La historia contemporánea de Badajoz ha estado ligada, sin duda alguna, a los sucesos que ocurrieron en esta capital de frontera en el mes de agosto de 1936, por lo que, al ver las imágenes que acompañan a este trabajo sin contextualizar, se podría colegir que se trata de instantáneas captadas después del ataque de las fuerzas del teniente coronel Yagüe o de los ataques aéreos que sufrió la ciudad por parte de la aviación del Frente Popular durante la Guerra Civil.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Lo que hoy comentamos aconteció en el mes de agosto... pero de 1923, trece años antes de la gran tragedia que asoló España.
Corría mediados de agosto de aquel año, poco antes de que el general Primo de Rivera diera el Golpe de Estado, y en Badajoz se estaban celebrando las ya clásicas fiestas que por otro lado eran tan habituales en la mayoría de pueblos y ciudades españolas con motivo de la festividad de la Virgen. A la clásica verbena, toros, fuegos artificiales y fútbol se sumó para la ocasión una exhibición aérea acrobática. Para ello fueron invitados dos pilotos militares portugueses, el Teniente Antonio Dias Leite y el Capitán Teófilo José Ribeiro da Fonseca al objeto de participar en una exhibición aérea.
Evidentemente la ciudadanía de Badajoz no era consciente del gran peligro que conllevaba los vuelos sobre poblaciones pues aunque estos vuelos comenzaban a gran altura, al poco, los pilotos hacían vuelos rasantes sobre tejados y chimeneas. El accidente aéreo solo era cuestión de tiempo que se produjera.
Por la mañana del 16 de agosto se vieron volar sobre la capital dos biplanos oficiales de la escuadrilla mixta del arma aeronáutica portuguesa con motores Martín Sidi, de 300 caballos HP, que provenían del aeródromo de Tancos y aterrizaron en Badajoz.
El Aeródromo Militar Tancos se activó en 1919, con la instalación del Escuadrón Depósito Mixto, transferido desde Alverca. En 1921, se convierte en la sede de la primera unidad operativa de aviación de combate portuguesa, el Escuadrón de Cazas No. 1
Uno de aquellos biplanos era el pilotado por el oficial de Intendencia Dias Leite (natural de São Félix da Marinha). Era un experimentado aviador que había sido vencedor del primer premio de acrobacia aérea en Portugal en ese mismo año. No se podría decir que este aviador no tuviera horas de vuelo a sus espaldas. Durante la Guerra Civil española, el ya mayor Dias Leite, integrado en la Misión Militar de Observadores lusos, fue uno de aquellos aguerridos Viriatos que participó en el bombardeo nocturno de Brunete en julio de 1937 y en los ataques a Villanueva del Pardillo y Quijorna partiendo del aeródromo de Olmedo en los Junkers Ju 52 alemanes. Tras dos semanas de guerra el oficial portugués regresó a su país. Ya con la graduación de Coronel fue nombrado Gobernador Civil de Aveiro en 1950.
Volviendo al tema que nos ocupa. Tras obtener los permisos oficiales, al mediodía de ese 16 de agosto, uno de aquellos aeroplanos despegó del campo de aviación con dirección a la Alcazaba.
El público se arremolinaba junto a la zona de la Alcazaba que da al río, en los márgenes del Guadiana y en las azoteas de los edificios.
El aparato se elevó realizando acrobacias y piruetas brillantísimas sobre la ciudad. Aquí, paramos un momento y tomamos las palabras que el gacetillero del Noticiero Extremeño dejó escritas en su periódico:
«(…) Poco después volvió al punto de partida, tomando después la dirección seguida por el curso del Guadiana, para marchar seguidamente sobre la calle Chapín, Plaza de la Soledad, calle de San Agustín, Puerta de Palmas volviendo por el Guadiana sobre el mismo Palacio de Godoy.
Desde este punto tomó de nuevo la dirección del Castillo, para ir después al sitio conocido por El Pico, cerca del campo de Aviación, donde el señor Dias Leite estuvo rizando el rizo, volando después muy bajo, elevándose de nuevo y haciendo varios ejercicios a motor parado.
Desde El Pico, el señor Dias Leite estuvo volando sobre la plaza de la Soledad, donde hizo varios loopings, volviendo hacía el Guadiana, volando de costado y verticalmente.
Desde este sitio, el señor Dias Leite volvió a tomar la dirección del campo de Aviación, torciendo el camino y siguiendo el curso del (río) Guadiana, que continuó en su marcha enfocando la calle de Chapín.
Desde el Guadiana, hasta la calle de Chapín, el aparato voló a motor parado y, ya mediada la mencionada calle, el motor se puso en marcha hasta pasada la plaza de la Soledad, donde aquel volvió a pararse definitivamente (…)»
Como vemos, y a consecuencia de una avería del motor, el aparato planeó durante poco tiempo para caer violentamente y en barrena por falta de velocidad sobre unas casas en los números 4, 6, 8 y 10 de la calle Arco Agüero, destrozando dos techumbres. Las alas del aeroplano quedaron suspendidas entre dos azoteas. La casa más afectada fue la número 10, cuyo tejado se hundió por el golpe, el motor se desprendió del aparato atravesando los pisos segundo y principal. En la alcoba del segundo piso estaba la anciana María Marín, que no sufrió daño alguno, salvo el susto pero en el dormitorio del piso principal dormían un niño y una niña. En un principio la prensa sensacionalista informó que la niña había muerto debido al accidente aéreo, quedando totalmente destrozada al ser aplastada por el motor. La verdad es que la hija del señor José Gutiérrez Bustamante tan solo sufrió erosiones en la mano derecha y en la frente, que, por fortuna, no le causaron daños mayores.
Milagrosamente salvaron la vida las personas que habitaban las casas. El aviador para evitar el fuerte impacto sobre el pecho, al aterrizar tan bruscamente, se incorporó del sillín del aparato. Tras el brusco choque resultó herido de consideración al sufrir una conmoción cerebral, y por los impactos en la cara del cristal del parabrisas y fragmentos del tejado de la casa, pese a ello, y con total serenidad, abrió las llaves de escape para dar salida a grasas y gasolina, y evitar así la explosión y el incendio del aparato. Tras el gran esfuerzo realizado quedó desvanecido sujetando el volante del biplano sin posibilidad de desasirse del cinturón de seguridad para salir fuera de la cabina. Sin pérdida de tiempo, los vecinos del lugar bajaron al piloto por un tejadillo y lo trasladaron al cercano Hospital Provincial, siendo asistido inmediatamente y practicándole los primeros auxilios. Los galenos apreciaron cuatro heridas: dos en la cabeza y las otras dos en las manos. En un principio se temió por su vida, dado lo aparatoso del accidente, no obstante los facultativos confiaban en salvarle.
Volviendo al tema que nos ocupa. Tras obtener los permisos oficiales, al mediodía de ese 16 de agosto, uno de aquellos aeroplanos despegó del campo de aviación con dirección a la Alcazaba.
El público se arremolinaba junto a la zona de la Alcazaba que da al río, en los márgenes del Guadiana y en las azoteas de los edificios.
El aparato se elevó realizando acrobacias y piruetas brillantísimas sobre la ciudad. Aquí, paramos un momento y tomamos las palabras que el gacetillero del Noticiero Extremeño dejó escritas en su periódico:
«(…) Poco después volvió al punto de partida, tomando después la dirección seguida por el curso del Guadiana, para marchar seguidamente sobre la calle Chapín, Plaza de la Soledad, calle de San Agustín, Puerta de Palmas volviendo por el Guadiana sobre el mismo Palacio de Godoy.
Palacio de Godoy/Badajoz, en la actualidad
Desde este punto tomó de nuevo la dirección del Castillo, para ir después al sitio conocido por El Pico, cerca del campo de Aviación, donde el señor Dias Leite estuvo rizando el rizo, volando después muy bajo, elevándose de nuevo y haciendo varios ejercicios a motor parado.
Desde El Pico, el señor Dias Leite estuvo volando sobre la plaza de la Soledad, donde hizo varios loopings, volviendo hacía el Guadiana, volando de costado y verticalmente.
Desde este sitio, el señor Dias Leite volvió a tomar la dirección del campo de Aviación, torciendo el camino y siguiendo el curso del (río) Guadiana, que continuó en su marcha enfocando la calle de Chapín.
Desde el Guadiana, hasta la calle de Chapín, el aparato voló a motor parado y, ya mediada la mencionada calle, el motor se puso en marcha hasta pasada la plaza de la Soledad, donde aquel volvió a pararse definitivamente (…)»
Como vemos, y a consecuencia de una avería del motor, el aparato planeó durante poco tiempo para caer violentamente y en barrena por falta de velocidad sobre unas casas en los números 4, 6, 8 y 10 de la calle Arco Agüero, destrozando dos techumbres. Las alas del aeroplano quedaron suspendidas entre dos azoteas. La casa más afectada fue la número 10, cuyo tejado se hundió por el golpe, el motor se desprendió del aparato atravesando los pisos segundo y principal. En la alcoba del segundo piso estaba la anciana María Marín, que no sufrió daño alguno, salvo el susto pero en el dormitorio del piso principal dormían un niño y una niña. En un principio la prensa sensacionalista informó que la niña había muerto debido al accidente aéreo, quedando totalmente destrozada al ser aplastada por el motor. La verdad es que la hija del señor José Gutiérrez Bustamante tan solo sufrió erosiones en la mano derecha y en la frente, que, por fortuna, no le causaron daños mayores.
Milagrosamente salvaron la vida las personas que habitaban las casas. El aviador para evitar el fuerte impacto sobre el pecho, al aterrizar tan bruscamente, se incorporó del sillín del aparato. Tras el brusco choque resultó herido de consideración al sufrir una conmoción cerebral, y por los impactos en la cara del cristal del parabrisas y fragmentos del tejado de la casa, pese a ello, y con total serenidad, abrió las llaves de escape para dar salida a grasas y gasolina, y evitar así la explosión y el incendio del aparato. Tras el gran esfuerzo realizado quedó desvanecido sujetando el volante del biplano sin posibilidad de desasirse del cinturón de seguridad para salir fuera de la cabina. Sin pérdida de tiempo, los vecinos del lugar bajaron al piloto por un tejadillo y lo trasladaron al cercano Hospital Provincial, siendo asistido inmediatamente y practicándole los primeros auxilios. Los galenos apreciaron cuatro heridas: dos en la cabeza y las otras dos en las manos. En un principio se temió por su vida, dado lo aparatoso del accidente, no obstante los facultativos confiaban en salvarle.
Casa de la calle Arco Agüero construida en el lugar,
de la que fue afectada por el accidente (Foto AMBL)
En el Hospital Civil fue visitado por el alcalde, el cónsul portugués y su compañero que con motivo de las fiestas había venido con él. Una vez estabilizado y comprobado que las heridas no mostraban la gravedad que en un principio se creyó fue trasladado en ambulancia al Hospital Militar para su restablecimiento definitivo.
Por la tarde y al siguiente día; para tranquilizar a la población el otro piloto, capitán Ribeiro da Fonseca, voló sobre la ciudad. Mientras el Capitán había telegrafiado al Centro de aviación de su país relatando lo que había sucedido.
A las diez y media del 18 de agosto llegó a Tancos el capitán Ribeiro da Fonseca, inmediatamente envió nuevamente un telegrama al Centro de Aviación Marítima exponiendo que el teniente Dias Leite llegaría, acompañado por una misión sanitaria española, la noche del 19 de agosto. A la noche siguiente los oficiales recibieron cordialmente a Dias Leite y a los médicos españoles y agradecieron los cuidados con los que se había tratado al aviador portugués. Al llegar al aeródromo el piloto se encontraba ya muy mejorado de sus lesiones. Tan solo presentaba algunos rasguños en el rostro, sin mayor complicación.
En su escrito de aclaración de lo sucedido informó a sus superiores que el motor del avión funcionaba con bastante dificultad, a causa de obstáculos en el tubo de transmisión de la gasolina hasta que finalmente y pese a los esfuerzos de ponerlo en marcha se paró en pleno vuelo. Dándose cuenta de la inutilidad de estos esfuerzos, intentó dirigir el biplano fuera de la población sin conseguirlo por lo que buscó el sitio más agradecido posible para poder aterrizar consiguiéndolo bruscamente sobre el tejado que tenía más próximo.
En un trabajo presentado en la revista Grada nº 76 de febrero de 2014 en la página 10 localizamos más información de este suceso.
«(…) De la casa donde cayo el avión no queda nada, porque al año siguiente, en 1924, fue vendida por los daños y levantada de nuevo. En la actualidad es el Palacio neo-historicista que fue propiedad de Manuel López-Lago y González de Orduña. En aquella época su propietario era Francisco Fernández Marquesta, conde de la Torre del Fresno, gran mecenas de Badajoz injustamente olvidado… queda demostrada la propiedad de la casa por un legajo (Archivo histórico Municipal de Badajoz leg 158, nº 21) en donde el citado conde reclama, mediante instancia de 18 de agosto de 1923 al ayuntamiento, el abono de 736 pesetas, cantidad a la que según cálculo del maestro albañil don Tomas Cruz, ascenderían las obras necesarias para reparar los daños causados en la casa nº 10 de la c/ Arco Agüero de esta capital por el desgraciado accidente de aviación ocurrido el día 16 de dicho mes. Seguidamente la instancia puntualiza: lejos de aspirar a resarcirse, por parte municipal, de tales daños cuya reparación le ha costado más de las 736 pesetas calculadas, se propuso entregar siempre esa cantidad a las Hermanitas de los Pobres de Badajoz, suplicando que fuese el propio alcalde la ciudad quien abonase la cantidad a las mencionadas Hermanas, o se la entregase al propio Conde para donarla él mismo, mediante justificante de entrega a las caritativas monjas […]»
Los autores de este interesante artículo son Luis Palacios «Truco», Carlos David Sánchez-Becerra, Juan C. Vidarte Rebollo y Javier Teijeiro Fuentes.
Augusto Rebollo Sánchez, en su libro Badajoz, la vida de una ciudad fronteriza en su página 199 afirma nos informa que «Los restos del aparato fueron sacados del domicilio donde cayó por los bomberos y trasladados a la Comandancia de Ingenieros».
Según nos recuerda el historiador Francisco Pilo Ortiz: «Ese lugar parece tener un magnetismo especial para los aviones. Porqué años más tarde, el 11 de febrero de 1938, en plena guerra civil, se estrelló en las inmediaciones otro avión tripulado por los alféreces Mendizábal y Torralba que murieron en el accidente. El siniestro causó entre los vecinos seis muertos en el acto, entre ellos una niña de siete años, cuatro heridos leves y dos heridos graves que fallecieron en el hospital.
Para terminar este episodio de la historia reciente de Badajoz diremos que el entonces alcalde, D. Juan Antonio Gervas Cubillo telegrafió al ministro de Guerra portugués D. Antonio Maria Da Silva deseando el pronto restablecimiento del aviador Dias Leite.
Fuente: Redacción FNFF
Los autores de este interesante artículo son Luis Palacios «Truco», Carlos David Sánchez-Becerra, Juan C. Vidarte Rebollo y Javier Teijeiro Fuentes.
Augusto Rebollo Sánchez, en su libro Badajoz, la vida de una ciudad fronteriza en su página 199 afirma nos informa que «Los restos del aparato fueron sacados del domicilio donde cayó por los bomberos y trasladados a la Comandancia de Ingenieros».
Según nos recuerda el historiador Francisco Pilo Ortiz: «Ese lugar parece tener un magnetismo especial para los aviones. Porqué años más tarde, el 11 de febrero de 1938, en plena guerra civil, se estrelló en las inmediaciones otro avión tripulado por los alféreces Mendizábal y Torralba que murieron en el accidente. El siniestro causó entre los vecinos seis muertos en el acto, entre ellos una niña de siete años, cuatro heridos leves y dos heridos graves que fallecieron en el hospital.
Para terminar este episodio de la historia reciente de Badajoz diremos que el entonces alcalde, D. Juan Antonio Gervas Cubillo telegrafió al ministro de Guerra portugués D. Antonio Maria Da Silva deseando el pronto restablecimiento del aviador Dias Leite.
Fuente: Redacción FNFF
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