LO QUE NO SE DIJO EN LA CUMBRE CUATRIPARTITA SOBRE SIRIA.

La cumbre cuadripartita sobre Siria que acaba de realizarse en Estambul validó los avances políticos logrados gracias a las iniciativas rusas pero no tomó decisiones. Moscú se dedicó tratar de que sus interlocutores de Turquía, Francia y Alemania entendieran lo que ha venido haciendo. A los aliados de Washington les cuesta trabajo digerir la derrota y sacar de ella las conclusiones necesarias.


Desde que se adoptó el acuerdo ruso-estadounidense de Helsinki, en julio pasado, el presidente Donald Trump ha estado tratando de retirar de Siria las fuerzas de Estados Unidos presentes allí, mientras que el Pentágono insiste en que se mantengan en suelo sirio para impedir que Rusia decida sola el futuro de ese país. Por su parte, los aliados de Washington no quieren aceptar la derrota.

La cumbre cuatripartita de Estambul apuntaba a propiciar el acercamiento entre los puntos de vista de Rusia, Turquía, Francia y Alemania. Cuando leemos el comunicado final de ese encuentro parece que los participantes se entendieron de maravillas. Pero esa ilusión desaparece cuando comparamos ese texto con lo que publica la prensa en cada uno de los países implicados.

La manzana de la discordia, que ni siquiera llega a mencionarse en el comunicado, es la Constitución que los electores sirios adoptaron en el referéndum realizado en 2012.

—Después de haberse planteado la posibilidad de aplicar en Siria el modelo federal de las repúblicas de carácter étnico, Rusia tuvo que aceptar el hecho que la situación de la República Árabe Siria es completamente diferente a la suya. En Siria, las comunidades no están distribuidas en zonas geográficas precisas y delimitadas. Por consiguiente, Moscú no tiene intenciones de inmiscuirse en ese debate.

—Desde el punto de vista de Turquía resultaría conveniente repetir en Siria lo que ya hizo en Chipre. En 1974, la supuesta operación «Paz para Chipre» recibía una designación codificada mucho más explícita: «Operación Atila». Su objetivo era anexar el norte de la isla, con la aprobación del entonces secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger. Hoy en día, la «Operación Rama de Olivo» podría permitir anexar el norte de Siria y convertir así parcialmente en realidad el «Juramento de Atatürk».

—Desde el punto de vista de Francia, se mantiene el sueño de renovar el «mandato» que la Sociedad de las Naciones había otorgado a Francia sobre Siria —en 1920— en aplicación del acuerdo Sykes-Picot (1915). Como la descolonización había comenzado al final de la 1GM, la Sociedad de las Naciones explicó entonces que el mandato francés sobre Siria garantizaría un «periodo de transición» entre la independencia de facto y una verdadera independencia (sic). Conservando aquel mismo vocabulario, el presidente francés Francois Hollande decía después en Nueva York que era necesario instaurar un nuevo «mandato» sobre Siria. Su sucesor, Emmanuel Macron, afirma ahora que hay que organizar un «periodo de transición», sin atreverse nunca a decir exactamente entre qué y qué sería tal transición.

Al término de la 2GM, lo que podríamos llamar el «Partido colonial» —teniendo en cuenta que no estamos hablando de un verdadero partido político sino de un grupo de influencia en el que participaban los partidos políticos franceses— no aceptó la descolonización. Sin autorización del gobierno establecido en París, el ejército francés no sólo bombardeó Siria —en 1945, o sea cuando ya estaba proclamada la independencia— sino que también perpetró en Argelia las masacres de Sétif, Guelma y Kherrata, (también en 1945) y cometió en Indochina la masacre de Hải Phòng (en 1946).

Siguiendo esa ideología, Francia plantea también la creación de un «hogar nacional kurdo», según el modelo que los británicos aplicaron en Palestina.

—Desde el punto de vista de Alemania, para terminar, ¿qué importa la Constitución siria? Lo conveniente es estimular nuevamente la migración de los sirios anteriormente desplazados por iniciativa conjunta de la OTAN y de los grandes industriales alemanes y enviarlos de regreso a su país. En el plano estratégico, la operación tendiente a desangrar a Siria vaciándola de su población no permitió alcanzar la victoria. En el plano económico, no fue posible integrar la gran mayoría de los migrantes al trabajo en la industria pesada. Y ahora los electores alemanes reprochan a la canciller Merkel haber impuesto a la población alemana la pesada carga de la ayuda social a los migrantes.

En el entorno de la canciller Merkel ahora se dan cuenta, ya demasiado tarde, de que la atracción de Alemania como destino para las poblaciones de los países del sur es tal que el número de migrantes habría sido el mismo, con guerra o sin ella, en cuanto Berlín anunciara su intención de aceptar a todas las personas que deseaban migrar a ese país.

VALOR DE GIBRALTAR PARA INGLATERRA Y ESPAÑA

Una idea artificialmente extendida desde hace muchos años por los actuales partidos afirma que Gibraltar carece de importancia y que insistir en ella resulta una actitud «reaccionaria» o «franquista». Claro está que si así fuera habría que preguntarse por qué, en cambio, el Peñón tiene tal valor para la potencia colonizadora, tan alejada geográficamente de él. Una colonia por cuya posesión Inglaterra no se contentó con el leonino Tratado de Utrecht, sino que ha vulnerado sus términos con increíble arrogancia hasta hoy mismo, y hace caso omiso de la resolución de la ONU al respecto. Salta a la vista, entonces, que sí tiene un interés de primer orden para Inglaterra.

Territorios cedidos por España como consecuencia del Tratado de Utrecht (1713)

Ese interés es cuádruple. En primer lugar, la posesión de Gibraltar aseguraba las comunicaciones del Imperio Británico, y hoy el control de un punto estratégico de la importancia del estrecho; en segundo lugar, era y es un símbolo del poder imperial inglés y de la humillación de España, con la que históricamente sostuvo largas rivalidades y a la que hoy obliga a soportar la única colonia europea, en invasión de territorio español: tal es un significado de la bandera británica ondeando sobre el Peñón; en tercer lugar, la colonia es un fructífero centro de negocios y tráficos legales e ilegales, que parasitan a España; en cuarto lugar, el Peñón constituye un núcleo de espionaje y  amenaza sobre nuestro país, y de corrupción de políticos, partidos y medios de prensa españoles.

Podría creerse que ese interés es anacrónico, pues ha desaparecido su imperio y teóricamente los dos países son amigos y aliados. Pero se trata de una falsa apreciación. La mentalidad y la práctica internacional inglesas siguen siendo en gran medida imperiales. Así, Londres mantiene colonias, enclaves y bases en otros lugares del mundo, y es el país de Europa Occidental que más gasta en fuerzas armadas casi 70.000 millones de dólares en 2009, más que otros económicamente superiores, como Francia (67.000 millones), Alemania (48.000 millones) o Rusia (61.000 millones), esta con población y extensión mucho mayores, y con muchos más conflictos potenciales. Solo dos países superan el gasto militar inglés, USA y China, e Inglaterra supera proporcionalmente a la segunda, con un 2,5% del PIB frente a un 2%. Estas cifras han variado considerablemente, pero no esencialmente, en estos años (Arabia Saudí, por ejemplo, se ha convertido en uno de los países de mayor presupuesto militar). Pero todavía más importancia tiene el hecho de ser Inglaterra el segundo país dominante en la OTAN, con una relación especial con el primero, es decir, con USA. La OTAN es fundamentalmente una alianza al servicio de las dos potencias anglosajonas.

Es obvio, por tanto, que si Inglaterra concede tanta importancia a Gibraltar, España, cuyo territorio se encuentra invadido, debe concederle mucha más todavía. Pero desde que el PSOE abrió la verja, convirtiendo la colonia en un emporio para el invasor, los gobiernos, tanto de derecha como de izquierda, se han empeñado en una política servil hacia Inglaterra en contra de todos los intereses de España. Una potencia que invade nuestro país no puede ser en ningún caso aliada y amiga, y un gobierno que representase los intereses de España, cosa que no ha ocurrido desde Leopoldo Calvo Sotelo, tendría que mantener una presión permanente, incluido el cierre de la verja, sobre esta agresión permanente que sufrimos, a causa no tanto de Inglaterra sino de los infames gobiernos españoles actuales. Pues el problema de Gibraltar está íntimamente ligado a otros muchos creados por esos mismos gobiernos, en particular las tensiones separatistas, la desvirtuación de la democracia y la entrega ilegal de soberanía a la burocracia de Bruselas. Todo va en el mismo lote. Y es preciso reaccionar, empezando por denunciar una realidad que esos partidos y gobiernos tratan de mantener oculta.

La Asamblea General de la ONU no podrá debatir sobre el Tratado INF.

La Primera Comisión de la Asamblea General de la ONU, la comisión a cargo del desarme y la seguridad internacional, rechazó el 25 de octubre de 2018 la posibilidad de analizar un proyecto de resolución presentado por Rusia sobre el Tratado INF (Tratado sobre las Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, siglas en inglés).

Observaciones: 
—25 países miembros de la OTAN votaron contra el posible análisis del proyecto de resolución ruso (indicaron que fue presentado después del plazo reglamentario, que expiró el 18 de octubre); 
—31 países votaron a favor del análisis de la resolución por considerar que el proyecto de resolución ruso responde a una declaración de Estados Unidos emitida el 20 de octubre y que la gravedad del tema justifica su inscripción excepcional en la agenda; 
—25 países se abstuvieron.

Según las reglas de funcionamiento de la ONU, Rusia podría convocar un debate urgente sobre el Tratado INF en el Consejo de Seguridad pero habría que esperar un año para debatir ese tema en la Asamblea General.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article203654.html

Apertura de la Future Investment Initiative de Riad

La Future Investment Initiative comenzó en Riad este martes 23 de octubre de 2018. Iniciada en 2017 por iniciativa de Arabia Saudita, esta conferencia estaba destinada a celebrarse anualmente pero la mayoría de los oradores y patrocinadores extranjeros han decidido retirarse del encuentro como consecuencia del asesinato de Yamal Khashoggi.

La Future Investment Initiative se presentaba como el «Davos del desierto». En su primera edición, el año pasado, el príncipe Mohammad bin Salman («MBS»), heredero del trono saudita, había presentado el proyecto Neom, que no es otra cosa que la creación de un paraíso fiscal en el Mar Rojo para la élite mundial. También anunció entonces que Arabia Saudita abandonaría el wahabismo.

Este es un logotipo propiedad de «City of Neom» para Neom

Durante el año transcurrido, el proyecto Neom fue puesto en manos de Klaus Kleinfeld, uno de los administradores del Grupo de Bilderberg, y se extendió a la orilla occidental del Mar Rojo con ayuda de Egipto. Israel estaba a cargo de la seguridad.

Desde aquellos anuncios, no se ha visto nada que indique un abandono del wahabismo en el reino de los Saud, aparte de que las mujeres ahora tienen derecho a conducir automóviles… siempre que lo hagan en presencia de un tutor legal.

La renuncia de los principales patrocinadores y oradores extranjeros a participar en la conferencia parece confirmar que las potencias occidentales planean marginar al príncipe heredero Mohammad bin Salman, hijo del actual rey Salman de Arabia Saudita.

Se sabe que el Consejo de Familia restringido de los Saud está reuniéndose en secreto desde hace varios días para revisar nuevamente la modalidad de sucesión a la cabeza del reino.

Macedonia se convierte en «democracia» al estilo estadounidense.

El parlamento de la Macedonia exyugoslava adoptó por «mayoría cualificada» el principio de una modificación constitucional que autoriza a cambiar el nombre de la República así como como su incorporación a la OTAN y a la Unión Europea.

Hace sólo 3 meses, el 14 de julio, el gobierno del primer ministro macedonio Zoran Zaev organizaba una gran fiesta nacional para celebrar la apertura de negociaciones con vista a la incorporación de la República de Macedonia a la OTAN. Pero sus conciudadanos boicotearon los 14 conciertos gratuitos organizados en todo el país y ninguno llegó a celebrarse.

Zoran Zaev es el Primer Ministro de la República de Macedonia desde el 31 de mayo de 2017 y también líder político de la Unión Socialdemócrata de Macedonia.

Hace menos de 4 semanas, el 30 de septiembre, el 63,09% de los electores macedonios se abstuvo de acudir a las urnas durante el referéndum sobre el cambio de nombre del país, negociado por el gobierno con el primer ministro griego Alexis Tsipras. Debido al ínfimo porcentaje de participación de los electores, la comisión electoral nacional se vio obligada a anular la consulta.

Pero Washington y la Unión Europea decidieron utilizar el parlamento macedonio para burlar la voluntad de los electores.

Los embajadores de Estados Unidos en Macedonia, Jess L. Baily (quien supervisó la incorporación de Turquía a las guerras contra Libia y Siria), y en Grecia, Geoffrey R. Pyatt (organizador en 2014 del golpe de Estado de la plaza Maidan en Ucrania y, ahora en 2018, del cisma en el seno de la iglesia ortodoxa), iniciaron de inmediato una operación de compra de votos entre los diputados macedonios. Mathew Palmer, director a cargo de los Balcanes en el Departamento de Estado, para respaldar la campaña de compra de votos.

Los procesos judiciales iniciados contra 8 diputados de la oposición fueron cancelados abruptamente y los que estaban detenidos fueron liberados. El «agente Tesla» entregó a cada uno de ellos 250.000 dólares para que votaran conforme a los deseos de Washington. Así lo hicieron y, considerándolos traidores a la Patria, la formación política a la que pertenecían ha decidido excluirlos de sus filas.

El embajador de Estados Unidos Jess L. Baily y el asistente adjunto del secretario de Estado estaban presentes en la sede del parlamento macedonio durante el debate y el posterior voto de los diputados.

Inmediatamente después del voto en el parlamento, el ministro del Interior anunció que ha decidido otorgar una protección personal especial a cada uno de los diputados que votaron por el cambio de nombre de Macedonia y a favor de la incorporación de la República a la OTAN y a la Unión Europea.

Así entra la Macedonia exyugoslava en el «campo de la democracia» (sic).

Mientras tanto, en Atenas, el ministro griego de Exteriores, Nikos Kotzias, acaba de presentar su dimisión.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article203604.html

El pacto del reino saudita con Estados Unidos sólo protege al rey, sin incluir al príncipe heredero.

Los panameños que recuerdan como Washington arrestó a su ex empleado, el general Antonio Noriega, no se sorprenden del destino que Estados Unidos parece deparar al príncipe heredero saudita. El asesinato de Yamal Khashoggi está lejos de ser el peor de los crímenes del príncipe Mohamed bin Salman, pero pudiera ser el último. El pacto de Estados Unidos con la familia real protege sólo al rey y Washington puede aprovechar la coyuntura para embolsarse varios miles de millones de dólares.

El asesinato de Yamal Khashoggi es uno de los numerosísimos casos donde se aplica la ética de geometría variable que practican las potencias occidentales.

El reino de los Saud
Hace 70 años que las potencias occidentales prefieren ignorar lo que todo el mundo sabe: Arabia Saudita no es un país como los demás. Es propiedad privada del rey que la gobierna y todos los que allí residen están al servicio de ese rey. El nombre mismo del país —Arabia Saudita— proclama que se trata, ante todo, de la «residencia» de los Saud.

En el siglo XVIII, una tribu de beduinos —los Saud— concluyó una alianza con la secta de los wahabitas y se levantó contra el Imperio Otomano. Lograron instaurar un reino en Hiyaz, región de la Península Arábiga donde se encuentran las ciudades santas de Medina y La Meca. Pero pronto tuvieron que enfrentar la represión otomana.
A principios del siglo XIX, un sobreviviente de la tribu de los Saud inicia una nueva revuelta. Pero los miembros de su familia comienzan a luchar entre sí y acaban nuevamente derrotados por los otomanos.
Finalmente, ya en el siglo XX, los británicos apuestan por los Saud para acabar con el Imperio Otomano y poder explotar los yacimientos petrolíferos de la Península Arábiga. Con ayuda de Lawrence de Arabia, fundan el reino actual.


La diplomacia británica sabía perfectamente que tanto los Saud como los wahabitas se habían ganado el odio de sus servidores y que serían incapaces de entenderse con sus vecinos. El desequilibrio militar entre los Saud, armados con sables, y el armamento moderno de los británicos garantizaba que esa familia nunca pudiese rebelarse contra sus amos occidentales.

Pero al final de la 2GM, Estados Unidos aprovecha el debilitamiento del Reino Unido para suplantarlo. El presidente Roosevelt concluye con el fundador del reino saudita el llamado «Pacto del Quincy». En ese pacto, Estados Unidos se comprometía a proteger a la familia Saud a cambio del petróleo del reino. Los Saud también se comprometían a no oponerse a la creación de un Estado judío en Palestina. George W. Bush renovó aquel pacto en los años 2000.

El fundador del wahabismo, Muhámmad ibn Abd-al-Wahhab, estimaba que quienes no se unieran a su secta debían ser exterminados. Numerosos autores han resaltado la cercanía entre el modo de vida de los wahabitas y el de algunas sectas judías ortodoxas, así como el parecido entre los razonamientos de los teólogos wahabitas y los de algunos pastores cristianos puritanos.

Bandera de Arabia Saudí donde encontramos escrita la profesión de fe en el islam. «No hay más dios que Dios, [y] Mahoma es su profeta».

Sin embargo, para mantener la influencia británica en el Medio Oriente, Londres decide combatir a los nacionalistas árabes y respaldar a la Hermandad Musulmana y a la secta de los Nachqbandis. Es por eso que, en 1962, los británicos solicitaron a los Saud que crearan la Liga Islámica Mundial y después —en 1969— la creación de lo que hoy llamamos la Organización para la Cooperación Islámica. El wahabismo acabó admitiendo el islam sunita —al que hasta entonces había combatido— y ahora se erige en protector del sunismo mientras se obstina en combatir las demás manifestaciones del islam.

Tratando de evitar las guerras fratricidas que habían marcado la historia de su familia en el siglo XIX, el rey Ibn Saud instituyó un sistema de sucesión que, a la muerte del rey, transfería la corona al mayor de sus hermanos. El fundador del reino había tenido 32 esposas, que le dieron 53 hijos y 36 hijas. El mayor de los sobrevivientes —el actual rey Salman— tiene 82 años. En aras de salvar el reino, el Consejo de Familia de los Saud aceptó en 2015 modificar la regla de sucesión y designar a los hijos del príncipe Nayef y del rey Salman como futuros herederos. Pero el príncipe Mohamed bin Salman —hijo del actual rey Salman— apartó de su camino al hijo de Nayef convirtiéndose así en único príncipe heredero del trono.

Las costumbres de los Saud
En la Antigüedad, el término «árabe» designaba a los pueblos arameos que vivían del lado sirio del Éufrates. Según esa definición, los Saud no son árabes. Sin embargo, como el Corán fue reexaminado por el Califa en Damasco, el término «árabe» designa hoy a los pueblos que hablan la lengua del Corán, lo cual incluye a los de la región de Hiyaz. Ese término genérico abarca hoy las civilizaciones —muy diferentes entre sí— de los beduinos del desierto y de los pueblos de las ciudades de un vasto conjunto geográfico que se extiende desde el Océano Atlántico hasta el Golfo Pérsico.


La familia Saud pasó bruscamente del camello al jet privado, pero ha conservado, en pleno siglo XXI, la cultura arcaica del desierto. Ejemplo de ello es su odio hacia la Historia. Los Saud han destruido todo rastro de la historia de su país. Esa es la mentalidad retrógrada que se expresó en las destrucciones de monumentos históricos y arqueológicos perpetradas por los yijadistas en Iraq y en Siria. No existe ninguna otra razón que justifique la decisión de los Saud de destruir la casa del Profeta Mahoma y la destrucción de las históricas tablillas sumerias perpetrada por los yijadistas del Emirato Islámico (Daesh).

Las potencias occidentales que en el pasado utilizaron a los Saud para acabar con el Imperio Otomano —hecho que todos reconocen hoy en día— son las mismas que utilizaron a los yijadistas, financiados por los Saud y formateados ideológicamente por los wahabitas, para destruir Iraq y Siria.

Aunque ya nadie quiere recordarlo, al principio de la agresión contra Siria, mientras la prensa occidental nos servía la fábula de la «primavera árabe», Arabia Saudita sólo exigía que el presidente Bashar al-Asad dejara el cargo. Riad aceptaba que se quedaran sus consejeros, su gobierno y hasta su ejército y sus servicios secretos. Sólo quería la cabeza de Asad… porque Asad no es sunita.

Cuando el príncipe Mohammad bin Salmán (a quien la prensa prefiere llamar «MBS») se convirtió en el ministro de Defensa más joven del mundo, exigió poder explotar los yacimientos petrolíferos que abarcan parte de su país y del territorio yemenita. Ante la negativa de Yemen, inició una guerra con la que esperaba cubrirse de gloria, como su abuelo. Pero, a través de la Historia, nadie ha logrado mantenerse en Yemen, ni en Afganistán. Poco importa, el príncipe heredero «demuestra» su poderío hambreando a 7 millones de personas. Todos los miembros del Consejo de Seguridad dicen sentir preocupación ante la crisis humanitaria en Yemen, pero ninguno se atreve a criticar al «valeroso» príncipe MBS.

Como consejero de su padre el rey, MBS propone eliminar al jefe de la oposición saudita: el jeque Nimr Baqr al-Nimr. El jeque al-Nimr era partidario de la no violencia… pero era chiita, o sea un «infiel», según la visión de los wahabitas. El jeque al-Nimr fue decapitado, sin que las potencias occidentales se escandalizaran por ello. Después, MBS destruyó Mussawara y Chuweikat, en la región saudita de Qatif, ¡de población fundamentalmente chiita! Las potencias occidentales tampoco vieron allí las ciudades arrasadas por los blindados del reino ni sus pobladores masacrados.

El príncipe heredero no soporta la menor contradicción y en junio de 2017 empujó a su padre a romper con Qatar, porque el pequeño pero riquísimo emirato había tenido la audacia de ponerse del lado de Irán ante Arabia Saudita. MBS intimó entonces a todos los países árabes a seguirlo en su disputa con Qatar y logró hacerlo retroceder temporalmente.

Al llegar a la Casa Blanca, el presidente Trump decide ser pragmático. Acepta la agonía de los yemenitas, a condición de que Riad ponga fin al respaldo que aportaba a los yijadistas.

Es entonces cuando al consejero de Trump, su yerno Jared Kushner, se le ocurre la idea de recuperar el dinero que los Saud ganan con el petróleo y usarlo para revitalizar la economía de Estados Unidos. La inmensa fortuna de los Saud es el dinero que las potencias occidentales en general y los estadounidenses en particular han venido pagando por el petróleo saudita. No es fruto del trabajo de la familia real sino la renta que sacan de un país que les pertenece. El príncipe Mohammad bin Salmán organiza entonces el golpe palaciego de noviembre de 2017. Al menos 1.300 miembros de la familia real son puestos bajo arresto domiciliario, incluyendo al primer ministro libanés Saad Hariri, descendiente bastardo del clan Fadh. Algunos de ellos son torturados para «convencerlos» de que deben «ofrecer» la mitad de sus fortunas al príncipe heredero, quien se echa así en el bolsillo 800.000 millones de dólares en dinero y en acciones. ¡Craso error!

La fortuna de los Saud, hasta entonces dispersa entre todos los príncipes y sus descendientes, se concentra ahora en una mano que no es la del rey, representante del Estado. Así que sólo hay que torcer esa única mano para recuperar el botín.

El príncipe MBS amenaza también con imponer a Kuwait el destino que ya sufre Yemen, si él no puede explotar las reservas de petróleo ubicadas en las regiones limítrofes con Arabia Saudita. Pero el viento y el tiempo ya no son favorables al heredero.

La operación Khashoggi
Sólo había que esperar la oportunidad. El 2 de octubre de 2018, uno de los servidores del acaudalado príncipe Al-Walid ben Talal Abdulaziz Al-Saud, el periodista Yamal Khashoggi, es asesinado por orden de MBS en la sede del consulado de Arabia Saudita en Estambul, lo cual constituye una violación del artículo 55 de la Convención de Viena sobre las relaciones consulares.

Yamal Khashoggi era nieto del médico personal del rey Abdul Aziz y sobrino del vendedor de armas Adnan Khashoggi, el hombre que equipó la fuerza aérea saudita y posteriormente armó —por cuenta del Pentágono— al Irán chiita contra el Iraq sunita. Samira Khashoggi, tía de Yamal Khashoggi, es la madre de otro vendedor de armas, Dodi Al-Fayed, amante de la mediática princesa británica Lady Diana, junto a la cual fue eliminado.

Yamal Khashoggi estaba implicado en un nuevo golpe palaciego que el príncipe Al-Walid ben Talal estaba preparando contra MBS. Varios asesinos presentes en el consulado le cortaron los dedos, descuartizaron su cuerpo y posteriormente presentaron su cabeza al amo MBS. Todo fue meticulosamente grabado por los servicios secretos de Turquía y Estados Unidos.

En Washington, la prensa y los miembros del Congreso estadounidense exigen al presidente Trump la adopción de sanciones contra Riad.

Turki Aldakhil, uno de los consejeros del príncipe heredero, responde que si Estados Unidos adopta sanciones contra Arabia Saudita, esta última es capaz de echar abajo el orden mundial. Según la tradición de los beduinos del desierto, a todo insulto debe responderse con una venganza… a cualquier precio.

Según ese consejero, Arabia Saudita está preparando una treintena de medidas y las más importantes serían:
—Reducir la producción de petróleo a 7,5 millones de barriles diarios, lo cual provocaría un alza de precios, que podrían llegar a 200 dólares por barril. Además, Arabia Saudita no aceptaría pagos en dólares estadounidenses, provocando así el fin de la hegemonía mundial de esa moneda;
—Arabia Saudita se alejaría de Washington para acercarse a Teherán;
—Arabia Saudita compraría armamento a Rusia y China. El reino propondría además a Rusia abrir una base militar en suelo saudita, concretamente en la Provincia de Tabuk, en el noroeste, o sea cerca de Siria, Líbano e Iraq;
—de la noche a la mañana, Arabia Saudita pasaría a respaldar a Jamás y Jezbolá.

Ubicación de Provincia de Tabuk

Consciente de los daños que la fiera es capaz de provocar, la Casa Blanca promete a sus perros parte de los despojos. Recordando tardíamente sus bellos discursos sobre los «Derechos Humanos», las potencias occidentales claman en coro que ya no soportan más esa tiranía medieval. Uno a uno, todos los líderes económicos de Occidente se alinean tras las instrucciones de Washington y anulan su participación en el Foro de Riad. Recordando que Yamal Khashoggi era «residente estadounidense», el presidente Trump y su consejero Jared Kushner hablan de confiscar bienes, que pasarían a manos de Estados Unidos.

Mientras tanto, en Tel Aviv reina el pánico. El príncipe MBS era el mejor socio del primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu. Netanyahu incluso solicitó al príncipe heredero la creación de un estado mayor común israelo-saudita en Somalilandia para aplastar a los yemenitas. MBS viajó en secreto a Israel a finales de 2017. El exembajador de Estados Unidos en Tel Aviv, Daniel B. Shapiro, advierte a sus correligionarios israelíes que al aliarse al príncipe heredero saudita, Netanyahu pone a Israel en peligro.

El Pacto del Quincy sólo protege al rey de Arabia Saudita. No incluye al príncipe heredero.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article203591.html

ANTITERRORISMO VERSIÓN TRUMP

La nueva estrategia antiterrorista de Estados Unidos no cambia gran cosa en esa lucha, pero sí modifica profundamente las reglas de trabajo del Pentágono y del Departamento de Seguridad Nacional. No es tanto una racionalización de lo que ya existía desde el 2001 sino más bien una redefinición de las misiones del Estado federal.

La Casa Blanca publicó, el 4 de octubre de 2018, la «National Strategy for Counterterrorism», o sea la nueva estrategia nacional contra el terrorismo, documento que está siendo presentado como una ruptura con el pasado en este sector. El texto anterior era el de la administración Obama y se había dado a conocer en 2011. Pero el nuevo es en realidad un compromiso entre el presidente Trump y el Pentágono.

Preámbulo
El terrorismo es un método de lucha que cualquier ejército se reserva el derecho de utilizar. Las cinco potencias miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU lo utilizaron en momentos específicos de la guerra fría.

En aquella época, las acciones terroristas podían ser mensajes de un Estado a otro u operaciones secretas tendientes a contrarrestar o impedir alguna otra acción de un protagonista. Pero hoy en día las acciones terroristas se han generalizado. Ya no son parte del diálogo secreto entre Estados sino que buscan debilitarlos.

Por ejemplo, nuestros lectores franceses seguramente recuerdan que durante la guerra civil libanesa (1975-1990), el presidente francés François Mitterrand ordenó el atentado perpetrado contra la Oficina de Conscripción Militar de Damasco, atentado que dejó un saldo de 175 muertos, como represalia por el asesinato del embajador de Francia en Beirut, Louis Delamarre. Ese mismo presidente francés nos proporciona otro ejemplo ya que fue también por orden de François Mitterrand que se perpetró, en 1985, la voladura del barco de Greenpeace Rainbow Warrior, provocando la muerte de una persona, porque aquel navío estaba obstaculizando la realización de ensayos nucleares franceses en el Pacífico.
Perfil del Rainbow Warrior I

Ambigüedades
Tres ambigüedades aparecen permanentemente en la retórica estadounidense, desde 2001:

—La noción de «guerra global contra el terrorismo», formulada por George Bush hijo, siempre careció de todo sentido. El «terrorismo» no es un enemigo sino una forma de lucha. Por consiguiente, la fórmula «guerra contra el terrorismo» resulta tan absurda como hablar de «guerra contra la guerra» y carece de verdadero significado. Lo que en realidad se quería era anunciar lo que Donald Rumsfeld llamó la «guerra sin fin», o sea la aplicación de la estrategia del almirante estadounidense Arthur Cebrowski para destruir las estructuras mismas de los Estados y sociedades en los países no conectados a la economía globalizada.

—El desarrollo de las organizaciones musulmanas que practican el terrorismo se basa en una ideología —la del islam político— defendida y divulgada por la Hermandad Musulmana. Algunas corrientes iraníes difunden una variante de esa ideología pero raramente recurren al terrorismo. O sea, de nada sirve luchar contra el síntoma (la multiplicación de los actos de terrorismo) sin luchar contra la enfermedad que lo provoca (el islam político).

—La palabra «terrorismo» se ha convertido en un término peyorativo aplicado a organizaciones que han utilizado esa forma de lucha muy excepcionalmente pero a las que la Casa Blanca quiere demonizar como Jezbolá.

Evolución del antiterrorismo
—Iniciada por el presidente Bush-hijo después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la guerra mundial contra el terrorismo no ha alcanzado su supuesto objetivo. En realidad, ha sido más bien todo lo contrario ya que la cantidad de actos terroristas se ha multiplicado y extendido por todo el mundo. Toda la algarabía sobre la «guerra contra el terrorismo» no fue más que una excusa para imponer a los estadounidenses una vigilancia generalizada (la «Ley Patriótica» o Patriot Act), la creación del Departamento de Seguridad Nacional (United States Department of Homeland Security) y justificar guerras de agresión (como las guerras contra Afganistán e Iraq).

—El presidente Barack Obama maquilló ese sistema. Puso fin a algunas prácticas (como el uso de la tortura) y no utilizó esa retórica para justificar las agresiones contra Libia y Siria. Enterró la polémica sobre los atentados del 11 de septiembre, mantuvo la Patriot Act y desarrolló las agencias dedicadas a vigilar a la población. Barack Obama sólo mencionó la guerra contra el terrorismo para crear un vasto sistema de asesinatos selectivos, a menudo perpetrados con drones. Al mismo tiempo montó la «muerte» de Osama bin Laden para facilitar la reincorporación de los camaradas de armas de ese personaje al dispositivo inicial de la CIA, lo cual le permitió utilizar hombres de al-Qaeda en las operaciones terrestres contra Libia y en Siria. Finalmente, Barack Obama respaldó la creación —por parte del Emirato Islámico (Daesh)— de un Califato en territorios de Iraq y Siria, mientras Estados Unidos fingía luchar contra Daesh.

—El presidente Donald Trump, quien había previsto poner fin al terrorismo por parte de las potencias occidentales, se vio obligado a modificar sus objetivos a raíz de la dimisión —provocada por sus adversarios— del general Michael Flynn, a quien había nombrado consejero de seguridad nacional. Sin embargo, Trump logró finalmente obligar las monarquías del Golfo a poner fin al financiamiento que garantizaban a los ejércitos terroristas —facilitando así el fin del Califato como Estado— e incluyó la lucha contra el terrorismo entre los objetivos de la OTAN.

La nueva estrategia antiterrorista de Estados Unidos
La nueva doctrina estadounidense trata de conciliar el objetivo enunciado en la consigna America First! y las herramientas del Estado federal. Por consiguiente, plantea que en adelante Washington combatirá únicamente contra las organizaciones terroristas que atacan sus intereses. Se trata, por supuesto, de «sus» intereses en el sentido más amplio, incluyendo a Israel.

Para justificar esta anexión estratégica, la nueva doctrina recicla la retórica de Bush hijo proclamando la necesidad de defender Estados Unidos —otra vez incluyendo a Israel— porque ese país constituye «la vanguardia de la libertad, de la democracia y de la gobernanza constitucional» (sic).

El presidente Trump señala como organizaciones a las que habrá que combatir:
—los grupos al estilo de al-Qaeda, Daesh, Boko Haram, Tehrik-e-Taliban y Lashkar-e-Toiba, en la medida en que sigan estimulando a sus seguidores a atacar intereses estadounidenses;
—los grupos de resistencia que se enfrentan a Israel (Irán, Jezbolá, Jamás);
—otros extremistas (los neonazis del Movimiento de Resistencia Nórdico y del National Action Group, los sijes del Babbar Khalsa, e incluso los fanáticos del especismo).

El Movimiento de Resistencia Nórdico es una organización Nacional Socialista con presencia en el norte de Europa, configurada en Suecia como partido político, que plantea el establecimiento mediante una revolución de una república nacional socialista en Europa del Norte que incluya Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca e Islandia y posiblemente los países bálticos también.

Es evidente para todos que al designar grupos musulmanes y sijes con base en Pakistán se prepara probablemente una operación de desestabilización contra ese país. Después de Daesh en Palmira, los nazis en Ucrania y la «revolución» contra el actual gobierno de Nicaragua, Pakistán pudiera ser el cuarto punto seleccionado para contrarrestar el proyecto chino de «Nueva Ruta de la Seda», que Pekín suele identificar en inglés como «The Belt and Road Initiative (BRI)».

Las prioridades
La nueva estrategia enuncia seguidamente una serie de acciones a realizar. El presidente Trump reconoce de buena gana que Estados Unidos no puede hacerlo todo al mismo tiempo y define por tanto varias «prioridades», una manera elegante de exponer lo que ya no puede hacer.

Señalemos de paso que el presidente Trump avala la detención de yijadistas en nombre de las leyes de la guerra, detención que pudiera prolongarse por toda la vida debido a la imposibilidad de terminar esta guerra en un plazo razonable.

Las 3 grandes innovaciones son:

—El dispositivo, de concepción puramente estadounidense, de vigilancia de las entradas al territorio nacional y fichaje de sospechosos, se extenderá a todos los países aliados de Estados Unidos. «America First!», o sea «¡Primero Estados Unidos!», no significa ¡Sólo Estados Unidos! Le guste o no a la Casa Blanca, el Pentágono tratará de reinstaurar el «Imperio estadounidense» utilizando como pretexto la coordinación de la lucha antiterrorista.

—Si hasta ahora existía una propaganda para luchar contra el reclutamiento de nuevos yijadistas, el Pentágono y el Departamento de Seguridad Nacional han sido autorizados a convertir esa política en ideología del Estado para movilizar toda la sociedad en ese sentido. El antiterrorismo está llamado a convertirse en lo que fue el anticomunismo en tiempos del senador Joseph McCarthy.

—Aunque luchará contra los grupos clasificados como «terroristas», el Pentágono considerará en lo adelante que no puede prevenir todos los atentados en suelo estadounidense. Desarrollará por tanto un programa de reparación de los daños causados. Esto constituye un completo cambio de mentalidad. Hasta ahora se consideraba que no había enemigo capaz de alcanzar el suelo estadounidense y que las fuerzas armadas de Estados Unidos se desplegaban por el mundo para imponer la ley de Washington. El Pentágono comienza a verse a sí mismo como una fuerza de defensa del territorio estadounidense.

En resumen, esta nueva Estrategia Nacional Antiterrorista se sitúa muy lejos de los análisis que el general Flynn y el propio Donald Trump habían formulado durante la campaña presidencial. Pero no tendrá gran impacto en ese ámbito. Su verdadera utilidad es otra: el presidente está modificando poco a poco los objetivos del aparato de seguridad del Estado federal. Si se aplica, este texto tendrá profundas consecuencias a largo plazo. En definitiva, implementa la voluntad de convertir las fuerzas armadas imperialistas en verdaderos órganos de defensa nacional.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article203487.html

Polémica con CNBC sobre los misiles hipersónicos rusos.

En una significativa reacción al artículo donde Valentin Vasilescu revelaba que Rusia tiene la capacidad necesaria para hundir los portaviones estadounidenses en cuanto traten de cruzar el estrecho de Gibraltar, el Pentágono hizo difundir un reportaje a través de CNBC. Según ese canal estadounidense de televisión vía satélite, el misil ruso Avangard no está en disposición operativa. Pero el argumento que supuestamente justifica esa afirmación no se sostiene.

Rusia anunció que espera poner en funcionamiento el sistema de misiles estratégicos hipersónicos Avangard a lo largo de 2019, un cohete espacial capaz de alcanzar el territorio de EE.UU. en tan solo 15 minutos si se lanza desde Moscú, y presentado por el mismísimo presidente ruso, Vladimir Putin.


Hemos abordado el tema de los nuevos misiles hipersónicos rusos en dos artículos anteriores.

Escribíamos entonces:
«La probabilidad de destruir un portaviones con esos dos tipos de misiles hipersónicos, penetrando con ellos la defensa antiaérea enemiga es del 88%. Eso significa que de 100 misiles hipersónicos lanzados, 88 penetrarían las defensas antiaéreas y destruirían sus objetivos.
En el caso específico de Estados Unidos, si se disparasen 11 misiles hipersónicos contra los 11 portaviones existentes de Estados Unidos, sólo 1,3 misiles no alcanzarían sus blancos.»
Una conclusión sería que, en caso de agresión estadounidense contra el sur de Rusia (la costa del Mar Negro), estimamos que los misiles hipersónicos rusos podrían destruir un grupo naval estadounidense en Gibraltar. En caso de agresión estadounidense contra el norte y el oeste de Rusia (el Mar Báltico y el Océano Ártico), hemos estimado que los misiles hipersónicos rusos podrían destruir un grupo naval estadounidense al este de Groenlandia. Por supuesto, son cálculos puramente teóricos que pudieran verse desmentidos por las condiciones reales específicas de una guerra.

Después de la publicación de esos dos artículos, el canal estadounidense de televisión CNBC difundió una declaración de un personaje anónimo que dice haber visto un informe de inteligencia estadounidense. Este personaje anónimo declara que los rusos concluyeron que el material de fibra de carbono utilizado para construir el fuselaje de sus misiles hipersónicos es de mala calidad y no garantizaría la protección necesaria contra temperaturas elevadas. Según el informe que cita ese personaje anónimo, Rusia tendría que optar por un nuevo material para sus misiles hipersónicos en los próximos 12 meses.

No pongo en duda la autenticidad del informe mencionado en CNBC. El problema es que probablemente no se refiere a los misiles hipersónicos sino a la marina rusa. El material de fibra de carbono ofrece una buena resistencia a los choques mecánicos y es invisible a los radares, por eso se utiliza en los navíos de guerra modernos. Pero no resiste a un shock térmico tanto como para ser utilizado en el sistema Avangard.

Es importante saber que en el momento del reingreso a la atmósfera —a cerca de 7,8 kilómetros por segundo (28.000 km/h)— hay un espacio de 1 metro entre la onda de choque inclinada que precede el vehículo cósmico y la onda de choque estacionaria que lo acompaña. Una molécula de aire recorre ese espacio en 18 microsegundos. En ese lapso de tiempo la molécula de aire en la onda de choque se ve sometida a un proceso químico que libera energía calórica, lo cual lleva nuevamente la molécula de aire a su estado de equilibrio inicial.

El Dr. Yuri A. Dunaev, de la Universidad Estatal de Leningrado, junto a H. Julian Allen y A. J. Eggers, del Departamento de Aerodinámica Teórica del laboratorio de Ames (NASA), descubrieron la forma más eficaz de disipación de energía. O sea, la disminución de la temperatura que el vehículo cósmico tendría que soportar durante su reingreso a la atmósfera aumentando su resistencia a su progresión.

La descomposición termoquímica de los materiales orgánicos a temperaturas elevadas y en ausencia de oxígeno se llama pirólisis. El escudo térmico ablativo está hecho de compuestos que, durante el proceso de pirólisis, son carbonizados, fundidos y sublimados, o sea pasan directamente del estado sólido al estado gaseoso. El papel del escudo térmico ablativo es bloquear la transferencia del flujo de calor creado por la onda de choque a la estructura del vehículo. Ese tipo de escudo de reingreso a la atmósfera se utiliza en las capsulas espaciales Soyuz.

Es un sistema utilizado a menudo para los vehículos de reingreso en la atmósfera.

Existe un material monolítico de tipo ablativo que puede moldearse a diferentes formas. Se trata de un compuesto cerámico frágil llamado SIRCA (Silicone Impregnated Reusable Ceramic Ablator). Ese compuesto se aplica directamente al casco de los transbordadores espaciales Burán, del transbordador espacial X-37B y también en el Avangard.

Burán BTS-002, 1997

En cuanto a los misiles hipersónicos Kh-47M2 Kinzhal y 3M22 Zircon, estos nunca llegan a salir de la atmósfera terrestre sino que se mueven a una altitud máxima de 40 o 50 kilómetros a velocidades de Mach 8 (9878,4 km/h) y Mach 10 (12348 km/h). Sus fuselajes no están hechos de fibra de carbono sino de una aleación de titanio (33%) resistente al recalentamiento cinético. Es el mismo material utilizado en el avión estadounidense X-15, propulsado por motores de cohetes, que estableció, en octubre de 1967, el record de velocidad de 7274 km/h, (Mach 5,890833), volando a 31120 metros de altitud.

Rusia puede hundir todos los portaviones estadounidenses que naveguen al este de Groenlandia.

Valentin Vasilescu había señalado en un artículo anterior que el Pentágono no puede instaurar un bloqueo naval contra Rusia, ni en el Mediterráneo ni en ninguna parte. Prolongando ese razonamiento, hoy nos muestra que Estados Unidos ya no tiene la capacidad necesaria para librar una guerra naval contra Rusia al este de Groenlandia. En Siria, Moscú ya dejó demostrada la superioridad de su armamento terrestre. Aunque el enfrentamiento entre los Dos Grandes se ha evitado cuidadosamente, hoy es evidente que Rusia ya no teme un eventual ataque convencional estadounidense.

Estados Unidos dispone de una posición geográfica favorable y posee la fuerza naval más poderosa del mundo.

Pero imponer a Rusia un bloqueo naval estadounidense en el Mar Negro y en el Mediterráneo —como dijo en Pittsburgh un ministro estadounidense, Ryan Zinke, en el encuentro Consumer Energy Alliance en realidad es casi imposible ya que los nuevos misiles hipersónicos rusos Kh-47M2 Kinzhal y 3M22 Zircon son capaces de neutralizar cualquier grupo naval de Estados Unidos en cuanto trate de cruzar el Estrecho de Gibraltar.

El Kh-47M2 Kinzhal ALBM es llevado por un interceptor Mikoyan MiG-31K

El Reino Unido ha anunciado que enviará 800 comandos al norte de Noruega para enfrentar una posible «agresión» rusa.

En medio del despliegue de nuevas tropas adicionales de la OTAN en las Repúblicas bálticas y en Polonia, la marina de guerra de Estados Unidos ha anunciado la reactivación de su Segunda Flota, que había desactivado hace 7 años. Esa fuerza naval estadounidense debe operar en el norte, el Báltico y el Océano Ártico.

El enclave de Kaliningrado —en el Báltico— y el gasoducto Nord Stream son los principales puntos vulnerables de Rusia en el flanco este de la OTAN. ¿Podría Estados Unidos, con apoyo de la OTAN, imponer un bloqueo naval contra Rusia utilizando su Segunda Flota en el Atlántico, el Báltico y el Ártico? Los portaviones no se arriesgan a operar en aguas del Ártico porque pueden quedar atrapados en el hielo. En las otras dos zonas, parece posible intentarlo, pero sin la menor probabilidad de éxito.


Rusia puede atacar cualquier grupo naval que tratara de implantar ese bloqueo. Puede hacerlo utilizando misiles hipersónicos contra las unidades de superficie de la fuerza naval en cuanto entren en el Estrecho de Skagerrak: que vincula el Mar del Norte con el Báltico.

Además, los submarinos nucleares rusos, armados con misiles hipersónicos, pueden golpear cualquier grupo naval estadounidense en cuanto se encuentre a 1.000 kilómetros de la costa este del Atlántico, al sur de Islandia.

Los rusos también utilizar misiles hipersónicos KH-47M2 desde sus bombarderos de largo alcance Tu-160 y Tu-23M3, si el grupo naval estadounidense lograra llegar al sur de Groenlandia. Para evitar ser interceptados, los bombarderos rusos pasarían por encima del polo norte.


¿Qué posibilidades de sobrevivir tendría el grupo naval de Estados Unidos? El tiempo de reacción del Pentágono ante un ataque con misiles hipersónicos sería extremadamente corto, debido a la elevada velocidad de desplazamiento de esos misiles y al mínimo lapso de tiempo que necesitan para penetrar la zona de reacción de los misiles antiaéreos. El misil ruso Kinzhal tiene un alcance de 2.000 kilómetros, su velocidad es de 12 250 km/h y su altitud máxima de crucero se sitúa entre los 40.000 y los 50.000 metros. El misil Zircon tiene 1.000 kilómetros de alcance, su velocidad es de 9.800 km/h y su altitud máxima de crucero es 40.000 metros.

La probabilidad de destruir un portaviones con esos dos tipos de misiles hipersónicos, penetrando con ellos la defensa antiaérea enemiga es de 88%. Eso significa que de 100 misiles hipersónicos lanzados, 88 penetrarían las defensas antiaéreas y destruirían sus objetivos.

En el caso específico de Estados Unidos, si se disparasen 11 misiles hipersónicos rusos contra los 11 portaviones existentes de Estados Unidos, sólo 1,3 misiles no alcanzarían sus blancos. Eso significa que después de la primera salva de misiles hipersónicos rusos sólo le quedarían al Pentágono 2 portaviones —uno de ellos ya averiado—, una gravísima catástrofe para la US Navy.

Relaciones internacionales. ¿Qué tempestad pudiera sobrevenir después de la calma?

Todos los problemas internacionales están en suspenso, en espera de las elecciones legislativas estadounidenses. Los partidarios del antiguo orden internacional apuestan por un cambio de mayoría en el Congreso de Estados Unidos y una rápida destitución del presidente Trump. Si el inquilino de la Casa Blanca logra mantenerse en ella, los promotores de la guerra contra Siria tendrán que admitir su derrota y buscar otros campos de batalla. Pero si Trump pierde la elección, el Reino Unido reactivará de inmediato el conflicto en Siria.

El actual periodo, que se inició con el anuncio de la respuesta rusa al derribo de su avión militar Ilyushin Il-20 y debe terminar con las elecciones legislativas estadounidenses del 6 de noviembre, está plagado de incertidumbres. Todos los protagonistas de la guerra en Siria están en espera de saber si la Casa Blanca podrá continuar su política de ruptura con el actual orden internacional o si el Congreso pasará a hallarse bajo el control de la oposición y tratará de destituir al presidente Trump.

Los orígenes de la guerra
Ya está claro que el proyecto inicial de Estados Unidos, Reino Unido, Israel, Arabia Saudita y Qatar no podrá concretarse. Como tampoco podrán concretarse los proyectos de Francia y de Turquía, dos potencias que entraron tardíamente en guerra contra Siria.

Si algo debemos recordar imperativamente no es lo que creímos ver al inicio de los acontecimientos sino lo que hemos descubierto desde entonces.

Al principio nos presentaban las protestas de Daraa como una «revuelta espontánea» ante la «represión de una dictadura». Hoy sabemos que aquellos hechos fueron preparados desde mucho antes.

Por otro lado, no podemos seguir creyendo que todos los miembros de una coalición, aunque se unan para alcanzar un mismo objetivo, comparten la misma estrategia. Sea cual sea el grado de influencia de cada uno de ellos, cada Estado sigue teniendo su propia historia, sus propios intereses y sus propios objetivos de guerra.

Estados Unidos aplicaba la estrategia del almirante Arthur Cebrowski: la destrucción de las estructuras mismas de los Estados en los países del Medio Oriente ampliado, o Gran Medio Oriente. Para concretar esa estrategia, Estados Unidos se apoyaba en el Reino Unido, que a su vez aplicaba la estrategia de Tony Blair tendiente a poner la Hermandad Musulmana en el poder en esa región.

Estados Unidos se apoyaba también en Israel, que a su vez retomaba la estrategia de dominación sobre la región que habían trazado Oded Yinon y David Wurmser. Arabia Saudita se encargó de almacenar previamente las armas para la revuelta de Daraa en la mezquita Omar y Qatar inventó la historia de los niños sirios torturados por «el régimen».

En aquel momento, Arabia Saudita no trataba de imponer a Siria un cambio de política, ni siquiera trataba de derrocar el gobierno sirio. Lo único que quería Riad era impedir que una personalidad no sunita fuese presidente en Siria. En una extraña evolución histórica, los wahabitas: que hace 2 siglos consideraban herejes tanto a los sunitas como a los chiitas, hoy se erigen en defensores de los sunitas y exterminadores de chiitas.

En cuanto a Qatar, este pequeño emirato estaba simplemente vengándose por la interrupción de su proyecto de gasoducto, que debía pasar a través de Siria.

Francia, a pesar de que los acuerdos de Lancaster House estipulaban su participación en el complot contra Siria, fue mantenida al margen debido a las iniciativas imprevistas que había tomado en Libia. El entonces ministro francés de Exteriores, Alain Juppé, trató de empujar a Francia a que se uniera a los conspiradores, pero el embajador francés en Damasco, Eric Chevalier, veía en el terreno la diferencia entre la realidad y la versión distorsionada de los hechos que se difundía… y se negaba de plano a colaborar con los intervencionistas.

Cuando Francia fue admitida nuevamente entre los conspiradores contra Siria, lo que hizo fue perseguir su propio objetivo de 1915 —colonizar ese país— en concordancia con los acuerdos Sykes-Picot-Sazonov. El mandato francés sobre Siria había sido considerado transitorio, en relación con la colonización de Argelia. De la misma manera, en el siglo XXI es considerado secundario en relación con el control del Sajel. Al mismo tiempo, en un intento por concretar su viejo compromiso, París empuja además a la creación de un «hogar nacional» kurdo, siguiendo el esquema de lo que los británicos hicieron con los judíos en Palestina en 1917. Para eso, París se alió con Turquía, —mediante un Acuerdo franco-turco, firmado en 2011 por Alain Juppé y Ahmet Davutoğlu, que nunca se ha publicado— país que, invocando el «Juramento Nacional» de Atatürk, invade el norte de Siria para crear allí un Estado hacia donde poder expulsar después a los kurdos de Turquía.

Si bien los objetivos de guerra de los 4 primeros agresores son compatibles entre sí, los objetivos de los 2 últimos no son compatibles con los demás.

Por otra parte, Francia, el Reino Unido y Turquía son 3 antiguas potencias coloniales. Estos tres países tratan de imponer cada uno su poder sobre un mismo trono. Por consiguiente, la guerra contra Siria reaviva sus rivalidades pasadas.

El episodio «Daesh» en medio de la guerra contra Siria e Iraq
A finales de 2013, el Pentágono revisó sus planes en el marco de la estrategia de Cebrowski. Y modificó sus planes iniciales —los que habían sido revelados por Ralph Peters—, reemplazándolos por el plan, revelado por la investigadora estadounidense Robin Wright, de creación de un «Sunistán» que debía abarcar territorios pertenecientes a Siria e Iraq.

Sin embargo, en septiembre de 2015, el despliegue militar ruso en Siria, destinado a contrarrestar la creación de un «Sunistán» por parte del Emirato Islámico (Daesh) arruinó los proyectos de los 6 principales promotores de la guerra.

Los 3 años de guerra que siguieron después respondían a otro objetivo: por un lado, crear un nuevo Estado en territorios pertenecientes a Iraq y Siria, en el marco de la estrategia de Cebrowski, y, por otro lado, utilizar a Daesh para cortar la «ruta de la seda» que la China de Xi Jinping quería reactivar y mantener así la dominación «occidental» sobre la región.

La victoria de Siria y Rusia y el cambio de posición de Estados Unidos
El derribo de un avión militar ruso Ilyushin Il-20, el 17 de septiembre de 2018, dio a Rusia la posibilidad de poner fin a esta prolongada guerra y de ponerse de acuerdo con la Casa Blanca en contra de los demás agresores. Se trata de una repetición, a menor escala, de la reacción común de la Unión Soviética y Estados Unidos durante la crisis de Suez, en 1956.

No sólo Moscú acaba de entregar al Ejército Árabe Sirio varias baterías de misiles antiaéreos S-300 sino que además ha desplegado todo un sistema de vigilancia integral automatizada del espacio aéreo. Cuando este dispositivo entre en operaciones y los oficiales sirios hayan recibido la formación necesaria para utilizarlo, en 3 meses como máximo, las fuerzas aéreas de las potencias occidentales ya no podrán seguir sobrevolando Siria sin autorización del gobierno de Damasco.

El presidente Trump había anunciado de antemano que pensaba retirar las tropas estadounidenses presentes en Siria. Pero la presión del Pentágono lo hizo cambiar de posición. Acordó entonces con sus generales mantener la presión sobre Damasco mientras Estados Unidos esté excluido de las negociaciones de paz de Sochi. El despliegue del nuevo armamento ruso —probablemente con el previo acuerdo de la Casa Blanca— dio al presidente Trump la posibilidad de obligar el Pentágono a retroceder. El Pentágono retiraría entonces las fuerzas estadounidenses pero mantendría a sus mercenarios locales: los kurdos y árabes de las llamadas «Fuerzas Democráticas Sirias» (FDS).

El ministro de Exteriores de la República Árabe Siria, Walid Mualem, exigió desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU la retirada inmediata e incondicional de las fuerzas extranjeras que Estados Unidos, Francia y Turquía mantienen ilegalmente en suelo sirio.

Si Estados Unidos se retira, Francia y Turquía no podrán mantenerse en suelo sirio. La aviación de Israel tampoco podrá seguir sobrevolando y bombardeando el territorio de la República Árabe Siria. Y el Reino Unido ya se replegó.

Pero Tel Aviv, París y Ankara aún abrigan la esperanza de que el presidente Trump pierda las elecciones legislativas del 6 de noviembre y que un Congreso con mayoría demócrata lo destituya. Así que están esperando el resultado de ese fatídico escrutinio antes de decidir qué hacer.

Si Donald Trump gana las elecciones legislativas y se mantiene la mayoría republicana en el Congreso estadounidense, aparecerá otra interrogante. Si las potencias occidentales se ven obligadas a renunciar a la guerra en Siria, ¿dónde van continuar a su guerra sin fin?

Si hay una realidad en la que concuerdan todos los expertos es que la clase dirigente occidental se ha vuelto tan engreída y revanchista que no puede aceptar verse relegada a un papel de segundo nivel por las nuevas potencias asiáticas.

Lo sabio sería que, al ver que han perdido la guerra, los agresores se retiren. Pero la predisposición intelectual de los occidentales les impide hacerlo. La guerra no terminará en esta parte del mundo hasta que hayan encontrado un motivo de conflicto en otra parte.

Sólo el Reino Unido ha previsto su respuesta. Ya es evidente que aunque Londres mantiene su presión diplomática sobre Siria a través del «Pequeño Grupo» (Small Group), su atención ya está centrada en la reactivación del «Gran Juego», que enfrentó la Corona británica con el imperio del Zar a lo largo de todo el siglo XIX. Después de haber inventado el «Caso Skripal», siguiendo el modelo de la «Carta de Zinoviev» —conocida también como el «Telegrama de Zinoviev»—, Londres acaba de sorprender in fraganti a la inteligencia exterior rusa cuando esta trataba de descubrir lo que se tramaba contra su país tras las paredes de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).

El «Gran Juego» es una doctrina geopolítica que no depende de los acontecimientos que utiliza como pretexto. Fue la estrategia del Imperio británico y el Reino Unido vuelve a ella como consecuencia del Brexit y de la política de «Global Britain». Como en el siglo XIX, esta configuración anti-rusa se verá acompañada en definitiva por una rivalidad exacerbada entre Londres y París. Por el contrario, un fracaso de Theresa May, un retroceso del Brexit y el mantenimiento del Reino Unido en la Unión Europea anularían todas esas variantes.

Si bien Francia se plantea ahora abandonar el Medio Oriente para concentrarse en el Sajel, la posición de Estados Unidos es mucho más problemática. A partir del 11 de septiembre de 2001, el Pentágono ha venido gozando de cierta autonomía. Los comandantes de los 10 Mandos Unificados de Combate de las fuerzas armadas estadounidenses no pueden recibir órdenes del jefe del Estado Mayor Conjunto sino sólo del secretario de Defensa. Con el tiempo, esos diez comandantes se han convertido en verdaderos «virreyes» del Imperio estadounidense, con prerrogativas que no están dispuestos a dejarse quitar por el presidente Trump. Algunos, como el comandante del US SouthCom, designado en Latinoamérica como el «Comando Sur», pretenden seguir adelante con la estrategia del almirante Cebrowski, a pesar de las órdenes de la Casa Blanca.

Subsisten, por consiguiente, muchas fuentes de incertidumbre. Lo único seguro es lo sucedido con Daesh. Durante 3 años, las potencias occidentales dijeron luchar contra ese grupo terrorista… mientras le enviaban armas. Hoy en día, Trump ha ordenado poner fin al experimento tendiente a crear el Estado abiertamente terrorista que fue el Califato de Daesh, y las fuerzas armadas de Siria, con la importante contribución de Rusia, han logrado rechazar a los yijadistas. Las potencias occidentales no quieren que sus otrora entrañables «rebeldes moderados», a los que ahora califican de «terroristas», se replieguen hacia Occidente. O sea, aunque no lo digan, quieren verlos morir en Siria.

Las próximas elecciones legislativas estadounidenses dirán si la guerra se mantiene en Siria o si se desplaza hacia otro campo de batalla.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article203362.html#nb1

Experimentos del Pentágono en Georgia provocan epidemia de peste porcina en Bélgica...


Las 100.000 páginas de documentos reveladas por el exministro georgiano de Seguridad Nacional, Igor Giorgadze, muestran que el laboratorio de la firma estadounidense Gilaed Sciences en el Centro Richard Lugar de Tiflis, la capital de Georgia, realizaba experimentos con armas químicas y biológicas para el Departamento de Defensa de los Estados Unidos de América.

Los experimentos de Gilaed Sciences, supuestamente vinculados a la lucha contra la hepatitis C, costaron la vida a 73 personas y al menos 49 de esas víctimas fueron sacrificadas de forma deliberada.

Según el general Igor Kirilov, responsable de la lucha biológica, química y nuclear en el ministerio ruso de Defensa, las cepas halladas en animales muertos durante la epidemia de peste porcina que afectó Rusia en 2007-2018 son las mismas que las del Centro Richard Lugar, conocidas como «Georgia-2007».

Por consiguiente, la epidemia de peste porcina que se propagó durante esos 10 años desde Georgia hacia países como China, Rusia y las Repúblicas ex soviéticas del Báltico proviene, por accidente o de forma voluntaria, de los experimentos de Gilead Sciences.

La epidemia de peste porcina que afecta Bélgica en este momento no parecía hasta ahora vinculada a esa epidemia, debido a la lejanía geográfica entre Bélgica y las zonas contaminadas.

Pero el ministro de Agricultura de la región belga de Valonia, René Collin, ha revelado que la epidemia belga se originó en la zona donde se halla la base militar Camp Lagland, en la provincia belga de Luxemburgo, donde se albergan militares que participaron en maniobras de la OTAN en los países bálticos.

Los documentos revelados, que todavía están siendo objeto de estudio, también podrían permitir establecer un vínculo entre los experimentos de Gilead Sciences y las garrapatas portadoras de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo que actualmente vienen propagándose en el sur de Rusia.

Entre los documentos revelados por el exministro georgiano Igor Giorgadze figura también una patente para la fabricación de un drone (avión no tripulado) capaz de diseminar insectos infectados: descubrimiento que debe vincularse a los trabajos de la agencia de investigaciones DARPA, del Departo de Defensa de Estados Unidos, sobre los medios de infectar cultivos.

Rusia ha solicitado explicaciones a Estados Unidos y se prepara para llevar la cuestión ante la Organización Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).

Fuente: http://www.voltairenet.org/article203361.html

El Pentágono pretende convertir campos de cereales en cultivos OGM.


La revista Science publica un estudio dedicado a las investigaciones de la agencia estadounidense DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency) sobre los «insectos aliados». El estudio muestra que el Pentágono pretende utilizar insectos para infectar con organismos genéticamente modificados (OGM) campos de cereales que hayan alcanzado su madurez, o sea transformar plantas normales en OGM.

Según los investigadores de la Sociedad Max Planck, de Alemania, y de la Universidad de Montpellier, esa técnica podría utilizarse también como arma para destruir cultivos, sin que se sepa cómo contrarrestarla.

En todo caso, la acción esencialmente aleatoria de los insectos utilizados haría prácticamente imposible controlar la dispersión de los organismos OGM o de cualquier tipo de virus.

¿POR QUÉ ESPAÑA NO DEBERÍA RECONOCER AL ESTADO PALESTINO?

El laboratorio de ideas ACOM, una organización «española, aconfesional e independiente que refuerza la relación entre España e Israel» a través del trabajo conjunto con el gobierno, los partidos políticos y la sociedad civil, ha publicado este jueves un análisis tras el anuncio del ministro de Exteriores, Josep Borrell, de la intención del Gobierno de Sánchez de reconocer al estado palestino.

¿Por qué Israel debe evitar el reconocimiento de un Estado catalán? Reconocer la independencia de Cataluña sería un grave error político y estratégico que dañaría las relaciones entre Israel y España y la Unión Europea. La rápida proliferación de estados europeos pequeños y fallidos podría reducir el grado de estabilidad y previsibilidad del comportamiento de los países europeos, lo que perjudicaría las relaciones internacionales de Israel, debido a la previsible radicalización...

Por su interés informativo, lo reproducimos íntegro a continuación:

«Tal y como ha reconocido el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación (Risas...), Josep Borrell, el gobierno español está considerando el reconocimiento diplomático del estado palestino, tras ser puesto sobre la mesa de negociación de los Presupuestos Generales del Estado por Podemos.

»Sería una decisión dictada por principios ideológicos en un terreno, la política exterior, que ha sido tradicionalmente el ámbito de la realpolitik: la búsqueda de la consecución de objetivos concretos, siguiendo intereses pragmáticos y en no pocas ocasiones contantes y sonantes, como se ha visto recientemente en España con la venta de armamento a Arabia Saudí que este mismo Gobierno ha acabado por autorizar.

»Se trata de una iniciativa que se plantea diciéndole a la opinión pública que es un gesto solidario inocuo, por responsables políticos que creen que con ello pueden satisfacer a una parte de su electorado y, probablemente, los intereses ocultos de algunos, pero sin representar ningún coste de importancia para España o para la posibilidad de que llegue la paz entre palestinos e israelíes. La realidad es que sería una iniciativa muy perjudicial para nuestro país y, sobre todo, para los propios palestinos».

¿Tiene sentido reconocer lo que no existe?
Más allá de la opinión que nos pueda merecer la existencia futura de un estado palestino en los territorios que en teoría están bajo administración de la Autoridad Nacional Palestina, la realidad sobre el terreno es que ese estado no existe ya que no cumple ninguna de las tres características que se consideran esenciales para un reconocimiento oficial: en primer lugar no tiene unas fronteras reconocidas, a estas alturas y a la espera de un acuerdo con Israel ni siquiera hay certeza alguna sobre un aspecto tan importante como dónde estaría su capital y, en el caso de que esta fuese Jerusalén, que porción de la ciudad controlaría.

Autoridad Nacional Palestina

A este respecto, aunque habrá quién intente hacer pasar la famosa Línea Verde como una división fronteriza, hay que aclarar que todas las negociaciones hasta la fecha han tenido como un elemento esencial la definición final de las fronteras, incluyendo intercambios de territorios y de la población en ellos.
Línea Verde de Israel de 1949 (verde oscuro) y zonas desmilitarizadas (verde claro)

En segundo lugar no hay un único gobierno que pudiera ejercer completa soberanía sobre el territorio y, de hecho, en este momento lo que sería el hipotético estado palestino está dividido en dos zonas —Cisjordania o Margen Occidental por un lado y la Franja de Gaza por otro— con dos administraciones diferentes y en no pocas ocasiones violentamente enfrentadas.

Por último, ni siquiera se sabe qué población tendría ese estado: ¿serían sus ciudadanos los palestinos que actualmente viven en Cisjordania —único territorio que en realidad controla la ANP— o también los de Gaza, e incluso todos los falsos refugiados que viven en países como Líbano o Jordania?

Del mismo modo, ¿qué pasaría con los cientos de miles de judíos que hoy en día viven en Judea y Samaria o en el sector oriental de Jerusalén? ¿Se plantea aceptar los llamados a la limpieza étnica del Presidente Abás como resultado de este reconocimiento? Es obvio que estas cuestiones son de vital importancia y España no puede dejarlas a expensas de una aclaración posterior a ese reconocimiento diplomático.

A la vista de estas consideraciones, no debe extrañarnos que pese a la intensa campaña internacional para ello, Palestina no está reconocida como tal estado por ningún foro internacional serio, y ni siquiera la ONU le haya otorgado el estatus de estado miembro. De hecho, la situación real sobre el terreno, con el poder dividido y sin negociaciones con Israel, hace pensar que aún falta mucho tiempo para que exista tan sólo la posibilidad de que se cumplan estas tres condiciones.

¿Beneficiaría a alguien el reconocimiento?
Sus partidarios aseguran que el reconocimiento diplomático de un estado que no existe es un espaldarazo a la causa palestina. Lo cierto, más allá de la opinión que pueda merecer esta causa, es que no es así.

No hay otro camino para el establecimiento de un estado palestino que un acuerdo con Israel, en el que se definan unas fronteras exactas, se establezcan unos plazos para la transferencia total de soberanía y, sobre todo, se ofrezcan unas garantías de seguridad que el Estado hebreo no puede dejar de exigir porque le va en ello su propia existencia, no en vano es atacado prácticamente cada día desde Gaza y ha sufrido las peores oleadas terroristas en un país occidental.

Así que mientras Israel y la ANP no se sienten en una mesa de negociación y definan esos puntos y todos los demás que habrá en un acuerdo de extraordinaria complejidad, es imposible pensar que hay tan siquiera una posibilidad de crear ese estado.

Por mucho que la presión diplomática internacional pueda resultar incómoda para Israel, en ningún caso le va a hacer tomar decisiones apresuradas para una cuestión que es esencial para su propia supervivencia. De hecho, esta presión diplomática es percibida como una injerencia externa inaceptable y sirve para que los gobiernos israelíes tengan en realidad más difícil convencer a su pueblo de la necesidad de un acuerdo.

Más aún, en realidad este tipo de reconocimientos aleja a la parte palestina de la mesa de negociación, mientras sirve de apoyo a la dirigencia corrupta palestina en Gaza y Cisjordania para mantener su poder antidemocrático y hacer creer a su gente que se están logrando victorias, aunque mientras tanto su vida diaria y perspectivas empeoran.

Tanto los políticos como la opinión pública palestina deben ser conscientes de que la única forma de tener un estado es negociando con Israel y aceptando los sacrificios y las renuncias que una negociación tan difícil supone siempre para ambas partes. Los donantes como España ayudarían mejor a los palestinos insistiendo en que no deben esperar apoyos a posiciones maximalistas como las del llamado «derecho al retorno» y que no condonarán la corrupción ni la financiación del terrorismo a cargo de la ayudas internacionales.

Por el contrario, anunciar que si no hay progreso en el diálogo entre las partes se reconocerá al estado palestino es un incentivo perverso que supone premiar a una parte por torpedear las negociaciones bilaterales, que son la única vía para una solución duradera.

Del otro lado, conviene recordar que Israel sí ha demostrado en numerosas ocasiones que está dispuesto a alcanzar compromisos de paz, incluso a un costo muy elevado: lo ha hecho con Egipto renunciando a miles de kilómetros cuadrados conquistados en el Sinaí, lo ha hecho con Jordania e incluso lo hizo con los propios palestinos cuando Arafat prefirió lanzar la segunda intifada a firmar la paz.

Un grave error diplomático
Aunque ya casi nadie lo recuerde, España jugó un papel importante en el inicio del proceso de paz entre israelíes y palestinos, que arrancó formalmente en una conferencia celebrada en Madrid en 1991.

Resulta evidente que nuestro país ya no tiene una presencia significativa en la escena internacional después de la nefasta política exterior de Zapatero y la inexistente de Rajoy, pero reconocer unilateralmente el estado palestino nos llevaría a una situación de absoluta irrelevancia en uno de los asuntos que sigue siendo clave en la política internacional.

Y es que, aunque a algunos esto pueda sorprenderles cegados como están por el odio a Israel, si en un conflicto entre dos partes te pones completamente del lado de una de ellas dejas de ser un interlocutor válido y, por supuesto, un posible mediador en futuras negociaciones que, como decimos, son la única solución posible al problema.

Por otro lado, si se observa el listado de los países que hasta ahora han reconocido el estado palestino es posible detectar una característica común a casi todos ellos: prácticamente ninguno puede ser admitido como una democracia importante. De hecho, los pocos que son democráticos, arrastran un reconocimiento que realizaron cuando no lo era, como es el caso, por ejemplo, de varios países pertenecientes en la actualidad a la Unión Europea y que reconocieron al estado palestino cuando estaban en la órbita de la URSS.

Por tanto, un reconocimiento en este momento nos alinearía en la escena internacional en el grupo de los países más antidemocráticos y hostiles a Occidente y, especialmente, del lado del peor enemigo de Israel: Irán. El régimen teocrático iraní no es únicamente una de las más crueles dictaduras, sino que es también el mayor patrocinador del terrorismo a nivel mundial, —sólo en Oriente Medio mantiene dos organizaciones terroristas tan poderosas como Jamás y Jezbolá— y en los últimos años el gran desestabilizador de una zona geoestratégicamente esencial, con una política expansionista que le ha llevado a involucrarse directamente en conflictos como las guerras de Siria o Yemen.


¿Política exterior para servir los oscuros intereses de un partido?
Hablando de Irán, llama poderosamente la atención que un partido político plantee el reconocimiento del estado palestino como única medida de política exterior dentro de un pacto para aprobar los presupuestos generales del Estado.

Es imposible no pensar que esa urgencia está relacionada con los vínculos de Podemos con la dictadura de los ayatolás, que viene financiando al partido o al menos a alguno de sus líderes a través de HispanTV, cadena en la que colaboran recibiendo retribuciones muy por encima de los precios de mercado.

Irán sería, sin duda alguna, el mayor beneficiado por una medida que daría munición al régimen teocrático iraní para seguir desestabilizando la zona y que sería un primer paso para sacar a España de los consensos internacionales en los que debe estar, junto a la Unión Europea, los Estados Unidos y el resto de democracias occidentales.

Los representantes de Podemos aluden a que de esta forma se daría cumplimiento a una proposición no de ley que el Congreso aprobó en noviembre de 2014 prácticamente por unanimidad en la que se instaba al Gobierno a este reconocimiento. No es cierto. Como suele ser habitual desde el partido morado, manipulan e intoxican, ya que el texto que se aprobó recogía expresamente que «este reconocimiento debe ser consecuencia de un proceso de negociación entre las partes que garantice la paz y la seguridad para ambas, el respeto a los derechos de los ciudadanos y la estabilidad regional». Es decir, aquella proposición no de Ley pedía seguir la hoja de ruta de Oslo.

Es obvio que hoy no se dan ninguna de estas tres circunstancias exigidas.

¿Qué es Palestina hoy en día?
Recordando que estamos hablando de reconocer un estado sin fronteras, que no ejerce la soberanía y que no sabe cuáles serán sus habitantes, es evidente que estamos ante un acto de apoyo, una apuesta política por esa entidad que se estaría reconociendo.

¿Realmente merecen los territorios palestinos que alguien haga esa apuesta por ellos? Lo cierto es que muchas cosas invitan a pensar que no, como el hecho de que en realidad no estemos hablando de un protoestado sino de dos: uno en Gaza controlando por la banda terrorista Jamás y otro en Cisjordania bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina.

Ni en un lugar ni en otro se ha celebrado elecciones desde 2006, fecha del último intento de votar un parlamento democrático. En estos doce años y medio en Israel han tenido lugar cuatro convocatorias electorales, las mismas que en España.

De hecho, no es que no se elija un parlamento homologable al de una democracia que merezca tal nombre, es que ni siquiera los palestinos han sido llamados a las urnas para elegir a su líder desde 2005, fecha de las elecciones en las que se eligió a Abás, que desde entonces no ha puesto su cargo a disposición del pueblo palestino. En esto hay que reconocer que sigue el ejemplo de su predecesor, Yasir Arafat, que fue elegido en unas elecciones en 1996 y se mantuvo en el cargo sin volver a convocarlas hasta su muerte a finales de 2004.

Es evidente, por tanto, que estaríamos apoyando la creación de un estado a partir de una entidad que no cumple el más básico requisito democrático.

Pero sus carencias en este sentido son aún mayores: desde la ANP se promueve el terrorismo, permitiendo la actuación de grupos terroristas e incluso financiando con miles de dólares a las familias de los asesinos que son abatidos mientras cometen sus atentados o que son encarcelados. Nada más y nada menos que el 15% del presupuesto anual de la ANP se destina a esta partida. Un dinero, por cierto, que sale en su mayor parte de las contribuciones de países occidentales como España.

También se promueve el terrorismo en el propio sistema educativo, tal y como ha recordado recientemente ACOM, con un currículo y unos libros en los que permanentemente se ensalzan la violencia y el martirio.

Son territorios en los que no se respetan los más básicos derechos humanos, también en Cisjordania, pero especialmente en la Franja de Gaza donde Jamás ha implantado la Sharia a sangre y fuego, discriminando a las mujeres, persiguiendo a los no musulmanes y asesinando a los homosexuales, incluso cuando están en sus propias filas.

Ante todos estos hechos que son sólo una pequeña parte de la realidad, ¿realmente alguien puede decir que merecen que se apoyen sus reivindicaciones?

¿Y si otros reconociesen a Cataluña?
Evidentemente la situación de los territorios palestinos poco tiene que ver con el secesionismo golpista de Cataluña, pero lo cierto es que desde el punto de vista diplomático un reconocimiento apresurado del estado palestino podría equipararse a que alguna potencia extranjera reconociese a una Cataluña que proclamase su independencia.

España, por tanto, debería cuidarse muy mucho de regalar munición a sus enemigos y lo lógico sería mantener la política que se ha mantenido respecto a Kosovo por tres gobiernos distintos: no reconocer la independencia unilateral de un estado fallido sobre la que no ha habido un consenso internacional suficiente y hasta que las partes en conflicto lleguen a un acuerdo bilateral.

Son extraordinariamente minoritarias y están equivocadas, pero ya hay voces en Israel que piden que a un hipotético reconocimiento del estado palestino lo siguiese un reconocimiento de Cataluña. Lo cierto es que esa medida sería improbable, pero es un peligro que debería valorarse muy cuidadosamente a la hora de dar un paso de esta magnitud.

En cualquier caso, sería un comportamiento miserable e imperdonable que España procediera con esa deslealtad después de haber pedido a sus socios internacionales, y muy especialmente a Israel, que se posicionasen en contra del separatismo catalán. Y, sobre todo, después de que estos socios, y muy especialmente un Israel, emitiera mensajes absolutamente contundentes al respecto durante la visita de su presidente en noviembre del año pasado, apoyando a España en ese conflicto.

Además, por desgracia para nuestro país los problemas territoriales no se acaban en Cataluña: otras comunidades autónomas pueden sufrir reivindicaciones similares a las de los secesionistas catalanes. Y debemos también recordar la situación de Ceuta y Melilla —¡e incluso las Islas Canarias!— sobre cuya españolidad se permiten dudar otros estados que llegan a reclamar su «descolonización».

Conclusiones
España no debería reconocer en ningún caso al estado palestino ya que este acto diplomático supondría dar carta de naturaleza a algo que en realidad no existe, no aportaría nada positivo a la resolución del conflicto sino al contrario y pondría en riesgo los intereses de nuestro país incluso en algo tan esencial como el actual desafío separatista catalán. El reconocimiento de un posible estado fallido en manos de yijadistas a unas pocas manzanas de distancia de los centros de decisión del Estado de Israel supondría una irresponsabilidad insolidaria de dimensiones históricas.

Fuente: https://gaceta.es/mundo/por-que-espana-no-deberia-reconocer-al-estado-palestino-20180927-1746/