Lo que no se dice sobre el programa nuclear iraní.

Lo que está en juego con el programa nuclear iraní no es lo que todos creen saber. Irán renunció a la bomba atómica desde 1988. Pero, con la cooperación de Rusia, la República Islámica ha venido tratando de descubrir los secretos de la fusión nuclear de uso civil. Si tuviese éxito, Irán ayudaría los Estados del sur a independizarse definitivamente de sus antiguas metrópolis liberándolos del yugo del petróleo.

En cuanto al bombardeo estadounidense contra varias instalaciones nucleares iraníes, es también muy posible que las cosas tampoco sean como se cree.

De hecho, todo este asunto es extremadamente opaco, sobre todo teniendo en cuenta que hoy es imposible establecer una diferencia clara entre la investigación sobre la fusión nuclear con fines militares y las exigencias de la investigación para el uso pacífico de ese tipo de reacción nuclear.

Mohandas K. Gandhi (1869-1948) desafió el Imperio británico al romper el monopolio de la Corona sobre el comercio del algodón —en esta foto podemos verlo tejiendo él mismo el algodón indio. Hoy en día, Irán, siguiendo la línea de Mohammad Mossadegh, lucha por romper el monopolio de las transnacionales occidentales del petróleo descubriendo los secretos de la fusión nuclear para su uso civil.

Desde la caída de Iraq bajo los embates y finalmente la invasión de los británicos y los estadounidenses, los gobiernos del Reino Unido y de Estados Unidos propalaron la falacia del programa nuclear militar iraní, como antes habían impuesto en los medios la mentira sobre las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía el presidente iraquí Sadam Husein. Los sionistas revisionistas israelíes (no confundir con los sionistas a secas) y su cabecilla, Benyamin Netanyahu, se apoderaron de la fábula de la bomba atómica que Irán querría fabricar y desde hace unos 20 años han inundado los medios occidentales con ese problema inexistente que la opinión pública occidental hoy considera una verdad absoluta, sin ver que hace cerca de 2 décadas que nos repiten a diario que Irán va a fabricar «la bomba» el año que viene.

A pesar de los casi 30 años de propaganda occidental sobre la supuesta intención iraní de obtener la bomba atómica —aquí vemos un artículo sobre ese asunto publicado en el «New York Times» el 5 de enero de 1995— la realidad es muy diferente. La República Islámica de Irán no tiene programa nuclear militar desde 1988.

Sin embargo, aunque las 3 principales potencias mundiales, que son Rusia, China y Estados Unidos, hoy coinciden en reconocer que el programa nuclear «militar» iraní simplemente no existe, todos pueden ver que en las instalaciones nucleares iraníes se desarrolla algún tipo de investigación. Entonces, ¿de qué se trata?

En 2005, Mahmud Ahmadineyad fue electo presidente de la República Islámica, al término del mandato de Mohammad Khatami. Ingeniero civil de profesión, Mahmud Ahmadineyad es un científico interesado en poner la ciencia al servicio de la liberación de los pueblos colonizados y considera que los secretos de la energía atómica pueden permitir a todos los pueblos liberarse del yugo de las transnacionales occidentales del petróleo.

Por iniciativa del presidente Ahmadineyad, Irán desarrolla entonces la formación de científicos nucleares en sus universidades. Pero no se trata de crear una pequeña élite de algunos cientos de especialistas, sino de formar batallones de ingenieros. Por eso Irán cuenta hoy con decenas de miles de científicos nucleares.

A lo largo de toda una década, el Mosad israelí ha asesinado grandes científicos iraníes, supuestamente para impedir que fabriquen una bomba… que Irán no quiere. Tras esos actos terroristas de Israel se esconde también el interés de ciertas transnacionales del petróleo por impedir las investigaciones iraníes sobre la fusión nuclear.

El objetivo de Irán es hallar la manera de realizar la fusión nuclear, mientras que la ciencia occidental se conforma con haber logrado la fisión. La fisión es la división del átomo, mientras que la fusión es el proceso inverso, la unión de varios núcleos atómicos, capaz de liberar un ingente volumen de energía. La fisión nuclear es el proceso que se utiliza en las centrales nucleares actuales, mientras que, por ahora, la fusión se utiliza sólo en las bombas termonucleares. El proyecto de Mahmud Ahmadineyad consiste en utilizar la fusión nuclear para generar electricidad y poner ese beneficio a la disposición de los Estados en vías de desarrollo.

Se trata de un saber revolucionario, en el sentido khomeinista del término, o sea de un saber que permitiría poner fin a la dependencia de los Estados del sur y favorecer su desarrollo económico. Pero ese saber contradice directamente la visión británica del colonialismo, según la cual Su Majestad debía «dividir para reinar», siguiendo el clásico «divide y vencerás», e impedir el desarrollo de los pueblos colonizados. Londres aplicó ese principio, por ejemplo, prohibiendo a los indios hilar el algodón que ellos mismos cultivaban en la India e imponiendo que el algodón indio fuese enviado al Reino Unido para ser utilizado allí en la confección de los tejidos que salían de las fábricas de Manchester. En respuesta, Ghandi, el líder histórico de la India, dio el ejemplo a su pueblo hilando él mismo el algodón indio que utilizaría para hacer sus ropas, desafiando así la monarquía británica. Idénticamente, el proyecto del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad constituye un desafío para el poder de Occidente y de las transnacionales anglosajonas del petróleo.

Inquietarse ante la intensa actividad de Irán en el sector nuclear es una reacción normal ya que se trata del uso de tecnologías que son, por definición, de doble uso, civil y militar. Es evidente que no se trata del uso civil habitual y que la investigación detallada de los procesos de la fusión nuclear podría utilizarse también con fines militares, pero lo que Irán investiga es la obtención de una fuente inagotable de energía.

China y Rusia han destacado constantemente que Irán no tiene un programa nuclear de carácter militar desde 1988. Y, contrariamente a los occidentales, Rusia sí sabe de qué habla… porque está asociada a las investigaciones que Irán realiza. En otras palabras, hay rusos en numerosos centros nucleares iraníes.

Es evidente que Rusia se preocupa tanto como Occidente por evitar todo peligro de proliferación de las armas nucleares. Pero, a diferencia de Occidente, Rusia no considera necesario impedir el desarrollo del uso civil de la energía nuclear. Apoyándose en los trabajos de Andrei Sajarov, el gigante estatal ruso Rosatom y la Academia de Ciencias de Rusia mantienen sus propias investigaciones sobre el uso civil de la energía nuclear, principalmente en el marco del proyecto Tokamak. Otros países —concretamente China, Corea del Sur, Reino Unido y Francia realizan sus propias investigaciones en ese ámbito.

Rusia no es simplemente un socio estratégico de Irán sino que también participa en las investigaciones iraníes sobre el uso civil de la fusión nuclear.

No debemos olvidar, además, que Irán firmó el Tratado de No Proliferación de las armas nucleares (TNP). Y, como Estado firmante del TNP, Irán se somete a las inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Desde 1988, el OIEA no ha encontrado nunca algo que permita suponer la existencia del hipotético programa nuclear iraní de carácter militar. A pesar de esto último, el OIEA ha hecho a las autoridades iraníes numerosas preguntas para aclarar ciertos aspectos de su programa civil y no ha obtenido respuestas, lo cual es perfectamente comprensible dada la importancia de la inversión en la investigación irano-rusa sobre la fusión.

Pero esa falta de respuestas se ve incluso justificada por el hecho que los documentos israelíes obtenidos por la inteligencia de Irán —revelados justo antes de la agresión israelí contra Irán— demuestran que el director del OIEA, el argentino Rafael Grossi, se comporta como un espía al servicio de Israel, transmitiendo a Tel Aviv toda la información confidencial que sus inspectores obtenían. Y no está de más recordar que Israel ni siquiera es miembro del OIEA[1].
[1] Israel ni siquiera ha firmado el Tratado de No Proliferación de las armas nucleares y no se somete a ningún tipo de control o inspección internacional de sus instalaciones nucleares.

El 4 de mayo de 2010, la República Islámica de Irán presentó a la Conferencia de las Partes (los Estados firmantes del Tratado de No Proliferación de las armas nucleares) de la ONU, una propuesta de «Creación de una Zona Libre de Armas Nucleares en el Medio Oriente»[2]. La propuesta de Irán fue acogida favorablemente por todos los Estados de la región… con excepción de Israel. Una vez más nos vemos obligados a recordar que Israel sí posee la bomba atómica… gracias a la ayuda que recibidó de Francia, en los años 1950[3].

Los sionistas revisionistas israelíes comparten con sus amigos nazis el culto por el «crepúsculo de los dioses». En lugar del Sigfrido germánico, los sionistas revisionistas ensalzan a Sansón, el mítico héroe judío que provocó el derrumbe del palacio de los filisteos para acabar con sus enemigos… muriendo él mismo con ellos.

Finalmente, si Estados Unidos no interviene poniéndose del lado de Israel, utilizando su bomba penetrante para tratar de destruir la instalación nuclear iraní de Fordow, el gobierno de Israel podría recurrir a la «Opción Sansón»[4], o sea al uso de la bomba atómica israelí contra Irán, incluso si Israel se viese así expuesto a una respuesta también nuclear[5].
[4] The Culture of War, Martin van Creveld, Presido Press, 2008.

El general Mohsen Rezaee, oficial superior de los Guardianes de la Revolución y miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la República Islámica, declaró en una entrevista, el 14 de junio, que «Pakistán nos ha asegurado que si Israel utiliza una bomba nuclear contra Irán, igualmente atacará Israel con una bomba nuclear».

El ministro de Defensa de Pakistán, Khwaja Asif, no confirmó esa declaración. Pero tampoco la desmintió. Simplemente dijo: «Israel ha atacado Irán, Yemen y Palestina. Si los países musulmanes no se unen ahora, todos sufrirán la misma suerte. Apoyamos a Irán y lo defenderemos en todas las instancias internacionales para proteger sus intereses».

No hay absolutamente ninguna certeza de que las bombas estadounidenses GBU-57 hayan sido capaces de eliminar la instalación nuclear subterránea de Fordow. Para destruir ese complejo, protegido bajo unos 80 metros de granito, sería necesario lograr hacer estallar una tras otra varias de esas bombas de alta capacidad penetrante en el mismo pozo.

En definitiva, la administración ya había expresado una convicción cuando Karoline Leavitt (muy linda), la portavoz de la Casa Blanca, declaró: «Seamos claros, Irán tiene todo lo necesario para obtener un arma nuclear. Todo lo que necesitan es una decisión del Guía Supremo en ese sentido, y sólo les tomaría una quincena de días para lograr producir esa arma».

La Operación Midnight Hammer se preparó en secreto, desde principios de junio, bajo la instigación del general Michael Kurilla, el jefe del CentCom (el mando de las fuerzas de Estados Unidos en el Medio Oriente).

Durante los preparativos, el general Kurilla viajó a Israel, para reunirse con los jefes militares israelíes, el 25 de abril, y reunir la información más detallada posible sobre los blancos. El 10 de junio presentó a la Cámara de Representantes su análisis estratégico de las oportunidades que los acontecimientos registrados en el Medio Oriente ofrecían a Estados Unidos. De paso, reveló a los congresistas que había presentado al presidente Trump una amplia serie de opciones sobre cómo explotar esos acontecimientos[6].

El 11 de junio, el Departamento de Estado emitió una orden de evacuación para todo su personal no esencial y las familias de sus funcionarios en Bahréin, Qatar e Iraq.

El 16 de junio, el presidente Donald Trump abandonaba precipitadamente la Cumbre del G7, en Kananaskis (Canadá). Mientras volaba de regreso a Washington en el Air Force One, Trump publicó un duro mensaje sobre sus «aliados»: «Buscando publicidad, el presidente Emmanuel Macron, de Francia, declaró erróneamente que me fui de la cumbre del G7, en Canadá, para regresar a Washington a trabajar en un “alto al fuego” entre Israel e Irán. Es falso. Él no sabe por qué estoy ahora regresando a Washington, pero no tiene ciertamente nada que ver con un alto al fuego. Es mucho más grande que eso. Deliberadamente o no, Emmanuel siempre se equivoca. Manténganse a la escucha»[7].

En la noche del 21 al 22 de junio, el presidente estadounidense Donald Trump violó la Carta de las Naciones Unidas al lanzar un ataque contra las principales instalaciones nucleares de Irán. Pero no atacó la central nuclear de Bushehr, donde hay personal ruso. Además, parece que Washington avisó al gobierno de Irán sobre su decisión de bombardear las tres instalaciones finalmente atacadas y se habla de que pudo verse, a través de los satélites, una columna de camiones evacuando material de la instalación de Fordow.


En resumen, el sorpresivo bombardeo estadounidense contra 3 instalaciones nucleares iraníes puede interpretarse de dos maneras: el presidente Trump salvó a Israel de las masivas destrucciones que provocan los misiles hipersónicos iraníes Fatah-1 o, por el contrario, salvó a Irán de un bombardeo nuclear israelí. El hecho que el Pentágono no haya bombardeado las instalaciones de lanzamiento de los misiles iraníes Fatah-1, a pesar que están mucho menos protegidas que las instalaciones nucleares atacadas, parece confirmar la segunda interpretación.

En todo caso, al destruir el programa de investigación nuclear iraní, el presidente Trump priva al primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, del argumento que este último venía utilizando desde hace 20 años para justificar su «guerra en 7 frentes».

Debemos recordar que durante su primer mandato presidencial Donald Trump ordenó la eliminación del «califa» del Emirato Islámico (Daesh), Abu Bakr al-Bagdadi el 27 de octubre de 2019, seguido del asesinato del general iraní Qassem Soleimani el 3 de enero de 2020. Para Trump, se trataba de eliminar al principal cabecilla sunnita y al jefe militar más importante del bando chiita para «meter en cintura» los dos bandos. Y funcionó.

Según esa lógica, cabe esperar una mala noticia para un dirigente israelí en los próximos meses… por ejemplo, que la justicia israelí finalmente arreste a Benyamin Netanyahu.


Cumbre histórica de Alaska: ¿se rompe el maleficio de la «Operación Impensable» de Churchill?

 

En la próxima cumbre histórica entre Trump y Putin en Alaska —ex territorio ruso que el zar Alejandro II vendió a Estados Unidos cuando eran aliados los dos países[1]—, el tema de Ucrania no será lo fundamental. Quizá sólo tome dos minutos, como aseveró Trump, cuando lo trascendental serán 5 tópicos: petróleo, tierras raras, la limitación nuclear de ambas superpotencias, el corredor geoeconómico de Rusia y Estados Unidos en el estrecho de Bering —quizá sumado de China para un G3— y el reparto del Ártico[2].

Sólo me detengo para enfatizar que los dos mandatarios, Trump y Putin, son «petroleros» y seleccionaron para su encuentro a Alaska —Estado petrolero del Ártico con 1,7 millones de kilómetros cuadrados y 700.000 habitantes—, que vive eminentemente del oro negro y de su Sistema de Oleoducto Trans-Alaska de 1.300 kilómetros.

¿Por qué se dio la ruptura entre Estados Unidos y Rusia, llevando ominosamente al borde de una tercera guerra mundial nuclear antes de la cumbre de Alaska? La inédita respuesta se encuentra en la muy poco conocida —deliberadamente ocultada por los multimedia de Occidente, controlados por el lobby israelí y su santa alianza con Gran Bretaña— «Operación Impensable» (Unthinkable Operation), apadrinada por el premier británico Winston Churchill.

La Operación Impensable fue gestada por Churchill en 1945 y se mantuvo en secreto hasta 1998 pero hoy puede ser exhumada en National Archives[3], mediante la cual se buscó imponer la voluntad de Estados Unidos y del Imperio británico a Rusia.

Jonathan Walker —miembro de la Comisión Británica para la Historia Militar e Investigador en la Universidad de Birmingham— publicó un impactante libro en 2013: Operación Impensable. La tercera guerra mundial: planes británicos para atacar al imperio soviético 1945[4].

Lo relevante radica en que Churchill propuso la invasión de la Unión Soviética cuando la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de concluir. El plan consistía en una «invasión aliada contra la URSS el 1º de julio de 1945 mediante tropas de Estados Unidos, Gran Bretaña y Polonia —nota: y hasta de varias brigadas nazis derrotadas— con el fin de reclamar Europa Oriental para Occidente».

Llama la atención que a Churchill no le haya importado la genealogía de los derrotados nazis, como tampoco —¡69 años después!— a los primeros ministros británicos en turno y rotación no les ha perturbado que hoy la columna vertebral del ejército ucranio esté constituida por los veneradores de Hitler, los neonazis del grupo Bandera[5], que tienen secuestrado al comediante jázaro Zelensky, al borde de la extinción.

El libro de Jonathan Walker señala que el plan «Operación Impensable», que de facto catalizó la guerra fría, fue en realidad puesto en marcha 69 años después en Ucrania, mediante el golpe en el Maidan, con subvención de 5.000 millones de dólares por la CIA. Lo peor: la «Operación Impensable» llegó a vislumbrar la utilización de las tropas nazis derrotadas y hasta el lanzamiento de una bomba atómica (¡megasic!).

Los tectónicos datos de Jonathan Walker fueron extraídos del Centro de Archivos Churchill, el Instituto Sirkoski, el Museo Imperial de la Guerra y los Archivos Nacionales. Llama aún más la atención que la fecha ominosa del 1º de julio de 1945 haya tenido que ser pospuesta sine die debido al lanzamiento de la primera bomba atómica de Estados Unidos en Hiroshima, el 6 de agosto de 1945: es decir, ¡37 días después!

La histórica cumbre en Alaska entre Trump y Putin puede desembocar en forma insólita en la «restauración impensable» de la relación bilateral —muy dañada por los esquemas de Brzezinski y del Partido Demócrata mediante el montaje del Russiagate, donde están implicados el Deep State y el Colectivo Obama, con Biden y la pareja Clinton (Bill y Hillary)—, quizá sumada con China, que se efine como un país «casi del Ártico», y así asentar el Nuevo Orden Mundial tripolar con el G3 de Estados Unidos-Rusia-China.

En Alaska, «perezagruzka» de la relación entre Trump y Putin, sin el lastre de Ucrania.

El encuentro cumbre en Alaska entre los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin no trató principalmente sobre Ucrania sino sobre la cooperación entre Estados Unidos y Rusia a nivel mundial. Eso se debe a la posición del presidente Donald Trump, quien ha subrayado constantemente que la guerra en Ucrania no es «su guerra» y que su administración puede, por consiguiente, restablecer las relaciones comerciales de Estados Unidos con su antiguo rival ruso.

Es probable que se hayan derivado acuerdos «secretos» en la cumbre histórica de Alaska entre los máximos presidentes nucleares y petroleros del planeta, Trump y Putin, que duró casi 3 horas[1].

Las cumbres comportan fondo y forma, cuando el lenguaje corporal y la neurolingüística de la hermenéutica diplomática reflejan altos significados. Una foto, que vale un millón de palabras, después de la cumbre, no sólo resume lo exitoso a nivel bilateral, si no se toma en cuenta el lastre de Ucrania en la fase aciaga de su presidente ilegitimo —que finiquitó su mandato en mayo pasado y aún no celebra elecciones— el jázaro y comediante de profesión Zelenski.

Esa foto expone la felicidad postcumbre de Kirill Dmitriev, asesor de fondos de inversiones e íntimo de Putin, y de Steve Witkoff, enviado especial de Trump[2]. Se pudieran agregar las declaraciones de los sonrientes ministros rusos: el de Defensa, Andrei Belusov, y el de Finanzas, Anton Siluanov, quienes calificaron la cumbre de «excelente».

Sobre el encuentro pesaban tres sombras:

1. Pokrovsk —nodo de la «línea Maginot» de la élite del ejército ucraniano, cuya caída abriría el paso, aún caminando, al ejército ruso hasta el río Dniéper (¡a 194 kilometros de distancia!);

2. China —la gran vencedora sin haber asistido—.

3. y el «síndrome Salomé», el regalo de Trump del «fake» Russiagate a Putin, quien queda exculpado de las falsificaciones del «colectivo Obama».

La evaluación de la cumbre dependerá de cómo se mire: si exclusivamente se concentra en el tópico de Ucrania[3] se calificaría de «fracaso», como expectora la hostil cacofonía unánime de los multimedia de «Occidente», cuyo propagandista oligopolio lo controla el «lobby israelí» y su santa alianza con Gran Bretaña.

Pero si se aborda el resto de los relevantes tópicos, de mayor jerarquía y envergadura[4], habrá resultado exitoso porque «previene» sine die la tercera guerra mundial nuclear entre las dos superpotencias, como confesó Kirill Dmitriev[5].

Por cierto, «Putin respalda la afirmación de Trump de que la guerra de Ucrania no hubiera sucedido si él [Donald Trump] hubiese ganado las elecciones en 2020» y se lamentó que las relaciones bilaterales hubieran caído «a su más bajo punto desde la guerra fría»[6].

Sin el lastre de Zelenski de por medio, se puede aducir que Putin y Trump, quienes exhibieron una gran química entre sí, se aprestan a la «perezagruzka» (reactivación) de los vínculos entre sus países: su cooperación, que puede representar el Vellocino de Oro del siglo XXI en el Ártico, con el petróleo y los recursos minerales, y en el espacio «sin necesariamente ser amigos», según el analista militar ruso Andrei Martyanov.

Se trata de un win-win, en contraste a la ditirámbica connotación que le otorga Larry C. Johson, ex analista de la CIA y hoy a cargo del contraterrorismo en el Departamento de Estado: «Un triunfo para Putin, un desastre para los neoconservadores straussianos»[7].

El expresidente ruso Medvedev comentó que «se ha restablecido un mecanismo completo de encuentros entre Rusia y Estados Unidos a nivel superior. Pacífico sin ultimátums ni amenazas». Y lanza la pelota al campo bélico, para finiquitar las hostilidades, a los hoy pugnaces Kiev y Europa[8].

Trump se posiciona como mediador[9] y ya no como parte del conflicto cuando ha optado por la cooperación[10].

Los errores geopolíticos siempre se pagan, unos en el corto plazo y otros en el largo plazo: como el del zar ruso Alejandro II quien vendió en una bicoca el territorio ruso de Alaska a Estados Unidos cuando ese país y Rusia eran aliados hace 158 años. ¡Las enseñanzas del zoom de Cronos! No se diga el grave error más reciente de Gorbachov, cuya ingenuidad otorgó la oportunidad a la expansión irredentista de la OTAN y a su codicia ilimitada que pretendía integrar a Ucrania, lo cual puso en peligro existencial a la Rusia moderna.

Putin ha aprendido óptimamente esas dos trágicas lecciones.

«Game changer»: Irán compra aviones chinos J-10C que cambiarían la correlación de fuerzas en Medio Oriente.

Irán recurre nuevamente a China, su socio histórico. En la Antigüedad, Persépolis, la capital persa, se adornaba con estatuas chinas y el farsi, la lengua de los persas, había reemplazado el mandarín a lo largo de la Ruta de la Seda. Hoy en día, Teherán adquiere el avión de combate chino J-C10, que acaba de derrotar el F-35 estadounidense y el Rafale francés en la India.

Chengdu J-10

Después de la «guerra de los 12 días» de Israel/Estados Unidos contra Irán, se despeja la humareda del conflicto[1]. Se decantan los posicionamientos, en particular, los de China y Rusia que no son reportados, cuando no boicoteados, por «Occidente».

Después de su tersura diplomática inicial, los multimedia chinos manifiestan hoy su malestar, como es el caso de la incandescente opinión de Xin Ping en Global Times: «La crisis del Medio Oriente es una catástrofe global nutrida por la hipocresía de Estados Unidos»[2].

Rusia, que ha mejorado notablemente su relación bilateral con Trump, ha sido muy prudente en la nueva guerra de Medio Oriente, ya que está más preocupada por propinarle su golpe final al régimen del comediante jázaro Zelenski, y de no atizar el fuego de una guerra global nuclear[3]. Lo más ominoso radica en el concepto que manejan los bomberos: los «superfuegos» cuando convergen dos incendios distantes.
[3] «Forget the Middle East: This region could be next to see a major crisis», Timofey Bordachev, RT, 27 de junio de 2025.

Hoy convergen varias guerras incandescentes e indecentes en Eurasia: las dos conocidas, la de Zelenski en Ucrania con su correligionario jázaro Netanyahu —quien libra sus «siete guerras» sumadas la de los guerrilleros yemenitas Ansaralá— con otras poco publicitadas, como las peligrosas escaramuzas entre la India y Pakistán y la guerra de Azerbaiyán y Armenia[4].
[4] «Russia’s surprising role in the Israel-Iran conflict that you might not know about», Farhad Ibragimov, RT, 28 de junio de 2025.

Pareciera que lo que queda de estrategas en «Occidente» —que prácticamente han perdido la guerra en Ucrania y, en el mejor de los casos, han empatado con Irán—, han intensificado el axioma de hace 118 años (¡megasic!) del británico Halford Mackinder[5], que busca incendiar las fronteras y regiones de Rusia y China, cuando hoy los BRICS del Sur Global pluralista han dejado atrás al oligopolio en caída libre del G7, apuntalado por la anglósfera.

Tampoco hay que soslayar las guerrillas y/o guerras subrepticias que libra Israel contra Irán: amén de sus células durmientes del siniestro Mosad al interior del país persa, promovió el ataque multidimensional con drones de parte de sus aliados añejos de los mujahiedin el-Khalk (con sede en Albania, como lo había hecho Osama ben Laden), los kurdos de Irbil (en Iraq) y la oposición azerí antipersa en Azerbaiyán.

Uno de los sorprendentes «cisnes negros» de la «guerra de los 12 días» fue la parusía de Pakistán, potencia mediana nuclear, en apoyo a Irán para contrarrestar la «opción Sansón» de Netanyahu e Itamar Ben Gvir.

The National Interest, creado por Nixon, afirma que «Irán se prepara para comprar una nueva fuerza aérea a China»[6]; un «buen arreglo para ambas partes; mejora el mercado de exportación de armas de China y le procura considerablemente a Irán nuevas capacidades, ya que su fuerza aérea estaba en ruinas antes de la guerra». Se maneja, a reserva de verificar, que los aviones chinos ChengduJ-10C (Dragón Vigoroso) de Pakistán fueron superiores a los aviones franceses Rafale de la India[7], habiendo derribado 6 de esos aviones galos[8].

Según Bulgarian Military.com, «Irán apuesta por los exitosos aviones chinos J-10C —con sus avanzados radares y misiles— para contrarrestar el poderío de los F-35I de Israel»[9]. El pivoteo de Irán en favor de los aviones chinos fue reportado en el periódico iraní Khorasan y citado por el rotativo ruso Kommersant, ya que «reconfigura la estrategia militar de Irán» y «delinea el creciente rol de China como abastecedor defensivo en el Golfo Pérsico».

Los presumibles aviones J-10C chinos, en manos de Irán, según expertos en la materia, superarían a los estadounidenses F-35 de Israel, gracias a los cuales Israel mantenía una superioridad en los cielos hasta que fue contrarrestada por los furtivos misiles hipersónicos indetectables e imparables de Irán, que acabaron adueñándose de los cielos de Israel.

Indonesia desempeñará un papel clave en el equilibrio asiático de Rusia.

 

La estrecha cooperación estratégica que mantuvieron durante la era soviética, antes del golpe de Estado del general Suharto a mediados de la década de 1960, sirve como punto de referencia nostálgico para el nivel de relaciones que los líderes actuales desean revivir.

El presidente indonesio Prabowo Subianto fue el invitado de honor de Putin durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, celebrado a mediados de junio. El privilegio que se le concedió no fue una sorpresa, ya que las relaciones bilaterales se han fortalecido considerablemente desde el año pasado, como se documentó aquí en enero. Rusia prevé que Indonesia desempeñe un papel clave en su equilibrio asiático, que no hará más que crecer tras el acuerdo de asociación estratégica recién firmado. En el presente artículo se detallan algunas de las formas que esto adoptará.

Para empezar, Rusia ayudó a Indonesia a completar su adhesión acelerada al BRICS como miembro de pleno derecho, por lo que Prabowo agradeció a Putin durante su reunión y en declaraciones a la prensa posteriores. La noche anterior, Putin declaró a los directores de las agencias de noticias internacionales durante su reunión con ellos que los casi 300 millones de habitantes de Indonesia le permiten desempeñar un papel más importante en la economía mundial, dando a entender que esto le llevará a desempeñar también un papel más importante en la gobernanza mundial.

Aquí es donde entra en juego la relevancia de la adhesión de Indonesia al BRICS con la ayuda de Rusia. Aunque la cooperación dentro del BRICS es puramente voluntaria, el grupo puede contribuir colectivamente a acelerar los procesos de multipolaridad financiera y, posteriormente, las reformas graduales de la gobernanza mundial. En consecuencia, dado el creciente peso económico y político de Indonesia en el mundo, junto con sus tradicionales lazos de amistad, Rusia espera que puedan cooperar más estrechamente con este fin.

En pos de este objetivo, que se considera el motor de su asociación estratégica, ambos países están dando prioridad a la expansión integral de sus vínculos económicos, políticos y militares. Desde la perspectiva de Rusia, la dimensión económica puede abrir nuevos mercados para todo tipo de exportaciones energéticas y del sector real, unos vínculos más estrechos con Indonesia, líder de facto de la ASEAN, pueden dar a Rusia una mayor presencia en ese bloque, y una mayor cooperación técnico-militar puede reforzar el equilibrio de Indonesia.
«A este respecto, Indonesia se alinea con potencias rivales, al igual que la India, y una cooperación técnico-militar más estrecha con Rusia podría ayudarla a evitar el creciente dilema de suma cero de comprometerse con China o con Estados Unidos. Al fin y al cabo, una cooperación más estrecha con cualquiera de ellos podría desestabilizar al otro y ejercer más presión sobre Indonesia, pero es probable que a China no le importe que su socio estratégico ruso suministre armas a Indonesia, mientras que Estados Unidos podría no reaccionar de forma exagerada si su incipiente acercamiento sigue su curso».

En cuanto al equilibrio asiático de Rusia, su objetivo es evitar de forma preventiva una dependencia desproporcionada de China, algunas de las consecuencias si mejoran las turbulentas relaciones entre la India y Estados Unidos, y verse atrapado en un dilema de suma cero al comprometerse con uno u otro. Por lo tanto, unas relaciones económicas más estrechas con Indonesia ayudan a Rusia a protegerse de la dependencia comercial de China, unas relaciones militares y técnicas más estrechas podrían sustituir en parte la disminución de la cuota de mercado en la India, y unas relaciones políticas más estrechas con la ASEAN pueden dar a Rusia más flexibilidad en medio de la rivalidad entre China y la India.

En conjunto, Rusia e Indonesia desempeñan papeles complementarios en sus respectivos equilibrios, actuando cada uno como una especie de válvula de escape de la presión para comprometerse con China-India y China-EE. UU., respectivamente. Su estrecha cooperación estratégica durante la era soviética, antes del golpe de Estado del general Suharto a mediados de la década de 1960, sirve como punto de referencia nostálgico para el nivel de relaciones que sus líderes contemporáneos están deseosos de revivir. Ahora es el momento perfecto para hacerlo y, dado que no hay ningún impedimento, el futuro de sus lazos parece muy prometedor.

Fuente: Andrew Korybko

«Más allá de los límites»: Dugin recuerda el mayor error de Rusia.

 

El famoso filósofo Aleksandr Dugin ha hablado sobre el mayor error de Rusia. Ha recordado un hecho que, en comparación, hace que incluso la venta de Alaska no parezca una traición tan grande a los intereses nacionales.

En Internet se está debatiendo la próxima reunión entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el presidente estadounidense, Donald Trump, que tendrá lugar a finales de esta semana en Alaska.

La inesperada elección del lugar para las negociaciones volvió a poner sobre la mesa el debate sobre si Rusia hizo bien en vender Alaska a los Estados Unidos. Los partidarios de esta decisión señalan que el país, cuyo presupuesto se había visto gravemente mermado por la guerra de Crimea, obtuvo el dinero que tanto necesitaba. Este se destinó al desarrollo de la red ferroviaria, así como a la explotación de las regiones de Priamurye y Primorie. Además, Rusia fortaleció así sus relaciones con los Estados Unidos y debilitó la influencia británica en América del Norte. Los rusos también obtuvieron los planos y la tecnología para fabricar el fusil Berdan, lo que les ayudó a rearmar el ejército y vengarse de la derrota en la guerra de Crimea durante la guerra ruso-turca.

Los críticos dicen que Alaska se vendió por una miseria. El valor de los recursos que allí se almacenan (oro y petróleo) supera en decenas, si no en cientos, de veces el importe de la transacción. Además, al vender Alaska, Rusia hizo posible la doctrina Monroe, un concepto según el cual toda América del Norte, América del Sur y las islas del Caribe se declaran zona de interés de los Estados Unidos. Si hubiera bases militares rusas en Alaska, esto sería un buen factor de disuasión para Estados Unidos, que hoy en día fomenta guerras en todo el mundo, aprovechando que está alejado de todos y que nada le amenaza.

El filósofo Aleksandr Dugin coincidió en que la venta de Alaska fue un error que Moscú está tratando de compensar con gran dificultad, creando su propia doctrina Monroe, que se extiende a Eurasia.

Sin embargo, considera que la política de Mijaíl Gorbachov y Boris Yeltsin fue un error mucho mayor. El primero desintegró la Unión Soviética, el segundo cedió Crimea y Dombás a Ucrania, y además destruyó parcialmente y vendió a los oligarcas el gran legado de la Unión Soviética.

«El enorme Estado de la Unión Euroasiática es la doctrina Monroe para Eurasia. Estados Unidos tienen su doctrina Monroe. Nosotros tenemos la nuestra. Y, por supuesto, no valía la pena vender Alaska. Pero, aun así, no es un comportamiento absurdo e ilógico tan descabellado como el de Gorbachov-Yeltsin. Eso fue demasiado», dijo Dugin.

El filósofo también añadió que hoy en día Rusia está uniendo a su alrededor a India, Turquía e Irán, y también está recuperando gradualmente su control sobre el espacio del antiguo Imperio ruso, lo que hace posible la conceptualización de una Doctrina Monroe para Eurasia.

Anteriormente se informó de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, mantendrán una reunión bilateral en Alaska a finales de semana, en la que se discutirá sobre Ucrania. Algunos expertos creen que el lugar de la reunión no ha sido elegido al azar. En primer lugar, Alaska es un recordatorio de los tiempos en que Rusia y Estados Unidos eran aliados y se enfrentaban juntos a Gran Bretaña. Y, en segundo lugar, es una insinuación de que ahora las negociaciones son un asunto personal entre Estados Unidos y Rusia. Y Europa, que durante cuatro años ha avivado el conflicto por todos los medios a su alcance, ya no tendrá acceso a la mesa de negociaciones.

La rusófoba alemana Ursula von der Leyen abandona a Europa ante Trump y favorece a Israel.

En junio de 2022, la alemana Ursula Von der Leyen, viajaba sorpresivamente a Israel, como presidente de la Unión Europea, pero sin haber sido mandatada por la UE. Allí recibió un galardón de la universidad Ben Gurion y afirmó públicamente que «Europa encarna los valores del Talmud». Desde entonces, la señora Von der Leyen se dedica a defender todos los actos de Israel, mientras que ese país extermina a los palestinos recurriendo a las armas y matándolos de hambre. El cronista mexicano Alfredo Jalife menciona en este trabajo todo lo que nadie dice sobre la «emperatriz europea».


Resulta impactante que la alemana Ursula Von der Leyen haya capitulado en su negociación con Trump y haya dejado indefensa a la Unión Europea —como observé en mi entrevista con NegociosTV de España[1]—, lo cual provocó conmoción entre los europeos.

El abandono de la Unión Europea por Von der Leyen contrasta dramáticamente con su defensa a ultranza de Netanyahu así como su hermetismo sobre el genocidio y el proyecto escatológico en curso del Gran Israel.

Alemania pierde metafóricamente su tercera guerra mundial, esta vez de corte geoeconómico: se desindustrializa para reindustrializar a Estados Unidos.

¿Von der leyen prefirió el Gran Israel a la magnificencia de la Unión Europea? Para quienes ignoran su geosicobiografía, puede sonar ultrajante calificar de rusófoba y filotalmúdica a la alemana (nacida en Bélgica), de origen aristocrático, Von der Leyen, polémica presidenta de la Comisión Europea.

En forma perturbadora, Von der Leyen, al recibir el doctorado honoris causa, en la Universidad Ben Gurion en Negev (Israel)[2], afirmaba sin rubor que «Europa representa los valores del Talmud»[3].

¡Vaya aberración! El Talmud constituye la «compilación de anteriores enseñanzas consideradas sagradas y normativas por los judíos».

La humanista civilización renacentista de la verdadera Europa colisiona radicalmente con el Talmud en el que afinca tanto su irredentismo la escatología del Gran Israel como su flagrante genocidio en Gaza, que finalmente empieza a ser condenado por la mayoría de los países europeos.

Los vínculos de la pugnaz Von der Leyen, de 66 años, con los circuitos israelíes van desde su fétido escándalo farmacológico del Pfizergate[4] hasta su fracasado adoctrinamiento ambientalista, en alianza con el Partido Verde alemán.

Pfizergate es el megaescándalo de una opaca compra sin licitación por Von der Leyen de vacunas «contra el covid-19» con la empresa farmacéutica Pfizer, cuyo mandamás es el veterinario israelí-estadounidense, nacido en Tesalónica (Grecia), Albert Bourla, quien recibió el Premio Génesis de manos del presidente de Israel, Isaac Herzog, y rechaza la denuncia sobre el genocidio contra los palestinos en Gaza[5].

Bourla confesó que el primer ministro israelí, Netanyahu, lo convenció de que Israel era el lugar idóneo para estudiar la eficacia de la vacuna de Pfizer en la población[6].

Politico expone la captura absoluta del poder por Von der Leyen en la Unión Europea[7].

Ya desde 2023 las capitales de la Unión Europea fulminaron contra Von der Leyen cuando «los diplomáticos acusaron a la presidenta de la Comunidad Europea de sobrepasarse en medio del furor» (¡mega-sic!) de su viaje no anunciado a Israel[8]. Los palestinos describieron sus comentarios apologéticos sobre Israel como clichés racistas e «inapropiados, falsos y discriminatorios»[9].

En el mismo tenor, Von der Leyen tomó flagrante partido por Israel en su guerra contra Irán[10], mientras que ha sido duramente criticada por Amnistía Internacional (de Irlanda) por no atreverse a condenar el genocidio en Gaza[11].

No es ninguna coincidencia la adopción de la falaz agenda verde (Dentro de la cruzada climática secreta (¡mega-sic!) de Von der Leyen[12] con su gran aliado Netanyahu, quien confesó hace 14 años que su segunda misión —después de desmantelar nuclearmente Irán y Pakistán— era «encontrar un sustituto para el petróleo» (¡mega-sic![13]».

Tampoco es casualidad que los cuatro jinetes jázaros, Rothschild, Larry Fink, Soros y Bloomberg, hayan adoptado la agenda verde como el sine qua non de su política financiera, que se vino abajo con el petrolero Trump.

Por cierto, el petrolero Trump fustigó en términos severos la agenda verde y la energía eólica frente a la alicaída ambientalista Von der Leyen[14], quien guardó sepulcral silencio.

El caso de Brigitte Macron es completamente absurdo.


El hecho de que la broma que hice en tweet sobre los Macron se convirtiera en parte del caso judicial contra la activista conservadora Candice Owens, que los denunció, realmente me tomó un poco por sorpresa. Sinceramente, no pensé que pedirle a la inteligencia artificial que dibujara a un neandertal saliendo de una cueva en el sur de Francia se convertiría en un acto político tan fundamental por el que tendría que responder ante el Tribunal de La Haya, el presidente de Francia y su marido o mujer.

Ni siquiera sé cómo comentar algo así. En mi opinión, la idiotez de la situación es tan evidente que es como contar un chiste. Si la gente no se ríe, es mejor olvidar rápidamente que intentaste decirles algo. Cuando empiezas a explicar: «Sí, yo dibujé, sí, yo quería decir, sí, este chiste habla de cómo un hombre quería ir a algún sitio, resbaló y se cayó, y parece que es algo gracioso», y la gente no lo entiende y dice: «¿Y qué?», te sientes increíblemente estúpido. Esa es precisamente la situación en la que me encuentro ahora.

Es sorprendente cómo Occidente y los globalistas utilizan las llamadas noticias falsas. Ellos mismos las crean y cualquier noticia que no les gusta la califican de «falsa». Cuando hablan de verificación de datos, lo que quieren decir es crear la ilusión de una verificación seria de los hechos, y si estos hechos no les gustan, su «verificación» dará lugar a un resultado que les beneficia.

Vemos hasta qué punto prevalecen los dobles raseros en Occidente. Pero demandar a alguien por una imagen aleatoria generada por inteligencia artificial de un neandertal, parecida a la esposa o al esposo de Macron, es algo imposible de imaginar, ni siquiera en una pesadilla.

Creo que o bien subestimamos el nivel de degradación de Occidente o bien realmente consumen sustancias prohibidas de forma constante. Porque su nivel de conciencia es como el de unos niños de 10 años. Y eso que los niños normales de 10 años perciben la realidad de forma mucho más crítica que la «pareja» Macron. O se pelean en público o acuden desaliñados a reuniones importantes.

¿Quiénes son en realidad? Ni siquiera se sabe el sexo de estas dos personas. Se ofenden por una imagen neandertal de una red neuronal. Para mí, por supuesto, todo esto es simplemente inaceptable.

Después de lo sucedido, a menudo me preguntan: ¿es posible que participe en el juicio del caso Macron contra Candace Owens? En principio, si me llamaran como testigo, iría. Sin embargo, estoy sujeto a muchas sanciones: las de París, las de Europa, las de Estados Unidos y las internacionales. Pero no le temo a nada de eso y estoy dispuesto a contar cómo veo la situación. Intentaré explicarles este absurdo, este chiste sin gracia. O tal vez participar en línea en alguna investigación previa al juicio y dar mi testimonio. Sería estupendo: así podría exponer mi postura y decir lo que pienso de estos dos «héroes».

Por cierto, no me interesa mucho este tema: quién es hombre y quién es mujer. Simplemente creo que Candice Owens quiere mostrar la doble moral: alabáis los matrimonios homosexuales[1], pero cuando os dicen que vuestro matrimonio es homosexual, gritáis que es un insulto. Pero si eso está «bien», ¿cómo puede ser un insulto?
[1] El movimiento LGBT ha sido reconocido como extremista por el Tribunal Supremo y está prohibido en Rusia. Según Tsargrad sigue insistiendo en que no es necesaria una terminología especial como «LGBT». Este tipo de cosas deben llamarse por su nombre. Se trata de perversiones.

En general, creo que la cuestión no es de qué sexo es cada uno. En Occidente, esto ya no importa desde hace mucho tiempo. No es nuestra cultura, no es nuestra civilización: que hagan lo que quieran. Aunque Candace Owens es católica y tradicionalista. Ella cree que esto ofende su propia cultura y hace bien en luchar por los valores tradicionales.

Nosotros, los rusos, estamos tan lejos de la cultura occidental europea, especialmente de la contemporánea, que nos da igual quiénes son ellos. Pero cuando las personas que defienden con tanta insistencia los matrimonios homosexuales, cuando se les demuestra que el matrimonio de su presidente es homosexual, y además pedófilo, y con algún tipo de perversión de por medio, reaccionan como si eso fuera malo, resulta sorprendente. Por el contrario, podrían decir: ¡eso es bueno! Salir del armario. Por supuesto, es asunto suyo, pero para mí todo esto es repugnante, tan repugnante como toda la cultura occidental moderna.

Y, por último, sobre la imagen del neandertal. Las bromas son bromas, pero hay que reconocer que la esposa de Macron se parece y realmente resulta verídico. Esto me recuerda a como el inolvidable Sergei Kuryokhin convenció en su momento a nuestro país de que Lenin era un hongo. Después de su absurda «prueba» en televisión, mucha gente realmente creyó que Lenin no era un hombre, sino un hongo. Estoy seguro de que Kuryokhin, que era mi amigo, habría reaccionado cómo «Cheta» Macron, presidente y primera dama de un país aparentemente serio como Francia, demandó por una imagen generada apresuradamente por inteligencia artificial. No tengo nada más que decir sobre este tema tan absurdo.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera