¿Qué se esconde tras las negociaciones de paz para Ucrania?

Todavía no se sabe lo que se habló en Washington pero es de suponer que Estados Unidos se mostró firme ante la delegación de Kiev, aunque tratando de no poner en peligro la alianza atlántica. Thierry Meyssan pasa revista a los acontecimientos de una semana especialmente agitada.

Para satisfacer a su movimiento MAGA, el presidente Donald Trump debe restaurar el poder económico de su país, profundamente endeudado, mientras apacigua al ala atlantista de sus donantes. Steve Witkoff y Jared Kushner ya han llegado a acuerdos con el presidente Vladimir Putin. Las negociaciones presididas por Mario Rubio son solo una distracción.

Para entender la semana de negociaciones sobre la paz en Ucrania lo más importante es comenzar por echar a un lado toda la información falsa que la prensa mainstream ha divulgado. Contrariamente a lo que nos han dado a entender, los europeos nunca estuvieron autorizados a incorporarse a las conversaciones de Ginebra.

También conviene recordar lo que ya explicábamos la semana pasada[1]: a ciertos gobiernos europeos no les conviene la paz, incluso la temen ya que seguramente acabaría provocando la caída de esos gobiernos.

Así que no es casualidad que la prensa de Alemania, de Reino Unido y Francia afirme falsamente que el plan de paz de Ginebra era un documento europeo. Esa falsedad se repitió tanto que hasta nosotros mismos acabamos haciéndonos eco de ella, aunque rápidamente rectificamos.

Dicho esto, vamos retomar ahora el desarrollo de los acontecimientos:

Cuando se conoció el plan de paz que representantes de Estados Unidos y Rusia redactaron en La Florida[2], los comentaristas «teledirigidos» lo presentaron como un documento «escandalosamente prorruso».

LAS NEGOCIACIONES DE GINEBRA
Los ucranianos pidieron redactar una contrapropuesta con Estados Unidos. Se organizó entonces un encuentro en Ginebra, realizado el 23 y el 24 de noviembre.

Pero el 22 de noviembre, potencias europeas miembros de la UE, más Reino Unido, Noruega y Japón, que participaban en la Cumbre de jefes de Estado y/o de gobierno del G20 en Johannesburgo, publicaban una declaración común en la que puede leerse:
«Estamos dispuestos a comprometernos para que la paz futura sea duradera. Somos claros sobre el principio de que las fronteras no deben ser modificadas por la fuerza. Estamos igualmente preocupados por las restricciones propuestas para las fuerzas armadas ucranianas, que dejarían a Ucrania vulnerable ante un ataque futuro.
Reiteramos que la aplicación de aspectos relativos a la Unión Europea y relativos a la OTAN necesitaría el consentimiento de los miembros de la UE y de la OTAN respectivamente».

Alemania, Francia y Reino Unido enviaron entonces —sin haber sido invitados— varios diplomáticos al hotel InterContinental de Ginebra, donde se hallaban las delegaciones de Estados Unidos y Ucrania. Los diplomáticos de Alemania, Francia y Reino Unido pudieron conversar con esas delegaciones, pero no fueron admitidos en las negociaciones.

El documento divulgado al final de esas negociaciones recoge únicamente los argumentos de los ucranianos[3].

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