Tucker Carlson, confidente de Trump, revela la verdad sobre el 11 de septiembre, con Curt Weldon.

El 11 de septiembre de 2001, tres rascacielos del mundialmente conocido World Trade Center de Nueva York se derrumbaron ante las cámaras del mundo entero en lo que fue presentado como una acción terrorista de envergadura nunca vista. La tesis oficial de la administración estadounidense atribuyó la operación a Osama bin Laden y la utilizó para justificar las invasiones contra Afganistán e Iraq. Pero, en la tarde del mismo 11 de septiembre, sólo horas después de los hechos, el promotor inmobiliario Donald Trump ya señalaba que la destrucción del World Trade Center parecía más bien resultado de una demolición controlada. Seis meses después, el francés Thierry Meyssan publicaba su libro «LA GRAN IMPOSTURA», donde desmentía la versión oficial de la administración de George W. Bush sobre lo sucedido el 11 de septiembre. Ahora, en 2025, un exmiembro de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, Curt Weldon acaba de revelar públicamente las presiones que ejerció sobre él la administración de George Bush hijo, sólo por haberse atrevido a preguntar demasiado.

Curt Weldon y Tucker Carlson

Mucho de lo que reveló el ex-legislador republicano Curt Weldon en su ya histórica entrevista con Tucker Carlson —el periodista de mayor rating en Estados Unidos y, de paso, uno de los principales confidentes de Trump, según James Carville, connotado consultor del partido demócrata, muy cercano a los Clinton—, era más que conocido por la opinión pública. Pero no es lo mismo que lo haya revelado ahora en un video de 84 minutos de duración[1]el legendario Tucker Carlson, lo cual desmonta toda la propagandística mendacidad hollywoodense y el encubrimiento de los principales multimedia, quienes vuelven a exhibir su miseria desinformativa.

Cabe señalar que, desde el mismo Baby Bush, quien operó el montaje del 11/9, hasta todos los presidentes subsiguientes de Estados Unidos —Barack Obama y Joe Biden— ocultaron la verdad sobre este hecho, que sirvió de coartada para las guerras en Afganistán e Iraq. El mismo Trump 1.0 fue disuadido en no develar lo que excelsos investigadores se atrevieron a revelar poniendo en riesgo sus vidas.

Pareciera que los gobiernos seudodemocráticos prefieren la mentira para poder gobernar con el fin de perpetrar sus malignos objetivos meta-presupuestales.

Seis meses después de los atentados del 11 de septiembre, el francés Thierry Meyssan publica su libro «La Gran Impostura», donde denuncia la versión oficial de la administración de Bush hijo. El libro se convierte en un éxito de ventas, pero la prensa mainstream acusa a Meyssan de «teórico de la conspiración»… sin poder desmentir el contenido de su libro. Inicialmente defendido por el presidente francés Jacques Chirac, pero abandonado por los presidentes franceses posteriores, Meyssan se ve obligado a exilarse y se convierte en consejero de jefes de Estado en Emiratos Árabes Unidos, Siria, Líbano, Venezuela, Irán y Libia.

El investigador galo Thierry Meyssan, director de Red Voltaire y primer lugar en el top ten de los analistas geopolíticos globales, había expuesto en su clásico libro La Gran Impostura que nunca existió el atentado de un avión yihadista a las instalaciones del Pentágono... Lo cual le valió tener que exiliarse en Líbano y Siria después de haber recibido amenazas de asesinato de parte de la CIA.

Algo que poco se sabe y que fue revelado por un servidor es que el montaje del atentado al Pentágono sirvió como pretexto para encubrir el faltante contable (de la confesión misma del entonces secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld) de 2.300 millones de dólares que fueron mágicamente esfumados por el contralor y rabino jázaro Dov Zakheim, miembro del siniestro grupo The Vulcans, dirigido por Condoleezza Condy Rice. No es lo mismo los magros faltantes del Pentágono en 2001 que los acumulados 19 años después cuando se han esfumado ¡35.000 millones![2]

Igualmente, un servidor había señalado la asincronía del derrumbe de la tercera torre, demolida por la tarde, con las derribadas por la mañana Torres Gemelas[3]Según Tucker Carlson, después de 20 años en el Congreso, Curt Weldon estaba a punto de convertirse en el jefe del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representante cuando puso en tela de juicio la precisión del reporte oficial sobre el 11/9.

Comenta Tucker Carlson que en represalia, la administración Bush envió agentes federales a la casa de la hija de Curt Weldon, que concluyó con su carrera política. Tucker Carlson expone que a sus 77 años el republicano Curt Weldon decidió decir la verdad sobre el 11/9 de 2001. Weldon fue legislador por Pennsylvania de 1987 a 2007 (¡20 años!) y fungió como vicepresidente del Comité de los Servicios Armados y del Comité de Seguridad Nacional, así que le tocó de primera mano enterarse de los intríngulis del 11/9 de 2001.

El connotado director y actor de cine Mel Gibson, nombrado embajador especial en Hollywood por Trump 2.0 —mismo puesto acreditado a los actores Jon Voight y Sylvester Stallone[4]— ya califica la entrevista como el mayor escándalo en la historia de Estados Unidos.

Tres edificios colapsaron [el 11 de septiembre de 2001] como si estuvieran programados para ello. No dos, sino tres. Hasta este día, nadie ha explicado cómo el edificio 3 se derrumbó aun sin que ningún avión lo golpeara. Mel Gibson revela que «las torres fueron diseñadas para soportar impactos de aviones. Los bomberos hablaron de explosiones dentro de los edificios».

En la tarde del 11 de septiembre de 2001, sólo horas después de los atentados, el promotor inmobiliario Donald Trump, entrevistado por el neoyorquino canal 9 de televisión, ya desmiente las primeras muestras de la versión oficial. Años después, su entrada en el escenario político estadounidense convierte a Donald Trump, por 2 veces, en presidente de Estados Unidos.

Lo destacado es que Trump 2.0 hasta ahora haya guardado silencio sobre el explosivo video de Tucker Carlson y su entrevista con Curt Weldon cuando su primer círculo informativo y un ex-legislador republicano lo han dado a conocer en el contexto de su guerra de las tarifas, que ahora se ha centrado contra China.


LA OTAN CONTRA EUROPA


La Alianza Atlántica, con su aparato multidimensional, sigue presentándose como el mejor instrumento para mantener al Viejo Continente en una condición de «eterno» cautiverio geopolítico. Aquí se repasará parte de esta turbulenta historia.
 
Lord Hastings, el primer secretario general de la OTAN, tuvo ocasión de afirmar que el propósito de la Alianza era mantener una firme presencia angloamericana en el continente europeo; Alemania en estado de sumisión y Rusia fuera de Europa. Unas décadas más tarde, tras el colapso de la URSS y con ella del Pacto de Varsovia (las razones existenciales de la propia OTAN, aunque naciera seis años antes que el Pacto de Varsovia), en un artículo publicado en la prestigiosa revista Foreign Affairs, el ex-asesor y estratega de la Casa Blanca Zbigniew Brzezinski decía lo siguiente: «Europa es la cabeza de puente geopolítica fundamental de Estados Unidos en Eurasia. El papel de Estados Unidos en la Europa democrática es enorme. A diferencia de sus vínculos con Japón, la OTAN refuerza la influencia política y militar norteamericana en el continente euroasiático. Dado que las naciones europeas aliadas siguen dependiendo en gran medida de la protección norteamericana, cualquier expansión del alcance político de Europa supone automáticamente una expansión de la influencia norteamericana. Una Europa ampliada y una OTAN ampliada servirán a los intereses a corto y largo plazo de la política europea. Una Europa ampliada extenderá el radio de influencia de EEUU sin crear, al mismo tiempo, una Europa políticamente tan integrada que sea capaz de desafiar a EEUU en asuntos de importancia geopolítica, especialmente en Oriente Próximo». Brzezinski añadió a continuación el papel clave que desempeñaría Ucrania para mantener separadas a Europa y Rusia. Su «independencia dependiente» de Estados Unidos y la OTAN serviría, de hecho, de ejemplo para otros Estados «estratégicamente decisivos» del tablero euroasiático, como Azerbaiyán o algunas antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central.

A principios de la década de 2000, de nuevo, el Secretario de Defensa de la administración Bush hijo, Donald Rumsfeld, observó cómo el centro de gravedad de la Alianza Atlántica se desplazaba rápidamente hacia el este: es decir, hacia aquellos países (como Polonia y los Estados bálticos) que deberían haber constituido un antemural (un auténtico «cordón sanitario») frente a Rusia. No es casualidad que el pensador francés Alain de Benoist subrayara a este respecto cómo los sentimientos auténticamente europeos de estos países se reducían tanto más cuanto más acentuado era su atlantismo. Al mismo tiempo, señalaba cómo la extensión sin ningún tipo de reforma de la Unión era absolutamente funcional al aumento de su impotencia (como deseaba el propio Brzezinski).

Hace apenas unos días, finalmente, el actual secretario de Estado norteamericano Marco Rubio (de extracción neocon) declaró que, bajo la nueva administración Trump, Estados Unidos es más activo que nunca dentro de la Alianza. Para ser justos, la política de aumentar la presencia militar de la OTAN en los países de Europa del Este y de promover la Iniciativa de los Tres Mares, destinada a limitar la proyección de la influencia rusa a través de los recursos energéticos, ya se había llevado a cabo durante el primer mandato de Trump. En cualquier caso, Rubio, despejando también dudas sobre el futuro de la OTAN dice —Washington optará probablemente por su reforma de todos modos— y de su actuación en Ucrania (la supuesta «desconexión» trumpista, en realidad, se revela como un diseño de penetración a varios niveles en el entramado político-económico ucraniano), afirmó también que esperaba un aumento del gasto militar hasta el 5% del PIB de los países europeos.

Ahora bien, ante esta expansión más o menos especular de la Unión Europea y la OTAN, parece necesario preguntarse qué futuro puede tener esta relación, dado que la propia OTAN ha operado a menudo en total oposición a los intereses de Europa. En el plano histórico, el politólogo Samir Amin ya señaló que la inclusión en los tratados europeos de una alianza desequilibrada con una potencia ajena a la Unión representaba una «aberración sin parangón». De hecho, la construcción de la UE nunca ha puesto en tela de juicio la subordinación europea a Estados Unidos, sino todo lo contrario. Para entrar en la UE, primero hay que pasar por las bifurcaciones caudinas de la aceptación atlántica. No sólo eso, el propio diseño tecno-mercantilista de la UE se planteó como absolutamente subordinado al proyecto hegemónico del dólar estadounidense.

Y cuando el euro amenazó a la divisa norteamericana, fue precisamente la OTAN la que actuó como instrumento de desestabilización/debilitamiento del Viejo Continente en pleno cumplimiento de esa «doctrina Webster» (llamada así por el director de la CIA de 1987 a 1991) que, incluso antes de la introducción de la moneda única, había estigmatizado a los aliados de Estados Unidos como potenciales rivales económicos. Sin embargo, en referencia al euro, Brzezinski vuelve a escribir: «El euro podría suponer un peligro para el dólar si existiera la voluntad política de desafiar la hegemonía planetaria de Estados Unidos. Pero no existe tal voluntad, [...] el carácter antiestadounidense del euro es sólo una posibilidad abstracta, mientras que lo que existe en la práctica es la plena subordinación de las clases dominantes europeas a la hegemonía estadounidense». Y tal voluntad ni siquiera existe hoy. En el momento en que la guerra comercial de EEUU contra Europa surja como una oportunidad real para separar las dos orillas del Atlántico, Washington utilizará las amargas divisiones dentro del «proyecto» europeo y su clase dominante colaboracionista para negociar desde posiciones de fuerza con Estados individuales y obtener ventajas económicas evidentes sobre la base de la idea «estructuralista» de que el empobrecimiento de la periferia es funcional a un (nuevo) enriquecimiento del centro.

Sobre la OTAN como instrumento para desestabilizar/debilitar el euro, el general chino Qiao Liang ha tratado extensamente en su obra El Arco del Imperio. Por ejemplo, describió sin rodeos la guerra de Kosovo de 1999 (y la Operación Fuerza Aliada de la OTAN) como un «conflicto estadounidense en el corazón de Europa» cuyo objetivo era contaminar el clima inversor en el Viejo Continente y cortar de raíz el euro como competidor del dólar. Antes del estallido de la guerra en los Balcanes —informan los militares chinos— 700.000 millones de dólares vagaban por Europa sin que hubiera dónde invertirlos. Una vez iniciados los bombardeos de la OTAN contra la antigua Yugoslavia, 400.000 millones se retiraron inmediatamente del suelo europeo. 200 volvieron directamente a Estados Unidos. Otros 200 fueron a parar a Hong Kong, donde algunos especuladores alcistas pretendían utilizar la ciudad como trampolín para acceder al mercado de China continental. En ese preciso momento se produjo el bombardeo «accidental» de la embajada china en Belgrado por «misiles inteligentes» de la Alianza Atlántica, con el resultado final de que los 400.000 millones volvieron a Wall Street. De nuevo, en noviembre de 2000, Saddam Hussein anunció que Iraq utilizaría el euro como moneda de referencia para las transacciones petroleras, teniendo en cuenta además que muchas de las compañías petroleras que operaban en Iraq eran europeas (principalmente francesas). El primer decreto emitido por el gobierno iraquí establecido por (y bajo) las bombas de la «coalición de voluntarios» liderada por Estados Unidos, como era de esperar, fue la vuelta inmediata al uso del dólar para el comercio de crudo.

La agresión de la OTAN contra Libia (y la indirecta contra Siria), por otra parte, forman parte de un plan para desestabilizar las orillas meridional y oriental del Mediterráneo con el fin de mantener a Europa bajo la amenaza constante de la incontrolada «bomba migratoria» e impedir cualquier aspiración de la misma a una soberanía real y cooperativa (con los países del norte de África) sobre este crucial mar interior. El mismo discurso puede aplicarse fácilmente a la crisis ucraniana que comenzó en 2014 y evolucionó hasta convertirse en una guerra abierta, cuyo objetivo, sin embargo, no era solo contaminar el clima inversor en Europa o conseguir que el dinero fluyera hacia las arcas del sector bélico-industrial norteamericano, sino también separar a Europa de Rusia: en otras palabras, dar vigor al diseño spykmaniano de dividir los recursos energéticos del Heartland y el potencial industrial del Rimland. La participación de elementos de la OTAN en el sabotaje del gasoducto North Stream y el papel de la Alianza en el conflicto (en particular, en la fallida iniciativa bélica de Kursk destinada, una vez más, a cortar los corredores de gas hacia Europa), en este sentido, fueron bastante emblemáticos.

Ahora bien, conviene subrayar que la idea de desestabilización, contención y sometimiento del proyecto de unificación europea tiene un origen preciso. Ya en la reunión del Consejo Atlántico del 7 de noviembre de 1991, Estados Unidos aceptó el proyecto de integración europea, alegando, sin embargo, que formaba parte de un plan más amplio para reestructurar la OTAN de forma que no se modificaran las relaciones de poder internas de la Alianza.

De hecho, como informó hace algún tiempo el periodista y ensayista Claudio Celani: «Ante la proximidad de la caída del “telón de acero” en 1989, los círculos oligárquicos angloamericanos decidieron que era necesario impedir a toda costa que la reunificación alemana fuera el trampolín de una nueva política de independencia, integración y desarrollo económico para todo el continente, restaurando el proyecto de De Gaulle de una Europa del Atlántico a los Urales. Los ataques a Alemania como el Cuarto Reich (entonces generalizados), que partieron de las más altas esferas de Londres [...] las interminables atrocidades en la antigua Yugoslavia, la desestabilización económica de Europa del Este con las demenciales teorías del shock de los liberalistas, la eliminación física de quienes proponían un plan de desarrollo alternativo, como el presidente del Deutsche Bank Alfred Herrhausen, son todos aspectos de esta compleja y articulada estrategia de desestabilización».

Esta afirmación muestra cómo la UE, nacida en un preciso momento histórico de hegemonía neoliberal en el mundo angloamericano, debía situarse en los planes de Washington como ariete de la reacción liberalista en Europa, como vehículo de su definitiva americanización y no como potencial rival económico y/o geopolítico. Un factor que ha convertido a la UE en una especie de vasto supermercado sometido exclusivamente a la lógica del capital (aunque la primacía del factor mercantil ya fue prevista por la Declaración Schuman de marzo de 1950) en el que grupos de presión de diversa índole explotan la opacidad institucional y la relativa ausencia de una verdadera forma democrática (la sumisión del Parlamento a la Comisión) para hacer avanzar intereses oligárquicos y geopolíticos concretos (piénsese en el caso del lobby israelí, últimamente muy activo en el seno de las instituciones europeas).

El asunto Herrhausen, por su parte, además de demostrar la función estratégica concreta de cierto terrorismo extremista/radical o criminal (de las Brigadas Rojas a la mafia italiana, pasando por la Rote Armee Fraktion en Alemania), que a menudo ha puesto su propia mano de obra a disposición de la protección (más o menos inconsciente) de intereses específicos (sobre todo y paradójicamente «atlantistas») aclara el nivel de falta de escrúpulos de esta acción desestabilizadora (sin tener en cuenta el «terrorismo financiero» de los especuladores al estilo de George Soros, que tanto han contribuido a estimular el proceso de conversión económica europea hacia un liberalismo exagerado).

Herrhausen, de hecho, al igual que el economista Detlev Karsten Rohwedder (partidario de la intervención pública en la economía y de un fuerte dirigismo orientado al desarrollo inmediato de Alemania del Este, que también fue asesinado por la Rote Armee Fraktion), pensaba en Alemania como un puente económico entre el Este y el Oeste (era partidario de la construcción de líneas ferroviarias de alta velocidad entre Rusia y Alemania, una pesadilla estratégica de la talasocracia angloamericana) y como centro de gravedad para el desarrollo de todo el continente, de una Europa sustraída al control del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (instrumentos de la dominación hegemónica norteamericana).

Sin embargo, la subordinación de la UE a la OTAN se hizo aún más evidente tras la intervención directa de Rusia en el conflicto civil ucraniano. De hecho, la Resolución del Parlamento Europeo sobre el Libro Blanco sobre el futuro de la defensa europea de 2025 parece casi idéntica al nuevo concepto estratégico de la OTAN que nació en la conferencia de Madrid de junio de 2022. En ambos casos, además del considerable volumen de rusofobia, llama la atención que se haga referencia a China (al dictado preciso de Estados Unidos) como «enemigo» o «amenaza sistémica». De este modo, a Europa, ante los nuevos aranceles trumpistas y la ruptura de cualquier relación con Rusia, también se le impone una actitud hostil hacia Pekín y se le impide participar en sus proyectos de interconexión euroasiática. De nuevo, la Resolución de la UE habla de un proyecto de rearme europeo muy publicitado y totalmente complementario de la OTAN.

Huelga decir que cualquier aspiración al rearme europeo sin una verdadera soberanía industrial-militar se transforma en un mero nuevo instrumento de sumisión a los dictados atlánticos y a la industria bélica norteamericana. Sobre todo si se tiene en cuenta que cualquier reconversión industrial hacia el sector militar (bien vista por una Alemania deseosa de superar la crisis del sector automovilístico) requeriría un plazo bastante largo y unos costes muy elevados si se tiene en cuenta el problema de la disponibilidad de materias primas y su transporte (de ahí la idea de poner dinero en el ahorro privado).

En consecuencia, el anhelado rearme europeo, paradójicamente construido sobre la idea de una Europa agregada/sometida a la OTAN, se resolvería en una nueva forma de despolitización y neutralización de las instancias soberanas del Viejo Continente, dado que los responsables de la construcción europea no parecen tener la menor idea de geopolítica, a diferencia de quienes los dirigen desde el exterior y quieren impedir la subjetividad geopolítica de Europa. La idea misma de que un pequeño grupo de países (Francia y Alemania, por ejemplo) puedan relanzar hoy el proyecto europeo parece chocar con el hecho de que son incapaces de tener una visión geopolítica que no esté ofuscada por los dictados atlánticos. Europa no puede construirse a costa de los intereses europeos. Se piensa en el Este como enemigo, cuando el verdadero enemigo está en el Oeste.

Cero aranceles… y ¡cero soberanía!

La jefa del gobierno italiano, Giorgia Meloni, posa como aliada del presidente estadounidense Donald Trump. Pero, si Meloni ha logrado obtener del presidente Trump una exoneración de aranceles para los productos italianos, el precio de esa concesión de Washington es la sumisión de Italia.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió en la Casa Blanca a la primer ministro de Italia, Giorgia Meloni, con todos los honores. Pero no fue sólo para hablar de aranceles.

Eso lo confirmó la misma Giorgia Meloni al declarar: «Cuando hablo de Occidente, no hablo de un espacio geográfico, hablo de civilización. Y puedo afirmar que esta civilización es más fuerte».

La jefa del gobierno de Italia confirma así la visión de un mundo unipolar dominado por Occidente, que se ve a sí mismo como único exponente de la «civilización» y que, encabezado por su «Estado Guía», los Estados Unidos de América, utiliza la fuerza militar, política y económica para tratar de mantener el predominio que está perdiendo en un mundo en pleno cambio.

Basándose en esa visión, Italia se ata todavía más a Estados Unidos, sometiéndose a sus dictados y asumiendo así el papel del «aliado más cercano», que es en realidad el papel del vasallo más obediente a la hora de ejecutar las órdenes.

La primera exigencia de Estados Unidos que la primer ministro Meloni se apresura a acatar es la de incrementar el gasto anual de Italia en el sector militar hasta un 2% del PIB, lo cual equivale a 42.000 millones de euros anuales, o sea un gasto promedio diario de 115 millones de euros de fondos públicos destinados al gasto militar.

Estados Unidos quiere ahora que los países de Europa vayan todavía más lejos y que dediquen al sector militar al menos un 5% del PIB. Para Italia eso equivale a alrededor de 115.000 millones de euros al año, o sea un promedio diario de 288 millones de euros.

Además, como país miembro de la OTAN —bajo las órdenes de Estados Unidos—, Italia sigue apoyando militarmente a Ucrania y, como miembro del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, Italia participa en el suministro a Kiev de ayudas militares por un monto total de 24.000 millones de dólares —los fondos que aporta Italia no provienen del ministerio de Defensa sino de otros ministerios, como el de Economía y Finanzas.

Al mismo tiempo, Italia tendrá que importar de Estados Unidos mayores volúmenes de GNL (Gas Natural Licuado), pagándolo mucho más caro de lo que antes pagaba por el gas ruso. Después de que la Unión Europea decidió anular los aranceles a los productos industriales estadounidenses, Trump ha dicho que la UE debe eliminar el desbalance comercial favorable a Europa comprando a Estados Unidos al menos 350.000 millones de dólares en productos energéticos.

Simultáneamente, Italia —que en 2019 había firmado con China un ventajoso memorándum de entendimiento sobre el intercambio comercial bilateral, entendimiento no renovado por el gobierno de Giorgia Meloni en 2024— tendrá que reducir sus transacciones con China, con las subsiguientes pérdidas económicas para la parte italiana.

De hecho, lo que Estados Unidos está exigiendo a los países de Europa es que reduzcan drásticamente sus vínculos económicos con China si quieren que Washington reduzca o anule sus aranceles a los productos europeos.

Y ya no se trata solamente de una guerra económica. Estados Unidos está incrementando su despliegue militar alrededor de China, tanto directamente como a través de la OTAN, en la que Italia es uno de los países más comprometidos.

De visita en Tokio, el secretario general de la OTAN dijo que «Japón es uno de socios más valiosos y estamos reforzando nuestra cooperación». Por su parte, el ministro de Defensa japonés declaró: «La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania demuestra que no podemos dar por garantizada nuestra seguridad. China, Corea del Norte y Rusia intensifican su cooperación y su preparación militar, socavando la seguridad mundial y eso significa que lo que sucede en el área euroatlántica es importante para la región Indo-Pacífico y viceversa».

Este trabajo resume brevemente el contenido de la revista de prensa internacional Grandangolo Pangea transmitida el viernes 18 de abril de 2025 por el canal de televisión italiano Byoblu

SERGUÉI LAVROV RECONOCIÓ LA EXISTENCIA DE UNA «SEXTA COLUMNA»


Serguéi Lavrov, ministro ruso de Asuntos Exteriores, ha declarado lo siguiente: «Tenemos un poderoso grupo de líderes de opinión que creen que la cancelación de las sanciones será desastrosa. Porque los funcionarios de opiniones liberales tratarán inmediatamente de hacer retroceder todos los logros alcanzados en materia de sustitución de importaciones, soberanía económica, producción y seguridad en aquellos ámbitos de los que depende el desarrollo del Estado».

Serguéi Lavrov ha reconocido lo que muchos expertos, entre ellos yo, venimos escribiendo desde hace muchos años. Que en Rusia hay toda una clase de funcionarios procedentes de la década de 1990 que no comparten el rumbo trazado por el jefe del Estado sobre el fortalecimiento de la soberanía y que sueñan con integrar a Rusia en una globalización decadente. Es su gran tragedia y por eso adoptan una posición absolutamente destructiva, obstruyendo la soberanía en todos los ámbitos.

Esta gente testaruda ya no sólo quiere reestructurar nuestro sistema económico para adaptarlo a Occidente. Sino que, aunque formalmente se mantienen leales al presidente Putin, asintiendo a todo lo que dice, intentan destruir lo que tenemos, actuando en contra de los intereses de Rusia. Y esto es exactamente lo que dijo Lavrov abiertamente, refiriéndose a los líderes de opinión. Lo cual es muy significativo.

De hecho, contrariamente a las ilusiones de los representantes de la sexta columna, las relaciones de Rusia con Occidente no están mejorando en absoluto actualmente. Sí, se están dando pasos muy cautelosos hacia un desescalamiento en las relaciones con Estados Unidos, pero Europa, por el contrario, se está preparando para una guerra con nosotros. Por lo tanto, es nuestro deber, nuestra responsabilidad, garantizar la soberanía económica del país. Sin embargo, los funcionarios liberales están impidiendo que esto ocurra.

La ideología liberal ya ha sido efectivamente criminalizada en nuestro país. Imagínense si sustituyen la palabra «liberal» del comentario hecho por Lavrov por la palabra «nazi»: «en Rusia, algunos funcionarios de ideología nazi simpatizan con Hitler y no quieren reforzar la seguridad de nuestro país porque creen que vivíamos mejor bajo la ocupación de Hitler». Tal frase nos horrorizaría. Pero hoy el liberalismo es prácticamente sinónimo de una nueva forma de hegemonía occidental, racismo y rusofobia. Por lo tanto, ser liberal en Rusia es simplemente un crimen ideológico. De hecho, el ministro de Asuntos Exteriores admitió que en Rusia hay gente así. Al mismo tiempo, debió de pensar en funcionarios muy concretos, no en algunos marginados que no tienen influencia sobre nada.

Hoy, esta sexta columna se regocija con el restablecimiento de nuestras relaciones con Trump. Pero no para fortalecer nuestra posición, sino para descarrilar lo más rápido posible todos los logros que Rusia ha construido con tal de reforzar su soberanía gracias a la Operación Militar Especial. Se trata de sabotaje, no solo de traición, calumnia, rebelión o insubordinación de los funcionarios liberales. Y dado que incluso un diplomático extremadamente cauto, correcto y cuidadoso los mencionó en sus comentarios, significa que la situación es muy grave.

Creo que hay que confiar en Sergei Lavrov, que está a la altura de los más grandes ministros de Asuntos Exteriores de la historia de nuestro país. En efecto, existe un núcleo en el país contrario a las reformas soberanistas del presidente Putin. La sexta columna es la amenaza de una conspiración, de un golpe de Estado, porque los intentos de hacer retroceder los logros en materia de sustitución de importaciones y soberanía de la economía, de los que dependen el desarrollo de nuestro Estado y su seguridad, no son otra cosa que traición. Lo cual es muy preocupante.

Avanzan negociaciones de Irán y Estados Unidos en Omán ¿Un «Tratado de Tlatelolco» nuclear para Medio Oriente?

 

Mientras Sun Tzu irrumpía en Wall Street[1] el mismo jueves bursátil, Estados Unidos y Rusia negociaban constructivamente en Estambul[2] y, al día siguiente, Steve Witkoff, el enviado especial de Trump para Medio Oriente y Rusia, charló exitosamente con el presidente Putin durante 4 horas y media y con Kirill Dimitriev, asesor económico estrella del Kremlin[3].

Ya había comentado que Rusia juega un papel de mediador entre Estados Unidos e Irán[4]. Como adelanté[5], Steve Witkoff viajó de San Petersburgo a Mascate, capital del sultanato súper estratégico de Omán (entrada al estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico): población: 4,64 millones de habitantes; superficie 309.501 kilómetros cuadrados; PIB por poder adquisitivo: 222.600 millones de dólares. La asombrosa diplomacia de la mayoría de las petromonarquías árabes —Arabia Saudita, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán— está jugando un crucial rol bisagra entre las tres superpotencias del planeta. El mediador, el canciller omaní Badr ben Hamad Al Busaidi, declaró que las charlas «se desarrollaron en una atmosfera amistosa que conduce a crear un puente entre los puntos de vista»[6].

La Casa Blanca comentó que «las charlas con Irán fueron muy positivas y constructivas. Ambas partes acordaron celebrar una segunda ronda el próximo sábado. Nuestro mensaje a Irán: el presidente Trump prefiere una solución diplomática»[7].

El canciller iraní Abbas Araghchi comentó que la primera ronda de negociaciones «indirectas» había sido «constructiva y prometedora»[8]. El Financial Times afirma que los dos negociadores se encontraron brevemente a la salida de las negociaciones[9].

Sobre las charlas pesa una triple Espada de Damocles:
 1) La amenaza de un bombardeo de Netanyahu a las plantas nucleares de Irán, lo cual desembocaría en un Armagedón regional. En el mejor de los casos, el mínimo aceptable por el premier israelí es la tramposa «solución al estilo libio», que es una invitación al suicidio y al cambio de régimen en el país persa;
 2) el rechazo tajante de Trump a que Irán construya bombas nucleares, que el mendaz Netanyahu inventa que posee la nación iraní; y
 3) las asfixiantes sanciones que encabeza Estados Unidos y que han causado estragos económicos en Irán y la aguda devaluación de su divisa, el rial.

Según Iran Observer: «Irán propuso a Estados Unidos un Medio Oriente libre de armas nucleares incluyendo la desnuclearización completa de Israel»[10]. Curiosamente, ésta ha sido la propuesta de un servidor hace décadas, propuesta que llamé «Tratado de Tlatelolco para el Medio Oriente» desde mi estatus de miembro fundador y directivo del Cuerpo de Gobierno de la Federación de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW), que obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1985[11]. Mi propuesta se inspiró del Tratado de Tlatelolco[12] con el que obtuvo el Premio Nobel de la Paz (1982) uno de los óptimos cancilleres de México: Alfonso García Robles, con quien charlé abundantemente del tema en una conferencia en la que coincidimos en Copenhague.

Según Russia Today «Irán solicitó a Estados Unidos apoyar la desnuclearización del Medio Oriente», lo cual significa declarar el arsenal clandestino nuclear de Israel. Hoy Irán busca el desbloqueo de sus cuentas en Qatar de 6.000 millones de dólares provenientes de la venta del petróleo negociadas con el «colectivo Biden». Aquí vale la pena exponer la opinión del connotado estratega israelí Zvi Bar’el cuando «hoy Trump enfrenta un dilema: escoger a Netanyahu o a Israel, dos entidades opuestas y hostiles»[13].

Los omnipotentes multimedia propagandísticos de Israel en nado sincrónico y a su conveniencia atizan el fuego nuclear de la discordia contra Irán y hasta se dan el lujo de anunciar que el bombardeo nuclear conjunto de Netanyahu y Trump se realizará en octubre.

¿Lo permitirán Rusia, China y la India?


La Jornada (México)
El diario en español más grande del mundo.

ENCUENTRO CON HEIDEGGER: UNA INVITACIÓN A EMPRENDER EL VIAJE.

 

El pensamiento y sus autoridades

Martin Heidegger es un autor fundamental. Forma parte de las figuras ineludibles de la historia del pensamiento. Muchas cosas pueden omitirse, considerarse opcionales, ojearse a placer. Pero existen pensadores que exigen un estudio cuidadoso y profundo. Sin tal estudio nuestras nociones, puntos de vista, conceptos, ideas sobre el pensamiento, la filosofía [y] la historia de la cultura serán defectuosas, incompletas, fragmentarias y, por lo tanto, poco fiables.

Heidegger es indispensable para cualquiera que viva en el mundo de hoy, en la Rusia de hoy, e intente al menos de algún modo fundamentar el hecho de su disponibilidad, presencia... La mayoría de las veces, por supuesto, no tenemos que hablar de presencia: después de todo, «presencia» significa etimológicamente «estar cerca de la esencia», pero ¿quién está ahora «cerca de la esencia»? No obstante, ¿quizá podamos al menos reflexionar sobre la disponibilidad? Incluso quien plantea una pregunta sobre su disponibilidad, aunque sin mucha profundidad, no puede eludir a Heidegger.

Es imposible pensar, y en particular pensar sobre la disponibilidad, sobre uno mismo, sobre el mundo, sobre la vida y la muerte, sin apoyarse en una u otra escuela de pensamiento. Que nosotros mismos no sepamos qué sistema filosófico está en la base de nuestro pensamiento no significa que no exista tal sistema. Seguramente existe: al fin y al cabo, nuestros pensamientos y nociones proceden de alguna parte. Si atendemos con atención al contenido de nuestra misma conciencia, si hacemos un inventario aproximado de él, podemos darnos cuenta de que una parte de él procede de Platón, otra de Aristóteles, una tercera está en consonancia con las enseñanzas de Descartes, una cuarta con la dialéctica de Hegel; algunos pensamientos están tomados del arsenal de la teología, otros del marxismo; en algunos tienen una evidente influencia de Kant y en alguna parte se encuentra un fragmento nietzscheano. El hecho de que la filosofía no nos llegue directamente, no de forma inmediata, sino a través de cientos de ecos anónimos —en la escuela, la familia, la sociedad, los medios de comunicación, la educación, las conversaciones cotidianas y la desarticulada cultura del consumo— no cambia este hecho.

Nos parece que nosotros mismos pensamos, pero tal ilusión sólo surge de la ignorancia o de una educación deficiente. Basta con que empecemos a trabajar sobre nosotros mismos para que nos demos cuenta de que citamos constantemente, la mayoría de las veces, aquellas fuentes cuya existencia no conjeturamos. Precisamente por eso, cualquier persona que desee pensar honestamente empezará por determinar las autoridades y los sistemas de referencia del pensamiento en filosofía, ciencia y arte.

Una persona que piensa siempre es en cierto modo un filósofo. Un filósofo siempre pertenece a alguna escuela de pensamiento: o sigue cierta filosofía religiosa, o es kantiano, o hegeliano, o liberal, o marxista, o freudiano, o positivista, o nietzscheano, o estructuralista, o partidario de la «filosofía de la vida», o solipsista, o existencialista, o materialista, o darwinista, etc. En muy raras ocasiones, un filósofo es capaz de llevar a cabo una síntesis interesante y original de diferentes escuelas; y aún más raras veces, con lagunas de siglos enteros, aparecen esos pensadores que abren nuevos caminos y realmente abren nuevos horizontes para el resto de la humanidad. Se trata de grandes personas, que marcan los hitos del pensamiento de toda la humanidad; y ésta los recuerda durante siglos honrándolos por eso.

Quien comprende a los grandes [pensadores] y adopta una de estas posibles posiciones filosóficas se asegura para sí la condición de filósofo, de ente pensante de pleno derecho. Y aquí está la honestidad más importante: uno debe en primer lugar inclinarse ante una autoridad (aunque también con el «pensamiento secreto» de derrocarla más tarde) y pensar sobre sí mismo y sobre el mundo en el salón interior de las grandes ideas y teorías. Tampoco los que se empeñan en ser originales de una vez y a cualquier precio permanecen mucho tiempo en la filosofía; su lugar es el mercado.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

TRUMP SEPULTA LOS MITOS DEL LIBRE COMERCIO Y LA GLOBALIZACIÓN.

 

Cuando afirmamos el año pasado que la elección de Trump sería más disruptiva para la hegemonía global liberal, los emocionados nos acusaron de «trumpistas», «neocons» y un sinfín de improperios.

Pero continuamente, las decisiones trumpistas en política interna confirman nuestra evaluación. De hecho, hoy diría que Trump está siendo más disruptivo de lo que podría haber imaginado en 2024.

Recuerdo aquí, por cierto, que cuando se anunció el cierre de la USAID, los miembros de la «izquierda emotiva» (que simplemente no puede aceptar que Trump era una opción más disruptiva que Biden) vinieron corriendo a decir, en tono adivinatorio, que los recursos de la USAID serían, simplemente, reubicados.

No. Esta semana realmente se confirmó el cierre de la USAID y que el dinero volvería al presupuesto, sin ninguna previsión específica de seguir aplicando el mismo dinero de la misma manera a través de otros programas y organismos. Es claro que los EEUU seguirán proyectando su influencia alrededor del mundo, siempre lo han hecho. Pero uno de los principales brazos de esa proyección se ha cerrado y el presupuesto para ese tipo de actividad ha disminuido significativamente. Ahora, la iniciativa privada será aún más relevante en este campo.

Así que, en la economía, el propio hecho de que Trump ensaye un regreso al «Sistema Americano» de Hamilton, con una política comercial basada en tarifas arancelarias que busca proteger y potenciar la industria nacional, ya es un gran logro.

Y esto por una razón simple: desde la 2GM, los EEUU se han convertido en los paladines del libre comercio. Crearon el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) a través del cual presionaban a otras naciones a reducir sus barreras arancelarias para los productos del Bloque Atlántico.

Más significativamente, los EEUU pusieron su peso detrás de un establishment académico económico que prácticamente relegó todas las teorías y escuelas económicas antiliberales a la categoría de «heterodoxia». Esto se ramificó en el financiamiento de think-tanks liberales alrededor del mundo, incluyendo Brasil, donde estos think-tanks ya están completamente inmersos en la política y en la producción cultural.

El GATT se convirtió en la Organización Mundial del Comercio en el auge del momento unipolar, cuando, tras la declaración del «Nuevo Orden Mundial» por parte de George Bush y el Consenso de Washington, se creía que el mundo estaba a las puertas del «fin de la historia», cuando todas las naciones del mundo se integrarían indistintamente en un caldo cósmopolita atomizado, en el que los flujos de capital, bienes y personas serían perfectamente libres.

Durante todo este período, era Washington quien impulsaba acuerdos de libre comercio en todo el mundo, como el malhadado NAFTA y varios otros que, evidentemente, perjudicarían a las economías de los países que los aceptaran.

Sin embargo, las declaraciones públicas del vicepresidente Vance van exactamente en sentido contrario y específicamente en el sentido de que, en la práctica, el libre comercio también ha sido perjudicial para los EE.UU., especialmente por la desindustrialización provocada por las Reaganomics y por el ascenso de Estados que, en lugar de libre comercio, han recurrido a todas las herramientas de impulso gubernamental posibles e imaginables.

Desde el momento en que el corazón del sistema comercial libre cambia hacia atrás y decide imponer tarifas aduaneras a gran parte del mundo, transformando esto en su principal estrategia económica, necesariamente se debe prestar atención al hecho de que se ha perdido la fe en los mitos del libre comercio, especialmente en la ilusión de las «ventajas comparativas».

Pero la «revolución trumpista» es aún más profunda y afecta directamente a la globalización.

En lugar de un mundo cada vez más integrado, Trump (independientemente de sus intenciones) está fracturando aún más la comunidad internacional. Su antieuropeísmo ha creado la mayor distancia histórica entre EE.UU. y Europa desde el periodo de De Gaulle y la Crisis de Suez, mientras que Japón, asustado por Trump, se está acercando a China.

Trump está remodelando el mundo de acuerdo a sus propios intereses (que hoy involucran «reducir costos» y «controlar pérdidas»), pero la consecuencia es que los países deberán apoyarse cada vez más en sus propios vecinos y en las potencias de sus regiones, así como buscar otras referencias y otros socios muy lejos de los EE.UU.

El mundo post-Trump estará mucho más cerca del nomos planetario de los Grandes Espacios previsto por Carl Schmitt, donde, en lugar de una cosmópolis mundial, tendremos bloques civilizacionales y continentales estrechamente asociados y orientados hacia adentro.

LOS ESTADOS UNIDOS HAN OFENDIDO A LA NACIÓN TRANSGÉNERO UCRANIANA.

 

El estatus de las personas transgénero —tanto ancianas como jóvenes— ha cambiado drásticamente en los Estados Unidos. Mientras que bajo Obama y Biden eran considerados activistas sociales vanguardistas, pioneros y lo más precioso de la humanidad, que todo el mundo ayudaba, admiraba y ponía como ejemplo, ahora, en un abrir y cerrar de ojos, se han convertido en monstruos miserables o apestados que deben ser evitados a toda costa. Les han echado de sus trabajos porque no pueden hacer nada y no quieren hacer nada. Son considerados enfermos terminales y pervertidos mentalmente incapaces.

Es terrible imaginar en qué condiciones se encuentran ahora ellos mismos, sus amigos, familiares y padres. Y, por desgracia, son incurables. Todos los transexuales, transgéneros, pedófilos y minorías están registrados en los registros públicos. Estas cuentas solían recibir favores de Soros y la USAID. Incluso la IA, con la voz de Kamala Harris, los llamaba desearles feliz día a estos pervertido. Ahora es mucho si los llama un sheriff o un psiquiatra. Pero es poco probable que los llamen, ya que no hay más que hacer con ellos.

Por supuesto, sigue estando de moda utilizarlos como tropas para quemar propiedades de Tesla de Elon Musk o manifestarse contra Trump. Lo que se les paga no es poco: la mayoría acepta marchar contra Trump por 300-500 dólares, preferiblemente para vandalizar, insultar y dañar objetos públicos. Pero el subsidio es poco y no puedes durar mucho.

Quien antes lo era todo se convirtió en nada de la noche a la mañana. E incluso menos que nada. Resultó que, bajo el oscuro hechizo de la hipnosis woke, cientos de miles de hombres y mujeres estadounidenses se amputaron algo que era muy importante para ellos y para sus hijos, perdiendo de este modo la posibilidad de tener una vida normal, una familia normal y un papel social normal.

Los ucranianos se encontrarán en la misma situación no hoy, sino mañana. Los globalistas los trataron como si fueran papel mojado, se les admiró, se les colmó de dinero y atención, se aplaudieron sus mentiras, se ensalzó su crueldad y bestialidad hacia los rusos como si fueran los héroes y «caballeros de Europa». Se reían a carcajadas de sus chistes sin gracia, mientras que sus trapos se exhibieron en museos y pasarelas, además de que sus actuaciones mediocres fueron aclamadas como «el pináculo de la estética».

No obstante, de la noche a la mañana se convirtieron en lo que siempre han sido: seres patéticos, poco inteligentes, desleales y perdedores que no son queridos por nadie. Nacionalistas sin nación. Extremistas sin ideología. Perros que atacan naciones ajenas sin tener una propia, que no tienen estilo, cultura o racionalidad.

Los ucranianos son transexuales colectivos. Rusos que han cambiado su género, su etnia, por una alternativa abstracta inventada y absurda. Un hombre transexual no se convierte en mujer, sino en un bicho raro. Igual pasa con un ruso que se cree ucraniano. Sí, puedes amputarte tú parte rusa, pero seguirá habiendo un asqueroso y horripilante vacío donde antes estaba.

Somos conscientes de ello y luchamos contra eso. No luchamos contra los ucranianos, sino por ellos, para que sigan siendo seres humanos, es decir, siendo parte del pueblo ruso. De lo contrario, caerán en un trance: la desintegración o cambio de identidad es incluso peor que un cambio de sexo. Pero ahora Occidente empieza a darse cuenta de ello y están a punto de abandonarlos antes de que acabe este repugnante espectáculo político ucraniano. Son víctimas de un experimento monstruoso que, por cierto, Occidente organizó. Lo más probable es que intenten deshacerse completamente de él.

Los ucranianos, como los transexuales en Estados Unidos, ya no son necesarios para nadie. Esta página de la historia pronto será cerrada por Occidente.

Los rusos, por supuesto, no se les dará la bienvenida. Pero quizás llegue el momento de Ovechkin o el de Gretzky, que es bueno. Los rusos en general son muy oportunos. Pero los ucranianos y los transexuales no. Parece que se les ha acabado el tiempo.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

TRUMP ESTÁ DEJANDO DE LADO LA GUERRA

 

Trump empieza a darse cuenta poco a poco de que su forma de resolver el conflicto ucraniano y ponerle fin a la guerra ruso-ucraniana no es realista. Su modelo no funciona y él mismo propone condiciones (insistiendo en ellas con bastante rigidez) que son inaceptables para cualquiera de las partes: tanto para Rusia como para Ucrania y la Unión Europea.

Cuanto más insiste Trump en estas soluciones inaceptables, más claro queda que se encuentra en una posición de debilidad. Y esto es malo, porque Trump es un político fuerte y la confianza que recibe por parte del público es lo que lo proyecta como verdadero líder mundial. Si no puede resolver sus diferencias con Zelensky, que está bajo su amparo, entonces no es político fuerte. Y está claro que frente a una potencia nuclear soberana como lo es Rusia, ninguna conversación será fácil.

Trump probablemente se da cuenta de que todos sus planes para una solución rápida del problema ucraniano no eran más que retórica de campaña. No puede llevar a Putin al Despacho Oval y mucho menos sentarlo en una mesa de negociaciones (es un escenario completamente irreal). Por lo tanto, podemos afirmar que el proyecto de Trump de un cese de los ataques durante 30 días a la infraestructura, que Ucrania no observó ni un solo día ni una sola hora, ha fracasado de forma rotunda.

Así que Trump quiere retirarse de la guerra. Pero, en primer lugar, manteniendo los compromisos adquiridos por la administración anterior que inició esta guerra, es decir, no abruptamente, sino gradualmente. Y, en segundo lugar, sustituyendo inmediatamente su retirada de ciertos sectores de acción militar contra nosotros por sus socios europeos de la OTAN. Y aunque Trump critica a la UE y a la OTAN, en este sentido actúa de la misma manera que la administración anterior. Es decir, no toma ninguna medida drástica, y si el apoyo a los combatientes ucranianos se reduce en un área u otra, es inmediatamente reemplazado por los europeos de acuerdo con los Estados Unidos.

En otras palabras, EEUU se retira de esta guerra con mucho cuidado, gradualmente, para no darnos la oportunidad de aprovecharnos de este «cambio de opinión». Aparentemente, Trump acepta poner en marcha el «Plan B», que consiste en que si no le hicieron caso, que luchen entre ellos, a Estados Unidos no le importa y no necesita esta guerra, no es de ellos. Seguirá viendo la guerra desde las barricadas y dejará que todos los participantes en el conflicto se culpen a sí mismos de ahora en adelante.

Por supuesto, Trump está molesto con todos los participantes del conflicto. Son ahora los europeos quienes tienen que lidiar con esa rata ponzoñosa y agresiva de Zelensky. Sin embargo, creo que va a intentar restaurar gradualmente sus relaciones con Rusia dejando de lado a Ucrania y concentrándose en cuestiones todavía periféricas.

De hecho, Rusia no contradice en absoluto los intereses nacionales de Estados Unidos. Europa y otros países al servicio de los globalistas son mucho más peligrosos para Trump. Pero Trump aún no está dispuesto a reconocer que Rusia es un aliado. Por lo tanto, en un futuro próximo habrá desencuentros, descontento e irritación de su parte. Y de nuevo, amenazas, ya que este es el estilo característico de Trump. Pero todo se dirige a que EEUU se retirará de la guerra en Ucrania y será sustituido por la UE.

Por supuesto, la UE también es una fuerza bastante peligrosa. Nosotros, sin embargo, ya nos hemos enfrentado tanto a EEUU como a la UE al mismo tiempo. Ahora se retira la parte más importante de este conflicto contra nosotros. Y aunque la situación no se simplifique del todo, será mucho menos fatal. De hecho, la amenaza de un conflicto nuclear directo y de un apocalipsis nuclear con armas nucleares estratégicas se reduce enormemente. Sin embargo, la escalada del conflicto no sólo con el Occidente colectivo, sino específicamente con la Unión Europea, que ahora promueve el conflicto contra Rusia, continúa.

No debemos esperar que Trump se acerque pronto a nosotros, pero es obvio que esta cambiando su actitud ante el conflicto ucraniano para concentrarse en Groenlandia, Irán y una guerra de aranceles comerciales contra varios países. EEUU se está retirando de la guerra en Ucrania. Y cuanto antes ocurra, mejor. Aunque, según me parece, no deberíamos esperar que ocurra demasiado rápido.

Por lo tanto, seamos realistas: tenemos que confiar en nuestras propias fuerzas y prepararnos para una nueva ronda de confrontación. Esta vez será una confrontación militar con la Unión Europea, de la que ya hablan los políticos europeos. Y esto va en serio y para largo. Dios quiera, por supuesto, que este problema se disipe con el tiempo, aunque las posibilidades son muy escasas. Sí, hipotéticamente es posible imaginar que los líderes europeos renuncien a un conflicto con Rusia y se ocupen de problemas más importantes, pero difícilmente deberíamos contar con ello. Los milagros ocurren, pero no muy a menudo.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

¿De qué se ha declarado «culpable» a Marine Le Pen?

Marine Le Pen fue declarada culpable de «malversación de fondos públicos», fondos que le habían sido asignados como diputada del Parlamento Europeo, y condenada a no poder participar en la próxima elección presidencial de Francia. ¿Causa y efecto? Sólo en apariencia porque en realidad es más bien lo contrario. Para declararla «inelegible», un tribunal de primera instancia la declaró culpable. El delito fue inventado para justificar el castigo.

Extrañamente, en la clase política francesa nadie se toma el trabajo de precisar que el Parlamento Europeo ha modificado la concepción misma del papel de los eurodiputados. Para la Unión Europea, los eurodiputados ya no representan a sus países respectivos sino que son más bien la «avanzada» de una «ciudadanía europea».

En el telediario de las 20 horas del canal de televisión TF1, Marine Le Pen recalca nuevamente que está segura de no haber cometido ningún delito, pero el periodista que la entrevista no entiende de qué habla su invitada.

El 31 de marzo, en París, un tribunal de primera instancia declaró a Marine Le Pen culpable de «malversación de fondos públicos» y la condenó a 4 años de cárcel, una multa de 100.000 euros y a 5 años de inhabilitación, o sea sin derecho a ocupar cargos electivos. El tribunal especificó que la inhabilitación es de aplicación inmediata, o sea que no queda suspendida por la presentación de la apelación. También fueron condenados otros 24 responsables del Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen.

La clase política francesa se dividió inmediatamente entre los políticos que se regocijan de ver a la favorita imposibilitada de participar en la próxima elección presidencial, en 2027, y los que lo deploran. Por supuesto, ninguno se atrevió a decir de frente lo que piensa, pero todos proclamaron que apoyan el «Estado de derecho» o se pronunciaron contra «la tiranía de los jueces».

Detrás de esa reacción ante une decisión histórica de 3 jueces independientes del poder político, pero muy bien conectados con la argumentación de la fiscalía, nadie osa abordar la cuestión subyacente del diferendo que existe entre Francia y la presidencia del Parlamento Europeo. Todos los hechos que se investigan son anteriores al año 2015. Pero, sin explicar ese diferendo, es imposible entender por qué se condena a los dirigentes del Reagrupamiento Nacional, que estaban convencidos de que no estaban violando la ley.

He aquí la explicación:

Al término de la 2GM, el primer ministro británico, Winston Churchill, elaboró un proyecto destinado a disminuir los diferendos europeos mediante la creación de instituciones comunes entre los Estados de Europa. En aquel momento todavía no se hablaba de una «Unión Europea» sino de algún tipo de instancia que debía permitir a los gobiernos europeos mantenerse en contacto permanente y negociar entre sí o de una organización que reuniría a parlamentarios de los Estados europeos para que debatiesen juntos. Finalmente, diez Estados fusionaron los dos proyectos y crearon el Consejo de Europa, institución política que hoy reúne cuarenta y seis Estados y tiene su sede en Estrasburgo.

En la práctica, el Consejo de Europa se concibió como la rama civil de la OTAN. Su sede se instaló en Estrasburgo porque, culturalmente, Estrasburgo es una ciudad franco-alemana.

Independientemente del Consejo de Europa surgió un proyecto, de carácter económico, con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), que se convertiría después en la Comunidad Económica Europea y, posteriormente, pasaría a ser la actual Unión Europea. Naturalmente, la sede del Parlamento Europeo —institución de la Unión Europea— se estableció también en Estrasburgo, ciudad que ya albergaba la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.

Sin embargo, debido a las rivalidades entre los Estados miembros, otras instituciones de la Unión Europea se instalaron en Bruselas (Bélgica) y en Luxemburgo (la secretaría general del Parlamento Europeo está en el edificio que lleva el nombre de Robert Schuman). Cada mes, los eurodiputados se trasladaban por una semana a Estrasburgo y volvían después a sus países. Como los eurodiputados no se eligen a título personal, sino que representan a sus partidos en una sola circunscripción nacional, el resto de su tiempo lo dedicaban a su partido político.

En 1993, el Parlamento Europeo se dota de un hemiciclo en Bruselas, el edificio Paul-Henri Spaak. Seis años después, las sesiones del Parlamento Europeo se distribuyen entre Bruselas y Estrasburgo. Dos veces al mes, una gigantesca caravana de camiones traslada las oficinas de todos los eurodiputados [son 720 eurodiputados] entre Bruselas y Estrasburgo y viceversa. Cada eurodiputado dispone de una oficina privada en Bruselas, así que el Parlamento Europeo (o Eurocámara) los invita a residir en Bruselas y a viajar a Estrasburgo únicamente para participar en las sesiones que se realizan allí. Los eurodiputados regresaban a sus países sólo para encontrarse con sus electores y para participar en las reuniones de sus partidos.

La administración de la Comunidad Económica Europea, residente sobre todo en Bruselas y tratando simultáneamente de diferenciarse del Consejo de Europa y de acercarse al Parlamento Europeo, hace todo lo posible para que este último cese sus idas y venidas mensuales entre Bruselas y Estrasburgo y se reúna permanentemente en Bruselas. Ese es también el deseo de la OTAN, que también tiene sus oficinas principales en Bruselas —más exactamente en Mons—. La OTAN dicta las normas que la Comisión Europea propone al Parlamento Europeo, normas que este último aprueba. Pero, con el paso del tiempo, el Parlamento Europeo se hace más independiente y la OTAN necesita mantenerlo permanentemente bajo vigilancia para garantizar que los eurodiputados no rechacen alguna de sus normas.

Es ahí donde comienza el diferendo: los franceses rechazan abandonar Estrasburgo, para evitar que la influencia de los anglosajones se haga más evidente aún. La presidencia del Parlamento Europeo exige entonces que los eurodiputados se dediquen exclusivamente a sus actividades en Bruselas y que abandonen las actividades de sus partidos en sus países respectivos.

Desde entonces, no sólo el Reagrupamiento Nacional sino todos los partidos políticos franceses apegados a la independencia de su país mantienen un importante desacuerdo con la presidencia del Parlamento Europeo. Pero el tribunal francés que acaba de condenar a Marine Le Pen optó por el enfoque de la presidencia del Parlamento Europeo, mientras que el Reagrupamiento Nacional aseguraba no haber malversado ni un centavo de los fondos públicos y haber actuado de la misma manera que otros muchos partidos políticos.

Durante el juicio, Marine Le Pen se defendió haciendo valer el hecho que, en realidad, ella no había tenido otra opción que aplicar la antigua concepción del trabajo de los eurodiputados y no la nueva porque sus «colegas» del Parlamento Europeo se negaron a considerarla como miembro pleno de esa instancia —en virtud de la política del llamado «cordón sanitario»—. Ya que los demás eurodiputados no la reconocían como tal, ella tenía que optar por mantener su espacio político en su país.

«Ese sistema de defensa constituye, para este Tribunal, una construcción teórica que ignora las normas del Parlamento Europeo, las leyes de la República y las decisiones judiciales emitidas en particular durante la presente investigación judicial, centrándose únicamente en sus propios principios», escriben los magistrados franceses.

Es importante que se sepa que no existen tales «normas» del Parlamento Europeo, el único texto de referencia es el Tratado de la Unión Europea, que sigue mencionando Estrasburgo —no Bruselas— como sede del Parlamento Europeo.

La posición de los eurodiputados franceses es por consiguiente la única plenamente justificada por los textos. En el fondo, los magistrados no se basaron en el derecho establecido en los textos europeos. Y, en lo concerniente a la favorita y la elección presidencial francesa, tampoco se justifica la aplicación inmediata de su inhabilitación, supuestamente para impedir que «reincida», simplemente porque Marine Le Pen ya no es miembro del Parlamento Europeo.

Al condenar a Marine Le Pen, el tribunal no sólo la despoja de su derecho a participar como candidata en la próxima elección presidencial, también despoja a los políticos franceses del derecho a rechazar la sumisión del Parlamento Europeo a los dictados de la OTAN.

ALEKSANDR DUGIN: «DE HECHO, NOS HEMOS CONVERTIDO EN EL MODELO DE TRUMP».

 

El filósofo Aleksandr Dugin dijo al portal BUSINESS Online, al margen del Foro Económico de Moscú, que: «Ahora nos encontramos en un caso único en el que ellos quieren lo que nosotros tenemos, nosotros queremos lo mismo que Trump. En principio, podemos estimularnos y apoyarnos mutuamente en la determinación y la voluntad de acabar con el globalismo y el liberalismo». Sergey Glazyev llamó a romper el círculo vicioso de la política monetaria del Banco Central en la sesión plenaria, mientras que Dugin habló sobre los beneficios de la autarquía y la creación de edificios de un solo piso. El fundador del foro, Konstantin Babkin, debatió sobre el «mundo multicolor».

«Estoy profundamente convencido de que nuestro país lo tiene todo para desarrollarse de forma dinámica en términos económicos y sociales», declaró hoy con confianza Konstantin Babkin, Presidente de la asociación Rosspetsmash, al inaugurar el Foro Económico de Moscú (FEM). El evento, en el que se dan cita los principales patriotas de Rusia, se celebra por segundo año consecutivo en el Digital Business Space, en pleno centro de la capital. En esta ocasión, el foro estuvo dedicado al tema de la «Demografía: tradición e industrialización». El por qué Rusia, siendo un país rico en recursos y talento, está desarrollando y reproduciendo de forma muy lenta su población, es un tema que debatirán los expertos del IEF durante dos días. Y la primera sesión plenaria, inaugural, llamada «Nueva industrialización y multiplicación de la población», de hecho, marcó la pauta de todas las siguientes.

«El tiempo para el inicio de un desarrollo dinámico se nos escapa constantemente, nos elude, y vemos que nuestro país se está quedando atrás en el ritmo de desarrollo en comparación con muchos otros países del mundo», se lamentó Babkin. En su opinión, la razón principal es que quienes ahora determinan la política económica en Rusia, razonan bajo las categorías del dinero, creyendo que la economía es la esfera de producción del dinero aumentando el PIB. «Y estamos hablando de que, de hecho, el ganador en la competición económica no será la sociedad, ni el Estado que tenga más dinero, sino el que atraiga a más población de su lado. La sociedad que ganará será la que cree oportunidades para que la gente muestre su talento y la estimule a dedicarse a actividades creativas», describió el moderador.

Está seguro de que esto contradice fundamentalmente la lógica de hacer dinero que siguen los economistas en el poder. Por ejemplo, el Ministerio de Hacienda trata de recaudar el mayor número posible de impuestos para que el Estado tenga dinero. Según Babkin, el resultado es que se grava en exceso a quienes trabajan en empresas industriales, ya que es más fácil recaudar de ellos. Por eso esas personas pagan el 53% de sus ingresos, frente a los autónomos, que sólo tributan el 6%. «Y nosotros decimos: “Necesitamos desarrollo”. Y los economistas que miden el éxito en dinero dicen: “El desarrollo es secundario, necesitamos dinero”. Así que recaudaremos muchos impuestos». Y no importa que el desarrollo y la industria se ralenticen», continuó Babkin.

Existe el mismo conjunto de contradicciones en otros ámbitos. En lugar de una política monetaria que estimule la creación, existe otra que garantizaría la estabilidad financiera. En lugar del progreso tecnológico y de una sociedad sana que preservara la continuidad y las tradiciones de los antepasados, existe el deseo de «convertir a la humanidad en una masa gris homogénea, a la que conviene vender productos estandarizados». «Las estructuras estatales no hacen nada para evitar esos procesos. Vemos la denigración de la historia de Rusia, la propagación del individualismo, la imposición de estándares culturales ajenos, sueños ajenos y el estímulo de la emigración», subrayó Babkin.

Está seguro de que Rusia necesita un «mundo multicolor» que no vista la misma ropa ni escuche la misma música. «Un mundo multicolor tiene muchas más oportunidades de desarrollarse en armonía, sin conflictos. Nuestras naciones, civilizaciones y comunidades pueden enriquecerse mutuamente. Esto es tan importante para la preservación de la humanidad como la diversidad de especies lo es para la diversidad de la vida en la Tierra», afirmó Babkin.

El profesor de la Academia Rusa de Ciencias, el economista Sergei Glazyev cree que hay tres razones para el desastre demográfico: la monstruosa desigualdad social, los bajos salarios de una parte significativa de la población activa y el culto al consumismo. «Todo esto junto destruye las familias, no da la oportunidad de formar familias numerosas a la mayoría de los ciudadanos», dijo el ponente. Para él, la salida está en una política de nueva industrialización.

Glazyev recordó que a finales de 2024 Rusia registró altas tasas de crecimiento, que se lograron no gracias a la actual situación macroeconómica, sino a pesar de ella. Como resultado, el bloque económico simplemente subestima las posibilidades de desarrollo económico. Como ejemplo, citó al Banco Central, donde se tiene la certeza de que Rusia está al límite de producción. Glazyev cree que «las oportunidades son enormes», ya que la utilización de las capacidades de producción no supera el 65% e incluso es menor en la construcción de maquinaria. Al mismo tiempo, las exportaciones de capital en los últimos 15 años han alcanzado cerca de un billón de dólares. «Si este dinero se invirtiera en inversiones, la tasa de acumulación sería 1,5 veces mayor, podríamos desarrollarnos más rápidamente», opina el economista.

Al mismo tiempo, el Banco Central cree que la economía funciona al límite de su potencial, ya que el país tiene un bajo desempleo. Se guían por la curva de Phillips, que «la ciencia económica rechazó hace 50 años». Su esencia es que supuestamente existe un patrón: a menor desempleo, mayor inflación. «Así, luchan contra el empleo, pero en realidad deberíamos hablar de sobreexplotación del trabajo. Nuestro trabajador produce 3 veces más por unidad de salario que en Europa. Hoy, los salarios son incluso más bajos que en China», explicó Glazyev.

El crecimiento del orden estatal, respaldado por el crecimiento desmesurado de la inversión en varios sectores, ha resuelto este conflicto en los últimos años. «Hay potencial de crecimiento, es al menos del 8% anual. Podríamos producir una cuarta parte más de lo que producimos si nos aseguráramos de que todos los recursos disponibles se dedican al proceso de producción», afirma el economista.

Sin embargo, no se puede despegar aún más, porque el crédito, sin el cual el desarrollo económico es imposible, no está disponible. Si no hay crédito, no puede haber inversión, que sólo es irrealizable en capital circulante. Por lo tanto, Rusia necesita aumentar el crédito y la inversión, así como incrementar el gasto en la introducción de nuevas tecnologías. «Seguimos invirtiendo la mitad que en los últimos años de la Unión Soviética. El ritmo de acumulación de capital es insuficiente incluso para la simple reproducción, por no hablar del desarrollo», señaló Glazyev.

En su opinión, las autoridades monetarias no han hecho más que llevar al país a un círculo vicioso, en el que combaten la inflación subiendo los tipos de interés y reprimiendo la demanda. Como resultado, los tipos de interés más altos provocan una reducción de la inversión, lo que se traduce en un retraso tecnológico, que lleva a una disminución de la competitividad, por la que la devaluación del rublo tiene que pagar el precio. «La devaluación del rublo es el principal factor de las oleadas inflacionistas. Este círculo vicioso hace imposible alcanzar los objetivos de inflación. Llevan más de 10 años dedicados a los objetivos de inflación, y estamos muy lejos del objetivo de inflación del 4%, que es su tope», señaló Glazyev.

En su opinión, la inflación sólo puede reducirse mediante el progreso científico y tecnológico, porque permite reducir costes, fabricar productos, aumentar la productividad laboral, mejorar la calidad y garantizar la estabilidad a largo plazo. «Por lo tanto, para alcanzar el desarrollo avanzado con una tasa de al menos el 8% anual, es necesario romper el círculo vicioso de la política monetaria y llegar al círculo de la prosperidad económica», subrayó el economista.

El filósofo Alexander Dugin contó que Andrei Belousov celebró una sesión estratégica sobre el desarrollo de Rusia cuando era Viceprimer Ministro. Entonces llegaron a la conclusión de que era necesario definir el tema del desarrollo. Para los globalistas, se trata de la economía mundial. Este enfoque dominó hasta el comienzo de la Operación Militar Especial. «El presidente ya rechazó esta idea, la de que existe un único sujeto global de desarrollo», asegura el filósofo.

Dugin propuso dos modelos. En primer lugar, es posible considerar sujeto del desarrollo a un Estado soberano, que intenta compensarlo todo mediante la sustitución de importaciones. Rusia ya lo está haciendo: toma las esferas y áreas que se están desarrollando en Occidente e intenta encontrar un equivalente, de hecho, intenta sustituir a la civilización occidental. Esto significa que es necesario no sólo dedicarse a la sustitución de importaciones de tecnologías occidentales, sino «encontrar su propio camino hacia una meta particular».

Al mismo tiempo, Dugin recordó que a Vladimir Putin no le gusta el concepto de «autarquía» y ha dicho muchas veces que el país no seguirá ese camino. «Pero si hablamos de una civilización soberana, debemos aceptar la teoría de Friedrich List sobre la autarquía de los grandes espacios», opina el filósofo. Y añadió que Rusia es precisamente un gran espacio.

Dugin subrayó que la misma senda sigue ahora Estados Unidos, que ha descubierto que el globalismo es un callejón sin salida. «Es la confirmación de que tenemos razón. Ahora Estados Unidos quiere construir su propio Estado-civilización», declaró el filósofo al corresponsal de «BUSINESS Online» al margen del foro. Estados Unidos está abandonando el globalismo y volviendo a los valores tradicionales. De hecho, actuamos como modelo para Trump. Los trumpistas vienen y dicen: «Queremos ser como vosotros». Este es un caso único en el que ellos quieren ser como nosotros, nosotros queremos ser como Trump. En principio, podemos estimularnos y apoyarnos mutuamente en la determinación y la voluntad de acabar con el globalismo y el liberalismo. Por lo tanto, el filósofo está seguro de que el acercamiento de Rusia a la América trumpista no hará sino reforzar el deseo y la aspiración de  los Estados-civilización de construir un mundo multipolar.

Para la autarquía y el desarrollo soberano, cree el filósofo, Rusia necesita aumentar drásticamente sus indicadores demográficos, es decir, el número de familias con muchos hijos. Para ello es necesario, en primer lugar, volver a la sociedad tradicional, donde la maternidad es un deber sagrado, y, en segundo lugar, desarticular las megaciudades. «La tierra empuja a la gente a tener hijos, a criarlos, en grandes números. La creación de una Rusia de un solo piso impulsará el desarrollo tecnológico», aseguró Dugin.

Nacionalización del Banco de Rusia y un impuesto del 20% para los hombres sin hijos

El diputado de la Duma Nikolai Kolomeitsev, del CPRF, empezó a criticar al bloque económico del Gobierno, en concreto a Elvira Nabiullina, a quien calificó de «hiperliberal seguidora de Chubais», y a Anton Siluanov, quien, «salvo en el Ministerio de Finanzas, nunca ha trabajado en ningún sitio», pero ha pasado por la escuela de Anatoly Chubais y Alexei Kudrin. Tanto el jefe del Banco Central como el ministro de Finanzas, en opinión del diputado, predican «el principio del consenso de Washington».

Kolomeitsev se refirió además a la dualidad que se produce cuando las estadísticas muestran resultados positivos en 2024, pero en realidad las empresas se encuentran en un estado previo a la quiebra. Por un lado, crece el número de familias numerosas, pero al mismo tiempo 50 millones de rusos tienen préstamos, de los cuales un tercio tiene de tres a cinco préstamos, y otros 8 millones tienen préstamos de organizaciones microfinancieras. Como resultado, 431.000 rusos se declararon en quiebra el año pasado y más de 1,5 millones de personas se han declarado en quiebra desde hace varios años. «Esto demuestra que la tendencia al empobrecimiento de la sociedad es evidente», subrayó Kolomeitsev.

Pero los bancos están «engordando»: ganaron 4 billones de rublos para 2024, mientras que 19 sectores de la economía tienen una rentabilidad inferior al 13% y 10 sectores por debajo del 10%. Esto sugiere que el tipo de interés básico ha acabado con las ganas de invertir de todos los bancos. «¿Por qué invertir en negocios arriesgados cuando pueden poner y obtener dinero del helicóptero?», se indignó el diputado, señalando que de esta forma «se comen el futuro».

«¡Necesitamos nacionalizar el Banco de Rusia!», instó Kolomeitsev, lo que provocó un aplauso desenfrenado en la sala. Pero antes, en su opinión, el Banco Central debe responsabilizarse del crecimiento económico. Calificó el tipo director del 21% de «matar la economía» y de intento de «combatir la parafina con fuego». Así, el miembro del partido comunista está seguro de que la política de objetivos de inflación no está determinada por nada, salvo por el deseo de estrangular la economía. Al mismo tiempo, Kolomeitsev prometió que la facción del PCFR planteará la cuestión de la censura a Nabiullina cuando ésta se presente ante la Duma Estatal.

«La tradición es lo más correcto que puede revivirnos. Tenemos que pasar de la economía de absorción de fondos a la economía de resolución de problemas. Entonces resolveremos muchos problemas e iniciaremos la reactivación del país, en lugar de estar estancados pasando de crisis en crisis», subrayó Kolomeitsev.

Stanislav Naumov, diputado de la Duma Estatal por el LDPR, se mostró preocupado por la política migratoria cuando, en lugar de aumentar la productividad laboral, Rusia abre sus puertas a los trabajadores inmigrantes ilegales. «Este es el riesgo más importante y una amenaza para la solución de las tareas demográficas», opina. Por eso, dijo, la Duma Estatal aprobó 14 leyes en 2024 destinadas a combatir a los inmigrantes ilegales. Sin embargo, el Gobierno de Mijaíl Mishustin aún no ha presentado un nuevo concepto de política migratoria. «Es importante no repetir el error de la década de 2000, no engañarnos pensando que con la ayuda de mano de obra barata y extranjeros poco cualificados podemos resolver las tareas de la nueva industrialización. Hay que mirar al futuro y fomentar las familias con muchos hijos, y en algún lugar el nacimiento del primer hijo», aseguro Naumov.

Victor Taranin, director general de Dashkovka, tenía su propia y curiosa opinión sobre la solución de los problemas demográficos. En primer lugar, propuso pagar subsidios a las mujeres no hasta el año y medio, sino hasta los tres años. En segundo lugar, para resolver el problema de los abortos, Taranin cree necesario abrir hogares para bebés y dar a las mujeres la oportunidad de llevar a sus hijos a allí. En tercer lugar, habría que introducir un impuesto del 20% por no tener hijos y ampliarlo a los hombres solteros de entre 25 y 45 años.

- ¡Ooh! - reaccionó un joven en primera fila.

- Joven, ¿por qué no te casas?, dijo Taranin.

- Las mujeres quieren diamantes, Dubai…, empezó a responder el hombre al público.

Pero el orador, al parecer, no le entendió y creyó que el joven quería diamantes y un viaje a Dubai. «¡No tendrás nada en el futuro, y tu apellido caerá en el olvido!», respondió Taranin, indignado por el hecho de que sea posible divorciarse «en la cama».

- Toda accesibilidad y permisividad conducen a que nuestra tasa de natalidad sea mala», se lamentó el orador.

- ¿Por qué no gravar a las mujeres, sino a los hombres?, volvió a indignarse un joven de la primera fila.

- Porque usted es un hombre, sonrió Taranin entre risas y aplausos del público. Un hombre siempre debe ser dirigido por una mujer.

Después pasamos a las preguntas que recibieron los ponentes. Por ejemplo, a Dugin se le preguntó sobre cuál debería ser la verdadera élite del futuro y de dónde procedería. El filósofo respondió que Putin ve la nueva élite en los héroes de la Operación Militar Especial. «En su tiempo, Hegel dijo que el Estado crea una clase de hombres valientes. Esta clase de hombres valientes son héroes, traen la victoria a su pueblo. Luego son constructores, creadores. Y luego empiezan a dejar de lado sus obligaciones. De hecho, los que pelean en la guerra, que buscan la victoria, merecen ser la élite», explicó Dugin. También cree que la élite puede estar formada por pasionarios que «hacen 100 veces más que los demás». Ahora la élite, según Dugin, está formada por gente de a pie.

«Rusia es el mejor lugar del mundo para crear, para inventar. Para mostrar talentos, para hacer tecnología, para lanzar drones y conquistar Marte», resumió Babkin en la sesión plenaria. «Para que los drones puedan llevar nuestros deseos y sueños a los distintos confines del Universo. Rusia es el punto de partida. Pero tenemos que adecuar la política económica, demográfica y cultural a las exigencias de la modernidad y entonces lo tendremos todo».