Resulta chocante oírle decir que la democracia se la debemos en cierto modo al franquismo. Solo esa tesis hará reír a casi todo el mundo.
R. ¿En cierto modo? No. En todos los modos. Y lo que debiera hacer reír es más bien la presunción de que la democracia viene de la oposición al franquismo. La gente olvida los hechos más evidentes, y voy a explicarle la cuestión, empezando por la causa de que el franquismo no tuviera oposición democrática... Siempre se olvida que el franquismo no tuvo nunca oposición democrática, sino comunista o terrorista. O comunista-terrorista-separatista en el caso tardío de la ETA. Y algo de anarquismo, esporádicamente. Digo oposición significativa, algo más que testimonial.
Pero el PCE hablaba de libertades democráticas y de reconciliación nacional.
R. Ya hablaremos de eso... La idea de la democracia quedó desacreditada con la experiencia republicana, y solo podía volver mediante un cambio social y sobre todo anímico profundo. La 2Re fue un régimen nefasto porque empobreció a España y exacerbó los odios políticos como nunca, y en esas condiciones una democracia es imposible. Además, dio paso al Frente Popular, que ya fue un régimen abiertamente criminal. En adelante, los pocos demócratas que había aceptaron el franquismo. Prosperaron y medraron en él, como casi todo el mundo. Hay que decir que en España no ha existido un pensamiento democrático, y que el pensamiento liberal ha sido muy flojo, de modo que no es que analizaran la situación histórica y sacaran esas conclusiones, sino que adoptaron una actitud correcta de modo por así decir instintivo, amoldándose a la realidad. Es una de las cosas en que he insistido, tanto en el libro sobre la guerra civil y la democracia, como en Los mitos del franquismo. Sin tener en cuenta estos hechos no se podrá entender nada. Y de esa falta de comprensión viene la crisis actual, que no es solo económica sino más aún política, con una democracia en putrefacción.
Admitamos que la república tuvo defectos. ¿Justifica eso una guerra civil?
R. Ese argumento es una gran tontería. La izquierda encontró tantos defectos a la república, y eso que la Constitución era izquierdista, sin consenso, bueno, pues le encontró tales defectos que organizó textualmente una guerra civil en octubre de 1934. El PSOE y los separatistas catalanes se declararon en pie de guerra al perder las elecciones del 33. Querían la guerra civil, en sus propias palabras, porque estaban seguros de ganar. La derecha nunca quiso la guerra. Lo que planeó Mola fue un golpe rápido, además republicano, no monárquico. Pero el golpe fracasó, los alzados quedaron en posición imposible, y el gobierno armó a los sindicatos, comenzando una orgía de sangre, o mejor continuándola aumentada desde las elecciones del Frente Popular. A los alzados no les quedaba otra que mantener la lucha o aceptar el exterminio, con el que le venían amenazando las izquierdas desde las elecciones. La guerra fue recibida con alegría por la izquierda y los separatistas, porque estaban seguros de vencer: se quedaron con la mitad del ejército de tierra, la gran mayoría de la aviación y la marina, y de las fuerzas de orden público, con las zonas industriales, con las reservas financieras... Tenían todo a su favor. Y Franco, que había sido el general más renuente al alzamiento, decidió continuar la lucha a pesar de estar en inferioridad casi absoluta. Muy pocos militares o políticos habrían sido capaces de tal cosa. La mayoría habrían hecho las maletas y huido al exilio. La guerra civil no vino porque Franco y los suyos la quisieran. Vino porque las izquierdas destrozaron la legalidad, es decir, las posibilidades de convivencia en paz entre grupos políticos distintos.
Sin embargo, usted admite que el régimen no tenía intención de cambiar, de ceder el paso a una democracia.
R. Es cierto... en parte. Lo que pasó, y casi ningún historiador ha entendido, es que el franquismo quedó vacío de ideología a raíz del Concilio Vaticano II. Siempre insisto en esa evidencia, que no se quiere ver. Como le dije, la oposición al franquismo fue comunista y terrorista, pero siempre fue débil, y el franquismo tuvo desde el principio el designio de institucionalizar un régimen que superase tanto al comunismo como a la democracia liberal. Pero dentro del franquismo había fuerzas muy diversas, incluso opuestas, y prácticamente lo único que las unía era que todas se consideraban católicas. De modo que el régimen se declaró confesionalmente católico, trató de aplicar las directrices sociales de la Iglesia y esta se convirtió en un pilar esencial del régimen... hasta el Vaticano II. Se ha dado la gran paradoja histórica de que el franquismo salvase del exterminio a la Iglesia, la salvase literalmente, físicamente, y que la Iglesia le abandonase, denunciase la confesionalidad y prefiriese, en los años 60, el diálogo con el marxismo. Es que no solo se declaró neutral, sino que sectores importantes eclesiásticos pasaron a apoyar el terrorismo, los separatismos, a partidos comunistas. Incluso alguno de ellos muy radical, maoísta, salió directamente de organismos eclesiásticos.
Así que, al estar privado de respaldo ideológico, el franquismo no podía continuar, no podía institucionalizarse. Ello aparte de que la figura del propio Franco era difícil que se repitiera, y había sido un elemento básico de equilibrio entre las fuerzas políticas del régimen. Por otra paradoja, esa crisis se produjo en la época de mayor éxito exterior del franquismo, en los años 60, cuando España se convirtió en uno de los países de más rápido crecimiento económico del mundo... Realmente, el franquismo salvó a la Iglesia, y en gran medida la Iglesia lo hundió a el. No siempre las autoridades eclesiásticas aciertan, y la realidad es que desde el Vaticano II la Iglesia ha retrocedido en gran parte del mundo, sobre todo en Europa y en la misma España.
Esa tesis puede muy bien invertirse, diciendo que no fue el franquismo, como usted dice, sino la Iglesia, la que abrió paso a la democracia.
R. Tampoco es cierto. La oposición al régimen nunca fue democrática, eso está clarísimo, y que sectores de la Iglesia la apoyaran no dice mucho a favor de ese supuesto democratismo de la Iglesia o de sus autoridades... Lo he estudiado en LA TRANSICIÓN DE CRISTAL, y repetido en LOS MITOS DEL FRANQUISMO. Las condiciones para que una democracia funcionase, no como en la 2Re, las creó el franquismo, no la Iglesia, aunque la Iglesia lo defendiese durante los primeros veinticinco años.
Fuente: http://gaceta.es/pio-moa/iglesia-oposicion-politica-corto-continuidad-franquismo-20022017-1142
Pero el PCE hablaba de libertades democráticas y de reconciliación nacional.
R. Ya hablaremos de eso... La idea de la democracia quedó desacreditada con la experiencia republicana, y solo podía volver mediante un cambio social y sobre todo anímico profundo. La 2Re fue un régimen nefasto porque empobreció a España y exacerbó los odios políticos como nunca, y en esas condiciones una democracia es imposible. Además, dio paso al Frente Popular, que ya fue un régimen abiertamente criminal. En adelante, los pocos demócratas que había aceptaron el franquismo. Prosperaron y medraron en él, como casi todo el mundo. Hay que decir que en España no ha existido un pensamiento democrático, y que el pensamiento liberal ha sido muy flojo, de modo que no es que analizaran la situación histórica y sacaran esas conclusiones, sino que adoptaron una actitud correcta de modo por así decir instintivo, amoldándose a la realidad. Es una de las cosas en que he insistido, tanto en el libro sobre la guerra civil y la democracia, como en Los mitos del franquismo. Sin tener en cuenta estos hechos no se podrá entender nada. Y de esa falta de comprensión viene la crisis actual, que no es solo económica sino más aún política, con una democracia en putrefacción.
Admitamos que la república tuvo defectos. ¿Justifica eso una guerra civil?
R. Ese argumento es una gran tontería. La izquierda encontró tantos defectos a la república, y eso que la Constitución era izquierdista, sin consenso, bueno, pues le encontró tales defectos que organizó textualmente una guerra civil en octubre de 1934. El PSOE y los separatistas catalanes se declararon en pie de guerra al perder las elecciones del 33. Querían la guerra civil, en sus propias palabras, porque estaban seguros de ganar. La derecha nunca quiso la guerra. Lo que planeó Mola fue un golpe rápido, además republicano, no monárquico. Pero el golpe fracasó, los alzados quedaron en posición imposible, y el gobierno armó a los sindicatos, comenzando una orgía de sangre, o mejor continuándola aumentada desde las elecciones del Frente Popular. A los alzados no les quedaba otra que mantener la lucha o aceptar el exterminio, con el que le venían amenazando las izquierdas desde las elecciones. La guerra fue recibida con alegría por la izquierda y los separatistas, porque estaban seguros de vencer: se quedaron con la mitad del ejército de tierra, la gran mayoría de la aviación y la marina, y de las fuerzas de orden público, con las zonas industriales, con las reservas financieras... Tenían todo a su favor. Y Franco, que había sido el general más renuente al alzamiento, decidió continuar la lucha a pesar de estar en inferioridad casi absoluta. Muy pocos militares o políticos habrían sido capaces de tal cosa. La mayoría habrían hecho las maletas y huido al exilio. La guerra civil no vino porque Franco y los suyos la quisieran. Vino porque las izquierdas destrozaron la legalidad, es decir, las posibilidades de convivencia en paz entre grupos políticos distintos.
Sin embargo, usted admite que el régimen no tenía intención de cambiar, de ceder el paso a una democracia.
R. Es cierto... en parte. Lo que pasó, y casi ningún historiador ha entendido, es que el franquismo quedó vacío de ideología a raíz del Concilio Vaticano II. Siempre insisto en esa evidencia, que no se quiere ver. Como le dije, la oposición al franquismo fue comunista y terrorista, pero siempre fue débil, y el franquismo tuvo desde el principio el designio de institucionalizar un régimen que superase tanto al comunismo como a la democracia liberal. Pero dentro del franquismo había fuerzas muy diversas, incluso opuestas, y prácticamente lo único que las unía era que todas se consideraban católicas. De modo que el régimen se declaró confesionalmente católico, trató de aplicar las directrices sociales de la Iglesia y esta se convirtió en un pilar esencial del régimen... hasta el Vaticano II. Se ha dado la gran paradoja histórica de que el franquismo salvase del exterminio a la Iglesia, la salvase literalmente, físicamente, y que la Iglesia le abandonase, denunciase la confesionalidad y prefiriese, en los años 60, el diálogo con el marxismo. Es que no solo se declaró neutral, sino que sectores importantes eclesiásticos pasaron a apoyar el terrorismo, los separatismos, a partidos comunistas. Incluso alguno de ellos muy radical, maoísta, salió directamente de organismos eclesiásticos.
Así que, al estar privado de respaldo ideológico, el franquismo no podía continuar, no podía institucionalizarse. Ello aparte de que la figura del propio Franco era difícil que se repitiera, y había sido un elemento básico de equilibrio entre las fuerzas políticas del régimen. Por otra paradoja, esa crisis se produjo en la época de mayor éxito exterior del franquismo, en los años 60, cuando España se convirtió en uno de los países de más rápido crecimiento económico del mundo... Realmente, el franquismo salvó a la Iglesia, y en gran medida la Iglesia lo hundió a el. No siempre las autoridades eclesiásticas aciertan, y la realidad es que desde el Vaticano II la Iglesia ha retrocedido en gran parte del mundo, sobre todo en Europa y en la misma España.
Esa tesis puede muy bien invertirse, diciendo que no fue el franquismo, como usted dice, sino la Iglesia, la que abrió paso a la democracia.
R. Tampoco es cierto. La oposición al régimen nunca fue democrática, eso está clarísimo, y que sectores de la Iglesia la apoyaran no dice mucho a favor de ese supuesto democratismo de la Iglesia o de sus autoridades... Lo he estudiado en LA TRANSICIÓN DE CRISTAL, y repetido en LOS MITOS DEL FRANQUISMO. Las condiciones para que una democracia funcionase, no como en la 2Re, las creó el franquismo, no la Iglesia, aunque la Iglesia lo defendiese durante los primeros veinticinco años.
Fuente: http://gaceta.es/pio-moa/iglesia-oposicion-politica-corto-continuidad-franquismo-20022017-1142
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