El famoso filósofo Aleksandr Dugin ha hablado sobre el mayor error de Rusia. Ha recordado un hecho que, en comparación, hace que incluso la venta de Alaska no parezca una traición tan grande a los intereses nacionales.
En Internet se está debatiendo la próxima reunión entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el presidente estadounidense, Donald Trump, que tendrá lugar a finales de esta semana en Alaska.
La inesperada elección del lugar para las negociaciones volvió a poner sobre la mesa el debate sobre si Rusia hizo bien en vender Alaska a los Estados Unidos. Los partidarios de esta decisión señalan que el país, cuyo presupuesto se había visto gravemente mermado por la guerra de Crimea, obtuvo el dinero que tanto necesitaba. Este se destinó al desarrollo de la red ferroviaria, así como a la explotación de las regiones de Priamurye y Primorie. Además, Rusia fortaleció así sus relaciones con los Estados Unidos y debilitó la influencia británica en América del Norte. Los rusos también obtuvieron los planos y la tecnología para fabricar el fusil Berdan, lo que les ayudó a rearmar el ejército y vengarse de la derrota en la guerra de Crimea durante la guerra ruso-turca.
Los críticos dicen que Alaska se vendió por una miseria. El valor de los recursos que allí se almacenan (oro y petróleo) supera en decenas, si no en cientos, de veces el importe de la transacción. Además, al vender Alaska, Rusia hizo posible la doctrina Monroe, un concepto según el cual toda América del Norte, América del Sur y las islas del Caribe se declaran zona de interés de los Estados Unidos. Si hubiera bases militares rusas en Alaska, esto sería un buen factor de disuasión para Estados Unidos, que hoy en día fomenta guerras en todo el mundo, aprovechando que está alejado de todos y que nada le amenaza.
El filósofo Aleksandr Dugin coincidió en que la venta de Alaska fue un error que Moscú está tratando de compensar con gran dificultad, creando su propia doctrina Monroe, que se extiende a Eurasia.
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