Una idea artificialmente extendida desde hace muchos años por los actuales partidos afirma que Gibraltar carece de importancia y que insistir en ella resulta una actitud «reaccionaria» o «franquista». Claro está que si así fuera habría que preguntarse por qué, en cambio, el Peñón tiene tal valor para la potencia colonizadora, tan alejada geográficamente de él. Una colonia por cuya posesión Inglaterra no se contentó con el leonino Tratado de Utrecht, sino que ha vulnerado sus términos con increíble arrogancia hasta hoy mismo, y hace caso omiso de la resolución de la ONU al respecto. Salta a la vista, entonces, que sí tiene un interés de primer orden para Inglaterra.
Territorios cedidos por España como consecuencia del Tratado de Utrecht (1713)
Ese interés es cuádruple. En primer lugar, la posesión de Gibraltar aseguraba las comunicaciones del Imperio Británico, y hoy el control de un punto estratégico de la importancia del estrecho; en segundo lugar, era y es un símbolo del poder imperial inglés y de la humillación de España, con la que históricamente sostuvo largas rivalidades y a la que hoy obliga a soportar la única colonia europea, en invasión de territorio español: tal es un significado de la bandera británica ondeando sobre el Peñón; en tercer lugar, la colonia es un fructífero centro de negocios y tráficos legales e ilegales, que parasitan a España; en cuarto lugar, el Peñón constituye un núcleo de espionaje y amenaza sobre nuestro país, y de corrupción de políticos, partidos y medios de prensa españoles.
Podría creerse que ese interés es anacrónico, pues ha desaparecido su imperio y teóricamente los dos países son amigos y aliados. Pero se trata de una falsa apreciación. La mentalidad y la práctica internacional inglesas siguen siendo en gran medida imperiales. Así, Londres mantiene colonias, enclaves y bases en otros lugares del mundo, y es el país de Europa Occidental que más gasta en fuerzas armadas casi 70.000 millones de dólares en 2009, más que otros económicamente superiores, como Francia (67.000 millones), Alemania (48.000 millones) o Rusia (61.000 millones), esta con población y extensión mucho mayores, y con muchos más conflictos potenciales. Solo dos países superan el gasto militar inglés, USA y China, e Inglaterra supera proporcionalmente a la segunda, con un 2,5% del PIB frente a un 2%. Estas cifras han variado considerablemente, pero no esencialmente, en estos años (Arabia Saudí, por ejemplo, se ha convertido en uno de los países de mayor presupuesto militar). Pero todavía más importancia tiene el hecho de ser Inglaterra el segundo país dominante en la OTAN, con una relación especial con el primero, es decir, con USA. La OTAN es fundamentalmente una alianza al servicio de las dos potencias anglosajonas.
Es obvio, por tanto, que si Inglaterra concede tanta importancia a Gibraltar, España, cuyo territorio se encuentra invadido, debe concederle mucha más todavía. Pero desde que el PSOE abrió la verja, convirtiendo la colonia en un emporio para el invasor, los gobiernos, tanto de derecha como de izquierda, se han empeñado en una política servil hacia Inglaterra en contra de todos los intereses de España. Una potencia que invade nuestro país no puede ser en ningún caso aliada y amiga, y un gobierno que representase los intereses de España, cosa que no ha ocurrido desde Leopoldo Calvo Sotelo, tendría que mantener una presión permanente, incluido el cierre de la verja, sobre esta agresión permanente que sufrimos, a causa no tanto de Inglaterra sino de los infames gobiernos españoles actuales. Pues el problema de Gibraltar está íntimamente ligado a otros muchos creados por esos mismos gobiernos, en particular las tensiones separatistas, la desvirtuación de la democracia y la entrega ilegal de soberanía a la burocracia de Bruselas. Todo va en el mismo lote. Y es preciso reaccionar, empezando por denunciar una realidad que esos partidos y gobiernos tratan de mantener oculta.
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