Tanto las autoridades como la sociedad están intentando adaptarse a la situación actual producida por la guerra. Quizás lo más significativo de todo lo que ha sucedido es que Occidente ha terminado por excluirnos y nosotros hemos hecho lo mismo. Sin embargo, hemos pasado por esta misma situación muchas veces, aunque eso no niega el hecho de que nuestra forma de vida actual se vea sometida a muchos cambios.
Lo primero que se nos ocurre es que debemos sustituir las importaciones que recibíamos de Occidente con las de otros países que nos sean aliados. El problema de esto último radica en que nos llegarán de contrabando y de tercera mano todo el veneno occidental con el subsiguiente riesgo de que terminemos reproduciendo sus patrones de comportamiento. También existe el problema de creer que este enfrentamiento con Occidente es solo temporal y que finalmente todo se resolverá, pero eso es no tener en cuenta que la actual ruptura se está volviendo cada vez más y más irreversible y que es imposible volver a como todo era antes de la guerra: al menos de que Occidente o Rusia cambien por completo es imposible que se lleve a cabo una reconciliación. De todas maneras, debemos superar la brecha creada por este problema y enfrentar la realidad.
La disyuntiva que enfrentamos es la siguiente: o sustituir de forma indefinida lo que recibíamos de Occidente recurriendo a otros actores o crear un modelo diferente. Estas opciones sin duda tendrán un impacto importante en nuestras vidas y asumir cualquiera de ellas será difícil.
Lo mejor sería sustituir de forma permanente cualquier cosa que venga desde Occidente, pues es obvio que para bien o para mal seguirá siendo un faro y punto de referencia para muchos. Occidente tarde o temprano se le ocurrirá como meter su mercancía de contrabando, por lo que no es una tarea sencilla llevar a cabo la sustitución. En caso de que tengan éxito en esto último terminaremos dependiendo una vez más de Occidente, aunque de una forma nueva. Cuando nos demos cuenta de lo que ha sucedido tal vez sea demasiado tarde.
En caso de que vayamos a sustituir por completo las importaciones, tendremos que crear un plan estratégico que nos permita crear nuevos modelos y formas alternativas de desarrollo. Nuestra sociedad está acostumbrada a convertir estos modelos teóricos en realidad. Siempre nos hemos adaptado perfectamente a las condiciones adversas que nos han impuesto y estoy seguro que lo lograremos nuevamente. Claro, algunas veces hemos fallado y sufrido por ello, pero nunca hemos claudicado.
Seguir el camino de la autonomía implica grandes retos: lo primero es decidir qué y cómo debemos hacer las cosas. En caso de que tomemos este camino Rusia tendrá que crear un mundo y una realidad que siga sus propias leyes e ideas. No contaremos con escenarios o libros para usar de modelos, aunque podremos recurrir a la historia y los ejemplos de los países no occidentales (que en algunos casos han logrado transformaciones impresionantes). Sin embargo, todo esto requerirá de crear, recrear o inventar de la nada muchas cosas.
Por supuesto, Occidente intentará por todos los medios evitar que hagamos eso. Incluso ahora la ruptura de Occidente con Rusia y el apoyo incondicional que brindan al régimen de Kiev ha comenzado a afectar la política y la economía de los países occidentales hasta el punto de que varios de sus líderes se han visto obligados a renunciar, han estallado protestas masivas e incluso se han desatado crisis políticas. Occidente ha sido incapaz de detener a Rusia y hemos cruzado todas las líneas rojas que nos han impuesto. Esto deja claro que gracias a la guerra que han desatado, entre otros factores, es muy posible que Occidente o, más bien, la demente élite globalista que hoy lo gobierna, terminará colapsando. De todos modos, no podemos contar con que ese colapso se produzca pronto y Rusia carece de los recursos para asestar el golpe mortal necesario: existe una manera de hacerlo, pero en caso de que la usáramos nadie sobreviviría. Este último escenario también deberá ser sopesado, aunque para evitarlo.
La omnipotencia de Occidente terminará tarde o temprano, con o sin nuestra ayuda. Eso no significa que el mundo cambiará de un momento a otro. No obstante, es obvio que Occidente, por inercia, seguirá dominando el mundo por mucho tiempo.
Ahora bien, tomando en cuenta todo lo anterior nuestro primer objetivo será: sustituir a corto plazo todos las importaciones occidentales, este es un imperativo necesario. A largo plazo debemos eliminar la posibilidad de crear un «simulacro de Occidente» en nuestro propio país. China ha comenzado a hacer esto, pero no ha roto de forma tan brusca con Occidente como lo hemos hecho nosotros: en caso de que Taiwán se convierta en un problema les sucederá lo mismo que a nosotros —hasta ahora los chinos simplemente se dedican a observarnos y sacar conclusiones de lo que nos ocurre—. Finalmente, podemos comenzar a pensar y construir de forma voluntaria un modelo sociopolítico y económico alternativo e independiente para Rusia, aunque quizás este termine por imponerse por la fuerza de las circunstancias cuando todos los demás caminos se hayan cerrado. Quizás pasemos por estos tres procesos de forma simultánea, pero en teoría es posible que se produzca algo diferente.
En la medida en que aceptemos que nuestra lucha contra Occidente es un hecho irremediable y que no hay «marcha atrás», entonces seremos capaces de pensar en las alternativas. Por supuesto, ya algunos de nuestros lideres están diciendo esto y creo que no se equivocan —aunque puede tratarse de una estrategia retórica para encubrir la sustitución de importaciones, especialmente porque nuestra clase dirigente solo sabe vivir el momento y no tienen consciencia a futuro—. Grandes cambios políticos y económicos están sucediendo. Ahora bien, lo más estúpido que podemos hacer es seguir creyendo que todo volverá a ser como antes del 24 de febrero de 2022. Esa posibilidad se esfumo hace mucho tiempo y solo dándonos cuenta de que es imposible seremos capaces de enfrentar la realidad.
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