Trump nos ofende al llamarnos «tigre de papel» aunque, por supuesto, eso no es del todo cierto.
Pero hay algo en lo que ha dado en el clavo. En Rusia, al comienzo de la guerra, muchas cosas, demasiadas cosas, eran un simulacro. Y solo al enfrentarnos a una guerra real y cruel, empezamos a darnos cuenta poco a poco de lo mal que estaban las cosas. Sobre todo en el ámbito militar y su liderazgo. Los ejemplos son evidentes.
Esto no lo supimos por boca de Trump, quien tiene que ocuparse primero de la completa degeneración de su sociedad, donde todo está mucho más descuidado. Pero para nosotros, las palabras de que somos un «tigre de papel» no son del todo mentira o falsas.
Imitábamos todo y parecíamos lo que no éramos. Cuando lo descubrimos corríamos mucho peligro. Sin embargo, todo salió a la luz.
En retrospectiva y con reservas, hay algo en esa evaluación tan contundente que no se puede descartar simplemente con la referencia a que no existen los osos de papel. Se puede crear cualquier figura en papel y las posibilidades de crear simulacros son enormes.
Pero me gustaría sacar otra conclusión de esta acusación maliciosa. Si en parte éramos un «tigre de papel» al comienzo de la Guerra de Independencia (por supuesto, no del todo), ahora definitivamente no lo somos. Y tampoco lo éramos del todo entonces. Éramos un oso vivo y real, pero dormido. Y como dormíamos transmitíamos una especie de caricatura muy falsa. Eso es un simulacro. Las élites no se atrevían a despertar al oso, considerando que era un riesgo y que se podía prescindir de la caricatura.
Solo ahora se ha comprendido que, si no despertamos al oso de verdad, no ganaremos esta guerra con medios puramente técnicos. Lo intentamos, pero no funcionó.
Y ahora, precisamente ahora, se ha tomado el rumbo de pasar del simulacro a la realidad, se está llevando a cabo una operación para despertar al pueblo.
Los dos problemas principales, la victoria y la demografía, solo pueden resolverse despertando, solo pasando de la imitación a la realidad. Esto lo dijo Andrei Belousov al tomar posesión de su cargo: se puede cometer un error, pero no se puede mentir.
No somos un tigre de papel. Ya no lo somos.
Pero aún así, esto requiere una confirmación histórica clara.
Creo que Occidente, que provocó esta guerra, obtuvo a través de sus servicios de inteligencia y sus agentes información secreta de que éramos un «tigre de papel». No era del todo cierto, pero tampoco del todo falso. La autenticidad se balanceaba al límite de la falsedad. La cuestión estaba en los matices, en unos pocos puntos porcentuales.
Resistimos en el momento más difícil, cuando el engaño se desmoronó, y ahora nos estamos afirmando claramente en todas partes —en el campo de batalla y dentro del país, en la diplomacia y en la construcción de un mundo multipolar — de forma real, seria y poderosa.
Pero aún queda bastante de «papel». No es catastrófico, como antes, pero existe.
Si Trump, con este insulto a Rusia, en realidad está velando lo que se deriva del apoyo directo a Ucrania, nos resultará algo más fácil. Pero debemos lograr la victoria en cualquier circunstancia. Incluso si no será más fácil o más difícil.
Vivimos en un punto de inflexión de la historia. Justo ahora lo estamos superando. Pero este punto de inflexión también quiere superarnos a nosotros. La balanza de la victoria se inclina.
Ahora es importante dedicarse a la ciencia y la educación, a la filosofía. Ahí están las claves de la autenticidad.
Hegel decía que toda gran potencia debe tener una gran filosofía. Sin ella, la potencia se convierte en un simulacro, en un «tigre de papel». El despertar es el despertar del espíritu.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario