El anuncio de la retirada parcial del contingente ruso de Siria ha desatado una ola de comentarios que, más que reflejar la realidad, ilustran las posiciones de quienes los emiten. Thierry Meyssan observa que los hechos no sólo demuestran que los desacuerdos entre Moscú y Damasco están resueltos sino que Rusia —que ha logrado obligar Occidente a ponerse realmente del lado de los antiterroristas— tiene intenciones de que los sirios asuman por sí mismos la liberación de su suelo.
El anuncio del presidente ruso sobre la «retirada del grueso de nuestro contigente militar» ha dado lugar a una nueva campaña de desinformación.
Según la prensa occidental y la de las monarquías del Golfo, Vladimir Putin, está supuestamente «irritado» ante la intransigencia del presidente sirio Bashar al-Asad y fue por eso que decidió retirarse de Siria para dejar a Asad solo ante sus responsabilidades. Esos mismos comentaristas agregan que, al verse ahora sin aliado, el presidente Asad tendrá que hacer concesiones en Ginebra y que por fin tendrá que aceptar abandonar su país. Según ellos, Moscú ha hecho un buen regalo a Washington por el aniversario de los 5 años de guerra «civil».
Pero, todo eso es absurdo.
1. El general sirio Hasan Turkmani había negociado la intervención militar rusa desde 2012. Y si esta no se concretó hasta 3 años después fue porque Moscú optó por terminar de desarrollar sus nuevas armas antes de ordenar el despliegue. Las fuerzas rusas comenzaron a instalarse en julio de 2015 y nosotros fuimos los primeros en anunciarlo, desde este sitio web, información de la que inmediatamente se hicieron eco la prensa israelí, en primer lugar, y más tarde los medios de prensa internacionales. Lo pactado era que la campaña de bombardeos se iniciara después de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU que debía realizarse al margen de la Asamblea General, y que durara hasta la navidad ortodoxa, o sea hasta el 6 de enero de 2016.
También estaba previsto que, cuando se restaurara la paz, se desplegaría una fuerza de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) para mantener esa paz, paso que hasta ahora no ha sido posible.
2. Sin embargo, al ver las dificultades de la Casa Blanca para controlar a sus aliados, Moscú prolongó la campaña de bombardeos hasta la reanudación de las negociaciones de Ginebra, finalmente fijada para el 15 de marzo. Es evidente que Rusia nunca vio en esa fecha el aniversario de una seudo revolución porque la realidad es que todo comenzó el 12 de diciembre de 2003, con la promulgación de la declaración de guerra (la Syria Accountability Act) por el entonces presidente de Estados Unidos George W. Bush, y prosiguió después de año en año (en 2004, cumbre de la Liga Árabe en Túnez sobre la «democratización» forzosa del Líbano y Siria; en 2005, asesinato del ex-primer ministro libanés Rafiq Hariri y atribución del crimen a los presidentes del Líbano, Émile Lahoud, y de Siria, Bashar al-Asad; en 2006, invasión del Líbano por parte de Israel para provocar una intervención militar siria; en 2007, creación del Frente de Salvación Nacional por la Hermandad Musulmana; en 2008, destrucción de los medios de comunicación y de aprovisionamiento de Jezbolá; etc.), hasta llegar, en 2011, al inicio de las hostilidades en suelo sirio, enfrentamientos que aún se mantienen.
3. Rusia inició la retirada de su contingente de manera ostensible. Se presentaron planes vuelo, con 4 días de antelación, para todos los aviones de carga que debían participar en la retirada de los hombres y del equipamiento. La fecha misma no era una sorpresa. El general Mashal Al-Zaben, jefe del estado mayor jordano, ya había sido informado desde enero por el ministro ruso de Defensa Serguéi Shoigú y por el general Fahed Yasem al-Freiy, jefe del estado mayor sirio. Es, por tanto, ridículo vincular la decisión de ordenar la retirada a supuestos desacuerdos surgidos durante los últimos días.
Los desacuerdos políticos han sido resueltos. El primero tenía que ver con la proposición rusa de implantar en Siria un sistema federal —rechazada tanto por Damasco como por Riad—, proposición esencialmente vinculada a la experiencia soviética. La diferencia es que las minorías del Medio Oriente hablan la misma lengua, lo cual no sucedía en la antigua URSS. El segundo desacuerdo estaba vinculado a las elecciones legislativas del próximo 13 de abril, elecciones que los rusos querían posponer para incluirlas en las negociaciones de Ginebra, pero Damasco se negó a violar la Constitución siria.
4. En el plano militar, las fuerzas armadas rusas se retiran del campo de batalla, pero siguen presentes en el Cuartel General. Ya no hay necesidad de mantener en Siria grandes cantidades de aviones porque ya no hay objetivos que golpear: las fortificaciones construidas por los yijadistas y los medios de transporte que utilizaban para trasladar el petróleo robado han sido destruidos. Por el contrario, se mantiene la totalidad del dispositivo antiaéreo —los misiles S-400 y Pantsir-S2. Rusia renovó el equipamiento del Ejército Árabe Sirio —seriamente afectado por 10 años de embargo— y además formó a los soldados sirios en el uso de ese material. En este momento, el Ejército Árabe Sirio ya no está simplemente en posición de defender a la población civil ante las embestidas de los yijadistas sino de liberar el territorio ocupado, lo cual ya está haciendo. La ayuda rusa no fue entonces simplemente bombardear sino que incluyó un importante apoyo aéreo a las fuerzas terrestres, como pudo verse ayer en Palmira.
Después de invertir cientos de miles de millones de rublos en Siria, Rusia no se retira del Medio Oriente en momentos en que Turquía, Arabia Saudita y Líbano están al borde de la guerra civil. Respetuosa, Rusia deja en manos de los sirios la gloria de la Victoria que tanto merecen.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article190803.html#nh4
Según la prensa occidental y la de las monarquías del Golfo, Vladimir Putin, está supuestamente «irritado» ante la intransigencia del presidente sirio Bashar al-Asad y fue por eso que decidió retirarse de Siria para dejar a Asad solo ante sus responsabilidades. Esos mismos comentaristas agregan que, al verse ahora sin aliado, el presidente Asad tendrá que hacer concesiones en Ginebra y que por fin tendrá que aceptar abandonar su país. Según ellos, Moscú ha hecho un buen regalo a Washington por el aniversario de los 5 años de guerra «civil».
Pero, todo eso es absurdo.
1. El general sirio Hasan Turkmani había negociado la intervención militar rusa desde 2012. Y si esta no se concretó hasta 3 años después fue porque Moscú optó por terminar de desarrollar sus nuevas armas antes de ordenar el despliegue. Las fuerzas rusas comenzaron a instalarse en julio de 2015 y nosotros fuimos los primeros en anunciarlo, desde este sitio web, información de la que inmediatamente se hicieron eco la prensa israelí, en primer lugar, y más tarde los medios de prensa internacionales. Lo pactado era que la campaña de bombardeos se iniciara después de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU que debía realizarse al margen de la Asamblea General, y que durara hasta la navidad ortodoxa, o sea hasta el 6 de enero de 2016.
También estaba previsto que, cuando se restaurara la paz, se desplegaría una fuerza de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) para mantener esa paz, paso que hasta ahora no ha sido posible.
2. Sin embargo, al ver las dificultades de la Casa Blanca para controlar a sus aliados, Moscú prolongó la campaña de bombardeos hasta la reanudación de las negociaciones de Ginebra, finalmente fijada para el 15 de marzo. Es evidente que Rusia nunca vio en esa fecha el aniversario de una seudo revolución porque la realidad es que todo comenzó el 12 de diciembre de 2003, con la promulgación de la declaración de guerra (la Syria Accountability Act) por el entonces presidente de Estados Unidos George W. Bush, y prosiguió después de año en año (en 2004, cumbre de la Liga Árabe en Túnez sobre la «democratización» forzosa del Líbano y Siria; en 2005, asesinato del ex-primer ministro libanés Rafiq Hariri y atribución del crimen a los presidentes del Líbano, Émile Lahoud, y de Siria, Bashar al-Asad; en 2006, invasión del Líbano por parte de Israel para provocar una intervención militar siria; en 2007, creación del Frente de Salvación Nacional por la Hermandad Musulmana; en 2008, destrucción de los medios de comunicación y de aprovisionamiento de Jezbolá; etc.), hasta llegar, en 2011, al inicio de las hostilidades en suelo sirio, enfrentamientos que aún se mantienen.
3. Rusia inició la retirada de su contingente de manera ostensible. Se presentaron planes vuelo, con 4 días de antelación, para todos los aviones de carga que debían participar en la retirada de los hombres y del equipamiento. La fecha misma no era una sorpresa. El general Mashal Al-Zaben, jefe del estado mayor jordano, ya había sido informado desde enero por el ministro ruso de Defensa Serguéi Shoigú y por el general Fahed Yasem al-Freiy, jefe del estado mayor sirio. Es, por tanto, ridículo vincular la decisión de ordenar la retirada a supuestos desacuerdos surgidos durante los últimos días.
Los desacuerdos políticos han sido resueltos. El primero tenía que ver con la proposición rusa de implantar en Siria un sistema federal —rechazada tanto por Damasco como por Riad—, proposición esencialmente vinculada a la experiencia soviética. La diferencia es que las minorías del Medio Oriente hablan la misma lengua, lo cual no sucedía en la antigua URSS. El segundo desacuerdo estaba vinculado a las elecciones legislativas del próximo 13 de abril, elecciones que los rusos querían posponer para incluirlas en las negociaciones de Ginebra, pero Damasco se negó a violar la Constitución siria.
4. En el plano militar, las fuerzas armadas rusas se retiran del campo de batalla, pero siguen presentes en el Cuartel General. Ya no hay necesidad de mantener en Siria grandes cantidades de aviones porque ya no hay objetivos que golpear: las fortificaciones construidas por los yijadistas y los medios de transporte que utilizaban para trasladar el petróleo robado han sido destruidos. Por el contrario, se mantiene la totalidad del dispositivo antiaéreo —los misiles S-400 y Pantsir-S2. Rusia renovó el equipamiento del Ejército Árabe Sirio —seriamente afectado por 10 años de embargo— y además formó a los soldados sirios en el uso de ese material. En este momento, el Ejército Árabe Sirio ya no está simplemente en posición de defender a la población civil ante las embestidas de los yijadistas sino de liberar el territorio ocupado, lo cual ya está haciendo. La ayuda rusa no fue entonces simplemente bombardear sino que incluyó un importante apoyo aéreo a las fuerzas terrestres, como pudo verse ayer en Palmira.
Después de invertir cientos de miles de millones de rublos en Siria, Rusia no se retira del Medio Oriente en momentos en que Turquía, Arabia Saudita y Líbano están al borde de la guerra civil. Respetuosa, Rusia deja en manos de los sirios la gloria de la Victoria que tanto merecen.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article190803.html#nh4
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