El ministro de Exteriores de Arabia Saudita, Adel al Jubeir, planteó en París —el 6 de junio de 2017—las condiciones para un restablecimiento de relaciones diplomáticas con Qatar. Entre esas condiciones figura la expulsión de Jamás, cuya dirección política se trasladó bruscamente de Damasco a Doha, justo antes de proclamarse como una rama del movimiento internacional de los Hermanos Musulmanes, título que abandonó posteriormente.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, apoyó de inmediato la exigencia de Arabia Saudita.
Finalmente, Qatar ha solicitado a ciertos líderes del Jamás —pero no a todos— que salgan de su territorio.
El discurso pronunciado en Riad por el presidente estadounidense Donald Trump, el 21 de mayo, se interpretó en todo el mundo árabe como una luz verde para acabar con los terroristas y, por ende, con su casa matriz: la Hermandad Musulmana. La prensa árabe invirtió bruscamente su visión sobre Jamás —presentado antes como un movimiento legítimo de la resistencia palestina— y ahora lo presenta como una organización terrorista que manipula y explota el sufrimiento del pueblo palestino. Sólo los medios de prensa financiados por Irán no están participando en esta campaña tendiente a modificar la imagen pública de Jamás en el mundo árabe.
El líder de Jamás Jaled Meshal (en la foto) y una delegación de su Buró Político viajaron a Teherán y parece que Irán ha decidido conceder asilo político a este movimiento palestino.
La historia de Jamás es singularmente compleja. Fue creado en 1987, por iniciativa del Reino Unido y por 3 miembros de la Hermandad Musulmana. No cuestionaba el colonialismo occidental, pero afirmaba que, a la luz del Corán, una tierra musulmana no podía ser gobernada por infieles.
A pesar de que, en ese sentido, Jamás representaba la resistencia religiosa frente a Israel, Tel Aviv contribuyó por años a desarrollarlo para debilitar la influencia de al-Fatah, la organización laica de Yasir Arafat (el tío del trapo), que contaba a su vez con el apoyo de Estados Unidos y Francia. Poco a poco, Irán comenzó a ejercer una influencia cada vez mayor sobre la rama armada de Jamás, proporcionándole grandes volúmenes de armamento.
En 2012, en el contexto de lo que parecía el triunfo del proyecto británico de las «primaveras árabes», Jamás se proclamó como una rama del movimiento internacional de los Hermanos Musulmanes. A pesar de los vínculos existentes entre Jamás y el MI6 británico y del ideal antiimperialista del imán Jomeiny, Teherán decidió considerar aquel gesto como un acto interno de Palestina.
Ahora estamos asistiendo a un cambio de paradigma en el Medio Oriente. La cuestión de la lucha contra el imperialismo está cediendo lugar a la de la lucha contra el clericalismo. Los partidarios del «islam político» se hallan principalmente representados, entre los sunitas, por Jamás y, entre los chiitas, por el gobierno de Hasán Rouhaní.
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