Esta sección comienza una nueva serie de artículos sobre notables profecías teosóficas sobre el futuro, tomadas de los escritos de H.P. Blavatsky y W.Q. Judge.
Al comenzar, surge la pregunta legítima del libre albedrío, ya que puede inquirirse razonablemente y dada la enseñanza teosófica al respecto, ¿cómo es posible predecir el futuro?
«Es en el cierre de los grandes ciclos —en relación con el desarrollo racial— que generalmente tienen lugar tales [revelaciones]. Estamos al final del ciclo de 5.000 años del actual Kaliyuga ario, y entre este tiempo [1888] y 1897 habrá un gran desgarro en el Velo de la Naturaleza, y la ciencia materialista recibirá un golpe mortal». (D.S. 1: 611-12).
—En 1895 Wilhelm Röntgen informó sobre su descubrimiento accidental de los rayos X, incluida la impresión de las primeras fotografías con esa técnica, como la que muestra los huesos de una mano humana. Este descubrimiento hizo a Röntgen mundialmente famoso de la noche a la mañana y le valió el primer Premio Nobel de Física en 1901. Los rayos X mostraron que la materia no era sólida e impermeable, sino que tenía una forma y estructura completamente diferentes de lo que se había soñado anteriormente.
—Un segundo descubrimiento importante, también en física atómica, se realizó pocas semanas posteriores al anuncio de Röntgen en 1896 cuando Antoine Henri Becquerel —también accidentalmente— descubrió la radioactividad mientras buscaba rayos X. La radioactividad fue una revolución en el pensamiento humano, ya que significaba que el átomo o bloque constructor de la materia no era estable como se pensaba, sino que podía transformarse espontáneamente en otros átomos. El eminente físico Robert Millikan comentó que «de todos los nuevos descubrimientos, fue el más sorprendente para el pensamiento humano y el más conmovedor para nuestra imaginación, ya que destruyó la idea sobre la inmutabilidad de los elementos y demostró que los sueños de los alquimistas aún podrían hacerse realidad».
—El tercer hallazgo dentro de este período de 9 años fue el más importante de todos, el del electrón, llevado a cabo por Sir J.J. Thomson en 1897. Este fue el suceso más extenso y dramático de la ciencia porque transformó la física y cambió el rumbo de la evolución humana.
Es interesante notar que el descubrimiento de Thomson fue resultado directo de experimentos anteriores realizados por Sir William Crookes, quien lo llamó cuarto estado o materia radiante. Crookes era un miembro bien conocido de la Sociedad Teosófica y H.P. Blavatsky en la Doctrina Secreta había predicho que su hallazgo de materia radiante «habrá producido como resultado una mayor aclaración con respecto a la verdadera fuente de luz, y una revolución de todas las especulaciones actuales». (D.S. 1: 621).
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