Los científicos en informática conciben nuestra mente como la «computadora de la naturaleza», ya que en su opinión existe analogía entre las características y funciones básicas de intelecto y máquina. Señalan también que los dispositivos de entrada/salida y la unidad central de procesamiento (CPU) del sistema informático son respectivamente análogos a las funciones sensoriales y motoras de la neurofisiología y los procesos racionales del cerebro humano. De esta forma, el estudio de la mente humana se ha denominado «psicología del procesamiento de la información».
Al trabajar en el modelo procesador de datos en nuestra mente, los científicos se han topado con el misterio de la memoria humana sobre la cual admiten que no puede explicarse por la analogía con el modelo de computadora. El dispositivo de memoria en ésta última consiste en «células» donde se almacenan programas y datos. El procesamiento de la información tiene lugar dentro de la CPU a un nivel microscópico y al interior de los chips que contienen muchos miles de transistores. Todas las acciones tienen lugar dentro de la unidad procesadora utilizando el programa almacenado en los circuitos de memoria, y los resultados de esta tarea se guardan nuevamente en los mismos chips. Todo el proceso computacional se lleva a cabo uno a la vez en una CPU, lo cual según los especialistas es diferente al cerebro humano donde miles de millones de neuronas trabajan al unísono realizando múltiples tareas todo el tiempo. Para imitar más efectivamente nuestra red neuronal se está probando un método de procesamiento paralelo que involucra una red de muchas CPU.
Los neurocientíficos conciben nuestra memoria como un sistema de almacenamiento de información que reúne datos sobre el mundo y los almacena dentro de la mente en tres niveles: plazo muy corto, corto y largo. Afirman que mediante una demostración experimental se sabe que la memoria a muy corto plazo de las impresiones sensoriales dura hasta un cuarto de segundo y las de corto plazo hasta 20 segundos, mientras que la de periodo largo permanece entre medio minuto y el tiempo de vida del individuo. La retentiva a largo plazo de una persona se compone de recuerdos autobiográficos, la suma de conocimientos adquiridos, motivos, hábitos, etc. Los psicólogos clasifican el sistema de memoria a largo término en dos tipos: la rememoración de eventos y todo el conocimiento que hemos adquirido por experiencia. El sistema de memoria en nuestra mente se considera en el sentido de una estructura de almacenamiento mecánico independiente como un «almacén» o «banco» en el cerebro; otra teoría afirma que no hay sistemas diferentes de almacenamiento de memoria, sino sólo diversos niveles de procesamiento del material, y un tercer enfoque es la «memoria constructiva" en que el material se cambia y reconstruye constantemente para armonizar con el conocimiento, los motivos y la experiencia cambiantes de la persona.
¿Dónde está el asiento real de la memoria en el ser humano? Los científicos dicen que no han podido resolver esta pregunta de manera concluyente. Se cree que el área llamada hipocampo —compuesta por miles de millones de células— es el órgano de la retentiva a corto plazo para recordar acciones inmediatas como el vocabulario al hablar, leer o escribir, etc. y análogo a la memoria de acceso aleatorio (RAM) en computadoras, pero no se sabe cómo funciona exactamente. Se presume que el contenido de la memoria en dicho sector se transfiere a otra área del cerebro para el almacenamiento a largo plazo similar al disco duro en la computadora, que es un dispositivo de almacenamiento permanente a diferencia de la RAM que tiene almacenaje de corta duración y volátil. Asimismo se piensa que la rememoración humana a largo plazo se encuentra en algún lugar de la corteza cerebral, pero el «por qué» y el «cómo» se lleva a cabo es un tema de intenso debate entre neurólogos y sigue siendo una pregunta abierta. Los científicos en general sostienen la teoría de que el cerebro es el órgano principal de la memoria, además de sus numerosas funciones complementarias.
Los profesionales que mantuvieron un diálogo con el Dalai Lama buscaban conocer la visión budista sobre el tema y aquél fue enfático en su respuesta: «La memoria definitivamente no es el cerebro, porque es realmente distinto». («Gentle Bridges», Shambala Publications, 1992, p. 156). ¿Qué es entonces la memoria, dónde se conserva y cuál es la función del cerebro al recordarla?
«Cuando se almacena todo este conocimiento, se hace en forma de algún tipo de impresión. Esto funciona mediante nuestro cerebro sólo cuando las huellas se activan y producen acciones como resultado. Por lo tanto y dado que los seres humanos emplean la conciencia a través de este órgano —pues la conciencia se filtra a través de él— entonces constituye actividad mental humana, pero la conciencia misma no es humana». (ibídem, p. 157).
Los estudiantes de Teosofía reconocerán fácilmente en esta declaración las profundas verdades de la Sabiduría Atemporal que arrojan más luces sobre el misterio de la mente, la conciencia y la memoria.
«La memoria es no dejar ir un objeto del que uno ha estado consciente».
(«Aforismos Yoga de Patañjali», Libro 1, versículo 11). William Judge explica que representa
«similitud de vibración reconocida al repetirse y que luego produce una imagen».
(«Letters That Have Helped Me», p. 6). Se está recordando una vieja «huella» en forma de una vibración particular que aparece como imagen en el cerebro y la mente, y reconociéndola como aquello de lo que un individuo estuvo consciente:
«Si es así, entonces la facultad de reconocer la vibración como la misma de antes está separada de la materia que vibra. ¿Y cómo es posible que este poder sea inherente a las células cerebrales, cuando sabemos que cambian constantemente?» (
ibídem).
Por lo tanto, se hace evidente la lógica del axioma de que el cerebro no es el órgano de la memoria. También se puede demostrar por una serie de fenómenos psicofisiológicos y nuevamente Judge explica uno de ellos: el cerebro de una persona fallecida se descompone, pero el Kama Rupa que deja atrás permanece en el ámbito astral durante cierto tiempo, y cuando se evoca en sesiones de espiritismo transmite por vía del médium todos los incidentes en la vida del individuo cuando estaba en la Tierra. Esta es una de las numerosas pruebas de que el cerebro no es el lugar donde reside la capacidad de recordar. ¿Dónde está entonces esa base?
La solución al problema debe buscarse en la naturaleza dual de la Mente. Lo que llamamos «intelecto humano» es una sombra pálida de su entidad perenne principal o «Mente Divina» (Nous) y se distinguen como Kama-Manas (el intelecto racional o físico que está ligado casi de modo indistinguible con la sustancia cerebral y movido por el principio de pasiones y deseos) y Manas Superior, Mente o Ego (parte de la esencia de la Mente Universal eterna, e independiente del cuerpo y el cerebro). Éste último es el Hombre Real o Ego reencarnado inmortal que eclipsa al humano mortal en cada vida.
Así, tenemos dos fuentes de remembranza en estos dos principios. La memoria de vida para el individuo mortal tiene su asiento únicamente en la personalidad terrenal, y los recuerdos del Ego reencarnante consisten en la sumatoria de pensamientos, aspiraciones, actos y experiencias más nobles y espirituales —reunidas por sus numerosas reencarnaciones y personalidades terrenales— que se asimilan a Atma-Buddhi, el Espíritu divino. Entonces, ¿dónde se hallan los asientos de las fuentes de memoria psíquica/inferior y la superior, noética o espiritual?
La Teosofía enseña que las reminiscencias de la mente personal o inferior no se basan en el cerebro humano ni en ningún componente especial, sino que tiene sus «sedes» en cada órgano del cuerpo: «Tampoco [la mente] tiene ningún trato directo en este plano físico con nuestro cerebro o corazón —ya que éstos son los órganos de un poder superior a la personalidad—, sino sólo con nuestros órganos pasionales como el hígado, el estómago, el bazo, etc».
(«Raja-Yoga or Ocultism», p. 74).
En la antigua India, había escuelas secretas o donde el conocimiento oculto se daba de boca en boca. Los secretos relacionados con los estados espirituales superiores de los ejercicios mentales (Raja-Yoga) fueron susurrados por el Gurú a su discípulo elegido, y este conocimiento sobre la Realidad Suprema es el mayor tesoro que cualquiera puede tener o experimentar. El alumno que desea este conocimiento tiene que buscar este tesoro dentro de sí mismo.Cada célula y órgano en el cuerpo es igualmente una entidad de doble faz y tiene dos asientos diferentes de memoria: el molecular inferior (que preserva las impresiones de memoria sobre la vida física puramente personal) y noético o atómico (correspondiente a la Conciencia espiritual del Manas Superior). También toda célula y víscera tiene su propia conciencia, cerebro y mente dotados de un grado de inteligencia discriminatoria y libre albedrío en su propio plano.
Sólo cuando la persona ha conquistado su naturaleza animal y subyuga ésta a la voluntad divina de la conciencia manásica o espiritual superior, los elementos noéticos/espirituales de sus vísceras corporales se estimulan en respuesta a las ideas elevadas de su Mente Superior, que luego se filtran a través del cerebro y alcanzan la conciencia mental inferior e iluminándola con inspiración divina. En los casos ordinarios, sólo el principio psíquico inferior o kámico de las moléculas y células de sus órganos corporales se correlacionan y responden a los pensamientos y actividades sensuales y egoístas de la entidad mental personal/inferior o alma animal.
«La función de la mente inferior o física es actuar sobre los órganos tangibles y sus células, pero sólo la mentalidad superior puede influir en los átomos que interactúan en esas células, cuya interacción de por sí es capaz de excitar al cerebro a través de la médula espinal 'central', hacia una representación mental de ideas espirituales mucho más allá de cualquier objeto en este plano físico». («Raja-Yoga or Occultism», p. 74).
La Teosofía afirma que el corazón es el órgano para la conciencia espiritual —el asiento de la Mente Divina— y el cerebro es receptor directo de las impresiones de aquél; en otras palabras, el encéfalo es sirviente del corazón. La parte cerebral simplemente transmite o refleja las impresiones almacenadas en las células y órganos del cuerpo cuando se activan.
La memoria de los eventos y experiencias del ser personal inferior primero tiene que despertarse en las vísceras respectivas y sus células corporales mediante asociación de ideas e interacción mutua entre la entidad mental y los órganos. Por ejemplo, un estómago hambriento evoca la visión de un banquete anterior y cuya memoria se retiene en esa parte, y luego sólo se refleja y repite en el campo de la entidad mental inferior a través del cerebro, siendo éste también el caso con todos los constituyentes del cuerpo.
«La memoria personal es una ficción del fisiólogo. Hay células en nuestro cerebro que reciben y transmiten sensaciones e impresiones, pero una vez realizado esto su misión se cumple. Estas células del supuesto 'órgano de la memoria' [cerebro] son receptores y transportadores de todas las imágenes e impresiones del pasado, y no sus retenedores». (revista Lucifer, octubre de 1891).
La pérdida de memoria u olvido no implica que las impresiones de reminiscencia se hayan debilitado o desaparecido, sino que nuestras células de retentiva en los órganos físicos están débiles o se han atrofiado. Nunca se pierde un sólo pensamiento, sentimiento o acto de creación, sino que deja una huella indeleble en las olas de la Luz Astral que todo lo penetra, el Libro de la Vida imperecedero:
«Y estas imágenes y sonidos mentales pasan de estas ondas —mediante la conciencia del Ego o Mente personal (Manas inferior) cuya esencia más burda es astral— a nuestro cerebro o 'reflectores cerebrales', por así decirlo, desde donde son entregados por el psíquico a la conciencia sensual. Esto se produce en cada momento del día, e incluso durante el sueño». (revista Lucifer, 1891).
Por lo tanto, el cerebro no sólo es el reflector de las impresiones evocadoras y puramente físicas en los órganos corporales, sino también el canal entre el plano material y el psicoespiritual de conciencia manásica superior/espiritual mediante el cual las ideas abstractas y metafísicas se filtran en la conciencia humana inferior.
«Para el estudiante de filosofías antiguas, la MEMORIA —desesperación del materialista, enigma del psicólogo y esfinge de la ciencia— es un mero nombre para expresar ese poder que el ser humano ejerce inconscientemente y comparte con muchos animales inferiores: mirar con la visión interna hacia la la luz astral y contemplar allí las imágenes de sensaciones e incidentes pasados». (H.P. Blavatsky).
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