Encuestas y mítines: frente a los desmanes de la izquierda, la Agrupación Nacional tranquiliza y da confianza.


A quince días de la primera vuelta, y tras una jornada de locura en la izquierda, marcada por el retorno de los métodos estalinistas en La France Insoumise (LFI) y una manifestación en París donde se desató la histeria islamista y antipolicial, la Agrupación Nacional (antes Frente Nacional) parece encarnar el partido de la razón y la seriedad. Para una izquierda que ha optado por transigir con el extremismo islamo-izquierdista, aparece cada vez más como el único baluarte sólido contra el salto a lo desconocido que representaría una victoria de este Nuevo Frente Popular que, apenas nacido, ya está al borde de la implosión. Varios signos objetivos apuntan en esta dirección.

Klarsfeld padre e hijo eligen sin dudar la Agrupación Nacional
El sábado, el escandaloso mitin de la izquierda socialista, entre ellos Raphaël Glucksmann y el ex-presidente Hollande, llevó a dos figuras destacadas de la lucha contra el antisemitismo a posicionarse claramente a favor de la Agrupación Nacional. Serge Klarsfeld, el incansable cazador de nazis, fue muy claro: «Si tengo que elegir entre LFI y la Agrupación Nacional, votaré a la Agrupación Nacional sin dudarlo».

En una investigación de Le Monde sobre la actitud de los altos funcionarios, su hijo, Arno Klarsfeld, insiste: «Yo digo que Marine Le Pen ha cambiado, no es racista ni antisemita. La France insoumise es antisemita tras un diáfano velo antisionista. Entre Mélenchon y la Agrupación Nacional, elijo el Frente Nacional sin dudarlo».

Tras la declaración de Alain Finkielkraut la semana pasada, los eslóganes abiertamente antisionistas de la manifestación de este sábado habrán terminado de convencer a los que aún dudaban.

FRANCIA FRENTE AL CAMBIO DE ERA

Mientras Francia se prepara para la realización de elecciones legislativas anticipadas, los partidos políticos se alían unos contra otros, acusándose entre sí de haber cedido a diferentes formas de extremismo. La inquietud que manifiestan y la violencia que suscitan no corresponde a la verdadera importancia de lo que está en juego. Cada partido se dedica a resaltar los errores pasados de los otros pero ninguno analiza las razones de la profunda crisis societal que atraviesa el país, al igual que todo Occidente. Sin embargo, el problema no es resolver este o aquel error o problema sino cambiar radicalmente el paradigma de la acción política y adaptarlo a una sociedad donde la economía ya no está basada en la industria sino en la informática.

El 9 de junio, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, anuncia la disolución de la Asamblea Nacional

LA DISOLUCIÓN DE LA ASAMBLEA NACIONAL
La disolución de la Asamblea Nacional de Francia, anunciada por el presidente Emmanuel Macron luego de conocerse los resultados de las elecciones para el Parlamento Europeo, hunde el país en el caos.

Los comentaristas se preguntan qué razones pueden haber llevado el presidente de la República, cuyo partido sólo puede salir gravemente debilitado de una elección legislativa anticipada, a cometer lo que a todas luces parece un suicidio. Y si no encuentran la respuesta es, probablemente, porque la pregunta está mal planteada.

Yo, por mi parte, me planteo la hipótesis de que la decisión no fue tomada por Emmanuel Macron sino por los inversionistas que lo pusieron en el palacio presidencial. Lo importante para ese grupo no es prolongar la presencia de Macron en la presidencia —se trata de un personaje que ha perdido el valor que en algún momento pudo haber tenido. Lo importante es traer al siguiente peón, un sucesor capaz continuar la misma política… con un nuevo discurso. Ya instalado en el poder, ese sucesor seguirá haciendo lo mismo que Macron, también en detrimento de los franceses.

Las elecciones «europeas» —léase las elecciones para el «Parlamento Europeo»— ya acaban de poner a prueba a Raphael Glucksmann. Ex esposo de Eka Zguladze, quien fue sucesivamente ministro del Interior en Georgia y viceministro del Interior en Ucrania —bajo la presidencia de Petro Poroshenko—, Raphael Glucksmann vive actualmente con la periodista franco-libanesa Léa Salamé, nieta del joyero armenio Robert Boghossian e hija del ex ministro libanés Ghassan Salamé. Raphael Glucksmann es nieto de la filósofa Jeannette Colombel, una ex estalinista que se hizo amiga de los filósofos Jean-Paul Sartre, Michel Foucault y Gilles Deleuze. Raphael Glucksmann es además hijo del «nuevo filósofo» André Glucksmann[1], quien fue empleado de Freedom House[2]. Raphael Glucksmann profesa la rusofobia que su abuela abrazó a partir de 1986 y que transmitió a André, el padre de Raphael. Ese «pedigrí» hace de Raphael Glucksmann un excelente aspirante a la sucesión de Emmanuel Macron, según sus «donantes».
[1] André Glucksmann (1937-2015) era miembro del grupo conocido en Francia como los «Nuevos Filósofos», cuya principal característica era el rechazo del marxismo. Nota de Red Voltaire.

No está de más recordar aquí que no creemos que el actual presidente de Francia, Emmanuel Macron, sea un Rothschild Boy. Lo consideramos más bien un producto del magnate estadounidense Henry Kravis, así lo escribí hace 6 años[3]. Desde aquella época, la esposa de Henry Kravis se convirtió en presidente del Grupo de Bilderberg y Xavier Niel (dueño del proveedor francés de acceso a internet Free), quien tuvo un papel central en la explotación de los datos informáticos que posibilitó la elección de Emmanuel Macron[4], ya convertido en yerno del magnate francés Bernard Arnault (LVMH), entró a la junta de administradores de KKR, el fondo de inversiones de los Kravis.
[4] Mindfuck, Le complot Cambridge Analytica pour s’emparer de nos cerveaux, Christopher Wylie, Grasset, 2020.

EL INEVITABLE CAOS
El periodo que se anuncia para Francia es de caos. Tres fuerzas políticas parecen enfrentarse, pero ninguna de ellas propone un análisis de la situación. Francia está estancada. Más vale vivir de subvenciones que trabajar por un salario ínfimo. A finales de 2023, la deuda pública francesa ya era de 3101 millardos de euros[5], 110,6% del PIB. La administración francesa cuesta mucho y sus servicios son de mala calidad.
• Las fuerzas armadas francesas no aguantarían 3 días ante una embestida de Rusia. En las colonias francesas de Nueva Caledonia y Mayotte, la policía se ve desbordada por los acontecimientos[6] y en la metrópoli ni siquiera se atreve a entrar en ciertos barrios.
[5] 1 millardo = 1 000 millones.
• Los tribunales franceses demoran años para pronunciarse sobre un crimen y las cárceles están superpobladas, en ciertos casos hasta en un 250%[7].
• Son numerosos los alumnos que, habiendo obtenido el bachillerato, logran descifrar un texto pero son incapaces de leer un libro.
• En los hospitales, el personal dedica la tercera parte de su tiempo a llenar formularios y no tiene tiempo para ocuparse de los pacientes.
• Los fraudes, principalmente en el sistema de seguridad social y los impuestos, parecen alcanzar cifras récords. La venta ilegal de drogas ha alcanzado un papel económico tan importante (unos 3.000 millones de euros) que ahora se incluye en el cálculo del PIB.
• Las desigualdades son tan grandes que, a pesar de que cerca de 3 millones de franceses (un 4,25% de la población) son millonarios en dólares[8], una tercera parte de la población tiene que sobrevivir con menos de 100 euros después del décimo día del mes[9].

Nadie en particular es considerado responsable de este resultado desastroso. Pero nadie hace algo por impedirlo. Estamos viviendo un periodo de transición hacia la sociedad informatizada, donde los principios de organización de la sociedad industrial ya no funcionan. Así que nadie logra gobernar, ni siquiera siendo capaz de manejar las cosas con la mayor maestría. Hay que inventar lo que aún no conocemos.

Los partidos políticos y los sindicatos, organizados de manera piramidal, según el modelo de la era industrial, sólo proponen soluciones de la era industrial, o sea soluciones concebidas en el pasado, cuya prolongación es precisamente el problema.

Francia no es el único país en esa situación, sino todos los países que predominaron en la era industrial y que, exceptuando a Rusia, conforman lo que ha dado en llamarse el «Occidente colectivo». Rusia es un caso particular en la medida en que no estuvo entre las potencias predominantes sino que se derrumbó en el momento de la disolución de la Unión Soviética y supo reconstruirse después, fuera del modelo antiguo. Pese a ello, Rusia tampoco sabe cómo será lo que está por venir, pero está abierta a lo nuevo. Esa particularidad quizás explica el actual clima de rusofobia.

Más arriba hablábamos de tres fuerzas: la unión de las diferentes formaciones de la derecha, alrededor del partido Reagrupamiento Nacional[10]; las formaciones que tratan de mantener el sistema instaurado alrededor de Emmanuel Macron; y las que se han reunido en el Nuevo Frente Popular, que prepara el advenimiento de una «Era Glucksmann».
[10] Se refiere al partido que se denomina en francés Rassemblement national (RN). Nota de Red Voltaire.

• La unión de las formaciones de la derecha atraviesa simultáneamente dos crisis:
Por un lado, el movimiento llamado «Reconquista» está dividido entre su fundador, Eric Zemmour, y sus vedettes, que, alrededor de Marion Marechal Le Pen, se alían al «Reagrupamiento Nacional».
Por otro lado, el partido «Los Republicanos»[11]. Se divide entre sus militantes y su presidente, Eric Ciotti, que aspiran a lograr la unión de todas las formaciones de derecha, y sus notables, que rechazan esa unión.
La suerte está echada para Reconquista ya que su fundador, Eric Zemmour está solo, mientras que el futuro de Los Republicanos se decide en este momento ante los tribunales ya que su buró político decidió ilegalmente, como resultado de una discreta reunión masónica, la exclusión del presidente del partido, Eric Ciotti.
[11] El partido denominado Los Republicanos es considerado el mayor exponente francés de la llamada “derecha tradicional”. Nota de Red Voltaire.

• El bando de Emmanuel Macron, rebautizado «Juntos por la República», no puede contar con sus resultados ¡catastróficos! a la hora de hacer campaña. Por eso apuesta al miedo que suscitan los otros bandos. Al igual que ese bando, los demás tampoco aportan solución alguna, pero el de Macron asegura que él frena la caída del país.

• El «Nuevo Frente Popular» reúne una serie de partidos políticos que hasta ahora se decían irreconciliables. El miedo a su propia caída los ha llevado a concluir un acuerdo. Ahora la división no es entre esos partidos, sino que se manifiesta en el seno de uno de ellos. Sólo horas después de haberse dado a conocer su lista de candidatos, 5 ex diputados de «La Francia Insumisa» (LFI) que no aparecen en esa lista denunciaron la «dictadura» de su fundador, Jean-Luc Mélenchon. Así lo ven ellos. También se observa que esos 5 exdiputados de LFI eran los únicos opositores de izquierda a Raphael Glucksmann, que se niegan a aceptar el al parecer irresistible ascenso de ese personaje.

Ninguna de esas tres coaliciones propone adaptar las reglas del juego a las exigencias de la época. Todos sus militantes, desorientados, se aferran a algunas ideas que ya no corresponden a estos tiempos, lo que podríamos llamar creencias que no comparten con la mayoría de los demás ciudadanos.

En su sitio web, Reagrupamiento Nacional plantea esencialmente 3 temas:
  • denuncia un estudio gubernamental sobre lo que podría ahorrarse suprimiendo la relación entre las prestaciones sociales y las jubilaciones;
  • denuncia la decisión gubernamental que prohibió la presencia de las empresas israelíes en la feria de defensa y seguridad Eurosatory;
  • y anuncia que presentará al Tribunal de Justicia de la Unión Europea una denuncia contra las decisiones del Consejo Europeo de repartir nuevos inmigrantes entre los Estados miembros de la UE y contra las multas que se impondrían a los Estados que rechacen el envío de esos nuevos inmigrantes. En los tres casos se trata de mostrar que ese partido defiende el nivel de vida de los franceses y que lucha contra la inmigración, además de un mensaje subliminal según el cual su xenofobia es hoy más fuerte que el antisemitismo de sus fundadores.
El sitio web de «Renacimiento», el partido de Emmanuel Macron, es cuando menos sucinto. Subraya 12 valores, como el «progreso», la iniciativa de los territorios y el feminismo, valores que definirá posteriormente. Se ignora cómo espera conciliar algunos de esos valores. ¿Cómo conciliará la Unión Europea con el concepto de Nación? ¿Cómo conciliará la República y el laicismo? Pero eso no importa, sus militantes no necesitan reflexión sino sólo consignas.

Los 12 partidos de izquierda y ecologistas, que hace sólo una semana se insultaban entre sí, montaron una coalición —el Nuevo Frente Popular— en sólo 4 días. También firmaron un programa común, cuyo principal mérito es el de existir, pero que evidentemente fue redactado con la mayor precipitación. Cada cual introdujo sus temas predilectos… sin haber resuelto las contradicciones. Eso tampoco importa, los electores sólo verán la cantidad de temas que se mencionan. Mencionado sólo de paso, todos aceptaron mantener el apoyo a Ucrania contra Rusia.

Los 12 sitios web de los 12 partidos miembros del «Nuevo Frente Popular» afirman que todos creen en el origen humano del cambio climático y contienen referencias históricas a las luchas sociales… pero evitan aludir los puntos de oposición de sus programas en relación con los programas de los demás miembros de esa coalición. Resulta bastante sorprendente ver en esa coalición una milicia trotskista —la «Joven Guardia Antifascista» (JGA)— y un partido independentista «Euskal Herria Bai» (EHB).

En todo caso, la división en 3 bloques no corresponde a divisiones reales sino a la oferta electoral. Cada uno produce publicidades temáticas, sin análisis sobre la crisis de civilización y todavía menos con respuestas a esa crisis. La retórica identitaria que reapareció durante la campaña presidencial francesa no era sobre la supervivencia de la Nación ante la Unión Europea ni sobre la inmigración sino sobre los puntos de referencia que se mantendrían en la sociedad futura.

PROYECCIÓN
Es evidente que los partidos políticos no serán capaces de responder a la crisis actual, sólo podrán «vendar» alguna que otra herida.

El periodo de transición parece llamado a ser largo. En Francia transcurrieron 92 años, incluyendo 10 años de la Revolución Francesa, entre el fin de la monarquía y el inicio de una sociedad que proclamaba la igualdad de derechos de todos los ciudadanos. Durante todo ese periodo, los ciudadanos se vieron traídos y llevados sobre todo por sus pasiones, más que por la razón. Eso demuestra que toda la sociedad en su conjunto necesita urgentemente una formación, acelerada, en los temas indispensables de las ciencias políticas y que es igualmente urgente la difusión de información pluralista.

APOYAR EL GENOCIDIO PARA DETENER LA MULTIPOLARIDAD

 

El Hegemón está calculando una guerra mundial para detener la multipolaridad. Apoya el genocidio de Israel en Gaza como un mal necesario para ganar con fuerza en Asia Occidental, pensando a quién le va a importar una vez que la guerra se haga global.

Esta semana se celebra el Foro Económico de San Petersburgo (SPIEF). Es una de las reuniones anuales más importantes de Eurasia. El tema general en 2024 es la «multipolaridad», muy apropiado teniendo en cuenta que este es el año de la presidencia rusa de los BRICS. La cumbre de los BRICS del próximo octubre en Kazán será crucial para trazar los contornos de la hoja de ruta hacia la multipolaridad en el futuro.

Ahí está el problema. Lo que nos lleva a la cuestión clave a la que se enfrenta la Mayoría Global: ¿Cómo podemos permitirnos soñar con la multipolaridad cuando estamos inmersos en Lo Impensable, reducidos al papel de meros espectadores, viendo un genocidio retransmitido 24 horas al día, 7 días a la semana en todos los teléfonos inteligentes del planeta?
La Corte Internacional de Justicia (CIJ), abiertamente imperfecta, al menos ordenó a los genocidas bíblicos que dejaran de bombardear Rafah. ¿La respuesta de Israel? Bombardearon Rafah. Peor aún, quemaron vivos a niños en tiendas de refugiados. Con misiles estadounidenses.

Y el genocidio continuará al menos hasta el final de este año multipolar, como alardea la inteligencia israelí. La Mayoría Global al menos ve claramente cómo funciona el «orden internacional basado en reglas». Sin embargo, eso no es un gran consuelo.

La orden de la CIJ de detener la carnicería de Rafah, más la iniciativa de la CPI de solicitar órdenes de detención contra altos dirigentes israelíes por crímenes de guerra en serie en Gaza, como era de prever, provocó un frenesí histérico en el combo Israel-EE.UU. unido por la cadera.

El meollo de la cuestión afecta a los verdaderos amos y gestores del Imperio del Caos y el Saqueo, mucho más que a sus humildes emisarios. Los amos no pueden permitir que ninguna institución afloje su control sobre la narrativa oficial.

La narrativa oficial es que «no hay genocidio en Gaza» y que no se han traspasado las «líneas rojas». Este es el dictado oficial del Occidente colectivo. No se permiten infracciones. Llegarán a extremos inconstitucionales para imponer un control narrativo total, con una férrea operación de relaciones públicas para envolver a todo el planeta en capa tras capa de estupor propagandístico.  

Contradiciendo ligeramente a Mao Zedong, el poder real no viene del cañón de una pistola (o de un misil nuclear hipersónico); viene del control narrativo, o lo que solíamos llamar «poder blando». La diferencia ahora es que el Hegemón ya no controla el poder blando. La Mayoría Global está perfeccionando, en tiempo real, sus propios contragolpes de poder blando.

Una sociedad sistémicamente sociópata
Los controladores de la narrativa todavía pueden borrar hechos clave de la opinión pública occidental, por ejemplo, sobre la limpieza étnica. Los árabes cristianos han sido objeto de una limpieza étnica sistemática en Palestina. A principios de la década de 1950, Belén tenía un 86% de cristianos, cifra que desde entonces se ha desplomado a un triste 12% en la actualidad. Los psicópatas bíblicos construyeron un muro alrededor de Belén, anexionaron tierras en beneficio de colonos judíos armados y limpiaron étnicamente a los cristianos.
Los estudios serios sobre el hiperetnocentrismo o el carácter sistémicamente sociópata de la sociedad israelí no ofrecen mucho consuelo cuando se trata de detener un genocidio.

Porque la herida es mucho más profunda. Alastair Crooke, ex diplomático con amplia experiencia sobre el terreno, no tiene parangón entre los occidentales cuando se trata de comprender los entresijos de Asia Occidental. 

En sus columnas y podcasts, aborda la principal herida que ha dejado al descubierto la guerra/genocidio de Gaza: el cisma, en el corazón de Occidente, entre un «proyecto de ingeniería social antiliberal» que se hace pasar por liberalismo y un proyecto para «recuperar los valores «eternos» (por imperfectos que sean) que una vez estuvieron detrás de la civilización europea».

«Para agravar el problema, las estructuras de poder de Estados Unidos e Israel están unidas por la cadera. Y funcionan bajo una especie de lógica complementaria. Mientras que la versión israelí del saqueo se encarna en el colonialismo de colonos, el Hegemón —como explica brillantemente Michael Hudson— ha estado en una orgía de colonialismo financiarizado de búsqueda de rentas desde el final de la 2GM».

Y lo que Michael Hudson califica como el tinglado FIRE (finanzas-seguros-bienes raíces) se ha calcificado, como señala Alastair, en «un marco permanente para el sistema político y geopolítico occidental».

Por lo tanto, no es de extrañar que la Mayoría Global vea instintivamente el combo Israel-EE.UU. —portador de diferentes formas de explotación hasta llegar al genocidio— como el epítome del colonialismo, ahora «suavizado» por una operación de control narrativo en un «orden internacional basado en reglas» sin sentido.

Tampoco es de extrañar que el genocidio de Gaza haya desencadenado una renovada ola anticolonial en toda la Mayoría Global.

Aún así, no es suficiente. Nadie está deteniendo realmente el genocidio. Eso sólo sería posible en la práctica infligiendo una devastadora derrota militar a Israel, con los vencedores dictando los términos de la capitulación. Eso no es factible —al menos no todavía— y contribuye a que los psicópatas bíblicos crean que pueden salirse con la suya. 

Un nuevo horizonte de sacrificios humanos
Andrea Zhok es profesor de Filosofía Ética en la Universidad de Milán y uno de los intelectuales italianos independientes más destacados. Zhok nos adentra en el callejón sin salida —apropiadamente trágico— que contempla ahora el Occidente colectivo.

Occidente bajo el Hegemón, dice, sólo tenía un Plan A. No había Plan B. Eso implica que Occidente seguirá aplicando todas las formas de «Divide y vencerás» contra las principales potencias euroasiáticas: Rusia, China e Irán. Zhok señala, correctamente, que India está sustancialmente bajo control.

Ese es el escenario de encrucijada en el que nos encontramos ahora mismo. De cara al futuro, se trata o bien de una guerra caliente abierta o bien de una serie de guerras híbridas entre las grandes potencias y sus vasallos: esencialmente, la 3GM.

Zhok muestra cómo Occidente bajo el Hegemón está ahora obsesionado con crear «heridas sistémicas» capaces de una destrucción cíclica. Para abrir estas «heridas» existen dos procedimientos principales: la guerra y las pandemias.

Sostiene que sólo «un nuevo horizonte de sacrificios humanos» es capaz de permitir que la «Verdad Última» de Occidente siga en pie sobre sus pies de barro.

De hecho, es este «nuevo horizonte de sacrificio humano» el que está condicionando la falta de respuesta —o peor aún, la legitimación— de Occidente ante el genocidio de Gaza. Y eso está corroyendo inexorablemente la psique europea desde dentro. Lo que solía llamarse civilización europea —ahora completamente avasallada por el Hegemón— puede que no se cure nunca del cáncer.

Por si estas pruebas y tribulaciones no fueran suficientes, mensajeros irracionales —bajo órdenes— se ocupan de acercarnos día tras día a una guerra nuclear.

Y algunos funcionarios de bajo rango incluso lo admiten, a bocajarro.  

Todo está aquí, en una conversación entre el juez Andrew Napolitano y los analistas Larry Johnson y Ray McGovern, durante la cual el primero se refiere a un correo electrónico que recibió de una fuente militar/inteligente. Esto es lo que le dijo la fuente:

Hoy he escuchado una extensa entrevista con un ex oficial de inteligencia de las FDI. Su posición era clara: «Estamos —dijo— apuntando hacia una guerra mundial». Israel, por tanto, no debería dejar de aplicar algunas de las medidas más radicales porque sus acciones se medirán retroactivamente en el contexto del brutal conflicto mundial que se avecina.

Esto debería verse como la explicación última de la escalada frenética sin pausa de los Hegemón/Vasallos en el frente entrelazado de las Guerras por Siempre —desde Gaza hasta Novorrusia.

Eso incluye el genocidio —y los derivados del genocidio, como la estafa del muelle de «ayuda» de 320 millones de dólares que ahora se ha convertido en chatarra en la costa de Gaza, devolviéndolo todo de nuevo al genocidio, ya que la estratagema del pan rallado de expulsar/enviar a los palestinos al extranjero ha fracasado miserablemente.

«Apuntando hacia una guerra mundial» deja todo tan claro quién dirige realmente el espectáculo. Y todo el mundo multipolar sigue siendo rehén.

Fuente: Pepe Escobar 


Grandes movimientos de guerra en Europa bajo las órdenes de Estados Unidos.

 

Las potencias occidentales siguen apostando a la escalada. Ahora acaban de autorizar al régimen de Kiev para utilizar las armas que ha recibido de Occidente, y para atacar objetivos en suelo ruso. En principio, quienes fabrican armas son responsables de el uso que se da al armamento que producen, pero en este momento Occidente esconde esa responsabilidad tras el derecho de Ucrania a defenderse. Y también se plantea la posibilidad de autorizar el régimen ucraniano para que utilice contra Rusia los misiles de largo alcance que le han entregado… mientras fingen no saber que esos misiles son inutilizables sin sus redes de satélites militares. Para terminar, también se plantean autorizar el uso de armas atómicas, lo cual sería una violación del Tratado de No Proliferación.

Algunos aliados de Estados Unidos ya habían ido más lejos. Hace varias semanas, el Reino Unido ya había autorizado Ucrania a utilizar los misiles británicos de largo alcance Storm Shadow en ataques contra cualquier punto de Rusia. Recientemente, Francia y Alemania asumieron la misma posición.

La decisión que el presidente Joe Biden acaba de anunciar se debe fundamentalmente a la presión que ejerció el secretario de Estado, Antony Blinken, a favor de la eliminación de las restricciones sobre el uso del armamento estadounidense por parte de Ucrania.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, fue el encargado de «preanunciar» la decisión de Washington a los miembros europeos de ese bloque bélico. Al intervenir en el consejo de la Unión Europea, el secretario general de la OTAN declaró: «Según el derecho internacional, Ucrania tiene derecho a la autodefensa. Y el derecho a la autodefensa incluye también el ataque contra objetivos militares dentro de Rusia».

Al mismo tiempo, Polonia anunció la compra de misiles de largo alcance a Estados Unidos y afirmó «estar dispuesta a albergar armas nucleares de la OTAN». Lo mismo hizo Suecia. Este pais, que acaba de sumarse a la alianza atlántica, dio a conocer que está «disponible para acoger armas nucleares estadounidenses en caso de guerra».

Francia puso a prueba un nuevo misil nuclear lanzado desde el aire y ha destinado un 13% de su presupuesto militar al fortalecimiento de su armamento nuclear.

En cuanto a los objetivos en Rusia contra los cuales estarían dirigidos los misiles de largo alcance que Estados Unidos y los demás países miembros de la OTAN entregan a Ucrania, Kiev divulgó recientemente que «un drone ucraniano tuvo como blanco un segundo radar militar ruso de largo alcance». Se trata de un radar de alerta temprana, concebido para identificar misiles balísticos, incluso hipersónicos, y otros objetos volantes incluso a 10.000 kilómetros de distancia de la instalación de alerta.

Es imposible que el ejército ucraniano tenga la capacidad necesaria para efectuar un solo ataque de ese tipo en la profundidad del territorio ruso. La situación del ejército ucraniano es actualmente tan difícil que Kiev ha promulgado una ley que le permite reclutar en las cárceles delincuentes condenados por delitos de derecho común, incluso criminales, que estén dispuestos a pelear en el frente para escapar a la prisión.

Además, un ataque como el anunciado por Kiev requiere el uso de una red de satélites militares que Ucrania simplemente no tiene. Eso indica que quienes dirigen ese tipo de ataque contra Rusia son en realidad las fuerzas armadas de Estados Unidos y de la OTAN, actuando estas últimas bajo las órdenes del Pentágono estadounidense.

Países que, como Italia, «acogen» armas nucleares estadounidenses, en violación del Tratado de No Proliferación, se ven así convertidos en la primera línea de un enfrentamiento nuclear con Rusia, enfrentamiento que hoy sería muchísimo más peligroso en tiempos de la guerra fría.