«Constituimos la República catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social...»
Se ha consumado el golpe de Estado. Eso es ni más ni menos lo que el día 10 de octubre hemos vivido: se ha proclamado la República catalana. Démosle la importancia que tiene. Mucha. Demuestra una voluntad de ruptura, enfrentamiento, guerra abierta.
Los tanques pasearon por la Diagonal: El Sabadell y la Caixa. Siguieron otras tropas. Fue suficiente. Se han rendido temporalmente, una pausa para ver que resistencia ofrecemos. Volverán al ataque.
Hoy 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional, el protagonismo lo asumen los soldados. Los de España; un grado menos que el Sabadell y la Caixa.
La política se subordina al dinero. Es así cuando el capital no conoce fronteras ni nacionalidades.
Pero los interrogantes surgen en los que marchan a pie y sin dinero, que no son pocos. La misión constitucional de los soldados, por tanto la más importante, garantizar la soberanía, la independencia, la integridad territorial y el orden constitucional, es su razón de ser y de esta se derivan el resto de misiones, incluso las que se llevan a cabo en el exterior. La defensa nacional es la última ratio del Estado, su propia identidad; de ahí la necesidad del artículo 8. Los Poderes constituidos y Tribunal Constitucional son a los que corresponde la constitucionalidad e interpretación. Cuando exista una amenaza contra la independencia, soberanía, integridad o el orden constitucional, puede aplicarse el estado de sitio (116-Constitución), situación única en la que las FAS cumplen las misiones que les encomienda el artículo 8, entre ellas la de mantener el orden constitucional, bajo la dirección del Gobierno.
No hay duda alguna de que las Fuerzas Armadas han sido ejemplares en la transición, han contribuido de manera envidiable a la estabilidad política y son el mejor embajador de España por el mundo.
Todo esto chirría cuando la misma Constitución permite y favorece que haya partidos políticos en el Parlamento y políticos que abogan por la ruptura de España. Permite y favorece. Una contradicción difícil de entender. Es necesaria una reforma de la Constitución. Sin duda. Muy urgente: para que nadie pueda fomentar, predicar o conspirar contra la unidad de España sin caer en grave delito, de cárcel. Mientras no sea así de nada servirán las palabras, huecas y manoseadas.
Los que nos han quitado el sueño, el dinero y la tranquilidad se van de rositas y lo intentarán de nuevo. Esto puede ser el principio del fin.
Por lo pronto se han declarado en clara rebeldía. No amenazan; es un hecho que han roto con el orden constitucional, la integridad territorial, la soberanía: se han declarado independientes. Sin interpretaciones.
Eso a día de hoy: Día de la Fiesta nacional de España.
Es urgente la reforma constitucional, pero no para encubrir independencias sino para asegurar que nadie vuelva a intentar socavar la unidad de España sin que eso signifique cometer un grave delito. Lo intentarán de nuevo y con ellos otros. Tiempo al tiempo.
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