Mientras Sun Tzu irrumpía en Wall Street[1] el mismo jueves bursátil, Estados Unidos y Rusia negociaban constructivamente en Estambul[2] y, al día siguiente, Steve Witkoff, el enviado especial de Trump para Medio Oriente y Rusia, charló exitosamente con el presidente Putin durante 4 horas y media y con Kirill Dimitriev, asesor económico estrella del Kremlin[3].
Ya había comentado que Rusia juega un papel de mediador entre Estados Unidos e Irán[4]. Como adelanté[5], Steve Witkoff viajó de San Petersburgo a Mascate, capital del sultanato súper estratégico de Omán (entrada al estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico): población: 4,64 millones de habitantes; superficie 309.501 kilómetros cuadrados; PIB por poder adquisitivo: 222.600 millones de dólares. La asombrosa diplomacia de la mayoría de las petromonarquías árabes —Arabia Saudita, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán— está jugando un crucial rol bisagra entre las tres superpotencias del planeta. El mediador, el canciller omaní Badr ben Hamad Al Busaidi, declaró que las charlas «se desarrollaron en una atmosfera amistosa que conduce a crear un puente entre los puntos de vista»[6].
La Casa Blanca comentó que «las charlas con Irán fueron muy positivas y constructivas. Ambas partes acordaron celebrar una segunda ronda el próximo sábado. Nuestro mensaje a Irán: el presidente Trump prefiere una solución diplomática»[7].
El canciller iraní Abbas Araghchi comentó que la primera ronda de negociaciones «indirectas» había sido «constructiva y prometedora»[8]. El Financial Times afirma que los dos negociadores se encontraron brevemente a la salida de las negociaciones[9].
Sobre las charlas pesa una triple Espada de Damocles:
1) La amenaza de un bombardeo de Netanyahu a las plantas nucleares de Irán, lo cual desembocaría en un Armagedón regional. En el mejor de los casos, el mínimo aceptable por el premier israelí es la tramposa «solución al estilo libio», que es una invitación al suicidio y al cambio de régimen en el país persa;
2) el rechazo tajante de Trump a que Irán construya bombas nucleares, que el mendaz Netanyahu inventa que posee la nación iraní; y
3) las asfixiantes sanciones que encabeza Estados Unidos y que han causado estragos económicos en Irán y la aguda devaluación de su divisa, el rial.
Según Iran Observer: «Irán propuso a Estados Unidos un Medio Oriente libre de armas nucleares incluyendo la desnuclearización completa de Israel»[10]. Curiosamente, ésta ha sido la propuesta de un servidor hace décadas, propuesta que llamé «Tratado de Tlatelolco para el Medio Oriente» desde mi estatus de miembro fundador y directivo del Cuerpo de Gobierno de la Federación de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW), que obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1985[11]. Mi propuesta se inspiró del Tratado de Tlatelolco[12] con el que obtuvo el Premio Nobel de la Paz (1982) uno de los óptimos cancilleres de México: Alfonso García Robles, con quien charlé abundantemente del tema en una conferencia en la que coincidimos en Copenhague.
Según Russia Today «Irán solicitó a Estados Unidos apoyar la desnuclearización del Medio Oriente», lo cual significa declarar el arsenal clandestino nuclear de Israel. Hoy Irán busca el desbloqueo de sus cuentas en Qatar de 6.000 millones de dólares provenientes de la venta del petróleo negociadas con el «colectivo Biden». Aquí vale la pena exponer la opinión del connotado estratega israelí Zvi Bar’el cuando «hoy Trump enfrenta un dilema: escoger a Netanyahu o a Israel, dos entidades opuestas y hostiles»[13].
Los omnipotentes multimedia propagandísticos de Israel en nado sincrónico y a su conveniencia atizan el fuego nuclear de la discordia contra Irán y hasta se dan el lujo de anunciar que el bombardeo nuclear conjunto de Netanyahu y Trump se realizará en octubre.
¿Lo permitirán Rusia, China y la India?
La Jornada (México)
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