Genes, mutación y selección natural | AZAR Y SELECCIÓN

«El azar es la única fuente de la verdadera novedad». (Francis Crick) 

«En lugar de una fuerza creativa consciente que construye y organiza cuerpos de animales y plantas en un plan previsto, Darwin plantea una serie de fuerzas naturales trabajando ciegamente, o como solemos decir, sin propósito ni enmienda». (Ernst Haeckel)

Frecuentemente, los darwinistas tratan de negar su creencia de que la evolución está basada esencialmente en el azar ciego, y enfatizan el rol de la selección natural (la «supervivencia de los más aptos») en el descarte de organismos y especies cuya forma, fisiología y comportamiento están menos adaptados a su medio ambiente, y por esto la selección natural ha sido llamada la «principal fuerza creativa del cambio evolutivo». Richard Dawkins la relaciona a un «relojero ciego» y Darwin incluso habló de ello como un «poder inteligente», pero aseveró que lo hizo «en aras de la concisión». Sin embargo, la selección natural es un resultado pasivo y automático de la lucha universal para sobrevivir y reproducirse de cara a la depredación, la competencia por los recursos y los cambios climáticos y ecológicos, actuando como un «colador», y en ese sentido llamarla «poder creativo» es hipocresía. Como sostiene el biólogo James Shapiro, «la selección opera como una fuerza purificadora, pero no creativa».

Richard Dawkins, en la XXXIV Convención de Ateos Estadounidenses en marzo de 2008

Los darwinistas no creen que las «presiones de selección» específicas induzcan mutaciones particulares, y muchos científicos adoptan la idea de que las variaciones en que actúa la selección natural surgen de mutaciones genéticas únicamente azarosas. «Azar» en este contexto no significa necesariamente que las mutaciones no tengan causa, sino que no tienen lugar en respuesta a las necesidades de un organismo y no están sujetas a alguna dirección predominante o propósito; ocurren fortuita e imprevisiblemente, sin considerar si son buenas, malas o neutras para el organismo en cuestión. Así, Jacques Monod expresaba con certeza la creencia central del darwinismo ortodoxo cuando dijo: «El azar por sí solo, absolutamente libre y ciego, es el verdadero cimiento del magnífico edificio de la evolución».

Algunos evolucionistas han afirmado que sería más preciso hablar de la «supervivencia de los más afortunados» en lugar de «los más aptos», porque, después de todo, incluso los organismos más «capacitados» pueden morir por enfermedad, inundaciones, acción del fuego, hambre, depredación, etc. Por ejemplo, cuando una ballena captura un bocado de plancton por miles, no es porque estos individuos sean todos inadaptados, pues simplemente ocurrió que se cruzaron en la ruta de la ballena. Además, un organismo genéticamente inferior puede ser más grande, rápido o fuerte sencillamente porque tuvo mejor alimentación durante su juventud, pero es obvio que en general los descendientes con transformaciones que incrementan sus posibilidades de supervivencia encontrarán mejores opciones de sobrevivir y producirán más descendientes.

Muchos darwinistas adoptan la postura de que cada rasgo nuevo que surge, en alguna forma, debe mejorar las posibilidades de supervivencia de los organismos concernientes y así especulan sobre las presiones selectivas que pueden haberlo producido. Sheldrake escribe:
«Normalmente, semejantes especulaciones no han sido probadas y tampoco se pueden probar; de hecho, son más parecidas a 'fábulas' sobre cómo el rinoceronte adquirió sus cuernos, cómo el pavo real adquirió su cola, y así sucesivamente. Uno de los atractivos del darwinismo es que permite un conjunto infinito de estos relatos creativos».
Gould consideró la creencia de que todo está construido por selección natural como «la falacia más grave y extendida» entre los paleontólogos... Claro que su propia «gran idea» era contingencia, ¡que es simplemente una manera más ostentosa de decir «suerte»!

Fuente: Teosofía Original

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