La antigua Mesopotamia es considerada como «cuna de la civilización» por los expertos occidentales. Desde el establecimiento de poderosas ciudades-estado en esa región alrededor del 4.000 a.C. hasta su conquista por Alejandro Magno en el 330 a.C., el poder cambió de manos muchas veces entre sumerios, acadios, babilónicos, asirios y persas.
Mesopotamia
Hay autores que aseguran que tanto sumerios como acadios fueron el origen para los inmigrantes de India, quienes se convirtieron en los caldeos y babilonios y más tarde los asirios. Helena Blavatsky dice que los acadios eran «una tribu de brahmanes hindúes, ahora denominados arios» y también agrega: «Eran simplemente emigrantes en su camino al Asia Menor desde India, la cuna de la humanidad, y sus adeptos sacerdotales tardaron en civilizar e iniciar a un pueblo bárbaro». La autora agrega que la civilización babilónica «fue importada desde India y sus agentes fueron brahmanes hindúes»; desde sus orígenes, Babilonia era «sede del sánscrito y aprendizaje para los brahmanes». Fueron los acadios quienes enseñaron misterios a los babilonios, el lenguaje sacerdotal y su religión.
Elam, un país ubicado en el suroeste de Irán y al este de Sumeria, fue una cultura fuerte y poderosa que dominaba las rutas comerciales de Asia Central e India, y tuvo prevalencia desde tiempos sumerios, y a veces fue su aliado y enemigo en otras. La antigua lengua elamita parece estar relacionada con el dravídico pues, por ejemplo, su ciudad capital era Susa y el Matsia-purana menciona un hermoso poblado de nombre Susha consagrado al dios del océano Váruna. David Frawley sugiere que Elam era una antigua colonia védica a través de la cual la cultura védica se esparció o al menos influyó fuertemente en Oriente Medio.
El imperio acadio gobernó Mesopotamia, las regiones del Levante y partes de Irán desde los siglos XXIV al XXII a.C. Los asirios, que vivían en el noreste de Mesopotamia a fines del segundo milenio y comienzos del primero a.C., consideraban a los acadios como sus ancestros y a veces se dedicaban a un culto religioso del imperio. Tuvieron violentos conflictos con muchas otras naciones, incluyendo arios védicos, y los textos brahmánicos hablan de ellos bajo una luz negativa, refiriéndose a ellos como «asuras» o demonios.
Caldea fue una nación babilónica del sur que emergió a inicios del siglo IX a.C. La dinastía caldea continuó hasta la invasión persa en el 539 a.C. y su prestigio era tal que «caldeo» se convirtió en sinónimo de «babilónico». Blavatsky afirma que Caldea también debía su cultura a los hindúes, ya que los acadios eran «progenitores e instructores arios» de los caldeos. Algunos escritores antiguos también usaron el término «caldeo» para referirse a una casta sacerdotal iniciada en las ciencias de la astrología y la magia.
La lengua sumeria no era semítica ni indoeuropea, sino de tipo aglutinante, posiblemente relacionada con el dravídico, y la lengua acadio-semítica se hablaba con amplitud en la Mesopotamia multilingüe desde el tercer al primer milenio a.C. Los grupos lingüísticos indoeuropeos también estaban presentes en Mesopotamia, tales como los antiguos hititas, mitanni y casitas, que a mediados del segundo milenio a.C. vivían en las regiones montañosas de Medio Oriente y gobernaron a Mesopotamia. La escritura hitita, así como su arte y rasgos físicos, se parecen a aquéllos de los sumerios, y por su parte los mitanni y casitas adoraban dioses védicos.
Elam, un país ubicado en el suroeste de Irán y al este de Sumeria, fue una cultura fuerte y poderosa que dominaba las rutas comerciales de Asia Central e India, y tuvo prevalencia desde tiempos sumerios, y a veces fue su aliado y enemigo en otras. La antigua lengua elamita parece estar relacionada con el dravídico pues, por ejemplo, su ciudad capital era Susa y el Matsia-purana menciona un hermoso poblado de nombre Susha consagrado al dios del océano Váruna. David Frawley sugiere que Elam era una antigua colonia védica a través de la cual la cultura védica se esparció o al menos influyó fuertemente en Oriente Medio.
El imperio acadio gobernó Mesopotamia, las regiones del Levante y partes de Irán desde los siglos XXIV al XXII a.C. Los asirios, que vivían en el noreste de Mesopotamia a fines del segundo milenio y comienzos del primero a.C., consideraban a los acadios como sus ancestros y a veces se dedicaban a un culto religioso del imperio. Tuvieron violentos conflictos con muchas otras naciones, incluyendo arios védicos, y los textos brahmánicos hablan de ellos bajo una luz negativa, refiriéndose a ellos como «asuras» o demonios.
Caldea fue una nación babilónica del sur que emergió a inicios del siglo IX a.C. La dinastía caldea continuó hasta la invasión persa en el 539 a.C. y su prestigio era tal que «caldeo» se convirtió en sinónimo de «babilónico». Blavatsky afirma que Caldea también debía su cultura a los hindúes, ya que los acadios eran «progenitores e instructores arios» de los caldeos. Algunos escritores antiguos también usaron el término «caldeo» para referirse a una casta sacerdotal iniciada en las ciencias de la astrología y la magia.
La lengua sumeria no era semítica ni indoeuropea, sino de tipo aglutinante, posiblemente relacionada con el dravídico, y la lengua acadio-semítica se hablaba con amplitud en la Mesopotamia multilingüe desde el tercer al primer milenio a.C. Los grupos lingüísticos indoeuropeos también estaban presentes en Mesopotamia, tales como los antiguos hititas, mitanni y casitas, que a mediados del segundo milenio a.C. vivían en las regiones montañosas de Medio Oriente y gobernaron a Mesopotamia. La escritura hitita, así como su arte y rasgos físicos, se parecen a aquéllos de los sumerios, y por su parte los mitanni y casitas adoraban dioses védicos.
Mapa con los límites aproximados de los territorios sometidos al reino de Mitanni en su apogeo antes de las ofensivas egipcias.
Los antiguos persas se consideraban arios; su religión, lengua y cultura están tan cercanas a aquéllas de los pueblos védicos que deben haber tenido un origen común. Puesto que los persas se trasladaron a Irán y el Medio Oriente, encontraron y desplazaron a los primeros pueblos indoarios tales como los mitanni de Siria, quienes hablaban un idioma y adoraban dioses similares a los védicos. La religión zoroástrica surgió aparentemente en Afganistán y se expandió hacia el oeste, desplazando a los arios védicos hasta Irán. Los expertos contemporáneos usualmente ubican a Zoroastro en torno al año 600 a.C., pero los antiguos griegos lo databan en el 6.000 a.C.
Frawley concluye que los persas e hindúes «provenían de una matriz cultural religiosa y védica común», y dice que ambos «reformaron la religión védica en diferentes maneras ya que la antigua enseñanza original del Rigveda degeneró con el tiempo». También afirma que cuando fueron a India siguiendo a la conquista musulmana de Persia en mitad del siglo VII, «los zoroastrianos pueden haber retornado a su tierra natal de origen». Blavatsky está de acuerdo con que los zoroastrianos estaban asentados en India antes de inmigrar a Persia y volvieron a esa región mucho más tarde, pero ésta no era su tierra vernácula, pues sugiere que ingresaron a India al mismo tiempo que los primeros brahmanes, quienes vinieron del lejano norte. Ella agrega:
Los antiguos persas se consideraban arios; su religión, lengua y cultura están tan cercanas a aquéllas de los pueblos védicos que deben haber tenido un origen común. Puesto que los persas se trasladaron a Irán y el Medio Oriente, encontraron y desplazaron a los primeros pueblos indoarios tales como los mitanni de Siria, quienes hablaban un idioma y adoraban dioses similares a los védicos. La religión zoroástrica surgió aparentemente en Afganistán y se expandió hacia el oeste, desplazando a los arios védicos hasta Irán. Los expertos contemporáneos usualmente ubican a Zoroastro en torno al año 600 a.C., pero los antiguos griegos lo databan en el 6.000 a.C.
Frawley concluye que los persas e hindúes «provenían de una matriz cultural religiosa y védica común», y dice que ambos «reformaron la religión védica en diferentes maneras ya que la antigua enseñanza original del Rigveda degeneró con el tiempo». También afirma que cuando fueron a India siguiendo a la conquista musulmana de Persia en mitad del siglo VII, «los zoroastrianos pueden haber retornado a su tierra natal de origen». Blavatsky está de acuerdo con que los zoroastrianos estaban asentados en India antes de inmigrar a Persia y volvieron a esa región mucho más tarde, pero ésta no era su tierra vernácula, pues sugiere que ingresaron a India al mismo tiempo que los primeros brahmanes, quienes vinieron del lejano norte. Ella agrega:
«Existe un abismo de eras entre Zoroastro, el instructor original del culto al Sol, y Zaratustra, el expositor prístino de las propiedades ocultas y poderes trascendentes del Fuego Divino (prometeico). El último fue uno de los tempranos hierofantes, uno de los primeros Athravans (sacerdotes del fuego), mientras que Zoroastro de Gushtasp [rey iraní] vivió hace unos 4.000 años a.C.»Uno de los nombres principales de la Divinidad en el Rigveda es asura, secundado sólamente por «deva». Asura deriva de la raíz as, significando «asentarse», «existir» o «tener poder», y más tarde adquirió otro significado, «a-sura», es decir, «no divino» o «demoníaco»; esto parece haber reflejado una creciente pugna entre brahmanes y chatrias, junto con la corrupción general de la sociedad. Asura como tal forma parte del nombre del dios supremo zoroástrico, Ahura-Mazda, mientras que daeva significaba «no divino» o «demoníaco». Ahura-Mazda corresponde al védico Váruna, el más grande de los asuras, y está asociado con el dios Mitra. Los antiguos asirios también adoraban a Asura, derivando a su ciudad capital y toda su cultura el nombre de su dios principal, Ashur, un dios solar y militarista. Los egipcios conocían a lo divino como Asar, el nombre egipcio de Osiris; asar también significa «asentarse», «ser, tener poder», tal y como en el sánscrito as. Además, los persas, asirios, hititas y egipcios usaban el disco alado como símbolo de su Dios-Sol.
El nombre mesopotámico más importante para la Divinidad es Il, y es usado por elamitas, fenicios, sirios, hebreos y árabes, y puede ser la denominación más común para la Divinidad entre los pueblos semíticos, aunque no está limitado sólo a ellos. El Allopanishad, un Upanishad corto y muy posterior que probablemente data de tiempos del emperador mongol Akbar (siglo XVI), equipara el Il semítico con el Ila del Rigveda y el culto a Váruna-Mitra. Frawley sugiere que Il (masculino) era originalmente un nombre de Váruna, y que Ila (femenino) era su consorte. Sobre esto el autor escribe: «Váruna-Il, tanto dios solar como oceánico, sería de esta forma el dios principal de los antiguos persas, asirios, egipcios, fenicios, elamitas, israelitas y árabes, así como de los arios». El hebreo El o Elohim (palabra plural traducida como «Dios» en el primer versículo del Génesis) podría ser otra forma del Il-Váruna védico.
Si vamos más atrás en el tiempo, las lenguas europeas se asemejan más al sánscrito y mayores son los parecidos entre culturas europeas antiguas y religiones solares de pueblos védicos. Los nombres europeos antiguos para la Divinidad tales como «deus» y «theos» se relacionan con el término sánscrito «deva». Actualmente la visión academicista es que jinetes kurganes —hablantes del protoindoeuropeo— y provenientes de las estepas septentrionales de los mares Negro y Caspio, llegaron a Europa entre 6.000 y 5.000 años atrás. La hipótesis anatolia alternativa propone que las lenguas indoeuropeas se propagaron con la expansión agrícola desde Anatolia hace unos 7.500 ó 6.000 años. Frawley objeta que esta teoría «no comprende las suficientes regiones orientales acerca de sus orígenes arios». Algunos análisis lingüísticos recientes sugieren que la dispersión de las lenguas indoeuropeas comenzó alrededor del 8.400 a.C.
Blavatsky asevera que «la forma más temprana de culto religioso y gobierno, tanto teocrático como sacerdotal, y sus hábitos y costumbres, todos hacen referencia a un origen hindú». En el siglo XIX se decía comúnmente que los griegos habían tenido una influencia importante en las culturas egipcia e india; sin embargo, el flujo de ideas parece haber ido principalmente desde India hacia Egipto y luego a Grecia, o bien desde Egipto a ésta última. Se sabe que ciertos sabios y ascetas de India visitaron la Hélade, y que hubo una colonia india en Menfis hacia el 500 a.C. Existía un vigoroso comercio entre Grecia e India y los mercaderes y pensadores indios también solían viajar a Alejandría. También Tales, Solón y Pitágoras estudiaron con filósofos egipcios; el último permaneció cerca de 22 años en Egipto, viajando de templo en templo, y otros 12 años más en Babilonia. Hay muchos paralelos entre los egipcios y la mitología india y su simbolismo. El pensamiento indio influenció los cultos mistéricos griegos de Dioniso y Orfeo, las tradiciones maniqueas y neoplatónicas, la terapéutica de Alejandría y a los esenios de Palestina.
Si vamos más atrás en el tiempo, las lenguas europeas se asemejan más al sánscrito y mayores son los parecidos entre culturas europeas antiguas y religiones solares de pueblos védicos. Los nombres europeos antiguos para la Divinidad tales como «deus» y «theos» se relacionan con el término sánscrito «deva». Actualmente la visión academicista es que jinetes kurganes —hablantes del protoindoeuropeo— y provenientes de las estepas septentrionales de los mares Negro y Caspio, llegaron a Europa entre 6.000 y 5.000 años atrás. La hipótesis anatolia alternativa propone que las lenguas indoeuropeas se propagaron con la expansión agrícola desde Anatolia hace unos 7.500 ó 6.000 años. Frawley objeta que esta teoría «no comprende las suficientes regiones orientales acerca de sus orígenes arios». Algunos análisis lingüísticos recientes sugieren que la dispersión de las lenguas indoeuropeas comenzó alrededor del 8.400 a.C.
Blavatsky asevera que «la forma más temprana de culto religioso y gobierno, tanto teocrático como sacerdotal, y sus hábitos y costumbres, todos hacen referencia a un origen hindú». En el siglo XIX se decía comúnmente que los griegos habían tenido una influencia importante en las culturas egipcia e india; sin embargo, el flujo de ideas parece haber ido principalmente desde India hacia Egipto y luego a Grecia, o bien desde Egipto a ésta última. Se sabe que ciertos sabios y ascetas de India visitaron la Hélade, y que hubo una colonia india en Menfis hacia el 500 a.C. Existía un vigoroso comercio entre Grecia e India y los mercaderes y pensadores indios también solían viajar a Alejandría. También Tales, Solón y Pitágoras estudiaron con filósofos egipcios; el último permaneció cerca de 22 años en Egipto, viajando de templo en templo, y otros 12 años más en Babilonia. Hay muchos paralelos entre los egipcios y la mitología india y su simbolismo. El pensamiento indio influenció los cultos mistéricos griegos de Dioniso y Orfeo, las tradiciones maniqueas y neoplatónicas, la terapéutica de Alejandría y a los esenios de Palestina.
El conjunto de los pueblos griegos del mundo antiguo reciben una denominación, la Hélade. El primer registro que se tiene de este término data del periodo homérico y fue utilizado para referirse a la región de Tesalia, la patria de los helenos. Sin embargo, el vocablo Hélade no se emplea en un sentido puramente geográfico sino que hace alusión al conjunto de valores e ideas que conforman la civilización griega.
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