Dentro de los preparativos para la estancia del presidente Donald Trump en Europa —visita a Roma el 24 de mayo, Cumbre de la OTAN en Bruselas el 25, Cumbre del G7 en Taormina los días 26 y 27—el Pentágono presentó su plan estratégico para el «teatro europeo». La presentación estuvo a cargo del general Curtis Scaparrotti.
En su condición de comandante de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Europa, el general Scaparrotti se halla automáticamente a la cabeza de todas las fuerzas de la OTAN con el cargo de Comandante Supremo de las fuerzas aliadas en Europa (SACEUR). El 2 de mayo, ante el Senado estadounidense, el general recordó que «el teatro europeo sigue teniendo crucial importancia para nuestros intereses nacionales» y que «la OTAN nos da una ventaja única sobre nuestros adversarios». Pero esa ventaja se encuentra ahora en peligro ante «una Rusia resurgente, que tratar de socavar el orden internacional bajo la dirección de Occidente y de reafirmarse como potencia mundial».
Así que el Comandante Supremo exhorta a los aliados europeos a cerrar filas alrededor de Estados Unidos para defender por todos los medios el «orden internacional» —basado en la supremacía económica, política y militar de Occidente—, orden ahora en peligro ante el surgimiento de nuevos actores estatales y sociales.
El general Scaparrotti concentra el fuego sobre Rusia, acusándola de «actividades malignas y acciones militares contra Ucrania» —precisamente cuando se conmemora el tercer aniversario de la masacre perpetrada en Odesa, el 2 de mayo de 2014, que costó la vida a varias decenas de rusos. Pero la «amenaza» no proviene solamente de Rusia: Estados Unidos, según declara el almirante Harris, jefe del Mando del Pacífico, enfrenta en esa región los desafíos simultáneos que plantean «una China agresiva y una Rusia revanchista».
En respuesta a esos desafíos, anuncia el general Scaparrotti, el Mando de la fuerzas estadounidenses en Europa «está volviendo a su papel histórico de combate, adaptando sus planes a las amenazas que tenemos ante nosotros». Y solicita al Congreso estadounidense que aumente los fondos para la «European Reassurance Initiative», que es la operación que Estados Unidos inició en 2014, oficialmente para «tranquilizar» a los aliados de la OTAN y a los socios europeos, y a la que ya se asignaron 3.400 millones de dólares en 2017.
El general sostiene que «son necesarias inversiones significativas para aumentar en toda Europa nuestra presencia avanzada, el preposicionamiento de material militar y los ejercicios de preparación para los conflictos».
El plan está muy claro: hacer de Europa la primera línea del enfrentamiento con Rusia. Eso es lo que confirma el anuncio, emitido el 4 de mayo, de que el ejército de Estados Unidos en Europa abrió un nuevo cuartel general en Poznan (Polonia) para dirigir a los más de 6.000 militares estadounidenses acantonados en Polonia, Estonia, Letonia, Alemania, Eslovaquia, Hungría, Rumanía y Bulgaria, con vistas a «reforzar el flanco oriental de la OTAN como disuasión hacia Rusia».
En el despliegue sobre el flanco oriental —que incluye fuerzas blindadas, cazabombarderos, navíos de guerra y unidades de misiles, incluso con misiles nucleares— participan las potencias europeas de la OTAN, como lo demuestra el envío de tropas francesas y de carros de asalto británicos a Estonia.
¿Y el ejército europeo? Durante el encuentro realizado en Malta, el 27 de abril, con los ministros de Defensa de los países miembros de la Unión Europea, el secretario general de la OTAN no dejó espacio alguno a las dudas al anunciar que:
«Se acordó claramente por parte de la Unión Europea que su objetivo no es constituir un nuevo ejército europeo ni estructuras de mando que compitan con las de la OTAN sino algo que sea complementario con lo que hace la OTAN».
El bastón de mando se mantiene definitivamente en manos del Comandante Supremo de las fuerzas aliadas en Europa, un general estadounidense nombrado por el presidente de Estados Unidos.
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