicación no con el noble propósito de hacer llegar información objetiva a un público amplio, sino para provocar, hacer propaganda y, a veces, incluso adoctrinar. Y ello sin tener en cuenta las normas y tradiciones de los distintos países y sociedades.

La multipolaridad basada en la verdadera soberanía de los pueblos y en la diversidad civilizatoria no sólo ayudará a resolver los conflictos políticos, a construir un orden justo para todos y cada uno de los participantes en las relaciones internacionales, a hacer frente a los intentos de establecer un dictado y una hegemonía, sino también a crear una sociedad verdaderamente democrática, libre de injerencias en los asuntos internos de Estados independientes, tanto política como ideológicamente.

Entre las docenas de oradores que participan en el evento actual, es poco probable encontrar un número significativo que apoye la agenda promovida por los círculos neoliberales de Occidente a través de los medios de comunicación «domesticados»: cambiar las normas de género, revertir la discriminación LGBT, implicar deliberadamente a niños y adolescentes en la cultura queer. Además, como demuestran los estudios, la población de Estados Unidos, Canadá, Países Bajos y otros países del Occidente colectivo no está nada contenta con que sus figuras públicas y cargos electos hayan elegido este tema para su actividad cívica y política. Por supuesto, no podemos ni queremos apoyarlo, ni siquiera aceptarlo. Como señaló el Presidente ruso Vladimir Putin en la última reunión del Club de Debate Valdai, la diferencia entre los valores tradicionales y los llamados valores neoliberales es que son únicos en cada caso, ya que derivan de la tradición de una sociedad concreta, de su cultura y de su experiencia histórica. Por eso no se pueden imponer a nadie, basta con respetarlos y tratar con cuidado lo que cada pueblo eligió a lo largo de los siglos. Así es como entendemos los valores tradicionales y estamos convencidos de que la mayoría de la humanidad comparte y acepta este planteamiento.

Estimados colegas,

Pido a todos los participantes en el actual polílogo que asuman que tales eventos tienen una importante función sinérgica en la construcción de un sistema multipolar de relaciones internacionales.

¿Se han dado cuenta de la importancia concedida por Washington a las dos «cumbres de la democracia» de 2021 y 2023? Sin embargo, en realidad, estas cumbres no tienen nada que ver con la democracia. No podemos excluir que todas las tesis pronunciadas por los líderes mundiales invitados por los estadounidenses fueran aprobadas previamente en Estados Unidos. Y el efecto mediático de estos acontecimientos fue, para ser sinceros, extremadamente modesto. En cualquier caso, los estadounidenses intentaron llamar la atención general sobre su iniciativa, pero la gente percibe la artificialidad y el agotamiento de esta pseudodemocracia. La idea era clara: demostrar que el mundo entero, o al menos una gran parte de él, apoya los planteamientos dictados por Estados Unidos. Este es el tipo de «sinergia» que Washington pretendía lograr. Por supuesto, su plan inicial estaba condenado al fracaso. Por eso, creo que en el panorama mediático, incluso en Occidente, la segunda «cumbre» recibió una cobertura mucho más moderada que la primera. La tendencia es clara.

Ahora, fíjense cómo contrasta nuestra iniciativa con estos antecedentes: verdaderamente internacional, no impuesta desde arriba, nacida en los círculos políticos de muchos países del mundo. Quiero agradecer a nuestros camaradas chinos y a nuestros amigos de Brasil su trabajo conceptual y su audacia al promoverlo en la escena internacional.

Para concluir, queridos colegas, quisiera expresar mi gratitud por vuestra atención y subrayar que estamos dispuestos a seguir apoyando este tipo de proyectos. Estoy convencido de que aún quedan muchas intervenciones interesantes por venir y esperamos con impaciencia la recopilación final de informes tras el Maratón.

Deseo todo lo mejor a los participantes y oyentes.

Fuente: María Zajárova

DISCURSO DE KONSTANTIN MALOFEEV EN LA CONFERENCIA MUNDIAL SOBRE LA MULTIPOLARIDAD DEL 29 DE ABRIL DE 2023.

El liberalismo global, se muere. Ahora somos testigos de su agonía. Lo que Francis Fukuyama creyó recientemente que era el fin de la historia, lo que se presentó a los pueblos del mundo no sólo como el fin de la historia, sino como su cima, como la llegada al destino final, una sociedad absolutamente ideal de democracia liberal occidental, ha resultado ser una mentira. Ha resultado que el mundo de la democracia liberal es un mundo de caos, violencia, segregación, racismo y odio universal. Es un mundo gobernado por minorías. Para empezar, la propia minoría occidental iba a gobernar a la mayoría del mundo. Mil millones iban a dictar su voluntad a siete mil millones. Así ha sido durante los últimos 200 años. Durante 200 años, las potencias coloniales europeas han segregado, explotado y abusado, exportando recursos naturales, así como esclavos, de África, Asia y América Latina.

Pero ese tiempo ha pasado. El tiempo de la dominación de este hegemón globalista, que geográficamente estaba situado en Occidente, pero que tampoco podía unir a todas las naciones occidentales. Ese tiempo ha pasado. Vemos cómo este sistema se desmorona ante nuestros ojos. La vida del hegemón estadounidense está llegando a su fin. Y se aferra a este mundo. Intenta librar una guerra mundial para preservar el orden existente. Pero el imperio colonial británico, predecesor del seudoimperio estadounidense, ¿lo consiguió? La respuesta es no. Tanto la 1ª como la 2GM, que deberían haber servido para glorificar aún más al Imperio Británico, terminaron con el crecimiento del poder de Estados Unidos después de la 1GM. Después de la 2GM, durante los años 50 y 60, el Imperio Británico simplemente desapareció. Y las antiguas colonias británicas se convirtieron en Estados independientes.

Ahora Estados Unidos, cuyo imperio colonial está compuesto por todo el mundo, está dictando sus reglas a los diferentes pueblos, haciéndoles pagar con sus dólares americanos, y al mismo tiempo imponiendo sus muy cuestionables, y casi siempre anticristianos, valores liberales, pretendiendo gobernar el mundo. Incluso lo llamaron Pax Americana. 

Pero al mismo tiempo que Fukuyama, que dijo que este es el fin de la historia, que la historia se acerca a su cúspide, la misma América fue el hogar de Samuel P. Huntington, que escribió que hay un mundo hecho de civilizaciones. Y esto le convirtió en sucesor no sólo de Arnold Toynbee, un pensador inglés, sino también de Nikolai Yakovlevich Danilevski, un pionero, que descubrió un enfoque civilizacional de la historia humana, un pensador ruso, filósofo, que habría cumplido 200 años el año pasado.

El enfoque civilizacional implica que las distintas civilizaciones son iguales. Y gozan de respeto mutuo. Procede del hecho de que el Creador del universo, el Señor Dios, creó nuestro mundo para que la humanidad, que una vez surgió de un mismo progenitor Adán, pero tomó caminos diferentes, pudiera alcanzar su misión histórica y descubrir su talento civilizatorio, que se manifiesta de forma diferente, en pueblos diferentes, en continentes diferentes. El mundo actual llama multipolaridad a este enfoque civilizatorio. Cada civilización es distinta. Tiene sus propios valores, sus propios sueños, sus propios ideales. Y ahora los bloques fundacionales de la regla liberal globalista, impuesta al mundo por la hegemonía estadounidense, se están aflojando para dar paso a hermosas flores —flores del futuro siglo XXI, que darán prioridad por igual a todas las civilizaciones.

Cada una de estas civilizaciones, cada uno de estos polos tendrá su propio destino. Cada uno de estos polos tendrá su propio futuro. Pero debe basarse en el respeto mutuo. Esta es la esencia de un mundo multipolar, por el que Rusia está luchando ahora en los campos de Ucrania. No lucha con el pueblo ucraniano, ni siquiera con Ucrania, sino con toda la minoría occidental... Con todo el bloque de la OTAN. Para que todos ustedes, los pueblos de los diferentes continentes puedan recuperar su libertad, y olvidar, pasar la página de este colonialismo occidental.

Fuente:  Konstantin Malofeev

HISTORIA DE UNA INVOLUCIÓN: DE LA POLÍTICA ESTRUCTURAL AL MORALISMO HISTÉRICO.

 

El viejo sistema de control social alternaba la represión violenta de las pasiones juveniles con guerras periódicas para dejarlas desahogar; el nuevo sistema de control, en cambio, proporciona lugares donde es posible hacer revoluciones fingidas con espadas de cartón, en islas sin comunicación con ese continente donde el poder real juega sus juegos.

El otro día reflexionaba sobre cómo ha podido ocurrir que la capacidad operativa de la oposición política al sistema se haya extinguido y hoy necesite reconstruirse esencialmente desde cero.

Dado que este es el problema de los problemas de hoy, y dado que, como todo proceso histórico, sus causas son plurales, quiero detenerme brevemente en una sola causa, de carácter específicamente cultural.

La era de la democracia y la oposición política desde abajo fue una época circunscrita que se inició hacia mediados del siglo XIX, en la que el marxismo jugó un papel fundamental.

Específicamente, el marxismo fue fundamental para entender, y hacer entender, cómo en el mundo moderno todo cambio de hábito y de opinión (que se torna hegemónico) tiene siempre una raíz primaria en la «estructura», es decir, en la esfera de la producción económica y la gestión correlativa del poder.

Si en una descripción de lo que ocurre no se tiene conciencia de su raíz estructural, si no se comprende cómo debe situarse el problema respecto a los mecanismos de distribución de la economía y del poder (muchas veces coincidentes), se termina por perder de vista la única esfera donde se pueden mover las palancas causalmente decisivas.

Una vez recordado este hecho, no se puede dejar de pensar en la distribución generacional de la conciencia política actual. Las experiencias repetidas, desde la recolección de firmas hasta los debates públicos y los mítines, señalan una visión común: la distribución generacional de la conciencia política sigue casi perfectamente una curva decreciente. Quienes muestran mayor urgencia por actuar frente a las palancas del poder son los mayores, y a medida que se es más joven se reducen las filas de los políticamente conscientes, hasta el punto de casi desaparecer en el ámbito de los jóvenes y muy jóvenes  (digamos el grupo de 18 a 24 años).

Ahora, es importante señalar que este es un hecho históricamente sin precedentes. Hasta hace poco tiempo, los jóvenes formaban parte de las filas de los «pirómanos», las universidades siempre fueron fraguas de protesta, la pasión política nació en el umbral biográfico entre el estudio y el ingreso al mundo del trabajo. Y esto es natural, porque el compromiso y la energía necesarios para la participación política crítica se encuentran más fácilmente en un veinteañero que en uno de sesenta; y en otros factores porque las limitaciones, las cargas y las responsabilidades normalmente aumentan con la edad.

Entonces la pregunta es: ¿qué nos pasó?

Para tener una pista, basta mirar el activismo político juvenil, que de hecho todavía existe, pero cuya forma es instructiva. Es interesante notar en qué temas se enfoca el activismo hoy. Un breve registro nos revela:

1.Un ambientalismo centrado en el cambio climático;

2.Cuestiones de identidad de género, violencia de género, igualdad de género, autodeterminación de género, lenguaje de género;

3.Animalismo del tipo Disney y prácticas alimentarias autoflagelatorias (veganismo, elogios a la carne sintética y harina de insectos, etc.);

4.Para los más atrevidos, apelaciones a los «derechos humanos» en una versión muy selectiva (donde por cierto las violaciones ocurren sólo entre los enemigos de Estados Unidos).

Lo que es esencial subrayar es que en cambio puede existir y existe:

1.Un auténtico ambientalismo «estructural»;

2.Una conciencia histórico-estructural de la división sexual del trabajo (y sus consecuencias consuetudinarias);

3.Un análisis de las formas de «reificación» de la naturaleza sensible (animales) en la industrialización moderna;

4.Una conciencia política de la explotación y violación de la naturaleza humana.

Y en cada uno de estos casos es posible reconocer problemas reales al ubicarlos en el marco general de los procesos de producción económica y distribución del poder en el mundo contemporáneo.

Pero nada de esto es mayormente parte del activismo político juvenil, que en cambio acoge su agenda de «protesta» que viene desde arriba, en un formato rigurosamente saneado de sus implicaciones estructurales.

En otras palabras, los recintos en los que ejercer la contestación y las formas en que identificar los problemas han caído desde alturas inescrutables, a través del aparato mediático, el adoctrinamiento escolar y universitario. De esta forma se crean cómodas burbujas de disputa, con el certificado de bondad progresista, proporcionado por fuentes acreditadas.

El viejo sistema de control social alternaba la represión violenta de las pasiones juveniles con guerras periódicas para dejarlas desahogar; el nuevo sistema de control, en cambio, proporciona lugares donde es posible hacer revoluciones fingidas con espadas de cartón, en islas sin comunicación con ese continente donde el poder real juega sus juegos.

Sin embargo, este proceso de construcción de cercos artificiales, sin anclaje estructural, no es nuevo y es erróneo enfocarse solo en los jóvenes de hoy. Es un proceso que comenzó al menos en la década de 1980 y simplemente se ha expandido y perfeccionado con el tiempo. Todo el esfuerzo conceptual realizado por la reflexión marxista (en parte ya en la época hegeliana) y luego desarrollado durante más de un siglo, ha sido anulado con la lejía del nuevo poder mediático.

Hoy estas agendas «políticas» cuidadosamente castradas se difunden y hacen oír su característica voz estridente, que luego se hace eco, tal vez con benevolencia reprochada, pero finalmente bendecida, por los voceros del poder.

Hemos recaído así en un análisis de la historia, la política y la geopolítica que, olvidando cuáles son las verdaderas palancas del poder, se dedica en cuerpo y alma a lecturas moralizantes del mundo, a la actualidad policiaca, al alboroto de la «rectitud» y a la corrección política, a los chismes entre las élites.

Las interpretaciones geopolíticas proliferan y prosperan donde Putin es el malvado y los rusos son los ogros; lecturas sociales donde la crítica a las «ideologías de género» son abominaciones homofóbicas; donde quien no abraza a un chino es «fascista», y quien lo abraza después de una contraorden es «estalinista»; lecturas ecológicas donde los cuadros de museos se ensucian porque «ya no hay un minuto que perder», antes de volver a casa a jugar en la Smart TV de 88 pulgadas; etc. etc.

Esta infantilización del análisis histórico-político vuelve fatalmente impotente cualquier «activismo», que examina el mundo como si la distribución de adjetivos morales estuviera en su centro. Y cuando alguien señala que todo ese extenuante graznido histérico no produce ni un desasosiego al poder, que hasta aplaude, tienen preparado otro atributo moral: eres un cínico.

La compartimentación de la protesta según los cercos ideológicos elaborados aguas arriba produce, además de un efecto de impotencia sustancial, una pérdida total del equilibrio y de la capacidad de evaluar las proporciones de los problemas.

Cada uno de estos juegos ideológicos aparecen a quienes los frecuentan como un cosmos, el único punto de vista desde el cual se ve mejor el mundo entero. Y esto genera una sensibilidad desequilibrada a los visitantes de estos recintos, porque invierten toda su energía y pasión en un campo cuidadosamente delimitado: hay gente que pasa dos veces al día frente a la anciana muriéndose de hambre en el departamento de al lado, pero saltan con los ojos inyectados en sangre si usas un pronombre de género mal visto; hay gente que se escandaliza por las violaciones de los derechos humanos en Bielorrusia (donde nunca han puesto un pie) y luego te explican que es justo golpear a las «novaxes» y privarlas de atención hospitalaria; hasta hay estudiantes que reclaman meritocracia y luego votan por Calenda…

En general, el panorama es el siguiente, mientras que el poder real nos aconseja ser resilientes (porque si tomas la forma de la bota que te pisotea, sufres menos), nos aconseja no tener hijos y no jubilarte por el bien de el futuro, mientras todos los días te explica que tienes que ser móvil para trabajar donde haya necesidad y que tienes que dejar de moverte porque arruinas el clima, porque mientras te mea en la cabeza te exige que ahorres en la ducha. Mientras todo esto sucede, y sucede mucho más, estos activistas se pelean furiosamente entre ellos… porque ninguna injusticia debe quedar impune, incluyendo «los derechos de los espárragos».

Fuente: Andrea Zhok

Las elecciones no detendrán el declive de España.

 

Como diría Dickens, España rueda con extraordinaria suavidad pendiente abajo. Sus mejores momentos parecen haber quedado atrás y el edificio constitucional de 1978, —un capítulo más de su larga historia, pero el orden vigente hoy en día— parece estar siendo sistemáticamente demolido. ¿Es esta situación responsabilidad exclusiva del actual gobierno o estamos ante un problema más profundo?

Resulta fácil, y más en el rifirrafe propio de períodos preelectorales, denostar a un gobierno tan dañino como el que tenemos y mantener la esperanza de que un cambio de ciclo político reconstruirá lo destruido y nos devolverá a un pasado mejor o, al menos, más tranquilo. Pero personalizar el declive de nuestro país en quienes nos gobiernan hoy nos dibuja un cuadro incompleto de la realidad, y la esperanza de que la indolente no-oposición cambie las cosas de manera duradera nos conducirá con toda probabilidad a la frustración, una vez más.

Me gustaría que no se considerase este punto de vista como una absolución de un gobierno que considero liberticida y subversivo. ¿Cómo no enjuiciar negativamente a quien dinamita nuestro Estado de Derecho, traiciona su promesa de lealtad y demuestra repetidamente no aceptar ningún límite ético, estético o legal?

Sin embargo, estas consideraciones, aun siendo ciertas, no nos muestran toda la verdad, porque el problema de España es mucho más profundo y complejo y no desaparecerá cuando este gobierno, que es un síntoma de la enfermedad que aqueja a España mas no la enfermedad en sí misma, pase al baúl de los olvidos.

Así, me gustaría ahondar en los factores estructurales de mayor calado que explican la deriva de nuestro país. El primero es la crisis institucional causada por las debilidades del régimen del 78 y por el abuso reiterado que de él han hecho los dos grandes partidos durante décadas.

La necesaria separación de poderes
En efecto, aunque la causa próxima de la crisis de régimen sea este gobierno, el problema de fondo radica en los desaciertos constitucionales que han permitido el desproporcionado poder alcanzado por los partidos políticos, un cáncer que ha hecho metástasis colonizando todas las instituciones del Estado e invadiendo con el transcurso del tiempo órganos vitales.

Ya en 1977 ese gran observador de la Transición que fue el filósofo Julián Marías advirtió que no le quedaba claro si los partidos se habían creado para servir al Estado o el Estado para servir a los partidos. Décadas más tarde nadie duda de la respuesta: los partidos consideran que el Estado es de su propiedad, una propiedad sobre la que tienen derecho de aprovechamiento por turno. Así, cuando se produce la alternancia política, el partido entrante ocupa todas las parcelas que ha tenido que desalojar el saliente convencido de que «tiene derecho» a ostentar no sólo el poder, sino el monopolio del poder durante un tiempo. «Ahora me toca a mí», es la consigna.

Esta pretensión de monopolio del poder es muy peligrosa. Los sabios de antaño, conocedores de la inmutabilidad de la naturaleza humana y ajenos, por tanto, a toda tentación utópica, tenían claro que para preservar la libertad se debía evitar la concentración del poder en pocas manos.

Ya en la República Romana la razón de ser de su maraña de instituciones era dividir el poder para que la ambición de unos frenara el exceso de ambición de los otros. Veintitrés siglos más tarde Montesquieu lo resumió en una frase: «para evitar el abuso de poder, es preciso que el poder frene al poder».

Quienes aplicaron este concepto con mayor rigor fueron los fundadores de los EE.UU., cuya Constitución moderaba el ejercicio de poder para que las mayorías no abusaran de las minorías y evitar la tiranía de las masas, tan manipulables, veleidosas y tendentes al linchamiento. Asimismo, crearon un complejo equilibrio de pesos y contrapesos con sus listas abiertas, sus primarias, su estricta separación de poderes entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial, el Senado del Congreso, la duración de los mandatos y la existencia de instituciones independientes.

Comparen este sistema con el español, en el que el poder ejecutivo emana del legislativo, el judicial está completamente politizado y donde existen listas cerradas, disciplina de voto y un Senado inútil. Nuestra Constitución no preservó debidamente la separación de poderes: el poder ejecutivo y el legislativo quedaron fusionados en uno solo y se dejó abierta la puerta para que ese poder único controlara también el judicial.

¿Puede haber un gobierno delincuente?
Pero aparte de la separación de poderes, en un Estado de Derecho es la ley la que limita la caprichosa voluntad del que ostenta el poder. Por eso, el primero que debe cumplir la ley es el propio gobierno, porque cuando los gobernantes dejan de respetar la ley y puentean los procedimientos formales destinados a preservar la seguridad jurídica, se abre la caja de Pandora, estalla el Estado de Derecho y se liberan fuerzas destructivas que conducen primero a la anarquía y luego a la tiranía.

Así, la persistente vulneración por parte de todos los partidos de la norma suprema de nuestro sistema, la Constitución de 1978, y el abuso procedimental (o incluso el fraude de ley) habitual en este gobierno, suponen un verdadero riesgo existencial. Defender la Constitución no significa glorificarla ni mitificarla negando sus evidentes debilidades, sino defender el orden legal vigente.

Es importante comprender que, del mismo modo que el escorpión de la fábula no puede evitar picar a la rana, aunque ello conduzca a ambos a la muerte («es mi naturaleza»), el poder no puede evitar tender a expandirse en el tiempo y en el espacio, aunque ello nos conduzca al desastre. Así, está en su naturaleza buscar constantemente la permanencia en el tiempo y la totalidad en su alcance, es decir, el poder perpetuo no sujeto a ley alguna, pues el súmmum del poder es la arbitrariedad. Esta amenaza es más alarmante cuando el poder político cae en manos de una persona que exhibe evidentes rasgos psicopáticos, como es nuestro caso.

Si el poder anhela la permanencia y la arbitrariedad intentará por todos los medios evitar límites temporales o legales que obstaculicen su voluntad de poder ilimitado y procurará saltarse los laboriosos procedimientos establecidos por la ley que le estorban en el ejercicio absoluto del poder. Así, para quien ostenta el poder las elecciones son un mal irremediable que le gustaría posponer, evitar o trampear. También es frecuente —como hace este gobierno— que manifieste su hostilidad hacia aquellas instituciones que le son más difíciles de controlar, acusándolas, por ejemplo, de «no ser democráticas» (la Jefatura del Estado, el Poder Judicial, la Guardia Civil, el CNI o el Banco de España, por ejemplo). Esta crítica, proveniente de partidos tan poco democráticos en su estructura interna y funcionamiento (vulnerando, una vez más, nuestra Constitución), no sólo es un ejercicio de hipocresía, sino que parte de un concepto de unicidad de poder liberticida, puesto que la democracia no sujeta a la ley es dos lobos y una oveja votando qué vamos a cenar esta noche —o dos subsidiados y un trabajador votando cuánto vamos a subir los impuestos.

Abusando de las debilidades de la Constitución del 78
Reitero que el origen último del deterioro institucional que estamos viviendo es el sistema político débil e impotente que lo permite. En efecto, estamos pagando los errores e ingenuidades de nuestro texto constitucional de 1978 y el abuso reiterado de ellos perpetrado por los partidos políticos durante décadas. Si a esto unimos una sociedad civil medrosa y una carencia de instituciones independientes, es fácil comprender el daño que puede hacer la llegada al poder de un dinamitero.

Una Constitución puede ser escrita por un sabio, por un necio o por un cínico. El sabio la escribe pensando que quien va a ocupar el poder es su peor adversario, por lo que pone todas las trabas posibles a su ejercicio. El necio, por el contrario, piensa que sólo cabe la posibilidad de que gobierne él y, por lo tanto, procura allanarse el sendero. El cínico, por último, piensa que antes o después le llegará el turno y que cuando llegue podrá apurar hasta la última gota del néctar del poder puesto que, a fin de cuentas, la Constitución es papel mojado si se puede incumplir con total impunidad.

Como toda obra humana, todo sistema político es imperfecto y está condicionado por la época en que nació, por los miedos y esperanzas de sus actores y por la tendencia a compensar, a veces de modo torpe y miope, los elementos percibidos como negativos de la experiencia histórica más reciente. Pero, así como el paso del tiempo permite formarse una opinión más ecuánime de los acontecimientos pasados, también dificulta ponerse en el lugar de quienes tomaron las decisiones en su momento. Por tanto, no juzgaré a los «padres» de nuestra Constitución ni el proceso de aprobación de ésta salvo para decir que uno de ellos me confesó hace años que dicho proceso había sido «una improvisación permanente» y que no comprendía su desorbitada exaltación. En cualquier caso, el texto constitucional no arbitró suficientes mecanismos de autodefensa frente a los excesos de los propios partidos que la redactaron.

El diálogo sólo es posible sobre la base de unas premisas básicas compartidas y de una identidad indiscutida. ¿Alguien podría decirme, casi medio siglo después, cuál es la identidad indiscutida de España? El problema, hoy agravado, ya existía en 1977, de modo que el consenso entre la izquierda, la derecha y los entonces débiles nacionalismos fue más aparente que real, fruto de lo cual se inventaron conceptos para salir del paso («nacionalidades»), párrafos contradictorios (propiedad privada «delimitada» por su «función social») y remisiones a futuras leyes de inferior rango que cada partido confiaba poder redactar sin el molesto requisito del consenso. Dicho eso, y más allá de las buenas intenciones de unos, de la frivolidad, ignorancia y maquiavelismo de otros y de la ignorancia de la mayoría, me invade cierta nostalgia cuando pienso en la capacidad de encuentro de la España de entonces.

El obsceno asalto al poder judicial
En un ejemplo de remisión a norma inferior en ausencia de consenso, la Constitución no especificó quién elegía a 12 de los 20 miembros del máximo órgano de gobierno del Poder Judicial. En un primer momento (1980) los dos grandes partidos votaron a favor de que fueran los propios jueces (258 votos a favor). Tan sólo cinco años más tarde, la mayoría absoluta del PSOE (202 escaños) decidió unilateralmente que fueran elegidos por 3/5 de Congreso y Senado.

El posterior recurso de la oposición ante el Constitucional fue desestimado por unanimidad (1986) aunque el Tribunal aclaró, con el cómodo voluntarismo del que suelta al zorro confiando en que no va a comerse a las gallinas, que el criterio de 3/5 debía implicar que todos los candidatos fueran elegidos por consenso y, por tanto, sometidos a veto mutuo, evitando «cuotas» de poder proporcionales. El «consenso» incentivaba la presencia de independientes de reconocido prestigio y evitaba figuras con excesivo perfil político. Por el contrario, las «cuotas» han fomentado que jueces y magistrados tengan una creciente afinidad o lealtad política y ha desacreditado al Poder Judicial al dividirlo entre jueces y magistrados «conservadores» y «progresistas».

Con estos antecedentes, el actual gobierno ha dado un paso más nombrando al Tribunal Constitucional candidatos indistinguibles de políticos de partido y sujetos incluso a conflictos de interés que suelen ser precursores de conductas prevaricadoras. Este asalto fue inicialmente abortado en legítima defensa por el propio Tribunal provocando que algunos criticaran un «choque de poderes sin precedentes», cuando es precisamente el choque de poderes lo que garantiza el funcionamiento del sistema y la protección de nuestras libertades. En este choque inicial, por cierto, y fiel a su matonismo y desprecio de la ley, el gobierno presionó al Tribunal vulnerando el decoro y la legislación vigente con críticas groseras más propias de repúblicas bananeras que de países europeos. Le salió bien, y quedó impune.

El torpedeo bipartidista del Estado de Derecho
Sin embargo, aunque el actual gobierno esté demoliendo el Estado de Derecho y la seguridad jurídica sin ningún escrúpulo, la oposición carece de autoridad moral para criticar el intento de toma de control del poder judicial, pues el torpedeo del Estado de Derecho ha tenido una naturaleza bipartidista.

En efecto, los dos grandes partidos han modificado la Ley Orgánica del Poder Judicial y sus mayorías cuando les ha convenido, y la actual oposición no ha tenido ningún interés en cambiar el statu quo una vez ha llegado al gobierno, incumpliendo sus promesas electorales a pesar de contar con ocho años de mayoría absoluta.

La realidad es que en este asunto ningún partido político ha defendido elevados principios o el interés general, sino intereses particulares y cortoplacistas. Unos lo han hecho por su ideología totalitaria o por una voluntad de poder narcisista y psicopática; otros, por razones más prosaicas, como intentar que sus corruptelas no salgan a la luz controlando la «puerta de atrás».

Este inquietante y enésimo asalto contra el Estado de Derecho dirigido por un presidente que prometió una lealtad a su país y a sus instituciones que traiciona constantemente no será el último, pues su patología no tolera perder ningún pulso ni le permite comprender por qué su voluntad no puede transformarse en ley ipso facto. El deterioro institucional ha alcanzado tal extremo que ya no se cubren siquiera apariencias meramente estéticas o pudorosas.

Cuando el que toma las decisiones no sufre las consecuencias de sus actos o lo hace de forma asimétrica (esto es, si sale bien, me beneficio, y si sale mal, no me pasa nada) se crea un sistema de incentivos perverso. En efecto, cualquier ciudadano paga con creces la menor infracción de la más pequeña de las normas. Sin embargo, nuestros políticos pueden atacar e incumplir la más importante de las leyes y no les pasa absolutamente nada, como vimos con el ilegal estado de alarma.

Como colofón a décadas de abuso de los partidos políticos, el régimen del 78 está siendo derribado ante nuestros ojos por un gobierno subversivo. Obviamente, el primer paso es desalojarlo del poder y exigir las responsabilidades que correspondan, porque la impunidad de la clase política debe acabar. Pero el segundo paso debe ser mejorar nuestro sistema político en vista de los errores y excesos cometidos. La pregunta es qué líder político comprende la gravedad de la situación y qué partido tomará la decisión de limitar su propio poder una vez lo haya alcanzado.

Latinoamérica y la nueva política exterior rusa en la reestructuración del poderío global económico.

 

La visita de una alta delegación de la cancillería rusa, encabezada por su ministro Sergei Lavrov a Brasil, Venezuela, Nicaragua y Cuba tiene a la prensa internacional y a los analistas enfocados en descubrir la estrategia internacional rusa con estos cuatro paises. No es para menos pues el mundo se encuentra en una situación muy compleja actualmente.

Pocas semanas antes de iniciar la Operación Especial Militar (OEM) rusa en Ucrania, el ministro de relaciones exteriores, Sergei Lavrov venia destacando la necesaria transformación de la Politica Exterior (P/E) del país. Y no era para menos. Tras un año y 2 dos meses de OEM, el mundo ha cambiado enormemente bajo la influencia de esta operación para muchos solamente militar, pero que en esencia es una Operación Geopolítica de Politica Exterior (OGPE) para la generación de impulsores en el cambio del orden mundial.

Finalmente, el 31 de marzo el presidente Vladimir Putin firmó el decreto que aprobó el Fundamento Renovado de P/E. Una base doctrinal acorde a los serios cambios en el escenario mundial actual, que obliga a la Federación Rusa a actuar a mediano y largo plazo con mucha más firmeza que los gobiernos que antecedieron al presidente Putin en las tres últimas décadas, en la arena internacional.

Según el decreto, los objetivos principales de la Nueva P/E rusa en un orden ya multipolar son:
  • Garantizar la seguridad confiable del país.
  • Influir en los procesos globales para formar un orden mundial estable, justo y democrático.
  • Crear condiciones externas favorables para el desarrollo interno progresivo de Rusia.
  • Convertirse en una alternativa a la globalización.
  • Reorientación completa hacia Asia y convertirse en un pivote de Eurasia.
  • Desde el interés nacional y el equilibrio de intereses entre las naciones basado en el principio de la igualdad soberana de todos los estados hasta la libertad de acción para frenar el monopolio occidental se enmarca la visión y el accionar a futuro de la politica exterior rusa como estrategia de generación de situaciones a favor de su supervivencia civilizatoria y su desarrollo económico.
Inmediatamente tras leído el documento principal de la nueva P/E rusa y su cambio de estrategia, la academia global inició a plantear una serie de preguntas en función de que, si Rusia logrará cambiar no solo la imagen del mundo tal y como lo conocemos, sino sus estructuras principales que lo hacen aún no caer.

Recuerdo la clase de Planificación Estrategia de la P/E recibida en mis años de universidad en Moscú, en el Instituto Estatal Moscovita de Relaciones Internacionales (MGIMO) donde también el ministro Lavrov es graduado y no veo como imposible el responder lo que muchos ya se preguntan desde el anuncio y firma del nuevo curso de politica exterior: ¿Cómo lograrán influir en el cambio estructural del poderío económico global y la hegemonía occidental hasta ahora globalizante para su beneficio?
Como siempre no faltan los escépticos, que preguntan ¿Cómo lo lograrán? ¡¡¡…pero si ya lo están haciendo!!!  Se trata de una costosa y compleja estrategia a largo plazo, bajo el condicionamiento de su modificación según el entorno de amenazas y posibilidades en un periodo de traslape del orden mundial. Lo importante ya sucedió y es lo que el mundo progresista esperaba desde la desaparición de la URSS.

Me refiero a muchas nociones, que el maestro Alexander Dugin, estudioso y experto de la geopolítica ha enunciado en su libro del 2015 bajo el título: «La Geopolítica de Rusia. Desde la Revolución Rusa a Putin». Dugin establece, que:

«El problema es que una politica rusa es posible solo desde la base de un profundo análisis y estudio de la sociedad rusa, tanto de su presente como de su pasado, por eso antes de sacar conclusiones acerca de cómo el gobierno de Rusia está correlacionado con el espacio, deberíamos estudiar de forma minuciosa y completa su sociedad en sus constantes estructurales y especialmente la formación y evolución de las perspectivas rusas sobre el mundo circundante, es decir estudiar como los rusos entienden al mundo y su entorno».

«No basta con estudiar su geografía (contemporánea e histórica) sino, que es necesario entender como la sociedad rusa entendió la estructura de estos territorios en las diferentes etapas, los que estimaba como “propios” como “extraños”, como cambió su conciencia sobre sus fronteras, de la cultura y la identidad como civilización y en relación al etnos y a los pueblos que viven colindante».

De ahí, que con alegría hemos visto llegar a una nueva constelación que nace en la sociedad soviética, como Putin, Lavrov, Ryabkov, Shoigú y otros más y están al mando de la Federación desde las ultimas décadas de rusos, que están conscientes de sus constantes estructurales geopolíticos. La diferencia entre estos y la camarilla de Gorbachov, que, aunque comunistas en su afiliación, les consumió el tiempo avejentándose con él toda una nomenclatura politica aferrada al poder político, esquemática e inflexible, que los terminó cegando en su interpretación sobre el mundo circundante y obligando a las instituciones de seguridad nacional y planificación y conducción de la politica exterior soviética se encausaran por vías según su personalidad, nivel de mando, su escasa visión y no en lo vital estratégico para la URSS y el mundo.

De ahí, que Vladimir Putin y su formación en diversas estructuras, niveles y operaciones de seguridad nacional desde antes de asumir el cargo de otro exterminador de la URSS, como lo fue Boris Yeltsin, ha tratado de revertir ese nefasto curso de caída libre como herencia de Gorbachov y Yeltsin y todos los oligarcas que traicionaron la idea del socialismo y el comunismo por su propio enriquecimiento ilícito y amoral, que al final le terminaron haciendo el trabajo sucio al imperialismo norteamericano y a la elite anglosajona. Ni la CIA soñó con tanto daño como el causado por estos dos.

Vladimir Putin revaloró el papel del Ministerio del Exterior, su expertísimo y sus verdaderos cuadros profesionales en esta nueva etapa (2000-2030). Por eso Lavrov, Ryabkov y muchos más son pilares de esa nueva politica exterior, que más que un antojo personal del presidente u otro oligarca ruso, es la reinterpretación de los nuevos tiempos, la sobrevivencia civilizatoria rusa contra enemigos de larga data y de la respuesta «JUSTA A LA MEDIDA» a las acciones de todo tipo de agresión a la Federación Rusa.

Desde el 2000 Rusia inicia su reivindicación geopolítica en el sistema internacional, dejando atrás aquellos que pretendían manejarlos como vagón de tren y con la cabeza agachada. Un proceso titánico que en el 2008 demostró la firmeza contra Georgia por la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, 2014, la recuperación de Crimea, 2015 la defensa de Siria, Yemen, ese mismo año también la entrada en vigor de la Unión Económica Euroasiática y el 2022 la OEM en Ucrania en contra de la OTAN.

De ahí, que la planificación estratégica de la Política Exterior Rusa es fundamental para la protección y promoción de sus intereses nacionales y de seguridad en un mundo cada vez más complejo y cambiante. No solo pues se trata de leer el nuevo decreto y resumirlo. Es necesario dimensionarlo y comprender su importancia en base a nuestras relaciones ya a estratégicas, sobre todo en esta coyuntura tan compleja.

No podemos seguir prestándole atención a los voceros locales de la estrategia norteamericana de dominación continental y global, cuando afirman, que por la situación de guerra en el plano europeo (OTAN-Rusia) está más debilitada que nunca. Que simplemente es un gigante con pies de barro armado con armas nucleares. Que su pronto declive está más asegurado, que el occidental.

Como bien decimos en Nicaragua «no es cualquier gato» el que debería opinar sobre politica exterior y más sobre la rusa, si desconoce los objetivos nacionales y de seguridad en la política exterior rusa. La influencia de la geopolítica y la geoeconomía rusa en el sistema internacional. Si no échenle un ojo a la estrategia de Rusia en relación con la Unión Europea, Asia, África y los Estados Unidos tras el inicio de la OME en Ucrania el 24 de febrero del 2022.

Con la visita de Sergei Lavrov a Brasil, Venezuela, Nicaragua y Cuba se abren todo un abanico de nuevas y mayores posibilidades, retos y enormes éxitos a la vuelta de la esquina. No es pues aquella visita del ministro de relaciones exteriores de Mijaíl Gorbachov, Eduard Amvrósiyevich Shevardnadze, que vino a dar malas y pesimistas noticias a Nicaragua y Cuba en la segunda parte de los 80. Más bien se trata de la ubicación firme en una línea del frente global para la construcción de una sociedad internacional más justa.

No se debe ver a Rusia solo como un desafiante del orden unipolar, sino que como una enorme posibilidad de cooperación, respeto al derecho internacional e intereses mutuos. Comercio, tecnología, finanzas, asuntos militares, amistad, cultura y el respeto por la paz y la vida es la cara del poder blando ruso. De ahí que el viaje de Lavrov y su comitiva es una muestra de su interés y compromiso con América Latina como un continente de gran importancia en la construcción del multipolarismo como corriente en las relaciones internacionales.

No es una visita diplomática vacía y discursiva, es una acción llena de réditos a futuro para bien de esa alianza en nuestros paises ya demostrada en los tiempos más difíciles para todos y cada uno de nuestros paises que integran el bloque anti-hegemónico. Se trata de nuestro papel y conducta en los próximos años de incremento de la violencia internacional en un mundo si gobernanza global y con una potencia bastante golpeada, que amenaza con reaccionar lo más agresivo posible contra cualquiera.

La importancia del análisis de riesgos y escenarios en los próximos cinco años es vital y más para aquellos que desconocen o dicen conocer a Rusia y sus capacidades, pero que dudan aún. ¡¡¡Aquí hay que estar más que seguros!!!  si realmente se conoce a Rusia, y de su efectividad de la política exterior rusa y su influencia actual en la política internacional contemporánea.

Son muchos los trabajos occidentales dedicados a este nivel de comprensión y por muy antirrusos que sean sus autores, el reconocimiento de una Rusia puesta en pie de nuevo y en condiciones reales de modificar la estructura del orden unipolar está plasmado en sus obras desde luego como amenaza a sus intereses elitistas como son los casos de The new foreign policy: complex interdependence in the 21st century. New York: Brookings Institution Press. Por Baker, P. (2017). (La nueva política exterior: interdependencia compleja en el siglo XXI.) y el de Hoffman, F. G. (2017). The foreign policy matrix: defining the parameters of the national interest. New York: Routledge (La matriz de la política exterior: definiendo los parámetros del interés nacional).

Es complejo desde luego comprenderlos y más si no sabes ruso y/o no lo has estudiado bien. Pero se puede iniciar con la majestuosa obra de Sergei Lavrov «МЕЖДУ ПРОШЛЫМ И БУДУЩИМ» (2011) (Entre el pasado y el Futuro). Los que lo hemos leído en su momento podemos asegurar que después de 12 años de escrita esa obra angular de politica exterior rusa, podemos constatar la diferencia colosal y lo que depara el futuro transformados sistémico. Toda una imagen del futuro para toda la humanidad.

Definitivamente son nuevos tiempos con mismas amenazas y muy pocos amigos y aliados. El reto a futuro y la aproximación en los diversos enfoques de la toma de decisiones hacia construir una mejor alianza con Rusia en más que vital para nuestros paises. Se trata de un despegue de independencia y soberanía económica y politica internacional como nunca se ha visto en el marco de la historia de nuestros paises.

Y no puede haber duda alguna, que lo anterior es y ha sido lo fundamental en la politica exterior nicaragüense. Y en la dirección hacia Rusia mucho menos sobre todo desde que en el 2008, Nicaragua fue el primer país en reconocer soberanamente a Abjasia y Osetia del Sur, posteriormente Crimea y su y la puesta en marcha de la OME en Ucrania, además de nuestra visión de lucha contra el nazismo, el imperialismo y su orden unipolar.

Fuente: http://www.visionsandinista.net/

EL FACTOR WAGNER Y LA TESIS DE LA JUSTICIA

 

«Es obvio que para el régimen nazi de Kiev la principal prioridad es el propio Evgeny Prigozhin "La CMP de Wagner debe transformarse de un simple ejército privado —el mejor del mundo, subrayo— capaz de defender al Estado, en un ejército con una ideología. Esta ideología es la lucha por la justicia». Evgeny Prigozhin en Bajmut, 11 de marzo de 2023
En el transcurso de la Operación Militar Especial, el Grupo Wagner y Evgeny Prigozhin se han asentado con seguridad en el centro de atención tanto de la sociedad rusa como de la opinión pública mundial. Para los rusos, se han convertido en el principal símbolo de victoria, decisión, heroísmo, valor y firmeza. Para el enemigo: una fuente de odio, pero al mismo tiempo de miedo y horror. Lo importante es que Prigozhin no se limita a dirigir la unidad más aguerrida, victoriosa e imparable de las fuerzas armadas rusas, sino que al mismo tiempo da expresión a esos sentimientos, pensamientos, exigencias y esperanzas que viven en el corazón de los pueblos en guerra, de los que participan en la guerra plenamente y hasta el final, irreversiblemente inmersos en su elemento primigenio.

Prigozhin ha aceptado esta guerra hasta el final, hasta el fondo, hasta las últimas profundidades. Este principio es compartido por los miembros del Grupo Wagner y por todos aquellos que se mueven en esta dirección y hacia el mismo objetivo. El Grupo Wagner es una hermandad de guerreros que Evgeny Prigozhin ha reunido de entre aquellos que han respondido a la llamada de la Patria en su momento más difícil y han ido a defenderla, dispuestos a pagar cualquier precio.
Naturalmente, se preguntarán: ¿qué pasa con nuestros otros guerreros? ¿Qué pasa con las milicias del Dombás que llevan luchando en condiciones inhumanas desde 2014, olvidadas por todos pero firmes en sus puestos? ¿Qué hay de nuestros voluntarios que por voluntad propia han acudido a los frentes de la nueva Guerra Patria que reconocieron tras el impreciso nombre de «Operación Militar Especial»? ¿Qué pasa, después de todo, con las tropas regulares de diferentes unidades que están aplastando al enemigo y perdiendo a sus hermanos en feroces enfrentamientos? ¿Qué hay de los heroicos chechenos de Ramzan Kadyrov? Por supuesto, todos ellos son héroes, y todos llevan las valiosas partículas de nuestra Victoria común, a la que se han entregado hasta el final.

Pero Evgeny Prigozhin y el Grupo Wagner son diferentes. No sólo están por delante del resto, en los sectores más difíciles del frente, asaltando metro a metro, casa por casa, calle por calle, pueblo por pueblo, ciudad por ciudad con una tenacidad sobrehumana, liberando su tierra natal de un enemigo cruel, vil y maníaco. Han dado un estilo a esta guerra, se han convertido en sus símbolos, han encontrado las palabras más precisas y más sinceras para expresar lo que está en curso. Este es uno de esos rarísimos casos en los que las hazañas militares, ya de por sí increíbles por su importancia y escala, van acompañadas de declaraciones ideológicas igualmente conmovedoras y comprensibles para todo el mundo en Rusia.

Esta guerra es una guerra por la justicia. Se libra contra el mal y la violencia, contra la mentira y el engaño, contra la crueldad y la impostura. Pero si esto es así, no sólo se dirige contra el enemigo directo, es decir, el extremismo ucraniano y el Occidente liberal-globalista que lo apoya, sino también contra la injusticia que a veces se comete dentro de la propia Rusia. La guerra de Wagner es una guerra popular, una guerra de liberación, una guerra purificadora. No acepta medias tintas, acuerdos, compromisos y negociaciones a espaldas de los héroes combatientes. El Grupo Wagner valora mucho la vida: tanto la propia como la del enemigo. Y valora la muerte: el único coste por el que se permite la Victoria, aquello por lo que sólo se puede pagar la muerte, y nada más.

La apoteosis estética es la película programática de Prigozhin, Lo mejor en el infierno, 2022. He aquí al nuevo Hemingway, al nuevo Ernst Jünger.

Esta gran película trata del elemento primigenio de la guerra, del coste de la vida y la muerte, de las profundas transformaciones existenciales que sufre una persona cuando se ve inmersa en el inexorable proceso de enfrentamiento mortal con un enemigo, un enemigo que no es algo radicalmente distinto, sino el reverso de sí mismo. Prigozhin no se limita a hacer la guerra; la comprende, acepta su horrible lógica, entra libre y soberanamente en su elemento, y por eso es una pesadilla para el enemigo.

Es obvio que para el régimen nazi de Kiev, que no tiene tales símbolos y que realmente teme y odia sobre todo al Grupo Wagner en esta guerra, así como para el verdadero sujeto que ha empujado a Ucrania a atacar a Rusia y la está armando en toda la medida de lo posible, el propio Evgeny Prigozhin es la principal prioridad, a la vez un objetivo específico y simbólico. Que el enemigo conoce el valor de los símbolos, no cabe duda. No hay que sorprenderse de que sea el Grupo Wagner el que suscita un odio tan rabioso por parte del enemigo y de que Occidente haya se haya conjurado para destruir esta formación y al propio Evgeny Prigozhin.

Dentro de Rusia, el pueblo acepta a Prigozhin incondicionalmente. Sin ninguna duda, el primer puesto en esta guerra le pertenece. Todo lo que dice o hace resuena aquí, en el corazón del pueblo, en la sociedad, en las amplias masas rusas y euroasiáticas. Esta es una de las muchas paradojas de nuestra historia: un judío étnico, un oligarca, una persona con un pasado bastante escabroso, se ha convertido ante nuestros propios ojos en el arquetipo del héroe puramente ruso, un símbolo de justicia y honor para todo el pueblo. Esto dice mucho del propio Prigozhin, así como de nuestro pueblo. Creemos en los hechos, en los ojos y en las palabras cuando surgen de las profundidades. Esta profundidad en Evgeny Prigozhin no puede pasarse por alto.

Otra cosa son las élites rusas. Precisamente porque Prigozhin ha hecho un pacto de sangre —con su propia sangre y la de los héroes de Wagner— con el pueblo ruso, con la mayoría rusa, es el más odiado por esa parte de la élite que no ha aceptado la guerra como su destino, no se ha dado cuenta de los motivos verdaderos y fundamentales de la guerra, y hasta el día de hoy no ha visto el peligro mortal que se cierne sobre el país. A la élite le parece que Prigozhin simplemente está dando palos de ciego para llegar al poder y está preparando una «redistribución en negro» con el apoyo del pueblo. Para esta parte de la élite rusa, la sola palabra «justicia» es insoportable y quema como las llamas del infierno. Después de todo, el propio Prigozhin pertenece a la élite, pero ha encontrado el valor para renunciar a la clase de los ricos, los explotadores, los cínicos y los cosmopolitas que desprecian a todos los que tienen menos éxito, y se ha pasado al bando del pueblo en guerra salvando al país.

En tal situación, los analistas que han sido como siervos de estas élites se preguntan: ¿Cómo puede Prigozhin permitirse un comportamiento con tal grado de determinación, audacia e independencia? ¿Es un experimento de fuerzas mucho más influyentes —de hecho, simplemente las fuerzas superiores— de la política rusa que están utilizando su ejemplo para poner a prueba la disposición de la sociedad a unas normas más estrictas y a una política más patriótica y orientada a las personas? En otras palabras, ¿son Evgeny Prigozhin y el Grupo Wagner los precursores de una Opríchnina en toda regla? Al fin y al cabo, en la época de Iván el Terrible, el ejército de la Opríchnina se formaba en las batallas y, como en el caso de Wagner, a partir de los más audaces, valientes, fuertes, fiables y activos, independientemente de su pedigrí, título, estatus, rango o posición en la sociedad.

Nadie ha podido salir impune de lo que está haciendo Prigozhin dentro del sistema político que conoce Rusia.

Esto significa, como concluyen los analistas, que o bien pronto será castigado por su insolencia, o bien que este sistema político conocido ya no existe, y que ante nuestros propios ojos está tomando forma algún otro, algún sistema desconocido, nuevo, en el que los valores cambiarán significativamente hacia la odiada justicia de las élites, la honestidad, el valor y la verdadera fraternidad de primera línea.

A pesar de todos sus deseos, los observadores externos no pueden determinar de forma fiable qué tipo de relación mantiene personalmente Evgeny Prigozhin con el Comandante en Jefe Supremo. ¿Coordina o no su línea dura con la cúpula del país? Hay quienes están convencidos de que la Opríchnina de Prigozhin está sancionada desde arriba, pero también hay quienes creen que se trata de una actuación amateur y autoproclamada, aunque sorprendentemente haya respondido con exactitud a las expectativas de la mayoría. Para el gobierno ruso en su conjunto, la incertidumbre es su hábitat natural. Nadie puede entender del todo dónde y cuándo se trata de la voluntad personal del Presidente, y dónde y cuándo de la iniciativa de sus colaboradores que intentan captar de antemano y anticipar la «intención del comandante» (un término clásico de la teoría de la guerra centrada en la red).

Se trata de un enfoque bastante pragmático: en este caso, el Presidente acaba estando por encima de cualquier enfrentamiento en el seno de la élite, y existe total libertad para transformar el sistema (ante todo en una vena patriótica). Si se quiere, se podría suponer que todas las iniciativas patrióticas, incluso las más vanguardistas (como el Grupo Wagner), se llevan a cabo con su consentimiento tácito. Pero nadie lo sabe con certeza: sólo hay conjeturas. Prigozhin cultiva esta incertidumbre al máximo y con el máximo efecto.

Mientras tanto, crecen el amor y la confianza hacia Prigozhin y el Grupo Wagner, y paralelamente la ansiedad de las élites. La sociedad empieza a ver en Prigozhin algo más que un simple comandante de campo exitoso y audaz, un «señor de la guerra». La configuración que prevalecía en la élite antes de la OME permitía a cierto estrato oligárquico (a condición de lealtad personal a la autoridad suprema) seguir formando parte del sistema mundial liberal globalista. El pueblo refunfuñaba, se lamentaba y se quejaba de ello, pero mientras se reforzara la soberanía de Rusia y mientras pareciera que nada amenazaba al país, esto podía tolerarse de algún modo. Tras el inicio de la OME, esta contradicción quedó totalmente al descubierto. Rusia se ha enfrentado cara a cara en una batalla mortal con Occidente, que se ha lanzado contra nuestro país con todas sus fuerzas, y sin embargo la élite rusa ha continuado por inercia siguiendo servilmente al país del sol poniente, copiando sus normas y métodos, guardando sus ahorros en el extranjero y soñando con Courchevel y las Bahamas. Una parte de la élite ha huido y otra se ha agazapado para esperar a que todo esto termine. Y aquí ha aparecido el «factor Prigozhin», ahora en forma de una figura política que se ha convertido en el portavoz de la ira popular contra las élites oligárquicas restantes que se niegan obstinadamente a aceptar las nuevas realidades de la guerra y a actuar como lo ha hecho el propio Evgeny Prigozhin, es decir, ir al frente o, como mínimo, implicarse en la causa de la Victoria por completo y sin reservas. Si Occidente es nuestro enemigo, entonces un partidario de Occidente, un «occidental» (západniki), es un traidor y un agente directo del enemigo. Si no luchas contra Occidente, significa que estás de su lado. Esta es la simple lógica expresada por Prigozhin. En su batalla decisiva contra el enemigo exterior, las masas populares han visto el segundo acto —futuro—, es decir, la transposición de métodos similares para tratar con el enemigo interior. Esto es «justicia» en su comprensión popular, aunque vulgar.

Es obvio que tal Opríchnina no afectaría en modo alguno al pueblo mismo, porque sólo los enemigos de clase, y hoy los enemigos políticos del pueblo llano, aquellos que han acabado en el bando contra el que el pueblo lucha de todos modos, serían las víctimas de la «justicia wagneriana». Cada vez más capas de la sociedad llegan a la conclusión (aunque quizá demasiado simplista y lineal) de que son precisamente los «enemigos internos», los mismos oligarcas y occidentales que sabotean activamente la voluntad de Victoria del Comandante Supremo, los responsables de los deslices y de algunos fracasos en los frentes. Y aquí es donde entra en juego el factor «justicia». Estamos dispuestos a luchar como Wagner, a morir como Wagner, pero de ninguna manera para volver a la Rusia de antes del 24 de febrero de 2022, a las condiciones anteriores. Exigimos la purificación, la iluminación y la inspiración espiritual de la sociedad y de toda la clase dominante. Luchamos no sólo contra el enemigo, sino también por la justicia.

El comienzo de los cambios fundamentales en la sociedad rusa nos está mirando a la cara, aunque con un enorme retraso temporal. Evgeny Prigozhin personifica una de estas direcciones. Se trata, ante todo, de una guerra en la que Wagner ilustra de forma más vívida lo que es realmente la meritocracia, es decir, el poder de los más distinguidos, de los más valientes, de los que más lo merecen. Las élites de la guerra son las que mejor cumplen las tareas que se les encomiendan, y no existen otros criterios. De hecho, nuestras fuerzas armadas —al menos algunos de los componentes de asalto más importantes— necesitan claramente una reorganización al son de Wagner. Con un único criterio de evaluación: la eficacia. En las condiciones de la guerra, el viejo criterio de la lealtad combinada con aptitudes cortesanas ya no es suficiente. La lealtad está implícita en la guerra, de lo contrario la ejecución es inmediata. Pero ahora se necesita algo más: la capacidad de manejar las tareas. A cualquier precio. Incluso a costa de la vida propia y ajena. Sólo esto saca lo mejor. Y lo peor. Sólo queda poner lo mejor por encima de lo peor, y toda la causa irá hacia la Victoria.

Esto no sólo se aplica a la guerra. En la política, la economía, la gobernanza, la administración, e incluso en la educación y la cultura, se empiezan a sentir gradualmente tendencias similares. Las personas de un tipo especial son capaces de actuar y lograr resultados significativos en estados de emergencia.

Lev Gumilev llamó a tales tipos «pasionarios». En una prosa más corriente, son «gestores de crisis».

Podemos hablar de «principios de Wagner» en todos los ámbitos: los que gestionen con mayor eficacia las tareas más difíciles e irrealizables que se les planteen pasarán a primer plano. Los que no lo hagan, quedarán relegados a un segundo plano. En la terminología política de Vilfredo Pareto, esto se llama «circulación de élites». En Rusia, esto ocurre de forma extremadamente lenta y esporádica, y la mayoría de las veces no ocurre en absoluto. La guerra exige la «circulación de élites» en el orden de un ultimátum. Esto es un verdadero horror para las viejas élites que han perdido su capacidad y han quedado aisladas de su matriz en Occidente.

Evgeny Prigozhin ha señalado el vector más importante de la dirección en la que Rusia tendrá que moverse en cualquier condición y circunstancia. Por eso Occidente sueña con destruirlo y cuenta para ello con la ayuda de las viejas élites rusas, que ya no están a la altura de los retos del momento. Lo que está en juego no deja de aumentar. Está en juego la Victoria. El camino hacia la Victoria pasa únicamente por la justicia.

Fuente: Aleksandr Dugin

 

DOĞU PERINÇEK: VOTAR SÍ A LA OTAN ES VOTAR SÍ AL PKK Y A FETO

 
Doğu Perinçek: Votar sí a la OTAN es votar sí al PKK y a FETO

El Parlamento de Turquía tenía previsto debatir la ley de aprobación del ingreso de Finlandia en la OTAN el jueves 30 de marzo. La ley ya ha sido aprobada por la comisión parlamentaria de relaciones exteriores. Al final del debate, el parlamento votará la ley y, por tanto, aprobará o rechazará la adhesión de Finlandia. Antes de la votación, el presidente del partido Vatan, Doğu Perinçek, ha hecho un llamamiento a los diputados para que rechacen la aprobación. A continuación presentamos el llamamiento tal y como lo publicó y tradujo el Partido Vatan.

La expansión de la OTAN hacia el Este es una expansión hacia Turquía
«Apelo a la entidad suprema de la Gran Asamblea Nacional de Turquía:

Señor Presidente, Estimados Miembros del Parlamento,

Independientemente de si se trata de Suecia o Finlandia, la expansión de la OTAN hacia el este es la expansión de la OTAN hacia Turquía.

Es la expansión hacia el Este de la amenaza de la OTAN, y el peligro de la OTAN. Por eso tendremos una votación histórica.

Votar sí a la adhesión de Finlandia a la OTAN en esta votación es un voto de sumisión a la amenaza que se cierne sobre Turquía.

Votar sí a la OTAN en esta votación es votar sí a FETÖ.

Porque todos sabemos que en la noche del 15 al 16 de julio de 2016, Turquía se enfrentó al golpe de Estado de la OTAN. La OTAN convirtió en mártires a nuestro pueblo, a nuestros soldados y a nuestra policía.

La OTAN apoya al PKK.

La OTAN apoya a FETÖ.

La OTAN es la organización de control de Estados Unidos para miembros de la OTAN como nosotros.

Turquía sufrió esto profundamente. El 12 de marzo de 1971, Turquía fue moldeada por un golpe de Estado de la OTAN. El 12 de septiembre de 1980, de nuevo con otro golpe de la OTAN, Turquía fue puesta en el proceso de integración con los mercados mundiales donde los Estados Unidos querían. POR ESO LA OTAN ES UNA AMENAZA PARA TURQUÍA. El pueblo y la sociedad turcos ya ven a la OTAN y a Estados Unidos como enemigos.

Ustedes son diputados del veterano parlamento, no de la OTAN
Estimados diputados,

En estas condiciones, ustedes no pueden ser diputados de la OTAN.

Ustedes son diputados del Parlamento Veterano. («Veterano» se refiere al hecho de que el parlamento turco se creó durante la guerra de liberación del país, es decir, como «parlamento combatiente», UWI).

Os pedimos un voto parlamentario. De lo contrario, vuestro voto no como diputados del parlamento sino como diputados de la OTAN será condenado en la conciencia de la nación turca.

La nación turca aspira a la independencia. Aspira a vivir con la cabeza bien alta.

Aspira a unirse contra la amenaza de la OTAN.

Votar sí a la OTAN es votar sí a la amenaza que se cierne sobre Turquía.

Votar sí a la OTAN es votar sí a FETÖ.

Vota no a que Suecia y Finlandia se conviertan en miembros de la OTAN. La nación os lo exige.

Votar no a la OTAN es el voto de la nación turca.