En un discurso pronunciado el 28 de marzo de 2016 en la Escuela de Guerra, el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan hizo un balance de la «guerra contra el terror» que su gobierno dice haber emprendido después del Atentado de Suruç.
Aunque las víctimas del Atentado de Suruç, reivindicado por el Emirato Islámico, eran militantes del PKK y alevitas favorables al presidente sirio Bashar al-Asad, la conclusión de Erdoğan fue que había que reiniciar la guerra… contra los kurdos. En 9 meses, las fuerzas de seguridad turcas (ejército y policía) han matado más de 5.000 kurdos, miembros o no del PKK, mientras que los uniformados turcos han perdido 355 hombres. Si las víctimas de la represión turca fuesen realmente combatientes del PKK, esa organización estaría ya profundamente debilitada. Pero todo indica que gran parte de los kurdos muertos a manos de las fuerzas de seguridad turcas son, en realidad, simples civiles. Eso implica que la represión no hará más intensificar la rebelión e incitar más kurdos a unirse a las filas del PKK.
A quienes lo acusan de haber suprimido las libertades públicas en nombre de la guerra contra el terror, el presidente Erdoğan respondió que su país por lo menos ha conservado el equilibrio entre la seguridad y la libertad. Prosiguió diciendo que la guerra civil se ha limitado a pequeñas porciones de territorio, sin afectar —según él— a la mayoría de los ciudadanos. Acto seguido, Erdoğan criticó duramente a los diplomáticos occidentales que asistieron al juicio del redactor-jefe de Cumhuriyet —enviado a los tribunales por haber publicado fotos y vídeos de los envíos de armas de los servicios de inteligencia de Turquía a los yijadistas que operan en Siria— y acusó a dichos diplomáticos de apoyar a un «espía» vinculado a los terroristas.
Durante el mismo discurso, el presidente Erdoğan declaró que Turquía no podía ignorar lo que está sucediendo en los Balcanes, en el Levante, en el norte de África y en el Cáucaso, donde viven poblaciones afines a Turquía o vinculadas a la cultura turca. También afirmó que el Asia Central es la «patria» de los turcos. Erdoğan concluyó su discurso garantizando que Turquía no apoya a los yijadistas y que ha expulsado a más de 3.500 extranjeros vinculados a estos y encarcelado a más de 1.000.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article191015.html
Aunque las víctimas del Atentado de Suruç, reivindicado por el Emirato Islámico, eran militantes del PKK y alevitas favorables al presidente sirio Bashar al-Asad, la conclusión de Erdoğan fue que había que reiniciar la guerra… contra los kurdos. En 9 meses, las fuerzas de seguridad turcas (ejército y policía) han matado más de 5.000 kurdos, miembros o no del PKK, mientras que los uniformados turcos han perdido 355 hombres. Si las víctimas de la represión turca fuesen realmente combatientes del PKK, esa organización estaría ya profundamente debilitada. Pero todo indica que gran parte de los kurdos muertos a manos de las fuerzas de seguridad turcas son, en realidad, simples civiles. Eso implica que la represión no hará más intensificar la rebelión e incitar más kurdos a unirse a las filas del PKK.
A quienes lo acusan de haber suprimido las libertades públicas en nombre de la guerra contra el terror, el presidente Erdoğan respondió que su país por lo menos ha conservado el equilibrio entre la seguridad y la libertad. Prosiguió diciendo que la guerra civil se ha limitado a pequeñas porciones de territorio, sin afectar —según él— a la mayoría de los ciudadanos. Acto seguido, Erdoğan criticó duramente a los diplomáticos occidentales que asistieron al juicio del redactor-jefe de Cumhuriyet —enviado a los tribunales por haber publicado fotos y vídeos de los envíos de armas de los servicios de inteligencia de Turquía a los yijadistas que operan en Siria— y acusó a dichos diplomáticos de apoyar a un «espía» vinculado a los terroristas.
Durante el mismo discurso, el presidente Erdoğan declaró que Turquía no podía ignorar lo que está sucediendo en los Balcanes, en el Levante, en el norte de África y en el Cáucaso, donde viven poblaciones afines a Turquía o vinculadas a la cultura turca. También afirmó que el Asia Central es la «patria» de los turcos. Erdoğan concluyó su discurso garantizando que Turquía no apoya a los yijadistas y que ha expulsado a más de 3.500 extranjeros vinculados a estos y encarcelado a más de 1.000.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article191015.html
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