LOS HONORABLES «HOPI» Y SUS PREDICCIONES

(De la revista «Theosophical Notes», mayo de 2019)

En este artículo incluimos algunas notas breves sobre la tribu estadounidense de los hopi, cuya cultura es una de las más notables en su sofisticación moral y apacibilidad. Describen su vida y perspectiva como el «camino hopi» y ahora son cada vez más interesantes para los occidentales en busca de un modelo más duradero para su sociedad. El nombre hopi es la abreviatura de Hopituh Shinu-mu o «gente pacífica», título honorífico que surgió de un período terrible en su historia antigua que trataremos más adelante.

Retratos de indígenas hopis

Junto con llamar la atención sobre las injusticias históricas cometidas contra estas personas cultas —y que merecen espacio en una revista teosófica—, otra razón para esta nota se debe a:
  • la notable síntesis entre las tradiciones hopi y la historia teosófica sobre culturas y civilizaciones en tierras a miles de kilómetros de distancia, como en Asia, y
  • las advertencias que los hopi han venido haciendo desde el punto de vista de sus antiguas tradiciones que se remontan a miles de años.
Los hopi han hecho constantes observaciones y críticas sobre los valores de la vida occidental moderna que ahora se están volviendo más proféticas, y sería oportuno y beneficioso si fueran mejor apreciadas y comprendidas. 

Se dice que algunas tribus americanas tienen Adeptos entre ellas y tenían relaciones amistosas con la fraternidad transhimaláyica de Maestros con los cuales Madame Blavatsky estaba estrechamente asociada: «Existen chelas de otros Maestros (...) [Éstos últimos] son budistas mongoles de pura sangre (...) son grandes amigos de Adeptos y chelas nativos de Perú, México y los piel-roja».

Entre los investigadores estadounidenses es bien conocido que los hopi han tenido acceso durante mucho tiempo a un conocimiento esotérico atípico, como relata el blog conmemorativo del centenario «Arizona 100»:
«Los hopi tradicionales practican una religión iniciática y de sabiduría secreta. Las ceremonias de celebración mantienen 'el camino hopi' de vivir en equilibrio con el mundo y el desarrollo humano natural. La mayoría de dichas ceremonias son necesarias para traer lluvia vivificante a las tierras áridas y cultivar maíz, su plantación básica.»

«Una civilización puede medirse por sus valores (sinceridad, coraje, equilibrio, autoestima e integridad) y no por el número o la complejidad de sus artilugios y burocracias. En términos de valores, la forma tradicional hopi (...) es estable, mientras que la civilización blanca, agresiva y dominante se está desmoronando donde estos valores se hallan en su ocaso. Entonces, ¿de quién es la cultura superior?»

[Yamada luego relata que, si bien ha tomado fuerza de sus valores, «el camino hopi» se enfrenta a una lenta desintegración debido al colonialismo estadounidense cuyas agencias gubernamentales —intencionalmente o no— han subvertido su cultura y tratado de incorporarlas a la sociedad dominante sin su consentimiento].

«De acuerdo con el Boletín de la Universidad de Arizona:

En el gobierno, la aldea es la unidad y representa un gobierno genuinamente democrático en que sus leyes son tradicionales y no escritas. El robo es casi desconocido como también la muerte por fuerza o las leyes. Los hopi viven, se mueven y tienen su ser en la religión. El orden social se establece y mantiene a través de ceremonias tribales (...) el fundamento mismo de la sabiduría antigua (...). Seguramente ningún otro pueblo del planeta, ni siquiera los chinos, muestran una reverencia más consistente por la sabiduría del pasado (...)» 
«Mientras que otras tribus indias se han vuelto serviles en su sumisión, los hopi se han negado obstinadamente a aceptar ese estatus (...). Los líderes de esta comunidad escriben: 'Todas las leyes y políticas realizadas por el hombre blanco, que a primera vista pueden parecer buenas, sólo están destinadas a quitarnos nuestra patria. (...) Debemos adoptar una posición sobre nuestros fundamentos morales, nuestras sabias enseñanzas de los antepasados y permanecer libres de todas las doctrinas e ideologías extranjeras'.» 
«Katchongva, jefe del clan Sun y asesor del jefe aldeano de Hotevilla, al testificar ante un comité de asignaciones del Senado estadounidense solicitó que los hopi estuvieran exentos de un proyecto de ley en disputa. Este venerable portavoz tribal cuya sinceridad y aplomo humilla al legislador más arrogante, declaró:
'Nuestra gente es una comunidad orgullosa. Nos hemos cuidado bien y a nuestras tierras durante miles de años. No necesitamos ninguna instrucción de la Oficina de Asuntos Indígenas, ya sea en el gobierno o la agricultura. (...) Protestamos no sólo por un desperdicio de vuestro dinero. Por lo que estamos en contra es hacia una profanación del honor nacional de los Estados Unidos, y esa honorabilidad se compromete a que se consultará al pueblo hopi.

Cuando los Estados Unidos violen sus promesas hacia una pequeña nación que siempre ha vivido en paz con sus hermanos blancos, la luz que brilla desde Washington hacia todas las naciones del mundo se volverá oscura e inmunda. Si esa luminosidad se limpiara, fulguraría alrededor de la Tierra y traería paz y comprensión a todas las naciones; pero si ese resplandor se ensucia y oscurece, la civilización del hombre blanco se desmoronará en polvo. Eso es lo que nuestros sabios han dicho que es el significado de vuestras bombas atómicas (...) la tierra es sagrada para un hopi y él no quiere dinero'».
[Esto representa un gesto típico de su desprecio por la riqueza, el flagelo de la sociedad moderna según los valores hopi y se mantienen aparte y firmes en su negativa a inclinarse ante ella].
Dan Katchongva era un líder tradicional de los nativos americanos Hopi. Hijo de Yukiuma, guardián de las tabletas del Clan del Fuego, que fundó Hotevilla en 1906.

Yamada escribe que los líderes tribales tradicionales dicen: «(...) los hopi no aceptarán trozos de plata como soborno a cambio de su tierra, su soberanía y estilo de vida tradicional. Aquí hay personas que no viven según la regla monetaria del hombre blanco, sino individuos cuyas vidas están profundamente enraizadas en una explicación religiosa de su origen. Aquí hay gente con raíces que se remontan a su origen como tribu, un pueblo de gran simplicidad y humildad; en esto radica su sabiduría y grandeza».

Escribiendo al presidente de los Estados Unidos, esta etnia declaró:

Y os hablamos como hombres blancos, las últimas personas que vinieron a nuestras costas en busca de libertad de culto, expresión, reunión y el derecho a la vida, libertad y búsqueda de la felicidad (...).

Nos hemos reunido con todas las otras naciones ricas y poderosas que han llegado a nuestras riberas, desde los primeros conquistadores españoles hasta el actual gobierno de Estados Unidos, todos los cuales han utilizado la fuerza para tratar de eliminar nuestra existencia aquí en nuestro propio hogar. Queremos llegar a nuestro destino a nuestra manera y no tenemos enemigos.

Tampoco mostraremos nuestros arcos y flechas a nadie en este momento. Esta es nuestra única forma de vida eterna y felicidad. Nuestra tradición y entrenamiento religioso nos prohíbe dañar, matar y molestar a otros; por lo tanto, nos oponemos a que nuestros niños sean entrenados forzosamente para la guerra con tal de convertirse en asesinos y destructores. ¿Qué nación que haya recurrido a las armas trajo paz y felicidad a su pueblo?

Sello del Bureau of Indian Affairs

¡Qué abismo existe entre estos dignos ancestros y nuestra gente! Los unos tienen una religión pura basada en el conocimiento de la naturaleza y su lugar apropiado en ella —o mejor llamémosla práctica espiritual— que inculca disciplina, auto-respeto y humildad, y ahora es el turno de nuestro credo superficial que ha cedido terreno a una materialidad demasiado exitosa que está casi desprovista de conciencia.

Compare a los portavoces hopi, sus jefes y ancianos hereditarios de confianza que viven sin salario y cultivan los campos como sus vecinos, con nuestros administradores y políticos que están bien pagados pero no permanecen en contacto con ellos mismos y con la naturaleza.

El gran desarrollo de la vida interior y su importancia se refleja en las historias de estos indígenas y sus creencias tradicionales. El artículo «The Hopi Native American Tribe is Called 'the Oldest of People'» por Katie Vernon (11 de enero de 2019) relata: «Los hopi creían haber vivido en muchos lugares diferentes antes de establecerse al fin en este planeta. Consideran que este mundo es el cuarto y llegaron aquí después de un difícil viaje buscando un hogar».

La tribu de nativos americanos Hopi se llama «la gente más vieja»

Asimismo esta comunidad sostiene que el primer mundo fue destruido por acción del fuego, el segundo por el frío y el tercero por inundaciones. Finalmente fueron conducidos al Cuarto Mundo por sus deidades. Este concepto guarda una notable similitud con la enseñanza teosófica de cataclismos universales de origen ígneo, mediante inundaciones y cambio climático que acabaron con civilizaciones pasadas, y que sitúa a los indios estadounidenses como sobrevivientes de la civilización atlante tardía. Vernon también afirma que «pocos detalles sobre los rituales y antepasados de los hopi son verificables porque tienden a conservarlos en gran secreto».

Para concluir, sugerimos revisar en YouTube un documental sueco realizado hacia 2007 que se titula «Indigenous Native American Prophecy-Elders Speak», y muestra que las tribus hablan sobre un momento de su historia en que fueron dirigidas por líderes cuyos valores eran de poder y violencia, autoridad y coerción, cuando las mujeres y familias no se sentían seguras en sus hogares por temor a sus propios hombres, y que esa brutalidad era constante.

Su historia tribal cuenta cómo hace miles de años vino un Mensajero —al que llamaron «el Pacificador»— para reformar esta sociedad corrupta. El referido relato es expuesto por un conocido activista y cantante indio estadounidense, y en el documental también señala cómo su sociedad degenerada cambió a una que valoraba a sus conciudadanos, les devolvió su reverencia por la naturaleza y les enseñó las artes pacíficas de la agricultura.

El «Pacificador» logró esto reuniendo a los Jefes y enseñando el «mensaje de concordia», instruyéndoles acerca de cómo vivir de acuerdo con la Ley que ellos llaman «la Gran Paz». Impartió además el respeto por la vida, la acción de gracias a todos los seres vivos y mostró cómo vivir con disciplina. El narrador relata que desde entonces y durante miles de años el pueblo hopi ha disfrutado de una sociedad agraria próspera.

Sólo el futuro dirá si se cumplirán sus predicciones sobre al advenimiento de un «tiempo para ajustar cuentas» a la nueva y gran nación estadounidense. No es la tierra, sino sus principios pragmáticos de vida natural, justicia y moderación lo que constituiría el regalo más preciado a sus invasores.


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