BHAVAGAD GITA

Para adentrarnos en el estudio del Bhagavad Gita hemos de hacer referencia primero al Libro dentro del cual se halla incluido, el Mahabharata. Éste es un extenso poema hindú que al parecer fue escrito hace cinco mil años (3000 a.C.), si bien hay cierto desacuerdo sobre su datación. La tradición atribuye su redacción a Vyasa, aunque alcanzaría su forma definitiva varios siglos después, bajo el reinado de Gupta.

Vyasa literalmente significa «el que desarrolla o amplía». Se refiere a un revelador porque lo que interpreta y amplía es un misterio para el profano. Este término fue aplicado en antiguos tiempos a los más elevados Gurús en la India.

El Mahabharata consta de más de ciento siete mil pares de versos. Su extensión es siete veces superior a las obras de la Ilíada y la Odisea juntas. Parece tener un fuerte fundamento histórico, ya que en los Vedas hay referencia a personajes del Mahabharata, que supuestamente intervendrían en una guerra intertribal, ocurrida en el segundo milenio antes de Cristo.

Este antiguo poema narra en lengua sánscrita la epopeya de las reyertas entre los Kurus y los Pándavas, clanes tribales que tenían como predecesor común a Bharata, hijo de Shakuntalá. La guerra entre las dos tribus herma­nas había sido iniciada a consecuencia de que Pandú, el hijo menor del rey de Jastinápura, había ascendido al trono debido a que su hermano mayor, Dhritarashtra, era cie­go.

Pandú mata al sabio Kindama al confundirlo con un venado

El Bhagavad Gita, cuyo título completo es Srimadbhagavad Gita Upanishad («Enseñanzas impartidas en el Canto Supremo del Señor») se encuentra en el libro VI, Bhishma Parva, sección 6 del Mahabharata, abarcando los cantos 25 al 42. Consta de setecientas estrofas, la mayoría de las cuales se componen de dos versos y unas pocas llegan a cuatro, seis u ocho. El conjunto se divide en dieciocho discursos y cada uno de ellos se refiere a una rama determinada del Yoga. Yoga es la ciencia que trata de la Unión consciente con Dios, a través de la purificación de los vehículos inferiores y del cultivo de las virtu­des y la sabiduría.

El Bhagavad Gita es un Upanishad («Enseñanza a los pies del Maestro»). Es decir, es una revelación espiritual de una enseñanza secreta impartida por Krishna. Algunos afirman que, originalmente, no formaba parte de la gran epopeya india, sino que fue añadido posteriormente. El Gita versa sobre el diálogo que mantuvieron Krishna y Arjuna ante el desfallecimiento de éste, breves instantes antes de la batalla final, que decidiría la victoria de uno de los dos bandos.

Esta obra junto con el Srimad Bhágavatam, constituye la piedra angular de todas las religiones y sectas religiosas hindúes de tendencia Bakt o devocional, centrándose el objeto de adoración en la personalidad divina de Krishna, aceptado como un Maestro Perfecto, una encarnación del Poder Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente de Dios.

El Gita es la escritura sagrada más leída en la India, y la más conocida en occidente, por la belleza de su contenido y la universalidad de su mensaje. Los niños de las altas castas lo aprendían de memoria desde muy pequeños. Tiene muchísimos puntos comunes con el mensaje esencial contenido en escritos sagrados procedentes de otras latitudes, transmitidos en distintas épocas y que recogen las enseñanzas de otros Maestros.

El Gita, dentro de las revelaciones divinas de la India, juega el mismo papel que los Evangelios dentro del Antiguo y Nuevo Testamento. Resume la esencia de los Vedas (el canon sagrado hindú), aunque no forma parte de los mismos y la Eterna Doctrina contenida en todas las Escrituras Sagradas. Pero al igual que a los Evangelios le siguieron explicaciones, al Gita le siguieron obras menores que trataban de profundizar en la Revelación del Conocimiento de Dios, llegando con el transcurso del tiem­po a un punto en que el Señor se hubo de manifestar públicamente de nuevo, a través de Gautama Buda (500 a.C.) para revelar este conocimiento eterno a los hombres.

Estupa Dhamek en Sarnath, India, sede de la primera enseñanza del Buda en la que enseñó las Cuatro nobles verdades a sus primeros cinco discípulos.

Las Escrituras tan sólo cumplen el papel de señales indicatorias. Todas apuntan a una misma dirección: «Busca al Maestro Perfecto vivo y entrégale tu vida cuando Le encuentres, pídele que te revele el conocimiento de Dios y refúgiate en Su Gracia.» Este es el mensaje capital del Gita. Algunos dicen que por primera vez se insistía en que la salvación está al alcance de todos, con independencia de casta o sexo.

Subba Row describe el estilo retórico del Bhagavad Gita como de variada forma: unas veces de sublime sencillez, otra de enérgica elocuencia, algunas de opulenta grandeza, no pocas de patética emoción, pero siempre vivo, elevado, cautivante, atractivo, sin que en pasaje alguno descienda a los planos de la vulgaridad.

Según William Q. Judge, el Bhagavad Gita puede interpretarse con siete claves distintas por lo menos, pu­diendo referirse a la evolución del hombre, del Universo, del Mundo Astral, a las Jerarquías de la Naturaleza, al carácter moral, etc.

William Quan Judge nació en Dublín, el 13 de abril de 1851. Sus padres fueron Frederick H. Judge y Alice Merry Quan. Desembarcó en New York el 14 de julio de 1864. Abogado irlandés (1851-1896) fue uno de los tres principales fundadores de la Sociedad Teosófica. Entusiasmado con el estudio del ocultismo y el espiritismo, Judge viajó a Estados Unidos, donde conoció a su gran amiga y Maestra Helena Blavatsky y a Henry Olcott. En 1875 participó en la fundación de la Sociedad Teosófica en Nueva York y fue su presidente de la sección nacional desde 1886 hasta su muerte. Tras la muerte de Helena Blavatsky fue duramente atacado por permanecer fiel a las enseñanzas de los Mahatmas y enfrentarse a la autoproclamada nueva líder de la Sociedad Teosófica Annie Besant, quién ya se había hecho ganar la simpatía de los brahmanes teósofos de Adyar y del mismo Coronel Olcott. En 1895 la Convención Anual de la Sociedad Teosófica apoyó su causa y se le autorizó la fundación de una sección independiente en Norteamérica, de la que se convirtió en presidente. Durante esos años y hasta su muerte, Judge continuó escribiendo las instrucciones que seguía recibiendo de los Mahatmas, escritos que él mismo firmó bajo el seudónimo de David Lloyd y que serían utilizados años más tarde por Guy Ballard para la creación del Movimiento de la «Actividad Yo Soy» Después de la muerte de Blavatsky en 1891 Judge entró en disputas con Olcott y Besant, a quienes él consideraba que se habían desviado de las enseñanzas originales de los Mahatmas. Como resultado él finalizó su asociación con Olcott y Besant durante 1895 y se separó junto con la mayor parte de la Sección Americana de la Sociedad Teosófica. A pesar de ser atacado por los seguidores de Besant, pudo dirigir la nueva organización hasta su muerte, que ocurrió un año después en Nueva York, haciéndose cargo entonces Katherine Tingley. Esta Sociedad Teosófica estableció su Sede Internacional en Pasadena, California.

Interpretando el poema con referencia a la evolución cósmica, según Tallapragada Subba Row (sabio Brahmán), en el Gita se simbolizan los seres, fuerzas, planos y planetas del Universo con los más elevados principios que solidariamente actúan en el Sistema Solar. Así, cada carro, cada jefe, cada guerrero, arcos, flechas e instrumentos bélicos tienen un significado simbólico, cuya acertada interpretación requiere profundísimos estudios.

Todos los problemas filosóficos, religiosos, científicos y sociales que torturan al pensamiento humano están expuestos y resueltos sintéticamente en el poema, explicando el origen, evolución y término del Universo y del Hombre.

La interpretación generalmente admitida desde el pun­to de vista de la evolución individual es que el rey Dhritarashtra simboliza el cuerpo humano, en que para proseguir su evolución reencarna el espíritu estimulado por el deseo de vida y compelido por la ley kármica. La ceguera nativa del rey da a entender que el cuerpo sin espíritu vivificador es materia insensible, y por lo tanto incapaz de gobernar.

Los Kuravas simbolizan el yo inferior, los elementos pasionales y tenebrosos del individuo; el aspecto material de nuestro ser, con sus vicios, pasiones y malas tendencias. Los Kuravas, el yo inferior, personificado en Duryodhana, prevalecen temporalmente en la soberanía del reino, entretanto quedan en apartamiento y destierro los Pándavas, esto es, los elementos espirituales del hom­bre.

Duryodhana presentado en el yakshagana (teatro popular de Karnataka).

Los pándavas, sintetizados en Arjuna, simbolizan el Yo Superior, los elementos armónicos y puramente espirituales del individuo. Un pándava es un descendiente de Pandú. Con este nombre patronímico se designan los cinco príncipes rivales de los Kuravas. Estos príncipes, cuyos nombres son: Yudhishthira, Bhima, Arjuna, Nakula y Sajádeva, representan la Naturaleza Superior del hom­bre, con sus tendencias y aspiraciones más nobles y eleva­das.

Arjuna es un héroe semidivino del Mahabharata, príncipe pándava, hijo de Indra y Kuntí; tercero de los cinco hermanos pándavas, o sea el celebrado hijo de Indra (esotéricamente lo mismo que Orfeo). Es la figura principal del Bhagavad Gita. Arjuna, literalmente significa «el blanco», o sea, el manifiesto.

Subba Row, entiende que Arjuna simboliza la Monada humana, el hombre en su más elevada realidad. Según Blavatsky, representa al hombre (como lo prueba el significado mismo de la voz Nara «hombre», que es uno de los nombres que se le da a dicho príncipe), o mejor dicho, la Monada humana en evolución, así como Krishna era representación del Espíritu que le guía e ilumina. Arjuna se casa con Subhadrá, la hermana de Krishna, simbolizando la unión entre la Luz del Logos y la Monada humana.

Krishna, «el negro» (o sea, el inmanifiesto), representa en la Trimurti hindú —Brahma, Visnú, Shiva—, a la segunda persona —el Hijo en la Trinidad Cristiana—, o sea, al Cristo. Krishna es el Octavo y máximo avatar de Vishnú, a través del cual Éste lleva a los hombres el mensaje de la liberación, y de la que los hindúes refieren muchas fábulas maravillosas. Los hindúes le adoran con entusiasmo religioso y creen que es el mismo Vishnú bajo figura humana, al igual que los cristianos creen que Jesús es Dios (Vishnú puede considerarse un aspecto de Dios) en figura humana.

Lo representan con guirnaldas de flores silvestres que le bajan hasta el tobillo y adornado de perlas; su tez es de color azulado oscuro, un poco negruzco, significado de la palabra Krishna, por cuyo motivo se le ha consagrado la abeja de este color, a la cual pintan revoloteando con frecuencia alrededor de su cabeza, tal como hacen los discípulos espirituales que revolotean alrededor de las flores de la enseñanza que transporta el Maestro de Sabiduría. Son varios los nombres que tiene Krishna: Vasudeva, Govinda, Pastor (como también llamaban a Jesús), Vanamali, Adornado de Flores, Cesava, de los Hermosos Cabellos.

Radha y Govinda charlando, mientras una gopi los atiende

Krishna, según la leyenda, fue un príncipe hindú, que salvado del furor de su tío Kamsa, creció oculto en el bosque Brindaban. Adolescente, se convirtió en el favorito de las gopis (pastoras), representándosele como un pastor que deleitaba a sus compañeros con la música de su flauta. Krishna, así, representa al alma, la cual, a través de la flauta de la meditación guía a los pensamientos extraviados, conduciéndoles de regreso al dominio del Yo Superior. Es importante también el hecho de que al contactar con las pastoras, Krishna rompe con la tradición según la cual las mujeres y castas inferiores no pueden acceder al Conocimiento Superior (fácilmente podemos encontrar referencias similares en la vida de Jesucristo). Una vez hombre, se unió a su hermano y después de matar a Kamsa, reinó en su lugar. Una sutil enseñanza se esconde en este hecho: el hombre ha de unirse a su cristo para volver a reinar en el país de su espíritu.

Antes de comenzar a describir cada estancia del Gita, es importante saber que Visnú, el Cristo Cósmico, del que Krishna es una encarnación, actuó también a través, entre otros Grandes Seres, de Maitreya, el anterior Cris­to planetario y actual Buda. Maitreya, a su vez actuó con y a través del Maestro Jesús, encarnación del Cristo para los Cristianos. Por lo tanto, no hemos de sorprendernos, aunque sí maravillarnos, de la gran similitud entre los mensajes de Jesús y Krishna e incluso de la «coincidencia» manifestada en muchas de sus sentencias.

A continuación, paso a describir brevemente, las enseñanzas relatadas en cada estancia.

1ª El desaliento de Arjuna
La epopeya comienza con la petición por parte de Dhritarashtra, el rey ciego, símbolo del mundo ilusorio, a su ministro y cochero Sanjaya, que tiene poderes de clarividencia y clariaudiencia, que le narre lo que pasa en Kurukshetra, que significa, campo de batalla de Kuru (antepasado común a las dos familias). El rey ciego, debido a que vive en el mundo de la ilusión, necesita ayuda para saber lo que sucede en el Reino del Espíritu.

La batalla entre Kurus y Pándavas se lleva a cabo en el Campo de Kuru, que representa la conciencia humana en un aspecto, y todo el Universo en el otro. Duryodhana, ante la vista de los ejércitos situados para el combate, se dirige a su maestro Drona, para expresarle sus temores. Drona, en su aspecto inferior, es el maestro que enseñó a guerrear a los Kurus y Pándavas, pero en su concepción superior representa al Maestro que enseña el verdadero Sendero.

Duryodhana mostrando su ejército a Dronacharya (izquierda)

Duryodhana nombra primero a los más destacados combatientes entre los Pándavas, con respeto ante su­ magnificencia y energía. Luego, reconoce los valores de los guerreros Kuravas, aunque le parecen menos y más débiles. Esto se debe a que la Ley, la Verdad, aunque sean perseguidas, no dejan de cegar con su pura luz.

La batalla de Kurukshetra simboliza el porfiado combatir entre las potencias que nos llevan a esclavizarnos en la materia y las que nos impelen al logro de la iluminación espiritual, simbolizada en el trono de Jastinápura, Ciudad de los Elefantes o Ciudad de la Sabiduría. Es decir, la batalla que va a dar comienzo en el Gita, es realmente la lucha interior en el campo de la conciencia de aquel que desea conquistar la Sabiduría Divina.

Para incitar a la lucha, los kurus hacen resonar su concha marina. Los pándavas responden soplando sus conchas, símbolos sagrados de altas cualidades, y provocan un estruendo que llega a atemorizar al bando contrario. Cuando la batalla ya va a dar comienzo, Arjuna le pide a Krishna que coloque su carro de caballos blancos entre ambas tribus, para observarlas. El carro representa el vehículo del que se vale el hombre, sea o no físico (o sea, cualquiera de los cuerpos del cuaternario inferior), pero en el carro también va Krishna, la Voz que guía los pasos del hombre, o sea, el Cristo Interno que habita en los cuerpos inferiores. Colocar el carro entre ambos bandos equivale al despertar de la conciencia que reconoce dónde está, y quiere ver qué debe hacer. El ser que comienza la lucha sufre, y esa es la mejor señal de que la lucha es real y positiva. Comienza a ejercitar la cualidad divina llamada Discernimiento.

Arjuna desfallece cuando ve que sus contendientes son sus familiares. Simboliza el disgusto que el hombre siente al disponerse a luchar contra las pasiones y vicios que son parte de su naturaleza, aunque en inferior e innoble aspecto. Y la batalla será aún más dura porque los errores (Kurus) están ansiosos también de guerra, ansiosos por seguir gobernando allí donde no les corresponde. Arjuna teme ante lo nuevo, es el temor a romper con nuestras viejas costumbres, aunque malas, e imaginar que destruido eso, ya nada mejor sobrevendrá. También da a entender que cuando el hombre se halla en el dintel del conocimiento espiritual, es precisamente cuando desfallece, con riesgo de que le venzan sus implacables enemigos, y que en semejantes circunstancias la victoria o la derrota dependen del efecto producido por las exhortaciones del Logos, que en nuestro interior deja oír el elocuente silencio de su voz.

2ª Yoga mediante el Samkhya
La palabra Samkhya significa Visión de lo Eterno. El objeto de la evolución es el verdadero conocimiento de la Realidad Suprema, la cualidad absoluta del Yo Espiritual.

En esta estancia, Arjuna deja las armas y decide no luchar, pero acude a Krishna buscando consuelo y luz para su confusión. Krishna le introduce en el conocimiento de lo Eterno: la Vida y la muerte no son diferentes. El alma perdura. Está por encima de las sensaciones transitorias. El hombre no es afectado por los sentidos, ni por el placer, ni por el dolor, sino que es merecedor de vida eterna.

El Espíritu es indestructible e imperecedero. No nace ni muere, es eterno. El alma ni puede matar, ni puede ser muerta.

No hay mayor honor para un guerrero que participar en una lucha por el restablecimiento de la virtud, de la justicia.

A través de este capítulo se observa que Krishna cumple una misión parecida a la de Jesús, que vino a renovar las Escrituras, con respecto a los Vedas, ya que enseña a Arjuna que cuando las escrituras son contradictorias, debemos concentramos en la contemplación y la disciplina para alcanzar la paz.

3ª Yoga de la Acción
O también Karma Yoga. El Gita es la historia de una batalla, representación de la acción espiritual. La principal enseñanza de esta estancia afirma que el desapego en la acción no se alcanza por la inactividad. A través del control de los sentidos y libre de apego, se entrega al Karma Yoga de la acción sin apego. La acción es superior a la inacción, La acción sagrada se ofrece a lo eterno, a Brahma —Dios.


Pero el hombre que encuentra en el Espíritu su satisfacción y su paz, está más allá de las leyes de la acción, más allá de lo que se ha de hacer y de lo que no se ha hacer.

En este mundo temporal, todas las acciones suceden por la intervención de los tres gunas (o tres estados de la energía: equilibrio, movimiento e inercia), fuerzas de la naturaleza. Pero el hombre, engañado por la ilusión del yo, piensa «yo soy el hacedor». Los que viven sometidos a la ilusión de los tres gunas se ven afectados por sus influencias.

La ansiedad y la ira, que surgen de la pasión, son la fuente de la maldad y el foco de la destrucción, enemigas del alma. El deseo lo oscurece todo. Encuentra cobijo en los sentidos y la mente del hombre, enturbiando la sabiduría y produciendo ceguera del alma. Krishna alienta a Arjuna: «Sé un auténtico guerrero y mata al deseo».

4ª Yoga de la Sabiduría
O también Gñana Yoga. Krishna revela que el hombre nace múltiples veces y que Él viene al mundo manifiesto en forma humana cada vez que el bien decae, extinguiéndose poco a poco. Aquél que Lo reconoce como Dios y Le adora con sus obras se libera del ciclo de nacimientos y muertes. Krishna le revela: «Todos los Senderos llegan a Mí.» Recuerda aquello que el Maestro Jesús le dijera a sus discípulos: «Todos los Caminos llegan a Mí.» También le dice: «La Verdad te hará libre. La liberación es Paz en la Sabiduría. Quien ve a Dios en todo lo que hace, llega a Dios.»

También le instruye acerca del sacrificio, el cual es una acción santa a través de cuyo conocimiento puedes ser libre. El sacrificio del Conocimiento es el más alto de todos los sacrificios materiales. El hombre que vive en armonía interior, realiza la Verdad dentro de él. Sólo el hombre de fe es el que alcanza el Conocimiento, pues vive en armonía y su fe es su Vida. Recordemos que Conny Méndez decía que el mayor sacrificio es el realizado por la transmisión del Conocimiento.

5ª Yoga de la Renuncia de la Acción
Arjuna pregunta qué camino es el mejor: el de la renuncia a la acción o el de la acción desinteresada.

Krishna le responde: «Ambos llevan a la Dicha Suprema, pero el mejor es el de la acción con desapego. El sabio sabe que la renuncia a la acción y la adoración mediante las obras puras no son cosas distintas. Sin embargo, sin practicar el yoga de la acción pura, es muy difícil hacer vida de renuncia». Acción y no acción son en realidad lo mismo si hay desapego, porque en tal caso es Dios quien actúa.

El sabio sabe que cuando ve, huele, oye, come, duerme, anda..., son tan sólo los sirvientes de su Alma que, siguiendo sus órdenes, ejecutan acciones.

Las acciones de un yogui buscan solamente la purificación de su Alma; él aparta de sí todo deseo egoísta. Tan sólo es su cuerpo o sus sentidos o su mente, o su razón, lo que ejecuta las acciones.

La sabiduría del Espíritu Interior puede correr el velo de la ignorancia de los hombres. Krishna le revela que concentrando sus pensamientos en Él y haciéndose uno con Él, encontrará su morada en Él, es decir, en el Cristo Interno de cada quién. Será el final de su viaje. Una vez revelada la Luz Interior, su alegría y su dicha provienen de su interior.

6ª Yoga de la Subyugación
El que realiza sus deberes sin apego al fruto, es un renunciante y un auténtico sirviente a la vez. El resultado está en el futuro y quien no vive en el presente no está en Dios. Es necesario practicar la meditación para la purificación del alma, uniendo la mente con la fuerza vital que habita en el cuerpo hasta poner su mente en paz. En este silencio el alma se encuentra en presencia del Uno. El que mantiene su mente bajo control, dueño de su inteligencia y constantemente unido a su Yo Superior, obtiene la paz del Supremo Nirvana que reside en Krishna. Cada vez que la mente en su continua divagación se aparte del Espíritu, una y otra vez debemos traer­la de vuelta y reposarla sobre el Espíritu.

Arjuna, entonces, duda de poder controlar su mente inagotable, Krishna le dice: «La mente es inagotable y difícil de contener. Pero mediante la práctica constante te puedes liberar de las pasiones, después de lo cual la mente puede ser controlada. El más grande es aquél que tiene una fe total e incondicional y que con toda su alma Me ama a Mí». Es decir, aquél que ama y se une a su Cristo Interno.

7ª Yoga del Discernimiento
O también Vivekayoga. Krishna, como encarnación de Dios (recordemos que Cristo es también considerado la encar­nación de Dios), se revela como el Principio y el Fin de todo lo que existe, como el soporte de todos los mundos. Dice: «Yo Soy el Santo Nombre (OM), el sonido del silencio, la fortaleza de los hombres, la inteligencia del inteligente, lo bello de la belleza». De Krishna proceden los tres gunas o estados del alma: Sattva, Rajas y Tamas. Ellos están en Krishna. Provienen de Dios y viven en Dios.

Los distintos estados que producen estas cualidades confunden al mundo entero, sumergiéndolo en el mundo de la ilusión. Sólo los que buscan refugio en Krishna, o sea, en su propio Ser Interno, se liberan de esa ilusión.

Hay cuatro clases de hombres que actúan con justicia y los cuatro en verdad aman a Krishna: el afligido, el que busca algo a lo que se entrega con sinceridad, el auténtico buscador del conocimiento y el hombre iluminado dotado de visión. De estos cuatro, el último es superior a todos, pues vive en la unidad y siempre ama al Uno.

Krishna se revela a sí mismo diciéndole: «El ignorante piensa que Yo Soy esta forma de naturaleza inferior que adopto, y que ellos pueden ver con sus ojos mortales. Ellos no conocen Mi Naturaleza Superior. Ésta es imperecedera y suprema. Engañados por Mi apariencia, la gente no Me reconoce. Aquellos que concentran su mente en Mí, Me conocen en la tierra y en el cielo como el Supremo Ser». Así, igualmente nos revela que si no vemos el Ser Divino en todo y en todos, estamos engañados por las apariencias del mundo físico y material. El que se identifica con su Cristo Interno, reconoce a su Verdadero Ser. También Jesús nos planteó este discernimiento cuando preguntó: «¿Quién creen ustedes que Soy Yo?»

8ª Yoga de la Divinidad Suprema e Indestructible
Brahman es el Principio Indestructible, lo Supremo y lo Eterno, el Absoluto, el Yo Soy Universal. Atma es el Espíritu en el hombre. Karma, como acción, es la fuerza de la creación a partir de la cual toma vida todo lo que existe, porque es el que impele a aprender y evolucionar. Karma, generado por nuestras acciones, es el motivo por el que todo nace y renace. Dios mismo se impelió a la acción y generó el Universo. Dios engendró el Universo y el Karma, o sea, generó una ilusión de actividad, cuando todo, realmente, es completa quietud y equilibrio, en donde se desarrollarían las Chispas Divinas, mediante la comparación de la ilusión con la realidad (Verdad). El hombre, cuando descubre su Cristo, comienza a reconocer la Verdad y comienza a salir de la Ilusión, aunque siga existiendo para otros.

El Espíritu es el Reino de la Luz, energía que da la vida a todo cuerpo. «Aquél que al morir abandona su cuerpo pensando en Mí viene a Mí y se hace Uno en Mí». O sea, se Une a su Presencia Yo Soy. Son palabras, nuevamente, tanto de Krishna como de Jesucristo.

Todos los mundos están sujetos al cambio, pues son transitorios, ya que tienen un principio y un fin. Pero aquellos que llegan a Krishna se liberan del continuo ciclo de nacimientos y muertes.

Por encima de esta creación visible e invisible, hay un Principio Inmanifiesto, Superior y Eterno. A esta esencia inmanifiesta se le llama «El Imperecedero». Es lo más alto, el Fin Supremo. Krishna sigue revelando a Arjuna: «Esta es Mi Suprema Morada, aquellos que llegan a Ella nunca regresan. Este Espíritu sólo es alcanzable mediante el Amor. En Él todas las cosas tienen vida, pues Él ha creado todas las cosas».

Krishna plantea a Arjuna una elección: existen pues dos caminos; el de la oscuridad te obliga a regresar a esta existencia de tristezas y sufrimientos (samsara); el de la Luz te conduce a un lugar glorioso de donde no regresas.

Pintura tradicional tibetana que muestra la rueda de la vida y los rayos del samsara


9ª Yoga de la Sublime Ciencia y del Soberano Secreto
Metafísicamente consiste en el reconocimiento del Cristo Interno. El Conocimiento y la visión espiritual interior liberan al alma del pecado. El Misterio de la condición sublime de Krishna, como encarnación de Vishnú, es que Es la Fuente de todos los seres vivos, el soporte de todos ellos, y más aún, no depende de ellos.

«Cuando el día de Brahma llega a su fin, todo lo creado es reabsorbido en Mi naturaleza inmanifiesta. Mas cuando, una vez transcurrida la Noche, el nuevo Día alborea, de Mí emanan otra vez. Este ciclo se repite una y otra vez, siguiendo los círculos del tiempo. No obstante, Mi naturaleza no sufre alteración ni se ve atada por el vastísimo desenvolvimiento de la Creación. Yo Soy el que Yo Soy, tan sólo observo el drama de todo el proceso».

Krishna dice: «Yo Soy el Camino y el Maestro que en silencio observa —en el corazón—. Yo Soy el medio y el fin de todas las cosas que existen, el Supremo Tesoro. Soy lo que es y lo que no es».

Sólo a aquéllos cuyas almas están siempre en unidad con la Armonía Interior, se les incrementa lo que tengan y se les da lo que aun no tienen. Aquellos que adoran a otras cosas que no sea su Presencia Yo Soy, a esas cosas van, pero aquellos que La adoran, se unen a ella con seguridad. Su significado se asemeja a aquellas palabras del Maestro Jesús que dicen: «A aquellos que tengan se les dará, y a los que tienen poco, se les quitará hasta lo poco que tienen».

Krishna le dice que cualquier tipo de sufrimiento que venga a su vida, se lo ofrezca a Él. De este modo se habrá desligado de las ataduras de su Karma: «Uniendo tu alma a Mí como meta suprema, en verdad vendrás a Mí». Nos recuerda aquello que Conny Méndez nos aconseja: «Pon tu mundo en manos de tu Cristo para que toda manifestación en él sea perfecta».

10ª Yoga de la Excelencia Divina
Dice Krishna: «Aquél que sabe que no tuve principio, que soy “el no-nacido”, el Señor de todos los mundos, este mortal está libre de la confusión, y a salvo de toda ignorancia».

«Por misericordia infinita Yo habito dentro de sus corazones y mediante la Luz del Conocimiento disipo la oscuridad de la ignorancia que mantiene a su alma presa a la ilusión de este mundo». Recordemos cuál es el asiento del Cristo Interno: el corazón de cada ser humano.

Arjuna alaba la Gloria de Krishna y Éste le revela algunas de sus manifestaciones: «Yo Soy el Espíritu, principio eterno que mora en el corazón de todas las cosas. Entre los hijos de la Luz, Yo Soy Vishnú (la Madre de los Hijos de la Luz o Aditiás, es Áditi, el espacio celeste). Yo Soy Márichi, el Señor de los vientos y las tempestades. Por encima de los sentidos de los hombres, Yo Soy la Mente, Yo Soy la Luz de la conciencia. Entre los poderes que amedrentan al hombre, Yo Soy el Único que conduce a la Verdad».

Los Aditiás eran considerados dentro de las religiones de la India, como un grupo de dioses de origen solar. En total eran doce deidades tomadas como astros que representaban cada uno un mes del año.

Resume diciendo, al igual que Jesucristo dijo: «En realidad, Yo Soy».

11ª Yoga de la Visión de la Forma Universal
Arjuna, maravillado, pide a Krishna que se le revele en su Visión Divina y Krishna se le manifiesta en su Suprema Forma Divina. Arjuna contempla como su Señor toma incontables formas de impresionante aspecto. Ve en Krishna al Todo, y en esta visión Arjuna le adora y le alaba: «Llenos están el cielo y la tierra de tu Espíritu».

Pero Arjuna tiene miedo porque entre las muchas formas de Krishna ve una aterradora en la que los hijos de Dhritarashtra, Bhisma, Drona, Karna y sus legiones son devorados, manifestando el único posible fin en el que el Espíritu vence a la materia. El mal será vencido.

Krishna ordena a Arjuna que se levante, venza a sus enemigos y conquiste su gloria. Es el Karma de ellos lo que les condena, Arjuna es el instrumento para que Krishna realice su trabajo. De igual manera, la personalidad es el instrumento que la Divinidad, representada en el hombre por su Cristo Interno, utiliza para trabajar en el mundo.

Arjuna se disculpa por no haber reconocido antes la grandeza de Krishna y por haberlo considerado un igual, irrespetuosamente o con irreverencia, y le pide que vuelva a su forma humana.

Krishna le revela que ni los Vedas, ni las ofrendas, ni los sacrificios, ni el estudio de escrituras, ni las obras de caridad, ni los ritos.., pueden revelarle la Visión Suprema de Su Espíritu que en Él mora. Sólo cada uno de nosotros podemos alcanzar la unión con nuestra Presencia Yo Soy. Krishna le alienta: «Libérate de todo temor». Y Arjuna se tranquiliza.

«Sólo por Amor pueden los hombres recibir Mi Conocimiento. Yo sólo me revelo a los que vienen a Mí con humildad y con amor en sus corazones, deseando sinceramente conocer la Verdad». ¡Acudamos, pues, con humildad y devoción a nuestro Cristo Interno y pongámonos en marcha por la conquista de la virtud!

12ª Yoga de la Devoción
O también Baktiyoga. Los mejores devotos son aquellos que entregan las riendas de su vida a su Cristo Interno, y a través de Él, a Dios, adorándole continuamente con su amor, con una fe inamovible. Aquellos que llevan una vida de armonía, con su mente controlada, amando a todos por igual, también alcanzan su Conciencia Crística.

Mi Maestro Jesús

Pero ardua es la tarea de aquellos cuya meta es alcanzar la Forma Inmanifiesta de Visnú. Mas aquellos que, con puro amor, meditan en Dios y le adoran, muy pronto quedan libres de las influencias de Maya —la ilusión.

La concentración es mejor que el mero esfuerzo, y aún mejor es la meditación, pero aún por encima está la entrega por amor, en servicio desinteresado, porque las consecuencias de la entrega es Paz. Pero aún mucho más avanzados son aquellos que teniendo Fe y Amor consideran la Unión con Dios su fin último.

13ª Yoga de la Distinción entre el Campo y el Conocedor del Campo
A la manifestación se le llama el Campo y aquél que lo conoce es el Conocedor. Krishna manifiesta a Arjuna: «Yo Soy el Conocedor de todos los campos de Mi Creación, pues de la conciencia que puede ver el Campo y el Conocedor del Campo, es de donde se origina el verdadero Conocimiento». Conocimiento es Poder, aquél que conoce algo, se hace dueño de ello. Metafísicamente, ver lo positivo en lo que aparenta ser negativo es ver al Conocedor en lugar de Ver al Campo. Esta estancia hace referencia a la necesidad de discernir entre el objeto y lo que conocemos del objeto.

El Campo lo componen los cinco elementos, el sentido del Yo individual, la consciencia, el subconsciente, los cinco órganos de los sentidos y los otros cinco de la acción y por encima de ellos (en un grado superior de percepción), la mente y los cinco campos de percepción sensible: deseo o placer, sufrimiento, capacidad de asociación, inteligencia y búsqueda. Las modificaciones del Campo son: sinceridad, humildad, mansedumbre, benevolencia, rectitud, devoción al Maestro, firmeza y autocontrol.

Tanto Prakriti, la Naturaleza (como sustancia material sujeta a cambios), como Purusha, el Espíritu (como sustancia espiritual que no está sujeta a cambios porque no tiene gunas), carecen de principio y todas las modificaciones, las distintas condiciones de los gunas, nacen de Prakriti. De la naturaleza surgen todas las cosas materiales: es la hacedora, los instrumentos y las cosas hechas. Del Espíritu surge la conciencia que es capaz de sentir placer y dolor. Cuando el Espíritu se reviste con esta naturaleza mortal se ve afectado por los continuos cambios de estado de la naturaleza, velándose gran parte de su Divinidad, y cuando cae bajo la atadura de los apegos a las cosas cambiantes, se condena a padecer el ciclo de reencarnaciones, de acuerdo a su karma. Pero el Ego Supremo del hombre permanece intacto más allá de su sino, es un mero observador, todo lo percibe, todo lo padece, da inspiración, ésa es la Mónada, la Presencia Yo Soy.

Algunos logran ver su propio Espíritu mediante la práctica de la meditación, otros a través del servicio y otros a través del Satsang (frecuentar regularmente la compañía de los Santos).

Quien reconoce como idénticos al Dios existente en sí mismo y al Dios que late en todo lo creado, no hiere a otros, convirtiéndose en un sannyasi, porque en ellos se ve a sí mismo y de este modo, con seguridad, alcanza la Meta Suprema, hacerse uno con Brahman.

Aquellos que dotados del ojo interior de la Visión Espiritual, logran distinguir entre el Campo y el Conocedor del Campo, viendo por tanto cómo el Espíritu está desvinculado de la materia, en verdad, llegan a la Morada Suprema. Si trasladamos nuestra conciencia al conocedor de todo, Krishna o nuestro Cristo Interno, conocemos el Campo donde vive el Conocedor y donde el Conocedor ha creado todos los Campos.

14ª Yoga de la Liberación de las Tres Cualidades o Gunas
Sattva, Rajas y Tamas, son las tres fuerzas de la Naturaleza: luz, fuego y oscuridad. Su poder es el de limitar en cuerpos finitos, la infinita libertad del Espíritu Infinito.



Sattva o equilibrio, debido a su pureza, da inteligen­cia y conduce a la vida pulcra, apegando al hombre al bienestar material y al conocimiento intelectual. Nos apega a la felicidad y a la comodidad. Es el mejor guna, pero no deja de ser un guna.

Rajas o movimiento, cuya naturaleza es la pasión, produce en el hombre la ansiedad, la persecución de logros y los apegos. Empuja al hombre a la acción, apegándolo a sus resultados. Nos apega a la acción.

Tamas o inercia, nacido de la ignorancia, debilita al alma, sumergiéndola en la oscuridad de la confusión. Produce apatía y abulia e incluso negligencia. Nos apega a la vagancia y la pereza.

En cada persona y situación prevalecerá una sobre las demás. Cuando el hombre comprende que los actores de este inmenso drama son únicamente los tres poderes de la naturaleza, entonces, concentrando su mente en Aquello que está más allá de estos tres poderes, con seguridad alcanzará su fin, disolviéndose en el Todo.

15ª Yoga del Logro del Supremo Espíritu
Aquellos que viven en la confusión, engañados por la ilusión del mundo, no pueden ver que es el Señor quien mora en el cuerpo y que mediante los poderes de su naturaleza goza de esta vida hasta que por fin se va. Aquellos que practican la meditación y se esfuerzan con determinación, ven como Él mora en su interior. Mas aquellos que no son puros de corazón y carecen de conocimiento, aunque se esfuercen, nunca logran verlo.

«Aquel que habiendo conocido la Verdad, Me ve a través de su ojo espiritual como el Espíritu Supremo, ya ha conoci­do todo lo que hay que conocer y por esto Me adora y Me ama con toda su alma». Todo lo demás deja de tener interés para él.

16ª Yoga de la División entre lo Divino y lo demoníaco
Valentía, pureza de corazón, constancia en la meditación, generosidad, rectitud, austeridad, mansedumbre, sinceridad, renuncia, serenidad, humildad, fortaleza..: éstas son las cualidades de aquel que ya ha nacido al camino espiritual y por él ya anda.

Hipocresía, insolencia, presunción, ira, despotismo e ignorancia... Éstas son las cualidades del hombre que vive en el infierno.

A la liberación conducen las virtudes espirituales. El hombre de naturaleza demoníaca careciendo de principios, ignora qué es lo que se debe hacer y qué es lo que no se debe hacer; su corazón es impuro, su conducta irreverente y miente sin reparo. El temor y la preocupación le acosan durante toda su vida. Su única meta es gozar de los placeres sensuales. Acosado por pensamientos impuros, se esclaviza en las redes de la ilusión. Tres son las puertas que conducen a este infierno: la lujuria, la ira y la codicia.

17ª Yoga de la Distinción entre los Tres Linajes de Fe
Hay tres clases de fe: de luz (sátvica), de fuego (rajásica) y de oscuridad (tamásica). La fe que tiene cada persona va de acuerdo con su propia naturaleza. Esta fe es lo que configura a cada hombre: según su fe, así es el hombre. Esto también fue enseñado por el Maestro Jesús: «Serás medido por la fuerza de tu fe». Y asimismo, explica la Ley de Mentalismo según la cual «Así como pienses, es tu vida».

Los hombres de naturaleza sátvica adoran a los dioses de luz; los de naturaleza rajásica adoran a los dioses del poder y la riqueza; y los tamásicos adoran a los espíritus nocturnos, fantasmas y fuerzas de la naturaleza (v.g. los mediums).

Estos tres tipos de fe son diferenciados en el Bhagavad Gita según: alimentos, sacrificios, estados de armonía y formas de hacer caridad.

Los hombres sátvicos buscan alimentos puros que dan salud y equilibrio mental, vitalidad y vigor, sabrosos, nutritivos y que dan armonía al cuerpo. Los sacrificios puros se hacen como una ofrenda de adoración y de acuerdo con la Ley Eterna, sin apego a los frutos. Buscan la mente en armonía: paz mental, silencio, autocontrol, trato amable y pureza de corazón. Sus limosnas son puras porque las dan por amor y de todo corazón a la persona adecuada en el momento correcto y en el lugar apropiado, o sea, inteligentemente, desapegándose de la recompensa.

Los hombres rajásicos prefieren alimentos agrios, picantes, salados y ardientes. Los sacrificios los realizan para obtener bendiciones materiales o cualquier tipo de recompensas. Son hipócritas que se someten a austeridades por razones egoístas. Dan limosna esperando algo a cambio o sin sentirlo de corazón. Piensan que poseen paz interior, pero no la tienen realmente.

Los hombres tamásicos sienten predilección por los alimentos rancios, desabridos y viejos. Ofrecen sacrificios que van en contra de la Ley Eterna, sin fe ni respeto por las enseñanzas sagradas. Confunden el autocontrol con la auto-tortura y utilizan sus poderes para herir a otros. Da limosnas para que otros lo vean o como arrogante auto-halago.

18ª Yoga de la Liberación mediante el Renunciamiento (o la Devoción)
La Renuncia es la abstención a la acción para evitar el apego egoísta a los frutos de las acciones. Mas la renuncia a los frutos de las acciones es lo que se llama la Rendición.

La Rendición puede ser de tres clases:

1. El servicio desinteresado, los donativos y la autodisciplina jamás se deben abandonar, pero se han de realizar con la misma predisposición que si fueran una ofrenda a Dios.

2.  No está bien dejar inacabada o abandonar la tarea que tienes encomendada.

3. Aquel que abandona su servicio por miedo al padecimiento físico comete un acto impuro, de naturaleza rajásica.

Las cinco causas primarias que intervienen en la realización de cualquier acto son: el cuerpo, el yo inferior, los poderes de percepción, los poderes de la acción y el Designio Divino.

Quien no es capaz de discriminar que es su naturaleza la que realiza todas las acciones, cae en el error de considerar que es su Espíritu Infinito el que lo hace, quedando así ligado a la acción. Mientras la acción per­manece en estado de idea, tan sólo hay un conocedor, un conocimiento y lo conocido. Mas cuando la idea se pasa a la acción y ésta se realiza, lo que hay entonces es un ejecutor, la acción y lo ejecutado.

Según la naturaleza sátvica, rajásica o tamásica del hombre, se pueden describir tres distintas naturalezas del conocimiento, la acción, la sabiduría, la concentración y el placer.

El hombre sátvico posee el conocimiento puro, que le lleva a ver que todas las cosas son mantenidas por la misma Esencia Única. Sus acciones son realizadas como un servicio desinteresado y como acto de adoración, en paz mental y sin apegos. Posee la Sabiduría pura, pues sabe lo que se debe hacer y lo que no, discierne con claridad. Su concentración también es pura: medita en el Yoga del Eterno Conocimiento, atrayendo paz interior. Por último, el placer que experimenta es puro: lo que parecía sufrimiento se convierte en inmortalidad cuando se obtiene la visión clara del Espíritu.

El hombre rajásico vive en la ignorancia, ve todas las cosas como entidades separadas, o sea, su conocimiento es impuro. En cuanto a sus acciones, trabaja solamente con fines egoístas, es ambicioso, agresivo y vicioso. Posee la sabiduría impura, no distinguiendo lo correcto de lo incorrecto. También su concentración es impura pues la produce la pasión cuando seguimos un deseo egoísta. Busca el placer impuro, producido por el apetito de las pasiones.

El hombre tamásico egoístamente considera algo como lo más importante, diferenciándolo del Todo; vive en la oscuridad, engañado por la ilusión y la ignorancia. En cuanto a su acción, carece de disciplina y tiene modales groseros; es orgulloso, hipócrita, sucio y malicioso. Su sabiduría ha sido oscurecida por el olvido y la pérdida de conocimientos, llegando a considerar lo incorrecto como correcto. Su concentración es de naturaleza tenebrosa y demoníaca, manteniéndolo en la inercia de su pereza, en su miedo, depresión, vicios... En cuanto al placer, es aquél que siendo falso desde el principio hasta el final, no sólo priva de satisfacción sino que incrementa nuestros deseos, siendo un engaño para el alma.

«Benditos sean los Sabios que leyendo esto discriminen y los ignorantes que oyendo estos versos despierten».


«Ven a mí ¡Oh Cristo! como el Buen Pastor, y Ven a mí ¡Oh Krishna! como el Vaquero Divino».

«¡Oh Divino Krishna, tú reinas para siempre en el corazón de aquél que escucha tu flauta celestial!» AUM.
Yogananda cuenta una visión de Cristo y Krishna en la que ambos caminaban juntos, tomados de la mano, el Cristo que oraba junto al río Jordán y el Krishna que tocaba la flauta junto al río Yamuna. Cuenta que ellos le bautizaron en las aguas resplandecientes y su alma se diluyó en las profundidades insondables. Entonces todo empezó a emitir llamas astrales. Su cuerpo y las formas de Cristo y Krishna, los montes, el arroyo luminoso, todo se convirtió en una danza de luces en que volaban átomos de fuego. Al fin sólo quedó una tenue luminiscencia en la que temblaba toda la creación. Eterna Luz en la que todas las formas se mezclan.

Fuente: Bhavagad Gita

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