El ministro de Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson, declaró que su país no debería seguir oponiéndose a que el actual presidente sirio, Bashar al-Asad, pueda presentarse como candidato a una nueva elección presidencial.
Admitiendo que esta nueva posición implica un cambio radical en la política británica hacia Siria, cambio similar al de la nueva administración de Estados Unidos, el ministro británico de Exteriores subrayó la necesidad de abordar el tema de Siria con una visión fresca.
En junio de 2014, la República Árabe Siria organizó una elección presidencial, medida que fue rechazada por las potencias occidentales. En violación de la Convención de Viena sobre las sedes diplomáticas, las potencias occidentales incluso prohibieron a los consulados de Siria en sus países la apertura de colegios electorales para los ciudadanos sirios deseosos de votar en el exterior.
En Siria, aunque la situación de guerra existente en el país impidió que varios millones de electores pudieran asistir a las urnas, todos los países que habían mantenido representaciones diplomáticas en Damasco reconocieron la validez y honestidad del proceso electoral realizado, que terminó con la reelección de Bashar al-Asad respaldado por los votos de 10.319.723 de electores, o sea el 88,7% de los votos válidos y el 65% de los sirios en edad de votar.
El actual mandato presidencial, de 7 años, de Bashar al-Asad expira en junio de 2021.
Desde 2011, las potencias occidentales han venido acusando a la República Árabe Siria de ser una dictadura que incluso aplica la tortura a gran escala. Pero los resultados de la elección realizadas en junio de 2014 demuestran que la opinión de los sirios es muy diferente.
Ya en septiembre de 2015, el predecesor de Boris Johnson como ministro británico de Exteriores, Philip Hammond, sostenía que la República Árabe Siria era una dictadura y que el mandato de Asad era ilegítimo, pero aceptaba que el presidente sirio Bashar al-Asad pudiera mantenerse en el poder durante un periodo de transición de 3 meses.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article195073.html#nh1
Admitiendo que esta nueva posición implica un cambio radical en la política británica hacia Siria, cambio similar al de la nueva administración de Estados Unidos, el ministro británico de Exteriores subrayó la necesidad de abordar el tema de Siria con una visión fresca.
En junio de 2014, la República Árabe Siria organizó una elección presidencial, medida que fue rechazada por las potencias occidentales. En violación de la Convención de Viena sobre las sedes diplomáticas, las potencias occidentales incluso prohibieron a los consulados de Siria en sus países la apertura de colegios electorales para los ciudadanos sirios deseosos de votar en el exterior.
En Siria, aunque la situación de guerra existente en el país impidió que varios millones de electores pudieran asistir a las urnas, todos los países que habían mantenido representaciones diplomáticas en Damasco reconocieron la validez y honestidad del proceso electoral realizado, que terminó con la reelección de Bashar al-Asad respaldado por los votos de 10.319.723 de electores, o sea el 88,7% de los votos válidos y el 65% de los sirios en edad de votar.
El actual mandato presidencial, de 7 años, de Bashar al-Asad expira en junio de 2021.
Desde 2011, las potencias occidentales han venido acusando a la República Árabe Siria de ser una dictadura que incluso aplica la tortura a gran escala. Pero los resultados de la elección realizadas en junio de 2014 demuestran que la opinión de los sirios es muy diferente.
Ya en septiembre de 2015, el predecesor de Boris Johnson como ministro británico de Exteriores, Philip Hammond, sostenía que la República Árabe Siria era una dictadura y que el mandato de Asad era ilegítimo, pero aceptaba que el presidente sirio Bashar al-Asad pudiera mantenerse en el poder durante un periodo de transición de 3 meses.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article195073.html#nh1
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