
La estrecha cooperación estratégica que mantuvieron durante la era soviética, antes del golpe de Estado del general Suharto a mediados de la década de 1960, sirve como punto de referencia nostálgico para el nivel de relaciones que los líderes actuales desean revivir.
El presidente indonesio Prabowo Subianto fue el invitado de honor de Putin durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, celebrado a mediados de junio. El privilegio que se le concedió no fue una sorpresa, ya que las relaciones bilaterales se han fortalecido considerablemente desde el año pasado, como se documentó
aquí en enero. Rusia prevé que Indonesia desempeñe un papel clave en su equilibrio asiático, que no hará más que crecer tras el acuerdo de asociación estratégica recién firmado. En el presente artículo se detallan algunas de las formas que esto adoptará.
Para empezar, Rusia ayudó a Indonesia a completar su adhesión acelerada al BRICS como miembro de pleno derecho, por lo que Prabowo agradeció a Putin durante su reunión y en declaraciones a la prensa posteriores. La noche anterior, Putin declaró a los directores de las agencias de noticias internacionales durante su reunión con ellos que los casi 300 millones de habitantes de Indonesia le permiten desempeñar un papel más importante en la economía mundial, dando a entender que esto le llevará a desempeñar también un papel más importante en la gobernanza mundial.
Aquí es donde entra en juego la relevancia de la adhesión de Indonesia al BRICS con la ayuda de Rusia. Aunque la cooperación dentro del BRICS es
puramente voluntaria, el grupo puede contribuir colectivamente a acelerar los procesos de multipolaridad financiera y, posteriormente, las reformas graduales de la gobernanza mundial. En consecuencia, dado el creciente peso económico y político de Indonesia en el mundo, junto con sus tradicionales lazos de amistad, Rusia espera que puedan cooperar más estrechamente con este fin.
En pos de este objetivo, que se considera el motor de su asociación estratégica, ambos países están dando prioridad a la expansión integral de sus vínculos económicos, políticos y militares. Desde la perspectiva de Rusia, la dimensión económica puede abrir nuevos mercados para todo tipo de exportaciones energéticas y del sector real, unos vínculos más estrechos con Indonesia, líder de facto de la ASEAN, pueden dar a Rusia una mayor presencia en ese bloque, y una mayor cooperación técnico-militar puede reforzar el equilibrio de Indonesia.
«A este respecto, Indonesia se alinea con potencias rivales, al igual que la India, y una cooperación técnico-militar más estrecha con Rusia podría ayudarla a evitar el creciente dilema de suma cero de comprometerse con China o con Estados Unidos. Al fin y al cabo, una cooperación más estrecha con cualquiera de ellos podría desestabilizar al otro y ejercer más presión sobre Indonesia, pero es probable que a China no le importe que su socio estratégico ruso suministre armas a Indonesia, mientras que Estados Unidos podría no reaccionar de forma exagerada si su incipiente acercamiento sigue su curso».
En cuanto al equilibrio asiático de Rusia, su objetivo es evitar de forma preventiva una dependencia desproporcionada de China, algunas de las consecuencias si mejoran las turbulentas relaciones entre la India y Estados Unidos, y verse atrapado en un dilema de suma cero al comprometerse con uno u otro. Por lo tanto, unas relaciones económicas más estrechas con Indonesia ayudan a Rusia a protegerse de la dependencia comercial de China, unas relaciones militares y técnicas más estrechas podrían sustituir en parte la disminución de la cuota de mercado en la India, y unas relaciones políticas más estrechas con la ASEAN pueden dar a Rusia más flexibilidad en medio de la rivalidad entre China y la India.
En conjunto, Rusia e Indonesia desempeñan papeles complementarios en sus respectivos equilibrios, actuando cada uno como una especie de válvula de escape de la presión para comprometerse con China-India y China-EE. UU., respectivamente. Su estrecha cooperación estratégica durante la era soviética, antes del golpe de Estado del general Suharto a mediados de la década de 1960, sirve como punto de referencia nostálgico para el nivel de relaciones que sus líderes contemporáneos están deseosos de revivir. Ahora es el momento perfecto para hacerlo y, dado que no hay ningún impedimento, el futuro de sus lazos parece muy prometedor.
Fuente: Andrew Korybko
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