El término «sabiduría antigua» es de uso popular en la actualidad y casi todo y nada está clasificado bajo esa denominación por personas que parecen no saber de qué están hablando. Pregúnteles lo que entienden por ese término y probablemente contestarán diciendo que era «algo sabio que se dijo en la antigüedad».
El hecho es que la Sabiduría Antigua es una noción muy definida y específica, al mismo tiempo siendo universal y no sectaria. Representa un cuerpo completo de Conocimiento, un sistema vasto, perfecto e invariable de datos, instrucción y orientación. Es la unidad natural y síntesis de religión, filosofía y ciencia, por cuanto contiene la respuesta a cada pregunta y la solución a todo problema. En una frase, es la Verdad Eterna.
«Sabiduría antigua» es sólo un nombre que se ha aplicado al Gran Conocimiento, pues también se le llama: Sabiduría Eterna/Divina, Ciencia Divina, Gnosis, Atma-Vidya, Brahmavidya, Gupta-Vidya, Sanatana Dharma, Filosofía Esotérica, Ciencia Esotérica, Filosofía Oculta, Ciencia Sagrada, Religión-Sabiduría y Doctrina Secreta.
Se trata de la enseñanza esotérica que subyace en todas las religiones del mundo, y además es la fuente arcaica y primitiva de toda la verdad que puede encontrarse en los diversos credos, filosofías y ciencias en el globo.
Este Conocimiento nunca se ha entregado en su plenitud al público. Por un lado, la presente humanidad no está lo suficientemente evolucionada para ser capaz de comprender semejante información, y por el otro el abismal egoísmo y enfoque personal que caracteriza a gran parte de la especie humana conduciría rápidamente a la profanación y al uso indebido y peligroso de tal información poderosa.
Independiente de lo mucho que podamos aprender o asimilar de nuestro estudio personal y práctica de la Sabiduría Antigua, nuestro conocimiento de ella todavía es muy limitado en comparación con aquéllos que han sido iniciados en sus grandes verdades y secretos. ¿Cómo se han iniciado tales individuos? Se han hecho dignos de ello a lo largo de numerosas vidas, practicando una implacable autodisciplina, abnegación y autodominio, a la vez que se han purificado de todo deseo personal, lujuria, egoísmo y ambición. Como un acto definido y real, han renunciado a su vida y toda existencia personal separatista, con el único propósito y aspiración de ser un verdadero y eficaz ayudante de la humanidad, un servidor desinteresado de sus semejantes.
Asimismo se les ha sometido a innumerables y continuas pruebas, dentro de cuyas fallas algunas podían resultar en la pérdida del alma. Luego, encontrándose por fin en contacto real y comunicación con algunos de los Maestros de Sabiduría, algunos Adeptos de esa Hermandad oculta —pero real— que guía y vigila la evolución espiritual humana han hecho juramentos solemnes y promesas sagradas al ser admitidos en la Gran Fraternidad para convertirse un día en Maestro o Adepto por derecho propio.
De vez en cuando y siempre de acuerdo con la ley cíclica, se envía al mundo a uno de tales Iniciados con una misión particular. A veces el deber se limita a un pueblo o nación específicos, y antes de la aparición de la imprenta y los cómodos viajes internacionales esto era casi inevitable.
En ocasiones estos personajes dan una enseñanza exotérica a las masas (que consideran será de mayor beneficio para esa gente en particular y en ese momento especial) y reservan una instrucción esotérica más profunda y poderosa —o legado real de la Verdad Atemporal— para un grupo relativamente pequeño de discípulos y estudiantes, elegidos o autorizados para recibir dicha enseñanza luego de demostrar diligentemente su valía y comprometerse a guardar el secreto a cualquier costo.
Tales Maestros-Iniciados nunca intentan llamar la atención sobre sí mismos como individuos. Jamás reclaman ninguna grandeza personal ni pretenden mantener una «alta posición espiritual» o ser «iniciados en cierto nivel». Tenderán a hablar de sí mismos con humildad y autodesprecio, y a menudo prefieren no decir nada sobre ellos mismos ocultando deliberadamente su verdadera naturaleza y conocimiento —ya sea por su propia seguridad o evitar ser adorados ciegamente por seguidores y estudiantes— al realizar ciertos actos y cometer «errores» intencionados que a la vista de los espiritualmente ciegos harán que parezcan menos o de otra manera respecto a lo que realmente son. Sin embargo, todo el tiempo saben quiénes representan realmente, conocen lo que deben realizar y cómo hacerlo.
El último trimestre del siglo XIX fue un período de enorme importancia en la historia y evolución de la humanidad, ya que grandes ciclos convergieron al mismo tiempo, lo que representa un suceso muy raro e infrecuente. La primera fase de 5.000 años del Kali Yuga debía cerrarse entre fines de 1897 y principios de 1898, al tiempo que la Era de Piscis se desvanecía rápidamente y la Nueva Era de Acuario comenzaba de forma gradual su curso de 2.155 años desde los albores del nuevo siglo en 1900.
En el Tíbet del siglo XIV, Tsong Kha-pa —reencarnación de Gautama Buda— habían ordenado que la Hermandad Esotérica en adelante enviaría a uno de sus miembros al mundo occidental en el último cuarto de cada siglo, con el objetivo de provocar un mayor despertar e iluminación espirituales. Se sabía y entendía que sólo 25 años particulares en cada centuria podían usarse activamente para este propósito, pues tales eran y son las restricciones reales del Karma.
Tíbet, gran viaje al Himalaya
Ahora el «ciclo del centenario» como lo llamaron los Maestros coincidió con el cierre de los otras dos etapas. Por tanto, alguien tenía que aparecer y ser presentado al mundo; una persona con suficiente poder, conocimiento y capacidad para marcar una diferencia real y duradera no sólo para Occidente u Oriente, sino respecto de toda la Humanidad.
La «basura de las edades» tuvo que ser removida drásticamente de la mente humana para que las semillas de la Verdad pudieran sembrarse y llegar a su plena fructificación, aunque ni los Maestros ni su Mensajero se hicieron ilusiones sobre las enormes dificultades, los obstáculos y la oposición tanto visibles como invisibles que estarían en camino hacia el cumplimiento de dicha misión.
Ese gran «alguien» apareció en, a través de y como una mujer rusa llamada Helena Petrovna Blavatsky. Un puñado de quienes estuvieron más cerca de H.P.B. (como ella prefería autodenominarse) llegaron a reconocer y percatarse de que en realidad era un Iniciado masculino-oriental que había asumido esa personalidad femenina-europea con tal de cumplir la misión de los Maestros al máximo nivel y en la medida de lo posible. Los Maestros declararon que, aunque era conocida en el mundo como «H.P.B.», Ellos la llamaban por otro nombre y afirmaron que era su «Hermano» y «Agente Directo».
En 1875 Blavatsky y otras personas fundaron la Sociedad Teosófica en Nueva York, EE.UU., para mudarse más tarde a India y finalmente a Londres, Había llegado el momento de una nueva presentación de la Tradición Antigua y bajo el nombre de «Teosofía», palabra derivada del griego que significa «sabiduría divina».
El Movimiento fue fundado con tres objetivos principales. El primero y más importante fue contribuir a lograr la Hermandad Universal, la que H.P.B. sostenía que no era simplemente un ideal noble y elevado, sino un eterno hecho en la Naturaleza, debido a la Unidad y Divinidad de toda la Vida. Blavatsky declaró audazmente que era un pecado contra natura y la humanidad, discriminar por razones de raza, credo, sexo, casta o color de piel. Aunque la verdad de esto es asimilada generalmente en todo el mundo contemporáneo, fue considerada radical, extraña, extrema e incluso inaceptable a fines del siglo XIX. Parte de la misión de H.P.B. era derribar las barreras ilusorias y autoerigidas que separaban a personas, etnias, clases sociales, naciones y creencias religiosas.
En segundo lugar, el «Movimiento» debía atraer la atención general hacia Oriente con tal de promover el estudio e investigación de las religiones, filosofías y ciencias de dicha parte del mundo, en particular las relacionadas con el hinduismo y budismo, y demostrar su grandeza e importancia vital para la humanidad. De esta manera, la primera introducción de espiritualidad oriental en Occidente se produjo mediante H.P. Blavatsky y la Sociedad Teosófica que ella fundó.
El tercer objetivo principal, que se consideró de menor importancia que los otros, fue estudiar e investigar algunas de las misteriosas e inexplicables Leyes de la Naturaleza y las facultades psíquicas y espirituales latentes en cada ser humano.
En 1877 Blavatsky publicó su primer libro, una vasta obra en dos volúmenes que se tituló «Isis sin Velo» y descrita como «clave maestra sobre los misterios de la ciencia y teología antiguas y modernas», cuyo primer tomo se llamaba «Ciencia» y la segunda parte «Teología». A la vez desafiante, poderosa, perspicaz y reveladora, esta obra inmediatamente apareció en los titulares y comenzó a atraer gradualmente el pensamiento y la atención del público en general hacia la Sociedad Teosófica y las enseñanzas que presentaba en el mundo.
Aunque escribió cientos de artículos sobre diferentes temas y aspectos de la teosofía entre 1877 y 1888, no fue hasta esta última fecha cuando se publicó su segundo libro. Aún más extenso que «Isis sin Velo», este posterior texto fue el más grande e importante de todos los escritos por H.P.B. y se denominó «LA DOCTRINA SECRETA», también publicado como dos grandes volúmenes, «Cosmogénesis» y «Antropogénesis». El primero aborda los orígenes, el nacimiento y la evolución del Universo, el Cosmos, el Sistema Solar y nuestro planeta, mientras que la segunda parte se ocupa de la génesis y evolución de la humanidad.
Nunca se afirmó ni dio a entender que la totalidad de la Doctrina Secreta misma estaba contenida en el libro homónimo, pero en esta obra sí se afirma que:
- «En la era actual sólo se puede entregar una cierta porción de las enseñanzas secretas».
- «Tomará siglos antes de que se otorgue mucho más».
- «La DOCTRINA SECRETA no es un tratado ni una serie de teorías vagas, sino que contiene todo lo que se puede dar al mundo».
- «Los volúmenes actuales (...) aunque dan muchos principios fundamentales de la DOCTRINA SECRETA oriental, levantan sólo una pequeña punta del oscuro velo porque a nadie, ni siquiera al mejor adepto viviente, se le permitiría ni podría —incluso si lo hiciera— repartir promiscuamente a un mundo burlón e incrédulo lo que se ha ocultado tan eficazmente durante largos eones».
- «Ahora se permite que vea la luz un esbozo de algunas verdades fundamentales sobre la Doctrina Secreta de las Edades Arcaicas, luego de largos milenios del más profundo silencio y secreto. (...) Pero incluso lo poco que se da ahora es mejor que el silencio completo sobre esas verdades vitales».
- «La Doctrina Secreta se escribió deliberadamente y de tal manera que resultara difícil y poco atractiva para el lector promedio y simplemente curioso. H.P.B. señaló que aunque estaba disponible para cualquiera y para todos, había sido compuesta principalmente para estudiantes de esoterismo y quienes ya habían comenzado a familiarizarse con las enseñanzas de teosofía. Al presentar la síntesis y unidad perfecta y natural de religión, filosofía y ciencia, los Maestros confirmaron que fue "una triple producción" o el resultado de dos de ellos —conocidos como Koot-Hoomi (K.H.) y Morya (M.)— que trabajaron junto a la que llamaron a su agente directo».
Por su parte, el Maestro K.H. describió «La Doctrina Secreta» como el «epítome de las verdades ocultas que lo convertirá en una fuente de información e instrucción para el estudiante serio durante los próximos años».
«La Doctrina Secreta» era y es tan vasta, profunda, estupenda, perfectamente lógica y filosóficamente autoconsistente que incluso algunos que previamente se habían mostrado escépticos comenzaban a reconocer que estas enseñanzas no podrían ser meras especulaciones e ideas salidas de la propia mente de Blavatsky.
Como ella explicó: «La única ventaja que tiene la escritora sobre sus predecesores es que no necesita recurrir a especulaciones y teorías personales, porque este trabajo es una declaración parcial de lo que ella misma ha recibido de estudiantes más avanzados y complementada sólo con algunos detalles por los resultados de su propio análisis y observación. (...) Ahora transmite lo que aprendió a todos los que lo acepten».
Lo que estaba ocurriendo era de una importancia y significación única y monumental para el mundo, aunque no fue ampliamente reconocido y apreciado como tal ni entonces ni después.
Junto con enseñanzas fundamentales como el karma, la reencarnación y la unidad de toda la vida, se hicieron disponibles ciertos contenidos espirituales y esotéricos que nunca antes fueron dados al público como los que se refieren al origen, la naturaleza y el futuro de la Tierra y la humanidad (incluyendo cadenas planetarias, globos, rondas, razas-raíz, etc.), la existencia de la Atlántida y de Lemuria, los verdaderos detalles sobre el estado de la vida futura y lo que ocurre entre la muerte y el renacimiento, la composición séptuple humana, las verdaderas características del sistema evolutivo y los orígenes y estructura del Universo. Gran parte de esta información se había mantenido en secreto y cuidadosamente oculta por sus sabios custodios, y así fue que uno de los Maestros declaró: «Hemos roto el silencio de siglos».
Los símbolos del karma ―como el nudo sinfín (arriba)― son motivos culturales comunes en Asia. El nudo infinito simboliza la interconexión entre las causas y los efectos, un ciclo kármico que continúa eternamente. El nudo infinito es visible en el centro de la rueda budista de oración.
Aunque los teósofos no se refieren a «LA DOCTRINA SECRETA» como su «biblia particular», es sin embargo el libro más importante y avanzado sobre teosofía. y razonablemente considerado por los verdaderos estudiantes como un regalo precioso y de valor incalculable. Es el estándar o medida por el cual deben probarse todas las demás enseñanzas (espirituales, religiosas, filosóficas y científicas), constituyendo así una obra para el estudio incesante de por vida.
El año 1889 atestiguó la publicación de los libros tercero y cuarto por H.P.B. llamados «LA CLAVE DE LA TEOSOFÍA» y «LA VOZ DEL SILENCIO». Mientras los dos anteriores trataban casi exclusivamente sobre filosofía y metafísica esotéricas, ahora la enseñanza tomó una forma más práctica y desafiaba las concepciones personales expresando un llamado a la pureza personal, la autonegación, la autodisciplina, el dominio de sí, el sacrificio personal y la ética altruista para todos quienes serían «verdaderos teósofos», estudiantes y practicantes de la sabiduría universal y atemporal.
«LA VOZ DEL SILENCIO» constituye la traducción de tres fragmentos de una escritura budista y esotérica conocida como «El Libro de los Preceptos de Oro» y fue la primera introducción en Occidente sobre el «Camino del Bodhisattva» o la «Doctrina del Corazón» caracterizada por el budismo Mahayana. Declaraba sin miedo que todas las aspiraciones espirituales y motivos diferentes al ideal del Bodhisattva son poco más que egoísmo, y así este breve pero potente trabajo presenta en un bello e inspirador lenguaje poético el Camino probado y comprobado que deben seguir todos quienes buscan unirse a las filas de los Iniciados, servidores y benefactores de los individuos sufrientes: «Vivir para beneficiar a la humanidad es el primer paso; practicar las seis virtudes gloriosas es el segundo».
Totalmente consciente del egoísmo y egocentrismo abrumadores que prevalecen entre muchas personas e incluso entre varios teósofos, la autora dedicó este libro «a los pocos».
Ninguna de estas obras fue compuesta para fines comerciales o ganancias financieras, y así Blavatsky declaró que preferiría «morir de hambre en la calle» que recibir un sólo centavo por enseñar verdades sagradas. Ella había distribuido la enseñanza para la época moderna a lo largo de estos cuatro libros y junto con varios cientos de artículos escritos para revistas teosóficas y una serie de publicaciones y compilados póstumos como el «GLOSARIO TEOSÓFICO», «Transactions of the Blavatsky Lodge: Secret Doctrine Commentary», «Five Messages from H. P. Blavatsky to the American Theosophists», «Raja Yoga or Occultism» y «The Secret Doctrine Dialogues». Nuevamente y cuando se acercaba al final de su vida, recordó a sus alumnos y compañeros de trabajo que el período para una mayor divulgación de las enseñanzas estaba seriamente limitado y se aproximaba a su término.
Los estudiantes y asociados de la Logia Unida de Teósofos estudian y aplican los libros y composiciones que acabamos de mencionar, junto con los de William Quan Judge.
Éste último ―o W.Q.J. como Blavatsky lo llamaba a menudo― fue cofundador de la Sociedad Teosófica, y al igual que Helena fue reconocido por «unos pocos» como un Iniciado de India, a la vez que tenía la apariencia externa de un estadounidense-irlandés. Además de escribir cientos de artículos sobre todos los aspectos teosóficos, Judge también fue autor del texto «EL OCÉANO DE LA TEOSOFÍA», produjo traducciones brillantemente claras del «BHAGAVAD GITA: THE BOOK OF DEVOTION» y «LOS AFORISMOS YOGA DE PATANJALI» y compuso muchas cartas edificantes y reveladoras a compañeros teósofos, algunas de las cuales se publicaron más tarde como el libro «LETTERS THAT HAVE HELPED ME». Helena Blavatsky falleció en Londres en mayo de 1891 y sólo unos meses antes de cumplir 60 años. Se informó que cuando comenzó a separarse del cuerpo físico sus últimas palabras fueron: «Mantengan el enlace ininterrumpido. No permitan que mi última encarnación sea un fracaso».
Varios meses después una influyente teósofa inglesa llamada Annie Besant escribió lo siguiente en un artículo:
«Por teosofía me refiero a la 'Religión-Sabiduría' o 'La Doctrina Secreta', y nuestro único conocimiento de ello en este momento nos llega de la Mensajera de sus Custodios, H.P.B. Sabiendo lo que ella enseñó, podemos reconocer fragmentos de la misma doctrina en otros escritos, pero su mensaje sigue siendo para nosotros la prueba de la teosofía en todas partes. (…) Sencillamente, ninguno de nosotros tiene derecho alguno a presentar sus propios puntos de vista cuando hablamos de teosofía, si están en conflicto con los de Blavatsky, ya que todo lo que sabemos proviene de su persona. (…) Los teósofos se encargan de no cercenar la Doctrina Secreta. (…) De manera constante, tranquila y sin aspavientos, pero también sin miedo, deben permanecer fieles a la Doctrina Secreta como ella la dio, quien llevó sin temor y por casi diecisiete años la antorcha de la sabiduría oriental a través de las tormentas. La condición del éxito es la lealtad perfecta».
Si se hubiera mantenido esa «perfecta lealtad», el éxito de la S.T. habría asegurado el progreso de este mundo. El objetivo de la S.T. nunca fue el proselitismo; la meta siempre ha sido difundir el conocimiento en todo el mundo con tal de lograr una transformación beneficiosa en la conciencia humana. ¿Y a qué o a quién se debe dar esta perfecta lealtad? Nada menos que a H.P.B. y aquellos grandes Maestros para quienes fue un instrumento.
No obstante, se necesita cierta humildad para que alguien se sienta satisfecho con permanecer como mero transmisor de una enseñanza que ya ha asimilado, y que podría considerar como propia. En los corazones de muchos se escondería el deseo de brillar, y ser considerado como «un gran líder», o de ser visto como un verdadero Maestro, a ojos de los demás. Y no quedar simplemente como portavoz de determinadas potencias que preferían quedar fuera del alcance del gran público.
La falta de lealtad al mensaje original y a HPB de algunos, combinado con el constante anhelo infantil de la gente por «nuevas revelaciones» y «mensajes más recientes» ―en especial cuando ni siquiera se ha molestado en hacer uso adecuado de la enorme cantidad de enseñanza e información ya disponibles― han provocado daños considerables tanto para el movimiento teosófico como para el mundo de la espiritualidad general, y sobre todo para ellos mismos que habrán de pagar su karma.
Apenas dos años después que Blavatsky desencarnara, Annie Besant cayó bajo lo que más tarde el Maestro K.H. describió como «influencias disparatadas», y se volvió contra H.P.B. y la ortodoxia de la verdadera teosofía. Esto también dio como resultado que Besant se opusiera a William Judge y en 1895 provocara la primera división en el Movimiento. Judge falleció al año siguiente con sólo 44 años de edad, pues su salud y vitalidad se arruinaron por la negatividad de los ataques y conspiraciones en su contra. Un hombre al que, ―hacia el final de su vida― Blavatsky llamara «mi único amigo».
De esta forma apareció una nueva forma de «teosofía» derivada casi exclusivamente de las autoproclamadas «revelaciones» y «descubrimientos clarividentes» de un inglés llamado C.W. Leadbeater, a quien Besant eligió como su colega más cercano y guía espiritual. Juntos procedieron a reescribir completamente las enseñanzas originales y presentaron en su lugar un sistema completamente divergente e incompatible, mientras relegaban deliberadamente a H.P.B. y su legado a un último plano. Y precisamente ésta última había advertido contra lo que describió como «pseudoteosofía», es decir, ¡la versión promulgada por Besant, Leadbeater y sus adherentes!
Los problemas surgen inevitablemente cuando se olvida u oculta la naturaleza verdadera y única de la teosofía pues ésta no se presta a ser reescrita por nadie ni tampoco «alterarse», «corregirse» o «mejorarse». No puede ser reemplazada por «descubrimientos» o «lecturas» de «registros akásicos de supuestos clarividentes» y que todavía se denominan como «teosofía», y menos aún sustituirse por «canalizaciones» o «mensajes mediúmnicos», pues tales prácticas han sido severamente señaladas y condenadas por sabias tradiciones de todos los tiempos y naciones.
En tres de sus cuatro libros principales, Blavatsky explicó específicamente qué
es la teosofía.
«Lo que deseamos probar es que, subyacente a todas las religiones populares antiguas, existía la misma doctrina de sabiduría antigua, una e idéntica, profesada y practicada por los iniciados de cada país y sólo ellos eran conscientes de su existencia e importancia. Actualmente determinar su origen y la edad precisa en que maduró está más allá de la posibilidad humana. Sin embargo, una sola mirada es suficiente para asegurar que no podría haber alcanzado la maravillosa perfección con que se muestra para nosotros en las reliquias de los diversos sistemas esotéricos, excepto luego de una sucesión de eras. Una filosofía tan profunda, un código moral tan ennoblecedor y resultados prácticos tan concluyentes y uniformemente demostrables no es el desarrollo de una generación y ni siquiera de una sola época. Debieron reunirse hecho tras hecho y deducción tras deducción; la ciencia engendró a la ciencia y las miríadas de intelectos humanos más brillantes han reflexionado sobre las Leyes de la Naturaleza antes de que esta antigua doctrina haya tomado forma concreta. Las pruebas sobre esta identidad de doctrina fundamental en las antiguas religiones se encuentran en la prevalencia de un sistema de iniciación, en las castas sacerdotales secretas que tenían la tutela de místicas palabras de poder y la demostración pública de un control fenomenal sobre las fuerzas naturales, lo que indica una asociación con seres prehumanos».
H.P. Blavatsky, «Isis sin Velo», vol. 2, p. 99.
«La Doctrina Secreta es la sabiduría acumulada de las eras y sólo su cosmogonía es el sistema más estupendo y elaborado, como por ejemplo se da incluso en el exoterismo de los Puranas. Pero tal es el misterioso poder del simbolismo oculto que los hechos que realmente han ocupado incontables generaciones de videntes y profetas iniciados están todos registrados en unas pocas páginas de signos y glifos geométricos en la desconcertante serie del progreso evolutivo para organizarlos, establecerlos y explicarlos. La mirada deslumbrante de aquellos videntes ha penetrado en el núcleo mismo de la materia y ha registrado el alma de las cosas allí donde un profano común ―aunque culto― hubiera percibido el trabajo externo de la forma; pero la ciencia moderna no cree en el 'alma de las cosas' y por lo tanto rechazará todo el sistema de la antigua cosmogonía. Es inútil decir que el sistema en cuestión no es una fantasía de uno o varios individuos aislados; que es el registro ininterrumpido que abarca miles de generaciones de videntes cuyas experiencias respectivas se hicieron para probar y verificar las tradiciones pasadas oralmente por una raza temprana a otra y de las enseñanzas de seres superiores y exaltados que cuidaron la infancia de la Humanidad; que durante largas eras los 'Hombres Sabios' de la Quinta Raza ―la población rescatada del último cataclismo y desplazamiento de continentes― habían pasado sus vidas en el aprendizaje y no en la enseñanza. ¿Cómo lo hicieron? Revisando, probando y verificando en cada ámbito de la naturaleza las tradiciones de antaño por las visiones independientes de los grandes adeptos, es decir, los individuos que han desarrollado y perfeccionado sus aspectos físicos, mentales, psíquicos y espirituales en la mayor medida posible. No se aceptó la visión de un adepto hasta que fue verificado por las constataciones ―que se obtuvieron como evidencia independiente― de otros adeptos y por siglos de experiencia».
H.P. Blavatsky, «La Doctrina Secreta», vol. 1, p. 272-273.
«Lo que la ciencia en general nunca aceptará como prueba es el testimonio acumulativo de una serie interminable de videntes que han atestiguado este hecho. Sus visiones espirituales, exploraciones reales a través de sentidos físicos y espirituales no tocados por la carne ciega se verificaron sistemáticamente y se compararon uno con otro, y su naturaleza se tamizó. Se rechazó todo lo que no fue corroborado por experiencia unánime y colectiva, mientras que sólo se registró como una verdad establecida de la cual se descubrió que estaba en consonancia y recibía constantemente más comprobaciones en varias épocas, diferentes climas y a lo largo de una serie de incesantes observaciones. Como puede ver, los métodos utilizados por nuestros eruditos y estudiantes de ciencias psicoespirituales no difieren de los utilizados por quienes estudian las ciencias naturales y físicas; sólo que nuestros campos de investigación están en dos planos diferentes y nuestros instrumentos no están hechos por manos humanas, por lo que quizás sean los más confiables. Las réplicas, los acumuladores y microscopios del químico y el naturalista pueden arruinarse; el telescopio y los instrumentos de relojería del astrónomo pueden echarse a perder, pero nuestras herramientas de registro están más allá de la influencia del clima o los elementos. (...) 'Fe' es una palabra que no se encuentra en los diccionarios teosóficos: decimos 'conocimiento basado en observación y experiencia'. Sin embargo, existe la diferencia de que si bien la observación y empirismo de la ciencia física llevan a los especialistas a realizar tantas hipótesis de 'trabajo' como mentes hay para desarrollarlas, nuestro conocimiento consiente en agregar a su saber sólo aquellos hechos que se han vuelto innegables y que están total y absolutamente demostrados. No tenemos dos creencias o hipótesis sobre el mismo tema».
H.P. Blavatsky, «La Clave de la Teosofía», p. 86-87.
Con todo esto, vemos que «la Doctrina Secreta es la sabiduría acumulada de las edades», lo cual se refiere a la Doctrina Secreta en sí misma y de la que el libro del mismo nombre es el principal y más alto representante en nuestros días. La teosofía es sabiduría antigua. No fue inventada por Blavatsky; simplemente ella cumplió su deber de transmitirla, y al utilizar miles de referencias de respaldo desde un gran conjunto de fuentes diversas y lejanas, demostró el carácter intemporal, confiable y universal de sus doctrinas, incluso aquéllas que a primera vista parecían ser las más peculiares.
En nuestros días muchos sistemas de enseñanza afirman ser «Sabiduría Antigua», desde el ismo del «Nuevo Pensamiento» a «Un Curso de Milagros» hasta el libro «El Secreto» y pasando por los contenidos de «maestros ascendidos» y más; pero una simple comparación con las instrucciones teosóficas genuinas mostrará rápidamente el trasfondo insostenible y la falsedad frecuentes en esas afirmaciones «de moda».
Como señala el famoso Rig Veda, «la verdad es una, aunque los sabios la llaman por muchos nombres» y también el Maestro K.H. escribió: «La verdad es una y no puede admitir puntos de vista diametralmente opuestos»; por tanto, decir que «la verdad es una» no equivale a afirmar que «todo sea cierto». La teosofía en cuanto sabiduría antigua no sólo conduce hacia la Verdad, sino que representa la Verdad Eterna en sí misma.
Como dice el refrán, la prueba está en la masa. Prueba el fruto del Árbol del Conocimiento y tú también serás como un dios.
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