¿QUÉ OCURRE CUANDO MORIMOS?


«Durante largas eras, una generación de Adeptos tras otra ha estudiado los misterios del ser, la vida, la muerte y el renacimiento; y todos han enseñado a su vez algunos de los aspectos así comprendidos». (HPB|«La Clave de la Teosofía»).

«Aquél que tiene las llaves sobre los secretos de la muerte, posee las llaves de la vida». (Maestro KH).

«El final del nacimiento es la muerte; el final de la muerte es el nacimiento». (Krishna|«Bhagavad Gita»).

La pregunta «¿qué pasa cuando morimos?» es una inquietud que tiene mucha gente y en particular cuando sus vidas están llegando a su final o cuando fallece un familiar o ser querido.

Evidentemente, existen muchas y diversas ideas, teorías, opiniones, creencias y enseñanzas (incluso contradictorias) sobre lo que sucede con un individuo después de la muerte física. También algunas personas con inclinaciones espirituales insisten en que nadie sabe realmente lo que ocurre y que todo lo que se dice al respecto son simples conjeturas o teorías. Nosotros discrepamos con esta opinión, porque si en verdad no hubiera ninguna certeza acerca del tema, entonces la humanidad se hallaría en un estado muy lamentable y con una ignorancia y desesperanza terribles.

Por fortuna este no es el caso, pues hay personas que conocen la Verdad y los detalles del asunto pueden encontrarse en la Doctrina Esotérica que subyace a todas las religiones del mundo. Los «Conocedores» de la raza humana son los Maestros espirituales que sirven como custodios de la Enseñanza Oculta en su integridad y total pureza. De esta manera, se permitió que el mundo conociera una porción importante de la Sabiduría Sempiterna a través del trabajo de HPB y el movimiento teosófico, siendo aquélla, representante de esa Hermandad esotérica que guía y vigila el progreso espiritual de la humanidad.

Lo que sigue es una descripción completa de lo que acontece con una persona entre las fases de muerte y renacimiento, de acuerdo con las enseñanzas de la teosofía. En un principio, algunos de estos conceptos pueden parecer bastante complejos y su comprensión cabal requerirá lectura y estudio cuidadosos. Hay quienes afirman que la verdadera enseñanza espiritual debe ser perfectamente «simple», pero esto no tiene base, pues si la ciencia natural, material y exotérica es altamente compleja y detallada, es lógico que la ciencia espiritual y esotérica deba tener iguales características, o incluso en mayor grado, porque se trata de los procesos internos sobre el funcionamiento del universo.

Los extractos siguientes fueron tomados de los escritos compuestos por HPB, William Quan Judge, Robert Crosbie, T. Subba Row y el Maestro KH, uno de los Mahatmas orientales a los que acabamos de referirnos. En la literatura teosófica, las dos obras que contienen la información más extensa y detallada sobre este tópico son «La Clave de la Teosofía» escrita por HPB y «El Océano de la Teosofía» por William Q. Judge, quien fue cofundador en el establecimiento del Movimiento y un chela o discípulo del Maestro M.

En cuanto a los libros mencionados y sus números de página, corresponden a las ediciones publicadas por Theosophy Company, las que están disponibles en la United Lodge of Theosophists, London, UK.
United Lodge of Theosophists, London, UK

En varios de estos párrafos, los siete principios en el ser humano se mencionan por su enumeración correspondiente, siendo ésta una de las enseñanzas teosóficas centrales y más importantes que dan una clave sobre el «misterio del ser humano». Podemos explicar brevemente que el 7° principio es Atman (parte divina), el 6° se llama Buddhi (parte espiritual), el 5° Manas (componente intelectual), el 4° es Kama (cuerpo pasional), el 3° Principio, Prana (fuerza vital), el 2º se denomina Linga Sharira (cuerpo astral) y el 1° Principio, Sthula Sharira (cuerpo material).

Al abordar los textos que adjuntamos, debe tenerse en cuenta que la teosofía usa el término «Ego» en su significado literal y verdadero (el «Yo» de nuestro ser, la individualidad interna o yo individual) y no en el sentido o connotación negativa en que ahora se usa dicho concepto en muchas enseñanzas espirituales de moda. Ya sea que se escriba con mayúscula o minúscula, en la terminología teosófica «ego» es un sinónimo para designar el alma humana reencarnante o el aspecto superior del 5º Principio (Manas, la Entidad Mental).

Para obtener más detalles sobre cómo las enseñanzas teosóficas referidas al proceso de la muerte y la vida futura están siendo cada vez más corroboradas en los últimos tiempos por investigaciones y descubrimientos científicos y médicos, sugerimos consultar el excelente libro «HPB: The Extraordinary Life and Influence of Helena Blavatsky» por Sylvia Cranston.

A) EL MOMENTO DE LA MUERTE
«No existe un sufrimiento mental o físico en la vida de un mortal que no sea fruto directo y consecuencia de algún pecado en una existencia anterior; por otro lado, como no conserva el más mínimo recuerdo de ello en su vida real, y siente que no merece ese castigo —y por tanto piensa que no sufre por culpa suya—, esto por sí sólo es suficiente para dar derecho al alma humana al máximo consuelo, descanso y dicha en su existencia post-mortem. La muerte siempre viene a nuestro ser espiritual como libertadora y amiga» (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 161).

«En el momento solemne de la muerte, cada persona, aún cuando la muerte es repentina, ve desfilar toda su vida pasada ante él, en sus más mínimos detalles. Por un breve instante lo personal se fusiona con el Ego individual y omnisciente, pero ese momento es suficiente para mostrarle toda la cadena de causas que funcionaron durante su existencia, y así la persona se contempla y comprende a sí misma tal cual es, sin los adornos de la adulación o el autoengaño. Lee su vida, permaneciendo como espectadora mirando hacia el escenario que ahora abandona; siente y conoce la justicia de todo el sufrimiento que lo ha sobrepasado».

«¿Esto sucede con todos? Sin ninguna excepción. Se nos enseña que los humanos muy buenos y santos contemplan no sólo la vida que están dejando, sino incluso varias encarnaciones precedentes en que se produjeron las causas que los moldearon tal como eran en la existencia que acaba de terminar, y reconocen así la Ley del Karma en toda su majestad y justicia» (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 162).

«(…) en el momento de la muerte, el individuo tiene una visión retrospectiva de la vida que ha llevado» (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 163).

«La respiración abandona el cuerpo y decimos que la persona ha fallecido, pero esto es sólo el comienzo, pues la muerte procede también en otros niveles. Cuando el cuerpo está frío y los ojos se han cerrado, todas las fuerzas físicas y mentales atraviesan velozmente el cerebro y toda la vida que acaba de terminar queda impresa indeleblemente en el ser interior mediante una serie de imágenes, no sólo en un esquema general, sino hasta en los mínimos detalles de las impresiones más diminutas y fugaces. En este momento, aunque cada indicio —y a todos los efectos y propósitos— lleva al médico a decretar la muerte, el verdadero ser humano está ocupado en el cerebro y cuando su trabajo finaliza allí, la persona entonces puede partir. Cuando termina esta solemne actividad, el cuerpo astral se separa del físico y puesto que la energía vital también cesa de fluir, los cinco principios restantes se hallarán en el plano de Kama-Loka» (WQJ, «El Océano de la Teosofía», p. 99-100).

«Ese sentimiento que es más fuerte en nosotros durante esa hora suprema, cuando, como en un sueño, los acontecimientos de una larga vida hasta el más mínimo detalle desfilan ante nuestros ojos y con el mayor orden durante unos pocos segundos [dicha visión tiene lugar cuando una persona ya está declarada muerta, pues el cerebro es el último órgano que muere]; ese sentimiento se convertirá en el modelador de nuestra felicidad o desgracia, el principio de vida de nuestra existencia futura» (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 246).

«Aunque los médicos puedan haber confirmado la muerte, y siempre que haya una chispa de calor animal en el cuerpo, el cerebro todavía piensa. Debemos retrotraernos puesto que no podemos avanzar, y así la madeja se enrolla desde el instante o advenimiento de la muerte, y uno contempla el registro de todos sus pensamientos, palabras, hechos e impresiones desde el último momento hasta los eventos de la infancia» (Robert Crosbie, «Answers to Questions on The Ocean of Theosophy», p. 168).

Sobre esta nota, el Maestro KH una vez escribió: «A menudo puede parecer que el individuo está muerto; sin embargo, desde la última pulsación, desde y entre el último latido cardíaco y el momento en que la última chispa de calor animal deja el cuerpo, el cerebro piensa y el Ego vive en esos breves segundos toda su vida nuevamente. Hablen en voz baja cuando asistan al lecho mortal y se encuentren en la solemne presencia de la Muerte; especialmente deben callarse justo después de que aquélla haya puesto su mano húmeda sobre el cuerpo. Hablen en susurros, les digo, para que no perturben el sereno proceso de pensamiento, ni obstaculicen el afanoso trabajo del pasado moldeando su reflexión sobre el velo del futuro».

B) KAMA-LOKA, LA SEGUNDA MUERTE Y EL ESTADO DE GESTACIÓN
«Cuando el individuo muere, sus tres principios inferiores lo abandonan para siempre, es decir, el cuerpo, la vida y el vehículo de esta última, el cuerpo astral o doble de la persona viva; y luego, sus cuatro principios restantes (el central o intermedio, también llamado alma animal —o Kama-rupa—, junto con lo que ésta ha asimilado del Manas inferior, sumado a la tríada superior) se encuentran en Kama-Loka. Ésta es una región astral, el limbo de la teología escolástica, el Hades de los antiguos y, estrictamente hablando, una localidad sólo en un sentido relativo. No tiene área definida ni límites, sino que existe dentro del espacio subjetivo, es decir, se encuentra más allá de nuestras percepciones sensoriales. Aún así es real, y es allí donde los eidolones astrales de todos los seres que han vivido —incluidos los animales— esperan su segunda muerte. Para los animales llega con la desintegración y el desvanecimiento completo de sus partículas astrales, mientras que para el eidolón humano comienza cuando la tríada Atma-Buddhi-Manas se 'separa' de sus principios inferiores —o el reflejo de la ex personalidad— al ingresar en el estado devachánico» (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 143-144).

Hades, dios del Inframundo, junto al Cerbero, Museo Arqueológico de Creta, Grecia

«El espíritu se encuentra 'aturdido' después de la muerte y cae muy pronto en lo que llamamos 'inconsciencia predevachánica'» (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 151).

De acuerdo con las enseñanzas orientales, el estado del difunto en Kama-Loka no es lo que los vivos reconoceríamos como 'consciente'. Es más bien el de una persona aturdida por un golpe violento y quien momentáneamente ha 'perdido sus sentidos'. Por lo tanto, en Kama-Loka y por regla general (aparte de la vida indirecta y conciencia estimuladas a través del contacto con médiums) no reconoce a amigos o parientes (…).

«Nos encontramos con aquéllos que amamos sólo en Devachan, ese mundo subjetivo de dicha perfecta, el estado que sigue a Kama-Loka después de la separación de los principios (…). Pero el proceso donde se despoja de los cuerpos inferiores —el cuarto y parte del quinto— es inconsciente en todos los seres humanos normales. Sólo en casos muy excepcionales existe un ligero retorno a la conciencia en Kama-Loka, y este es el caso de las personalidades muy materialistas y antiespirituales, quienes, desprovistas de las condiciones requeridas, no pueden acceder al estado de descanso y bienaventuranza absolutos» (HPB, «Some Old Questions Answered»).

«En orden cronológico entramos en Kama-Loka —o plano del deseo— primero con la desaparición del cuerpo, y luego los principios superiores (el ser humano real) caen en el estado de Devachan. Después de tratar el tema de Kama-Loka, será más fácil estudiar la cuestión de Devachan (…). Kama-Loka es la región astral que penetra y rodea la Tierra (…). Se denomina 'plano del deseo' porque está relacionado con el cuarto principio, y en él la fuerza dominante es el impulso desprovisto y divorciado de la inteligencia, constituyendo así una esfera astral intermedia entre la vida terrenal y celestial. Fuera de toda duda, es el origen de la teoría cristiana del 'purgatorio' donde el alma sufre penitencia por el mal realizado y de la cual puede ser liberada mediante la oración y otras ceremonias u ofrendas. El hecho subyacente a esta superstición es que el alma puede estancarse en Kama-Loka por la enorme fuerza de un deseo insatisfecho, y no puede deshacerse de la vestimenta astral y kámica hasta que ese anhelo sea satisfecho por alguien en la Tierra o por el alma misma, pero si la persona era de mente pura y de altas aspiraciones, la separación de los principios en ese plano se completa pronto, permitiendo que la tríada superior entre en Devachan. Siendo un ámbito puramente astral, forma parte de la esencia de la materia astral que es principalmente terrenal y diabólica, y en ella todas las fuerzas trabajan sin ser dirigidas por el alma o la conciencia. Es el montón de cenizas en el gran horno de la vida, por así decirlo, donde la Naturaleza otorga los instrumentos para eliminar componentes que no tienen cabida en Devachan, y por esa razón consta de muchas gradaciones, cada una de las cuales fue mencionada por los antiguos. En sánscrito, estos grados son conocidos como 'lokas' o 'lugares' en un sentido metafísico. Ya que la vida humana es muy variada en cuanto a carácter y otras potencialidades, para cada uno de ellos se proporciona el lugar apropiado después de la muerte, lo que hace de Kama-Loka una esfera infinitamente variada» (WQJ, «El Océano de la Teosofía», p. 99, 100-101).

«Después de la muerte física, cuando la entidad pasa a Kama-Loka, la verdadera lucha se limita únicamente al quinto principio, es decir, al asiento de la conciencia junto con las afinidades generadas en él durante su encarnación terrenal. Por lo tanto, en Kama-Loka el cuarto principio de Kama-Rupa —el Upadhi o sede de todos los deseos y pasiones terrenales— arrastra hacia sí las afinidades del quinto principio que son de naturaleza material, mientras que las aspiraciones superiores se ven atraídas hacia los principios sexto y séptimo (…). La lucha en Kama-Loka varía según la naturaleza de sus afinidades, y hasta que la conciencia esté vinculada a las superiores, está completamente separada del 'caparazón astral' y preparada para entrar en Devachan. Si una persona es altamente espiritual, su Kama-Loka es de muy corta duración, ya que la conciencia se asimila rápidamente a los principios superiores y entra a Devachan. Se verá así que, en cualquier caso, las relaciones con las entidades de Kama-Loka son perjudiciales para el progreso de esos seres y también dañinas para las personas que se dedican a establecer tal vínculo. Esta interrupción es igual de mala e incluso mucho peor que la perturbación en la cámara mortuoria en este plano físico (…). Cuando la lucha entre las afinidades humanas inferiores y las aspiraciones más altas termina en Kama-Loka, la muerte astral tiene lugar en esa esfera igual que la muerte física en esta tierra, y así el impacto de la muerte nuevamente lleva a la entidad a un estado de inconsciencia antes de su paso a Devachan» (T. Subba Row, «Thoughts On Kama-Loka»).

«Sin embargo, la duración de esta 'transferencia' [desde Kama Loka a Devachan] depende del grado de espiritualidad en la ex-personalidad del Ego desencarnado. Para aquéllos cuyas vidas fueron muy espirituales, esta transferencia es muy rápida, aunque gradual, pero el tiempo se hace más largo con los inclinados al materialismo» (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 173).

«Los tres principios superiores, agrupados en uno, se funden en el estado de Devachan, en cuyo estado permanecerá el Ego Superior hasta que llegue la hora de una nueva reencarnación, y el eidolón de la ex-personalidad se queda solo en su nueva morada. Aquí, la copia pálida de la persona que fue vegeta por cierto periodo cuya duración es variable y acorde con el elemento de materialidad que queda en ella, y que está determinado por la vida pasada del difunto. Desposeído como está de su mente superior, espíritu y sentidos físicos, si se le deja a sus propios dispositivos inconscientes, se desintegrará gradualmente, pero si se ve atraído por la fuerza a la esfera terrestre ya sea por los apasionados deseos y apelaciones de amigos sobrevivientes o por prácticas nigrománticas regulares —siendo la mediumnidad la más perjudicial—, el 'fantasma' puede prevalecer durante un período que excede en gran medida el lapso de la vida natural de su cuerpo» (HPB, «Glosario Teosófico», entrada para «Kamarupa»).

«Después de un cierto tiempo en Kama-Loka el ser cae en una fase de inconsciencia que precede al cambio hacia el siguiente estado. Es como el nacimiento a la vida, preludiado por un término de oscuridad y sueño profundo, para luego despertar a las alegrías de Devachan» (WQJ, «El Océano de la Teosofía», p. 108).

«Hemos designado esto como 'período de gestación', y dura desde unos días a varios años, de acuerdo con la evidencia de los Adeptos. [El estado de Devachan] perdura tanto como los méritos del antiguo Ego dan derecho al ser para cosechar el fruto de su recompensa en el nuevo 'Ego-barco' regenerado. Esto ocurre al término del período de gestación, y entonces el nuevo Ego espiritual renace del anterior, como el legendario Fénix de sus cenizas. La localidad que habita el primero es llamada por los budistas esotéricos del norte como 'Deva-chan'» (HPB, «Seeming Discrepances»).

«El período de gestación ya finalizó, ha tenido su victoria y renació como una nueva entidad del antiguo ego, y antes de que se vuelva a introducir en una nueva personalidad, cosechará los efectos de las causas sembradas en su nacimiento precedente en uno de los estados devachánico o avitchiano, según sea el caso, aunque estos últimos se encuentran muy separados. Avas’yam eva bhoktavyam kritam karma Shubhashubam [el fruto del árbol de la acción, ya sea bueno o malo, debe ser engullido inevitablemente]» («Reply II: Dream Life», Theosophical Articles and Notes, p. 24).

C) DIFERENTES EXPERIENCIAS PARA LAS VÍCTIMAS DE MUERTE NO NATURAL
«La víctima de muerte accidental, ya sea buena o mala, no es responsable por su deceso. Incluso si éste se debió a alguna acción suya en una vida anterior o en un nacimiento precedente, fue, en resumen, el funcionamiento de la ley de retribución, y aún así no constituyó resultado directo de un acto cometido deliberadamente por el Ego personal en esa vida durante la cual ocurrió la muerte. Si se le hubiera permitido vivir más tiempo, podría haber expiado su antecedente de forma aún más eficaz, e incluso ahora que al Ego se le hizo cancelar la deuda de su creador (el Ego personal), se halla libre de los golpes de la justicia retributiva. Los Dhyan-chohans, que no tienen parte en la guía del Ego humano vivo, protegen a la desdichada víctima cuando es expulsada violentamente de su elemento hacia uno nuevo antes de que madure, se ajuste y prepare para ese nuevo lugar. Te contamos lo que sabemos, porque se nos hace aprenderlo a través de la experiencia personal» (Maestro KH, «Kama Loka–Suicides–Accidental Deaths», Theosophical Articles and Notes, p. 239).


«(…) los suicidas y aquéllos muertos por accidente. Ambos tipos pueden comunicarse, y ambos tienen que pagar caro esas visitas. Me explico: esta clase es la que los espiritistas franceses llaman 'les esprits souffrants'. Son una excepción a la regla, ya que tienen que permanecer dentro de la atracción terrestre y en su atmósfera Kama-Loka hasta el último momento de lo que habría sido la duración natural de sus vidas; en otras palabras, esa ola particular de evolución vital debe fluir hacia su orilla. Pero es un pecado y una crueldad revivir su memoria e intensificar su sufrimiento al darles la oportunidad de experimentar una vida artificial y sobrecargando su Karma, tentándolos a cruzar puertas abiertas, verbigracia, por médiums y sensitivos, ya que tendrán que pagar por cada placer semejante. Los suicidas, quienes tontamente tienen la esperanza de escapar de la vida, se encuentran todavía vivos y hay suficiente sufrimiento reservado para ellos desde esa misma existencia, pues su castigo está en la intensidad de esta última. Después de haber perdido por ese acto imprudente sus principios 7° y 6° (aunque no para siempre, ya que pueden recuperar ambos), en lugar de aceptar su castigo y tomar oportunidades de redención, a menudo se les hace arrepentirse de la vida y son tentados a recobrar un vínculo por medios pecaminosos. En el Kama-Loka, la tierra de los deseos intensos, los suicidas pueden gratificar sus anhelos terrenales solo a través de un canal vivo; y al hacerlo cuando expira el término natural, generalmente pierden su mónada para siempre.

»En cuanto a las víctimas de accidentes, estos precios son aún más caros. Su destino es muy sombrío, a menos que fueran tan buenos y puros como para ser atraídos de inmediato hacia el Samadhi akáshico, es decir, un estado de sueño tranquilo y lleno de visiones color rosa, durante el cual no recuerdan el accidente, sino que se mueven y viven entre sus amigos y escenas familiares hasta que finaliza el plazo de su vida natural, cuando se encuentran a sí mismos nacidos en Devachan. Habrán tonos infelices, pecaminosos o sensuales que vagan alrededor (no como 'cascarones', porque la conexión con sus dos principios superiores no está del todo rota) hasta que llega su hora de muerte. Removidos del pleno apogeo de las pasiones terrenales que los atan a escenas familiares, se sienten atraídos por las oportunidades que les ofrecen los médiums para gratificarlos permanentemente. Ellos son los pisachas, los íncubos y súcubos de los tiempos medievales; los demonios de la sed, la gula, la lujuria y la avaricia; elementales de artimañas, maldad y crueldad intensificadas, ¡que llevan a sus víctimas a cometer horribles crímenes y deleitándose en ello! No sólo arruinan a sus víctimas, sino que estos vampiros psíquicos, arrastrados por el torrente de sus impulsos infernales, finalmente y al cierre de su período natural de vida, son llevados fuera del aura planetaria a regiones donde por mucho tiempo soportan un sufrimiento exquisito y terminan con su destrucción completa» (Maestro KH, «The Worship of the Dead (Some of the Evil Consequences of Mediumship)», Theosophical Articles and Notes, p. 236-237).

Representación artística de un íncubo: La pesadilla, de Johann Heinrich Füssli

Íncubo (1870)

Talla de súcubo alado en el exterior de una antigua taberna inglesa, lo que sugiere que dentro pudiera haber un burdel.

Lilith tentando a Eva para tomar la fruta prohibida. Iluminación del siglo XV

«El suicidio (…) es el peor de los crímenes y terrible en sus resultados (…) la muerte voluntaria sería un abandono de nuestra misión presente y de los deberes que nos incumbían, así como un intento de eludir las responsabilidades kármicas y, por lo tanto, implicaría la creación de un nuevo karma». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 227-228).

«La regla es que una persona que fallece por muerte natural permanecerá desde unas pocas horas hasta varios años dentro de la atracción de la Tierra —el Kama-Loka—, pero las excepciones son los suicidas y quienes sufren una muerte violenta en general. Supongamos que uno de esos Egos que estaba destinado a vivir 80 o 90 años y que se suicidó o murió a causa de algún accidente a la edad de 20, tendría que pasar por Kama-Loka no por poco tiempo, sino los 60 o 70 años restantes como elemental o más bien un vagabundo terrenal, ya que desafortunadamente no es ni siquiera un cascarón. ¡En comparación, felices, tres veces felices son esas entidades incorpóreas que duermen su largo sueño y viven en el seno del Espacio! Y desgraciados de aquéllos cuya trishna puede atraerlos a los médiums, e infelices de los últimos que los tientan con tan fácil upadana, porque al captarlos y satisfacer su sed de vida, el médium ayuda a desarrollar en ellos (y de hecho es su causa) un nuevo conjunto de skandhas, un cuerpo nuevo con tendencias y pasiones mucho peores que las que perdieron. Todo el futuro de este nuevo cuerpo estará determinado así, no sólo por el Karma de demérito del conjunto o grupo anterior, sino también por aquél del nuevo compuesto del futuro ser. Si los médiums y espiritistas supieran, como dije, que con cada nuevo ángel guía que dan la bienvenida con éxtasis, atraen a este último a un upadana que será fuente de males incalculables para el Ego que renacerá bajo su nefasta sombra; que con cada sesión espiritista, especialmente la materialización, multiplican las causas de miseria y que harán que el desafortunado Ego fracase en su nacimiento espiritual, o renazca en una existencia peor que nunca; si supieran todo esto, quizás serían menos arrebatados en su hospitalidad. Y ahora pueden entender por qué nos oponemos tan fuertemente al espiritismo y la mediumnidad». (Maestro KH, «The Worship of the Dead (Some of the Evil Consequences of Mediumship)», Theosophical Articles and Notes, p. 237-238).

En el budismo se habla de «upadana», esto es algo que se traduce a veces como «apegarse», «adherirse» o «aferrarse», en realidad quizás habría que conglomerar los tres términos y hacer uno nuevo, ya que este término tiene muchos matices.  

«La mayoría de los comulgantes espirituales de los médiums son suicidas y víctimas de fallecimiento accidental, porque no siempre hay muerte cuando el cuerpo deja de funcionar; y a menos que la muerte coincida con el final de la vida útil, que está determinado en el momento del nacimiento, una persona seguirá vinculada a la Tierra hasta el final de su existencia». (Robert Crobie, «The Friendly Philosopher», p. 258).

«En el estado de Kama-Loka, los suicidas y quienes repentinamente son privados de vida por accidente o asesinato (sea ilegal o pena de muerte) pasan un término casi igual a la duración que habría tenido su vida excepto por el término repentino. Estos no están realmente fallecidos, pues para provocar una muerte normal debe estar presente un factor no reconocido por la ciencia médica. Es decir, los principios del ser como se describen en otros capítulos tienen su propio término de cohesión, en cuyo extremo natural se separan unos de otros bajo sus propias leyes (…). Antes de ese fin natural, los principios no pueden separarse, y obviamente la destrucción normal de la fuerza cohesiva no puede ser provocada por procesos mecánicos, excepto en lo que atañe al cuerpo físico. Por lo tanto, un suicida, un occiso por accidente o alguien asesinado veleidosamente o por pena capital, no ha llegado al fin natural de la cohesión entre los otros constituyentes y se ve empujado a la fase de Kama-Loka estando sólo parcialmente muerto. Allí los principios restantes tienen que esperar hasta que se alcance el término de la vida natural real, ya sea un mes o sesenta años.

»No obstante, los grados de Kama-Loka toman en cuenta las muchas variedades de los caparazones recién mencionados. Algunos pasan el período con gran sufrimiento, otros en una clase de sueño reparador, cada uno de acuerdo con la responsabilidad moral; pero en general los criminales ejecutados son privados de la vida llenos de odio y venganza, sufriendo un castigo bajo el cual no admiten su justicia, pues siempre están perpetuando en Kama-Loka su crimen, juicio, ejecución y plan de venganza. Y cada vez que puedan obtener contacto con una persona sensible viva, sea o no médium, intentan inyectar pensamientos de asesinato y otros delitos en el cerebro de tal desafortunado, y que tienen éxito en esos intentos, es un hecho que conocen muy bien los estudiantes más profundos de Teosofía». (WQJ, «El Océano de la Teosofía», págs. 107-108).

D) DEVACHAN: SU NATURALEZA, PROPÓSITO Y EXPERIENCIAS
«¿Pero qué es Devachan? Literalmente, la tierra de los dioses; una condición o estado de dicha mental análoga en términos filosóficos al sueño más vívido, pero mucho más real, y es el estado después de la muerte para la mayoría de los mortales». (HPB, «La Clave de la Teosofía», página 100).

«Devachan es la continuación idealizada de la vida terrestre que acabamos de dejar». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 133).

«Por así decirlo, el Ego está ligado a la memoria de su última encarnación; por tanto, si usted piensa en lo que he dicho y vincula todos los hechos, se dará cuenta de que el estado devachánico no es de omnisciencia, sino la continuación trascendental de la vida personal que acaba de terminar. Es el descanso del alma por los trabajos de la vida». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 156).

«Si nuestros fisiólogos encuentran la causa de los sueños y las visiones en una preparación inconsciente para ellos durante las horas de vigilia, ¿por qué no puede admitirse lo mismo para los sueños post-mortem? Lo repito: morir es dormir. Después del fallecimiento, y ante los ojos espirituales del alma, comienza una actuación de acuerdo con un programa aprendido y muy a menudo compuesto inconscientemente por nosotros mismos: la realización práctica de las creencias correctas o de las ilusiones que creamos. El metodista será metodista y el musulmán como tal, al menos durante un tiempo, en un perfecto paraíso de locos producido por cada individuo. Estos son los frutos post-mortem del árbol de la vida». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 165).

«Nosotros mismos creamos Devachan, como también nuestro Avitchi (infierno) mientras nos encontramos en la Tierra, y principalmente durante los últimos días y momentos de nuestras vidas intelectuales y sensibles». (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 246).

«¿Qué va a Devachan? ¿Qué es lo que reencarna? Ciertamente es el Ego, el Manas, la porción superior de la mente humana (...). Es la reencarnación de Manas que ingresa en esa fase». (HPB, «The Secret Doctrine Dialogues», pág. 621).

«Interlocutor: ¿Qué es Devachan: un estado, un lugar o ambos?
HPB: Un estado. No es un lugar más físico que aquellos en los que los sueños que usted pueda tener se desarrollan...

»Interlocutor: ¿Tiene algún Loka correspondiente?
HPB: No, no lo tiene (...). Es un estado, no un lugar físico (…). Es un sueño, el más vívido, tan vívido que incluso en esta vida hay sueños de los que a veces usted despierta y no está seguro de si era realidad o no. Imagínese un sueño tan real como la vida». («The. Secret Doctrine Dialogues», p. 589).

«Sostenemos que existe un estado post-mortem o condición mental, tal como nos encontramos durante un sueño vívido». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 138).

«Llegan a Devachan los que no se han deslizado al fango del pecado irredimible y la bestialidad, aunque más adelante tendrán que pagar por sus pecados, voluntaria o involuntariamente. Mientras tanto, son recompensados y reciben los efectos de las causas producidas por ellos». (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 245).

«No hay poder transformador en la muerte; tal como un árbol cae, así debe permanecer, y es durante la vida que debemos reconocer y despertar nuestra verdadera naturaleza. La muerte no abre ninguna puerta al conocimiento». (Robert Crosbie, «The Friendly Philosopher», p. 255).


«Cada Ego que renace en Devachan después del período inconsciente de gestación, es por necesidad tan inocente y puro como un bebé recién nacido. El hecho de que haya renacido muestra la preponderancia del bien sobre el mal en su antigua personalidad, y mientras el Karma (malo) se hace a un lado por el momento para seguirlo en su futura reencarnación terrestre, el Ego lleva consigo sólo el Karma de sus buenas acciones, palabras y pensamientos en este Devachan». (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 244-245).

«La existencia física acumula su intensidad desde la infancia hasta el periodo de mayor actividad, y su energía decreciente hasta la muerte y la decadencia; por tanto, la vida devachánica de ensueño se vive de manera análoga». (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 242).

«Como en la vida real terrestre, también para el Ego en Devachan existe el primer revoloteo de vida psíquica, el logro de la mejor condición, el agotamiento gradual de la fuerza que pasa a la semiconsciencia y el letargo, el olvido total y no la muerte, sino el nacimiento en otra personalidad y el restablecimiento de la acción que engendra diariamente nuevos grupos de causas que deben resolverse en otro término de Devachan y aún otro nacimiento físico bajo una nueva personalidad. El carácter que tuvieron las vidas en Devachan y la Tierra en cada caso está determinado por el Karma». (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 243).

«Por supuesto, es un estado —por así decirlo— de intenso egoísmo, durante el cual un Ego cosecha la recompensa por su generosidad en la Tierra. Está completamente absorto en la dicha de todos sus afectos, preferencias y pensamientos terrenales, y se reúne con el fruto de sus acciones meritorias. Ninguna aflicción, ni siquiera la sombra de un dolor llega a oscurecer el horizonte luminoso de su felicidad pura, porque es un estado de ilusión perpetuo (…). El Ego feliz es incapaz de ver a través del velo de males, penas y desgracias a los que puedan estar sujetos aquéllos que amaba en la Tierra. Vive en ese dulce sueño con sus seres queridos, ya sea que hayan partido antes o permanezcan aún en el ámbito material; los tiene cerca de sí, tan felices, dichosos e inocentes como el propio soñador incorpóreo; y sin embargo, aparte de las visiones raras, los habitantes de nuestro planeta denso no lo perciben». (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 245).

«Existen grandes variaciones en los estados devachánicos (…) tantas variedades de felicidad como hay en la Tierra. Es un paraíso ideal, y en cada caso, fruto de la propia creación del Ego, y por él lleno de paisajes, poblado de incidentes y atestado de las personas que esperaría encontrar en tal esfera de felicidad compensatoria». (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 245-246).

«A veces la gente se pregunta: ¿qué hay de los que hemos dejado atrás; los vemos allí? No los vemos ahí de hecho, pero nos hacemos sus imágenes tan completas y objetivas como en vida, y desprovistas de todo lo que entonces pensábamos que eran defectos. Vivimos con ellos y los vemos crecer y ser buenos en vez de mezquinos o malos. La madre que ha dejado atrás a un hijo alcohólico lo encuentra ante sí en Devachan como un hombre bueno y sobrio, y de la misma manera en todos los casos posibles, padres, hijos, esposos y esposas tienen allí a sus seres queridos perfectos y llenos de conocimiento, todo lo cual es para beneficio del alma. Si lo desea, puede llamarlo espejismo, pero la ilusión es necesaria para la felicidad tal como lo es a menudo en la vida, y como es la mente la que crea esa ilusión, no es un engaño». (WQJ, «El Océano de la Teosofía», pág. 115).

«(…). Las alegrías mentales de Devachan, donde cada persona tiene su paraíso alrededor, erigido por su conciencia». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 99).

«Por lo tanto, cuando afirmamos que la personalidad muere con el cuerpo, no establecemos todo. El cuerpo, que era sólo el símbolo objetivo del Sr. A. o la Sra. B., se desvanece con todos los skandhas materiales, que son sus expresiones visibles; pero todo lo que durante la vida constituyó el paquete espiritual de experiencias, las aspiraciones más nobles, los afectos eternos y la naturaleza desinteresada del Sr. A. o la Sra. B., se aferran al EGO en el período devachánico y se identifican con la porción espiritual de esa Entidad terrestre, ahora desaparecida de nuestra vista. El ACTOR está tan imbuido del papel que acaba de interpretar, que sueña con él durante toda la noche devachánica, en la cual la visión continúa hasta que suena la hora de que regrese al escenario de la vida para representar otro acto». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 185).

«Durante cada período devachánico, el Ego, omnisciente como es per se, se reviste con el reflejo de la personalidad que era. Anteriormente dije que la eflorescencia ideal de todas las cualidades o atributos abstractos y eternos —como el amor y la misericordia, el amor al bien, lo verdadero y hermoso que alguna vez habló en el corazón de la personalidad viva— se adhiere al Ego luego de la muerte, y así lo siguió a Devachan. Entonces, momentáneamente el Ego se convierte en el reflejo ideal del ser humano que fue cuando estuvo en la Tierra por última vez». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 147-148).

«La Individualidad consciente de los desencarnados no puede materializarse, ni puede regresar de su propia esfera devachánica mental al plano de la objetividad terrestre». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 28).
«Tal retorno a la Tierra [como aseguran los espiritistas] sería incompatible con cualquier estado de bienaventuranza pura después de la muerte, como estoy preparada para demostrarlo. Decimos que los humanos sufren tanta miseria inmerecida durante su vida, por culpa de otros con quienes está asociado o por su entorno, que seguramente tiene derecho a perfectos descanso y tranquilidad, si no la dicha, antes de retomar la carga de la vida». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 34-35).

«Afirmamos que esa individualidad que durante todo el período devachánico está impregnada con los sentimientos más nobles sostenidos por su personalidad reciente ahora está tan completamente separada del valle de lágrimas que su dicha futura consiste en esa bendita ignorancia de todos los males que dejó atrás. Sostenemos que la dicha del devachanee* consiste en su completa convicción de que nunca abandonó la Tierra y que no existe la muerte en absoluto; que la conciencia espiritual post-mortem de la madre le hará figurar que vive rodeada de sus hijos y de todos aquéllos a quienes amaba; que no faltará ningún espacio, ningún vínculo, para hacer que su estado incorpóreo sea la felicidad más perfecta y absoluta». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 146).

* Del inglés «Devachanee» («residente en Devachan»), adaptación en español como en «Nirvani» (N. del T.).

«En cuanto al mortal común, su dicha en él es completa. Es un olvido absoluto de todo lo que le causó dolor o tristeza en la encarnación pasada, e incluso el olvido absoluto de aspectos penosos. El devachanee vive su ciclo intermedio entre dos encarnaciones rodeado de todo a lo que aspiró en vano, y en compañía de todos los que amaba en la Tierra; ha alcanzado el cumplimiento de todos sus anhelos del alma y así vive durante largos siglos una existencia de felicidad pura, que es la recompensa por sus sufrimientos en la vida material. En resumen, se baña en un mar de felicidad ininterrumpida atravesada sólo por eventos de felicidad en mayores grados». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 148).

«Después del gran cambio conocido como segunda muerte, se interrumpe toda conexión con la Tierra. Una persona viva y de mente pura por su aspiración y amor puede ascender a un lugar celestial y allí parece hablar, sentir y estar con aquéllos a quienes amaba, pero esa experiencia no molesta a quienes se hallan en ese ámbito. La misma esencia del estado espiritual excluiría toda perturbación, aunque podemos obtener los tipos de sentimientos que existen en esa condición». (Robert Crosbie, «The Friendly Philosopher», p. 257).

«Decimos que en tales casos no son los espíritus de los muertos que descienden a la Tierra, sino los espíritus de los vivos que ascienden a las almas espirituales puras. En verdad, no hay ningún ascenso ni descenso, sino un cambio de estado o condición para el médium. El cuerpo de este último queda paralizado o en trance, su Ego espiritual se libera de las trabas y se encuentra en el mismo plano de conciencia con los espíritus desencarnados». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 30).

«Sin embargo, aunque difícilmente exista un ser humano cuyo Ego no mantenga relaciones libres con aquéllos a quienes amó y perdió, durante el descanso de su cuerpo físico (y a causa de la positividad y la falta de receptividad de su envoltura física y cerebro) no permanece ningún recuerdo o remembranza muy tenues similares a un sueño en la memoria de la persona que una vez estuvo despierta». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 30).

«Pregunta: Entonces, si pudiéramos elevarnos al estado devachánico, ¿podríamos estar ciertamente con aquellos seres queridos que se han ido? Respuesta: En ese caso, deberíamos encontrarnos en el mismo nivel de vibración con ellos, e indudablemente, experimentaremos parte de su dicha, ya que sus felices sueños nos incluirían y la fuerza del vínculo amoroso no puede ser limitada. También ocurre algo similar en nuestro viaje nocturno hacia el sueño profundo, en el plano correspondiente a su devachan, cuyo recuerdo regresa en los sueños». (Robert Crosbie, «Answers to Questions on The Ocean of Theosophy», p. 172).

«Tomemos como ejemplo a un hijo que pierde a su amado padre. En sus sueños puede verlo y conversar con él, y por el momento que dura se siente tan feliz e inconsciente de su muerte como si el padre nunca hubiera partido de este mundo, pero al despertar, considerará con tristeza que fue una ilusión simple y efímera. ¿Tiene razón al respecto? El ocultista dice que está equivocado, pues simplemente ignora que su espíritu es de la misma esencia y naturaleza que el de su padre, como todos los espíritus, y que en este caso la propiedad inherente de atracción y asimilación mutuas está fortalecida por el amor paternal y filial de sus Egos personales y que, de hecho, nunca se separaron el uno del otro, ya que la muerte es impotente para romper la asociación psíquica en esa condición devachánica, donde un amor espiritual puro une a ambos (…). Por lo tanto, es más apropiado llamar a la ignorancia del hijo durante sus horas de vigilia como sueño e ilusión, que caracterizar así al intercambio real. ¿Y por qué ha sucedido? Un espiritista diría: el espíritu del padre descendió a la Tierra para mantener la comunión con el espíritu de su hijo, durante las tranquilas horas de sueño. El ocultista responde: No es así; ni el espíritu del padre descendió, y la tríada del hijo tampoco ascendió (estricta y correctamente hablando). El centro de la actividad devachánica no puede ser localizado (…) la tríada humana superior, atraída por su afinidad a las triadas que amaba más, con Manas en su aspecto más elevado de ayuda para la autoconciencia, está siempre asociada con él y disfruta de la presencia de todos sus seres queridos, tanto en la muerte como lo fue en vida. La relación es real y genuina». Devachan: Reply I: The Real and the Unreal», Theosophical Articles and Notes, p. 22-23).

«Estamos con aquéllos a quienes hemos perdido en forma material, y mucho más cerca de ellos ahora que cuando estaban vivos. Y no es sólo en la fantasía del devachani, como algunos pueden imaginar, sino que sucede en realidad porque el amor divino y puro no es simplemente la flor de un corazón humano, sino que tiene sus raíces en la eternidad. El amor espiritual y santo es inmortal, y el karma reúne tarde o temprano a todos aquéllos que se amaron con tal afecto espiritual para encarnar una vez más en el mismo grupo familiar. Nuevamente decimos que el amor que va más allá de la tumba, tiene una potencia mágica y divina que reacciona sobre los vivos. En el caso del Ego de una madre lleno de amor por los hijos imaginarios que tiene cerca, viviendo una felicidad tan real como cuando estuvo en la Tierra, esa devoción siempre será percibida por los niños encarnados. Se manifestará en sus sueños, y providencialmente en la vigilia, ya que el amor es un escudo fuerte y no está limitado por espacio o tiempo. Como con esta madre devachánica, así sucede con el resto de las relaciones humanas y los apegos, salvo lo puramente egoísta o material. La analogía le sugerirá el resto». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 150).

«Los estados después de la muerte son simplemente los efectos de la vida experimentada por última vez. Avanzamos desde el lugar de nuestro esfuerzo para cosechar lo que hemos sembrado, primero desechando el mal y luego vivenciando la más alta y mejor de todas nuestras aspiraciones. En todas estas etapas, cada ser se da cuenta de que es la misma persona; nunca entra por un instante en su percepción o consciencia la idea de que el individuo es diferente del que estuvo en la Tierra, ni sabe en absoluto que la muerte ha ocurrido. En su nivel más elevado, tiene ante sí a todos aquéllos a quienes amaba, y precisamente en la condición que desearía tener para ellos. Dicha persona tiene su bienaventuranza, porque el equilibrio entre causa y efecto, incluso por sus sufrimientos terrenales, es golpe directo y verdadero para el espíritu. Todos esos estados se hallan en nuestro fuero interno, no en el exterior; en esas fases nos encontramos todo el tiempo con nosotros mismos, primero como creemos que somos y finalmente como realmente somos». (Robert Crosbie, «The Friendly Philosopher», p. 257).

«Sr. B. Keightley: —En cualquier caso, los tres principios superiores tienen algún tipo de vehículo o base. ¿Dónde está el vehículo de esos principios durante el período devachánico?

»HPB: —Vehículo es la conciencia de eso y nada más. Es el Manas.

»Interlocutor: —¿No hay forma bajo la cual se identifique a esta Mónada?

»HPB: —No hay ninguna manera. Tiene una forma en vuestra propia conciencia, y todo lo demás que ve son formas creadas por ella (…). Durante el período devachánico y si se puede decir de esta manera, la personalidad se fusiona momentáneamente en la individualidad (…) la individualidad desempeña el papel de esa personalidad que él o ella fue durante el período de vida, y éste es el vehículo, la base sobre la cual van y actúan todas las experiencias devachánicas y los pensamientos de bienaventuranza». («The Secret Doctrine Dialogues», p. 590-591).

«Rupadhatu es el mundo celestial de la forma, o lo que llamamos Devachan (...) la Filosofía Esotérica enseña —aunque temporalmente para los Egos— que todo o todos conservan su forma (como en un sueño); sin embargo, como Rupadhatu es una región puramente mental y un estado, los Egos en sí mismos no tienen forma fuera de su propia conciencia. El esoterismo divide esta región en siete Dhyanas, regiones, o niveles de contemplación que no son localidades, sino representaciones mentales de éstas». (HPB, «Glosario Teosófico», entrada para «Triloka»).

La palabra Triloka proviene del sánscrito Tres mundos, tres esferas, tres planos de existencia, tres reinos y tres regiones. Estos tres mundos se identifican en el hinduismo y aparecen en los primeros textos budistas. Estos se conocen como Kamaloka (reino del deseo), Rupaloka (reino de la forma) y Arupaloka (reino de lo inmaterial). 

«Dos almas simpáticas elaborarán cada una sus propias sensaciones devachánicas, haciendo que la otra participe de su dicha subjetiva, pero cada una está disociada de la otra en lo que respecta al intercambio mutuo real; pues ¿qué compañerismo podría haber entre dos entidades subjetivas que ni siquiera son tan materiales como ese cuerpo Etéreo, el Mayavi-rupa»? (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 243).

«El sueño de Devachan persiste hasta que el karma se extinga en esa dirección, cuando la onda de fuerza alcanza el borde de su cuenca cíclica y el ser se traslada hacia la siguiente área de causas». (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 242).

«La estancia en Devachan es proporcional a los impulsos psíquicos no agotados que se originan en la vida terrestre. Aquéllos cuyas atracciones eran preponderantemente materiales, pronto se verán atraídos hacia el renacimiento por la fuerza de tanha». (Maestro KH, «Notes on Devachan», Theosophical Articles and Notes, p. 243-244).

«Tanha es sed de vida. Por lo tanto, quien en su existencia no ha originado muchos impulsos psíquicos tendrá poca base o fuerza en su naturaleza esencial para mantener sus principios superiores en devachan; especialmente, lo que tendrá son los impulsos originados en la infancia antes de que comenzara a fijar sus pensamientos en el sendero materialista (…). Y este tipo de pensador materialista puede emerger de devachan en dirección a otro cuerpo físico en un mes, teniendo en cuenta las fuerzas psíquicas no agotadas que se crearon en la vida temprana, pero como cada una de esas personas varía en cuanto a clase, intensidad y cantidad de pensamiento e impulso psíquico, cada una puede variar también con respecto al periodo de permanencia en devachan». (WQJ, «El Océano de la Teosofía», p. 113).

«¿Cuánto tiempo permanece el Ego encarnante en el estado devachánico? Esto, se nos enseña, depende del grado de espiritualidad y el mérito o demérito de la última encarnación». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 145).

«Debe tenerse en cuenta que para cada ego la duración varía respecto de su permanencia en las fases post-mortem. No se reencarnan en el mismo intervalo, sino que salen de ese estado después de la muerte a ritmos diferentes». (WQJ, «El Océano de la Teosofía», p. 77).

«Se sabe que muchas personas emergen del estado devachánico muy pronto. Son aquéllos que tienen muy poca aspiración en dicho estado, o que se complacen en actuar más que en pensar, y por tanto aportan muy poca base para permanecer en semejante estado». (WQJ, «Forum Answers» p. 57).

«Interlocutor: ¿Cuál es el impulso que determina que el devachani encarne?
HPB: Es el karma quien lo hace encarnar. Fue el karma quién colocó al individuo en el estado de felicidad devachánica si lo merece; y cuando eso termina, karma lo toma en vilo para situarle en un nuevo cuerpo.
Interlocutor: Entonces, en Devachan, ¿karma no funciona, o no tiene una operación activa y sólo una operación refleja?
HPB: Simplemente envía a una persona a Devachan y se detiene en el umbral». («The Secret Doctrine Dialogues», p. 598-599, 581).

E) EL ESTADO DESPUÉS DE LA MUERTE PARA LOS ATEOS Y MATERIALISTAS
«El karma actúa incesantemente: cosechamos en nuestra vida posterior únicamente el fruto de lo que hemos sembrado en ésta». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 160).

Un investigador comentó que después de la muerte seguramente se abrirán los «ojos espirituales» del ateo o materialista y «lo obligarán a ver» la realidad de la existencia espiritual. Esta fue la respuesta de HPB: «No será obligado, ni verá nada. Habiendo negado persistentemente la continuación de la existencia luego de la muerte durante su permanencia terrena, no podrá ver esta verdad porque su sentido espiritual se atrofió en vida, el cual no puede desarrollarse después de la muerte y así permanecerá ciego». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 156).

«Si dicen que la autoconciencia termina cuando muere el cuerpo, entonces en su caso simplemente emiten una profecía inconsciente, ya que una vez que están convencidos de ello, no les es posible una vida consciente más allá de la muerte». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 157).

«Los pensadores desesperadamente materialistas permanecerán estupefactos o dormidos en la condición devachánica, por así decirlo, ya que en ellos no hay fuerzas apropiadas para ese estado excepto de manera muy vaga, y para ellos se puede decir con toda franqueza que no existe una fase después del fallecimiento en lo que respecta a la mente; están aletargados por un tiempo y luego vuelven a vivir en la Tierra». (WQJ, «El Océano de la Teosofía», p. 113).

«Para tener una vida consciente en el mundo venidero, uno tiene que creer ante todo en esa existencia durante la permanencia terrena. (…) De acuerdo con la vida post-mortem que una persona ha creído y esperado, tal es el pasar que tendrá. Quien no anhelaba una vida futura tendrá un espacio en blanco absoluto, equivalente a la aniquilación, en el intervalo entre los dos renacimientos (…). No habiendo devachan para un materialista [perverso], el sutratma se reencarnará casi de inmediato, pero esos materialistas que se equivocaron en nada más que su incredulidad se quedarán dormidos en no más que una etapa. Y llegará el momento en que ese ex-materialista se percibirá a sí mismo en la Eternidad y tal vez se arrepienta de haber perdido incluso un día o una fase de la vida eterna». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 165,170).

«Sutratma» proviene de la raíz sánscrita «sutra», que significa «hilo» y «atma» que significa «alma» conformando el significado de Hilo del Alma o Conexión con lo Divino. 

F) EL MOMENTO DEL RENACIMIENTO
«Ya que la persona en el momento de la muerte tiene una visión retrospectiva de la vida que ha llevado, así, cuando renace en la Tierra, el Ego que se despierta del estado de Devachan tiene una visión prospectiva de la existencia que le espera y se percata de todas las causas que lo han llevado a ella. Se da cuenta de esos factores y visualiza el futuro porque es entre el devachan y el renacimiento que el Ego recupera su plena conciencia manásica, y por un corto tiempo vuelve a ser el dios que era, antes (de acuerdo con la ley kármica) que descendiera primero a la materia y encarnara en el primer humano carnal». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 162-163).

G) NIRVANA
«Consideramos al Nirvana y la Vida Universal como una sola realidad, mientras que relegamos la vida terrestre al reino de la ilusión fantasmagórica, incluyendo su personalidad terrestre y su existencia devachánica». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 169).

«Devachan es una ilusión de nuestra conciencia, un sueño feliz. (...) Los que son aptos para el Nirvana deben haber perdido por completo todo deseo o posibilidad de ilusiones mundanas». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 151).

«Todo es ilusión (Maya) fuera de la verdad eterna, que no tiene forma, color ni limitación. Aquél que se ha situado más allá del velo de Maya —y tales son los Adeptos e Iniciados de mayor rango— no puede tener Devachan». (HPB, «La Clave de la Teosofía», p. 148).

«Los devotos se dividen en dos grandes clases: aquellos que alcanzan Nirvana y eligen entre aceptarlo o rechazarlo (pues tienen la opción de permanecer en la Tierra, al menos en su atmósfera para hacer el bien, o escogen ir egoístamente a sumergirse en el Nirvana sin preocuparse por el mundo), y aquellos que no lo hacen y no han alcanzado la fase nirvánica». (HPB, «The Secret Doctrine Dialogues», p. 299-301).

«El Nirvana (…) en las explicaciones esotéricas es el estado de existencia y consciencia absolutas, al cual va el Ego de una persona que ha alcanzado el más alto grado de perfección y santidad durante la vida después de que el cuerpo muere y ocasionalmente durante esa existencia, como en el caso de Gautama Buda y otros. (…) Como lo explica el señor Eitel, sinólogo y académico: Los sistemas exotéricos populares están de acuerdo en definir el Nirvana negativamente como un estado de exención absoluta del círculo de transmigración, un estado de libertad respecto a todas las formas de existencia, desapego por toda pasión y esfuerzo e indiferencia a toda sensibilidad, y podría haber agregado muerte de toda compasión por el sufrimiento del mundo. Y esta es la razón por la cual los bodhisattvas que prefieren el nirmanakaya a la vestimenta del dharmakaya son mucho más estimados popularmente que los Nirvanis». (HPB, «Glosario Teosófico», entradas para «Nirvana» y «Nirvana»).

La sinología es el estudio del mundo chino y, específicamente, su idioma (es decir, su familia de lenguas y en especial el dominio mayor de estas, constituido por la subfamilia principal, la del chino mandarín, 官話), su literatura y su cultura.

«Los Adeptos tienen perfecto derecho al Nirvana, pero no irán, pues creen que es un acto egoísta y así rechazan esa condición. (…) Nirvana es egoísta, pues no beneficiarás a nadie más que a ti mismo, y esta actitud debe evitarse». (HPB, «The Secret Doctrine Dialogues», pág. 601, 445).

Sí; en el Sendero Ârya tú no eres ya un Srôtâpatti; eres un Bodhisattva. La corriente ha sido cruzada. Es verdad que tienes derecho a la vestidura Dharmakâya; pero el Sambhogakâya es más grande que el Nirvani, y más grande aún es el Nirmânakâya, el Buda de Compasión.

Sambhogakâya es uno de los tres cuerpos de un Buda

Ahora inclina la cabeza, y escucha atentamente, oh Bodhisattva —habla la Compasión y dice: «¿Puede haber bienaventuranza cuando todo lo que vive ha de sufrir? ¿Te salvarás tú, y oirás gemir al mundo entero?» Ya oíste lo que se ha dicho. Llegarás al séptimo escalón y cruzarás la puerta del conocimiento final, pero será tan sólo para desposarte con el dolor —si deseas ser Tathagata, sigue las huellas de tu predecesor y muéstrate lleno de abnegación hasta el fin interminable. Ya estás iluminado... elige tu camino. («La Voz del Silencio», traducida por HPB del «Libro de los Preceptos Dorados»).

La mayor parte de las escrituras budistas ponen en labios del buda este término cada vez que se refiere a sí mismo. Sin embargo, el propio budismo utiliza tal título para referirse al buda en cuanto principio espiritual más que como persona.

LA FILOSOFÍA, DESTINO Y PASIÓN POR LA VERDAD

1. MEMORIA DE LOS ORÍGENES Y FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA VERDAD

Esta conferencia tiene por objeto defender que la Filosofía encuentra su sentido y destino en la búsqueda y consecución de la verdad. Incluso en la misma etimología de la palabra «filosofía», amor a la sabiduría, podemos entrever que se supone la verdad como la meta del filosofar, pues la sabiduría no puede ser ajena a la posesión de la verdad.

Esta pasión por la verdad, que es el filosofar, hunde sus raíces en la estructura del ser que llamamos «hombre»: «¿Qué desea el hombre más ardientemente que la verdad?» . Hay en el hombre un deseo y una tendencia por conocer la verdad de las cosas, la verdad del mundo en el que vive, la verdad de los otros y la verdad sobre sí mismo. Pruebas de este deseo de verdad son:
  • La vida cotidiana nos muestra que todos experimentamos el disgusto, el malestar y, a veces, el dolor, que nos produce la mentira. Queremos conocer la verdad: «Muchos he tratado a quienes gusta engañar; pero que quieran ser engañados, a ninguno».
  • La historia, la investigación histórica y la narración histórica se legitiman como narración verdadera de lo que ha ocurrido. Incluso la hermenéutica histórica nos hacer ver que distinguimos entre interpretaciones verdaderas y falsas de los hechos.
  • De la misma manera, la historia de la ciencia y de la filosofía ponen de manifiesto esta búsqueda de la verdad. El Siglo de las Luces es el ejemplo más cercano para ver como la empresa cultural cobra sentido en la medida en que divulga las nuevas verdades descubiertas de la ciencia y de la filosofía. La luz de la razón se concibió como el instrumento por excelencia para alcanzar la verdad. Aceptando, en parte, la visión hegeliana del devenir histórico, podríamos considerar que cada época histórica es un momento en la marcha hacia la verdad total o, siendo más realistas y menos pretenciosos que lo fue el mismo Hegel, hacia las verdades posibles. La historia de la cultura mostraría, a nuestro juicio, que la verdad es una necesidad y un ideal al que aspira la humanidad.
Hegel según Jakob Schlesinger, 1831

Así, podemos decir, que la filosofía es una concreción más de la apetencia humana de verdad, porque, como dijo Aristóteles, «todo hombre, por naturaleza, apetece saber», la apetencia de saber es apetencia por conocer la verdad de las cosas. Ahora bien, la filosofía como conquista de la verdad ha de ser conquista de la razón. En esto consiste lo que se llama «el paso del mito al logos». Renunciar en filosofía a la verdad sería como desfondar a la filosofía, convertirla en palabrería, desvitalizarla, pues la fuente que revitaliza a la filosofía es la pasión por la verdad.

El pensamiento cristiano y la filosofía como pasión por la verdad

Esta orientación de la filosofía griega hacia la verdad será acogida por la mayor parte del pensamiento cristiano a partir del siglo II. No en vano el mismo cristianismo se presenta como la plenitud de la verdad. «Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.» (Juan 14:6). Indudablemente, esta verdad de la que habla el evangelio no es, sin más, la verdad filosófica. Sin embargo, tampoco es ajena a la filosofía. Para los Padres de la Iglesia, verdad cristiana y verdad filosófica no se pueden ignorar, sino que han de entrar en diálogo.

La historia de la filosofía y de la ciencia recibieron del espíritu cristiano energías que la orientaban en la búsqueda de la verdad. No es posible pararnos en los autores del pensamiento cristiano antiguo más relacionados con la filosofía, pero digamos algo sobre el más conocido y sobre el que también más influjo ha tenido en la historia de la filosofía: San Agustín. Éste concibe la filosofía como sabiduría y a ésta como búsqueda de la verdad. Búsqueda que es condición para la vida feliz. Imposible para Agustín alcanzar la felicidad sin la verdad: «Pues no llegarás a ver la verdad misma de no consagrarte totalmente a la Filosofía (…) creed al que dijo: “Buscad y encontraréis” (Mt 7,7). No hay que perder la esperanza de conocer la verdad».

Pero Agustín no se conforma con la búsqueda de la verdad, sino que da un paso más. Al joven Licencio del Contra Académicos le responderá que no basta con perseguir la verdad para ser feliz, sino que es necesario alcanzarla. Ahora bien, la posesión de la verdad supera la capacidad humana. Por ello, responde al escepticismo de los académicos desde la fe cristiana: el hombre sólo puede conocer la verdad, y con ella, alcanzar la sabiduría, la plenitud de la filosofía, con la ayuda divina.

En lo que respecta a nuestro tema de la filosofía y la verdad, la impronta del pensamiento cristiano antiguo, y la agustiniana en particular, por el amor a la verdad a través de la filosofía, pasará a la cultura medieval europea. La filosofía medieval es, por ello, una persecución de la verdad. La filosofía moderna, por su parte, muchas veces silenciando sus raíces, heredó de la filosofía medieval la pasión por la verdad.

2. IMPORTANCIA DE LA VERDAD
  • Con respecto a las relaciones humanas
El ser humano es un ser relacional y comunicativo. Pero no sólo desea comunicarse con los otros, sino que aspira a la amistad, a relaciones afectivas entrañables e íntimas con otros, deseando en la hondura de su ser la comunión con otros.
Este mundo de relaciones y comunicaciones no sólo está sostenido y atravesado por los sentimientos, los afectos, sino también por el conocimiento. Al estar el conocimiento presente en todas nuestras interacciones con la realidad, con el mundo y con los otros, es esencial que el conocimiento se oriente hacia la verdad y trate de poseerla, pues, de lo contrario, se falsearía nuestra relación con la realidad y la posibilidad misma de la convivencia humana. Prueba de esto último es la experiencia que tenemos del daño que hace al hombre, y a la comunicación humana, la manipulación o falseamiento de la información. Cuando esto se produce desde el mismo Estado, entonces estamos en camino de caer en manos de un Estado totalitario, que impone su ideología y doctrina como única verdad, no permitiendo disidencias y silenciándolas, si es preciso, por la fuerza (que puede tomar diversas formas). Pero no es sólo el poder político el que tiene la exclusiva de la manipulación de la verdad, sino que con él, o sin él, los otros poderes de la sociedad: el económico, el cultural, el de los medios de comunicación, etc.
  • Con respecto a la libertad
La humanidad ha ido tomando cada vez más conciencia de que los seres humanos somos seres libres y de que queremos serlo. Como también hemos ido descubriendo el «miedo a la libertad».
Junto con la creciente sensibilidad con respecto a la libertad, también se ha venido produciendo una creciente separación entre libertad y verdad. La libertad se llega a presentar como el bien supremo al que hay que subordinar todos los demás bienes. La separación entre verdad y libertad es una amenaza para la propia libertad. Una libertad sin verdad es una libertad destructiva de la persona y de la sociedad.

La libertad cobra todo su valor y su sentido cuando se orienta hacia la verdad. La tradición cristiana ha destacado que el hombre «está llamado a la alegría en la luz de la verdad», lo que significa que hay que orientar la libertad desde la verdad y hacia la verdad. Destacando aquí el conocimiento de la verdad sobre nuestro bien como personas y sobre los bienes para la persona, como ha señalado la encíclica de Juan Pablo II Veritatis Splendor.

Veritatis Splendor: Carta encíclica del papa Juan Pablo II
  • Con respecto a la educación
Después de años estamos volviendo a ver la necesidad de educar en la excelencia. Para hacer al educando excelente, la educación ha de buscar, amar y ser fiel a la verdad. Si la educación no educa en la verdad y hacia la verdad, la educación no acaba produciendo personas. La persona sólo llega a ser humana en la medida que ancla y vive su existencia en la verdad.

La vida entera hay que considerarla como tiempo de educación. Sólo la educación que sensibilice para amar la verdad puede ser considerada excelente, generadora de excelencia. Esto exige a los educadores ser veraces y educar para la verdad.

3. EXISTENCIA HUMANA Y VERDAD

Dos formas de verdad inseparables son: la verdad sobre sí mismo y la verdad sobre el sentido de la realidad y del existir humano.

Cuando con los sofistas y con Sócrates entró en la reflexión filosófica la cuestión antropológica aparece en la filosofía la necesidad de conocernos a nosotros mismos. Desde entonces, todos los períodos de la historia de la filosofía se han ocupado de las cuestiones y los problemas antropológicos. Ya Kant, en el quicio de la modernidad a la contemporaneidad, hará también de la pregunta antropológica, «qué es el hombre», la cuestión central y resumen de la filosofía. A lo largo del siglo XX ha vuelto a renacer con fuerza la necesidad existencial y filosófica del conocimiento sobre el hombre. La filosofía y la cultura en general del siglo XX nos ofrecen abundantes testimonios de que el hombre necesita, más que nunca, conocerse y responderse a los grandes interrogantes de su existencia, a fin de encontrar un valor y un sentido a su propia vida. Porque el hombre «no se resigna al sinsentido, no puede vivir sin pensar e interpretar, ni puede morir sin preguntar, dejado al aturdimiento envilecedor o a la desesperación aniquiladora» . Un testigo cualificado de ello es el escritor-filósofo Albert Camus con su afirmación emblemática: «Juzgar si la vida vale o no vale la pena vivirla es responder a la gran pregunta fundamental de la filosofía».

Ante la crisis de sentido del siglo XX, muchos se vieron atraídos o fueron arrastrados por el poder de ideologías totalitarias. Éstas se presentaban como la «verdad total» sobre el hombre y su felicidad. Pronto se desengañaron y dejaron de ser tótems sagrados. Pero, cuando mueren los dioses ¿habrá que inventar nuevos dioses?, ¿o se podrá vivir cimentados en el puro nihilismo y en el escepticismo? La era del vacío es insoportable, la pérdida del significado de la vida, sobre todo de la propia y personal, es insostenible para la mayoría. El desarrollo de la propia misión vital y existencial orienta la propia existencia y plenifica al sujeto que la porta, pero siempre que se realice en un contexto de verdad y de libertad, belleza, bien y amor.

Insuficiencia de las ciencias experimentales y del pensamiento objetivo-causal para lograr la verdad sobre el hombre y sobre el sentido de la realidad.

Las preguntas y las respuestas antropológicas no tienen a la filosofía como la única materia que las puede acometer. Sin embargo, es desde la filosofía como se tratan de un modo más reflexivo. Así lo ha reconocido la encíclica Fides et Ratio.

Fides et Ratio: Carta encíclica del papa Juan Pablo II

Ante estas cuestiones sobre el hombre y su sentido, el pensamiento objetivo y causal, propio de la ciencias empíricas, no es el más apropiado, porque no se acerca a la realidad mirando al sentido de ella, ni tiene presente la orientación concreta de la vida, como tampoco puede entrar en su campo de mirada lo que es más sujeto que objeto, la persona humana. Este tipo de pensamiento, que pretende conocerlo todo y someterlo todo al dominio de la razón, no es capaz de encontrar la verdad o verdades que ahora buscamos, incluso puede dificultarlas. Si el pensamiento objetivo y causal se constituye en el único modo de acercamiento válido a la realidad, cierra al hombre a las grandes perspectivas que la poesía, el arte, el cine, la religión y la filosofía aportan.

Henri Bergson habló de pensamiento intuitivo, otros de pensamiento existencial y metafísico. El nombre es lo de menos. Estas otras formas de pensamiento nos ofrecen al menos dos cosas que consideramos muy válidas para las cuestiones antropológicas y de sentido:
  • Una actitud acogedora de la realidad en su misterio y en sus dimensiones trascendentes. Es un pensamiento más contemplativo que pragmático y utilitarista, venera la realidad en su misterio y límites y la acepta en lo que es, dejándola ser.
  • El preconocimiento de la realidad antropológica como misterio de libertad y de espiritualidad enraizada en el misterio del ser. Preconocimiento que es tanto la intuición que nos guía, como los conocimientos previos de la tradición filosófica, religiosa y cultural de la que venimos, amén de la propia experiencia personal.
Henri Bergson

La verdad no surge de aplicar los esquemas racionales a la realidad experiencial, sino que se anuncia por sí sola. Es una verdad que exige escucha y acogida. Verdad que no explica nada, ni busca dominar, sino que «sólo indica el sentido que la realidad tiene o puede tener para el hombre».

Sean cuales sean las formas de pensamiento que pongamos en acción para alcanzar la verdad sobre el hombre y sobre el sentido de la existencia, no es tarea fácil dar con ella.

Pero a pesar de la dificultad, no podemos renunciar a las preguntas antropológicas: el mero hecho de vivir nos mueve a ello. Desde nuestro punto de vista, son caminos válidos para ello y no excluyentes:
  • La hermenéutica de los mitos.
  • Las ciencias humanas.
  • La literatura, el arte y el cine.
  • Las religiones. En especial, para quien escribe esto, la revelación bíblica.
Y, evidentemente, la filosofía. Pero sabiendo que en ninguna filosofía se encuentra la respuesta última y definitiva. Muchos filósofos han caído en la «soberbia filosófica» de querer erigir la propia perspectiva como verdad universal.

La verdad que buscamos ha de ser personal y ha de servir para humanizarnos, evitando aquello que Heidegger llamaba la caída, la caída en lo impersonal, la caída en el «se hace», «se piensa», «se dice», etc., que no es más que caer en la disolución de uno mismo en el ser de los demás. Ser uno mismo, ser en consonancia con la vocación profunda que surge de nosotros, se muestra como una tarea titánica. No cabe duda que la persecución de la verdad nos ayudará en la lucha por la libertad y por la vocación a la que todos estamos llamados, a saber: ser uno mismo, ser individual y socialmente personas y realizar lo que nuestro propio ser personal nos reclama. Sin ello, la felicidad posible será imposible.

Martin Heidegger fue un filósofo alemán, considerado por muchos especialistas como el pensador más influyente del siglo XX y de la filosofía contemporánea.

4. CONDICIONES NECESARIAS PARA LOGRAR LA VERDAD
Hay actitudes y capacidades que consideramos básicas para la consecución de la verdad. A la misma filosofía, en cuanto paideía, le corresponde despertar y desarrollar estas actitudes y capacidades de la naturaleza humana. Algunas de ellas serían:
  • Amor por la verdad.
  • Capacidad para dejarse asombrar. Esta capacidad, connatural al hombre, necesita ser despertada por la educación y por la compañía de otros. Pero, ¿qué nos asombra? No sólo el mundo exterior, sino nuestro propio mundo interior, y aquello que la humanidad ha ido creando a lo largo de su historia (arte, literatura, música, cine, etc.), pero, también, la propia vida.
  • Apertura consciente a la realidad. Hemos de ir a la realidad dejándonos enseñar y sorprender por ella. La verdad buscada por la inteligencia exige a ésta no plegarse en sus propias construcciones, no imponer a la realidad ideas preconcebidas.
  • Apertura a la propia conciencia. Hay una verdad que surge del corazón humano, que ha de ser escuchada y sometida a examen.
  • Actitud crítica. Ésta conduce a replantearse las cosas dichas y establecidas. Pero cuando esta actitud se extralimita, conlleva un riesgo: el de que cosas valiosas puedan negarse y puedan perderse verdades alcanzadas por el camino. Por ello, la tarea crítica de la filosofía es imprescindible. De lo contrario, la filosofía se parecería más a adoctrinamiento que a indagación de la verdad.
  • Actitud dialogante. La verdad no es cosa de uno solo. En su sentido etimológico diálogo (“diav-logo") sería alcanzar por medio de la palabra o del discurso o de la razón un objetivo. Éste puede ser perfectamente la verdad.
  • Libertad e independencia frente a las diversas clases de poder. No se trata de mera rebelión contra los poderes de la sociedad, sino de ser críticos ante ellos y de someterlos al juicio de la verdad.
  • Actitud humilde. Admitiendo el dicho socrático «sólo sé que no sé nada», que hoy sigue siendo válido como antídoto frente a las tentaciones prepotentes y soberbias que nos pueden hacer creer que lo sabemos todo o casi todo.
Paideía (παιδεία), es una palabra griega que significa educación, formación con la cual se dotaba al hombre heleno de un carácter verdaderamente humano.

Esta actitud de humildad frenaría el rechazo que tantas veces produce la verdad. San Agustín, en las Confesiones, se preguntaba por qué «la verdad pare el odio», y contestaba que: «Odian la verdad por causa de aquello mismo que aman en lugar de la verdad».
La humildad de la que estamos hablando nos ayudará también a reconocer que la verdad no es tanto conquista humana, como don que viene al hombre. Sólo desde esta actitud, el camino de la verdad se puede abrir a la aceptación de Dios y su revelación.