LÍNEA DEL BERNINA

La línea del Bernina (alemán: Berninabahn; italiano: Ferrovia del Bernina) es una línea ferroviaria de ancho métrico del Ferrocarril Rético (RhB) situada en el cantón de los Grisones, Suiza, y el pueblo de Tirano, en la provincia de Sondrio, Italia. Esta línea conecta la ciudad de St. Moritz con el pueblo de Tirano. Alcanzando la altura de 2253 m sobre el nivel del mar, es el tercer ferrocarril más alto de Suiza y el quinto más alto de Europa. También es el ferrocarril de adhesión más alto del continente con pendientes de hasta un 7%. El tren más famoso operando en la línea del Bernina es el Bernina Express.

Tren del Ferrocarril Rético por la línea del Bernina, al lado del Lago Bianco

Historia
En el año siguiente a la finalización de la línea del Albula en 1904, se estableció la Berninabahn-Gesellschaft (BB), con el objetivo de abrir una línea ferroviaria entre St. Moritz y Tirano, a través del paso de Bernina. Tras obtener una concesión para dicha línea en 1906, la BB la abrió a partir de 1908, en varios tramos: el 1 de julio de 1908 entre Pontresina y Morteratsch, y entre Tirano y Poschiavo; el 18 de agosto del mismo año entre Pontresina y Celerina; y el 1 de julio de 1909 entre Celerina y St. Moritz, y entre Morteratsch y Bernina Suot. Finalmente el 5 de julio de 1910 se abrió toda la línea, una vez finalizado el tramo más difícil entre Bernina Suot y Poschiavo. La línea fue operada eléctricamente con corriente continua desde el principio. En 1935 se aumentó el voltaje de 750 a 1000 voltios.

La línea del Bernina con el glacier Palü en el fondo. Postal de 1910

Originalmente, la línea del Bernina estaba diseñada para usarse solo en verano, pero en 1913/14 la BB también comenzó a operar en invierno. Este desarrollo se asoció con importantes problemas relacionados con el clima, lo que requirió la construcción de más barreras contra avalanchas.

En los primeros años de su existencia, la BB estuvo siempre al borde de la quiebra. Los costos de los gastos de construcción de la línea hasta 1915 ascendieron a unos 15 millones de francos suizos. Incluso la introducción de un vagón restaurante en 1928 y los paquetes para turistas no pudieron salvar al pequeño ferrocarril de la ruina. Debido a su difícil situación financiera, fue absorbido por el Ferrocarril Rético en 1943.

El Ferrocarril Rético modernizó la línea fundamentalmente, también por motivos militares, y renovó por completo la sección en la parte superior del paso. Anteriormente, la formación de la línea en la rampa norte del paso de Bernina se había trazado en curvas que brindaban a los pasajeros amplias vistas, pero también se encontraba en el camino de los cursos de avalancha. Las nuevas partes de la línea cortaron esas curvas, se eliminaron la catenaria y los raíles de la antigua formación, pero la subestructura aún es visible en las altas montañas.

En mediados de la década de 1980, el Ferrocarril Rético comienza a comercializar los atractivos naturales y técnicos de la línea del Bernina, específicamente para los turistas. Así, el tramo de Pontresina a Tirano forma parte del recorrido del Bernina Express. En octubre de 2011, fue la primera línea ferroviaria del mundo en ser fotografiada y colocada en el Google Street View.

Una ABe 4/4 II en la curva de Montebello

Descripción de la línea
St. Moritz es la terminal tanto de la línea del Albula como de la línea del Bernina. Como las dos líneas funcionan con diferentes sistemas de electrificación, se encuentran en la misma estación, pero operan en vías diferentes. La línea del Bernina sale de la estación de St. Moritz en dirección este y cruza el río Eno en un viaducto de 64 m de largo. Luego pasa a través del Túnel Charnadüra II de 689 m de largo, el túnel más largo de toda la ruta. La siguiente estación, Celerina Staz, está a 1716 m sobre el nivel del mar, el punto más bajo en el lado norte del paso de Bernina. Desde allí hasta Ospizio Bernina, la línea subirá ahora casi de forma continua. Después de regresar a las orillas del Eno, la línea llega a la pequeña estación Punt Muragl Staz. En este punto se encuentra la estación del valle del funicular a Muottas Muragl, inaugurado en 1907.

La siguiente estación de Pontresina representa, junto con la estación de St. Moritz, una curiosidad en la red del Ferrocarril Rético: aquí se encuentran dos sistemas de electrificación completamente diferentes. Los trenes de 11 kV a corriente alterna, que ingresan a la estación en la línea de Samedan, usan las vías 1 a 3, mientras que los trenes de la línea del Bernina de 1000 V a corriente continua usan las vías 3 a 7. La vía 3 tiene una catenaria que se puede cambiar de corriente alterna a corriente continua, y una señal especial para mostrar a los maquinistas el tipo de corriente que se está utilizando. A través de la vía 3, los trenes que utilizan la red principal (de Samedan) y los trenes de la línea del Bernina pueden utilizar la misma vía, a pesar de sus diferentes sistemas de electrificación. En la vía 3 se encuentra también el intercambio de locomotoras para el famoso Bernina Express, que opera entre Coira o Davos Platz y Tirano.

Estación de Pontresina

La línea ahora gira hacia el sureste. Después de cruzar el Ova da Roseg, pasando por la estación de Surovas, y cruzar el Ova da Bernina, finalmente llega a la estación de Morteratsch, a unos 2 km por debajo del glaciar Morteratsch. Pasado el otro extremo de la estación se encuentra la mundialmente famosa curva de Montebello, donde la línea se encuentra con la carretera sobre el paso. La línea y la carretera se acompañarán ahora hasta Ospizio Bernina. En el apartadero de Bernina Suot, recientemente modernizado, ya se ha alcanzado la línea de los árboles. Las siguientes estaciones son Diavolezza y Bernina Lagalb; ambos son puntos de partida de teleféricos.

La siguiente sección es probablemente la más interesante en el lado norte del paso. Aquí, la ruta es muy sinuosa, y se mueve de un lado al otro del valle. Primero, cruza el Ova da Bernina, utilizando el puente inferior del Ova da Bernina de 37 m de largo, y luego la línea cruza el Ova da Arlas, un afluente del Ova da Bernina. En el puente superior del Ova da Bernina, la línea regresa al lado este del valle. Al suroeste de aquí, el Piz Bernina y el Piz Palü se elevan majestuosos. Luego sigue la Galería Arlas de 175 m de largo, que brinda protección contra la nieve acumulada. En el lado suroeste se encuentran los pequeños lagos conocidos como Lej Pitschen y Lej Nair. Detrás de ellos se eleva la presa del Lago Bianco de 15 m de alto y 283 m de largo, que también marca la línea divisoria de aguas entre el Danubio y el Po.

El ferrocarril corre ahora a lo largo de la orilla oriental del lago y, cerca de Ospizio Bernina, alcanza su punto más alto, a 2253 m sobre el nivel del mar. La línea del Bernina es, por tanto (excluidos los ferrocarriles de montaña) la línea ferroviaria más alta de los Alpes, y funciona como un ferrocarril público con tráfico durante todo el año. Como la sección de aquí a Poschiavo se ve particularmente afectada por la nieve a la deriva, se han erigido innumerables estructuras de ingeniería desde el muro de la presa sur en adelante: la Galería Scala de 140 m de largo, el Túnel Scala de 192 m de largo, la Galería Sassal Mason de 348 m, y el Túnel Drago de 54 m de largo.

Estación de Ospizio Bernina

Después de la Galería Grüm, se llega a la atractiva estación Alp Grüm. No solo se encuentra en la línea de árboles, sino que también marca la última estación antes de la frontera lingüística italiana. A partir de aquí, la línea baja, con una pendiente de hasta el 7%, y a través de múltiples curvas en S, hacia el valle de Poschiavo. El hecho de que esto ocurra sin la ayuda de un sistema de cremallera hace que la línea del Bernina sea una de las líneas ferroviarias de adhesión más empinadas del mundo.

Inmediatamente después de la estación Alp Grüm, la línea serpentea en una curva cerrada de 180° y pasa por debajo de Alp Grüm a través de la Galería superior de Palü. En una nueva curva de 180°, pasa por el Túnel Palü y, posteriormente, por la Galería inferior de Palü. Siguen otros cuatro bucles de medio círculo, hasta que la línea llega a la estación de Cavaglia. Desde aproximadamente el año 2000, también hay un nuevo apartadero, Stablini, entre Alp Grüm y Cavaglia. Biseca una parte de la línea que anteriormente era propensa a retrasos en el tráfico. En zigzag, la línea continúa desde Cavaglia más abajo en el valle a través de Cadera hasta Privilasco. Desde allí, la línea deja atrás las curvas cerradas y, todavía en su máxima pendiente, llega al valle de Poschiavo. En Poschiavo finalmente se encuentra una vez más con la carretera del paso de Bernina.

A petición de la comunidad de Poschiavo, la estación se construyó a las afueras de los límites del pueblo. Tiene un depósito de ferrocarriles y un taller, en el que también se almacenan algunos vagones históricos de la línea. Después de la parada de Li Curt, construida en 1977, la línea sigue hasta el pueblo de Le Prese. Entre Le Prese y Miralago, la línea pasa a lo largo de las orillas del Lago de Poschiavo, quedando así a la altitud del lago de 965 m sobre el nivel del mar.

Después de la estación de Brusio, la línea pasa por el famoso viaducto en espiral de Brusio. El viaducto es seguido por la estación de Campascio. Después la línea sigue hasta la estación de Campocologno donde cruza la frontera entre Suiza e Italia, para finalmente llegar al pueblo de Tirano. Aquí hay conexión con los trenes de la Rete Ferroviaria Italiana (RFI), los cuales llegan hasta Milán.

Viaducto en espiral de Brusio

Tráfico de trenes
Hoy en día, las siguientes clases de automotores y locomotoras se utilizan en los servicios comerciales programados en la línea del Bernina: quince ABe 8/12 I que comenzaron a circular en 2010 para reemplazar la antigua serie de automotores, como cuatro ABe 4/4 I y nueve ABe 4/4 II. También hay en servicio seis ABe 4/4 III, y dos Gem 4/4 que pueden funcionar sin alimentación eléctrica, gracias a su generador diésel en el interior (locomotoras de doble motor).

Esta flota, formada por automotores, también transporta tráfico de mercancías. Algunos vagones de mercancías se añaden a los trenes de pasajeros hasta que se alcanza la capacidad máxima de remolque de dichos trenes de 140 toneladas. Por razones de seguridad, debido a la presencia de mercancías peligrosas, otros vagones de mercancías se operan por trenes de mercancías puros. A pesar de haber sido creada originalmente solo para el tráfico turístico, la línea del Bernina ahora también ayuda al comercio con Italia transportando cantidades considerables de carga, que consiste principalmente en combustible para calefacción, combustibles y madera. Además, las empresas comerciales regionales del valle de Poschiavo son servidas en parte por ferrocarril.

El horario está bien diseñado, con servicios durante todo el año de un tren de pasajeros por hora en cada dirección. Los servicios insignia son el Bernina Express, ahora totalmente equipado con vagones panorámicos, y el Trenino Rosso que viaja en la dirección opuesta.

En invierno, un antiguo quitanieves rotativo a vapor de 1913 está regularmente en servicio, pero también se utilizan dos quitanieves rotativos eléctricos de 1968 y también dos motores modernos de 2010. Su funcionamiento es también una atracción turística que atrae a los entusiastas del ferrocarril de todo el mundo, especialmente al vapor. Las dos Gem 4/4 aseguran las maniobras del quitanieves rotativo.

En relación con el peligro de avalanchas en la línea del Bernina, el Ferrocarril Rético ha desarrollado un procedimiento inusual para eliminar estos altos peligros alpinos. A fines del invierno, cuando el riesgo de avalanchas es mayor, se dispara artillería en los puntos de origen de las avalanchas, para controlar su ocurrencia.

SUPERACIÓN DEL DILEMA CAPITALISMO-COMUNISMO

Nosotros estamos en el camino de las soluciones políticas modernas. En el mundo se han enfrentado dos sistemas: el capitalismo liberal, que explota al hombre y permite la explotación del hombre por el hombre, y en el que el pez grande se traga al chico y el más fuerte arrastra al más débil, y el sistema comunista, que trata, por el contrario, de imponer la fuerza de la masa; ¡ah!, pero administrada por una minoría, el partido comunista, que ejerce, sin piedad, la dictadura.

A lo que han llegado los dos sistemas todos lo sabemos: uno es la Europa occidental, con su progreso, pero con su injusticia; otro es Rusia, con sus checas y la esclavitud de los campos de concentración.

Nosotros no podemos aceptar ninguno de los dos caminos: uno, con la Empresa estatal manejada por el Estado policía, negando toda clase de libertades; otro, con una libertad aparente que acaba en la tiranía y en el libertinaje. Nosotros no podemos aceptar la negación de la Empresa privada para sustituirla por la estatal, ni la negación de toda propiedad y toda libertad. Nosotros buscamos verdaderas soluciones a nuestros problemas. No negamos la legitimidad de lo social ni la de la libertad con la autoridad y con el orden. Nosotros queremos la Empresa libre, la libertad de la Empresa, pero también pedimos y exigimos el derecho del Estado a ofrecer al pueblo los beneficios de la Empresa pública.

Francisco Franco Bahamonde 

DE CONEJOS Y HURONES

Fernando Sánchez Dragó

Se llama en las culturas chamánicas animales de poder al animal simbólico que todo ser humano lleva dentro ‒o sea: en su inconsciente‒ desde que viene al mundo. Su función es la de catalizar la búsqueda del nosce te ipsum y la de equilibrar el peso del zoon politikon aristotélico, que es cultural y por ello artificial y adoptado, con el natural, que es congénito e instintivo. La conducta social depende del primero; la personal, del segundo, determinado por el carácter, que suele ser individual, pero que a veces, en contra de la opinión de Julio Caro Baroja (me remito a su ensayo sobre El mito del carácter nacional), puede ser colectivo y ayuda a entender lo que Unamuno llamaba la intrahistoria de los pueblos.

Ruinas del templo de Apolo en Delfos, que tenía esta inscripción en su frontón

No son conceptos que quepa discernir ni controversias que quepa dirimir en el angosto ámbito de una columna de prensa. Lean a Jung, a Mircea Eliade y a Carlos Castaneda, entre otros, quienes deseen saber algo más acerca de lo que es, en el chamanismo y en la psicología transpersonal, un animal de poder. No hay psicoanálisis posible si no se averigua cuál es el propio del sujeto sometido a esa terapia de introspección radical. Todo ser humano, ya dije, lleva en el subsuelo cerebral uno, por lo menos, de esos animales deícticos y a veces varios. Yo, por ejemplo, siempre exagerado, tengo cinco: el lobo, el oso, el gato, el lagarto y el escarabajo. Pero eso es asunto de mi exclusiva incumbencia que aquí está fuera de lugar y que sólo traigo a metafórica colación por si ayudara a entender la inexplicable (a mis ojos) conducta de mis compatriotas. La mía, desde luego, se entiende a tal trasluz por arcana que pueda parecer a muchos de ellos. ¿Cómo no van a tomarme por loco los hombres de la llanura —así los llama el Marqués de Tamarón en su novela El rompimiento de gloria— si mi forma de ser y de hacer es en tantas cosas similar a la de los cinco animales citados? Por algo decía Dalí, mirando alrededor con sus ojos saltones y tanteando el paisaje con las guías de su bigote, que la única diferencia entre él y un loco consistía en que él no estaba loco. Tampoco, que conste, lo estoy yo como lo estaría si osara compararme al genio de Port Lligat que enseñó a sus paisanos a sentirse catalán sin por ello dejar de ser español. Son o deberían ser círculos concéntricos.

¿Divago? Sí. Discúlpenlo. Soy un flaneur en el callejero del columnismo. También lo eran Camba (gallego), Pla (catalán) y Umbral (castellano). ¿Me estaré comparando a ellos? Al tercero seguro que no. Yo no recurro a las negritas.

¿Por qué Hispania se llamó así? Hay diferentes hipótesis al respecto. La más extendida sostiene que los romanos hicieron suyo ese topónimo de origen cartaginés cuyo significado era el de «tierra abundante en conejos». Así lo atestiguan Cicerón, Julio César, Plinio el Viejo, Catón, Tito Livio y, en particular, Catulo, que se refiere a Hispania como Celtiberia cuniculosa. Algo sabría del asunto, pues pasó por aquí. En algunas monedas acuñadas en la época de Adriano figuraban personificaciones de Hispania como una dama sentada y con un conejo a sus pies.

Han pasado unos cuantos siglos, pero si atiendo a lo que ahora dicen las encuestas, por escasa que su credibilidad sea, llego a la conclusión de que siguen correteando los conejos, animales asustadizos y de granja, por lo que fue el Far West del imperio romano en la época de las guerras púnicas. ¿Cómo entender, si no, que todavía haya en Cataluña tantos españoles cuniculosos dispuestos a votar al ministro Illa, a los sediciosos del separatismo, al procónsul del traicionero Brutus que en la moción de censura apuñaló a su aliado natural en el futuro gobierno del país, a los bolchepodemitos que a todos odian y se odian entre sí, y a quienes so capa de supuesta ciudadanía están dispuestos a pactar con quien sea para sentarse en cualquier trasportín de la Generalidad? ¡Ay, Inés, Inesita, Inés, capaz de pedir la dimisión de Illa y de ofrecerse a renglón seguido para formar gobierno con los socialistas!

Resulta difícil imaginar a los conejos como animales de poder, pero ahí, ratoneando, están. ¡Qué panorama! Sólo queda en Cataluña una opción decente para los votantes que no sean conejiles. Mi madre me decía que yo era un hurón. Eso sí que es un animal de poder. ¡A por ellos, VOX!

¿REPRESIÓN? NO ¡JUSTICIA!

La exigencia de las responsabilidades derivadas de los crímenes cometidos durante la guerra en España que se llevó a cabo tras ella por parte del Régimen, es asunto que resulta aún hoy polémico sólo porque así lo desean y procuran los de siempre. Dicha exigencia de responsabilidades es denominada por esos mismos «represión», término falso a todas luces. Terminada la guerra, y debido a lo que en la zona frentepopulista había ocurrido durante ella al llevarse a la práctica la tan preconizada revolución, no había más remedio, sobre la base de la búsqueda de la justicia debida, que proceder a determinar y exigir las responsabilidades a que hubiera lugar. Si ese proceso de exigencia de responsabilidades llevado a cabo en España se tacha de «represión» —en el sentido peyorativo en el que hoy tiene tal vocablo—, entonces, también fue «represión» lo que los aliados hicieron con sus enemigos al término de la 2GM. Muchos de los que ponen como modelo lo realizado por los aliados, arremeten contra Franco y su Régimen por lo mismo, hecho aún más injusto si se tiene en cuenta que las garantías procesales fueron en España infinitamente superiores a las empleadas por los aliados.

Y es que había muchas responsabilidades que determinar y exigir como ocurre siempre después de una guerra, sea la que sea, pero más si cabe de una como la española de connotaciones bien marcadas. Los frentepopulistas habían aplicado en su zona el terror revolucionario contra todo aquel individuo o colectivo que por las causas que fuera consideraron su enemigo. Pero, además, tal terror se llevó a la práctica de manera masiva y manifiestamente ilegal, ilegítima y deshumanizada, casos ejemplares de lo afirmado son, entre muchos, la extensa red de «checas», el sistemático empleo de la tortura, los «paseos», los «tribunales populares», los fusilamientos en masa, el asesinato de religiosos sólo por serlo, la proliferación de grupos parapoliciales y un largo etcétera de otras tropelías incalificables.

Celda checa con lecho punzante e inclinado y suelo inestable (Archivo Histórico Nacional)

No parece que Franco tuviera nunca en cuenta la posibilidad de una amnistía que hubiera significado una traición a tantas víctimas y a sus familiares «...Un imperativo de justicia impone, por otra parte, no dejar sin sanción los horrendos asesinatos cometidos…; como sin corrección a quienes, sin ser ejecutores materiales, armaron los brazos e instigaron al crimen, creándosenos, así, el deber de enfrentarnos con el problema de una elevada población penal, ligada con vínculos familiares a un gran sector de nuestra nación... La guerra, con sus inseparables consecuencias, fue el único camino de redención que a España se ofrecía, si no quería sumirse, por siglos, en el abismo de barbarie y de anarquía en que hoy desgraciadamente se debaten otros pueblos mártires del noroeste europeo. Son tantos los daños ocasionados a la Patria, tan graves los estragos causados en las familias y en la moral, tantas las víctimas que demandan justicia, que ningún español honrado, ningún ser consciente, puede apartarse de estos penosos deberes...» (Discurso de Franco de fin del año de 1939); «...necesidad de no dejar sin castigo los horrendos crímenes...» (Notas de Franco en documento manuscrito de 20 de Diciembre de 1939).

La norma básica fundamental sobre la que se llevó a cabo esa exigencia de responsabilidades fue la «Ley de Responsabilidades Políticas» aprobada el 9 de Febrero de 1939, que estaría oficialmente en vigor hasta 1969, bien que a pesar de su teórica longevidad, su existencia real fue, a partir de fecha tan temprana como 1945, meramente testimonial, pues para ese año dejó prácticamente de aplicarse; algo que hoy ocultan los que tanto hablan de «décadas de represión».

Para la realización de esa necesaria e insoslayable justicia, en el preámbulo de la ley se hacía expresa mención a la necesidad de que se llevara a la práctica de forma que los que «...borren sus yerros pasados mediante el cumplimiento de sanciones justas y la firme voluntad de no volver a extraviarse, puedan convivir dentro de una España grande...». Al tiempo, se advertía que la ley «...no es vindicadora, sino constructiva, atenúa, por una parte, el rigor sancionador, y, por otra, busca, dentro de la equidad, fórmulas que permitan armonizar los intereses sagrados de la Patria con el deseo de no quebrar la vida económica de los particulares. Las sanciones económicas se regulan con una humana moderación». Por ello, ni Franco iba a actuar, porque no lo era, como un tirano o dictador ciego y ávido de venganza dominado por el rencor o por impulsos viscerales, como hoy se le quiere presentar y hacernos creer, ni el Régimen como una dictadura despiadada sedienta de sangre.

Muy al contrario. Reconociendo de antemano que «...La magnitud intencional y las consecuencias materiales de los agravios inferidos a España son tales, que impiden que el castigo y la reparación alcancen unas dimensiones proporcionadas, pues éstas repugnarían al hondo sentido de nuestra Revolución Nacional, que no quiere ni penar con crueldad, ni llevar la miseria a los hogares...», Franco, hombre realista y práctico donde los hubiera, consciente de las pasiones que esos tremendos actos de crueldad cometidos podían suscitar según se fueran conociendo con detalle, impulsará una serie de condicionantes mediante los cuales buscará minimizar al máximo la posibilidad de que fueran dichas pasiones las que prevalecieran «...Pero una cosa es la justicia y otra es la pasión; la justicia ha de ser serena y generosa. No debe rebasar los límites que la corrección demanda y la ejemplaridad exige, y esto es incompatible con la satisfacción en el castigo ajeno, con el rencor y el odio, con el encono hacia los vencidos, que, si no lo admite la caridad cristiana, lo repugna también un imperativo patriótico. En este sentido os anuncio medidas que evitarán que la pasión o la envidia puedan ser motor que empuje a la justicia. Ha habido enormes delincuencias, desviaciones punibles, pero ¿cuántos no fueron empujados a organizaciones y a partidos por una necesidad del trabajo o un humano anhelo de mejora?» (Discurso de Franco de fin del año de 1939).


Así, de las casi 50.000 penas de muerte que se emitieron por los tribunales como consecuencia de crímenes cometidos durante la guerra —y como resultado de los 500.000 procesos sustanciados entre 1939 y 1950—, sólo se ejecutaron 22.716, incluidas las correspondientes a las acciones terroristas comunistas de los años cuarenta, por lo que propias de la guerra fueron unas 22.000. En Madrid, por ejemplo, entre 1939 y 1945, se sustanciaron 167.000 procesos, siendo la provincia con mayor número de ellos, dictándose unas 8.000 sentencias de muerte de las cuales se cumplieron 3.000. Por ello, y por la mano de Franco, fueron 5.000 los que se salvaron de ser ejecutados, es decir, los que le deben la vida personalmente a Franco, sólo en la capital madrileña, y unos 27.000 —50.000 menos 22.716— los que se la debieron en toda España. Compárese con los casi 73.000 asesinados en la zona frentepopulista a lo largo de la guerra… ¡y en qué condiciones! O con los cerca de 40.000, tanto en Francia como en Italia, «ajusticiados» por nazis, fascistas o «colaboracionistas» sin garantías procesales de ningún tipo, todo ello permitido por las autoridades aliadas, así como por las nuevas de dichos países, entre las que los comunistas respectivos eran casi mayoría, sobre todo lo cual pesa una losa de silencio sepulcral.

Junto a lo anterior, Franco impulsó una eficaz y amplísima legislación para la redención de las penas de cárcel. Los principios básicos por las que se rigió fueron varios y procedían de diversas fuentes, tomándose muy en cuenta la tradicional doctrina social de la Iglesia y las opiniones esbozadas en el siglo XVI por el jesuita P. Julián Pereda —innovador entonces en esta materia— cuyos escritos Franco había leído con suma atención. Los principios básicos aplicados fueron los siguientes:
1. Los que habían cometido delitos graves debían ser considerados como enfermos morales —no mentales— con su sentido de la responsabilidad disminuido, por lo que las penas que se les impusieran, cuando lo fueran de cárcel, debían ir orientadas a que en su cumplimiento se hiciera lo posible porque tal sentido de la responsabilidad volviera a ellos.

2. Todo preso debía poder cumplir su pena en condiciones humanas dignas y tener la oportunidad de amortizarla y reinsertarse de nuevo en la sociedad sobre la base del trabajo siempre voluntario.

3. Mientras que la pena impuesta era la «deuda» que el reo adquiría con la sociedad y que debía saldar mediante su estancia en la cárcel, el trabajo voluntario realizado durante ella era la «moneda» y la forma más directa y expedita que tenía para saldar dicha deuda; por lo mismo, ese trabajo debía ser remunerado como el de cualquier otro trabajador de forma que el penado pudiera mejorar sus condiciones de vida y sustentar a su familia víctima inocente de los desvaríos por él cometidos.

De acuerdo con lo dicho, Franco personalmente, en su calidad de presidente del Gobierno, impulsó a los diferentes ministros de Justicia, especialmente a los primeros tras la guerra que fueron los que tuvieron que aplicar la Ley de Responsabilidades Políticas, a poner en práctica en toda su extensión lo decidido. Así, el Ministerio de Justicia realizó durante años amplias campañas de propaganda por las cárceles para dar a conocer las distintas posibilidades que se ofrecían a los reclusos de redimir sus penas por el trabajo voluntario. A la par, se contemplaron siempre en los presupuestos de dicho ministerio los medios económicos necesarios para que tales trabajos fueran justa y suficientemente remunerados, lo que en una España sumida en la ruina supuso, sin duda, todo un hito, así como un esfuerzo añadido. Parte del salario que se asignó a los presos que decidían trabajar en la multitud de obras públicas puestas en marcha para la reconstrucción de España se les dio en metálico; otra se entregó a su familia; una última se retenía entregándoseles en el momento de su liberación a fin de que así contaran con algunos ahorros. Con ello, fueron mayoría los presos que trabajando siempre voluntariamente en obras como por ejemplo la construcción del Valle de los Caídos, pero también pantanos, carreteras, vías ferroviarias y un largo etcétera, consiguieron en poco tiempo reducir sus penas de cárcel a la mitad e incluso a la tercera parte, quedando pronto en libertad; muchos de ellos seguirían, ya como hombres libres, trabajando en esas mismas obras. 

Junto a lo anterior, Franco, que ya manifestara públicamente el 1 de Enero de 1939 su firme intención de que «...la población reclusa se redujera con celeridad...», de motu proprio y en uso de sus prerrogativas como presidente del Gobierno, otorgó una larga relación de indultos y otros beneficios penitenciarios de los cuales, así como de sus consecuencias, recogemos sólo los más significativos de entre ellos:

01.10.1939. Para delitos militares castigados con penas de hasta seis años y un día.

04.06.1940. Concediendo libertad condicional inmediata a los reos con penas inferiores a seis años.

24.10.1940. Creación de una extensa red de «comisiones especiales» encargadas de revisar las sentencias y penas dictadas y ya firmes a fin de ver la posibilidad de disminuirlas sobre la base o de nuevas pruebas o datos o teniendo en cuenta aquello que pudiera beneficiar al preso; caso de surgir en dicha revisión datos que apuntaran a que la sentencia y pena impuesta fue inferior a la debida, en ningún caso dichas comisiones podían utilizarlas para agravar la sentencia o aumentar la pena, dándose en tal caso por bien juzgado el caso, respetándose lo determinado en su momento por el tribunal que lo juzgó. De esta revisión quedaban excluidas sólo las penas a muerte por delitos de sangre. La comisión de revisión de penas para las Fuerzas Armadas conmutó el 50 por ciento de las del Ejército y la Marina, y un tercio de las del Aire; de este último, por ejemplo, de 957 dictadas se conmutaron 354 de las cuales 173 supusieron la inmediata libertad de los penados.

01.04.1941. Extensión del indulto de junio de 1940 a los reos con penas inferiores a doce años; supuso la inmediata liberación de 40.000 presos.

28.09.1942. Autorización para la revisión de penas a muerte y de cadena perpetua.

16.10.1942. Liberación de los reclusos con penas de entre doce años y un día, y catorce años; supuso dejar en libertad a unos 20.000 reclusos.

Del 25.12.1942 y el 26.03.1943. Liberación de 51.300 reclusos bien por beneficiarse de anteriores indultos, bien por haber redimido sus penas por el trabajo en tan sólo tres años desde el final de la guerra.

30.03 y 17.12.1943. Dos indultos para los condenados a 20 años y 20 años y un día; lo que supuso la liberación de 48.705 presos.

Así, para finales de 1943, debido a la rapidez con que se habían ido liberando los reclusos, se cerraron veintitrés centros de detención.

«Terror Rojo» es un término utilizado para referirse a la represión en la zona republicana durante la GCe, y alude a una sucesión de actos criminales por parte de grupos de izquierda que en ocasiones incluyen al Gobierno ilegítimo del Frente Popular.

Pero es que junto a los indultos y demás beneficios penitenciarios citados, ya el 7 de Marzo de 1942, Franco había impulsado la reforma de la Ley de Responsabilidades por la cual se atenuaban muchos de sus preceptos; entre otros se eliminó como delito haber militado en los partidos políticos que figuraban como inductores de la guerra.

Pero aún más importante fue que el 17 de Diciembre de 1943, el Gobierno, a instancias de Franco, suspendió la aplicación de la pena de muerte para todos los delitos derivados de la guerra «...es propicio el Caudillo a no ejecutar más penas capitales (dictadas) como consecuencia de la revolución marxista (es decir de la guerra)...», lo que significó, entre otras consecuencias, la conmutación inmediata de ochocientas sentencias de muerte que iban a ejecutarse en esos días, y por ello que ochocientos condenados salvaran la vida que a partir de ese instante debieron a Franco; quien, dicho sea de paso, nunca firmó ninguna sentencia de muerte, pues como presidente del Gobierno lo que le correspondía era tan sólo dar el «enterado» de la sentencia dictadas por los tribunales en caso de no optar por su conmutación, o sea, lo mismo que vienen haciendo desde siempre los presidentes de gobierno de los países en los que aún hoy está vigente la pena capital.

Gracias a todo lo anterior, en abril de 1945 el ministro de Justicia español comunicaba oficialmente a las embajadas norteamericana y británica que por parte del Gobierno español se daban por «...cancelados los delitos relacionados con la pasada guerra...»; otra cosa era, por supuesto, los que pudieran derivarse de las acciones de las partidas de terroristas comunistas cuya actividad iba entonces in crescendo. Prueba fehaciente de lo comunicado fue que con fecha 24 de dicho mes se suprimía el Tribunal de Responsabilidades Políticas constituido a raíz de entrar en vigor la ley del mismo nombre, quedando dicha ley reducida prácticamente a algo meramente testimonial.

Además, con posterioridad a tan acelerado proceso de excarcelación de reclusos, destacan los siguientes indultos:

1950. Con motivo de la celebración del Año Santo se otorgó un indulto especial por el cual un total de 5.000 reclusos de diversa condición quedaron en libertad.

1969. El 28 de marzo se concedió una amnistía general para todos los delitos anteriores al 1 de abril de 1939 cometidos durante la guerra fueran de la gravedad que fueran.

01.10.1971. Indulto general que rebajaría las penas a todos los presos, a excepción de aquellos que las estuvieran cumpliendo como consecuencia de habérseles conmutado la de muerte —caso este último de los etarras juzgados el año anterior en el «Proceso de Burgos»—; el indulto supuso la excarcelación de cerca de 3.000 presos.

Asimismo, todos los años con motivo del aniversario del 18 de Julio y de la designación de Franco como Jefe del Estado el 1 de Octubre, se otorgaban otros indultos de diversos tipos; siempre excluyeron a los sentenciados por delitos de sangre, torturas o violación, aunque no así la redención de pena por el trabajo que sí se les aplicaba.

Junto a todo ello, el 13 de Enero de 1945 se publicaba una reforma del Código Penal que suavizaba en general todas las penas incluidas las aplicables a delitos comunes. A partir de ese instante en ningún caso se consideraría la pena de muerte como castigo único para ciertos tipos de delitos, por graves que fueran, pudiendo los jueces optar siempre por penas alternativas de cárcel, lo que en realidad equivalía a la práctica derogación de la pena capital en España, lo que por ello se hacía muchos años antes de que se hiciera lo mismo en otros países del entorno incluidos los «democráticos»; algo que hoy también se oculta. Todos los delitos contra la seguridad del Estado se rebajaban en un grado. Todo condenado a penas inferiores a dos años quedaría siempre automáticamente en libertad condicional. Entre otras novedades definía como delito el asalto a aeronaves calificandolo, por primera vez en el mundo, como «acto de piratería» y delito el asalto con armas al edificio de las Cortes, artículo que sería aplicado a los autores del 23-F. Como puede comprobarse en nada parecido a lo que ocurre en una dictadura y menos aún a lo que hoy se dice del Generalísimo.

La insistente labor de indultos de penas de muerte y de cárcel impulsada por Franco produjo como resultado que para fecha tan temprana como el 1 de Enero de 1946, es decir, a los seis años y medio de terminada la guerra, la población penal española —sumada la derivada de la contienda y la de delitos comunes— era de tan sólo 32.380 personas, es decir, inferior incluso a la existente en 1936 bajo el gobierno del Frente Popular; de ellas sólo unos 23.000 lo eran por responsabilidades derivadas de la guerra, siendo el resto, o sea, 9.380, presos comunes.

Pero para mejor comprender la magnitud de lo anterior, baste decir que el 1 de Abril de 1939, día de la Victoria, los nacionales poseían una masa de 800.000 prisioneros frentepopulistas —soldados y civiles—, que tras una ardua y rápida labor de identificación quedó reducida a 1 de Enero de 1940 a 270.719, incluidos los presos comunes, de forma que en tan sólo seis meses se habían puesto en libertad 529.281 personas, la mayoría soldados y mandos subalternos del que fuera ejército rojo enrolados en él bien por las levas obligatorias o bien voluntariamente, pero en los cuales, por su nivel o cargo desempeñado, se consideró que ninguna responsabilidad se les podía exigir.

Quedaron así pendientes de juicio el resto, o sea, los 270.719 citados, por lo que para 1946, sólo cinco años después, restando los 22.000 ejecutados y los 32.380 sentenciados a penas de cárcel, habían sido liberados 216.339 reclusos; muchos de ellos, sin los indultos y métodos de redención de penas por el trabajo auspiciados por Franco hubieran pasado décadas en la cárcel. Ingente labor de humanidad y caridad que hubiera podido ser aún más alta si los crímenes que las partidas de terroristas comunistas que durante esos mismos seis años asolaron algunas áreas de la geografía española no lo hubieran impedido, pues ante tal problema los tribunales se sentían más inclinados a la dureza que a la clemencia presionados por el clima de «guerra» que de ello emanaba.

El Cerro de los Ángeles, testigo del terror rojo en España: así atacó un monumento a Cristo

Recoger también que en 1959 la población penitenciaria total de España sería de tan sólo 14.890 presos —de los cuales, además, sólo 950 lo eran por delitos de «rebelión» o «auxilio a la rebelión», es decir, por delitos «políticos» contra el Régimen—, mientras que por ejemplo en 1935, en plena vigencia de la 2Re, a la que hoy se quiere presentar como modelo de democracia y libertad, era de 34.526; es decir, más del doble. Para 1961, y a pesar de la ola de agitación que desde el extranjero se impulsaba contra España, el número de presos en relación con los existentes en 1959 aumentará en tan sólo 312, alcanzando la cifra de 15.202, siempre muy inferior a cualquiera de las existentes durante la 2Re y aún mucho menor a la de cualquier país democrático europeo en ese mismo instante.

Por último, hay que dejar constancia de que a ningún «exiliado» se le negó nunca la posibilidad, cuando lo solicitó, de regresar a España, incluso a aquellos que tenían pendientes causas procesales relacionadas con la guerra, teniendo las embajadas españolas instrucciones concretas en tal sentido. Por eso es falso cuando hoy se acusa al Régimen de haber negado la nacionalidad española a los «exiliados», y es una barbaridad concederla a sus nietos como «reparación de aquella injusticia» que, como vemos, no existió.

Fuente: FNFF

¡¡¡CREO EN LA REENCARNACIÓN...!!!

Cada día me maravillo al descubrir nuevos detalles de la Creación (así, con mayúsculas). Encuentro la foto de un colibrí en la red, que se mantiene en el aire mientras sorbe el néctar de una flor. Es una imagen preciosa. Mi hija me llama para que vea la puesta de sol, con todo el cielo anaranjado, hermoso.

El colibrí no lo hicimos nosotros, los humanos. Tampoco la puesta de sol. No hemos inventado ni las huellas digitales, únicas para cada uno, ni el ADN que nos identifica como individuos.

Entonces, sin duda que existe un Creador (así con mayúsculas), que «creó» muchas cosas, desde los planetas, que se mueven sin andar chocando unos con otros, hasta los diseños de las plantas, las  jirafas, los leones, los tigres, nuestro sistema intestinal, y nuestro cerebro, cuyo funcionamiento todavía no se descubre por completo.

Yo no tengo duda alguna de que Dios existe. Y uso este término en general, ya que para algunos será el dios de los cristianos, para otros, el dios de los musulmanes, o de los judíos, o cualquiera de las deidades del hinduismo. Otros dirán que no existe ningún dios. Perfecto. Eso no quita que podamos ver las estrellas en una noche despejada, o que el Sol siga saliendo todos los días. Es como desconocer la ley de gravitación universal, formulada por Newton. Alguien puede no creer en ella, pero si cae desde el balcón de un décimo piso, es muy posible que se quiebre varios huesos.

Hay muchas leyes en la física. Y muchas más que no se han descubierto aún, y que dejan a los científicos sin explicación, como ocurre con la física cuántica. Entonces, si existen leyes más potentes que la ley de gravitación universal, ¿cómo podríamos negar que detrás de todo se encuentra ese Creador, sin importar cómo la llamemos?

Además, esa Creador es amoroso. Ha «implantado» en todos los seres la posibilidad de multiplicarse. Las semillas son algo asombroso. Un minúsculo grano puede convertirse en un gran árbol. Y, si observamos bien, todo es así:  el cuerpo de las madres fabrica la leche precisa para sus crías. Son muchas las maravillas como para enumerarlas aquí. ¡Si ninguna flor es igual a otra! ¡Ni una hormiga es igual a otra!

Entonces, ¿cómo podría este Creador amoroso limitarnos a una sola vida? Una sola vida puede ser precaria, o terrible, no porque ese Creador lo haya determinado así, sino porque los humanos, en nuestra ambición y avaricia, hemos abusado de otros humanos, apropiándonos de las riquezas de sus tierras, explotándolos como esclavos. Y en definitiva faltando a las normas que determinados seres de mayor elevación nos han transmitido, como el Decálogo que recibió Moisés.

Lo que hay en la Tierra podría alcanzar para alimentarnos y protegernos a todos, pero bien sabemos que la distribución la manejan unos pocos.

¿Cómo podría ese Creador limitarnos a una sola vida, que a veces dura diez años, o incluso menos? ¿Y por qué algunos nacen ricos y bellos mientras otros solamente conocen la escasez y la pobreza? No sería justo, de ninguna manera. Y Dios no puede ser injusto, porque a mí me consta que tenemos muchas vidas, con abundancia, con honores, en algunas; con sufrimiento y dolor en otras.

Como periodista, he conocido a miles de personas, todas distintas, cada una de ellas con sus propios problemas, ambiciones, decepciones. Cada una de ellas emite una vibración particular, una especie de aroma, diría yo, que me atrae o me repele. Algunas son obstinadas; otras, tímidas; y hay quienes tienen una imagen desproporcionada de sí mismas, como si se vieran en un espejo que los engrandece.

Vivimos y morimos. Pero al morir, dejamos este cuerpo físico, cuando ya está muy gastado, como si fuera un vestido viejo. Y nuestra alma, nuestro verdadero «Yo», va hacia otros espacios, para seguir aprendiendo. ¿Aprendiendo qué? Lo que corresponde a cada uno: más generosidad, más compasión, lo que sea. Siempre aprendemos más de lo bueno. Y luego regresamos, en otro cuerpo y posiblemente en otro lugar del planeta (o de otro planeta), a practicar lo que debemos entender.

Esto que planteo se ha sabido desde hace siglos. Pero mucha gente ha guardado el secreto, por conveniencia. Sobre todo en los ámbitos religiosos. ¿A qué dignatario, de cualquier creencia, le convendría decirle a un discípulo que en la próxima vida pueden intercambiar posiciones de poder?

Y sin embargo, es así. En esta vida puedo tener la piel blanca, o negra, o de cualquier tono. En la próxima, mi condición variará. El que era mi esclavo puede ser mi amo, mi patrón, mi jefe. Y no entenderé por qué me tiene tan poca simpatía.

¡¡¡No recordaré!!! Hay un velo que nos protege de los recuerdos y errores de vidas pasadas, porque debemos estar en el aquí y el ahora, y si lo recordaramos todo, no podríamos soportar esa carga. Nuestra alma, desde que es creada, empieza a evolucionar igual que un niño humano. Al comienzo somos torpes, nos golpeamos, nos quitamos los juguetes, damos puntapiés, nos enojamos por cualquier cosa, gritamos al menor inconveniente. Después, en vidas sucesivas, nos vamos puliendo, igual que una estatua que al comienzo es un bloque de mármol sin forma y, gracias al escultor, va transformándose, poco a poco, en una obra de arte.

Ese Creador nos pule, a través de nuestras experiencias. ¡Y cómo duele ese proceso! Tanto como le duele al niño pequeño caerse, para luego ser capaz de caminar y sostenerse sobre sus propios pies.

Necesitamos tiempo para que nuestra alma evolucione, para que sea más bella. Necesitamos más vidas. Y, supongo que, cuando ya estamos más pulidos, podremos ser parte de ese Ser, de ese Creador o esos Creadores. Volveremos a Casa. En eso creo yo. Y no pretendo convencer a nadie.



He cambiado algunas palabras sobre el escrito original pero que no alteran el sentido del mensaje...