RESPONDIENDO A PREJUICIOS CIENTIFICISTAS SOBRE «LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS» IV

De «Gravedad y antigravedad (parte 2)»:

Kepler creía que la rotación del sol generaba su fuerza gravitacional. Siendo discípulo de Pitágoras y Platón, creía en un éter de materia más sutil y que las estrellas y los planetas estaban animados por almas. Consideró que era el magnetismo solar lo que mantenía a los planetas en sus órbitas y concibió el magnetismo como una forma de movimiento vortical. Escritores teosóficos más recientes como H.P. Blavatsky y W.Q. Judge (...) también han resaltado el vínculo entre gravedad y electromagnetismo, la naturaleza bipolar de la gravedad y el origen etérico de la fuerza, como muestran las siguientes citas.

H.P. Blavatsky:

«[El] éter es la fuente y causa (...) de fuerzas cohesivas, químicas, térmicas, eléctricas y magnéticas» (1)
(1) H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, Pasadena, CA: Theosophical University Press (TUP), 1977 (1888), 1:508.

«[Los] ocultistas (...) consideran todas las fuerzas de la Naturaleza como verdaderos estados de la Materia, aunque supersensibles; y como posibles objetos de percepción a los seres dotados de los sentidos necesarios» (2).
(2) Ibídem, 1:143 nota al pie.

«No existe gravitación en el sentido newtoniano, sino sólo atracción magnética y repulsión (...) es por su magnetismo que los planetas del sistema solar tienen sus movimientos regulados en sus respectivas órbitas por el aún más poderoso magnetismo del Sol, no por su peso o gravitación» (3).
(3) H.P. Blavatsky, Isis Develada, TUP, 1972 (1877), 1:271.

«Los ocultistas (...) ven en la gravedad sólo simpatía y antipatía, o atracción y repulsión, provocados por la polaridad física en nuestro plano terrestre y por causas espirituales fuera de su influencia» (4).
(4) La Doctrina Secreta, 1:513.Ç

«La Tierra es un cuerpo magnético (...) Está cargada con una forma de electricidad, llamémosla positiva, que evoluciona continuamente mediante la acción espontánea en su interior o centro de movimiento. Los cuerpos humanos, en común con todas las demás formas de materia, están cargados con la forma opuesta de electricidad, la negativa. Es decir, si se dejan solos los cuerpos orgánicos o inorgánicos se cargarán constante e involuntariamente y desarrollarán la forma de electricidad opuesta a la de la propia Tierra (...) Existe una atracción entre nuestro planeta y los organismos sobre él que los mantiene sobre la superficie del suelo, pero la ley de la gravitación ha sido contrarrestada en muchos casos por levitaciones de personas y objetos inanimados [y en este contexto concreto, ¿dónde queda la «objetividad» de nuestros críticos cuando descartan que «la masa humana es más ligera que el agua» (Carta n° 9), que toda persona nace con esa característica de acuerdo con el Maestro y no sólamente en relación con líquidos o técnicas de natación?] (...) La acción de nuestra voluntad (...) puede producir (...) un cambio de esta polaridad eléctrica de negativa a positiva; las relaciones del hombre con el imán de la Tierra tendrían que volverse repelentes y la 'gravedad' para él habría dejado de existir. Entonces sería tan natural que se elevara en el aire hasta que la fuerza repelente se agotara, como antes había sido para él permanecer en el suelo. La altitud de su levitación se mediría por su mayor o menor capacidad para cargar su cuerpo con electricidad positiva, y una vez obtenido este control sobre las fuerzas físicas la alteración de su levedad o gravedad se volverían tan fáciles como respirar» (5).
(5) Isis Develada, 1:XXIII-IV, 497-8.

William Judge:

«En opinión del ocultismo, la gravitación depende completamente de la ley eléctrica y no del peso o la densidad» (6)
(6) William Q. Judge, Ecos del Oriente, San Diego, CA: Point Loma Publications, 1975, 1:336.

«La levitación del cuerpo en aparente desafío a la gravedad es algo que debe hacerse con facilidad cuando el proceso está completamente dominado y no contraviene ninguna ley. La gravitación es sólo la mitad de una norma. El sabio oriental admite la gravedad, si uno desea adoptar el término; pero el término real es atracción y la otra mitad de esa ley se expresa con la palabra repulsión y ambas se rigen por las grandes normas de la fuerza eléctrica. El peso y la estabilidad dependen de la polaridad, y cuando la polaridad de un objeto se altera con respecto a la Tierra inmediatamente debajo de él, entonces el objeto puede elevarse (...) El cuerpo humano (...) se elevará como un ave en el aire sin soporte cuando su polaridad se modifica» (7).
(7) W.Q. Judge, El Océano de la Teosofía, TUP, 1973 (1893), p. 154.

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