EL PRINCIPIO CRÍSTICO O CHRISTOS


De acuerdo con la teosofía original (escritos y enseñanzas de los Maestros y HPB, a quien llamaron su «agente directo» y/o mensajera). Cristo no es un ser o entidad de ningún tipo. Tampoco es otro nombre para Maitreya, ni el «Maestro de Maestros» ni el «Instructor del Mundo». Y tampoco existe semejante «verdad» como la «segunda venida» o «reaparición» de Cristo, pues éste nunca tuvo una primera llegada, jamás ha aparecido ni podrá presentarse.

¿Por qué? Simplemente porque Cristo (del griego Christos) es un término simbólico para el Principio Divino del Espíritu puramente impersonal y universal que está presente en todo.

Estas ideas que acabamos de mencionar brevemente NO son parte de la teosofía, sino constituyen el foco de un sistema muy contradictorio que es difundido como tal y de hecho se deriva casi en su totalidad de revelaciones clarividentes y autoproclamadas de C.W. Leadbeater, casi 20 años después que falleciera H.P.B. La verdadera y trágica historia sobre el engaño y abuso que rodea a esta farsa pseudoteosófica se ha relatado en los artículos «Maitreya a la luz de la Teosofía Original», «¿Maestro del Tíbet o sacerdote cristiano?» «El caso Leadbeater» y «La conspiración jesuita y la Iglesia Católica Romana».

Las palabras de los Maestros y H.P.B. muestran claramente que las ideas sobre Cristo presentadas y popularizadas por C.W. Leadbeater, Annie Besant y Alice Bailey —por no mencionar a sus «continuadores» como Torkom Saraydarian y Benjamin Creme en su opinión no son nada sino blasfemia, ignorancia y contenido antiteosófico. No representan a la «sabiduría eterna» y son supersticiones cristianas y mentiras teológicas reenvasadas para un público moderno y crédulo que se mantiene adrede en la oscuridad respecto a sobre qué aborda realmente la teosofía, y al mismo tiempo no son lo suficientemente valientes para abandonar su preferencia personal por la religión cristiana y su figura del
«Salvador».

La mayoría de quienes hoy se autodenominan «cristianos esotéricos» o «gnósticos» no representa nada de eso. ¿Cuántos de ellos realmente conocen la profunda filosofía subyacente y el significado del cristianismo gnóstico prístino y los evangelios relacionados con él? ¿Cuántos de ellos tienen una verdadera comprensión de la teosofía real, la enseñanza esotérica que subyace a todas las religiones del mundo? Por esto mismo HPB una vez escribió: «Hasta ahora sólo he encontrado cacofonía y confusión en las opiniones de los esoteristas cristianos».

Entonces, ¿qué tiene que decir el gnosticismo real acerca de Cristo o Christos? ¿Cómo se ve este concepto en las genuinas enseñanzas teosóficas? La siguiente compilación de citas lo dejará en claro y también servirá para resaltar una de las muchas contradicciones de vital importancia que existen entre la teosofía auténtica y su imitación barata, falsificada y cristianizada.

Por el Maestro K.H.
«Que estos desafortunados y engañados cristianos sepan que el Cristo real de cada creyente es el Vach, la 'voz mística', mientras que el hombre llamado Jeshu era un mortal como cualquiera de nosotros, un adepto, más por su inherente pureza e ignorancia del mal real, que por lo que había aprendido con sus rabinos iniciados y el rápido degeneramiento (en ese período) de los hierofantes y sacerdotes egipcios» (carta a A.P. Sinnett).

Por Helena Blavatsky
«Tomemos a Pablo, leamos lo poco del original que queda de él en los escritos que se atribuyen a este hombre valiente, honesto y sincero, y veamos si alguien puede encontrar allí una palabra para mostrar que con la palabra 'Cristo' Pablo quiso decir algo más que el ideal abstracto de la divinidad personal que mora en el hombre. Para Pablo, Cristo no es una persona, sino una idea encarnada. 'Si alguno está en Cristo, es una nueva creación' y renace, como después de la iniciación, porque el Señor es el espíritu del hombre. Pablo fue el único de los apóstoles que entendió las ideas secretas que subyacen en las enseñanzas de Jesús, aunque nunca lo había conocido» (Isis sin Velo, vol. 2, p. 574).

«Christos no es ni el Cristo de las Iglesias, ni tampoco el Jesús de los Evangelios; es sólo un Principio impersonal» («The Kabalah and the Kabalists»).

«Nótese bien que con los gnósticos 'Christos' significaba el principio impersonal, el Atman del Universo y el Atma dentro del alma de cada hombre, y no Jesús» («La Doctrina Secreta», vol. 1, p. 132).

«Ningún verdadero teósofo aceptará jamás un Cristo encarnado o un Dios antropomorfo, y menos aún un 'Pastor' en la persona de un Papa» On Pseudo-Theosophy»).

«(…) la 'venida de Cristo' significa la presencia de aquél en un mundo regenerado, y no denota en absoluto la verdadera venida en cuerpo del 'Cristo' Jesús; éste no debe ser buscado en el desierto, ni 'en las cámaras interiores', ni en el santuario de ningún templo o iglesia construida por manos humanas, porque Cristo —el verdadero SALVADOR esotérico— no es un hombre, sino el PRINCIPIO DIVINO en cada persona. El individuo que se esfuerza por resucitar al espíritu crucificado en él por sus propias pasiones terrestres, enterrado profundamente en el 'sepulcro' de su carne pecaminosa; y aquél que tiene la fuerza para remover la piedra de materia en la puerta de su propio santuario interior, ése tiene a Cristo resucitado en él». The Esoteric Character of the Gospels»).

«El Cristo de la ciencia esotérica es el Christos del Espíritu, un principio impersonal y completamente distinto de cualquier Cristo o Jesús encarnado». (nota a pie de página en respuesta al «ESOTERICISM OF CHRISTIAN DOGMA» del Abbé Roca).

«La teosofía (…) acalla los '¡aquí!' y '¡hélo aquí!', y declara que Cristo, como el reino de los cielos, están dentro. (…) Con el advenimiento de la teosofía, la locura del Mesías seguramente ya tuvo su momento y contempla su perdición». («MODERN APOSTLES AND PSEUDO-MESSIAHS | Lucifer, Vol. VI, No. 35, July, 1890, pp. 379-383»).

«Escribo en cada carta que un Cristo divino (o Christos) nunca ha existido bajo una forma humana, fuera de la imaginación de los blasfemos que han materializado un principio universal y totalmente impersonal». («REPLY TO THE MISTAKEN CONCEPTIONS OF THE ABBÉ ROCA CONCERNING MY OBSERVATIONS ON CHRISTIAN ESOTERICISM | Le Lotus, Paris, Vol. II, No. 13, April, 1888, pp. 3-19»).

Al materializar la figura central del Nuevo Testamento y al imponer el dogma de la Encarnación, el cristianismo establece una doctrina diametralmente opuesta a los principios del esoterismo budista e hindú y la gnosis griega. Por lo tanto, siempre habrá un abismo entre Oriente y Occidente mientras no ceda ninguno de estos dogmas».

«Los verdaderos cristianos murieron con el último de los gnósticos, y los creyentes de nuestros días no son más que los usurpadores de un nombre que ya no entienden. Mientras éste sea el caso, los orientales no se pondrán de acuerdo con los occidentales y ninguna mezcla de ideas religiosas sería posible entre ellas (...)».

«Se dice que después del Avatar Kalki ('el que se espera' como el Caballo Blanco del Apocalipsis) comenzará la Edad de Oro y cada hombre será su propio gurú (maestro espiritual o 'pastor') porque el Logos divino, cualquiera sea el nombre que se le dé [Krishna, Buda, Sosiosh, Horus o Christos, en tanto Principio Universal] reinará en cada mortal regenerado». Entonces, no puede haber duda de un 'Pastor' común a menos que ese personaje sea completamente metafórico. Además, los cristianos materializan el Christos de los gnósticos al localizar y aislar este gran Principio y negarlo a cualquier otro hombre excepto a Jesús de Nazaret (o al Nazar); sólo eso evita que tengan algún punto en común con los discípulos de la Sabiduría Arcaica...

Grabado en cobre, ilustración de una traducción al inglés de la obra Zaaken van den Godsdienst (‘asuntos de la religión’, 1790) del escritor neerlandés François Valentijn (1666-1727).

»Los teósofos occidentales aceptan el Christos como hicieron los gnósticos que precedieron al cristianismo, al igual que los vedantinos a su Krishna: distinguen al hombre corpóreo del Principio divino que lo anima en el caso del Avatar. Su Krishna, el héroe histórico, es mortal; pero el Principio divino (Visnú) que lo mueve es inmortal y eterno; Krishna, el hombre y su nombre, sigue siendo terrestre a su muerte y no se convierte en Visnú; éste sólo absorbe esa parte de sí mismo que había animado al Avatar, como también anima a muchos otros».

«La Iglesia de Roma era gnóstica, tanto como eran los marcionitas, hasta el comienzo e incluso mediados del siglo II; Marción, el famoso gnóstico, no se separó de ella hasta el año 136, y Tatiano la abandonó aún más tarde. ¿Y por qué la dejaron? Porque se habían convertido en herejes, según pretende la Iglesia; pero la historia de estos cultos aportada por manuscritos esotéricos nos da una versión completamente distinta. Nos dicen que estos famosos gnósticos se separaron de la Iglesia porque no pudieron aceptar un Cristo hecho carne, y así comenzó el proceso de materialización del principio crístico. Fue también entonces cuando la alegoría metafísica experimentó su primera transformación, esa metáfora que fue doctrina fundamental de todas las fraternidades gnósticas».

«Una vez unido a su Atman-Christos, el Ego pierde por ese acto la gran ilusión llamada egoísmo y percibe por fin la plenitud de la verdad; ese Ego sabe que nunca ha vivido fuera del gran Todo y que es inseparable de ello. Tal es el Nirvana, que para él no es más que el retorno a su condición o estado primitivo. Encarcelado en su mazmorra de carne y materia, había perdido incluso la concepción o el recuerdo de ese estado, pero una vez que la luz del Espíritu le ha revelado la ilusión de los sentidos, ya no confía más en las cosas terrenales porque ha aprendido a despreciarlas; el Hijo está ahora unido al Padre, ¡y de aquí en adelante el alma es una con el Espíritu! Y cuando un hombre ha llegado a este punto en la gnosis o teosofía, ¿qué tiene que ver él entonces con los dogmas de cualquier Iglesia?» (notas sobre el «ESOTERICISM OF CHRISTIAN DOGMA» del Abbé Roca).

No hay comentarios:

Publicar un comentario