El abuso de opiáceos en Estados Unidos está vinculado a la pérdida de empleos.


Canadá y Estados Unidos atraviesan en este momento una crisis sanitaria debido a la generalización del uso de opiáceos, sustancias sicotrópicas utilizadas con fines médicos que tienen efectos similares a los del opio —aunque no se producen obligatoriamente a partir de esa sustancia. Al menos una tercera parte de la población estadounidense sufre dolores crónicos, lo cual llevó a los médicos a prescribir el uso de opiáceos 289 millones de veces en 2016.

Los medicamentos opiáceos son más caros que la heroína que se vende en el mercado negro y no existe ninguna estimación fidedigna sobre la cantidad de pacientes que se han convertido en personas dependientes de los opiáceos.

Según el Departamento de Salud, 12,5 millones de estadounidenses abusaban del uso de opiáceos en 2015 y más de 33.000 murieron a causa de ello. En aquel año, esa crisis de salud pública costó al país 78.500 millones de dólares.

En 2016, el número de fallecimientos por sobredosis de medicamentos opiáceos o de opiáceos ilegales en Estados Unidos fue casi equivalente a la cantidad de muertos en accidentes de tránsito y netamente superior al número de personas muertas en atentados terroristas en todo el mundo.

El 10 de agosto de 2017, el presidente Trump incluso declaró «urgencia nacional» la epidemia del uso de opiáceos en Estados Unidos.

Un estudio del profesor Alan B. Krueger, de la universidad de Princeton reveló la existencia de un estrecho vínculo entre la epidemia del uso de opiáceos y el derrumbe del mercado laboral.

Una investigación realizada condado por condado muestra que la mitad de los hombres desempleados de 25 a 54 años enferman rápidamente, con lo cual ya no son ni siquiera capaces de trabajar, y se ven obligados a consumir opiáceos diariamente, situación que no se ha verificado entre las mujeres.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article197907.html

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