Organizada por los alemanes, la Conferencia de Seguridad de Munich se ha convertido en un foro mundial de ministros de Exteriores y de Defensa. Este año cada uno de ellos pretendía anticipar la evolución política del momento mientras que los organizadores trataban de hacer progresar su propia causa: el rearme alemán. Finalmente, las posiciones de unos y otros quedaron clarificadas pero quedó en suspenso la cuestión de las nuevas reglas del juego.
La Conferencia de Seguridad de Munich se ha convertido con el tiempo en el encuentro internacional más importante del mundo sobre temas de seguridad. Creada en el contexto de la guerra fría y por iniciativa de un miembro ultraconservador de la nobleza alemana y héroe de la resistencia contra el nazismo, Ewald-Heinrich von Kleist-Schmenzin, la Conferencia de Seguridad de Munich siempre ha tenido un lado atlantista y anticomunista. Pero no por ello deja de ser un evento alemán y no una iniciativa estadounidense.
Von Kleist con Franz Josef Jung en 2009
Fundada en 1963, esta conferencia reunía entonces a unas 60 personalidades. En ella participaron Henry Kissinger, que en aquella época era sólo espía y autor de trabajos universitarios, y Helmut Schmidt, por entonces simple diputado federal. A partir de 2009, bajo el empuje de su nuevo presidente, el diplomático Wolfgang Ischinger, la Conferencia de Seguridad de Munich deja de ser un seminario estratégico germano-estadounidense, o incluso un foro europeo, para transformarse en un evento mundial en materia de relaciones internacionales y defensa.
La Conferencia de Seguridad de Munich de 2018
La cita de 2018 reunió a 682 altas personalidades, entre las que había una treintena de jefes de Estado y/o de gobierno, unos 40 ministros de Relaciones Exteriores, alrededor de otros 40 ministros de Defensa y casi todos los jefes de los servicios secretos occidentales, sin entrar a mencionar los directores de think-tanks y de «ONGs humanitarias» de países de la OTAN y periodistas encargados de imponer el pensamiento políticamente correcto. Desde hace 3 años una cumbre de servicios secretos se realiza con toda discreción al margen de la Conferencia.
El muy alto nivel, realmente sin precedente, de este encuentro responde al desorden internacional que caracteriza el momento actual. Todos ven que el sistema unipolar que Estados Unidos impuso a partir de 1995 ha dejado de existir. Pero nadie sabe bien lo que viene detrás.
De la Conferencia de este año, la prensa sólo ha mencionado el infantil espectáculo de Benyamin Netanyahu y frases dispersas de este o aquel. Lo importante, como siempre, está en otra parte.
¿Ya es posible la reafirmación del poderío militar alemán?
La potencia que invitaba, que no es la Alemania Federal sino ciertos alemanes a título privado, esperaba utilizar a los participantes para obtener progresos hacia sus propios objetivos. Un documento distribuido a la entrada mostraba dos artículos de cabecera. El de la izquierda, firmado por el ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, incluye la siguiente frase:
La Conferencia de Seguridad de Munich de 2018
La cita de 2018 reunió a 682 altas personalidades, entre las que había una treintena de jefes de Estado y/o de gobierno, unos 40 ministros de Relaciones Exteriores, alrededor de otros 40 ministros de Defensa y casi todos los jefes de los servicios secretos occidentales, sin entrar a mencionar los directores de think-tanks y de «ONGs humanitarias» de países de la OTAN y periodistas encargados de imponer el pensamiento políticamente correcto. Desde hace 3 años una cumbre de servicios secretos se realiza con toda discreción al margen de la Conferencia.
El muy alto nivel, realmente sin precedente, de este encuentro responde al desorden internacional que caracteriza el momento actual. Todos ven que el sistema unipolar que Estados Unidos impuso a partir de 1995 ha dejado de existir. Pero nadie sabe bien lo que viene detrás.
De la Conferencia de este año, la prensa sólo ha mencionado el infantil espectáculo de Benyamin Netanyahu y frases dispersas de este o aquel. Lo importante, como siempre, está en otra parte.
¿Ya es posible la reafirmación del poderío militar alemán?
La potencia que invitaba, que no es la Alemania Federal sino ciertos alemanes a título privado, esperaba utilizar a los participantes para obtener progresos hacia sus propios objetivos. Un documento distribuido a la entrada mostraba dos artículos de cabecera. El de la izquierda, firmado por el ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, incluye la siguiente frase:
«No es imprudente, ni antiestadounidense, imaginar una Europa sin Estados Unidos».
Sigmar Gabriel es, desde el 17 de diciembre de 2013, miembro del gobierno alemán en el marco de la «gran coalición» entre el SPD y la CDU, con Angela Merkel a la cabeza, con el cargo de vicecanciller y Ministro de Asuntos Exteriores.
El artículo de la derecha, redactado por la jurista Constanze Stelzenmüller, analiza las divergencias entre el presidente estadounidense Donald Trump y sus principales consejeros para concluir con una advertencia sobre sus posibles consecuencias.
Justo antes de que Berlín se viera paralizado por la ausencia de mayoría parlamentaria, el gobierno federal alemán reflexionaba sobre la posibilidad de invertir masivamente en su ejército y tomar el control del conjunto de los ejércitos europeos, incluyendo el de Francia. El objetivo es utilizar la Unión Europea, en momentos en que Estados Unidos está en crisis, para extender al plano político el poderío económico alemán.
Pero, ¿cómo arreglárselas sin el poderoso ejército británico después del Brexit? ¿Cómo controlar la fuerza nuclear de Francia? ¿Qué margen de maniobra está dispuesto Estados Unidos a conceder a Alemania?
La primera ministro británica, Theresa May, respondió que, en lo que a ella concierne, el Reino Unido pretende negociar con la Unión Europea un Tratado de Defensa, después de salir de ella, lo cual remite a Alemania a la visión de Winston Churchill sobre ese conjunto de países. La Unión Europea debe mantener la estabilidad en la parte oeste de Europa y Londres siempre será para ella un aliado sólido, pero será el gobierno de Su Majestad quien determinará los objetivos comunes y está fuera de discusión que estos se decidan en Berlín, ni en París.
El primer ministro francés, Edouard Philippe, cantó loas a la «Europa de la defensa» y afirmó que Francia dedicaría al sector militar un 2% de su PIB en 2025. Capitalizando la excelente comunicación del presidente Emmanuel Macron, el primer ministro francés manifestó su apoyo a las ambiciones alemanas, absteniéndose al mismo tiempo de responder a la cuestión concreta de la fuerza nuclear francesa. Conclusión: nada nuevo en ese sentido, el presidente francés y su primer ministro se alegran del nuevo mecanismo de concertación europea en materia de industria militar (PESCO, siglas en inglés de la Cooperación Permanente Estructurada) pero no han firmado compromisos concretos con nadie, exceptuando a Londres.
La enorme delegación estadounidense se comportó como se preveía en el documento preparatorio: Washington confiere mucha importancia a sus aliados para fortalecer su credibilidad. Lo que equivale a decir que la reafirmación del poderío militar alemán sólo será posible manteniéndole al cuello la correa que permita que el Pentágono lo controle.
Ucrania y Crimea
A pesar de que Alemania votó las sanciones europeas contra Rusia, los miembros de la Conferencia de Seguridad de Munich no cuestionan el regreso de Crimea a la Federación Rusa. Y no se basan en el ejemplo de la reunificación alemana —que se concretó en detrimento de otro Estado— sino en su propia iniciativa de reconocer la independencia de Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina en contra de la voluntad de la Federación Yugoslava —la actual Serbia. Ellos analizan la crisis ucraniana en términos de tectónica de placas. Para ellos, las fuerzas que allí se enfrentaron durante 20 años llegaron a ese divorcio. Partiendo de ese principio, la cuestión de Donbás se ve como la delimitación de las placas. La respuesta no es la misma según la perspectiva de la Historia que se adopte, a largo o a corto plazo.
En todo caso, la Conferencia de Seguridad de Munich ve en los Protocolos de Minsk la única solución de paz. Pero no los interpreta de la misma manera que Moscú, por ser esos acuerdos extremadamente imprecisos.
La proposición del presidente ruso Vladimir Putin de desplegar en la región de Donbás una fuerza de estabilización de la ONU sorprendió a los alemanes. Estos últimos interpretan esa proposición como el despliegue de una fuerza encargada de hacer que se respete el orden de Kiev y, por tanto, de desarmar a las milicias de Donbás mientras que el gobierno ucraniano podría, por su parte, prepararse para un nuevo enfrentamiento. Por supuesto, ese no es el punto de vista ruso.
Había en Munich una decena de personalidades ucranianas: el presidente Petro Porochenko y sus aliados, como su ministro de Exteriores Pavló Klimkin (ex-embajador en Berlín) y el alcalde de Kiev Vitali Klichkó (ex-campeón de boxeo y «héroe» de Maidan). También estaban líderes económicos como Natalie Yaresko (ex-empleada del Departamento de Estado estadounidense que Washington impuso a Ucrania como ministra de Finanzas), el dueño de Naftogaz Andrei Koboliev y los oligarcas Viktor Pinchuk y Serguei Taruta. Pero los organizadores de la Conferencia no confían mucho en el actual régimen de Kiev, así que también invitaron a Yulia Timoshenko, a los diputados Mustafá Nayyem (el hombre que desató el movimiento de Maidan) y Svetlana Zalishuk (de la National Endowment for Democracy, o sea la célebre y muy estadounidense NED).
En una sala aparte, fuera de las miradas, los representantes de Francia, Alemania, la Unión Europea y Rusia se reunieron con los de Ucrania. No se registró ningún progreso, sobre todo en cuanto a la idea de desplegar cascos azules.
El Medio Oriente, como lo ve Berlín
Alemania se implicó considerablemente en el proyecto de Estados Unidos sobre el Medio Oriente —la estrategia de destrucción de las sociedades y Estados trazada por el almirante estadounidense Arthur Cebrowski— pero participó poco en el proyecto de las «primaveras árabes» de Estados Unidos y el Reino Unido. Desde los tiempos de la guerra fría, Alemania alberga y respalda varios cuarteles generales de la Hermandad Musulmana, como el de la rama siria en Aquisgrán.
Alemania participó en el asesinato del ex-primer ministro libanés Rafiq Hariri. Codirigió, en 2012, el plan Feltman de capitulación total e incondicional de Siria. Volker Perthes, director de la Stiftung Wissenschaft und Politik, el think-tank estatal de Alemania, es actualmente consejero del estadounidense Jeffrey Feltman, numero 2 en la jerarquía de la ONU y autor del plan antisirio.
Hace años que los documentos internos del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) son sólo copias de las notas que Volker Perthes redacta para el gobierno alemán.
Por supuesto, Volker Perthes estaba en Munich en compañía de Jeffrey Feltman y sus demás amigos, Lajdar Brahimi, Ramzi Ramzi, Staffan de Mistura, los generales estadounidenses David Petraeus (el fondo de inversiones KKR, donde actualmente trabaja Petraeus, estaba representado también por Christian Ollig) y John Allen (que ahora trabaja para la Brookings Institution), así como Nasser al-Hariri, presidente de la Alta Autoridad para las Negociaciones (entidad de la oposición siria a sueldo de Arabia Saudita), Raed al-Saleh (director de los White Helmets de al-Qaeda) y sus patrocinadores qataríes, como el emir Tamim.
En un documento preparatorio de la Conferencia, Volker Perthes asegura que el equilibrio político del Medio Oriente acaba de cambiar. Pero Perthes no razona en función de lo que puede verse sino de lo que él quiere. Afirma que el gobierno sirio está exhausto debido a la guerra, cuando en realidad Damasco acaba de tender astutamente una trampa a los israelíes y de derribarles un avión de guerra. Perthes evalúa la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán creyendo que Riad está en posición de fuerza, cuando en realidad la respuesta al relativamente reciente golpe palaciego saudita está organizándose desde el extranjero. Perthes se imagina que Emiratos Árabes Unidos ayudará a Arabia Saudita en contra de Teherán, cuando en realidad Emiratos Árabes Unidos acaba de imponer a Riad la división de Yemen y Dubai está enriqueciéndose como vía de evasión del embargo contra Irán.
Los errores de juicio de Volker Perthes se prolongan con los errores —voluntarios— de los jefes de los servicios de inteligencia de Alemania (el BND de Bruno Kahl), Reino Unido (el MI6 de Alex Younger) y Francia (la DGSE, encabezada por Bernard Emié), quienes explicaron, a un público cuidadosamente seleccionado por su credulidad y reunido ¡también! en una sala aparte, sus inquietudes sobre la operación militar turca en Siria. Los tres jefes de estos servicios de inteligencia fingieron creer que los combatientes de las YPG kurdas son la mejor opción para protegerse del Emirato Islámico (Daesh), cuando en realidad esos elementos de las YPG estaban llamados a formar parte, junto a yijadistas tránsfugas de Daesh, de la anunciada Fuerza de Seguridad de la Frontera. Tampoco dijeron, aunque no pueden ignorarlo, que esta semana varios oficiales yijadistas fueron arrestados por el Ejército Árabe Sirio (las fuerzas regulares de la República Árabe Siria) cuando iban camino a Efrin… entre las filas de combatientes kurdos. Por supuesto, el trabajo de estos dirigentes del espionaje occidental es saber a quién tienen que decirle la verdad y a quién pueden mentirle. Siguiendo esa misma línea, también dieron a entender nuevamente que las fuerzas del gobierno sirio usan armas químicas. Claro, no estaba presente en la sala el secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, quien declaró hace sólo días que no existen pruebas de lo que ellos volvieron a insinuar.
En todo caso, antes de rearmarse masivamente, Alemania tendrá que poner más cuidado al escoger sus analistas en materia de política exterior.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article199762.html
El artículo de la derecha, redactado por la jurista Constanze Stelzenmüller, analiza las divergencias entre el presidente estadounidense Donald Trump y sus principales consejeros para concluir con una advertencia sobre sus posibles consecuencias.
Justo antes de que Berlín se viera paralizado por la ausencia de mayoría parlamentaria, el gobierno federal alemán reflexionaba sobre la posibilidad de invertir masivamente en su ejército y tomar el control del conjunto de los ejércitos europeos, incluyendo el de Francia. El objetivo es utilizar la Unión Europea, en momentos en que Estados Unidos está en crisis, para extender al plano político el poderío económico alemán.
Pero, ¿cómo arreglárselas sin el poderoso ejército británico después del Brexit? ¿Cómo controlar la fuerza nuclear de Francia? ¿Qué margen de maniobra está dispuesto Estados Unidos a conceder a Alemania?
La primera ministro británica, Theresa May, respondió que, en lo que a ella concierne, el Reino Unido pretende negociar con la Unión Europea un Tratado de Defensa, después de salir de ella, lo cual remite a Alemania a la visión de Winston Churchill sobre ese conjunto de países. La Unión Europea debe mantener la estabilidad en la parte oeste de Europa y Londres siempre será para ella un aliado sólido, pero será el gobierno de Su Majestad quien determinará los objetivos comunes y está fuera de discusión que estos se decidan en Berlín, ni en París.
El primer ministro francés, Edouard Philippe, cantó loas a la «Europa de la defensa» y afirmó que Francia dedicaría al sector militar un 2% de su PIB en 2025. Capitalizando la excelente comunicación del presidente Emmanuel Macron, el primer ministro francés manifestó su apoyo a las ambiciones alemanas, absteniéndose al mismo tiempo de responder a la cuestión concreta de la fuerza nuclear francesa. Conclusión: nada nuevo en ese sentido, el presidente francés y su primer ministro se alegran del nuevo mecanismo de concertación europea en materia de industria militar (PESCO, siglas en inglés de la Cooperación Permanente Estructurada) pero no han firmado compromisos concretos con nadie, exceptuando a Londres.
La enorme delegación estadounidense se comportó como se preveía en el documento preparatorio: Washington confiere mucha importancia a sus aliados para fortalecer su credibilidad. Lo que equivale a decir que la reafirmación del poderío militar alemán sólo será posible manteniéndole al cuello la correa que permita que el Pentágono lo controle.
Ucrania y Crimea
A pesar de que Alemania votó las sanciones europeas contra Rusia, los miembros de la Conferencia de Seguridad de Munich no cuestionan el regreso de Crimea a la Federación Rusa. Y no se basan en el ejemplo de la reunificación alemana —que se concretó en detrimento de otro Estado— sino en su propia iniciativa de reconocer la independencia de Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina en contra de la voluntad de la Federación Yugoslava —la actual Serbia. Ellos analizan la crisis ucraniana en términos de tectónica de placas. Para ellos, las fuerzas que allí se enfrentaron durante 20 años llegaron a ese divorcio. Partiendo de ese principio, la cuestión de Donbás se ve como la delimitación de las placas. La respuesta no es la misma según la perspectiva de la Historia que se adopte, a largo o a corto plazo.
En todo caso, la Conferencia de Seguridad de Munich ve en los Protocolos de Minsk la única solución de paz. Pero no los interpreta de la misma manera que Moscú, por ser esos acuerdos extremadamente imprecisos.
La proposición del presidente ruso Vladimir Putin de desplegar en la región de Donbás una fuerza de estabilización de la ONU sorprendió a los alemanes. Estos últimos interpretan esa proposición como el despliegue de una fuerza encargada de hacer que se respete el orden de Kiev y, por tanto, de desarmar a las milicias de Donbás mientras que el gobierno ucraniano podría, por su parte, prepararse para un nuevo enfrentamiento. Por supuesto, ese no es el punto de vista ruso.
Había en Munich una decena de personalidades ucranianas: el presidente Petro Porochenko y sus aliados, como su ministro de Exteriores Pavló Klimkin (ex-embajador en Berlín) y el alcalde de Kiev Vitali Klichkó (ex-campeón de boxeo y «héroe» de Maidan). También estaban líderes económicos como Natalie Yaresko (ex-empleada del Departamento de Estado estadounidense que Washington impuso a Ucrania como ministra de Finanzas), el dueño de Naftogaz Andrei Koboliev y los oligarcas Viktor Pinchuk y Serguei Taruta. Pero los organizadores de la Conferencia no confían mucho en el actual régimen de Kiev, así que también invitaron a Yulia Timoshenko, a los diputados Mustafá Nayyem (el hombre que desató el movimiento de Maidan) y Svetlana Zalishuk (de la National Endowment for Democracy, o sea la célebre y muy estadounidense NED).
Pavló Klimkin, ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania
En una sala aparte, fuera de las miradas, los representantes de Francia, Alemania, la Unión Europea y Rusia se reunieron con los de Ucrania. No se registró ningún progreso, sobre todo en cuanto a la idea de desplegar cascos azules.
El Medio Oriente, como lo ve Berlín
Alemania se implicó considerablemente en el proyecto de Estados Unidos sobre el Medio Oriente —la estrategia de destrucción de las sociedades y Estados trazada por el almirante estadounidense Arthur Cebrowski— pero participó poco en el proyecto de las «primaveras árabes» de Estados Unidos y el Reino Unido. Desde los tiempos de la guerra fría, Alemania alberga y respalda varios cuarteles generales de la Hermandad Musulmana, como el de la rama siria en Aquisgrán.
Alemania participó en el asesinato del ex-primer ministro libanés Rafiq Hariri. Codirigió, en 2012, el plan Feltman de capitulación total e incondicional de Siria. Volker Perthes, director de la Stiftung Wissenschaft und Politik, el think-tank estatal de Alemania, es actualmente consejero del estadounidense Jeffrey Feltman, numero 2 en la jerarquía de la ONU y autor del plan antisirio.
Hace años que los documentos internos del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) son sólo copias de las notas que Volker Perthes redacta para el gobierno alemán.
Por supuesto, Volker Perthes estaba en Munich en compañía de Jeffrey Feltman y sus demás amigos, Lajdar Brahimi, Ramzi Ramzi, Staffan de Mistura, los generales estadounidenses David Petraeus (el fondo de inversiones KKR, donde actualmente trabaja Petraeus, estaba representado también por Christian Ollig) y John Allen (que ahora trabaja para la Brookings Institution), así como Nasser al-Hariri, presidente de la Alta Autoridad para las Negociaciones (entidad de la oposición siria a sueldo de Arabia Saudita), Raed al-Saleh (director de los White Helmets de al-Qaeda) y sus patrocinadores qataríes, como el emir Tamim.
Brahimi también es miembro de The Elders; un grupo de líderes mundiales que trabajan por la paz mundial, de la Comisión para el Empoderamiento Jurídico de los Pobres; la primera iniciativa mundial centrada en tratar la exclusión y la pobreza, y de la Fundación para el Liderazgo Global, una organización que trabaja para promover los buenos gobiernos en todo el mundo.
En un documento preparatorio de la Conferencia, Volker Perthes asegura que el equilibrio político del Medio Oriente acaba de cambiar. Pero Perthes no razona en función de lo que puede verse sino de lo que él quiere. Afirma que el gobierno sirio está exhausto debido a la guerra, cuando en realidad Damasco acaba de tender astutamente una trampa a los israelíes y de derribarles un avión de guerra. Perthes evalúa la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán creyendo que Riad está en posición de fuerza, cuando en realidad la respuesta al relativamente reciente golpe palaciego saudita está organizándose desde el extranjero. Perthes se imagina que Emiratos Árabes Unidos ayudará a Arabia Saudita en contra de Teherán, cuando en realidad Emiratos Árabes Unidos acaba de imponer a Riad la división de Yemen y Dubai está enriqueciéndose como vía de evasión del embargo contra Irán.
Los errores de juicio de Volker Perthes se prolongan con los errores —voluntarios— de los jefes de los servicios de inteligencia de Alemania (el BND de Bruno Kahl), Reino Unido (el MI6 de Alex Younger) y Francia (la DGSE, encabezada por Bernard Emié), quienes explicaron, a un público cuidadosamente seleccionado por su credulidad y reunido ¡también! en una sala aparte, sus inquietudes sobre la operación militar turca en Siria. Los tres jefes de estos servicios de inteligencia fingieron creer que los combatientes de las YPG kurdas son la mejor opción para protegerse del Emirato Islámico (Daesh), cuando en realidad esos elementos de las YPG estaban llamados a formar parte, junto a yijadistas tránsfugas de Daesh, de la anunciada Fuerza de Seguridad de la Frontera. Tampoco dijeron, aunque no pueden ignorarlo, que esta semana varios oficiales yijadistas fueron arrestados por el Ejército Árabe Sirio (las fuerzas regulares de la República Árabe Siria) cuando iban camino a Efrin… entre las filas de combatientes kurdos. Por supuesto, el trabajo de estos dirigentes del espionaje occidental es saber a quién tienen que decirle la verdad y a quién pueden mentirle. Siguiendo esa misma línea, también dieron a entender nuevamente que las fuerzas del gobierno sirio usan armas químicas. Claro, no estaba presente en la sala el secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, quien declaró hace sólo días que no existen pruebas de lo que ellos volvieron a insinuar.
En todo caso, antes de rearmarse masivamente, Alemania tendrá que poner más cuidado al escoger sus analistas en materia de política exterior.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article199762.html
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