«Ni los entusiastas más apasionados del BRICS ni sus críticos más fervorosos pueden admitir que no hay ninguna nueva moneda en el horizonte y que ninguna de las monedas de sus miembros sustituirá al dólar. Si bien es cierto que utilizan con más frecuencia las monedas nacionales, ello se debe únicamente a la necesidad de sortear las sanciones unilaterales impuestas por Estados Unidos a Rusia tras su operación especial. Rusia sigue siendo una superpotencia energética y agrícola, por lo que sus socios no podían cumplirlas sin perjudicar también sus intereses».
Putin también declaró durante el Foro Económico Oriental de principios de septiembre que «no estamos llevando a cabo una política de desdolarización. No renunciamos a los acuerdos en dólares; ellos nos negaron tales acuerdos, y simplemente nos vimos obligados a buscar otras opciones; eso es todo... ¿Por qué actúan así? Probablemente esperaban que todo se desmoronara aquí. Por eso nos impidieron utilizar el dólar estadounidense». Un mes después, durante un encuentro con periodistas del BRICS, añadió lo siguiente:
«[EE.UU.] arruinó las relaciones con Rusia, impone constantemente sanciones y esto, a la larga, afecta negativamente a EE.UU. y al dólar estadounidense. El mundo entero empezó a plantearse si se debían utilizar dólares estadounidenses, ya que Estados Unidos, por razones políticas, restringe el uso del dólar como unidad universal de pago internacional. Todo el mundo empezó a planteárselo, y el volumen de uso del dólar estadounidense está cayendo lentamente, en pequeños incrementos, tanto en las liquidaciones como en las reservas de divisas».
Putin se explayó aún más sobre este tema en una rueda de prensa posterior a esa cumbre:
«Creo que se trata de un terrible error por parte de las autoridades financieras de EE.UU., porque la fuerza de EE.UU. hoy en día se basa en el dólar. Y sin embargo, están erosionando los cimientos de su propio poder. Me parece que el dólar es como una vaca sagrada, algo que nunca debe ser perturbado. Pero no, lo han tomado en sus propias manos y esencialmente le han cortado los cuernos, han dejado de cuidarlo, y en su lugar lo están explotando temerariamente... No estamos librando una batalla, nuestras propuestas no se dirigen contra el dólar».
Como puede verse, Putin no odia el dólar y de hecho quiere que Rusia pueda volver a utilizarlo con sus socios por razones de conveniencia, pero fue Estados Unidos quien obligó a su país a desdolarizarse y a ser pionero en instrumentos financieros alternativos por necesidad. Esto dista mucho de la imagen errónea que de él hacen tanto amigos como enemigos, cada uno en pos de agendas ideológicas diametralmente opuestas, cuya falsa impresión fue la responsable de las amenazas de Trump contra los BRICS tras caer en sus pretensiones.
La realidad es que, si bien las tendencias a la desdolarización existen y se han acelerado desde las sanciones sin precedentes de EE.UU. contra Rusia hace casi tres años, no están ni cerca de desafiar el dominio del dólar, y mucho de lo que ya se ha logrado puede revertirse o desacelerarse de manera realista. Todo lo que tiene que hacer Trump es levantar esas mismas sanciones, aunque es poco probable que lo haga unilateralmente, y mucho menos de golpe. Primero querrá recibir algo de Rusia, pero es posible que Rusia no pueda proporcionárselo.