A menudo se cita el origen de plantas y animales domesticados por selección artificial y crianza como evidencia para la evolución darwinista. No obstante, incluso con la ayuda del genio inventivo humano que permite variación máxima en el menor tiempo, la variación alcanzada es extremadamente limitada y resulta en plantas y animales con viabilidad reducida.
En 1800 se iniciaron experimentos para incrementar el contenido de azúcar en la remolacha de mesa, y hacia 1878 se había aumentado del 6 al 17%, pero la selección posterior falló para acrecentarlo más. Se han usado técnicas similares para obtener gallinas que pongan más huevos, vacas que produzcan más leche y maíz con mayor contenido proteico. En cada caso, se traspasaron límites más allá de los cuales el cambio no ha sido posible, y además, los criadores terminaron con las mismas especies de pollos, vacas y maíz con las que empezaron. En todas las instancias, estos ejemplares especializados poseen viabilidad reducida, es decir, se debilitó su habilidad básica para sobrevivir.
Las crías domésticas de animales, si se reproducen sin selección, se revierten relativamente al tipo salvaje en el transcurso de algunas generaciones. Por ejemplo, los colonizadores introdujeron conejos domesticados en Australia, donde había congéneres nativos, y cuando algunos de los animales de crianza escaparon, se aparearon libremente entre sí y rápidamente sus descendientes volvieron al tipo silvestre original.
Darwin, como criador de palomas y otros animales, estaba consciente de que la cantidad de variabilidad disponible era limitada. Aún así, en la primera edición de «EL ORIGEN DE LAS ESPECIES» escribió: «No creo que haya problema en que una raza de osos devenga, por selección natural, más y más acuática en sus hábitos, y con hocicos cada vez más grandes, hasta que se produjera una criatura tan monstruosa como una ballena». Aunque Darwin eliminó esta declaración de las ediciones posteriores del libro, la esencia de su doctrina permanece como principio central del neodarwinismo ortodoxo, sosteniendo que los osos pueden convertirse en ballenas, o que los microbios finalmente lleguen a ser elefantes por medios de mutación al «azar» y «selección natural».
Fuente: Teosofía Original
En 1800 se iniciaron experimentos para incrementar el contenido de azúcar en la remolacha de mesa, y hacia 1878 se había aumentado del 6 al 17%, pero la selección posterior falló para acrecentarlo más. Se han usado técnicas similares para obtener gallinas que pongan más huevos, vacas que produzcan más leche y maíz con mayor contenido proteico. En cada caso, se traspasaron límites más allá de los cuales el cambio no ha sido posible, y además, los criadores terminaron con las mismas especies de pollos, vacas y maíz con las que empezaron. En todas las instancias, estos ejemplares especializados poseen viabilidad reducida, es decir, se debilitó su habilidad básica para sobrevivir.
Ardipithecus ramidus
Las crías domésticas de animales, si se reproducen sin selección, se revierten relativamente al tipo salvaje en el transcurso de algunas generaciones. Por ejemplo, los colonizadores introdujeron conejos domesticados en Australia, donde había congéneres nativos, y cuando algunos de los animales de crianza escaparon, se aparearon libremente entre sí y rápidamente sus descendientes volvieron al tipo silvestre original.
Darwin, como criador de palomas y otros animales, estaba consciente de que la cantidad de variabilidad disponible era limitada. Aún así, en la primera edición de «EL ORIGEN DE LAS ESPECIES» escribió: «No creo que haya problema en que una raza de osos devenga, por selección natural, más y más acuática en sus hábitos, y con hocicos cada vez más grandes, hasta que se produjera una criatura tan monstruosa como una ballena». Aunque Darwin eliminó esta declaración de las ediciones posteriores del libro, la esencia de su doctrina permanece como principio central del neodarwinismo ortodoxo, sosteniendo que los osos pueden convertirse en ballenas, o que los microbios finalmente lleguen a ser elefantes por medios de mutación al «azar» y «selección natural».
Fuente: Teosofía Original
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