IMPERIO RUSO

 

El Imperio ruso fue un Estado soberano que existió entre 1721 y 1917. Abarcó grandes zonas de los continentes europeo, asiático y americano, siendo el sucesor del Zarato ruso.​ La expresión «Rusia imperial» designa el periodo cronológico de la historia rusa que comprende desde la conquista de los territorios que se encuentran entre el mar Báltico y el océano Pacífico, iniciada por Pedro I, hasta la caída de Nicolás II y el comienzo de la Revolución de 1917.

La capital del imperio fue San Petersburgo (rebautizada en 1914 como Petrogrado a raíz del inicio de la 1GM). A finales del siglo XIX, el imperio comprendía 22,8 millones de km².​ De acuerdo al censo de 1897, su población alcanzaba las 125.640.000 personas, habitando la mayoría (102,8 millones) en Europa.​ Más de 100 grupos étnicos diferentes convivían en el imperio —la etnia rusa componía el 44% de la población—. La religión oficial del imperio era el cristianismo ortodoxo, controlado por el monarca a través del Santísimo Sínodo Gobernante. Sus habitantes estaban divididos en estratos (clases) tales como dvoryanstvo («nobleza»), el clero, los comerciantes, los cosacos y los campesinos. Los nativos de Siberia y Asia Central fueron oficialmente registrados en el estrato inorodtsy («extranjeros»).

Además del actual territorio de Rusia, en 1917, el Imperio ruso incluía territorios de los Estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), Ucrania, Bielorrusia, la mitad oriental de Polonia (Zarato de Polonia), Moldavia (Besarabia), Rumania (Valaquia), el Cáucaso (las actuales naciones de Armenia, Georgia y Azerbaiyán), Finlandia, la mayoría del Asia Central (actuales repúblicas de Kazajistán, Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán) y una parte de Turquía (las provincias de Ardahan, Artvin, Iğdır y Kars, siendo estos territorios partes de la Armenia turca). Entre 1741 y 1867, el Imperio ruso también incluía Alaska, al otro lado del estrecho de Bering. También controló por cierto periodo la región de Manchuria china, la región norte de Irán y la mitad norte de Hövsgöl (perteneciente a Mongolia).

En 1914, el Imperio ruso estaba dividido en 81 provincias (óblasts) y 20 regiones (gubernias). Entre los vasallos y protectorados del imperio se incluían el Emirato de Bujará, el Kanato de Jiva y, tras 1914, Tuvá. Su escudo de armas fue el gran escudo del Imperio ruso, y su himno, «Dios salve al zar» (Боже, Царя храни). Después del derrocamiento de la monarquía en 1917, Rusia fue convertida en una república bajo el Gobierno provisional ruso.

ETIMOLOGÍA Y GENÉSIS
El nombre de Rusia probablemente proceda del nombre del pueblo Rus. Sobre el origen de dicho término hay varias teorías, pero ninguna de ellas es aceptada por todos. Las versiones se dividen en históricas, que se basan en autores contemporáneos, lingüísticas y toponímicas. Así, las principales hipótesis son la histórica bizantina, la indoiraní, la lingüística finesa, la histórico-toponímica prusiana, además de varias toponímicas. Como ejemplo, en estonio Rootsi están relacionados con Roslagen, una región costera de Suecia (Ruotsi en finés), mientras que para otros deriva del nombre que los eslavos daban a los vikingos, o incluso de términos alanos. De acuerdo con la Crónica de Néstor, el nombre de Rus tiene un origen varego. La etimología de Rus sigue siendo materia de discusión.

Alrededor de 860, un varego llamado Riúrik llegó a gobernar Nóvgorod, trasladándose sus sucesores al sur y extendiendo su autoridad a Kiev. A finales del siglo IX, el gobernador varego de Kiev ya había establecido su supremacía sobre una vasta zona que gradualmente vino a ser conocida como Rus. La Rus de Kiev (882-1240) fue el primer estado eslavo oriental, estando gobernado por la dinastía ruríkida. Sin embargo, la invasión mongola provocó la desintegración del país en varios principados, entre ellos el Principado de Kiev (1132-1470), cuya importancia sufriría un notable declive. Entretanto, el Principado de Vladímir-Súzdal (1157-1363) se convertía en uno de los grandes principados que sucedieron a la Rus de Kiev como principal potencia eslava oriental. A partir de este último, se formaría el Principado de Moscú (1283-1547) o «Moscovia» que, luego de varias expansiones territoriales, se transformaría en el Zarato ruso (1547-1721), con la dinastía Románov llegando al poder en 1613.

En 1721, el zar Pedro I de Rusia se proclamó emperador y modificó el nombre oficial del país de «Zarato ruso» (Rússkoie Tsarstvo, el país del 'pueblo ruso') al de «Imperio ruso» (Rossíyskaya Impériya, de carácter multiétnico) y el informal de Rus al actual Rossíya ('Rusia' en ruso). Entre 1712 y 1918, San Petersburgo fue la capital de Rusia. En el Imperio ruso, los rusos se denominaron velikorossy ('grandes rusos'); los ucranianos, malorossy ('pequeños rusos'); y los bielorrusos, «rusos blancos» (el prefijo bielo- se traduce como 'blanco'). Durante los siglos X a XV, en la Rus de Kiev y en los principados en que esta se desintegró, se hablaba el antiguo eslavo oriental, que dio origen a los actuales idiomas ruso, ucraniano, bielorruso y rusino.

En los siglos XIII a XVI, los desplazamientos del centro político de los eslavos orientales Kiev-Vladímir-Moscú se vieron acompañados asimismo por los movimientos de su centro eclesiástico. Así, el Metropolita de Kiev y toda Rus, Máximo de Kiev, se mudó desde Kiev a Vladímir en 1299, mientras su sucesor, el Metropolita Pedro de Kiev, se trasladaría de Vladímir a Moscú en 1325. En 1589, la Iglesia ortodoxa rusa proclamó al Metropolita de Moscú como Patriarca de Moscú y toda Rus, institución que sería suprimida por Pedro I. Una vez restituido el Patriarcado de Moscú en 1917, la Iglesia ortodoxa rusa siguió y sigue utilizando el nombre antiguo del país, Rus.

HISTORIA

1721-1725 Pedro el Grande
1725-1727 Catalina I
1727-1730 Pedro II
1730-1740 Ana I
1740-1741 Iván VI
1741-1762 Isabel I
1762          Pedro III
1762-1796 Catalina II
1796-1801 Pablo I
1801-1825 Alejandro I
1825-1855 Nicolás I
1855-1881 Alejandro II
1881-1894 Alejandro III
1894-1917 Nicolás II

Pedro el Grande y el Imperio ruso
Pedro, hijo del segundo matrimonio del zar Alejo I, fue el primero en ser relegado al suelo político. Como varias facciones de la corte lucharon para controlar el trono, Alejo I fue sucedido por el hijo de su primer matrimonio, Teodoro III, un chico enfermizo que murió en 1682. Como resultado de la Revuelta de los Streltsí, Pedro fue hecho co-zar con su medio hermano, Iván V, pero la media hermana de Pedro, Sofía, mantuvo el verdadero poder. Ella reinó mientras el joven Pedro se entretenía con juegos de guerra y cabalgaba en el Cuartel Alemán de Moscú. Estas experiencias lo llevaron a un ávido interés por la práctica militar de Occidente, particularmente por la ingeniería, artillería, navegación y construcción de barcos. En 1689, usando tropas que él había entrenado durante sus juegos de guerra, planeó cómo destronar a Sofía. Cuando Iván V murió en 1696, Pedro se volvió el único zar.

Pedro I el Grande

Pedro el Grande consolidó el poder autocrático del zar, y, a su vez, las guerras dominaron la mayor parte de su reinado. Al principio Pedro intentó asegurar las fronteras del sur con los tártaros y el Imperio otomano. Sus campañas a un fuerte en el mar de Azov fallaron inicialmente, pero, después de embarcarse con su nueva armada diseñada por él, Pedro pudo capturar el tan importante fuerte de Azov en 1696. Para continuar con la guerra contra el Imperio otomano, Pedro viajó a Europa a buscar aliados. Fue el primer zar en hacer ese viaje. Pedro visitó Brandeburgo, los Países Bajos (en los cuales, según una teoría, al ver su bandera, lo inspiró para hacer un esbozo para la suya, la cual sería usada hasta 1914), el Reino Unido y el Sacro Imperio Romano Germánico, durante su llamada Gran Embajada. Pedro aprendió mucho y alistó a cientos de especialistas técnicos. La embajada fue corta por el intento de Sofía para reemplazarlo en el trono, pero la revuelta fue aplastada por Pedro y sus seguidores. Como castigo, expuso públicamente los cuerpos de los participantes de la revuelta, muertos o torturados, para advertir a los otros, acción por la cual fue llamado el «Raro».

Pedro fracasó en la coalición europea contra el Imperio otomano, pero durante sus viajes encontró interés en empezar una guerra contra Suecia, al ser un poderoso Estado en Europa del Norte. Viendo una oportunidad de acceder al mar Báltico, Pedro hizo la paz con el Imperio otomano en 1700 y, después, atacó a los suecos en sus posiciones del puerto de Narva, en el golfo de Finlandia. Aunque el joven rey Carlos XII se probó con sus tropas, las cuales aplastaron al ejército de Pedro. Afortunadamente para Pedro, Carlos XII no continuó su victoria con una ofensiva y se enzarzó en las guerras con Polonia.

Este descuido le permitió a Pedro armar un nuevo ejército, combinando las fortalezas del suyo y las de Occidente. Cuando los dos líderes se enfrentaron otra vez en Poltava en 1709, Pedro derrotó a Carlos en la célebre batalla de Poltava. Cuando este último escapó al territorio otomano, Pedro entró de nuevo en guerra con el Imperio otomano. El zar coincidió en devolver el puerto de Azov a los otomanos en 1711. La Gran Guerra del Norte, que en esencia fue la batalla de Poltava, continuó hasta 1721, cuando los suecos decidieron firmar el Tratado de Nystad. El tratado permitió retener los territorios obtenidos por Rusia: Livonia, Estonia e Ingria. Mediante esta expansión territorial, Pedro adquirió un enlace directo con Europa Occidental. Como celebración, el zar Pedro I asumió el título de Emperador (императoр) del Imperio ruso, proclamado en 1721.

Pedro consiguió la expansión de Rusia y su transformación en Imperio bajo ciertas iniciativas mayores. Creó las fuerzas navales rusas, reorganizó el ejército mediante el sistema europeo, organizó racionalmente el gobierno y movilizó el financiamiento para los recursos humanos. Bajo el reinado de Pedro, el ejército que se reclutó fue bajo condiciones de trabajo para toda la vida, incluyendo a los oficiales de la realeza, los cuales participaban en trabajos de la administración civil o militar. En 1722, Pedro introdujo la tabla de rangos, que determinaba la posición o estatus de la persona en su servicio al zar, ya fuera plebeyo o noble. Hasta la gente más común aparecía en la tabla automáticamente.

La reorganización de Pedro en la estructura gubernamental no pudo ser menos minuciosa, consiguiendo transformar el gobierno existente en un Estado absolutista liderado por el zar mismo. Reemplazó los prikaz ('oficinas') por un cuerpo colegiado y creó el Senado Gobernante para coordinar las políticas del gobierno. Las reformas de Pedro en el gobierno local tuvieron pocos logros, pero sus cambios le permitieron al gobierno local recolectar impuestos y mantener el orden. Como parte de las reformas del gobierno, la Iglesia fue parcialmente incorporada a la estructura administrativa del Estado. Pedro abolió el Patriarcado y lo reemplazó con un cuerpo colectivo, el Santísimo Sínodo Gobernante, dirigido por un funcionario gubernamental.

Pedro triplicó los ingresos de la tesorería estatal con una cantidad moderada de impuestos. Impuso la capitación, o sondeo de impuestos, en todo hombre excepto clérigos y nobles. También gravó con impuestos el alcohol, la sal e incluso llevar barba. Para proporcionar armas y uniformes para sus soldados, desarrolló industrias metalúrgicas y textiles.

Pedro quería equipar a Rusia con tecnología, instituciones e ideas modernas. Dotó de una educación occidental a todos los nobles, introdujo las llamadas escuelas naturales para enseñar el alfabeto cirílico ruso y aritmética básica, estableció una casa de imprenta y fundó la Academia de Ciencias de San Petersburgo, la cual fue inaugurada justo antes de su muerte en 1725, que se convirtió en uno de los mayores institutos de cultura de la Rusia imperial. También recomendó que los rusos adquirieran ropa, gustos por el arte y costumbres del Occidente. El resultado fue una profundización en la grieta cultural entre la nobleza y las masas.

La mejor evidencia de la occidentalización de Pedro fue su ruptura con las viejas tradiciones y sus métodos occidentales en arquitectura, que lo llevaron a construir la nueva capital, San Petersburgo, en 1703. Situada en tierra nueva, conseguida de la guerra contra Suecia en el golfo de Finlandia, en la cual fue ayudado por Dinamarca-Noruega, Polonia-Lituania y Sajonia. Aunque San Petersburgo asumió su occidentalización, esta fue forzada, por lo cual no pudo demostrar su individualidad, que Pedro tanto admiraba.

La era de las revoluciones en el palacio
Pedro cambió las reglas de sucesión del trono después de que exilió a su hijo, Alexis, que se opuso a las reformas de su padre y se presentó como figura de grupos antirreformistas. Una nueva ley expedida por Pedro I proporcionaba al zar la decisión de elegir a su sucesor, pero Pedro no lo hizo antes de su muerte en 1725. En las décadas que siguieron, la ausencia de reglas para la sucesión dejó a la monarquía abierta a intrigas, conspiraciones y varios golpes de Estado. En adelante, el factor crucial para acceder al trono fue el apoyo de la guardia de élite del palacio en San Petersburgo.

Después de la muerte de Pedro, su esposa, Catalina I, subió al trono. Pero cuando ella murió en 1727, el nieto de Pedro fue coronado zar como Pedro II. En 1730, Pedro II sucumbió ante la viruela, y Ana Ioánnovna, hija de Iván V, que había sido co-zarina con Pedro, ascendió al trono. El Supremo Consejo Imperial, que colocó a Ana en el trono, le impuso muchas condiciones. En su lucha contra esas restricciones, Ana tuvo que apoyar a los nobles, temerosos de que la oligarquía reinara sobre la autocracia. Así, el principio de la autocracia recibió gran apoyo en ese caótico conflicto por el trono.

Catalina I de Rusia

Pedro II de Rusia

Ana I de Rusia

Ana murió en 1740, y su joven bisnieto fue proclamado zar como Iván VI. Después de varios golpes de Estado, fue remplazado por la segunda hija de Pedro: Isabel I de Rusia. Durante el reinado de Isabel, mucho más efectivo que el de sus predecesores inmediatos, se produjo la «occidentalización» de la cultura rusa. Entre los eventos culturales más destacados se encuentran la fundación de la Universidad de Moscú en 1755 y la Academia de Bellas Artes en 1757, y el surgimiento del primer científico y escolar ruso, Mijaíl Lomonósov.

Iván VI de Rusia

Isabel I de Rusia

Durante el reinado de los sucesores de Pedro, Rusia desempeñó un mayor papel en Europa. Desde 1726 a 1761, fue un aliado del Imperio austríaco contra el Imperio otomano, al cual Francia usualmente apoyaba. En la guerra de sucesión polaca (de 1733 a 1735), Rusia y Austria bloquearon al candidato al trono polaco. Al mismo tiempo, en una costosa guerra contra el Imperio otomano (1734-1739), Rusia readquirió el Puerto de Azov. El alcance más grande que Rusia tuvo con Europa fue en la guerra de los Siete Años (1756-1763), la cual tuvo lugar en tres continentes, entre Francia, el Imperio británico y numerosos aliados de los dos bandos. En esa guerra, Rusia continuó su alianza con Austria, pero esta cambió a una alianza con Francia en contra de Prusia. En 1760, las fuerzas rusas estaban a las puertas de Berlín. Afortunadamente para Prusia, Isabel murió en 1762, y su sucesor, Pedro III, alió a Rusia con Prusia por su devoción al rey prusiano Federico el Grande.

Pedro III tuvo un reinado corto e impopular. Aunque era nieto de Pedro el Grande, su padre ostentaba el título de duque de Holstein-Gottorp y fue criado en una familia luterana; por ello, los rusos lo consideraban extranjero. Haciendo caso omiso de esto y sin ocultar su concepto de Rusia, introdujo con gran resentimiento ensayos militares prusianos en la milicia rusa, atacando a la Iglesia ortodoxa y privando a Rusia de una gran victoria que cambiaría la historia de Rusia y del mundo, estableciendo una repentina alianza con Prusia. Haciendo uso de su descontento y temiendo su propia posición, la esposa de Pedro III, Catalina, depuso a su marido en un golpe de estado. Por defecto, en junio de 1762, Catalina se convirtió en Emperatriz de Rusia.

Pedro III de Rusia

Expediciones oceánicas
Pedro I legó la flota rusa a sus sucesores, pero, de Catalina I a Pedro III, ninguno de los emperadores de Rusia compartió el gran amor de Pedro hacia el mar. En las décadas que siguieron a su muerte en 1725, a los sucesores de Pedro les parecía inconcebible que una exhibición de buques de guerra fuera la mejor manera de demostrar el poder y la estatura de Rusia al mundo. Ni era prudente juzgar la flota para mantener ningún propósito inmediato: la flota de Pedro constaba de treinta navíos de línea y centenares de naves complementarias; el coste de guardar tal fuerza a flote agotaría solamente las cajas del Estado. Aún más increíble sería poner el plan de Pedro en ejecución para aumentar el tamaño de la flota y realizar su visión de crear un armada en el mar.

La Gran guerra del Norte, que duró veintiún años, había servido ya para agotar los recursos y la Hacienda rusa. Por consiguiente, hubo un período en la reducción de gastos en la flota que siguió la muerte de Pedro, y fue acompañado por una reducción marcada en la construcción de nuevas naves y en los números de marineros y oficiales. La escuela náutica y la academia marítima que Pedro había fundado, sin embargo, continuaron prosperando. Sus estudiantes y graduados se preservaron realzando las tradiciones de la navegación rusa durante el reinado de Pedro y de sus sucesores. A partir de 1716 a 1719, los rusos navegaron en una gran lodiá en el tramo que va desde Ojotsk a Kamchatka, en el territorio que había sido explorado por Vladímir Atlásov a finales del siglo XVII. Los graduados de 1720 de la academia marítima, el navegador geodésico Iván Yevréinov y Fiódor Luzhin, exploraron y trazaron las catorce islas Kuriles. La información que trajeron se convirtió en la base para la expedición bien conocida del capitán comodoro Vitus Bering. En el invierno helado de 1724, Bering alcanzó Kamchatka por tierra y a vela, en las naves construidas allí, «a lo largo de la tierra que conduce al del norte […] para buscar el sitio donde esta tierra converge con América».

El objeto principal de los navegantes rusos era encontrar un paso desde Rusia a la India y a China a través del océano Ártico. De 1728 a 1729, Bering navegó a través del Pacífico Norte en la nave San Gabriel. Entumecido por el frío viento polar, el San Gabriel y su equipo pasaron por el estrecho entre Asia y América que ahora honra su nombre y navegaron por un mar entonces no conocido (el mar de Bering), descubriendo esta ruta por segunda vez. Las descripciones finales del descubrimiento fueron compiladas después por los navegadores Iván Fiódorov y Mijaíl Gvózdev, que planearon la ruta de su exploración en 1732.

Durante su primera expedición a Kamchatka, Bering no pudo encontrar la ruta a China. Por lo tanto, en 1733, el gobierno de la emperatriz Ana de Rusia decidió organizar una nueva exploración a las costas norteñas de Siberia y del Lejano Oriente dotándola de unos medios humanos y materiales sin precedentes. Bering fue acompañado por Alekséi Chírikov.

Las naves precisadas en sus expediciones comenzaron una secuencia de descubrimientos asombrosos. En 1736-1737, la expedición al mando del teniente Stepán Malyguin rodeó la península de Yamal y alcanzó el estuario del río Obi. A la sazón, la expedición dirigida por el teniente Dmitri Ovtsyn fue enviada más lejos hacia el este, navegando por el estuario del río Yeniséi y tras la costa de la península de Guida. Los tenientes Vasili Prónchischev y Jaritón Láptev exploraron la costa de la península de Taimyr y del estuario del río Lena. El piloto de esa expedición, Semión Cheliuskin, descubrió y describió la extremidad norteña del continente asiático. Finalmente, Piotr Lasinius y Dmitri Láptev navegaron a lo largo de la orilla siberiana del estuario del Lena hasta el río Kolimá. Debido a su escala magnífica y atrevimiento, este viaje fue llamado «la Gran Expedición del Norte». Muchas áreas geográficas y aguas fueron nombradas para honrar a los oficiales rusos del siglo XVIII que primero los exploraron: el estrecho de Malyguin y el estrecho de Ovtsyn, la costa de Prónchishchev, el cabo Cheliuskin y el mar de Láptev.

Al comienzo del verano de 1741, dos barcos, el San Pedro y el San Pablo, salieron del tranquilo puerto de Petropavlovsk en las islas de Pedro y Pablo, que había sido descubierto durante la primera expedición a Kamchatka, y, bajo el mando de Bering y de Chírikov, las naves alcanzaron el continente norteamericano. Desafortunadamente, la segunda expedición de Kamchatka sería la última de Bering. Al volver de la costa de Alaska, su barco, el San Pedro, se estrelló cerca de una de las islas Komandorskiye. En esa isla, el navegante prominente cayó enfermo y murió. Sin embargo, como resultado de la segunda expedición a Kamchatka, la costa del noroeste de América fue explorada tan bien como las islas Aleutianas y Komandorskiye; eso llevó a Rusia a la posesión de Alaska, que después sería vendida a Estados Unidos en 1867.

En 1738, las naves del capitán Martin Spangberg fueron las primeras en alcanzar las costas nororientales de la isla de Sajalín y de Japón, en la gran isla del Hokkaidō. La información que recolectó durante su expedición ayudó a la compilación de la porción del este del mapa general del Imperio ruso, elaborado en 1745.

Expansión rusa bajo Catalina II

Catalina II La Grande, emperatriz de Rusia

La extensión imperial obtenida en el reinado de Catalina II trajo al imperio enormes territorios nuevos en el sur y el oeste, así como la consolidación del gobierno interno. Después de la guerra de Crimea con el Imperio otomano en 1768, Rusia adquirió por el Tratado de Küçük Kaynarca en 1774 una conexión directa al mar Negro, mientras los tártaros de Crimea se convirtieron en un estado independiente de los otomanos. En 1783, Catalina anexionó Crimea. Tras un nuevo conflicto ruso-turco (1787-1792), el Tratado de Jassy en 1792 amplió el dominio territorial de Rusia hacia el sureste, llegando al río Dniéster. Los términos del tratado redujeron las ambiciosas metas del presunto proyecto magno de Catalina: la expulsión total de los otomanos de Europa y la renovación del Imperio romano de Oriente bajo control ruso. El Imperio otomano no planteó nuevamente una amenaza seria a Rusia; al contrario, los gobernantes turcos se vieron forzados a tolerar un aumento de la influencia rusa en los Balcanes.

La expansión occidental de Rusia bajo Catalina resultó en el reparto de Polonia-Lituania. Polonia, que había sido potencia regional entre los siglos XVI y XVII, empezó a debilitarse gravemente a lo largo del siglo XVIII, mostrando continuas luchas entre su aristocracia y un creciente desorden interno; una señal evidente del debilitamiento de Polonia ocurrió cuando cada uno de sus poderosos vecinos —Rusia, Prusia y Austria— intentaron colocar a su propio candidato en el trono polaco, generando una guerra de sucesión que involucró a toda Europa. En 1772, Rusia, Austria y Prusia llegaron a un acuerdo informal para anexarse diversas porciones del territorio polaco, por la cual Rusia recibió las zonas que comprenden la actual Bielorrusia y Livonia. Después de la «primera partición», Polonia instauró un nuevo régimen que inició un programa extenso de reformas, incluida una Constitución; esto alarmó a las facciones más reaccionarias de la aristocracia polaca, que pidió a su vez la ayuda de Rusia. Usando como excusa el peligro del radicalismo liberal tras la Revolución francesa de 1789, Austria, Rusia y Prusia reclamaron la abolición de la Constitución del 3 de mayo de 1791. En 1793, Polonia volvió a ver reducido su territorio tras una invasión conjunta de sus vecinos que dio lugar a la «segunda partición». Esta vez, Rusia obtuvo la mayoría de Bielorrusia y el sector de Ucrania situado al oeste del río Dniéper. La partición de 1793 condujo a una sublevación nacionalista en Polonia contra la influencia de rusos y prusianos, la cual terminó siendo derrotada por los ejércitos de Rusia y Prusia en 1795, dando lugar a la «tercera partición» en ese mismo año. El territorio polaco que aún se mantenía independiente fue repartido por ambos invasores. Consecuentemente Polonia desapareció del mapa político internacional.

Aunque integrar parte del territorio de Polonia a su imperio significó apoderarse de nuevas tierras fértiles, esto también creó nuevas dificultades para el Imperio ruso. Al perder a Polonia como «Estado colchón», Rusia tuvo que compartir frontera desde entonces con dos grandes potencias: Prusia y Austria, que podrían ser eventuales rivales. Además, el Imperio ruso llegó a ser más étnicamente heterogéneo que antes, al absorber a una gran cantidad de etnias, tales como los ucranianos, los bielorrusos o los judíos. Al principio, los ucranianos y los bielorrusos, que en su mayoría trabajaban como siervos bajo el dominio polaco, cambiaron poco su situación bajo poder ruso. Los polacos, tradicionalmente católicos y herederos de una antigua potencia, se resentían a perder su independencia económica y cultural, siendo un pueblo difícil de controlar, y efectuando a lo largo del siglo XIX varias sublevaciones fallidas contra los rusos. Rusia había suprimido los derechos de los judíos del imperio en 1742 y los había considerado desde entonces como población extranjera. Un decreto de 3 de enero de 1792 inició formalmente el régimen de la Zona de Asentamiento, según el cual los judíos estaban autorizados a residir libremente solo en la parte más occidental del Imperio y sin acercarse a los grandes núcleos urbanos rusos. Ello inició una etapa de antisemitismo de Estado que en períodos posteriores del Imperio degeneró en formas de discriminación violentas, como los pogromos. También a fines del siglo XVIII, Rusia suprimió la autonomía de Ucrania al este del río Dniéper, la de los territorios bálticos y la de varias áreas pobladas por cosacos. Así, ordenó la supresión de la Sich de Zaporiyia, vulnerando el Tratado de Pereyaslav de 1654. Con su énfasis en un imperio uniformemente administrado, Catalina II —aunque era alemana de origen— puso las bases de una política de rusificación que en sus últimos años de reinado ya se había impulsado, y que sería ejecutada más intensamente por sus sucesores.

Los historiadores han discutido la sinceridad de Catalina como monarca representativa de la Ilustración, pero pocos han dudado que creyó realmente en el activismo del «gobierno dirigido», desarrollando al máximo los recursos del Imperio y haciendo su Administración más eficaz. Inicialmente, Catalina procuró racionalizar procedimientos del gobierno mediante modificaciones en las leyes. En 1767, creó la Comisión Legislativa, formada por nobles, grandes terratenientes y otros aristócratas, para codificar las leyes de Rusia. Aunque la comisión no formuló un nuevo código legal, la Instrucción a la Comisión de Catalina introdujo a algunos rusos al pensamiento político y legal occidental.

Durante 1768-1774, en la guerra contra el Imperio otomano, Rusia experimentó una agitación social importante causada por la sublevación de Pugachiov. En 1773, un cosaco del Don llamado Yemelián Pugachiov declaró ser el destronado zar Pedro III, rechazando la autoridad de la emperatriz Catalina. Otras comunidades y agrupaciones cosacas, además de varias etnias turcomanas que sentían el choque del Estado centralizado ruso, junto a trabajadores industriales en los montes Urales, así como los campesinos que esperaban escapar a la servidumbre, se unieron mutuamente en una rebelión de alcance masivo. La preocupación principal del régimen imperial era entonces la guerra contra Turquía, y ello permitió a los rebeldes de Pugachiov tomar control de una gran zona de territorio en la cuenca del río Volga. No obstante el ejército regular derrotó ferozmente la rebelión en 1774.

La sublevación de Pugachiov alentó la determinación de Catalina para reorganizar la administración provincial de Rusia. En 1775, dividió Rusia en provincias y distritos según las estadísticas de la población. Se otorgó a cada provincia una ampliada administración, destacamentos de policía y un aparato judicial. Los nobles tuvieron que servir no superando el tiempo establecido para el gobierno central —pues la ley así lo había requerido desde tiempos de Pedro el Grande—, y muchos de ellos recibieron papeles significativos en administrar gobiernos provinciales, con lo cual la autoridad imperial confiaba tales puestos a aristócratas de confianza, obedientes al zar y que aseguraban que el poder central llegase a cada rincón del Imperio.

Catalina también procuró organizar a la sociedad en grupos sociales bien definidos y estratificados. En 1785 publicó las cartas a los nobles y señores del pueblo. La Carta de la Nobleza confirmó la liberación de los nobles respecto del servicio obligatorio y les dio derechos como clase privilegiada y servidora directa de la autocracia rusa. La Carta de las Ciudades probó ser más complicada y, en última instancia, mucho menos acertada que la publicada para los nobles. No se llegó a publicar una carta similar para los campesinos ni para mejorar las condiciones de la servidumbre.

La «occidentalización» de Rusia continuó durante el reinado de Catalina. Un aumento en el número de libros y de periódicos también trajo consigo debates intelectuales y la crítica social propia de la Ilustración rusa. En 1790, Aleksandr Radíschev publicó su libro, El Viaje de San Petersburgo a Moscú, un ataque feroz contra el sistema de servidumbre y contra la autocracia. Catalina, recelosa de la Revolución francesa, hizo que Radíschev fuese arrestado enviándolo a Siberia. Radíschev ganó más adelante el reconocimiento de padre del radicalismo ruso.

Catalina terminó de desarrollar muchas de las políticas de Pedro el Grande y fijó las bases para la expansión imperial del siglo XIX. Hizo construir el Palacio Pávlovsk para su hijo Pablo, que forma parte del Patrimonio Cultural de Rusia. Rusia se convirtió en un país capaz de competir a la vez que también rivalizar con sus vecinos europeos en las esferas militares, políticas y diplomáticas. La élite de Rusia acabó por convertirse en el terreno cultural en una de las más cultas, tal y como sucedía en los países de la Europa Central y Occidental de la época. No obstante, la organización de la sociedad y del sistema de gobierno, las grandes instituciones centrales a la administración provincial de Catalina, seguía siendo la misma sociedad dividida en estratos sociales cuidadosamente delimitados y donde la movilidad social era difícil, tal como se había previsto desde tiempos de Pedro I, no produciéndose ningún cambio en tal sentido hasta la emancipación de los siervos en 1861 y, en algunos aspectos, hasta la caída de la monarquía en 1917. Catalina dio un empuje para la expansión rusa hacia el sur, incluyendo el establecimiento de Odesa como el principal puerto mercantil ruso en el Mar Negro, con tal de que sirviese como base para el comercio del grano del siglo XIX.

A pesar de tales realizaciones, el imperio que Pedro I y Catalina II habían construido seguía enfrentando problemas fundamentales. Una élite pequeña de «europeizados», enajenada de la masa de rusos ordinarios, planteó preguntas sobre la misma esencia de la historia, de la cultura, y de la identidad de Rusia. Rusia alcanzó su preeminencia militar por confianza en la coerción y en una economía dirigida por la corte imperial, bastante primitiva y principalmente basada en el sistema de servidumbre para actividades económicas primarias como la agricultura, la minería y la ganadería. El desarrollo económico de Rusia era insuficiente para las necesidades del siglo XVIII; estaba muy alejado aún del grado de transformación que la temprana Revolución industrial causaba en países occidentales. La tentativa de Catalina para organizar la sociedad rusa en rígidos estamentos corporativos hizo frente al temprano desafío de la Revolución francesa, que propugnaba una ciudadanía individual. La extensión territorial y la incorporación de Rusia de un número en aumento de no rusos en el imperio fijaron el escenario para el problema futuro de las nacionalidades. Finalmente, la primera cuestión de la servidumbre y la autocracia en los argumentos morales presagiaron el conflicto entre el Estado y la intelectualidad que llegó a ser dominante en el siglo XIX.

Durante inicios del «Ochocientos», la población, los recursos, la diplomacia internacional y las fuerzas militares de Rusia la hicieron uno de los Estados de mayor poderío del mundo. Su poder le permitió desempeñar un papel cada vez más activo en los asuntos de Europa. Este papel llevó al Imperio a participar años después en una serie de guerras contra Napoleón, que tendrían consecuencias de gran envergadura para Rusia y el resto de Europa. Después de aceptar la Ilustración con entusiasmo durante el siglo XVIII, la élite de Rusia se tornó en un opositora activa de las tendencias de liberalización en Europa central y occidental desde 1789.

Internamente, la población de Rusia había crecido en diversidad con cada adquisición territorial. La población incluía ahora luteranos fineses, alemanes bálticos, estonios y lituanos; había también católicos lituanos, polacos y algunos letones, ortodoxos bielorrusos y ucranianos, musulmanes a lo largo de la frontera meridional del Imperio y, en el este, griegos ortodoxos y de sakartvelos, y miembros de la Iglesia apostólica armenia.

Con la influencia occidental, la oposición a la autocracia rusa fue aumentando. El régimen reaccionó creando una especie de policía secreta, así como también imponiendo la censura para acortar las actividades de las personas que abogaban por el cambio o los movimientos nacionalistas en el interior del Imperio. Y siguió confiando en su economía basada en la esclavitud como una herramienta destinada a servir como apoyo a las clases altas, al Gobierno y a las fuerzas militares.

Guerra y paz en Rusia, 1796-1825

Pablo I de Rusia

Catalina II murió en 1796, y la sucedió su hijo Pablo (r. 1796-1801). Dolorosamente enterado de que Catalina había considerado en nombrar a su hijo Alejandro como zar, Pablo instituyó una primogenitura en la línea masculina como la base para la sucesión. Era una de las reformas que fueron realizadas durante el breve reinado de Pablo I. Él también sostuvo la Compañía ruso-estadounidense, la cual condujo a Rusia a la adquisición de Alaska. Pablo era generoso pero volátil, y su generosidad para con los siervos le provocó el tener un gran número de enemigos.

Como superpotencia europea, Rusia no podía escapar a las guerras que implicaban a la Francia revolucionaria y napoleónica. Pablo se convirtió en un opositor firme a Francia, y Rusia, unida junto con el Reino Unido y el Imperio austríaco en la Segunda Coalición, entablaron una guerra contra Francia. En 1798-1799, las tropas rusas, comandadas por uno de los generales más famosos del país, Aleksandr Suvórov, realizaron brillantes campañas en la República Cisalpina y en Suiza. La ayuda de Pablo a la Orden de Malta y la tradición rusa de los caballeros de Malta, junto con sus políticas liberales hacia las clases más bajas, y el descubrimiento de la corrupción en la Hacienda, impulsaron al zar a llevar a cabo una reforma que selló su destino, pues el zar Pablo I fue asesinado en 1801.

El nuevo zar, Alejandro I de Rusia (r. 1801-1825), llegó el trono como resultado del asesinato de su padre, y en donde se rumoreaba que él mismo había tomado parte. Preparado para el trono por Catalina II en la ilustración y el arte, Alejandro también tenía una inclinación hacia el romanticismo y el misticismo religioso, particularmente en el último período de su reinado. Alejandro ocupado vanamente con los cambios en el Gobierno central, provocaron la sustitución de las universidades que Pedro el Grande había instalado con los ministerios, pero sin un primer ministro que coordinara todo ello. El principal consejero del zar Mijaíl Speranski, brillante hombre de Estado y un adelantado a su tiempo, propuso una reforma constitucional extensa del Gobierno. Empero, Alejandro lo despidió en 1812 y perdió todo interés en dichas reformas.

El foco primario de Alejandro no estaba en la política doméstica, sino en los asuntos extranjeros y, particularmente, en Napoleón. Temiendo las ambiciones expansionistas y el crecimiento de Napoleón gracias al gran ejército que logró crear el Emperador francés, Alejandro firmó una coalición en su contra, junto a Gran Bretaña y Austria. Napoleón derrotó a los rusos y a los austríacos en la batalla de Austerlitz en 1805 y derrotó a los rusos en la batalla de Friedland en 1807. Alejandro fue forzado a pedir la paz, y por los tratados de Tilsit, firmados en 1807, él se hizo aliado de Napoleón. Rusia no perdió mucho territorio bajo dicho tratado, y al contrario, Alejandro hizo uso de su alianza con Napoleón para expansionarse. Por la Guerra finlandesa ganó el gran ducado de Finlandia (que es como se llamaba entonces a Finlandia) a Suecia en 1809 y adquirió Besarabia a Turquía como resultado de la Guerra Ruso-Turca de 1806-1812.

La alianza ruso-francesa gradualmente se filtró. Napoleón fue referido sobre las intenciones de Rusia en los estrechos estratégico vitales del Bósforo y los Dardanelos. Al mismo tiempo, Alejandro vio como el Gran Ducado de Varsovia reconstituía al estado polaco con la suspicacia de estar controlado por el Primer Imperio francés. El requisito de ensamblar el Bloqueo Continental ambos imperios contra Gran Bretaña era una interrupción seria al comercio ruso, y en 1810 Alejandro negó la obligación.

En junio de 1812 Napoleón invadió Rusia con 600.000 soldados —una fuerza dos veces más grande que el ejército regular ruso. Napoleón esperaba infligir una derrota importante en los rusos y forzar a Alejandro para demandar la paz, pero la resistencia rusa fue tenaz, el invierno ruso, junto a la política de tierra quemada trajo a Napoleón una derrota desastrosa: ¡¡¡Menos de 30.000 de sus tropas volvieron a su patria, y tras la retirada francesa, los rusos los persiguieron por Europa hasta las mismísimas puertas de París!!!

Después de que los aliados derrotaran a Napoleón, Alejandro se conocía como el salvador de Europa, y él desempeñó un papel prominente en rediseñar del mapa de Europa en el Congreso de Viena en 1814-15 En el mismo año, Alejandro impulsó la creación de la Santa Alianza un acuerdo en virtud del cual, las naciones implicadas invocaban los principios cristianos, previendo mantener en sus relaciones políticas los «preceptos de justicia, de caridad y de paz»,​ con el objetivo de contener el liberalismo y el secularismo que se había implantado en Europa fruto de la Revolución francesa. Más pragmática, en 1814, Rusia, Gran Bretaña, Austria y Prusia habían formado la Alianza Cuádruple. Los aliados crearon un sistema internacional para mantener el statu quo territorial y para prevenir el resurgimiento de una Francia expansionista. La cuádruple alianza, confirmada por un número de conferencias internacionales, aseguró la influencia de Rusia en Europa.

Al mismo tiempo, Rusia continuó su expansión. El Congreso de Viena creó la Polonia del Congreso, país al cual Alejandro concedió una constitución. Así, Alejandro fue el monarca constitucional de Polonia mientras que era el zar autocrático en la restante Rusia (la primera constitución rusa data de 1906). Él era también el monarca limitado de Finlandia, que había sido anexada en 1809 y tenía concedida la categoría de estado autónomo. Rusia 1813 ganaba territorio en el área de Bakú del Cáucaso a expensas de Persia. Asimismo comienza la Guerra del Cáucaso. Por el temprano siglo XIX, el Imperio también era arraigado firmemente en Alaska. Los historiadores han convenido generalmente que un movimiento revolucionario fue llevado durante el reinado de del joven Alejandro I: los oficiales que habían perseguido a Napoleón en Europa occidental volvieron a Rusia con ideas revolucionarias, incluyendo: Derechos humanos gobierno representativo y democracia total.

La occidentalización intelectual que había sido fomentada en el siglo XVIII por un estado ruso paternalista, autocrático, ahora incluyó en la oposición la autocracia con demandas para el desarrollo de un gobierno representativo, las llamadas para la abolición de la servidumbre y, en algunos casos, la idea de un derrocamiento revolucionario del gobierno. Los oficiales eran insensatos particularmente al ver que Alejandro había concedido a Polonia una constitución mientras que Rusia permanecía sin una. Varias organizaciones clandestinas se preparaban para una sublevación cuando Alejandro murió inesperadamente en 1825. Después de su muerte, había confusión sobre quién lo sucedería porque el siguiente en línea, su hermano Constantino Pávlovich había abandonado su derecho al trono. Un grupo de oficiales que ordenaban a cerca de 3.000 hombres rechazó jurar lealtad al nuevo zar, el hermano de Alejandro. Nicolás I de Rusia proclamó en cambio su lealtad a la idea de una constitución rusa. Debido a que estos acontecimientos ocurrieron en diciembre de 1825 llamaron a los rebeldes «decembristas». Nicolás superó fácilmente la rebelión, y los decembristas que seguían estando vivos fueron arrestados. Muchos fueron exiliados a Siberia.

Rusia bajo Nicolás I

Nicolás I de Rusia

Nicolás I Pávlovich (1796-1855) fue el zar de Rusia desde 1825 hasta su muerte en 1855. Durante su periodo transcurre la mayor parte de la Guerra del Cáucaso.

Nicolás careció totalmente de la grandeza espiritual e intelectual del hermano, él hizo su papel, el de un autócrata paternal que gobernaba a su gente de cualquier manera. Después de la experiencia de la Revuelta Decembrista, Nicolás estaba determinado a controlar a la sociedad rusa. En 1826, instauró una sección de policía secreta, la tristemente célebre Tercera Sección de la Cancillería de Su Majestad Imperial. Dicha sección, la predecesora de la Ojrana, creó una red enorme de espías y de informadores. A través de esta, el gobierno ejercía la censura encargándole el control de la educación, la prensa, la literatura, y todas las manifestaciones de la vida pública y llegando a intervenir hasta la correspondencia privada del desterrado poeta Aleksandr Pushkin con su esposa. En 1833 el ministro de Educación, Serguéi Uvárov, promulgó la doctrina «Ortodoxia, Autocracia y Nacionalismo» como el principio guía del régimen, en contraposición al revolucionario eslogan francés Liberté, égalité, fraternité. De esta manera la sociedad rusa debía demostrar lealtad a la autoridad ilimitada del zar, a las tradiciones de la Iglesia ortodoxa rusa y a la nación rusa. Estos principios, lejos de satisfacer a la población, por el contrario, condujeron a una represión generalizada, a la discriminación de las nacionalidades no rusas así como de las religiones o confesiones distintas de la confesión ortodoxa rusa. Por ejemplo, el gobierno forzó a la Iglesia ortodoxa georgiana a aceptar la regla sinódica de la rusa. Con Polonia ocupada, comenzó la Revolución polaca del 29 de noviembre de 1830 contra la opresión rusa. En 1832, Nicolás suprimía la Constitución polaca de 1815, desterrando de ese modo las esperanzas de la sociedad rusa de contar con una constitución propia, tal y como lo habían exigido los decembristas.

El énfasis oficial en el nacionalismo ruso contribuyó a una discusión sobre el lugar de Rusia en el mundo, el significado de la historia rusa y el futuro de Rusia. Un grupo, los occidentalizadores (západniki), consideraba que Rusia seguía siendo atrasada y primitiva, carente de constitución, oprimida por la servidumbre, pudiendo progresar solamente europeizándose más. El otro grupo, denominado eslavófilo, defendía la especificidad de los eslavos, de su cultura de comuna (obschina), de sus costumbres, oponiéndose a Occidente y su cultura y costumbres. Los eslavófilos vieron a la mentalidad eslava como fuente de la integridad de Rusia. Algunos de ellos creyeron que la obschina rusa, o Mir, ofrecería una alternativa atractiva al capitalismo occidental y podría hacer de Rusia un salvador social y moral potencial. La eslavofilia pretendía representar una forma rusa del mesianismo.

A pesar de las represiones de este período, Rusia experimentó un florecimiento de la literatura y las artes. A través de la obra de Aleksandr Pushkin, Nikolái Gógol, Iván Turguénev y muchos otros, la literatura rusa ganó estatura y reconocimiento internacional. El ballet clásico tomó la raíz en Rusia después de su importación de Francia y la música clásica se estableció firmemente con las composiciones de Mijaíl Glinka (1804-1857).

Guerra de Crimea
Siguiendo un conflicto en Belén entre los católicos protegidos por Francia y los ortodoxos protegidos por Rusia, las relaciones entre la Rusia imperial y el Imperio otomano se encontraban en la peor situación hasta el punto de declararse la guerra.

Sin embargo esta riña de monjes en iglesias en la Tierra Santa fue un pretexto. El negocio es ajustado por los turcos a favor del clero ortodoxo, pero la Rusia requería al sultán de garantías a favor de todo cristiano ortodoxo del imperio; pero las razones reales fueron ambiciones de Rusia, ansioso por anexar Constantinopla y el mar de Mármara para alcanzar el mar Mediterráneo. Siguiendo la negativa de los turcos, el zar invade Moldavia y Valaquia, ocupados en julio de 1853. Turquía declara la guerra a Rusia el 4 de octubre de 1853. Al Imperio otomano se le unen entonces franceses, británicos, y sardos. La flota turca es destruida por el escuadrón ruso en el puerto de Sinope, el 30 de noviembre de 1853.

El 10 de abril de 1854, la flota franco-británica bombardeó durante 12 horas Odesa, el principal puerto mercantil del sur de Rusia, provocando una reacción negativa de la prensa europea, porque buena parte de los vecinos de la ciudad eran inmigrantes de Europa Occidental. Para cambiar la situación, los aliados decidieron desembarcar en Crimea y atacar la principal base naval rusa en el Mar Negro, Sebastopol.

Después de su desembarco en Crimea el 14 de septiembre de 1854, los aliados derrotaron a las fuerzas rusas en la batalla del río Almá el 20 de septiembre, y después empezaron el sitio de Sebastopol. Durante la guerra se enfrentaron en las batallas de Balaklava el 25 de octubre y de Inkermán el 5 de noviembre.

La caída de la Torre Malájov el 8 de septiembre de 1855, llave de la ciudad, tumba a las manos de francés, controlada por el mariscal Patrice de Mac-Mahon, notablemente famoso por esta victoria durante la que él pronunció su famoso «¡Yo estoy allí! ¡Yo permanezco allí!», arrastrando en otoño la ciudad. Con el advenimiento del Zar Alejandro II, las conversaciones de paz comenzaron, concluyendo en el Tratado de París, firmado el 30 de marzo de 1856.

Desarrollo económico
Los siglos XIX tardío y XX fueron tiempos de crisis para el Imperio. No solo la tecnología y la industria se desarrollaron más rápido en occidente, sino también nuevos, dinámicos y competitivos poderes en el teatro mundial: Otto von Bismarck unificó Alemania en la década de 1860, la post-guerra civil estadounidense, hizo que creciera como potencia, y Japón emergió de la Restauración Meiji. Aunque Rusia se estaba expandiendo gigantemente sobre Asia Central, rodeando al Imperio otomano, el Imperio persa, el Raj británico y el Imperio chino, no podía generar suficiente capital para sostener el rápido avance tecnológico o comerciar con avanzados países una base comercial.

En la última mitad del siglo XIX, la economía rusa se desarrolló más lentamente que lo hicieron en las demás potencias del mundo. La población de Rusia era sustancialmente mayor a la de los países desarrollados del Oeste, pero la vasta mayoría vivía en comunidades rurales, con poca tecnología y primitiva agricultura. La industria en general, tuvo una participación mayor que en occidente, pero en sectores específicos se desarrollaba con una iniciativa primitiva, alguna de esta extranjera. Entre 1850 y 1900, la población rusa se duplicó, pero se mantuvo estrictamente rural hasta el siglo XX. La población de Rusia entre 1850 y 1910 tuvo la mayor tasa de natalidad de todos los grandes poderes y naciones en desarrollo, con excepción de Estados Unidos.

La agricultura, con la tecnología menos desarrollada, se mantuvo en las manos de las antiguas familias de siervos y granjeros, que juntos componían cuatro quintos de la población rural. Los terrenos algunos de más de cincuenta kilómetros cuadrados componían un 20 por ciento escaso de las tierras fértiles, pero pocos de esos terrenos trabajaban eficientemente y a gran escala. Granjas a pequeña escala y la población rural incrementó la tierra usada para la agricultura de subsistencia, y la cada vez más numerosa masa de campesinos empobrecidos pedía más tierras, en el Turquestán los granjeros pedían desviar los ríos Amu Daria y Sir Daria, que alimentan al mar de Aral, la ley se hizo de la vista gorda y el emperador Alejandro III de Rusia decreto una ley de protección recursos en el territorio ruso, esto ahogó las expectativas de desviar los ríos, que se retomaron en los años 1960s en la Unión Soviética. Durante la época soviética comenzó el proyecto de desviar el agua de los ríos Amu Daria y Sir Daria para regar cultivos en Uzbekistán y Kazajistán.

El crecimiento industrial era insignificante, aunque inestable, y en términos absolutos no era extensivo. Las regiones industrializadas de Rusia incluían a Moscú, las regiones centrales de la Rusia europea, Ingermanland, el mar Báltico, enfocado en Riga, Polonia, el río Don, el Dniéper y los Urales. En 1890 Rusia tenía vías ferrocarrileras y 1,4 millones de empleados de fábrica. Entre 1860 y 1890, la producción anual de carbón había crecido cerca de un 1200 por ciento a más de 6,6 millones de toneladas, y la producción de hierro y acero se había duplicado a más de 2 millones de toneladas por año. El plan estatal se había duplicado, pero, la deuda y los gastos se habían cuadruplicado, constituyendo el 28 por ciento de los gastos oficiales en 1891. La exportación era inadecuada para lo que el imperio necesitaba. Hasta que el estado introdujo tarifas industriales estratosféricas en 1880, esto no pudo financiar el comercio porque no era suficiente para cubrir las deudas.

Las reformas y sus límites

Alejandro II de Rusia

El zar Alejandro II, que sucedió a Nicolás I en 1855, era un conservador que no vio otra alternativa más que implementar un cambio. Alejandro inició reformas sustanciales en la educación, el gobierno, la judicatura y el ejército. En 1861 proclamó la emancipación de casi 20 millones de siervos. Las comisiones locales, que eran los poseedores de las tierras, efectuaron la emancipación dándoles a los siervos libertad limitada. La antigua servidumbre se mantuvo en las aldeas, pero requirieron pagos del gobierno casi por cincuenta años. El gobierno compensó a los terratenientes emitiendo finanzas.

El imperio que había compensado a más de 50.000 terratenientes que poseían más de 1,1 km² seguirían sin siervos y estos continuarían proveyendo líderes políticos y administrativos en el campo. El Gobierno también esperaba que el campesinado produjera suficientes alimentos para ellos y para la exportación, ayudando así a financiar los gastos, importaciones y la gran deuda externa. Ninguna de las expectativas del Gobierno eran realistas, la emancipación dejó descontentos tanto al terrateniente como al campesino. El nuevo campesinado pronto se atrasó en los pagos al Gobierno porque la tierra que recibían era pobre y porque los métodos de ganadería rusa eran inadecuados. Los antiguos poseedores de tierras tuvieron que venderlas para quedar como solvente, ya que la mayoría no podía manejar la tierra sin los siervos. Además, el valor de los créditos gubernamentales cayeron de igual modo.

Las reformas en el gobierno local siguieron de cerca la emancipación. En 1864 gobiernos locales de la parte europea rusa fueron organizados en provincias y en zemstvos o distritos, que fueron compuestos por representantes de todas las clases y eran responsables de las escuelas locales, salud pública, caminos, prisiones, suministro de alimentos, y otros tratos. En 1870 las dumas o consejos elegidos para la ciudad, fueron formadas. Dominado por los dueños y obligada por los gobernadores provinciales y la policía, los zemstvos y las dumas aumentaron los impuestos y el trabajo impuesto para apoyar sus actividades.

En 1864, el régimen puso en ejecución la Gran Reforma Judicial. En ciudades importantes, estableció cortes de estilo occidental con jurados. En general, el sistema judicial funcionó con eficacia, pero el gobierno careció de las finanzas y la influencia cultural para extender el sistema judicial a las aldeas, en donde la justicia campesina tradicional continuó funcionando con interferencia mínima de funcionarios provinciales. El sistema judicial ruso fue moldeado a las leyes francesas y alemanas contemporáneas. Cada caso tuvo que ser decidido sobre sus méritos y no sobre precedentes. Seguía habiendo este acercamiento desde que otras reformas importantes ocurrieron en las esferas educativas y culturales. La ascensión de Alejandro II trajo una restauración social, de lo cual requirió una discusión pública de ediciones y la elevación de algunos tipos de censura. Cuando hubo una tentativa de asesinar el zar en 1866 el gobierno reinstaló la censura, pero no con la severidad del control anterior a 1855. El gobierno también puso restricciones en las universidades en 1866 cinco años después de que habían ganado la autonomía los campesinos y siervos. El gobierno central procuró actuar con los zemstvos para establecer los planes de estudios uniformes para las escuelas primarias y para imponer políticas conservadoras, pero careció recursos, porque muchos profesores y funcionarios liberales de la escuela estaban solamente nominados conforme al ministerio reaccionario de la educación, sin embargo, los logros educativos del régimen fueron mixtos después de 1866.

En la esfera financiera, Rusia estableció el banco del estado en 1866, que dio a la divisa nacional estabilidad y firmeza. El ministerio de las finanzas apoyó el desarrollo del ferrocarril, que facilitó actividad vital de la exportación, pero era cauteloso y moderado en sus empresas extranjeras. El ministerio también fundó el Banco campesino de las Tierras en 1882 para permitir a granjeros emprendedores adquirir más tierra. El ministerio de asuntos internos contradijo esta política, sin embargo, estableció el Banco de tierra de los nobles en 1885 para prevenir ejecuciones hipotecas.

Alejandro III de Rusia

El imperio también intentó reformar a los militares. Una de las principales razones de la emancipación de los siervos debía facilitar la transición al ejército de reserva, moderno y más operativo, instituyendo recaudaciones y la movilización territorial en épocas de necesidad. Antes de la emancipación, los siervos no podrían recibir el entrenamiento militar y después volver a sus dueños. La inercia burocrática, sin embargo, obstruyó reforma de los militares hasta que la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) demostró la necesidad de construir un ejército moderno. El sistema de gravamen introducido por Dmitri Miliutin en 1874 dio al ejército un papel en la enseñanza de muchos campesinos a leer y en iniciar la educación médica para las mujeres. Pero el ejército seguía siendo antiguo a pesar de estas reformas militares. Los oficiales prefirieron a menudo bayonetas a las balas, expresando la preocupación de que las miras de largo alcance en los rifles inducirían cobardía. A pesar de algunos logros notables, Rusia no mantuvo paso con progresos tecnológicos occidentales: la construcción de rifles, de las ametralladoras, de la artillería, de naves, y de la artillería naval. Rusia tampoco pudo utilizar la modernización naval como los medios de desarrollar su base industrial en la década de 1860.

En 1881, los revolucionarios asesinaron a Alejandro II. Su hijo Alejandro III comenzó un periodo de reacción política que intensificó un movimiento contrarreformista que había empezado en 1866. Él fortaleció a la policía de seguridad y la reorganiza en una agencia conocida como el Ojrana, le dio poderes extraordinarios, y la puso bajo el Ministerio de Asuntos Interiores. Dmitri Tolstói, el ministro de Alejandro de asuntos interiores, instituyó el uso de terratenientes que eran inspectores de distrito y él restringió el poder de los zemstvos y las dumas. Alejandro III asignó a su antes tutor, el reaccionario Konstantín Pobedonóstsev, el ser el procurador del Santísimo Sínodo Gobernante de la Iglesia ortodoxa rusa e Iván Deliánov para ser el ministro de Educación. En sus esfuerzos de «salvar» a Rusia del «modernismo», ellos reavivaron la censura religiosa, poblaciones no-ortodoxas y no rusas fueron perseguidas, generando antisemitismo, y suprimió la autonomía de las universidades. Sus ataques en los elementos liberales y no rusos alienaron segmentos grandes de la población. Las nacionalidades, particularmente los polacos, fineses, letones, lituanos, y ucranianos, reaccionados ante los esfuerzos del régimen a rusificarlos, intensificaron su propio nacionalismo. Muchos judíos emigraron o unieron movimientos radicales. Las organizaciones confidenciales y los movimientos políticos continuaron desarrollando a pesar de los esfuerzos del régimen para sofocarlos.

Nicolas II de Rusia

Imperialismo en Asia y la guerra contra Japón
En los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, varios países occidentales compitieron por influencia, comercio y territorio en Asia Oriental. Mientras, Japón se esforzaba por convertirse en una gran potencia moderna.

La situación geográfica de Japón lo alentó a enfocarse en Corea y el norte de China, lo que chocaba con los intereses expansionistas rusos. El esfuerzo japonés por ocupar Corea condujo a la primera guerra sino-japonesa. La derrota china por parte del Japón condujo al Tratado de Shimonoseki (17 de abril de 1895), por el cual China renunciaba a sus reclamaciones sobre Corea, cediendo además Taiwán y Lüshunkou (a menudo llamado Port Arthur). Sin embargo, la presión occidental (por parte de Rusia, Gran Bretaña y Francia) obligó al Japón a devolver Port Arthur y Manchuria a China (Triple Intervención del 23 de abril de 1895).

Tras la revuelta de los bóxers chinos de 1898, e incumpliendo la promesa hecha al Japón, los rusos negociaron con China un arrendamiento de 25 años de la base naval, un puerto libre de hielos para su flota de Extremo Oriente. Mientras tanto, soldados rusos ocupaban Manchuria y el norte de Corea, amenazando la influencia japonesa en Corea (cuyo gobierno seguía siendo controlado en la sombra por China, pese a la independencia que le otorgara Japón). El gobierno coreano concedió a Rusia una base naval próxima a las costas japonesas, en un intento de ofrecer una doble amenaza a Japón, la de Rusia y la de China.

Rusia aprovechó la desestabilización de la zona y en 1896 se firmó un acuerdo con China para el uso de Port Arthur como base ubicada al extremo de la península de Kuan-Tong y la parte extrema de la península de Liao Yang, ahora perteneciente a Manchuria, así como el libre acceso ruso a todos los puertos chinos. Más adelante, en 1898 los rusos impidieron el uso de Port Arthur a los mismos chinos, y se empezó a ejercer el control que el Japón había deseado cuatro años atrás. Esto fue un desafío para el Imperio japonés y provocó la desaprobación de Inglaterra, quien vio al gigante ruso como una amenaza a sus posesiones británicas y su provechoso comercio asiático.

Inglaterra, en una hábil maniobra diplomático-estratégica, consiguió la cesión de Wei-Ha-Wie, un emplazamiento portuario a solo 40 km de Port Arthur, y de este modo se buscó la neutralización de las pretensiones rusas. Sin embargo, los rusos unían este puerto con el Transiberiano mediante la construcción de una vía de ferrocarril. Esto hizo pensar a Inglaterra que Rusia deseaba consolidarse militarmente en la región y buscó la alianza con Japón.

En 1902, Inglaterra firmó una alianza con Japón, y entre las cláusulas de dicho tratado figuraba la construcción de unidades navales para Japón que se puso de inmediato en marcha, así como la aceleración en la entrega de las unidades ya encargadas. Inmediatamente se aprobó un plan de rearme naval de 200 000 toneladas denominado «Esperanza y determinación» y se encargaron a Inglaterra 6 acorazados, 4 cruceros acorazados, 2 cruceros ligeros, 16 destructores y 10 torpederos. Otras unidades fueron encargadas a Francia, Italia e incluso Alemania y EE.UU. En Japón se empezó la construcción acelerada de 10 torpederos y 8 destructores. Se comenzó un programa de adiestramiento del personal de la Armada Imperial Japonesa de 15.100 hombres hasta incrementarse a 40.800 marineros y oficiales.

Al considerar que la penetración rusa en Corea y Manchuria suponía un riesgo para su seguridad nacional, Japón exigió a Rusia que abandonase Manchuria, en cumplimiento de los acuerdos de 1900. Rusia dilató las conversaciones diplomáticas durante dos años y Japón, harto de esperar en vano una respuesta, rompió las relaciones diplomáticas el 6 de febrero de 1904. El recién modernizado Ejército Imperial Japonés se hallaba más que preparado para enfrentarse a las fuerzas que Rusia había estacionado en Asia al inicio de la contienda, que representaban solo una pequeña parte de las tropas del zar.

Guerra de 1904
Para 1904, Japón ya contaba con una serie de bases logísticas distribuidas en el mar Amarillo y además con unidades navales de primera mano, a diferencia de Rusia que tan solo tenía dos bases muy distantes y estratégicamente desubicadas: Port Arthur y Vladivostok, así como unidades navales ya anticuadas. La batalla de Chemulpo fue una batalla naval que se libró el 9 de febrero de 1904 en el puerto del mismo nombre, en Corea. A finales de ese año Japón contaba con:
  • 7 acorazados: Asahi, Mikasa, Yashima, Fuji, Shikishima, Hatsuse, Chin-Yen.
  • 8 cruceros acorazados: Asama, Tokiwa, Iwate, Izumo, Azuma, Yakumo, Nishin y Kasuga.
  • 5 acorazados costeros: Fuso, Hei-yen, Chiyoda, Hiyei, Kongo (el primero).
  • 17 cruceros protegidos.
  • 12 destructores.
  • 100 torpederos.
Uno de esos acorazados, el Mikasa, era el más avanzado buque de guerra de su tipo en su tiempo y había sido entregado en 1902, directo desde los astilleros británicos de Vickers Shipyard al Japón. El Chitose, otro de las mismas características, fue entregado desde San Francisco (EE.UU.). Todas estas unidades estaban al mando del almirante Heihachiro Togo.

Por el lado ruso, la situación era bastante diferente. En primer lugar, el adiestramiento era muy deficiente y la oficialidad era muy mediocre. Las unidades navales no pasaban de ser anticuados acorazados pasados de moda; la mayoría estaba concentrada en Port Arthur y una pequeña división en Vladivostok, todas al mando del almirante Aléxiev. Casi la mitad de la flota estaba además en el mar Báltico.

Unidades rusas en Port Arthur:
  • 7 acorazados: Petropavlosk, Pobieda, Poltava, Retvizan, Peresviet, Tsessariévitch, Sebastopol.
  • 4 cruceros acorazados: Bayán, Rossía, Gromoboy, Riúrik.
  • 7 cruceros acorazados: Askold, Bogatyr, Diana, Pallada, Nóvik, Variag, Boyarin.
  • 25 cazatorpederos.
Unidades rusas en el Báltico:
  • 5 acorazados en construcción: Suvórov, Borodinó, Imperator Alexander III, Orel, Slava.
  • 4 acorazados en servicio: Sissoy, Veliki, Navarín, Imperator Alexander II, Imperator Nikolái I.
  • 8 acorazados costeros.
  • 6 cruceros acorazados.
  • 9 cruceros protegidos.
  • 200 cazatorpederos y torpederos.
  • 14 cañoneros.
  • 12 submarinos.
El objetivo japonés era Port Arthur (hoy Lüshunkou, China), situado en la península de Liaotung, al sur de Manchuria, que había sido fortificado para convertirlo en una base naval mayor por los rusos. Los japoneses necesitaban controlar el mar para enfrentarse a una hipotética guerra en el continente asiático. De este modo, su primer objetivo militar fue neutralizar a la flota rusa anclada en Port Arthur. La noche del 8 de febrero, la flota japonesa, bajo el mando del almirante Heihachiro Togo, abrió fuego torpedeando sin previo aviso a los barcos rusos en Port Arthur, dañando seriamente a dos acorazados rusos. Los combates de la batalla de Port Arthur se desarrollaron a la mañana siguiente. Siguieron una serie de acciones navales indecisas, en las cuales los japoneses fueron incapaces de atacar con éxito a la flota rusa protegida por los cañones terrestres de la bahía, y los rusos declinaban abandonar la bahía hacia mar abierto, descabezados por la muerte del almirante Stepán Makárov el 13 de abril. Estas acciones proporcionaron cobertura para un desembarco japonés cerca de Incheon en Corea. Tras el desembarco, invadieron Seúl y ocuparon rápidamente el resto de la península. Para finales de abril, el ejército japonés al mando de Kuroki Itei se preparaba para cruzar el río Yalu, en el interior de la Manchuria ocupada por los rusos.

En contrapunto a la estrategia japonesa de lograr victorias rápidas para controlar Manchuria, la estrategia rusa se enfocó en acciones defensivas destinadas a ganar tiempo para que los refuerzos llegaran vía Ferrocarril Transiberiano. El 1 de mayo estalla la batalla del río Yalu, en la cual las tropas japonesas toman por asalto una posición rusa después de cruzar el río sin oposición. Fue la primera batalla terrestre de la guerra. Las tropas japonesas procedieron a desembarcar en varios puntos de la costa manchuriana, obligando a los rusos a retroceder a Port Arthur. Estas batallas, incluida la batalla de Nanshan el 25 de mayo, estuvieron marcadas por las grandes pérdidas japonesas al atacar posiciones rusas atrincheradas, pero los rusos permanecieron pasivos y no fueron capaces de contraatacar.

Japón comenzó un largo asedio de Port Arthur, fuertemente fortificado por los rusos. En agosto parte de la flota rusa intentó escapar de Port Arthur en dirección a Vladivostok, pero fue interceptada y derrotada en la batalla del Mar Amarillo. El resto de los barcos permanecieron en Port Arthur, donde fueron hundidos lentamente por la artillería japonesa. Los intentos por socorrer a la ciudad desde el continente también fracasaron, y después de la batalla de Liaoyang (24 de agosto-5 de septiembre de 1904), los rusos se retiraron a Shenyang. El ejército japonés infligió una nueva derrota a los rusos en el río Cha-ho (5 de octubre-18 de octubre de 1904).

Campaña de 1905
Port Arthur cayó finalmente el 2 de enero de 1905, después de una serie de asaltos brutales y gran cantidad de bajas en ambos bandos. Con las espaldas cubiertas, el ejército japonés presionó hacia el norte de Manchuria. Tras la batalla de Mukden (21 de febrero-10 de marzo de 1905), expulsan a los rusos de Shenyang.

Mientras tanto, Rusia había enviado la flota del Báltico al mando del almirante Rozhdestvenski hacia Asia, bordeando el Cabo de Buena Esperanza. El 21 de octubre de 1904, mientras navegaba en aguas británicas (un aliado del Japón pero neutral en esta guerra), provocó el incidente del banco Dogger al disparar sobre botes pesqueros a los que los rusos confundieron con lanchas torpederas. El viaje se demoró tanto que el almirante Togo hizo planes para interceptar a la flota del Báltico antes de que pudiera recalar en Vladivostok. Las escuadras se encontraron en la batalla de Tsushima, en el estrecho del mismo nombre entre Corea y Japón, el 27 de mayo de 1905. Durante la batalla, que duró hasta el 29 de mayo, la flota japonesa, numéricamente inferior pero más moderna y con mayor velocidad y alcance de fuego, bombardeó a la flota rusa sin piedad, destruyendo sus ocho acorazados. La flota japonesa contaba entre otros con dos acorazados comprados a Argentina: el Mariano Moreno (renombrado Nisshin) y el Bernardino Rivadavia (renombrado Kasuga), así como un crucero comprado a Chile: el «Esmeralda» (rebautizado «Izumi»).

El mando ruso en Extremo Oriente, formado por el almirante Yevgueni Ivánovich Alekséyev y el general Alekséi Kuropatkin, era incompetente y sus tropas, insuficientes. Los refuerzos llegaban desde la Rusia europea en el ferrocarril Transiberiano de vía única, muy lento e interrumpido a la altura del lago Baikal. Estas y otras razones, como el ataque por sorpresa del Japón, implicaron que la guerra resultara en una sorprendente victoria japonesa, lo que le convirtió en una potencia mundial a tener en cuenta.

Rusia se ve obligada a negociar. El resultado: la humillación de una nación occidental. Se concluye un armisticio entre los dos gobiernos: aunque los rusos se encuentran muy debilitados por la Revolución de 1905, las finanzas japonesas están totalmente agotadas y el Imperio nipón ya no dispone de los medios para destruir completamente al grueso de las tropas rusas de Extremo Oriente. Se organiza una Conferencia de Paz en Portsmouth (EE.UU.) el 5 de septiembre de 1905, gracias a la mediación del presidente estadounidense Theodore Roosevelt. Las cláusulas contienen las siguientes estipulaciones: Rusia debe reconocer la preeminencia de los intereses del Japón en Corea; ceder al vencedor su arrendamiento de la península de Liaodong, su base de Port Arthur, el ferrocarril meridional de Manchuria y la mitad sur de la isla de Sajalín. Ambos países, de común acuerdo, se comprometen a restituir Manchuria a China. A pesar de la insistencia del Japón, no se prevé ninguna indemnización.

El descontento popular en Rusia, seguido de la derrota, llevó a la Revolución de 1905. La guerra terminó gracias a la mediación de los EE.UU. El descontento japonés ante la ausencia de adquisiciones territoriales condujo a una erosión de los buenos sentimientos hacia Estados Unidos, constituyendo la semilla para el futuro conflicto con el país americano. La derrota de Rusia fue recibida con conmoción en Occidente, especialmente a través de Asia. Que un país no occidental pudiera derrotar en un conflicto bélico a un poder establecido resultó particularmente inspirador para varios movimientos independentistas anticoloniales alrededor del mundo. Esta guerra ha sido llamada el «fin del mito del Hombre Blanco». Frente al racismo de la época, supuestamente por primera vez, una nación «blanca» era vencida por otra raza.

Después de esta guerra, el Imperio nipón adquirió gracias a su Armada Imperial un prestigio nacional e internacional en lo naval y militar que durará hasta la 2GM. Durante la contienda, el ejército japonés trató bien a los civiles y prisioneros de guerra, careciendo de la brutalidad y atrocidades que fueran muy difundidas después. 

El Imperio ruso en la Primera Guerra Mundial
En 1914 y tras el asesinato del Archiduque del Austria-Hungría Francisco Fernando, el cual es asesinado junto con su esposa, Sofía Chotek, se provoca el estallido de la 1GM, en la cual Rusia se unió al bando aliado. Por entonces el Imperio ruso tenía una extensión de más de 23 millones de kilómetros cuadrados y una población aproximada de 171 millones de habitantes, con un crecimiento demográfico de 1,8 % anual. El gobierno zarista mandó a movilizar a más de 8 millones de hombres y mujeres, superando al ejército alemán, que solo era de 3 millones (Alemania tenía entonces alrededor de 50 millones de habitantes, con un crecimiento demográfico del 1 % anual). Dos tercios del ejército alemán se hallaban en el frente francés, con lo cual Alemania solo tenía 1 millón de hombres para el frente oriental; pero aunque el ejército ruso superaba al alemán en proporción de 8 a 1, no estaba bien entrenado para la guerra. Esa deficiencia se hizo patente en la batalla de Tannenberg, en la que 250.000 alemanes vencieron a 700.000 soldados rusos. Hay que resaltar asimismo que la preparación material también era deficiente: de cada dos soldados, solo uno tenía arma; el otro debía esperar a que mataran al primero para tomar el arma. Para peor, apenas tenían proyectiles para la mitad de los rifles. Esto supuso una terrible carnicería en los bosques de Tannenberg, y así durante todo el resto de la guerra los rusos no hicieron más que retroceder. En 1915, los alemanes volvieron a derrotar a las fuerzas rusas en la Batalla de los Lagos Masurianos, lo que provocó un descontento social en Rusia.

Desintegración del imperio
En 1917, tras varios fracasos en el frente, aparecieron movimientos revolucionarios marxistas, el gobierno tuvo que desproteger el frente para detener a los insurrectos, lo cual fue aprovechado por las fuerzas germanas que avanzaron rápidamente a través de territorio ruso. Tras la Revolución de Febrero, en marzo de 1917, el zar Nicolás II trató de abdicar en nombre propio y en el de su hijo, el zarévich Alekséi, en favor de su hermano menor, el Gran Duque Mijaíl Aleksándrovich. Este último rechazó el trono ante la falta de seguridad de su persona. Una vez frustrados estos intentos de traspaso de poder, el ejecutivo quedó a cargo del Gobierno Provisional Ruso que debía durar hasta que se llevaran a cabo elecciones para la creación de una Asamblea Constituyente. El Gobierno Provisional, conformado por la coalición entre políticos liberales y socialistas moderados, trató infructuosamente de poner fin a los graves problemas a los que se enfrentaba el país, enfrascado en la impopular 1GM.

Sin embargo, el Gobierno Provisional fue incapaz de darle una solución a los desacuerdos entre las diferentes facciones que componían el gobierno, ni permitió avanzar en las reformas sociales y económicas exigidas cada vez con más insistencia por la población organizada bajo guion leninista, ni asimismo llevó a avances en el fin de la guerra. A mediados del otoño, la situación de crisis y la debilidad del Gobierno llevaron a la discusión abierta de un cambio de Gobierno y la formación de uno puramente socialista. Mientras en el campo los sóviets aceleraban una reforma agraria oficiosa y se independizaban de hecho de la administración central, en las ciudades crecía el apoyo a la izquierda radical. Cuando los bolcheviques decidieron tomar el poder a través de los sóviets en el Segundo Congreso Nacional de los Sóviets, la oposición gubernamental fue mínima. La Revolución de Octubre de 1917 puso fin al periodo del Gobierno provisional y dio paso a uno nuevo, el Sovnarkom.

Tras la Revolución de Octubre, el nuevo gobierno de mayoría bolchevique firmó un tratado de paz con los alemanes, con el Tratado de Brest-Litovsk poniendo fin a la participación rusa en la 1GM. Durante la Guerra Civil Rusa, la organización bolchevique llegó a extenderse por las regiones del Imperio ruso. Este desmembramiento creó los llamados Estados presoviéticos, cada uno con su gobierno autónomo bajo una supervisión central, dando lugar al comunismo soviético; en su mayoría se trató de la aplicación de las fórmulas económicas y políticas auténticas del socialismo planteado por Marx y Engels, que principalmente Lenin articuló, adaptó a las circunstancias de las sociedades del Imperio ruso, y que enriqueció con sus aportes teóricos y prácticos, propiciando el Leninismo.

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