«Soberanía» frente a Bruselas, pero no ante Washington.

A menudo hemos mostrado que la Unión Europea es sólo la fachada civil de un conjunto cuya parte militar es la OTAN. Sin embargo, Manlio Dinucci observa, a partir de la crisis institucional italiana, que esas dos vertientes no son equivalentes: Estados Unidos dirige la OTAN directamente y sin contar con nadie, pero también dirige indirectamente la Unión Europea.


Steve Bannon ―ex estratega de Donald Trump y teórico del nacional-populismo― ha expresado su apoyo entusiasta a la alianza italiana conformada por la Liga del Norte y el Movimiento 5 Estrellas para instaurar «el gobierno del cambio». En entrevista concedida el 26 de mayo a Sky TG24, Bannon declaró:
«La cuestión fundamental en Italia en marzo fue el asunto de la soberanía. El resultado de las elecciones mostró a los italianos que querían recuperar su soberanía, el control de su país. Basta ya de reglas que llegan de Bruselas».
 Pero Bannon no dijo nada de las reglas que vienen de Washington.

Quien ejerce presión sobre Italia no es sólo la Unión Europea ―dominada por los poderosos círculos económicos y financieros, principalmente alemanes y franceses, temerosos de que se rompan «reglas» que favorecen sus intereses. De manera menos evidente, pero no menos invasiva, une fuerte presión se ejerce sobre Italia desde Estados Unidos, que teme una ruptura de las «reglas» que someten a Italia a los intereses económicos y estratégicos estadounidenses. Eso es parte de las políticas que Washington adopta hacia Europa, a través de distintas administraciones y de métodos diversos pero siempre con el mismo objetivo: mantener a Europa bajo la influencia estadounidense.

La principal herramienta de esta estrategia es la OTAN. El Tratado de Maastricht estipula, en su artículo 42, que
«La Unión respeta las obligaciones de determinados Estados miembros, que consideran que su defensa común se realiza dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)».
Y el protocolo 10 sobre la cooperación estipula que la OTAN «sigue siendo la base de la defensa» de la Unión Europea.

Actualmente, 21 de los 27 países miembros de la Unión Europea ―con un 90% de la población de la Unión― pertenecen a la OTAN, cuyas «reglas» permiten a Estados Unidos conservar, desde 1949, el cargo de Comandante Supremo de las fuerzas de la alianza en Europa así como todos los demás cargos de mando claves. Esas «reglas» también permiten a Estados Unidos determinar las opciones políticas y estratégicas de la alianza atlántica poniéndose de acuerdo ―por debajo de la mesa― fundamentalmente con Alemania, Francia y Reino Unido y haciendo que las apruebe el Consejo del Atlántico Norte, en cuyo seno ―según las «reglas» de la OTAN― las decisiones se toman siempre por unanimidad… pero sin voto.

La entrada en la OTAN de los países del este que antes fueron miembros del Pacto de Varsovia, o que fueron parte de Yugoslavia o incluso de la URSS ―entre ellos Ucrania y Georgia, que de hecho ya son miembros de la OTAN―, ha permitido a Estados Unidos vincular a esos países más a Washington que a Bruselas. Así ha logrado Washington empujar a Europa a una nueva guerra fría, convirtiéndola en la primera línea de un enfrentamiento cada vez más peligroso con Rusia, enfrentamiento que además favorece intereses políticos, económicos y estratégicos de Estados Unidos.

Resulta emblemático el hecho que, precisamente durante la semana en que en Europa se debatía enconadamente la «cuestión italiana», desembarcó en el puerto belga de Amberes ―sin que hubiese ninguna reacción significativa― la 1.ª División de Caballería (Estados Unidos), proveniente de Fort Hood, en Texas. Desembarcaron en Amberes 3.000 soldados estadounidenses con 87 tanques de asalto Abrams M-1, 125 vehículos de combate Bradley, 18 cañones autopropulsados Paladin, 976 vehículos militares y equipamiento militar diverso para desplegarse en 5 bases en Polonia, desde donde serán enviados a la frontera rusa.

Así siguen «mejorando la rapidez y contundencia de las fuerzas de Estados Unidos en Europa», con un gasto ―desde 2015― de 16.500 millones de dólares.

Precisamente mientras mientras los tanques enviados por Washington desembarcaban en Europa, Steve Bannon incitaba a italianos y europeos a «recuperar su soberanía» ante Bruselas.

Fuente: http://www.voltairenet.org/article201331.html

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