En la Gala de los Goya, el oscarizado director de cine español, Pedro Almodóvar, declaró ante las cámaras que negaba la existencia a VOX. Negar la existencia a un grupo de personas por pensar de manera diferente, y además en boca de un intelectual orgánico, nos retrotrae a épocas oscuras de la historia, como el nazismo o el estalinismo.
No obstante, evitaremos caer en la Ley de Godwin, y también evitaremos caer en las sempiternas acusaciones o palabras policía que emplean los abajofirmantes de siempre, con Almodóvar a la cabeza, cuando se refieren a los que no comulgamos con sus ideas. Eso sí, aunque paguemos con nuestro esfuerzo sus películas.
Ante semejante improperio —aún se espera la solidaridad de Ciudadanos o del PP— el presidente de VOX, Santiago Abascal, respondió con cierta gracia: «Seguiremos viendo las películas de Clint Eastwood».
Pues claro. Ambos personajes, Clint Eastwood y Pedro Almodóvar, están a años luz en uno del otro, así como sus películas.
(...) Y aquí tenemos las razones que justifican semejante distancia:
1. Eastwood es mejor persona.
Ciertamente, ambos nacieron en entornos humildes y ambos ascendieron al estrellato mediante su trabajo, su esfuerzo y su talento. No obstante, las diferencias entre uno y otro evidencian por qué Eastwood es mejor que Almodóvar sin entrar en materia artística. Sin ánimo de alabar las estirpes, Eastwood es descendiente, nada más y nada menos, de William Bradford, uno de los pasajeros del Mayflower. Con 21 años, durante su servicio militar, sobrevivió a un accidente aéreo y nadó 3,2 kilómetros hasta la costa de California. Almodóvar, en cambio, tenía una sociedad offshore en las Islas Vírgenes británicas para «gestionar» sus primeros taquillazos mientras daba a los españoles, que le pagábamos sus películas con nuestros impuestos, lecciones sobre cómo votar o vivir. Eso sí, votar o vivir siempre socialista, para que hubiera más de nuestro dinero subvencionando su industria.
2. Las películas de Eastwood son mejores que las de Almodóvar.
Analizando ya el contenido de sus películas, el peso absoluto de Clint se incrementa sobre el de Pedro. Las películas de Clint Eastwood, ya sea como actor o como director, conectan de forma directa, a veces visceral, con el espectador; no buscan generar un debate que previamente no existía para imponer ningún modelo o idea, sino incidir en las cuestiones más profundas y acuciantes del hombre occidental contemporáneo (la amistad, la lealtad, la fe, la guerra, el amor, el sacrificio, el valor, el esfuerzo y el mérito) dejando al espectador que juzgue por sí mismo. Almodóvar, en cambio, juega a construir historias mórbidas, repletas de sordidez (Todo sobre mi madre, Volver), que juegan en el escenario de lo poco común, de lo realmente inventado para llegar al grado máximo de desazón. Todo con el objetivo de la denuncia social sobre una situación que no existe o que es anecdótica.
3. Una película de Eastwood nos deja mejor sensación que una película de Almodóvar.
Eastwood nos ayuda a recomponernos, nos insufla coraje, valentía y motivación. Lo hace mediante personajes normales, cotidianos, ordinarios. Almodóvar, por el contrario, nos descompone, nos abre las tripas mediante guiones rebosantes de grima, y nos fuerza a empatizar con situaciones esperpénticas y alejadas de la vida diaria de los ciudadanos normales. Eastwood construye y Almodóvar destruye.
4. Eastwood comprende y ama su entorno, Almodóvar no.
Eastwood, además, ha contribuido con su cine a agrandar la historia y la imagen de su país, la de sus conciudadanos y los valores que articulan sus vidas (Gran Torino, American Sniper), Almodóvar se ha dedicado a ofrecer una imagen de España pintoresca, arquetípica, paródica y llena de clichés; de una España que, en todo caso, él nunca quiso que desapareciera y mantuvo en su cine. «Estamos hartos de que hablen mal de nuestra patria», que sentenció Abascal sobre la última —no lo olvidemos, pagada con el sudor de nuestra frente— Gala de los Goya.
5. Eastwood es un hombre corriente, Almodóvar un divo que pocas veces veremos acercarse a un barrio humilde.
Eastwood es cercano, no tiene altivez propia de la élite endogámica de Almodóvar y de la industria del cine español. Eastwood defiende a los trabajadores sin caer en la impostura de los artistas que se dicen de izquierdas, mientras que Almodóvar defiende a la clase obrera arropado por los ceros de su cuenta bancaria.
6. Eastwood es, casi siempre, para todos los públicos, Almodóvar para casi ninguno.
¿Qué puede preferir un padre de familia para sus hijos? ¿Gran Torino o Todo sobre mi madre? ¿Dónde aprendemos más del valor y del sacrificio? ¿En Million Dollar Baby o en Volver?
7. Eastwood es un modelo a seguir, Almodóvar no.
Eastwood es a Almodóvar lo que un abuelo orgulloso de su país y de su vida, que estira su pensión para ayudar a su familia, frente a una persona ¿influyente? sin pareja, sin hijos y sin nada de valor que haya aportado al mundo, a excepción de un par de ocurrencias virales, mientras, al tiempo que da lecciones sobre cómo tenemos que vivir, recibe dinero público en forma de subvenciones de los aleccionados a los que desprecia. Es decir, preferimos envejecer como Eastwood antes que como Almodóvar.
8. Eastwood es más tolerante que Almodóvar.
Eastwood no niega la existencia a ningún grupo político por defender postulados contrarios a los suyos, quizás sí los llama «nenazas», pero eso, que sepamos, no es delito todavía. Almodóvar les niega la existencia (e, insistimos, no se ha producido ninguna muestra de solidaridad por parte de los demás partidos políticos hacia VOX).
A muchos españoles, en suma, Eastwood nos representa mucho más y mejor que Pedro Almodóvar.
Fuente: El Debate
¡¡¡Clint Eastwood y Pedro Almodóvar, son el día y la noche, en todos los sentidos!!!
No obstante, evitaremos caer en la Ley de Godwin, y también evitaremos caer en las sempiternas acusaciones o palabras policía que emplean los abajofirmantes de siempre, con Almodóvar a la cabeza, cuando se refieren a los que no comulgamos con sus ideas. Eso sí, aunque paguemos con nuestro esfuerzo sus películas.
Ante semejante improperio —aún se espera la solidaridad de Ciudadanos o del PP— el presidente de VOX, Santiago Abascal, respondió con cierta gracia: «Seguiremos viendo las películas de Clint Eastwood».
Pues claro. Ambos personajes, Clint Eastwood y Pedro Almodóvar, están a años luz en uno del otro, así como sus películas.
(...) Y aquí tenemos las razones que justifican semejante distancia:
1. Eastwood es mejor persona.
Ciertamente, ambos nacieron en entornos humildes y ambos ascendieron al estrellato mediante su trabajo, su esfuerzo y su talento. No obstante, las diferencias entre uno y otro evidencian por qué Eastwood es mejor que Almodóvar sin entrar en materia artística. Sin ánimo de alabar las estirpes, Eastwood es descendiente, nada más y nada menos, de William Bradford, uno de los pasajeros del Mayflower. Con 21 años, durante su servicio militar, sobrevivió a un accidente aéreo y nadó 3,2 kilómetros hasta la costa de California. Almodóvar, en cambio, tenía una sociedad offshore en las Islas Vírgenes británicas para «gestionar» sus primeros taquillazos mientras daba a los españoles, que le pagábamos sus películas con nuestros impuestos, lecciones sobre cómo votar o vivir. Eso sí, votar o vivir siempre socialista, para que hubiera más de nuestro dinero subvencionando su industria.
2. Las películas de Eastwood son mejores que las de Almodóvar.
Analizando ya el contenido de sus películas, el peso absoluto de Clint se incrementa sobre el de Pedro. Las películas de Clint Eastwood, ya sea como actor o como director, conectan de forma directa, a veces visceral, con el espectador; no buscan generar un debate que previamente no existía para imponer ningún modelo o idea, sino incidir en las cuestiones más profundas y acuciantes del hombre occidental contemporáneo (la amistad, la lealtad, la fe, la guerra, el amor, el sacrificio, el valor, el esfuerzo y el mérito) dejando al espectador que juzgue por sí mismo. Almodóvar, en cambio, juega a construir historias mórbidas, repletas de sordidez (Todo sobre mi madre, Volver), que juegan en el escenario de lo poco común, de lo realmente inventado para llegar al grado máximo de desazón. Todo con el objetivo de la denuncia social sobre una situación que no existe o que es anecdótica.
3. Una película de Eastwood nos deja mejor sensación que una película de Almodóvar.
Eastwood nos ayuda a recomponernos, nos insufla coraje, valentía y motivación. Lo hace mediante personajes normales, cotidianos, ordinarios. Almodóvar, por el contrario, nos descompone, nos abre las tripas mediante guiones rebosantes de grima, y nos fuerza a empatizar con situaciones esperpénticas y alejadas de la vida diaria de los ciudadanos normales. Eastwood construye y Almodóvar destruye.
4. Eastwood comprende y ama su entorno, Almodóvar no.
Eastwood, además, ha contribuido con su cine a agrandar la historia y la imagen de su país, la de sus conciudadanos y los valores que articulan sus vidas (Gran Torino, American Sniper), Almodóvar se ha dedicado a ofrecer una imagen de España pintoresca, arquetípica, paródica y llena de clichés; de una España que, en todo caso, él nunca quiso que desapareciera y mantuvo en su cine. «Estamos hartos de que hablen mal de nuestra patria», que sentenció Abascal sobre la última —no lo olvidemos, pagada con el sudor de nuestra frente— Gala de los Goya.
5. Eastwood es un hombre corriente, Almodóvar un divo que pocas veces veremos acercarse a un barrio humilde.
Eastwood es cercano, no tiene altivez propia de la élite endogámica de Almodóvar y de la industria del cine español. Eastwood defiende a los trabajadores sin caer en la impostura de los artistas que se dicen de izquierdas, mientras que Almodóvar defiende a la clase obrera arropado por los ceros de su cuenta bancaria.
6. Eastwood es, casi siempre, para todos los públicos, Almodóvar para casi ninguno.
¿Qué puede preferir un padre de familia para sus hijos? ¿Gran Torino o Todo sobre mi madre? ¿Dónde aprendemos más del valor y del sacrificio? ¿En Million Dollar Baby o en Volver?
7. Eastwood es un modelo a seguir, Almodóvar no.
Eastwood es a Almodóvar lo que un abuelo orgulloso de su país y de su vida, que estira su pensión para ayudar a su familia, frente a una persona ¿influyente? sin pareja, sin hijos y sin nada de valor que haya aportado al mundo, a excepción de un par de ocurrencias virales, mientras, al tiempo que da lecciones sobre cómo tenemos que vivir, recibe dinero público en forma de subvenciones de los aleccionados a los que desprecia. Es decir, preferimos envejecer como Eastwood antes que como Almodóvar.
8. Eastwood es más tolerante que Almodóvar.
Eastwood no niega la existencia a ningún grupo político por defender postulados contrarios a los suyos, quizás sí los llama «nenazas», pero eso, que sepamos, no es delito todavía. Almodóvar les niega la existencia (e, insistimos, no se ha producido ninguna muestra de solidaridad por parte de los demás partidos políticos hacia VOX).
A muchos españoles, en suma, Eastwood nos representa mucho más y mejor que Pedro Almodóvar.
Fuente: El Debate
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