La RAND Corporation exhorta a estabilizar las relaciones entre Estados Unidos y China.

Aunque las fanfarronadas del presidente estadounidense Donald Trump logren disimular ante la opinión pública occidental el desmoronamiento generalizado de su país, ese engaño se hace imposible cuando el auditorio se compone de expertos militares. De hecho, la RAND Corporation acaba de lanzar una seria advertencia sobre las consecuencias que tendría un enfrentamiento militar con China o con Rusia… o con esas dos potencias a la vez. Dicho claramente, es hora de poner los pies en la tierra y de estabilizar las relaciones entre los Grandes.


El diario The Indian Express sigue pendiente de un «G2» entre China y Estados Unidos[1], mientras Trump intenta seducir a cinco países de Asia Central. Según TASS, la OTAN reduce sus tropas en su flanco oriental, conforme Washington realiza una cumbre con 5 líderes de Asia Central bajo el formato C5+1 (Kazajstán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán+Estados Unidos)[2], lo cual no le quita el sueño al portavoz del Kremlin Dimitri Peskov[3], quien enfatizó la «cercana relación y los procesos avanzados de integración con sus vecinos de Asia Central, tanto en la Unión Económica Euroasiática como en la Comunidad de Estados Independientes».

Trump está interesado en los recursos de Asia Central, especialmente en sus tierras raras, cuando intenta colocarse como cuña en el patio trasero de Rusia y China, mientras Pekín y Moscú blindan, cada quien a su manera, a Venezuela frente a las amenazas estadounidenses de invasión. Existen resultados en el corto plazo —como el fallido «G2» de Trump y Xi en Busan que, al contrario, consolidó aún más el G2 de Rusia y China[4]—, así como se proyectan esquemas de mediano plazo por los think-tanks de las superpotencias, como es el caso del muy cotizado think-tank RAND Corporation, que desde el 14 de octubre pasado había llegado a la conclusión de que Estados Unidos es incapaz de propinarle una derrota estratégica decisiva a China, por lo que recomienda otro abordaje político: «Estabilizar la rivalidad entre Estados Unidos y China», cuyo autor principal es el conocido Michael Mazarr[5]

RAND Corporation aduce que «la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China conlleva riesgos de conflicto militar abierto, guerra económica y subversión política, así como el peligro de que las tensiones entre las dos principales potencias mundiales destruyan la posibilidad de alcanzar un consenso global sobre cuestiones como el clima y la inteligencia artificial. Moderar esta rivalidad se perfila como un objetivo fundamental, tanto para Estados Unidos y China como para el resto del mundo».

Cuando arrecian las presiones sobre Trump de los todavía poderosos halcones neoconservadores straussianos jázaros incrustados en el Departamento de Estado —quienes desean una victoria «definitiva» contra China y Rusia[6], que se rebelan ante el «manejo de la crisis» y que consiguieron descarrilar la cumbre de Trump y Putin en Budapest que, por cierto, parece haber sido resucitada por la visita del primer ministro húngaro Victor Orban a Washington—, RAND Corporation aboga por seis «iniciativas de base amplia» y expone estrategias más específicas para tres áreas que hasta parecen incoercibles: Taiwán, Mar del Sur de China y la competencia en ciencias y tecnologías, que no veo como China pueda atemperar.

Veamos las 6 «iniciativas de base amplia»:
1.- Cada parte acepta que cierto grado de modus vivendi debe formar necesariamente parte de la relación;
2.- Cada parte acepta la legitimidad política esencial de la otra;
3.- Desarrollar conjuntos de reglas, normas, instituciones y otras herramientas compartidas que creen condiciones duraderas para un modus vivendi estable durante un periodo específico (de 3 a 5 años);
4.- Cada parte actúa con moderación en el desarrollo de capacidades diseñadas explícitamente para socavar las capacidades disuasorias y defensivas de la otra de manera que suponga un riesgo existencial para su territorio;
5.- Cada parte acepta una lista esencial de características de una visión compartida de los principios organizativos de la política mundial que pueden proporcionar al menos una base para un statu quo acordado; y
6.- Existen mecanismos e instituciones que contribuyen a proporcionar una función moderadora o de retorno al equilibrio estable.

Faltará ver cuál es el mínimo aceptable para China que, a su vez, tiene objetivos estratégicos que no son susceptibles de desechar. Menos ahora cuando cuenta con el paraguas nuclear de las nuevas armas de ensueño de Rusia.

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