SUBRAZA HINDÚ, (Quinta Raza)

Alrededor del año 60.000 a.C. el Manú guió a ciertas familias escogidas para que se ubicaran en cuatro valles, al oeste del Mar de Gobi con el objeto de desarrollar en cada uno de ellos a las futuras cuatro subrazas (de la Quinta Raza), para ser enviadas posteriormente a diferentes partes del mundo.

Del año 40.000 al 20.000 a.C., el Manú Vaivaswata (Noé) se ocupó principalmente en la formación de estas subrazas, y tanto él como su inmediato grupo encarnaron durante aquellos veinte mil años en las comarcas destinadas a la propagación de estas subrazas.

Cuando las subrazas salieron a cumplir su destino, el primitivo imperio ya estaba muy decaído. Los mongoles y turanios, sometidos desde mucho tiempo atrás por los arios; recobraron la independencia, y el reino cuya capital era la Ciudad del Puente quedó sumamente reducido. El pueblo, sin alientos para construir, vegetaba entre las ruinas de la magna obra de sus antepasados, tal como sucede actualmente en muchas civilizaciones a lo largo y ancho del planeta.

Los seres más avanzados, que por virtud de la educación recibida demostraban talento y disposición, encarnaban habitualmente en otras civilizaciones hermanas. De esta forma, iba descendiendo el nivel de desarrollo del Estado matriz. Asimismo el comercio estaba muy reducido y la población se dedicaban tan sólo al cultivo y pastoreo. El núcleo central del reino se mantenía aún unido, pero las comarcas periféricas se habían proclamado independientes.

Hacia el año 18.800 a.C. había ya terminado por entonces la tarea de formar y establecer las subrazas segunda, tercera, cuarta, y quinta en sus respectivos destinos y el Manú, cumplidas las emigraciones y establecidas las subrazas, volvió su atención hacia el núcleo raíz de la raza, es decir, la población que todavía restaba del imperio ario, edificado desde las costas del Mar de Gobi. Esta población había que trasladarla a la India, país escogido para su ulterior evolución, la cual sería considerada como la primera subraza aria, la hindú. Por aquella época, en la India había una civilización atlante que había llegado al último extremo de su decadencia. Sus clases aristocráticas eran perezosas y egoístas, aunque todavía quedaban restos de bellas letras y copiosa tradición de conocimiento oculto. Tenía muy debilitado su espíritu guerrero, y la riqueza del país, deplorablemente perdida, despertaba la codicia de otros pueblos más fuertes, capaces ya de conquistarla.

La migración completa de la raza aria de su central solar asiático fue necesario por las siguientes razones:

1. Porque Shamballa debía quedar aislada, pues ya había terminado la obra llevada a cabo en contacto con el mundo, y la raza debía seguir creciendo sin esa vigilancia tan estrecha.

2. Porque era preciso arianizar la India.

3. Porque la raza había de emprender la marcha, antes de sobrevenir el futuro cataclismo que había de alterar bastante la región de Asia Central.

El Manú no había encarnado en el seno de la raza raíz desde que guió la emigración de la cuarta y quinta subrazas, esto es, desde el año 20.000 a.C., por lo que su recuerdo era poco menos que mítico en Asia Central; y pocos siglos antes de la época que estamos considerando se habían suscitado discusiones acerca de si se debían o no observar las leyes del Manú que prohibían el matrimonio con extranjeros.

En la mencionada época (año 18.800 a.C.) Marte era rey de una tribu del imperio ario que sufría mucho por las incursiones de otras tribus con las que continuamente estaba batallando para sostener la suya, amenazada de aniquilación. Se le presento el Manú en sueños y le ordenó que guiase su tribu hacia el sudoeste para entrar en tierra de la India, destinada a la futura residencia de la raza. Le encargó que luchase lo menos posible durante la marcha, ni atacase a quienes le dejaran pasar tranquilamente. Le dijo además que, en un futuro próximo, toda la raza aria raíz seguiría el mismo camino. Marte, antes de transmitir a su pueblo el sueño que había tenido, les fue preparando para que estuviesen dispuestos para la marcha.

Casi todos le obedecieron, pero un antiguo conocido, Alastor, protagonista de una de las mayores desavenencias durante la segunda subraza aria (árabe), de nuevo ejerció el papel de rebelde dirigiendo a los pocos que se negaron a seguir a Marte, aseverando que no iban a dejar su vieja patria y sus históricas enseñanzas por el sueño histérico de un hombre rendido y desesperado. Alastor llegó aún mucho más lejos, porque además de fomentar la revuelta en contra de la migración, reveló a las tribus enemigas la ruta que seguiría la migración hasta la India. Alastor fracasó y fue ejecutado por esta traición a su propio pueblo.

Marte emprendió la marcha el año 18.875 a.C. y tras muchas penalidades y no pocas escaramuzas (pues, sin atacar, se veía atacado), llegó a las dilatadas llanuras de la India, y durante algún tiempo disfrutó de la hospitalidad de Viraj, su compañero en muchas vidas, que en aquélla época era el rey Podishpar, cuyos dominios se extendían por la mayor parte de la India septentrional. Además se consolidó la alianza gracias al matrimonio de Corona, hijo del rey Podishpar, con Brhaspati, hija de Marte y viuda de Vulcano, muerto en una de las refriegas sostenidas durante la marcha.

Al mismo tiempo, en la India meridional existía un vasto reino gobernado por el rey Huyaranda, cuyo sumo sacerdote se llamaba Suria. Muchos años antes de la migración, Suria ya había advertido al rey que por mandato de los dioses iban a llegar gentes extranjeras. Por ese motivo, cuando la migración llegó a las llanuras del norte de la India, el rey Huyaranda envió a su príncipe heredero para que fuese a su encuentro, les diera la bienvenida y los asentara en el país. Una vez se establecieron la relaciones, Suria consideró que los «narigudos extranjeros del norte» eran muy aptos para el sacerdocio y podrían mantener hereditariamente el oficio sacerdotal.

Aquellos que aceptaron la propuesta y abrazaron el estado sacerdotal fueron los antecesores de los futuros brahmanes del sur de la India, los cuales se abstuvieron de contraer matrimonio con los indígenas y formaron una clase social separada del resto. Otros se enlazaron matrimonialmente con la aristocracia tolteca, arianizando poco a poco a las clases superiores del país, dominando así los arios, pacíficamente, todo el sur de la India. Adicionalmente, el príncipe heredero murió sin sucesor y el pueblo puso en el trono a Heracles, segundo hijo de Marte y primer monarca de la dinastía aria.

Posteriormente emigraron el resto de tribus que quedaban en Asia Central. A todas las que inmigraron a la India se les consideró la primera subraza. Sobre el año 13.500 a.C. el reino ario de la India meridional envió una importante expedición a Egipto por intermedio del Manú. La expedición tomó la vía marítima de Ceilán hasta el mar Rojo. La expedición no tenía por objeto colonizar Egipto, pues este país era ya un poderoso imperio, sino más bien asentar allí, bajo el dominio del gobierno egipcio, una benéfica, potente y civilizadora influencia.

Suria era de nuevo el sumó sacerdote egipcio, como lo habla sido ya cerca de tres mil años antes en la India meridional. De la misma forma que entonces, preparó el camino a los arios, informando al Faraón de su próxima llegada y aconsejándole que los acogiera favorablemente. Escuchó el Faraón el consejo, y poco después, por insinuación del mismo Suria, enlazó en matrimonio su hija con el rey ario, nombrándolo por ello heredero de la corona. De este modo, una vez falleció el faraón, quedó pacíficamente establecida en Egipto una dinastía aria.

Gobernó gloriosamente esta dinastía por algunos milenios, hasta que el hundimiento de Poseidonis —año 9.564 a.C.— provocó la inundación del reino y todos los habitantes tuvieron que refugiarse en las zonas montañosas. Sin embargo, pronto se retiraron las aguas y recobró el país su antiguo esplendor. El historiador Manetón se refiere evidentemente a la dinastía aria, cuando dice que Unas fue el último rey de la quinta dinastía. Bajo el reinado de los faraones arios cobraron su mayor fama las escuelas de Egipto, y durante mucho tiempo presidieron el saber del mundo occidental.

Ultimo resto del gran continente atlántico. Se hace referencia a la isla Atlántida de Platón como un término equivalente en filosofía esotérica. [Poseidonis es el «tercer paso» de Idaspati o Visnú, según el místico lenguaje de los libros sagrados. (Doctrina Secreta II, 809)].

Egipto fue el segundo gran imperio de la primera subraza. Desde Egipto se infundó la sangre aria en varias tribus del África oriental. Esto fue así hasta el punto de que algunos de los tipos ínfimos de las civilizadas cuarta y quinta subrazas arias estaban notoriamente menos adelantados que los zulúes.

El Manú se valió del reino de la India meridional como de un subsidiario centro de irradiación en coyunturas similares a la de la arianización de Egipto. De esta forma envió también colonos a Java, Australia e islas de Polinesia, según puede comprobarse hoy en día los rasgos arios en los polinesios de tez morena.

Mientras todo esto se llevaba a cabo en el sur de la India, seguía trabajando el Manú en el gradual transporte de su raza, desde el centro de Asia al norte de la India. Una de las primitivas emigraciones se estableció en el Punyab. Otra masa emigratoria se dirigió hacia oriente para asentarse en Assam y norte de Bengala.

Escudo

Otra expedición tuvo lugar por el año 17.520 a.C. por la misma ruta que habla seguido Marte más de mil años antes, asentándose en un campamento fuertemente atrincherado entre las actuales Jammu y Gujranwala, para proseguir posteriormente hasta donde hoy se levanta Delhi, y edificaron en aquel imperial paraje la primera ciudad, a la que dieron el nombre de Ravipúr o Ciudad del Sol.

Una de las más numerosas emigraciones del reino central ocurrió el año 15.950 a.C. y estaba formada por tres poderosos ejércitos. Uno pasó a Bengala por Cachemira y el Punyab. Otro cruzó el Tíbet para llegar a Bután y de allí a Bengala. El tercero atravesó el Tíbet, demandó Nepal y prosiguió hasta encontrarse con los otros dos cuerpos de ejército en Bengala.

Bután, oficialmente Reino de Bután es hoy un país del sur de Asia ubicado en la cordillera del Himalaya y sin salida al mar. Limita al norte con la República Popular China y al sur con la India. Se trata de una nación regida por una monarquía constitucional, cuyos órganos y sede de gobierno se hallan en la capital, Timbu. Con una superficie de 40.994 km² y una población inferior a los 800.000 habitantes, Bután es uno de los países más pequeños y con menos población del planeta. Su territorio está dividido en diez provincias.

Para señalar la importancia de esta emigración de tan lejano alcance, baste decir que tomaron parte en ella diez personajes que en la actualidad son Maestros. Desde aquella época en adelante hubo continuas inmigraciones hacia la India procedentes del Asia Central. En ocasiones fue en partidas sueltas, otras en considerables ejércitos. Durante miles de años se sucedieron las oleadas emigratorias, y algunos arios de talento estudiaron la filosofía de los toltecas, a quienes dieron a veces el nombre de nagas.

El dios Visnú reposa sobre el naga serpiente Ananta Shesha, mientras su consorte Laksmí lo masajea

A las clases inferiores de la población atlante, compuestas en su mayor parte por los morenos tlavatlis, les llamaron dasyas, mientras que a las gentes negras, descendientes de los lemurianos, les apellidaban daitias y takshakas.

Estas continuas emigraciones dejaron despoblado el reino de Asia central allá por el año 9.700 a.C.

Las convulsiones provocadas por el cataclismo de 9.564 a.C. que condujeron al hundimiento de Poseidonis, arruinaron la Ciudad del Puente y derruyeron la mayor parte de los magníficos templos de la isla Blanca. Las últimas partidas de emigrantes tuvieron alguna dificultad en llegar a la India, pues quedaron detenidas en Afganistán y Baluchistán durante unos dos mil años. Muchos murieron a manos de los mongoles que depredaban su territorio, y el resto pudo al fin abrirse camino por las llanuras ya densamente pobladas.

Cuando el Manú tuvo a todo su pueblo establecido en la India, surgió el riesgo de que la sangre aria se atenuase hasta quedar en mero vestigio entre la enorme mayoría de atlantes y atlante-lemurianos de la zona, por lo que prohibió nuevamente el matrimonio con extranjeros. Hacia el año 8.000 a.C. estableció el régimen de castas, con propósito de prevenir ulteriores adulteraciones y que pudieran perpetuarse las ya efectuadas. En un principio, estableció el Manú tres castas tan sólo: brahmán, rájana y visha. La primera comprendía los arios de pura estirpe; la segunda, los arios con mezcla de tolteca; y la tercera, los arios con sangre mongol. 

De aquí provino el llamar varnas o colores a las castas, pues los arios puros eran blancos, los ario-toltecas, cobrizos, y los ario-mongoles, amarillos. Los individuos de distinta casta podían contraer matrimonio entre si, pero posteriormente se consolidó la costumbre de que los matrimonios debían contraerse únicamente entre individuos de una misma casta. Más tarde, ni siquiera los que eran arios mestizos quedaron comprendidos en la genérica denominación de shudrás, aunque en muchos de estos individuos tuvieran un ligero tinte de sangre aria.

 

 

LOS SEÑORES DE VENUS

Cuando los Señores de Venus (los Dragones de Sabiduría, como a veces se les llama) descendieron a nuestra tierra, trajeron consigo las semillas de diversos tipos de seres vivientes desarrollados en Venus, con el objeto de beneficiar y apresurar la evolución terrestre.

Signo cuneiforme que se empleaba en la tercera dinastía de Ur para representar a Anu

Cuando se describe la llegada de Anu junto con otros rishis, se dice que trajo consigo en su nave muchas semillas de vida. Y estas semillas no eran únicamente las de la vida espiritual e intelectual, sino también las de la vida física tal como existía en Venus: 
El trigo, por ejemplo, no pertenece a nuestra tierra, y muchos son los botánicos que se hallan perplejos con respecto a su origen. Por medio del cruzamiento del trigo producido por las semillas procedentes de Venus con las hierbas indígenas de la tierra, los primeros instructores desarrollaron los diversos granos alimenticios.
Las abejas y hormigas, con sus especiales sistemas sociales y bien dirigidos esfuerzos, proceden de Venus; proceden de una esfera en donde toda evolución ha progresado mucho más que la nuestra, de modo que hasta en los reinos de la vida vegetal y animal, todo se halla en un nivel mucho más elevado que el que nosotros hemos alcanzado hasta el presente.
Estos «Dragones de Sabiduría» son los primitivos adeptos de la tercera raza, y más adelante de la cuarta y quinta, dice HPB: Ellos eran los «Hijos del Fuego», los discípulos inmediatos de los «Padres», la «Llama Primordial». Ellos dieron los Budas; esto es, el Buda supremo y el Bodhisattva a la tercera raza, así como muchos Arhats, formando también parte veinticuatro de los Señores que tenían estas mismas categorías en la cuarta y quinta Razas, siendo la mayor parte de estos Seres Pitrís Agnishvattas, conocidos entre los jainas como los veinticuatro Tirthankaras.

Los Agnishvattas corresponden al Prometeo de la mitología Griega, así como a la serpiente del Génesis bíblico. Prometeo trajo a la humanidad la auto-conciencia así como el fuego de los Dioses. Él fue castigado por ello a estar encadenado a la roca de la materia. En el Génesis, la serpiente sedujo a Adán y a Eva a comer del fruto del Árbol del Conocimiento del bien y el mal, «para llegar a ser como los dioses». Se les expulsó del paraíso y tomaron «abrigos de piel», los cuerpos densos.

En el jainismo, los tirthankaras son seres que alcanzaron la trascendencia y liberación (moksha) y son, por ello, maestros que enseñaron el camino jainista. Alejados del devenir del cosmos y del suceso cósmico, no intervienen de manera alguna en él, sirven solamente como ejemplos a seguir. En teoría, todos los seres pueden alcanzar ese estado perfeccionándose a través de muertes y reencarnaciones hasta convertirse en tirthankaras.

Los divinos Hermafroditas del punto medio de la tercera raza, los «Padres inmaculados», como se les llama, crearon Hijos por medio de la voluntad y del yoga, para la encarnación de los más elevados Agnishvattas, los «Antecesores —los antepasados espirituales— de todos los subsecuentes y presentes Arhats o Mahatmas» esto es, sus Gurús; y se nos dice que, en la séptima raza, estos Hijos de la Voluntad y del Yoga, junto con otros como ellos, producirán hijos nacidos de la mente.

Estos Hijos son Aquellos que, vigilando la evolución de las últimas tercera y cuarta razas, se irritaron con los hijos de los Atlantes, cuando éstos cayeron en la degradación y fueron víctimas de la gran catástrofe que los sumergió debajo de las aguas del océano. Constantemente se habla de Ellos como de los instructores divinos, Aquellos que dirigen la evolución espiritual humana y guían las fuerzas cósmicas para favorecerla y estimularla.

Los Reyes divinos de las más primitivas dinastías que dirigieron el desarrollo intelectual de la humanidad, que le enseñaron las artes y las ciencias, y que guiaron su evolución social, eran algunos de los más elevados Pitrís Agnishvattas. Estos Pitrís eran los Kabires-Titanes, a los cuales se alude en los anales de los pueblos más antiguos.

HPB dice: «Ellos son en verdad grandes y benéficos dioses. En Tebas, Corea y Deméter, los Kabires tenían un santuario, y en Menfis los Kabires tenían un templo tan sagrado, que nadie, excepto los sacerdotes, podían entrar en sus sagrados recintos... Ellos fueron en el principio de los tiempos, los Directores de la humanidad, cuando encarnaron como Reyes de las dinastías divinas. Ellos dieron el primer impulso a la civilización, y dirigieron la inteligencia con la cual habían dotado al hombre hacia la invención y perfeccionamiento de todas las artes y ciencias. Por esto se dice que los Kabires aparecieron como los bienhechores de los hombres, y como tales vivieron durante edades en la memoria de los pueblos. A estos Kabires o Titanes se atribuye la invención de la escritura, de las leyes y la legislatura, de la arquitectura, así como de las diversas formas de la llamada magia y del empleo medicinal de las plantas». Los ocultistas llaman también Manuchis a estos Seres divinos, quienes enseñaron la lengua sagrada, el Senzar, a la tercera y cuarta razas. (Extractado del libro, GENEALOGÍA DEL HOMBRE de Annie Besant).

Fuente: RED DE ESTRELLAS

Para entender correctamente la reencarnación...

Hasta hace 130 años y aunque sea difícil de creer, casi nadie en el mundo occidental había oído hablar sobre reencarnación, pero este no siempre fue el caso ya que la creencia en esa doctrina floreció en Occidente durante épocas pasadas e incluso fue parte del cristianismo primitivo hasta que fue declarada una creencia «herética» por la Iglesia en el siglo VI de nuestra era. Luego de este suceso, el concepto de reencarnación desapareció casi por completo de la conciencia occidental hasta que fue reintroducido por algunas doctrinas como el espiritismo científico de Alan Kardec, y el movimiento teosófico de Helena Petrovna Blavatskaya (HPB).

De esta manera, la realidad sobre la reencarnación fue percibida rápidamente por muchas personas y en poco tiempo esta idea básica formó parte de nuestra cultura cotidiana.

En las últimas décadas varias investigaciones científico-analíticas como la del doctor Ian Stevenson— han demostrado que la reencarnación es un hecho. Los hallazgos y conclusiones ampliamente documentados de profesionales tan respetados como aquél y verificados con una gran cantidad de evidencia incuestionable no pueden ser explicados por la ciencia materialista, pero tampoco pueden descartarse.

Aunque un número cada vez mayor de personas afirma creer en la reencarnación, al parecer son relativamente pocos quienes son capaces de explicarlo de manera adecuada a otros, tal vez sin tener un conocimiento completo de lo que realmente es y cómo opera. La teosofía sostiene que el karma y la reencarnación son los dos conceptos espirituales más importantes a ser asimilados cabalmente por la humanidad, y así esperamos que las siguientes ideas ayuden a una comprensión mejor y más práctica de esta noble y antigua enseñanza.

Este es un artículo complementario de: «Para entender correctamente el karma» que se puede leer haciendo clic en el enlace.

El espiritismo y la teosofía sostienen que el karma y la reencarnación son los dos conceptos espirituales más importantes a ser asimilados cabalmente por la humanidad.

I. ¿QUÉ ES LA REENCARNACIÓN?
La palabra «reencarnación» es sinónima de «renacimiento» y/o «reincorporación». Es el proceso por el cual el alma humana regresa a la Tierra una y otra vez y se asienta cada vez en un nuevo cuerpo físico para continuar el viaje progresivo del alma para su evolución y desarrollo interior, por lo cual la muerte no es el final y el nacimiento tampoco es el comienzo.

El alma se reencarna debido a tres razones principales: (1) todavía tiene lecciones que aprender, (2) tiene «deudas kármicas» que necesita resolver para equilibrar aún más su Karma, o (3) no ha conseguido plenamente su naturaleza divina o unidad absoluta con lo divino —y por lo tanto con toda la Vida— y aún no ha devenido Aquéllo que realmente es a nivel de consciencia. La reencarnación es una Ley en la Naturaleza y no es cierto que «sólo algunas almas reencarnan» o que «reencarnarse es la excepción y no la regla» como algunos han afirmado, siendo realmente un proceso cíclico continuo y una necesidad para toda alma.

Existen tres posibilidades con respecto a lo que nos sucede cuando morimos. Primero está la opinión de los ateos y materialistas quienes aseguran que somos sólo «un fardo desalmado de materia sin propósito» y que «dejamos de ser cuando el cuerpo físico muere».

Después tenemos la opinión de «una sola vida» esgrimida por algunas religiones, que sostienen que el alma vive una vez en la tierra y posteriormente a la muerte física vamos al Cielo por toda la eternidad o ardemos a perpetuidad en el infierno. Los sistemas que enseñan este concepto generalmente insisten en que son el «único credo correcto» y que sólo las personas que pertenecen a esa religión en particular irán al «paraíso celestial».

La tercera posibilidad es la de un proceso continuo de reencarnación. Hoy el 25-30% de los occidentales dice creer en ella y ha sido un concepto estándar en gran parte de Oriente durante miles de años, teniendo su origen en el hinduismo, la religión más antigua del mundo. También es una característica central del budismo y otras religiones indias, y así tenemos la libertad de decidir cuál de estas tres posibilidades nos parece más razonable.

II. LA REENCARNACIÓN NO ES INMEDIATA
La reencarnación no ocurre inmediatamente después de la muerte. No se trata de que «el alma abandone un cuerpo y luego ingrese de forma instantánea al de un bebé que está por nacer», porque siempre hay un intervalo durante el cual el alma experimenta su propio estado de «cielo», creado involuntariamente a partir de su propia conciencia y que coincide a exactitud con la vida futura en que la persona había creído y esperado durante la existencia física que acaba de terminar.

Las enseñanzas de la teosofía se refieren a este nivel con el nombre tibetano de «devachan» y esto se da en exacto acorde con la cantidad y fuerza del karma bueno o positivo que el alma creó durante la vida terrenal que dejó. Entonces, se lleva a cabo el proceso de reencarnación cuando el alma ha cosechado el fruto completo de este buen karma en su gozosa experiencia devachánica. El ritmo en que esto sucede varía para toda alma y depende de varios factores, principalmente la cantidad de Karma positivo traído de la última encarnación y de cuán espiritual y pura haya sido la persona. Algunos pueden no reencarnarse hasta que hayan pasado cientos o incluso miles de años, mientras que otros pueden reencarnar en el transcurso de unos pocos años, por cuanto no existe una regla rígida en este sentido.

III. LOS HUMANOS SIEMPRE REENCARNAN COMO TALES
Existen diversos reinos o departamentos en la Naturaleza que representan etapas distintas y definidas de evolución interna. Después de progresar al salir de uno de dichos reinos para luego ingresar al siguiente, el alma no retorna a un ciclo que ya ha completado. Aunque la evolución es un desarrollo muy lento y gradual, procede de una manera definida y ordenada.

Habiendo pasado del reino mineral al vegetal, no volvemos a ser miembros del ámbito mineral. Luego, al transmigrar de vegetal a animal no podemos ser otra vez una planta. De manera similar, una vez que hemos pasado esa marca definitiva e importante de ingresar a una larga serie de vidas como individualidad autoconsciente en el reino humano, no se puede volver a un nivel inferior de evolución que ya fue superado y lo cual ya no tiene más efecto o utilidad para nosotros.

El alma humana nunca reencarna como animal, árbol, planta, piedra o cualquier otra entidad que no sea otro ser humano.

IV. KARMA Y REENCARNACIÓN ESTÁN ESTRECHAMENTE VINCULADOS
El karma y la reencarnación están inextricablemente vinculados, pues uno no puede explicarse sin el otro. Es obvio que una sola vida no es lo suficientemente larga para cosechar todos los efectos de cada causa que producimos durante esa vida. También es evidente que algunos aspectos y circunstancias de nuestra existencia actual no tienen su origen en el presente, sino en un pasado distante. La encarnación física en sí misma es un efecto kármico ya que una de las razones principales para volver a nacer es tratar con nuestro karma pasado. Para tener una comprensión cabal del karma y del renacimiento, entonces debemos asimilar ambas doctrinas.

V. NO ELEGIMOS CONSCIENTEMENTE NUESTROS PADRES
En algunos círculos existe la creencia popular de que, mientras se encuentra en los reinos espirituales y previo a la reencarnación, el alma selecciona conscientemente a sus padres para su próxima vida junto con otros aspectos como ubicación, entorno y circunstancias del nacimiento. Pero el hecho es que el alma no elige ni decide conscientemente quiénes serán sus padres ni tampoco otros detalles, pero en un cierto sentido (aunque no conscientemente) sí lo hace porque sus padres y otros detalles de su inminente renacimiento están determinados por el propio karma del individuo, es decir, por las causas que el alma generó previamente cuando estaba en la tierra y cuyos efectos ahora deben ser resueltos.

VI. RECUERDO DE VIDAS PASADAS

El concepto de reencarnación ha existido durante miles de años. La creencia de que cuando morimos, renacemos como personas completamente nuevas, ha mantenido al hombre en vilo desde tiempos remotos. En este top, Incognitados te mostrará a diez niños misteriosos que tienen recuerdos de sus vidas pasadas, y que seguramente te dejen pensando sobre cómo fue tu vida anterior...

A menudo escuchamos la pregunta: «Si la reencarnación es verdadera, ¿por qué entonces no recordamos nuestras vidas anteriores o al menos algunos detalles de ellas?»

Podríamos responder con esta otra cuestión: «¿Por qué no recuerdas los detalles de lo que hacías un día como hoy, pero hace diez años?» Obviamente, en cada nueva vida tenemos un cerebro nuevo porque el cuerpo físico también se renueva. Si el cerebro de una persona no la ayuda a recordar muchas de sus propias acciones, pensamientos y experiencias de la vida presente, entonces difícilmente puede rememorar aspectos de vivencias pasadas en cada una de las cuales también tenía un cerebro completamente distinto.

La memoria completa y precisa de todas nuestras vidas anteriores se almacena en el alma y es obvio que no se registra en nuestro encéfalo actual. La receptividad que tenga ese órgano hacia el alma está determinada en gran medida por el grado de conciencia espiritual y la que hemos desarrollado en vidas anteriores, pero incluso en nuestra circunstancia presente y a medida que nos volvemos cada vez más bienintencionados, espirituales y puros, tenemos más probabilidades de mejorar la receptividad cerebral hacia nuestra alma y memoria.

Existen ciertos individuos que sí recuerdan haber vivido antes y se ha determinado que miles de estos casos son totalmente precisos en las descripciones de detalles, nombres, fechas y eventos pasados. No es raro que los niños pequeños recién encarnados mencionen pormenores de una vida pasada, y por lo general la que precede directamente a la actual. Por desgracia, en el Occidente escéptico y ultramaterialista muchos padres y profesores ignoran tales aspectos y los catalogan como simple «imaginación infantil».

También se sabe que, cuando se ahonda en ellos, en general los recuerdos de vidas anteriores que surgen espontáneamente son mucho más precisos y confiables que las «reminiscencias» instigadas por métodos como la terapia de regresión. Varios investigadores han concluido que las reminiscencias aparentes y producidas por esas técnicas a menudo son sólo imaginación del paciente, contenidos de la mente subconsciente o detalles e imágenes recogidos del inconsciente colectivo. También deberíamos estar agradecidos de que se nos oculten las precisiones de nuestras vidas anteriores, ¡porque una vez que las hayamos conocido muy bien podríamos desear no haberlo hecho!

VII. SEGÚN NUESTRAS OBRAS Y NECESIDADES
La naturaleza de cada cuerpo en que reencarna el alma se corresponde con «nuestros actos y necesidades» en palabras de los Upanishads, las escrituras fundamentales de la filosofía hindú. Nuestras acciones del pasado han determinado el cuerpo, la capa exterior que debemos construir para esta vida presente y también es la cobertura más apropiada para ayudar a que el alma cubra sus necesidades de evolución interna y aprendizaje en esta vida.

El karma no comete errores. En esta vida nuestro cuerpo puede ser débil, propenso a la mala salud o incluso presentar discapacidades, pero eso está de acuerdo con nuestros hechos y necesidades. También la forma física puede ser inherentemente fuerte y robusta, lo que nos permite lograr todo tipo de cosas en el nivel material, nuevamente según las acciones y necesidades del alma para su avance en este punto particular de evolución.

Algunas personas se sienten como mujeres atrapadas en cuerpos de hombres o viceversa. Esto tiende a sugerir que el alma ha pasado varias de sus vidas más recientes en una sucesión continua de cuerpos pertenecientes a un género particular, y por lo tanto el alma se habrá feminizado o masculinizado según corresponda. Debemos recordar que en realidad el alma es asexual.

Comprensiblemente, un alma muy feminizada odiará encontrarse en un cuerpo masculino ya que parecerá muy antinatural y extraño; pero si el alma feminizada se halla en un revestimiento masculino o viceversa esto también se corresponde con sus acciones y necesidades, y una de ellas aparentemente sería «ajustar el equilibrio», puesto que nunca podemos realizar un verdadero progreso sólo por ser mujer u hombre en todas nuestras encarnaciones físicas. Sin embargo, aquéllos que sienten que no pueden permanecer en el género de su nacimiento y deciden cambiarlo no deben ser criticados ni condenados, ya que únicamente esas personas pueden saber realmente cómo se percibe.

VIII. INDIVIDUALIDAD PERMANENTE Y PERSONALIDAD ACTUAL
Es importante recordar que existe una distinción entre personalidad presente e individualidad permanente. La personalidad terrenal nunca reencarna, ya sea conocida como Juan Pérez o María González, por ejemplo.

Sin embargo, sí reencarna el alma (individualidad espiritual) que tuvo una vida terrenal en y mediante la persona de Juan o María, en y a través de una nueva personalidad. Entonces, no debemos cometer el error de pensar que nuestra alma es «idéntica a nuestra persona física».

Algunos aspectos y cualidades de nuestra alma adquiridos en vidas anteriores —cuando encarnó en personalidades previas— ciertamente están activos y prevalecen en nuestra circunstancia actual, pero la personalidad presente no debe tomarse como algo completo o un «reflejo» particularmente preciso de la individualidad permanente.

La personalidad temporal de Juan o María representa sólo un capítulo o página en todo el «libro de vidas» de esa alma. El alma o individualidad permanente se denomina Ego en las enseñanzas de teosofía y ese término se emplea en su significado real y literal de «yo, y así el alma reencarnada es el verdadero «yo» de nuestro ser.

IX. REENCARNACIÓN Y POBLACIÓN MUNDIAL
La población del mundo ha aumentado en casi 7 mil millones en los últimos 130-140 años y sigue creciendo, aunque se espera que alcance su máximo entre 2025 y 2050. Una de las principales causas de este aumento dramático es que la gente en la actualidad reencarna mucho más pronto y rápido que hace un siglo.

La duración de la permanencia entre vidas del alma en Devachan siempre está determinada en parte por lo «espiritualizada» que esté el alma: cuanto más atea, agnóstica o materialista sea una persona, más corto y menos definido será ese período intermedio.

Es innegable que ha habido un declive general en todo el mundo respecto a espiritualidad y pensamiento elevado en la última centuria. A finales del siglo XIX la mayoría de los humanos aún tenía cierto grado de inclinación o creencia espiritual; por lo tanto, sus almas estaban «espiritualizadas» al menos en cierta medida y parte de su conciencia estaba dirigida hacia asuntos superiores, aunque fuera ocasionalmente, lo cual permitió que se prolongara el tiempo post mortem del alma en Devachan.

En Occidente, la caída de la Iglesia y el surgimiento paralelo de la ciencia materialista tuvieron el efecto combinado de crear generaciones de agnósticos, ateos y sensualistas ya que no había nada que llenara el vacío en la conciencia humana entre la fe religiosa y ciega que insistía en que la Biblia es la Palabra de Dios infalible y literal, y las proclamas ateas de científicos quienes declararon (y continúan aseverando) que «no hay nada más allá de la materia» y que «no existen el alma ni el espíritu» ni cualquier propósito o significado real sobre ellos.

En filosofía, el materialismo es una corriente de pensamiento según la cual el mundo puede explicarse en función de la idea de materia, pues todas las cosas son causa de la acción de la materia y no del espíritu. La materia es así la primera realidad de las cosas, independientemente de que pueda o no ser percibida por los seres vivos.

Uno de los propósitos para la fundación del movimiento teosófico era ayudar a cerrar esta brecha y presentar a la humanidad una espiritualidad inteligente y razonada con base en la Filosofía Esotérica de Oriente. Por desgracia, tras la muerte de Helena Petrovna Blavatskaya (HPB, a partir de ahora) ciertas enseñanzas y enfoques de la teosofía fueron deliberadamente distorsionados y alterados por ciertos líderes dentro de la Sociedad Teosófica y en gran medida se perdió el grado de respeto y efectividad que aquélla había alcanzado en Occidente.
La Sociedad Teosófica es una organización o fraternidad internacional fundada en 1875 y relacionada con la teosofía. Según la cofundadora y figura de referencia del movimiento, HPB, se trataría de «una sociedad para la búsqueda de la sabiduría divina, sabiduría oculta o espiritual, o simplemente, la Verdad».

En nuestros días el occidental promedio es agnóstico, si no ateo, y acepta incondicionalmente los puntos de vista y pronunciamientos de la ciencia de manera tan incuestionable y ciega como sus antepasados creyeron en las proclamas del sacerdote. Gran parte de la población en Oriente también se encamina en ese sentido, aunque no en la misma medida.

Una cosmovisión atea o materialista conduce naturalmente a una disminución de la espiritualidad y la ética y un aumento de sensualidad y superficialidad. Por lo tanto, no es sorprendente que una gran proporción de almas que no ha desarrollado inclinaciones o cualidades místicas en sus encarnaciones más recientes no tenga nada (o muy poco) para contribuir en el presente de camino desde su interludio devachánico, y así regresan a la vida terrestre con una rapidez desconcertante.

Mientras mayor sea la frecuencia con que retornan esas almas, la gente tiene más tiempo y oportunidad para procrear y así ayudan a que otras seres de este tipo vuelvan a encarnarse. Como la ciencia y el sexo son los dioses del siglo XXI, este fenómeno no muestra signos de disminuir. Todos los problemas principales que afectan al mundo contemporáneo son de tipo espiritual en su naturaleza subyacente, y hasta que las personas con inclinaciones religiosas no tengan la inteligencia o iniciativa para abordarlos de forma sana, desinteresada e inteligente, las angustias de la humanidad seguirán aumentando porque el sólo hecho de repetir como loros «amor y luz» y «todos somos uno» no hará ninguna diferencia.

X. EL FIN DE LA REENCARNACIÓN
Cuando el alma se ha perfeccionado, purificado y reunido conscientemente con su Ser Superior (Espíritu puro y Eterno) al resolver todas sus cuentas kármicas, entonces y sólo entonces se puede decir que el ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento han llegado a su fin. Es seguro decir que muy pocos de nosotros estamos cerca de llegar a esa etapa.

El ciclo o «rueda» de nacimiento, muerte y renacimiento se llama «samsara» en los sistemas hinduista y budista, cuyo nombre significa «mar de sufrimiento» y/u «océano de existencia condicionada". Cuando el alma individual ha terminado de atravesar ese océano de vida e ingresa en el ámbito infinito de no-existencia incondicionada llamado Nirvana.

Esto no significa que el alma deje de existir y sea aniquilada o «se apague», sino que se fusiona y reabsorbe en el Absoluto, convirtiéndose literalmente en UNO con Aquéllo. En realidad siempre ha estado unido con esa fuente, pero tuvo que olvidarlo para recordar nuevamente.

Pero más grande que aquél que entra alegremente y sin vacilar en la eterna e indescriptible dicha de Nirvana es el individuo que, habiendo alcanzado su umbral, renuncia a esa bendición para reencarnarse conscientemente en esta tierra una y otra vez y mientras la vida continúe con objeto de ayudar y servir a la humanidad sufriente. El que con gusto entra en Nirvana y abandona para siempre todo lo demás es descrito en el budismo como «Pratyekabuda», pero quien realiza la Gran Renuncia y se convierte en uno de los salvadores de la humanidad se denomina «Bodhisattva» o "Buda de Compasión".

Esta estatua de un bodhisattva, hecha en caliza, fue probablemente esculpida en Henan alrededor de 570, durante la dinastía Qi Septentrional.

EL PROCESO DE LA REENCARNACIÓN


Lo que llamamos un «niño» o una «niña» es en realidad un alma recién reencarnada. Actualmente es muy difícil no creer en la reencarnación toda vez que obtenemos un entendimiento preciso de la lógica y filosofía que implica ese fenómeno, y también cuando tomamos conciencia de la multitud de pruebas en constante aumento. Así, es posible que a veces nos preguntemos cómo tiene lugar realmente la reencarnación y qué métodos o etapas comprende.

Sabemos que esto sucede en exacto acorde con la Ley de Karma, pero este artículo en particular no trata sobre ello. Nuestro objetivo aquí es obtener una idea de cómo el alma o Ego en realidad egresa de su estado devachánico y retorna a la vida en el plano físico.

La teosofía ofrece algunas ideas interesantes sobre este tópico e información importante sobre otros misterios relacionados con el proceso del nacimiento. Obviamente nada de esto es un «enigma» para los Maestros de Sabiduría, HPB o William Q. Judge, cofundador del movimiento teosófico y a quien la rusa consideraba especialmente.

Sin embargo, existen muchos otros detalles y aspectos que la Gran Hermandad de Adeptos aún no ha permitido que se den a conocer al público general y, en consecuencia, todo lo que pueden hacer en la actualidad —bajo las restricciones reales de la Ley Cíclica y Kármica— es proporcionar pistas, destellos e indicaciones breves sobre ciertos temas o ámbitos, y tal es el caso respecto del proceso reencarnatorio real.

Nuestra tarea inmediata y apremiante como teósofos es familiarizarnos de forma íntima con una comprensión profunda, precisa y significativa de todo el cúmulo de enseñanza y conocimiento que HPB y WQJ nos han dejado, pues en caso contrario si somos tan perezosos para molestarnos en estudiar esos contenidos, entonces ¿qué derecho tenemos para conocer más detalles?

Sin embargo, podemos aprovechar esta oportunidad para obtener algunos esbozos. En «The Secret Doctrine Dialogues» y respondiendo a la pregunta de un alumno, Blavatsky sostiene: «La célula germinal contiene sólo la semilla o forma astral. El padre planta la semilla en el suelo de la materia. (…) La mónada eclipsa al feto sólo en el séptimo mes y entra por completo en el infante una vez que adquiere conciencia. Por así decirlo la entidad devachánica envuelve al nuevo ser, pero comienza su proceso de asimilación sólo después del primer rayo de conciencia, aproximadamente hacia los siete u ocho meses, y por lo tanto no ingresa en él. Comienza a eclipsarlo y está allí guiado por la ley kármica, pero no entra inmediatamente» (p. 559).

La Doctrina Secreta, obra maestra de HPB publicada en 1888, demostró ser una buena herramienta para la investigación seria de los estudiantes. Las preguntas sobre el libro y sus temas, particularmente la cosmogénesis, fueron el tema de las reuniones semanales de la Logia Blavatsky.

Basados en esa declaración y también en lo que han aseverado HPB y los Maestros en otros pasajes, podemos exponer los siguientes hechos:

—La semilla del padre, que comienza a crecer y tomar forma en la madre, contiene únicamente la semilla del linga sharira o cuerpo astral.

—Sabemos que el cuerpo astral precede y sobrevive al cuerpo físico y es el marco, molde o antetipo invisible y sutil en torno al cual se construye el cuerpo material.

—La concepción da como resultado el comienzo en la formación del nuevo cuerpo astral, que pronto se reviste con la capa exterior del cuerpo físico.

—Aunque dicha forma todavía no está realmente «animada», se halla unida de una manera determinada y concreta con el Ego entrante desde el momento de la concepción.

—En dicho momento, el Ego todavía se encuentra en el estado de Devachan, por lo que se describe esta conexión como «la entidad devachánica».

—Para entonces, su tiempo en Devachan está casi terminado y ahora comienza a «envolver», «iluminar» y «eclipsar» la pequeña forma que en cuestión de meses se convertirá en su nuevo vehículo físico.

—El punto anterior es uno de los numerosos motivos por los que la teosofía no está en favor del aborto y explica por qué HPB no dudó en describirlo como «asesinato», «la destrucción deliberada y pecaminosa de la vida», «interferencia con las operaciones de la Naturaleza y por lo tanto con el karma de la madre y el futuro ser humano» y «un crimen contra la Naturaleza».

—En torno al séptimo mes de embarazo se inicia el «proceso de asimilación» real y adecuado, en que la parte inferior y personal del ego se conecta con el nuevo cuerpo. Inclusive después del nacimiento, la parte superior del alma (Manas superior) por lo general no se vincula sólida y completamente con la nueva personalidad hasta los siete años de edad. Debido a ciertos aspectos relacionados con este punto, los niños fallecidos antes de los siete años tienden a reencarnarse de inmediato o casi de inmediato. 

—La conexión creciente del devachani con su nuevo vehículo físico se relaciona con la última parte de lo descrito por el Maestro KH:
«Como en la vida real terrestre, así también para el Ego en devachan (el primer revoloteo de la vida psíquica, el logro de las mejores condiciones, el agotamiento gradual de la fuerza que pasa a la semiinconsciencia, el olvido gradual y letargo) no existe la muerte, sino el nacimiento en otra personalidad y el restablecimiento de la acción que engendra diariamente nuevos conjuntos de causas que deben ser trabajadas en otro término de Devachan, y aún otro renacimiento físico como una nueva personalidad. Lo que vive en Devachan y lo que será sobre la Tierra respectivamente está determinado para cada instancia por el karma».

Para citar las palabras del mismo Mahatma con respecto al desarrollo del feto:
«(…) el feto que en el vientre de su madre pasa a través de todas las formas de vida como un mineral, vegetal y animal para convertirse finalmente en una persona. (…) Considere el feto humano. Desde el momento de su primera siembra hasta que finaliza su séptimo mes de gestación, repite en miniatura los ciclos minerales, vegetales y animales que experimentó en sus encarnaciones previas, y sólo durante los dos últimos [meses] desarrolla su futura entidad humana y completándose hacia el séptimo año del niño. Sin embargo, existía sin ningún incremento o disminución durante incontables eones antes de que prosiguiera su senda, a través y al interior del útero de la Madre Naturaleza como funciona ahora en el seno de su madre terrenal. En verdad decía un filósofo sabio que confía más en sus intuiciones que los dictadores de la ciencia moderna: Las etapas de la existencia intrauterina humana representan un registro condensado sobre algunas de las páginas perdidas en la historia de la tierra. Por lo tanto, usted debe mirar en retrospectiva a las entidades animales, vegetales y minerales, tomando cada una de ellas en su punto de partida durante el curso manvantárico como el átomo cósmico primordial ya diferenciado por el primer aleteo del aliento vital en esa manifestación. Puesto que en ello acecha la potencialidad que se desarrolla finalmente en un espíritu planetario perfeccionado, de hecho es ese átomo cósmico primordial».

El mismo adepto transhimaláyico ofrece también una aclaración intrigante para el fenómeno hasta ahora inexplicable del «doppelgänger» o la extrema semejanza física entre personas no relacionadas:
«Un niño puede nacer teniendo muchos rasgos similares con otra persona, a miles de kilómetros de distancia, sin conexión con la madre ni jamás visto por ella, pero cuya imagen flotante se imprimió en su memoria del alma durante el sueño o incluso la vigilia y reproducida sobre la placa sensibilizada de carne viva que lleva con ella».
Las «imágenes flotantes» a que se hace referencia en este contexto son las imágenes de la Luz Astral, la atmósfera psíquica que rodea e interpenetra el plano físico, y de esta forma cada pensamiento, palabra y acción que se conciben en el mundo están registrados e impresos indeleblemente en dicha región sutil. Por lo tanto, existe «un inmenso conglomerado de imágenes en la luz astral», como Judge una vez expresó, y además tendemos a entrar en contacto con ellas más a menudo de lo que nos imaginamos.

How They Met Themselves, 1864.

Ahora bien, volviendo a la pregunta de cómo ocurre realmente el proceso reencarnatorio, vimos que cuando se genera la concepción la potente semilla del hombre contiene la simiente del cuerpo astral para el Ego entrante. La pregunta puede surgir en cuanto a cómo llega allí y de qué manera esa semilla o semen del futuro padre termina adoptando tales cualidades y capacidades específicas para esta ocasión auspiciosa, la que ciertamente ocurre por dictado de la gran Ley Kármica e independiente de que ninguno de los padres se percate ni dé crédito a estas nociones.

En el capítulo titulado «Sobre la reencarnación» de su libro «EL OCÉANO DE LA TEOSOFÍA», William Q. Judge menciona «la explicación de los procesos físicos reales que deben ser experimentados por el Ego al pasar del estado incorpóreo al encarnado» y «los caminos o medios de descenso desde lo invisible al plano visible».
Continúa diciendo: «Esto no se ha explicado claramente en la bibliografía teosófica por constituir un asunto delicado, y porque los detalles no serían aceptados incluso por algunos teósofos —aunque algún día sí ocurrirá— y esos pormenores no están expuestos ahora al no tener mayor importancia, pero como sabemos que ningún cuerpo humano se forma sin la unión de los sexos, y que los gérmenes para dicha producción están encerrados en ambos géneros y deben provenir de la comida asimilada por el cuerpo, es obvio que los alimentos tienen algo que ver con la reencarnación del Ego». Luego y de manera discreta se hace la sugerencia de que posiblemente «el camino hacia la reencarnación se conduce a través de ciertos tipos de alimentos y no otros», pero sin agregar ninguna aclaración sobre ello por las razones ya especificadas.

En otros pasajes de los escritos de Judge se encuentra un relato profundo y sorprendente sobre las etapas preliminares del proceso reencarnatorio. Hacia el final de su vida, Judge albergó la idea de escribir un libro basado en las experiencias sobre algunas de sus vidas anteriores. Sin embargo, deseó que el texto fuera compuesto por uno de sus colegas y no por él mismo, y también que la obra no llevara su nombre ni deslizara indicación alguna de que estuviera relacionada con él, ya que su motivación era que el escrito proporcionara lecciones e ideas espirituales valiosas para el lector cuidadoso e intuitivo. Nunca fue su voluntad llamar la atención de ninguna forma, y de aquí su insistencia en el total anonimato del libro.

Sin embargo, se dio la circunstancia de que Judge falleció antes que comenzara dicho proyecto y por lo tanto nunca se escribió; pero algunas de sus notas, escritas para ayudar a Julia Keightley (también conocida en el mundo teosófico con el seudónimo de Jasper Niemand) y quien había aceptado escribirlas, fueron publicadas más tarde a modo de apéndice en el libro «Cartas que me han ayudado» («Letters That Have Helped Me»). Allí, entre muchos otros aspectos interesantes, encontramos lo siguiente en las páginas 253-254:
«Llegan al sur de India y allí ve al anciano de la torre, a quien se dirige, y de nuevo hace la pregunta candente sobre el pergamino. El anciano vuelve a decir lo mismo que antes y agrega que sería mejor que vuelva al mundo en ese lugar.
Sólo oscuridad y silencio. El día está despejado y caluroso, y tampoco hay lluvia. Después de escuchar al anciano, él consiente interiormente para asumir la vida en ese lugar y pronto surge una fuerte tormenta, la lluvia se desata y se siente llevado a la Tierra en una profunda oscuridad. Un ruido resonante se cierne sobre él. Es el ruido de las plantas en crecimiento; hay un campo de arroz con algo de sésamo. La humedad desciende y causa la expansión; mira en derredor y todo es movimiento y vida. Encerrado en una visión de un puñado de arroz, lamenta su destino. Nace en la casa de un brahmán.

Julia Keightley

Nota: ¿Se debiera analizar la cuestión reencarnatoria a través de la nube, la lluvia y la semilla, y por lo tanto, de la simiente del hombre?» 

Debemos añadir que si estas experiencias son como se describen, no implican necesariamente que todas las almas reencarnantes estén conscientes de ellas pues la gran mayoría probablemente no tenga noción. En este caso particular, el Ego ya estaba bastante desarrollado espiritualmente, su vida anterior había terminado de forma prematura en un asesinato, y como resultado de ambos factores permanecía conscientemente en Kama-Loka —no Devachan— y deambulaba «buscando renacer».

Kama-Loka es una región semi-material, subjetiva e invisible para los humanos, a donde van en una primera etapa las personas después de morir, para posteriormente acceder (si lo meritan) a Devachan (el mundo divino). Este concepto ha acompañado a la humanidad desde tiempos muy antiguos.

De esta manera, cuando un iniciado que trabajaba en los planos internos lo dirigió al sur de la India aconsejándole «volver otra vez al mundo» en ese mismo momento, aceptó voluntariamente y comenzó el proceso «de reencarnación a través de la nube, la lluvia y semilla, y por lo tanto de la simiente del hombre», mientras el individuo se hallaba con total consciencia sobre las diversas etapas durante el proceso.

Cuando los sabios, gurús y rishis de India antigua dejaron sus enseñanzas inmortalizadas entre 3.500 y 5.000 años atrás en las palabras de los sagrados Upanishads, tal vez hayan tenido este aspecto real en mente cuando enfatizaron que: «de la lluvia viene la comida, y de ésta la semilla sexual» (Mundaka-upanishad); «de la comida viene la semilla, y de la semilla todas las criaturas» (Prasná-upanishad); «del alimento se hacen todos los cuerpos»; «respeta la comida, pues el cuerpo está hecho de ella» (Taitiríia-upanishad).

En la filosofía Advaita Vedanta del hinduismo el cuerpo físico no sólo es denominado Sthula Sharira (como también en terminología teosófica), sino Annamayakosha, que literalmente significa «cobertura alimenticia» en el sentido de que «la vaina está hecha de comida», lo cual puede revestir importancia y estar relacionado o no con lo anterior, por lo que dejamos este asunto a criterio de nuestros lectores.


Puesto que no conocemos mayores detalles, no podemos agregar más. Es posible que la información presentada en este artículo haya hecho surgir más preguntas que respuestas en el lectorado, pero esperamos que lo expuesto haya sido de algún interés y beneficio y que al menos arroje algo de luz sobre lo que de otra manera seguiría siendo un oscuro misterio.

Además de los otros dos artículos mencionados al principio, también recomendamos: «Seriedad y sensatez sobre las vidas pasadas», «Para entender correctamente el karma», «There is No Injustice», «Una explicación sobre los skandhas», «¿Qué pasa con las personas que cometen suicidio?», «Doce enseñanzas teosóficas fundamentales», «La naturaleza séptuple humana» y «Misterios del Cuerpo Astral», pues ayudarán a explicar y elaborar algunos de los conceptos fundacionales discutidos aquí.

Los artículos «William Q. Judge: su rol e importancia en el Movimiento Teosófico» y «The Welcome Influence of William Q. Judge» brindan más información acerca de esta gran figura que ha sido mantenida deliberada y malintencionadamente alejada de muchos teósofos actuales, como resultado de ciertos «individuos prominentes» que desearon promocionarse personalmente y a sus propias ideas en lugar del Mensaje y la Causa de la Teosofía genuina.

Para concluir, tal vez sea provechoso meditar sobre la enseñanza del Aitareya Upaniṣad que refiere al momento de la concepción como «el primer nacimiento», luego el egreso del útero materno y la venida al mundo físico denominado como «segundo nacimiento» y el instante en que salimos de nuestro cuerpo físico en la muerte o «tercer nacimiento»... por lo que sólo existe Vida y tú eres la VIDA misma.

Fuente: Teosofía Original