Mientras la prensa atlantista se empeña en proyectar sobre Donald Trump los debates artificiales que Hillary Clinton impuso durante la campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos y se multiplican los llamados a asesinar al presidente electo, este último se prepara para cambiar de paradigma, echando abajo la ideología puritana que domina su país desde hace dos siglos. Pero, ¿puede lograrlo?
Donald Trump&Michael T. Flynn
La prensa internacional trata de convencernos de que los electores de Donald Trump expresaron con sus votos una revuelta de los «blanquitos» contra las élites. Lo que en realidad hace esa prensa es prolongar el discurso de Hillary Clinton que los electores estadounidenses acaban de rechazar. Esa prensa se niega a aceptar el hecho que la actual división interna estadounidense nada tiene que ver con los temas que ella privilegió durante la campaña electoral.
Sin embargo, todos hemos visto aparecer une nueva grieta, no entre los dos grandes partidos estadounidenses sino dentro de ellos. Numerosos líderes republicanos apoyaron a la señora Clinton, mientras que algunos líderes demócratas respaldaban a Trump. De hecho, el propio Bernie Sanders acaba de proponer sus servicios al presidente electo. Al mismo tiempo, el análisis del resultado de la votación por categorías comunitarias (mujeres, hispanos, negros, musulmanes, gays, etc.) ha dejado de tener sentido. A pesar de que nos repitieron hasta el cansancio que votar por Donald Trump era votar por el odio a las minorías, al menos una tercera parte de los miembros de las minorías votó por él.
Algunos periodistas tratan de apoyarse en el antecedente del Brexit, cuando el resultado del referéndum británico los dejó igualmente sorprendidos y totalmente incapaces de explicarlo. Si el análisis se hiciese en base a los antecedentes extranjeros, habría que tener en cuenta al menos los sorpresivos resultados electorales del hoy presidente de la India Narendra Modi y del actual presidente Rodrigo Duterte en Filipinas (una ex-colonia de Estados Unidos).
A pesar de lo que sigue afirmando la propaganda, los británicos no votaron contra los europeos, los indios no votaron contra los musulmanes y los filipinos no votaron contra los chinos. Al contrario, cada uno de esos tres pueblos está tratando de salvar su propia cultura y de vivir en paz. Aunque en 2002 fue responsable de los motines anti-musulmanes en Gujarat, el hoy presidente indio Narendra Modi tendió la mano a Pakistán, convencido de que los problemas entre la India y ese país fueron organizados y alimentados por las potencias coloniales. Lo mismo sucede en Filipinas, donde el presidente Rodrigo Duterte sorprendió a todos acercándose al «enemigo chino».
Hace varias semanas expliqué, desde estas mismas columnas, que lo que hoy divide a Estados Unidos no es la procedencia étnica, ni la procedencia social sino la ideología puritana. Si mi explicación es correcta, seremos testigos de una lucha existencial de los partidarios de esa ideología contra la administración Trump. Todas las iniciativas del nuevo presidente serán saboteadas de forma sistemática. Ya en este momento, las manifestaciones contra el resultado de la elección y la amplísima cobertura que los grandes medios les reservan demuestran que los perdedores no respetarán las reglas de la democracia.
Más que pensar en cómo sacar ventaja de la administración Trump, tendríamos que preguntarnos cómo podemos ayudarla a liberar su país de su propio imperialismo, a poner fin al mundo unipolar y a la «doctrina Wolfowitz», cómo podemos poner fin al enfrentamiento y pasar a la cooperación.
Mientras la prensa estadounidense especula sobre la inclusión de personalidades de la administración Bush en la futura administración Trump, nosotros debemos anticipar el papel político que van a desempeñar los cuadros comerciales de la Trump Organisation, únicas personas en las que el nuevo presidente podrá confiar.
Y habrá que tener muy en cuenta el papel que puede desempeñar el general Michael T. Flynn, quien —a pesar de ser demócrata— fue el principal consejero del candidato Donald Trump en materia de política exterior y de defensa. Como director de la inteligencia militar estadounidense, desde la celebración de la conferencia Ginebra 1 y hasta el inicio de la embestida del Emirato Islámico (Daesh) contra Iraq, el general Michael T. Flynn luchó constantemente contra el presidente Obama, la secretaria de Estado Hillary Clinton, los generales David Petraeus y John Allen, y también contra el secretario general adjunto de la ONU Jeffrey Feltman, empeñados todos en seguir recurriendo a los yijadistas y al terrorismo para mantener la hegemonía del imperialismo estadounidense. Desde un cargo como los de consejero presidencial para la seguridad nacional, director de la CIA o secretario de Defensa, pudiera llegar a ser el mejor aliado de la paz en el Levante.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article194049.html#nh1
Algunos periodistas tratan de apoyarse en el antecedente del Brexit, cuando el resultado del referéndum británico los dejó igualmente sorprendidos y totalmente incapaces de explicarlo. Si el análisis se hiciese en base a los antecedentes extranjeros, habría que tener en cuenta al menos los sorpresivos resultados electorales del hoy presidente de la India Narendra Modi y del actual presidente Rodrigo Duterte en Filipinas (una ex-colonia de Estados Unidos).
A pesar de lo que sigue afirmando la propaganda, los británicos no votaron contra los europeos, los indios no votaron contra los musulmanes y los filipinos no votaron contra los chinos. Al contrario, cada uno de esos tres pueblos está tratando de salvar su propia cultura y de vivir en paz. Aunque en 2002 fue responsable de los motines anti-musulmanes en Gujarat, el hoy presidente indio Narendra Modi tendió la mano a Pakistán, convencido de que los problemas entre la India y ese país fueron organizados y alimentados por las potencias coloniales. Lo mismo sucede en Filipinas, donde el presidente Rodrigo Duterte sorprendió a todos acercándose al «enemigo chino».
Hace varias semanas expliqué, desde estas mismas columnas, que lo que hoy divide a Estados Unidos no es la procedencia étnica, ni la procedencia social sino la ideología puritana. Si mi explicación es correcta, seremos testigos de una lucha existencial de los partidarios de esa ideología contra la administración Trump. Todas las iniciativas del nuevo presidente serán saboteadas de forma sistemática. Ya en este momento, las manifestaciones contra el resultado de la elección y la amplísima cobertura que los grandes medios les reservan demuestran que los perdedores no respetarán las reglas de la democracia.
Más que pensar en cómo sacar ventaja de la administración Trump, tendríamos que preguntarnos cómo podemos ayudarla a liberar su país de su propio imperialismo, a poner fin al mundo unipolar y a la «doctrina Wolfowitz», cómo podemos poner fin al enfrentamiento y pasar a la cooperación.
Mientras la prensa estadounidense especula sobre la inclusión de personalidades de la administración Bush en la futura administración Trump, nosotros debemos anticipar el papel político que van a desempeñar los cuadros comerciales de la Trump Organisation, únicas personas en las que el nuevo presidente podrá confiar.
Y habrá que tener muy en cuenta el papel que puede desempeñar el general Michael T. Flynn, quien —a pesar de ser demócrata— fue el principal consejero del candidato Donald Trump en materia de política exterior y de defensa. Como director de la inteligencia militar estadounidense, desde la celebración de la conferencia Ginebra 1 y hasta el inicio de la embestida del Emirato Islámico (Daesh) contra Iraq, el general Michael T. Flynn luchó constantemente contra el presidente Obama, la secretaria de Estado Hillary Clinton, los generales David Petraeus y John Allen, y también contra el secretario general adjunto de la ONU Jeffrey Feltman, empeñados todos en seguir recurriendo a los yijadistas y al terrorismo para mantener la hegemonía del imperialismo estadounidense. Desde un cargo como los de consejero presidencial para la seguridad nacional, director de la CIA o secretario de Defensa, pudiera llegar a ser el mejor aliado de la paz en el Levante.
Fuente: http://www.voltairenet.org/article194049.html#nh1
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