ESTADOS UNIDOS Y RUSIA ACTÚAN COMO ALIADOS EN SIRIA...

La reunión del Grupo Internacional de Apoyo a Siria parece marcar la recuperación del control de ese tema por parte de la Casa Blanca, en detrimento de los «neoconservadores» y de los «halcones liberales». La declaración final de la reunión impone a la ONU una supervisión ruso-estadounidense, que pone fin a las prerrogativas de Jeffrey Feltman, e impone además una libre circulación de la ayuda humanitaria y un cese de las hostilidades. La formulación de ese documento legitima la acción militar rusa, no sólo contra el Frente al-Nusra y el Emirato Islámico sino también contra Ahrar al-Sham y Yesh al-Islam. No obstante, esa declaración no contiene ni una palabra sobre el proyecto de creación de un seudo Kurdistán.

Después de la conferencia de los «Amigos de Siria» realizada en París el 6 de julio de 2012, la guerra contra Siria se les fue de las manos a la Casa Blanca y al Kremlin. El acuerdo que habían concluido durante la primera conferencia de Ginebra, el 30 de junio de 2012, nunca llegó a aplicarse.

Los numerosos intentos posteriores de alcanzar la paz fueron sistemáticamente saboteados por un grupo de guerreristas entre los que se hallaban varias personalidades estadounidenses de primer plano (John McCain, Hillary Clinton, Jeffrey Feltman, David Petraeus y John Allen), así como varias transnacionales (ExxonMobil, el fondo de inversiones KKR y el ejército privado Blackwater-Academi) y un grupo de países (Alemania, Arabia Saudita, Francia, Israel, Qatar, el Reino Unido y Turquía).


Barack Obama recupera el control del tema sirio

El balance del presidente Barack Obama en materia de política internacional ya incluye el mejoramiento de las relaciones con Cuba y el cambio de bando de Irán. Ahora le queda menos de un año para agregar a esos resultados la paz en Siria. Para eso tenía que recuperar el control del tema sirio y llegar a un análisis común de la situación con su interlocutor ruso. Es por ello que concluyó un nuevo acuerdo con Rusia y nombró un «zar anti Emirato Islámico», Brett McGurk, en cuyas manos ha puesto considerables medios militares.

Brett McGurk, enviado especial del Presidente de la Coalición Global para contrarrestar el Estado Islámico de Iraq y el Levante.

Jurista de formación pero diplomático de carrera, Brett McGurk trabajó para el presidente George W. Bush Jr. en Iraq a partir de 2004. Fue miembro del equipo que, alrededor de John Negroponte y del general David Petraeus, decidió desviar la cólera que los iraquíes abrigaban contra el ejército de ocupación provocando enfrentamientos de carácter sectario entre sunitas y chiitas. De ese modo estuvo implicado en la creación del «Emirato Islámico en Iraq», que habría de convertirse en el actual Emirato Islámico. Y posteriormente negoció las condiciones para la retirada de las tropas de ocupación.

En 2012, Brett McGurk fue nominado por el presidente Barack Obama para ocupar el puesto de embajador en Iraq. Pero el Senado se negó a confirmar su nominación reprochándole una relación extramarital con una periodista del Wall Street Journal. Ante ese rechazo, acabó convirtiéndose en asistente del enviado especial de la Casa Blanca ante la coalición internacional contra el Emirato Islámico, el general John Allen. McGurk pudo entonces comprobar por sí mismo que, a falta de directivas claras, su jefe —el general Allen— no sólo no combatió a la organización terrorista sino que, por el contrario, la apoyó hasta la entrada en escena de los rusos y su propia dimisión. Actualmente a cargo de las operaciones, Brett McGurk está preparando la erradicación del Califato fuera de Siria: aunque no completamente en Iraq. Para ello dispondrá de un presupuesto militar que asciende al doble del asignado a su predecesor y se apoyará simultáneamente en el Ejército Árabe Sirio y en la fuerza de los kurdos en Siria.


El acuerdo entre la Casa Blanca y el Kremlin

La Casa Blanca y el Kremlin se han puesto de acuerdo en reconocer que una eventual caída de la República Árabe Siria hundiría toda la región en el caos, incluyendo Israel. Ese caos, que fue el objetivo inicial de la administración de Bush Jr. y del fallecido ex-primer ministro israelí Ariel Sharón, es visto hoy con gran temor por parte de Barack Obama y de las fuerzas armadas de Israel.

La Casa Blanca parece haber renunciado así a desmembrar Siria y se ha puesto de acuerdo con el Kremlin para impedir el proyecto franco-británico de creación de un seudo-Kurdistán en el noreste sirio. Desde el punto de vista estadounidense, está totalmente excluido permitir que París y Londres se conviertan nuevamente en potencias coloniales en el Medio Oriente, a pesar de que esa posibilidad fue utilizada anteriormente como incentivo para llevarlos a implicarse en la operación «Primavera Árabe».

En definitiva, la Casa Blanca y el Kremlin han utilizado Ginebra-3 para dejar que la oposición apadrinada por Arabia Saudita siga desacreditándose. Y eso fue, efectivamente, lo que sucedió cuando esa oposición comenzó negándose a negociar para pasar después a enunciar condiciones previas y acabar negándose unilateralmente a permitir la circulación de la ayuda humanitaria, ya aceptada por Damasco.

La convocación del Grupo Internacional de Apoyo a Siria para la reunión de los días 11 y 12 de febrero de 2016, en Múnich, permitió a la Casa Blanca recuperar la iniciativa frente a «sus» opositores, y principalmente ante Jeffrey Feltman, el responsable de asuntos políticos de la ONU. Al no tener la posibilidad de revocarlo, el presidente Obama relegó a su compatriota Feltman a su lugar de alto funcionario internacional empujando al secretario de Estado John Kerry y al ministro ruso de Exteriores Serguéi Lavrov a anunciar que supervisarán juntos la continuación de las negociaciones. De confirmarse esto último en la práctica, los conspiradores, que ya perdieron su superioridad militar, perderán también su ventaja en el plano diplomático.


La reunión de Múnich

El Grupo Internacional de Apoyo a Siria acordó que se aplique el «Comunicado de Ginebra» (o sea, el plan del presidente sirio Bashar al-Asad completado por Kofi Annan), según lo previsto en la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU. Aunque Francia no precisó si mantenía o no sus reservas sobre el «Comunicado de Ginebra» —que París interpreta, por el contrario, única y exclusivamente como una capitulación de la República Árabe Siria—, al menos adoptó la declaración final de la reunión de Múnich.

Este último documento prevé la aplicación dentro de una semana de la libre circulación de la ayuda humanitaria —rechazada únicamente por la «oposición»— y un «cese de hostilidades», previo a un «alto al fuego». Para cada uno de esos objetivos se creó una Fuerza Operativa bajo la copresidencia de Estados Unidos y Rusia y con la participación de los Estados capaces de presionar a los beligerantes.

En lo tocante a la ayuda humanitaria, el Grupo Internacional de Apoyo a Siria decidió que esa ayuda sea entregada de aquí a una semana, por vía aérea (dejando caer los cargamentos con paracaídas) o por vía terrestre, en 7 localidades expresamente mencionadas. La declaración final precisa que «el acceso humanitario no debería beneficiar a un grupo en particular en detrimento de los demás sino que todas las partes deben permitirlo a todas las personas que lo necesiten, de manera plenamente conforme con la resolución 2254 y con el derecho internacional humanitario». Además, Estados Unidos y Rusia «actuarán de manera que los convoyes de ayuda sean utilizados únicamente con fines humanitarios». Se sabe, en efecto, que desde julio de 2012 Jeffrey Feltman utiliza los convoyes de la ONU para abastecer las «zonas rebeldes» no sólo con víveres y medicinas sino también con armamento.

La expresión «cese de las hostilidades» parece sinónimo de «cese del fuego», pero también se aplica a Rusia, sin implicar por ello consecuencias jurídicas. Al adoptar la declaración final, Moscú se comprometió a no bombardear otros blancos que no sean los grupos que aparecen en la lista de «terroristas» del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, en el encuentro de John Kerry y Serguéi Lavrov con la prensa, al final de la reunión de Múnich, el ministro ruso de Relaciones Exteriores precisó que Ahrar al-Sham («Movimiento Islámico de los Hombres Libres de Siria») y Yesh al-Islam («Ejército del Islam») han proclamado públicamente sus vínculos con esos grupos terroristas. Ahrar al-Sham está financiado por Turquía y Qatar, cuenta con instructores militares pakistaníes y ha proclamado sus vínculos con los talibanes afganos. Por su parte, Yesh al-Islam está financiado por Arabia Saudita, cuenta con instructores de Academi (antiguamente Blackwater) y se enorgullece de compartir el ideal de Osama bin Laden y de colaborar con al-Qaeda. Su fundador, Zahran Alloush, declaró que quería «limpiar» el país, llamando claramente al exterminio de la población alauita. No parece, por lo tanto, que el compromiso de Moscú modifique su acción en el terreno sino que, por el contrario —a pesar del llamado formal de John Kerry a «modificar los blancos»— la declaración final de Múnich reconoce la legitimidad de dicha acción.

Zahran Alloush en 2015, asistiendo a un desfile militar en el este de Ghouta

Puede observarse que la declaración final de Múnich pospone la cuestión de la «transición política» hasta la reanudación de las negociaciones de Ginebra-3. Con ello, dicha declaración priva definitivamente a las 114 personas seleccionadas por Arabia Saudita de toda esperanza de obtener una cartera ministerial ya que todos esos individuos están vinculados a los grupos armados anteriormente mencionados. La declaración abre, en cambio, perspectivas a las personalidades de oposición, de Siria y del exilio, que fueron invitadas a Ginebra después de haber denunciado el uso de las armas.


Arabia Saudita y Francia no renuncian a sus pretensiones

Si bien la declaración final de Múnich representa un progreso sin precedente desde hace 3 años, también es cierto que ha sido objeto de críticas entre los que la adoptaron a regañadientes.

Por ejemplo, durante la Conferencia Anual sobre Seguridad que siguió a la reunión del Grupo de Apoyo, Arabia Saudita repitió, por boca de su ministro de Exteriores Adel al Jubeir, que no habrá paz en Siria mientras el presidente Asad permanezca en el poder. Francia, en las voces de su ministro de Defensa Jean-Yves Le Drian y de su primer ministro Manuel Valls, repitió en el mismo foro sus acusaciones contra la República Árabe Siria y Rusia: uso de barriles explosivos, organización de hambruna, bombardeo contra civiles. Incluso pusieron en el mismo plano al presidente sirio y al «Califa», afirmando que los dos son igualmente criminales y que de facto sólo los grupos islamistas armados anteriormente mencionados tienen la legitimidad necesaria para ejercer el poder. Turquía, acusada en los documentos preparatorios de la Conferencia de aplicar una «política paranoica», estuvo demasiado ocupada tratando de defenderse, por lo que no comentó la declaración final del Grupo Internacional de Apoyo a Siria. Así que lo que hizo fue hacer tronar su artillería bombardeando las posiciones de los kurdos en el norte de Siria.

Adel al Jubeir, ministro de Exteriores

Claves: 
—Poniendo fin a 3 años de turbulencias internas y vacilaciones, la Casa Blanca recuperó el control del tema sirio, nombró a Brett McGurk para eliminar el Emirato Islámico en Siria y creó con el Kremlin un directorio para relegar a Jeffrey Feltman a su papel de alto funcionario de la ONU. 
—La declaración final de Múnich prevé la libre circulación de la ayuda humanitaria y un cese de las hostilidades en el plazo de una semana. 
—La formulación de ese documento legitima los bombardeos rusos contra los grupos terroristas Ahrar al-Sham y Yesh al-Islam, grupos armados públicamente por Turquía, Qatar y Arabia Saudita.

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