ESTRATEGIA SECRETA DEL TERROR

En 15 años, el terrorismo islámico se ha hecho recurrente en Occidente, a pesar de (¿o gracias a?) la gigantesca máquina de guerra cuyo despliegue ha justificado. Esos actos de terrorismo pueden interpretarse como el surgimiento de un comportamiento no coordinado de «lobos solitarios» provenientes de un mismo entorno social. También pueden interpretarse como el resultado de una organización estructurada, que encuentra fácilmente simples ejecutores en ese medio social. Lo que sí es evidente, como recuerda Manlio Dinucci, es que quienes manejan los hilos no son islamistas sino los mismos que acaparan todos los poderes afirmando que esa es la única manera de luchar contra el terrorismo.

El 5 de febrero de 2003, el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, protagonizaba una farsa ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en una sesión transmitida por televisión al mundo entero. Powell presentaba pruebas de que el Iraq de Sadam Husein disponía de un gigantesco arsenal de armas prohibidas (biológicas, nucleares y químicas), que tenía relaciones con los autores de los atentados del 11 de septiembre y que incluso los protegía. Durante su intervención, impresionó a todo el mundo presentando un frasco que supuestamente contenía ántrax iraquí. Años más tarde, Colin Powell confesó que todas aquellas pruebas —fotos satelitales, intercepciones de conversaciones telefónicas, informes de inteligencia y testimonios— eran falsas y que él mismo había mentido deliberadamente ante la comunidad internacional. Estados Unidos invadió y destruyó Iraq, matando más de un millón de iraquíes, sin que Washington haya tenido que responder por sus mentiras ni por su crimen.

«El enemigo que se esconde en oscuros rincones del mundo», como lo definió en 2001 el presidente George W. Bush, sigue acumulando víctimas. Las más recientes cayeron en Bruselas. El terrorismo es un «enemigo diferente al que hemos enfrentado hasta ahora», presentado durante una emisión de televisión transmitida en vivo al mundo entero, el 11 de septiembre de 2001, con las imágenes apocalípticas del derrumbe de las Torres Gemelas. En aras de eliminar ese enemigo, lo que el propio Bush identificó como «la lucha colosal del Bien contra el Mal» aún prosigue hoy en día. Pero cada vez que se corta una cabeza a la hidra del terror, le crecen otras.

¿Qué hacer? En primer lugar, no creer lo que nos han contado durante casi 15 años. Empezando par la versión oficial del 11 de septiembre, ya aplastada bajo el peso de las pruebas científicas; pruebas que Washington, al no lograr refutarlas, descarta simplemente calificándolas de «conspiracionismo» [o «complotismo»].

Los peores ataques terroristas perpetrados en Occidente presentan 3 signos distintivos.

—Primeramente, la puntualidad. El ataque del 11 de septiembre de 2001 tiene lugar cuando Estados Unidos ya había decidido —como reportaba el New York Times el 31 de agosto de 2001— desplazar hacia Asia el centro de su estrategia para contrarrestar el acercamiento entre Rusia y China: menos de un mes después: el 7 de octubre de 2001, bajo el pretexto de perseguir a Osama bin Laden, supuesto cerebro del 11 de septiembre, Estados Unidos inicia la guerra contra Afganistán, primera etapa de una nueva escalada bélica. Actualmente, el ataque terrorista de Bruselas se produce cuando Estados Unidos y la OTAN se preparan para ocupar Libia, pretextando la necesidad de eliminar la amenaza que el Emirato Islámico representa para Europa.

—Segundo, el efecto del terror. La masacre, cuyas imágenes se repiten constantemente en los medios de prensa, crea un estado de opinión favorable a la intervención armada que supuestamente eliminará la amenaza. Sin embargo, nadie habla de masacres terroristas mucho peores, como las perpetradas hace 2 meses en Damasco.

—Tercero, la firma. Paradójicamente, el «oscuro enemigo» siempre se toma el trabajo de firmar los ataques terroristas. En 2001, con Nueva York todavía envuelta en el humo de las Torres Gemelas, se difunden fotos y biografías de los 19 miembros de al-Qaeda autores de los secuestros de los aviones, varios de ellos ya conocidos del FBI y la CIA. Lo mismo sucede en Bruselas, en 2016: antes de haber identificado todas las víctimas, se identifica a los autores de los atentados, ya conocidos de los servicios secretos.

¿Es acaso posible que los servicios secretos, empezando por la tentacular «comunidad de inteligencia» estadounidense —que se compone de 17 agencias federales con agentes en el mundo entero—, sean realmente tan ineficientes? ¿O será, por el contrario, que los engranajes de la estrategia del terror son muy eficientes? No escasean los ejecutores: vienen de los movimientos terroristas etiquetados como islamistas, armados y entrenados por la CIA y financiados por Arabia Saudita para destruir el Estado libio y fragmentar la República Árabe Siria, con la complicidad de gobiernos europeos.

En esa caldera es posible reclutar tanto kamikazes, convencidos de que estar inmolándose por una santa causa, como profesionales de la guerra o simples delincuentes que serán «suicidados», haciéndolos estallar por control remoto durante la acción, y cuyos documentos de identidad siempre aparecen —como sucedió en el atentado contra Charlie Hebdo. También es posible facilitar la formación de células terroristas, que alimentan de forma autónoma la estrategia del terror creando un clima de estado de sitio, como hoy sucede en los países europeos miembros de la OTAN, clima que justifica nuevas guerras, que se librarán bajo las órdenes de Estados Unidos.

Otra variante es recurrir a las falsificaciones, como se hizo con las «pruebas» sobre las armas de destrucción masiva que Colin Powell mostró al Consejo de Seguridad de la ONU el 5 de febrero de 2003. Pruebas que a la larga resultaron falsas, fabricadas por la CIA para justificar la «guerra preventiva» contra Iraq.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article191016.html#nh1

Turquía exige a Alemania que retire un vídeo de internet...

Erdoğan: «Si ustedes no apagan ese vídeo, yo apago Internet»

Turquía exigió oficialmente al gobierno de Alemania que retire un vídeo satírico de internet.

En su programa «Extra», el canal de televisión alemán NDR había transmitido, el 17 de marzo de 2016, una parodia crítica sobre la política del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan.

La exigencia turca destinada a obtener que el vídeo sea retirado de internet fue objeto de una solicitud oficial presentada al gobierno alemán a través del embajador de Turquía en Berlín.

Grupos armados pro-useños luchan entre sí en Siria...


Las Fuerzas Democráticas de Siria, una fachada de las YPG que cuenta con respaldo del Departamento de Defensa estadounidense y de Rusia, atacaron al grupo armado Liwa Fursan al-Haqq (Brigada de los caballeros de la Justicia), financiado por Qatar y entrenado… por la CIA.

Según el Pentágono, los combates entre grupos armados financiados, equipados o entrenados por diversos organismos estadounidenses, se han generalizado durante los dos últimos meses.

En Washington se ignora —o se finge ignorar— las causas de dichos combates.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article190980.html


ERDOGAN ANUNCIA 5.000 KURDOS MUERTOS EN 9 MESES...

En un discurso pronunciado el 28 de marzo de 2016 en la Escuela de Guerra, el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan hizo un balance de la «guerra contra el terror» que su gobierno dice haber emprendido después del Atentado de Suruç.

Aunque las víctimas del Atentado de Suruç, reivindicado por el Emirato Islámico, eran militantes del PKK y alevitas favorables al presidente sirio Bashar al-Asad, la conclusión de Erdoğan fue que había que reiniciar la guerra… contra los kurdos. En 9 meses, las fuerzas de seguridad turcas (ejército y policía) han matado más de 5.000 kurdos, miembros o no del PKK, mientras que los uniformados turcos han perdido 355 hombres. Si las víctimas de la represión turca fuesen realmente combatientes del PKK, esa organización estaría ya profundamente debilitada. Pero todo indica que gran parte de los kurdos muertos a manos de las fuerzas de seguridad turcas son, en realidad, simples civiles. Eso implica que la represión no hará más intensificar la rebelión e incitar más kurdos a unirse a las filas del PKK.

A quienes lo acusan de haber suprimido las libertades públicas en nombre de la guerra contra el terror, el presidente Erdoğan respondió que su país por lo menos ha conservado el equilibrio entre la seguridad y la libertad. Prosiguió diciendo que la guerra civil se ha limitado a pequeñas porciones de territorio, sin afectar —según él— a la mayoría de los ciudadanos. Acto seguido, Erdoğan criticó duramente a los diplomáticos occidentales que asistieron al juicio del redactor-jefe de Cumhuriyet —enviado a los tribunales por haber publicado fotos y vídeos de los envíos de armas de los servicios de inteligencia de Turquía a los yijadistas que operan en Siria— y acusó a dichos diplomáticos de apoyar a un «espía» vinculado a los terroristas.

Durante el mismo discurso, el presidente Erdoğan declaró que Turquía no podía ignorar lo que está sucediendo en los Balcanes, en el Levante, en el norte de África y en el Cáucaso, donde viven poblaciones afines a Turquía o vinculadas a la cultura turca. También afirmó que el Asia Central es la «patria» de los turcos. Erdoğan concluyó su discurso garantizando que Turquía no apoya a los yijadistas y que ha expulsado a más de 3.500 extranjeros vinculados a estos y encarcelado a más de 1.000.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article191015.html

EL MÓVIL DE LOS ATENTADOS DE PARÍS Y BRUSELAS...

Es demasiado pronto para decir con certeza de dónde vino la orden que dio lugar a los atentados perpetrados en París y Bruselas. Por el momento, la única explicación razonable es la que proporcionan los elementos que mencionaremos seguidamente.

En 2011, los ministros de Relaciones Exteriores de Francia, Alain Juppé (una verdadera serpiente), y de Turquía, Ahmet Davutoğlu, acordaban en secreto la creación de un Sunistán, que abarcaría territorios de Iraq y Siria —tarea que quedaría en manos del Emirato Islámico—, y crear un seudo-Kurdistán al que serían empujados los kurdos de Turquía. Aquel proyecto tenía el respaldo de Israel y el Reino Unido.

Inmediatamente después de la muerte del fundador del islamismo turco, Necmettin Erbakan, y en momentos en que acaba de iniciarse la «primavera árabe», el gobierno del entonces primer ministro turco Erdoğan concluye un acuerdo secreto con Francia. Según un diplomático que estudió ese documento, en él se estipulan las condiciones para la participación de Turquía en las guerras contra Libia, que acaba de empezar, y contra Siria, que será el paso siguiente. Representada por su ministro de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, Francia se compromete fundamentalmente a resolver la «cuestión kurda» sin «afectar la integridad del territorio turco». Esta rebuscada fórmula significa que se creará en otro lugar un seudo-Kurdistán para expulsar hacia él a los miembros del PKK. Hasta aquel momento, ese proyecto de limpieza étnica, que no es nuevo, sólo se había mencionado en la literatura militar israelí que describía el nuevo Estado creado en territorios pertenecientes a Siria e Iraq.

El 31 de octubre de 2014, François Hollande acompaña a Recep Tayyip Erdoğan a la entrada del Elíseo. Pero otro invitado acaba de salir discretamente por la puerta pequeña: el kurdo Salih Muslim Muhammad.

El 31 de octubre de 2014, el presidente francés François Hollande aprovecha una visita oficial de Recep Tayyip Erdoğan a París para organizar un encuentro secreto, en el palacio del Elíseo, con el copresidente de los kurdos de Siria, Salih Muslim Muhammad. Traicionando a los kurdos de Turquía y a su líder histórico, Abdullah Öcalan, Salih Muslim acepta convertirse en presidente del seudo Kurdistán que debería crearse con el derrocamiento del presidente sirio democráticamente electo Bashar al-Asad.

Es el momento de la Batalla de Kobane. Los kurdos de Siria defienden durante meses esa ciudad ante la embestida de las fuerzas del Emirato Islámico. La victoria de los kurdos sobre los yijadistas que atacan Kobane modifica seriamente el tablero político: para combatir seriamente a los yijadistas hay que aliarse con los kurdos. Pero los kurdos de Siria no obtuvieron la nacionalidad siria sino al inicio de la guerra, hasta entonces habían sido refugiados políticos turcos en territorio sirio, expulsados de su país durante la represión turca de los años 1980s. Los Estados miembros de la OTAN consideraban entonces al PKK, principal organización de los kurdos de Turquía, como una organización terrorista. En lo adelante, los miembros de la OTAN van a establecer una diferencia entre «los malos» del PKK turco y «los buenos» del YPG sirio, a pesar de tratarse de dos organizaciones hermanas.

A raíz de la batalla de Kobane, François Hollande cambia de bando y establece claramente su respaldo a los kurdos recibiendo en el Elíseo una delegación del YPG, el 8 de febrero de 2015.

Sorpresivamente, el 8 de febrero de 2015, Francia renuncia a su compromiso anterior. François Hollande recibe en el Elíseo, ahora oficialmente, a Asya Abdullah, copresidenta de los kurdos de Siria y fiel a Öcalan, y a la comandante Nesrin Abdullah, esta última en uniforme camuflaje. Salih Muslim no participa en esa reunión.

Recep Tayyip Erdoğan reacciona ordenando un atentado del Emirato Islámico contra una manifestación a favor de los kurdos, atentado perpetrado en Suruç el 20 de julio de 2015. Apoderándose de la retórica antiterrorista, Erdoğan declara la guerra al Emirato Islámico y a los kurdos, pero sus fuerzas armadas atacarán solamente a los kurdos. Con ello, Erdoğan pone fin al alto al fuego y reinicia la guerra civil en su propio país. A falta de un seudo-Kurdistán en Siria, Erdoğan provoca un éxodo de kurdos hacia Europa.


El 3 de septiembre de 2015, la publicación de la fotografía de un niño kurdo ahogado marca el inicio de una gran oleada de migrantes desde Turquía… hacia la Unión Europea, principalmente hacia Alemania. Durante las primeras semanas, los dirigentes alemanes acogen con entusiasmo el flujo masivo de nuevos trabajadores, muy necesarios para la industria pesada alemana, mientras que los medios de prensa expresan compasión por los refugiados que supuestamente huyen de la dictadura siria. El 29 de septiembre, los dirigentes franceses y alemanes incluso se apropian de la empatía hacia los migrantes para estudiar la posibilidad de subvencionar la continuación de la guerra asignando 3.000 millones de euros a Turquía —donación presentada a la opinión pública como una ayuda humanitaria para los refugiados.

A finales de septiembre de 2015, Rusia inicia su operación militar contra todos los yijadistas, independientemente de la bandera que agiten. Viendo en grave peligro su proyecto, Recep Tayyip Erdoğan empuja a Salih Muslim a emprender una operación de kurdización forzosa del norte de Siria. Brigadas kurdas expulsan a los profesores árabes y asirios de las escuelas y los reemplazan con maestros kurdos. Los sirios se rebelan y recurren a los rusos. Estos últimos tratan de restablecer la calma e incluso mencionan una posible federalización ulterior de Siria. Francia brilla por su ausencia.

El 13 de noviembre, exasperada por los repetidos cambios de rumbo de François Hollande, Turquía utiliza a la ciudadanía francesa como rehén y ordena la realización de los atentados de París, con un saldo de 130 muertos y 413 heridos.

Escribí entonces:
«Los sucesivos gobiernos franceses han establecido alianzas con Estados cuyos valores son contrarios a los valores de la República Francesa. Los gobiernos franceses sucesivos han ido comprometiéndose progresivamente a librar guerras secretas por cuenta de esos Estados, antes de renunciar a esos compromisos. El presidente Hollande; su jefe de estado mayor particular, el general Benoit Puga; su ministro de Exteriores Laurent Fabius y su predecesor Alain Juppé, ministro bajo el mandato del ex-presidente Sarkozy, son actualmente objeto de un chantaje del que sólo podrán librarse revelando en qué implicaron indebidamente al país».
 
Laurent Fabius tendría que ser juzgado por crímenes de guerra, y contra la humanidad sólo por Siria

¡Aterrorizado, París regresa apresuradamente al plan Juppé de 2011! Junto a Londres, fuerza, el 20 de noviembre, la adopción de la resolución 2249 en el Consejo de Seguridad de la ONU. Bajo el pretexto de luchar contra el Emirato Islámico, el objetivo es justificar la conquista del norte de Siria para crear allí —finalmente— el seudo-Kurdistán hacia donde Recep Tayyip Erdoğan podrá expulsar a «sus» kurdos (¡manda Turquía).

Pero Estados Unidos y Rusia retocan ligeramente el texto, de tal manera que Francia y el Reino Unido no pueden intervenir sin ser invitados por Siria —situación que recuerda de inmediato la fracasada operación colonial de 1956, cuando las tropas franco-británicas intentaron ocupar el Canal de Suez con apoyo de Israel y de Turquía, pero tuvieron que retirarse en cuanto Estados Unidos y la URSS fruncieron el ceño.

Durante los 5 meses y medio de intervención rusa en Siria, las relaciones entre Turquía y Rusia empeoraron constantemente. Tienen lugar:
  1. El Vuelo 9268 de Kogalymavia,  
  2. Las acusaciones de Vladimir Putin en la cumbre del G20 realizada en Antalya, 
  3. El Derribo del bombardero ruso Su-24 en Siria y las sanciones rusas contra Turquía, 
  4. La publicación de las fotos aéreas de las caravanas de camiones cisterna llevando a través de Turquía el petróleo robado por el Emirato Islámico, etc...
El avión accidentado, en Bangkok en agosto de 2014

Derribo del Su-24 ruso 
(Sputnik/Dmitriy Vinogradov)
Después de sopesar la posibilidad de una guerra contra Turquía, Rusia decide finalmente mostrarse sutil y respaldar al PKK contra el régimen de Erdoğan. Serguéi Lavrov logra convencer a su interlocutor estadounidense de que hay que aprovechar la inevitable desestabilización en Turquía para organizar el derrocamiento del dictador Erdoğan. Sabiéndose amenazado tanto por Rusia como por Estados Unidos, el régimen turco trata nuevamente de buscar aliados. El primer ministro turco, Ahmet Davutoğlu, viaja el 5 de marzo a Teherán y el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Yavad Zarif, llega a Ankara el 18 de marzo. Pero la República Islámica no tiene intenciones de enemistarse con los 2 Grandes.

Ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohammad Yavad Zarif

El 14 de marzo, Vladimir Putin anuncia la retirada de los bombarderos tácticos rusos. Parece que el proyecto de creación de un seudo-Kurdistán vuelve a ser posible. Pero Washington y Moscú se adelantan a Ankara y comienzan la entrega indirecta de armamento al PKK.

Colmo de males para Ankara, ahora es la Unión Europea quien ya no quiere oír hablar de colonizar el norte de Siria. La mayoría de los Estados miembros de la UE sigue la política exterior impuesta por París desde hace 5 años, con la ya ampliamente comprobada ausencia de éxito. Como expresión de descontento, varios países, como Bélgica, han concedido asilo político a líderes kurdos de Turquía. También manifiestan su descontento durante la cumbre UE-Turquía, realizada el 17 y el 18 de marzo, donde se ven obligados a aceptar definitivamente una subvención de 3.000 millones de dólares anuales para Ankara...

Mientras se desarrollaba la cumbre UE-Turquía, o sea sin importarle las decisiones que se tomarían, el presidente Erdoğan pronuncia un discurso, transmitido por televisión, en ocasión del aniversario 101 de la batalla de Galípoli («la batalla de los Dardanelos», hecho que marcó la victoria del Imperio Otomano sobre los Aliados) y en memoria de las víctimas del atentado perpetrado varios días antes en Ankara. Erdogan declara en ese discurso:
«No hay ninguna razón para que la bomba que estalló en Ankara no explote en Bruselas o en otra ciudad europea. (…) Lanzo aquí un llamado a los Estados que los reciben con los brazos abiertos, que —directa o indirectamente— apoyan las organizaciones terroristas. Ustedes están alimentando una serpiente en su propia cama. Y esa serpiente que ustedes están alimentando puede morderlos en cualquier momento. Ver en sus televisores bombas que explotan en Turquía quizás no significa nada para ustedes. Pero cuando las bombas empiecen a estallar en las ciudades de ustedes, entonces entenderán lo que sentimos. Pero ya será demasiado tarde. Dejen ustedes de respaldar actividades que nunca tolerarían en su propio país, y que sólo toleran cuando son en contra de Turquía».

Batalla de Galípoli, 18 junio de 1915

Cuatro días después, ocurren los atentados de Bruselas, que dejan un saldo de 34 muertos y 260 heridos. Y, para que nadie crea en una simple coincidencia sino más bien en un acto deliberado, al día siguiente la prensa turca se regocija ante el castigo infligido a Bélgica.

Desde que el presidente Erdoğan reanudó la guerra civil en su propio país, esa guerra ha segado más de 3.500 vidas en Turquía.

MOSCÚ Y WASHINGTON CONTRA ANKARA

La región del Levante se halla en plena efervescencia ante la aplicación del acuerdo ruso-estadounidense sobre la paz en Siria. Y cada actor trata de salir lo mejor parado posible. Pero, el juego no ha terminado todavía. Moscú y Washington se preparan para desestabilizar al presidente turco Erdoğan.
La actitud del Kremlin hacia el «líder» de Daesh: Recep Tayyip Erdoğan, se podría adivinar en el semblante de Serguéi Víktorovich Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia.

Viendo que ya no podrán derrocar la República Árabe Siria, los diferentes actores regionales buscan nuevos objetivos, mientras que el Ejército Árabe Sirio se prepara para liberar Idlib, Alepo y Palmira.

Israel maniobra por debajo de la mesa para provocar una nueva guerra civil en el Líbano, con tal de no tener que enfrentarse nuevamente con Hezbolá. Simultáneamente, el presidente israelí Reuven Rivlin viajó a Moscú el 17 de marzo para presentar allí sus exigencias (que no haya iraníes en la frontera entre Siria e Israel y que se reconozca la anexión israelí del Golán sirio). Naturalmente, allí le contestaron que —en el marco de un arreglo de paz regional— Rusia puede ayudar a negociar con los iraníes. En cuanto al Golán, se trata de un tema zanjado desde hace tiempo por el Consejo de Seguridad de la ONU. Por su parte, el ex-embajador de Israel en la ONU, Dore Gold, está en Turquía, donde trata de ver cómo utilizar los temores de Ankara para jugarse la carta terrorista en el Líbano.

Irán está moviendo sus contactos en Arabia Saudita con la esperanza de organizar allí una revolución. Los chiíes del Golfo están listos y los sunitas del Mar Rojo todavía necesitan un poco más de tiempo. Londres, por su parte, deja moverse a todos en espera de que la agitación que debe producirse permitirá que la City especule sobre los precios del petróleo. Mientras tanto, Washington se preocupa sobre cómo garantizar el control del armamento atómico de Arabia Saudita.

La Unión Europea se niega a reconocer su derrota. El 18 de marzo asignó a Ankara 3.000 millones de euros para frenar el flujo de migrantes. En realidad, Turquía prevé utilizar ese dinero para financiar a los yijadistas y agotar el flujo de migrantes derrocando al presidente sirio Bashar al-Asad. De manera totalmente inconsciente, los europeos han decidido eliminar, en las próximas semanas, la exigencia de visas a los turcos, lo cual crea una libre circulación desde los campamentos de al-Qaeda en Turquía hasta los países miembros de la Unión Europea.

Moscú, que no ha obtenido ningún tipo de compensación por el derribo de su bombardero táctico Su-24, ha llegado a un acuerdo con Washington para derrocar juntos al «sultán» Erdoğan. El 17 de marzo, los líderes del norte de Siria declararon su decisión de instaurar un sistema federal en el seno de la República Árabe Siria. A pesar de las apariencias, esto no constituye un inicio de partición de Siria. En este momento, están llegando grandes cantidades de armas y municiones a la región del norte de Siria que los kurdos designan como Rojava y al gobierno regional kurdo de Iraq. Ese armamento es transferido de inmediato al PKK, en Turquía, donde van en aumento los atentados, y la guerra civil, inicialmente limitada al este, ya va extendiéndose hacia Ankara y Estambul. En los próximos meses, pudiera producirse un llamado del PKK a favor de una Turquía federal, seguido de una intensificación de la guerra civil hasta que un grupo de patriotas turcos derroque al hermano Erdogan.

Actualmente, el presidente Obama viaja a Riad, Berlín y Londres. Con el precedente de su incorrecta entrevista publicada en The Atlantic, Obama recordará a sus interlocutores el acuerdo al que ha llegado con Rusia. Y los que no obedezcan, tendrán que afrontar las consecuencias de «filtraciones incontroladas» a la prensa sobre sus acciones secretas de los últimos años en Siria.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article190906.html

Los mercenarios de DynCorp sustituyen a los de Academi en Yemen...


Los mercenarios de Academi (antiguamente Blackwater) enviados a Yemen han ido cayendo unos tras otro bajo el fuego de la coalición yemenita conformada por los hutíes y los militares fieles al ex-presidente Saleh, lo cual motiva la llegada de nuevo personal enviado por DynCorp, otro ejército privado.

Los Emiratos Árabes Unidos pagarán a DynCorp 3.000 millones de dólares por el envío de nuevos mercenarios para luchar en Yemen.

El ejército privado DynCorp es propiedad del fondo de inversiones Cerberus, dirigido por el israelí Steve Feinberg y por el ex-vicepresidente de Estados Unidos, Dan Quayle.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article190810.html

TURQUÍA REIVINDICA EL BAÑO DE SANGRE DE BRUSELAS...

Hace 6 meses que Turquía viene profiriendo amenazas contra Francia, Bélgica y Alemania y conminando esos países a que la ayuden a liquidar el movimiento kurdo de liberación nacional. En el plano ideológico, el régimen de Recep Tayyip Erdoğan considera que los turcos son una «raza superior» y que los kurdos tienen que obedecer o ser eliminados. Francia, se había comprometido a ayudar a Turquía a resolver el problema kurdo «sin afectar la integridad de su territorio», o sea desplazando los kurdos de Turquía hacia Siria. Pero al no ser ya capaz de cumplir su promesa, Francia fue el primer país afectado por los atentados. Bélgica, que concede asilo a los kurdos, acaba de ser el segundo blanco.

El diario turco Star, órgano oficioso del régimen de Erdoğan, abre su primera plana de 22 de marzo de 2016 —la mañana misma de los atentados de Bruselas— con el titular «Bélgica, Estado terrorista». El diario reprocha a Bélgica haber permitido que las familias de las víctimas kurdas de la guerra civil turca realizaran una manifestación en Bruselas durante la cumbre entre la Unión Europea y Turquía.

Al escoger el blanco de su acción, todo terrorista busca transmitir un mensaje que justifique esa acción. Casi siempre, lo importante para los terroristas es ese mensaje, y no la envergadura de la catástrofe que van a provocar. Esta última no pasa de ser el instrumento que les permite burlar la exclusión que les imponen los medios de prensa convencionales, que les permite ponerse bajo la luz de los reflectores y situarse en el centro de los debates.

En el caso de los atentados terroristas de Bruselas, estos pudieran contener varios mensajes, uno de ellos vinculado a la existencia misma de la Unión Europea. Pero el mensaje central, un mensaje que el gobierno turco ha estado repitiendo sin cesar, al igual que diversos grupos estatales, paraestatales y la prensa turca, tenía que ver con el respaldo de Bélgica y de la Unión Europea a la causa de los kurdos.

El propio presidente Erdoğan, en medio de la cumbre entre la Unión Europea y Turquía, profería un violento ataque contra la Unión Europea, acusándola de dar albergue y apoyo a diversas organizaciones del movimiento de liberación nacional kurdo.

El diario Star, órgano oficioso del régimen de Recep Tayyip Erdoğan, incluso publicaba como titular de primera plana de su edición del 22 de marzo de 2016 —o sea, la misma mañana de los atentados de Bruselas— la siguiente acusación: «Bélgica, Estado terrorista». La edición estaba ilustrada con fotografías en las que podían verse kurdos agitando la bandera de Rojava, la región autónoma del norte de Siria que ahora sirve de base de retaguardia al PKK y constituye una importante amenaza para Turquía.

Ese mismo diario publica las amenazas del presidente Erdoğan contra Bélgica. La edición especial del Star publicada el 23 de marzo lleva como título «La serpiente que Bélgica amamantaba le ha mordido el seno», en referencia al discurso que el presidente turco Erdoğan había pronunciado el 18 de marzo.

Además, el diario islamista Akita, uno de los órganos del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), retoma el mismo argumento en su primera plana del 23 de marzo, ilustrada con fotografías del ex-diputado Zubair Indar, uno de los dirigentes del movimiento kurdo de liberación nacional, y de Fehriye Erdal, acusada esta última del asesinato de Özdemir Sabancı. Ambos están refugiados en Bélgica y el diario afirma, en un segundo titular, «Bélgica apoya a los terroristas».

En su editorial de hoy, titulado «Quien duerme con el terrorismo, se despierta con él», Khanty Ozisik, principal cronista del diario electrónico turco pro-Erdoğan Internethaber.com, escribe textualmente: «El gobierno que dirige ese país [Bélgica], a pesar de las protestas y objeciones de Turquía, autoriza y permite que el PKK haga su propaganda. No dijo ni una palabra cuando el PKK montaba sus tiendas de campaña y organizaba concentraciones con sus militantes. Por otro lado, el gobierno belga, al respaldar las Unidades de Protección Popular (YPG), consideradas como el mayor enemigo del Estado Islámico en Iraq y en Siria, ha actuado como si dijera a los yijadistas: ¡vengan a ponerme bombas!»


Existen documentos y elementos que demuestran la responsabilidad de Turquía, como también existen en el caso de los atentados contra Francia. Los atentados perpetrados en París fueron cometidos para hacer entender a François Hollande —quien había recibido a los dirigentes de las YPG, en uniforme militar, en la sede de la presidencia francesa— que no podía volverse atrás en su compromiso de crear un seudo-Estado kurdo.

No hay que dejarse engañar por la identidad de los ejecutores de los atentados, ni por el grupo al que pertenecen. Turquía es un aliado estratégico del Estado Islámico y se halla en condiciones de establecer un «contrato» con los dirigentes de esa organización terrorista.

Espero que el primer ministro griego y los miembros de su gobierno, cuyas acciones han convertido a Grecia en rehén de Turquía, lean y analicen todo esto. Sino despiertan, tendremos que enfrentar cosas que nadie puede imaginarse.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article190902.html

LA CADENA DE MANDO

El general Curtis Scaparrotti ha sido designado Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN. Hasta ahora estuvo a cargo de la lucha contra los comunistas en Corea y se convierte en sucesor del general Philip M. Breedlove, quien veía invasiones rusas por todos lados. Como siempre, Estados Unidos sigue imponiendo sus propios temores a sus aliados.

El general Curtis Michael «Mike» Scaparrotti

Tenemos un nuevo Comandante Supremo aliado en Europa: el general Curtis Scaparrotti, de las fuerzas terrestres de Estados Unidos. Ha sido seleccionado siguiendo el democrático procedimiento de la OTAN. El presidente Obama —simultáneamente jefe de Estado, jefe de gobierno y comandante en jefe de las fuerzas armadas— ha nombrado al general Scaparrotti comandante del mando de Estados Unidos en Europa, cargo que da a ese general estadounidense el derecho de asumir al mismo tiempo el puesto de Comandante Supremo Aliado en Europa. El Consejo del Atlántico Norte, que se compone de los representantes de los 28 países miembros de la OTAN, aprobó de inmediato la nominación.

Se mantiene así la «tradición» en virtud de la cual el Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa siempre es un general o un almirante estadounidense, lo que permite a Estados Unidos controlar la OTAN a través de su propia cadena de mando. De esa manera Estados Unidos tiene en sus manos los demás mandos fundamentales. En Afganistán, el general estadounidense Nicholson asumió el mando de la misión de la OTAN «Apoyo decidido», reemplazando al general estadounidense Campbell.

Al mismo tiempo, la OTAN firmó con Kuwait el «Acuerdo de tránsito» que permite crear el primer «hub» (escala aeroportuaria de tránsito) de la alianza atlántica en el Golfo. Esto servirá no sólo para incrementar el envío de fuerzas y de material de guerra a Afganistán sino también para reforzar la «cooperación práctica de la OTAN con Kuwait y con otros socios de la ICI (Iniciativa de Cooperación de Estambul, siglas en inglés), como Arabia Saudita», socios que Estados Unidos respalda secretamente en la guerra que está masacrando a los civiles en Yemen.

En base a un plan del Pentágono aprobado por el presidente Obama, según reporta el New York Times, se creó un grupo de planificación que se compone de 45 oficiales estadounidenses, bajo las órdenes del general Mundy, del United States Marine Corps, que entrega a Arabia Saudita y sus aliados los datos, recogidos por drones espías, sobre los objetivos a eliminar en Yemen y entrena, con fuerzas especiales, unidades anfibias de los Emiratos Árabes Unidos con vista a un desembarco en Yemen.

En ese marco adquiere particular importancia la decisión del presidente Obama de poner al general Joseph Votel, jefe del Mando de Operaciones Especiales, a la cabeza del Mando Central de los Estados Unidos (en inglés: United States Central Comande, USCENTCOM), cuya «área de responsabilidad» abarca el Medio Oriente, Asia Central y Egipto. Esto confirma, como subrayaba en 2012 el Washington Post, «la predilección de la administración Obama por el espionaje y la acción encubierta más que por el uso de la fuerza convencional».

Es el presidente de Estados Unidos, según reportaba en 2012 el New York Times en una investigación posteriormente confirmada por otra realizada en 2015, quien aprueba personalmente la «kill list», constantemente actualizada, en la que aparecen personas del mundo entero, consideradas peligrosas para Estados Unidos y sus intereses, y por ello condenadas secretamente a muerte bajo la acusación de terrorismo.

Aunque con su reciente entrevista a la publicación The Atlantic Obama se sacó del zapato algunos escrúpulos, todavía quedan verdaderas rocas que siguen pesando sobre su administración, al igual que sobre las anteriores. Entre estas se halla, como puede verse en los correos electrónicos de Hillary Clinton, la autorización secreta de Obama a la operación secreta en Libia, coordinada con el ataque de la OTAN desde el exterior. El verdadero objetivo de toda la operación era impedir el plan de Gadafi de crear una moneda africana, como alternativa al dólar y al franco CFA, iniciativa que resultaba perjudicial para las transnacionales y los grupos financieros occidentales.

La orden de destruir el Estado libio vino, incluso antes que del presidente de Estados Unidos y la jerarquía de sus aliados, de la cúpula del poder económico y financiero, del famoso 1% cuyas posesiones superan las del 99% de la población mundial.


La Unión Europea abandona a los defensores de las libertades en Turquía...

Recién salido de la cárcel, el redactor-jefe de la publicación turca Cumhuriyet Gazetesi, Can Dündar, ha publicado en el diario francés Le Monde el artículo de opinión que a continuación reproducimos. Su texto revela lo que hay detrás del acuerdo negociado entre la Unión Europea y Turquía: con tal de no tener que asumir las consecuencias de la campaña de desestabilización contra Siria, Europa se compromete a pagar 3.000 millones de dólares al año y a mirar para otro lado para no ver cómo se instala una peligrosa dictadura en Ankara.

Turquía está cayendo por una pendiente de despotismo y complicidad con el yijadismo muy peligrosas, mientras su relación con la Unión Europa se encuentra en su mejor momento. ¡Cuantas conclusiones podríamos sacar de ello!

En septiembre de 2015, cerca de 3.000 refugiados sirios iniciaron una marcha hacia Edirne, la puerta de Turquía hacia Europa. Querían cruzar la frontera para llegar hasta Alemania. Habitualmente, la policía turca prohíbe cualquier tipo de concentración, aunque sea de tres personas o más. Pero esta vez se limitó a observar la marcha de los 3.000 refugiados sirios. Al principio, no entendimos las razones de aquella tolerancia. Pero, muy pronto, se hizo evidente que se trataba de una señal enviada a Europa. Dos meses después, en noviembre, la cumbre del G20 se reunía en Antalya y el regateo sobre los refugiados ocupaba la mesa de negociaciones. Entendíamos entonces que Recep Tayyip Erdoğan quería sentarse ante aquella mesa con cartas favorables en sus manos, diciendo: «Si no hacen ustedes lo que yo quiero, abro las fronteras y verán ustedes lo que sucede». Se trataba de un regateo muy sucio y parecía que las capitales europeas no tenían otra opción que aceptar aquel farol.

Cuando se reunió la cumbre del G20, los líderes occidentales se vieron ante un presidente turco que los chantajeaba abiertamente. Las minutas sobre esas negociaciones se publicaron en el sitio web griego Euro2day y el contenido de esas negociaciones fue ostensiblemente utilizado por el señor Erdoğan para ganar prestigio en materia de política interna. Según esas minutas, el regateo se desarrolló de la siguiente manera, entre el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el presidente turco:

—Donald Tusk: «Hemos acordado pagar 3.000 millones de euros en 2 años, pero me dicen que [Ahmet Davutoğlu] el primer ministro turco quiere 3.000 millones al año».
—Recep Tayyip Erdoğan: «Si lo que ustedes piensan pagar es 3.000 millones en 2 años, ni siquiera vale la pena hablar del asunto. Abriremos las fronteras con Grecia y Bulgaria y meteremos a los refugiados en autobuses».

—Donald Tusk: «La Unión Europea enfrenta dificultades [desde los atentados del 13 de noviembre de 2015 en Francia], el Acuerdo de Schengen está en peligro de ser anulado. Es por eso que tenemos que llegar a un acuerdo con ustedes».
—Recep Tayyip Erdoğan: «Si no llegamos a un acuerdo, ¿cómo harán ustedes para detener a los refugiados? ¿Los van a matar?»

Este diálogo muestra la arrogancia del señor Erdoğan, pero el diálogo verdaderamente trágico tuvo lugar durante esa misma reunión, entre Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, y el presidente turco. La Comisión había pospuesto en dos ocasiones la publicación de un informe sobre el retroceso de los derechos humanos y las libertades individuales en Turquía. Era un regalo que se ofrecía al señor Erdoğan, quien se preparaba para las elecciones del 1º de noviembre. En las minutas de la cumbre de Antalya se nota que el señor Juncker lo reconoce abiertamente, cuando declara: «Fue criticada la postergación de ese informe de evaluación hasta después de las elecciones».

Nuevamente, el señor Erdoğan lo toma con arrogancia: «Esa postergación no nos ayudó a ganar las elecciones. Es además un insulto. ¿Quién lo redactó? ¿Por qué no vinieron ustedes a verme para conocer la realidad?» Respuesta de Jean-Claude Juncker: «Fue a pedido de usted que postergamos la publicación de ese informe. Me siento engañado».

Europa fue efectivamente engañada. Había propuesto a Turquía un soborno de 3.000 millones de euros para que esta protegiera sus fronteras [de la Unión Europea] y había prometido ignorar el régimen despótico del señor Erdoğan. Pero el presidente turco había entendido que sus interlocutores estaban en un callejón sin salida. [Erdoğan] no se conformaba con una postergación de la publicación del informe ni con los 3.000 millones de euros que le proponían. Quería 3.000 millones más y aún más silencio, y finalmente obtuvo ambas cosas. El día de la publicación de las minutas, la canciller alemana, Angela Merkel, estaba en Ankara.

En la conferencia de prensa común organizada con Davutoğlu, el corresponsal de Die Welt recordó a la canciller sus críticas anteriores sobre Turquía y le preguntó por qué había optado por callarse. La señora Merkel se limitó a decir que se había discutido ese punto. Por su parte, Davutoğlu declaró: «El hecho que usted haga esa pregunta es síntoma de la libertad de prensa que existe en nuestro país». En efecto, en Turquía, los periodistas podían hacer preguntas, si aceptaban arriesgarse a perder su empleo o a ser encarcelados. Esta situación había hecho de Turquía una de las mayores cárceles de periodistas del mundo.


Mentiras

Mientras Davutoğlu declaraba que «en Turquía ningún periodista está en la cárcel por sus actividades como periodista», yo estaba frente a la televisión de la cárcel, donde me hallaba por haber publicado una información sobre el envío de armas a Siria por parte de los servicios de inteligencia turcos. Y, bajo el régimen de aislamiento carcelario en el que me encontraba, yo me decía: «¡Que mentira tan enorme!» Es cierto que, dos semanas después de aquella conferencia de prensa, la Corte Constitucional decidía nuestra salida de la cárcel bajo libertad condicional porque no habíamos hecho otra cosa que periodismo. Si miramos atrás, podemos ver a un primer ministro turco que ha mentido a Europa y a una canciller alemana que ha ofrecido la imagen de alguien que se cree esas mentiras.

La fundación de Turquía, que libró su guerra de independencia contra las fuerzas de ocupación occidentales, se basó, sin embargo, en los valores occidentales. Su líder, Atatürk, construyó la joven República sobre los valores en vigor en Europa, comenzando por el laicismo. Los demócratas de Turquía siempre reivindicaron los principios de los occidentales, la libertad, la supremacía del derecho, los derechos humanos, el laicismo. El señor Erdoğan, por su parte, declaraba en 1996, en un reportaje de la periodista Nilgün Cerrahoğlu: «La democracia es un tranvía, uno se monta en ella para ir adonde quiere y luego se baja». Hoy en día, 20 años después, es con tristeza que vemos a los líderes europeos precipitándose a montarse en el tranvía del que Erdoğan acaba de bajarse, y abandonar al borde de la línea a todos aquellos que, en Turquía, militan por esos valores democráticos. Occidente sacrifica sus principios históricos para favorecer sus intereses cotidianos y así pierde, en ese doble juego, todos sus aliados naturales. Al decir: «Mantengan lejos de nosotros a los refugiados y hagan lo que quieran en su país», Europa alquila un campo de concentración fuera de sus fronteras y aparta su mirada de la opresión que ejerce el guardián voluntario de ese campo de concentración. No sólo es una vergüenza para Occidente, es también una vergüenza para la humanidad.

Esta lucha no es una lucha entre Occidente y el Oriente, no es una lucha entre Europa y Turquía. Es la lucha entre quienes creen, tanto en Occidente como en Oriente, en la libertad de prensa, en los derechos humanos, en la democracia, y quienes pisotean esos valores. Si los primeros son derrotados, los perdedores no serán solamente los demócratas de Turquía sino el conjunto de valores universales que son el laicismo, la igualdad entre los hombres y las mujeres, la libertad de pensamiento, la independencia y la justicia.

De ser derrotados, Europa enfrentará cada vez más dificultades para defender sus fronteras de la presión de los déspotas que ella misma ha puesto en el poder.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article190826.html

EL SUICIDIO EUROPEO ANTE TURQUÍA

Al firmar con Turquía un acuerdo —por lo pronto ilegal a la luz del derecho internacional— para frenar la oleada de migrantes, los dirigentes de la Unión Europea dan un nuevo paso en lo que podríamos llamar su pacto con el diablo. Gran parte de los 3.000 millones de euros asignados a Ankara irán a parar al financiamiento de los yijadistas y, por tanto, incrementarán la cantidad de migrantes que huyen de la guerra. Por cierto, al levantar, en los próximos meses, la exigencia de visas a los ciudadanos turcos, los europeos instituyen de hecho la libre circulación entre los campamentos de al-Qaeda y Bruselas. Al imponer a los pueblos de Iraq y Siria la amenaza y la opresión de los yijadistas, a los que financian indirectamente, y al abandonar al pueblo turco entre las garras de la dictadura del presidente Erdoğan, los europeos sientan las bases de un amplísimo enfrentamiento del que ellos mismo acabarán siendo víctimas.

Durante la conferencia de prensa del 18 de marzo de 2016, parecía que el presidente de la Unión Europea, Donald Tusk —un polaco que defiende los intereses de Alemania—, trataba de apaciguar la cólera del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker —un súbdito de Luxemburgo que defiende los intereses de Estados Unidos—, bajo la mirada socarrona del primer ministro turco, Ahmet Davutoğlu (© Unión Europea).

«La democracia es como un tranvía. Lo tomamos para ir a donde queremos y una vez allí, nos bajamos». (Recep Tayyip Erdoğan, 1996).

El Consejo Europeo, reunido el 17 y el 18 de marzo de 2016, adoptó un plan tendiente a resolver el problema de la masiva oleada de migrantes provenientes de Turquía. En ese acuerdo, los 28 jefes de Estado y de gobierno de los países de la Unión Europea se plegaron a todas las exigencias de Ankara.

Ya habíamos analizado anteriormente, en este sitio web, la manera cómo Estados Unidos planeaba utilizar los acontecimientos del Medio Oriente para debilitar la Unión Europea. Desde el inicio de la actual crisis de los «refugiados», fuimos los primeros en observar simultáneamente que se trataba de un fenómeno provocado de forma deliberada y los problemas insolubles que plantearía. Nuestros análisis, por desgracia, se cumplieron, y nuestros detractores acabaron adoptando nuestras posiciones.

Para ir un poco más lejos, hoy queremos estudiar de qué manera se apoderó Turquía de la iniciativa y la continua ceguera de la Unión Europea, que persiste en seguir dejándose arrastrar por los acontecimientos.


El juego de Recep Tayyip Erdoğan

El presidente turco Erdoğan no es un político común y corriente. Pero los europeos, o sea ni los pueblos ni sus dirigentes, no parecen haberse dado cuenta.

1. En primer lugar, Recep Tayyip Erdoğan proviene de un movimiento islámico panturquista vinculado a la Hermandad Musulmana de Egipto y favorable a la restauración del Califato. Según Erdoğan —pero igualmente según sus aliados del Partido de Acción Nacionalista (en turco Milliyetçi Hareket Partisi, MHP)—, los turcos son los descendientes de los hunos de Atila, a su vez hijos del lobo de las estepas del Asia Central, del que heredaron la resistencia y la insensibilidad. Constituyen entonces una raza superior llamada a gobernar el mundo. Su alma es el islam.

El presidente Erdoğan es el único jefe de Estado del mundo que reivindica abiertamente una ideología de supremacía étnica, perfectamente comparable al supremacismo ario de los nazis. Es, además, el único jefe de Estado del mundo que niega los crímenes de su historia, principalmente las masacres del sultán Abdul Hamid II contra los no musulmanes (durante las masacres hamidianas de 1894-1895, al menos 80.000 cristianos fueron masacrados mientras que 100.000 cristianas eran incorporadas a la fuerza a los serrallos) y, posteriormente, las masacres perpetradas por la organización de los Jóvenes Turcos (genocidio contra los armenios, los asirios, los caldeos, los siriacos, los griegos pónticos y los yazidíes, desde 1915 hasta 1923, estimado en al menos 1 millón 200.000 muertos), genocidio perpetrado con ayuda de oficiales alemanes, entre los que se hallaba Rudolf Höß, futuro director del campo de concentración de Auschwitz.

Abdul Hamid II, una auténtica «mala bestia»

Rudolf Höß, SS-Obersturmbannführer: comandante del campo de concentración de Auschwitz

Al celebrar el 70º aniversario de la liberación de la pesadilla nazi, el presidente ruso Vladimir Putin subrayaba que «las ideas de supremacía racial y de exclusivismo provocaron la guerra más sangrienta de la Historia». Posteriormente, en el marco de una marcha —y sin mencionar a Turquía— el propio Putin llamaba a todos los rusos a disponerse a reeditar el sacrificio que antes realizaron sus abuelos, si ello llegara a ser necesario para salvar el principio mismo de la igualdad entre los hombres.

2. En segundo lugar, el presidente Erdoğan, respaldado sólo por un tercio de la población turca, gobierna su país en solitario y recurriendo a medios coercitivos. Hoy es imposible saber con precisión lo que piensa el pueblo turco ya que la publicación de toda información que cuestione la legitimidad del presidente Erdoğan se considera una amenaza contra la seguridad del Estado y se castiga con el encarcelamiento inmediato. Según los últimos estudios publicados —en octubre de 2015—, sólo una tercera parte de los electores respalda a Erdoğan. Es mucho menos que el respaldo que tenían los nazis en 1933, cuando obtuvieron un 43% de los votos. Eso implica que el presidente Erdoğan sólo pudo ganar las elecciones legislativas «arreglándolas» descaradamente. Por ejemplo:
—Los medios de prensa de la oposición fueron literalmente amordazados: los matones del partido de Erdoğan (AKP) asaltaron los importantes diarios Hürriyet y Sabah; hubo investigaciones abiertas contra periodistas y órganos de prensa acusados de respaldar el «terrorismo» o de referirse al presidente Erdoğan en términos difamatorios; también hubo sitios web bloqueados; proveedores de servicios informáticos suprimieron de su oferta los canales de televisión de la oposición; de los 5 canales de televisión con cobertura nacional 3 fueron en su programación claramente favorables al partido en el poder y la policía cerró los otros dos canales, Bugün TV y Kanaltürk.
—Un Estado extranjero, Arabia Saudita, repartió 7.000 millones de libras (unos 2.000 millones de euros) en «donaciones» para «convencer» a los electores de que debían votar por Erdoğan.
—128 oficinas del HDP (partido de izquierda) fueron atacadas por los matones del partido del presidente Erdoğan, muchos candidatos y sus equipos de campaña fueron golpeados, más de 300 comercios pertenecientes a kurdos fueron saqueados, decenas de candidatos del HDP fueron arrestados y puestos bajo detención temporal durante la campaña electoral.
—Más de 2.000 opositores resultaron muertos durante la campaña electoral, tanto en atentados como a causa de la represión gubernamental contra el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). En el sureste de Turquía, varias localidades fueron parcialmente destruidas por los blindados del ejército turco.

A partir de la «elección» de Erdoğan, una placa de plomo cayó sobre el país. Se hizo imposible obtener información sobre el estado de Turquía a través de su prensa nacional. El principal diario de la oposición, Zaman, fue puesto bajo tutela y ahora se limita a exaltar la grandeza del «sultán» Erdoğan. La guerra civil, que ya convulsiona el este de Turquía, está extendiéndose, con atentados en Ankara e incluso en Estambul, ante la total indiferencia de los europeos.

El señor Erdoğan está gobernando prácticamente solo, rodeado sólo de un grupo muy restringido del que forma parte el primer ministro Ahmet Davutoğlu. Como si eso fuera poco, Erdoğan declaró públicamente, en plena campaña electoral, que ya no estaba aplicando la Constitución y que ahora todos los poderes están en sus manos.

El 14 de marzo de 2016, el presidente Erdoğan que, ante los kurdos, «la democracia, la libertad y el estado de derecho ya no tienen el menor valor». Y anunció su intención de ampliar la definición legal de «terrorista» para incluir en ella a todos los que él considera «enemigos de los turcos», o sea a los turcos y no turcos que se oponen a su supremacismo.

Al precio de 500 millones de euros, Recep Tayyip Erdoğan hizo erigir el palacio más grande dedicado a ser residencia de un jefe de Estado en todo la historia del mundo. El «palacio blanco», referencia al color de su partido —el AKP— abarca 200.000 metros cuadrados y dispone de todo tipo de instalaciones, entre los que se hallan búnkeres ultramodernos de alta seguridad con comunicaciones vía satélite.

3. En tercer lugar, el presidente Erdoğan está utilizando poderes que se ha arrogado, en violación de la Constitución turca, para convertir el Estado turco en padrino del yijadismo internacional. En diciembre de 2015, la policía y la justicia turcas lograron comprobar que el propio presidente Erdoğan y su hijo Bilal mantenían vínculos personales con Yassin Kadi, el banquero de al-Qaeda. Así que el presidente turco destituyó a los policías y magistrados que se habían atrevido a «atentar contra los intereses de Turquía» (sic), mientras que el propio Yassin Kadi y el Estado turco emprendían un proceso judicial contra el periódico de izquierda BirGün por haber reproducido mi editorial titulado «Al-Qaeda, eterno auxiliar de la OTAN».

En febrero pasado, la Federación Rusa entregaba al Consejo de Seguridad de la ONU un informe de inteligencia que demostraba el apoyo que el Estado turco aporta al yijadismo internacional, en violación de numerosas resoluciones de ese mismo órgano de Naciones Unidas. Yo mismo publiqué un estudio detallado sobre esas acusaciones, estudio que fue inmediatamente censurado en Turquía.


La respuesta de la Unión Europea

La Unión Europea había enviado una delegación encargada de supervisar las elecciones legislativas turcas de noviembre de 2015. Esa delegación pospuso durante mucho tiempo la publicación de su informe, para acabar publicando una breve versión edulcorada de ese texto.

Presas del pánico ante la respuesta de sus poblaciones, que están reaccionando duramente ante la entrada masiva de migrantes —y, en el caso de los alemanes, ante la abolición del salario mínimo provocada por esa oleada de migrantes—, los 28 jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea han preparado con Ankara un procedimiento para que Turquía se encargue de resolverles el problema. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, señaló de inmediato que la solución adoptada viola el derecho internacional. Pero, incluso suponiendo que sea posible mejorar las cosas, no es ese el problema fundamental.

La Unión Europea se ha comprometido:
—a pagar a Turquía 3.000 millones de euros al año para que ese país ayude la Unión a enfrentar sus obligaciones… pero no establece ningún mecanismo de verificación del uso que dará Ankara a esos fondos;
—a eliminar la exigencia de visas a los turcos para entrar en los países de la Unión Europea: medida que debe entrar en vigor en sólo meses, quizás incluso en unas pocas semanas;
—a acelerar las negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la Unión Europea: lo cual será a mucho más largo plazo y menos probable que la medida sobre la eliminación de la exigencia de visas.

En otras palabras, cegados por la reciente derrota electoral de Angela Merkel, los dirigentes europeos se limitaron a buscar una solución temporal para frenar el flujo de migrantes, sin tratar de resolver la causa del problema y sin tener en cuenta la infiltración de yijadistas que puede producirse a través de ese flujo.

¿Qué hemos hecho? © Unión Europea


El antecedente de Múnich


En los años 1930s, las élites europeas y estadounidenses consideraban que la URSS, debido a su modelo, representaba una amenaza para sus intereses de clase. Y por eso apoyaron colectivamente el proyecto nazi tendiente a colonizar el este de Europa y a destruir los pueblos eslavos. A pesar de los repetidos llamados de Moscú a la creación de una gran alianza contra el nazismo, los dirigentes europeos aceptaron entonces todas las exigencias del canciller Adolfo Hitler, incluyendo la anexión de los Sudetes. Así surgieron los Acuerdos de Múnich, ante los cuales la URSS se vio obligada a adoptar una política de «sálvese quien pueda» que la llevó, por su parte, a firmar el Pacto Ribbentrop-Mólotov. Ya era demasiado tarde cuando algunos dirigentes europeos, y más tarde estadounidenses, por fin se dieron cuenta del error que habían cometido y finalmente se decidieron a aliarse con Moscú en contra de los nazis.

Firma del pacto. Mólotov está a punto de firmar. Tras él se encuentran Ribbentrop (con los ojos cerrados) y Stalin a su izquierda.

Y hoy estamos viendo la repetición de los mismos errores. Las élites europeas ven en la República Árabe Siria un adversario, ya sea porque defienden el punto de vista colonialista de Israel o porque abrigan la esperanza de recolonizar el Levante para sí mismas y de apoderarse así de las gigantescas reservas de gas aún sin explotar que existen en esa región. Por eso apoyaron la operación secreta de Estados Unidos tendiente a provocar un «cambio de régimen» y fingieron creerse la fábula de la «primavera árabe». Al cabo de 5 años de guerra a través de intermediarios, viendo que el presidente sirio Bashar al-Asad sigue en Damasco a pesar de los miles de veces que se predijo su dimisión, los europeos deciden ahora financiar con 3.000 millones de euros al año el apoyo que Turquía aporta a los yijadistas. Según la lógica de las élites europeas, ese financiamiento tendría que llevarlas finalmente a la victoria y poner fin a la ola migratoria. Y ya será demasiado tarde cuando se den cuenta de que, al eliminar la exigencia de visas a los nacionales turcos, han autorizado la libre circulación entre los campamentos de al-Qaeda en Turquía y Bruselas.

La comparación con el fin de los años 1930s viene a nuestra mente sobre todo porque en el momento de los Acuerdos de Múnich el Reich nazi ya había anexado Austria, sin que ello provocara ninguna reacción notable de parte de los demás Estados europeos. Hoy en día, Turquía ya ocupa el noreste de Chipre, país miembro de la Unión Europea, y una franja de varios kilómetros de profundidad en Siria, territorio sirio que incluso administra a través de un walli (prefecto), nombrado expresamente por Ankara. No sólo la Unión Europea guarda silencio sobre esos hechos sino que, con su actitud, estimula a Ankara a proseguir con su política de anexiones, que de hecho viola el derecho internacional. La lógica común del canciller Hitler y del presidente Erdoğan se basa en la unificación de la «raza» y la purificación de la población. Hitler quería unir las poblaciones de «raza alemana» y purificarlas excluyendo a los elementos «extranjeros» (judíos y roms), Erdogan quiere unir las poblaciones de «raza turca» y purificarlas excluyendo a los elementos «extranjeros» (kurdos y cristianos).

En 1938, las élites europeas creían en la amistad del canciller Hitler. Hoy en día creen en la del presidente Erdoğan.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article190865.html#nh12

30 AÑOS DE ESCLAVITUD


Se anda celebrando en estos días el trigésimo aniversario de la «adhesión de España» a la Unión Europea, que es tanto como si el sifilítico terminal celebrase la fecha en la que contrajo el treponema. Treinta años de sometimiento y esclavitud, de desnaturalización y extrañamiento que han dejado a España convertida en un harapo en todos los órdenes, una colonia de cipayos que, mientras son ordeñados concienzudamente, mientras son despojados de sus tradiciones, mientras contemplan los muros desmoronados de la patria, siguen farfullando memeces sobre los años de «prosperidad» que la «adhesión» nos ha brindado y (risum teneatis) sobre una Europa de fantasía fundada en el cristianismo, la filosofía griega y el derecho romano. Como diría Manolo Morán en Bienvenido, míster Marshall: «Cursiladas y mamarrachadas».

Europa (la Europa verdadera, no esa versión de merengue que se han inventado los noños y los meapilas) nació de la ruptura con el cristianismo, la filosofía griega y el derecho romano. La Europa verdadera nació —como muy bien explica Elías de Tejada—:
  1. de la ruptura religiosa de Lutero, 
  2. la ruptura ética de Maquiavelo, 
  3. la ruptura política de Bodigo
  4. la ruptura jurídica de Hobbes 
  5. y la ruptura social de la Paz de Westfalia
Y estas cinco rupturas hallarían su desembocadura común en los procesos revolucionarios, de neta inspiración antiespañola. Pues el propósito de Europa fue siempre destruir España, algo que empezó a lograr a comienzos del XIX, hasta la rendición definitiva, consumada con la «adhesión» (en realidad rendición) de España a la UE.

El profesor Miguel Ayuso, en EL ESTADO EN SU LABERINTO, ha estudiado los destrozos políticos que ha causado nuestra rendición a la UE. Europa ha sido, en efecto, la culpable principal del clima «postestatal» que se respira en España, mediante la «transferencia de competencias estatales que implican su abandono y no una simple delegación» a brumosos organismos burocráticos con sede en Bruselas; así como de la dispersión del poder político en grotescos entes autonómicos que sólo se reconocen en una supranacionalidad europea igualmente grotesca. Toda esta desnaturalización y desintegración política —nos refiere Ayuso— nos ha convertido en rehenes de «organismos supranacionales que se han evidenciado vacíos de toda idea moral, como no lo sea la muy vaga y hasta aniquilante del pacifismo a ultranza». Esta debilitación del Estado —señala también Ayuso— ha culminado con «la rendición de la política a la administración del economicismo» al servicio de un neoliberalismo globalizador que favorece a las grandes corporaciones multinacionales, a costa de desbaratar la economía natural de las naciones.

Miguel Ayuso es Doctor en Derecho, Catedrático de Ciencia Política y Derecho Constitucional en la Universidad Pontificia Comillas, Presidente de la Unión Internacional de Juristas Católicos, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Udine, ITA y Director Científico del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II.

La UE nos ha destruido políticamente; ha arruinado nuestra economía natural (sobornando a agricultores y ganaderos, cerrando nuestras fábricas y convirtiéndonos en suministradores de «servicios»); ha aniquilado todo vestigio de justicia social (todas las reformas laborales que hemos padecido han sido impuestas por los peleles de Bruselas, al servicio de la plutocracia internacional); y, en fin, ha arrasado nuestras tradiciones seculares, convirtiéndonos en masa cretinizada, desdiosada y «multicultural». ¡Ah, y nos ha facilitado el «acceso libre al porno», como señaló orgulloso el botarate que preside el Partido Popular Europeo!

Ese descenso a la mierda es lo que celebramos en estos días. Pobre España, humillada, mendicante y genuflexa, convertida en sanatorio de sifilíticos terminales que le ponen una tarta con velitas al treponema que los convirtió en eunucos.