Revolución conservadora. El legado de Moeller van den Bruck 100 años después.

 

Hace cien años, el intelectual y líder del conservadurismo alemán Arthur Moeller van den Bruck se suicidó de un disparo en la sien en Berlín, el 30 de mayo de 1925, por motivos misteriosos. Había nacido en Solingen el 23 de abril de 1876. Tenía sólo 49 años y ya era una figura conocida y admirada como estudioso de la historia del arte y profundo exégeta del movimiento político cultural de su época.

La filosofía de la historia fue su especialidad, que cultivó con habilidad ejemplar, ganándose a los círculos de la derecha cultural alemana. De 1904 a 1910 publicó la obra enciclopédica Die Deutschen y en 1914 se alistó como voluntario en la Wehrmacht, combatiendo en el frente con honor. Su fama pronto traspasó las fronteras de Alemania y, sobre todo en Italia, se dio a conocer en los círculos artísticos y literarios por su obra Die italienische Schönheit (La belleza italiana) sobre el arte de nuestro país, que recorrió por todas partes. Cuando se publicó la obra, en 1913, ya se había hecho un nombre como traductor. En particular, entre 1906 y 1922 tradujo al alemán todas las obras de Dostoievski.

En 1916 escribió su primer ensayo en el que hacia una apología del nacionalismo alemán: Der preußische Stil (El estilo prusiano). Pero su mejor y más famosa obra se publicó en 1923: Das Dritte Reich (El Tercer Reich), que nada tenía que ver con el nacionalsocialismo. En ella formuló una acérrima crítica del liberalismo que le consagró como precursor de la Revolución Conservadora e inspiró este movimiento de pensamiento hasta el punto de convertirse en un autor de referencia para todos aquellos que se oponían a la República de Weimar.

Das Dritte Reich se inspira profundamente en el ejemplo del fascismo italiano para la idea del «sometimiento del radicalismo económico mediante la acción de un régimen armado» y en él el autor esboza la necesidad para la Alemania de posguerra de un «tercer Reich» entendido no sólo en un sentido histórico-político como sucesor del Imperio alemán, sino también como síntesis de conservadurismo y socialismo.

A pesar de su nacionalismo y de su oposición al marxismo, al liberalismo, al capitalismo y al parlamentarismo, Moeller van den Bruck fue un temprano y feroz crítico de Adolf Hitler (de quien, al igual que Oswald Spengler, rechazó la propuesta de colaborar con su movimiento), no reparó en las consecuencias cuando llegó a acusarle de «primitivismo proletario» y de su incapacidad para fundamentar intelectualmente el nacionalsocialismo, a pesar de la influencia que la obra ejerció sobre el futuro Führer y su partido, que se apropiaron de muchos temas de la obra, tergiversándolos para sus propios fines. Ante todo, el Tercer Reich, aunque con el paso de los años se fueron distanciando de él.

En vísperas de la publicación de la obra, van den Bruck incluyó un prefacio en el que se distanciaba preventivamente de cualquier consecuencia política que la obra pudiera engendrar: «El Tercer Reich no es más que una idea filosófica y no para este mundo, sino para el otro. Alemania podría muy bien perecer soñando con el Tercer Reich». Para llevar a cabo esta idea filosófica, creía que Alemania necesitaría un superhombre del tipo descrito por Nietzsche, pero que este individuo no podía ser ni Hitler ni ningún otro contemporáneo.

Durante el mismo periodo de redacción de Das Dritte Reich padeció sífilis nerviosa, que le provocaba frecuentes periodos de inconsciencia y parálisis, así como alucinaciones devastadoras, lo que se vio agravado por la repentina muerte de su hijo Peter Wolfgang.

Friedrich Nietzsche, H.S. Chamberlain y Julius Langbehn ejercieron una influencia decisiva en su pensamiento. Tras la catástrofe del mundo guillermino, Moeller se acercó con más decisión a la filosofía política e inició una larga meditación sobre el destino de Alemania y Europa. Además de Das Dritte Reich, que, como se ha dicho, influiría en numerosos intelectuales en busca de un pensamiento innovador, inspirando sobre todo el Juniklub que más tarde se convertiría en el famoso y conocido Herrenklub, bajo su dirección se publicaron las revistas revolucionario-conservadoras Das Gewissen y Der Ring.

Pero fueron sobre todo los jóvenes conservadores del grupo Die Standarte, al que pertenecía, entre otros, Ernst Jünger, quienes se inspiraron en el mito agitado por Moeller, a saber, el de un nuevo imperio.

La tesis central de los libros que le dieron fama era que los responsables de la crisis alemana eran los partidos políticos incapaces de ofrecer respuestas a la crisis existencial y cultural que envolvía a Alemania.

Frente a ellos, el erudito llamó a una «revolución» del espíritu antes que de la política. Una revolución que sería evidentemente nacional, solidarista y antiliberal. La reacción a la subversión, sostenía, no podía bastar: era necesario «preservar» los valores tradicionales sobre los que basar una nueva comunidad de destino. Moeller no tuvo tiempo de ver qué giro tomarían los acontecimientos para tomar la inexplicable decisión de quitarse la vida.

Edizioni Settimo Sigillo publicó la traducción italiana de su obra principal y la no menos importante antología L'uomo politico. Su lectura permite hacerse una idea del calibre cultural de uno de los intelectuales europeos (de posguerra) más influyentes y olvidados.

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