A mediados del siglo XIX surgió la teoría de una «raza aria» que hablaba una lengua indoeuropea arcaica y que en tiempos prehistóricos se estableció en la antigua Irán y el norte del subcontinente indio. Esta idea permaneció hasta bien entrado el siglo XX, pero desde entonces un número creciente de investigadores occidentales ha rechazado la hipótesis de la invasión aria y el uso del término «ario» como designación racial, y sin referirse más a las lenguas indoeuropeas o indoiranias como «arias», sino que usaron el término «indoario» para aludir a las lenguas del norte de India y sus hablantes.
En la centuria decimonónica algunos escritores sostuvieron que la tierra original de los «arios» o hablantes indoeuropeos fue el norte de Europa. También se creyó que los pueblos nórdicos o germánicos, con su cabello rubio y ojos azules, eran los miembros más puros de la raza «aria» blanca y por ende superiores a «semitas», «amarillos» y «negros». A principios del siglo XX los nazis abrazaron esta teoría, argumentado que los arios eran la «raza maestra» destinada a gobernar el mundo sobre las «inferiores», y como ya se sabe, dicha idea culminó con los horrores del holocausto.
La ideología nazi racista representa una completa corrupción del significado original de «ario». La palabra es el anglicismo de la expresión sánscrita arya que significa «noble» o «cultivado». Feuerstein et al. señalan:
N. S. Rajaram dice que «la idea de los arios como extranjeros que invadieron India y destruyeron la existente civilización de Harappa es una invención europea moderna» y «no tiene respaldo alguno de los registros indios, sean éstos literarios o arqueológicos». La palabra arya «denotaba ciertos valores espirituales y humanistas que definían a su civilización».
La ideología nazi racista representa una completa corrupción del significado original de «ario». La palabra es el anglicismo de la expresión sánscrita arya que significa «noble» o «cultivado». Feuerstein et al. señalan:
«La gente que transmitió la herencia sagrada de los Vedas se describió a sí misma en una forma muy especial, pues originalmente la palabra sánscrita arya no designaba una raza particular o lengua, sino una cualidad moral o disposición mental, aquélla de la 'nobleza'. (...) Se dice en los textos védicos que Manu, el mítico progenitor de la humanidad en el presente ciclo mundial, dio el nombre de 'aryavarta' (que significa 'casa de la noble tradición') al área entre los Himalayas y las montañas Vindhya».Así, los arios fueron aquéllos de «mente y corazón nobles» que honraban la tradición sagrada atemporal de sus ancestros. El sentido de la palabra está presente inclusive en el budismo, pues Buda llamó a su enseñanza «arya dharma» o «vía de los arios», mientras que el nombre del Maestro es Gautama o «descendiente de Gotama», uno de los siete sabios védicos. Los jainistas también se llaman a sí mismos «arios», como hacían los antiguos persas.
N. S. Rajaram dice que «la idea de los arios como extranjeros que invadieron India y destruyeron la existente civilización de Harappa es una invención europea moderna» y «no tiene respaldo alguno de los registros indios, sean éstos literarios o arqueológicos». La palabra arya «denotaba ciertos valores espirituales y humanistas que definían a su civilización».
Arriba: una esvástica dibujada en la cabeza afeitada de un niño brahmán antes de la ceremonia sagrada del cordón (Upavita). Debajo: estatua de Buda con una esvástica en el pecho, conocida como «el sello del corazón».
La esvástica, derivada del sánscrito svasti (bienestar), es un antiguo símbolo sagrado que se encuentra en todo el mundo; por ejemplo, era conocido por harappas, asirios, caldeos, persas, egipcios, griegos, romanos, celtas, pueblos nórdicos, indígenas de América, paganos europeos y los primeros cristianos, y todavía se usa comúnmente por hindúes, jainistas y budistas. La evidencia conocida más remota de la esvástica es una figurilla de marfil descubierta en Mezine, Ucrania, y se piensa que tiene una antigüedad de 12.000 años.
Helena P. Blavatsky afirma que la esvástica «tuvo su origen en las concepciones místicas de los primeros arios». Las líneas verticales y horizontales representan el espíritu y la materia respectivamente, mientras que los brazos inclinados indican el movimiento. Entre otras cosas, el símbolo representa las fuerzas dinámicas de la evolución cósmica, «el giro perpetuo de la rueda de la vida». Mientras que todavía permanece como símbolo de vida y buena fortuna en oriente, en occidente es visto como símbolo de «muerte y odio racial», debido a su empleo indiscriminado por nazis y racistas blancos modernos. En la década 2000 hubo iniciativas para prohibir todo uso público de este símbolo en la Unión Europea, los que finalmente fueron desechados por la vigorosa oposición de hindúes y otros grupos religiosos.
Los drávidas, quienes supuestamente fueron desplazados hacia el sur por los arios invasores, en realidad creen que su cultura se originó a partir de arios védicos que migraron del norte de India, y datan su cultura en tiempos del gran sabio Agastia, mencionado en el Rigveda. Los drávidas se convirtieron en una fuerte nación marítima y extendieron la cultura aria al sudeste de Asia y quizá también más al este y al oeste. Los arios y drávidas pertenecen a la misma rama mediterránea de la raza caucásica; los últimos probablemente tengan la piel más oscura por una adaptación al clima más tórrido en el cual viven. Sin embargo, es posible que los drávidas entraran en India durante una época migratoria mucho anterior.
La esvástica, derivada del sánscrito svasti (bienestar), es un antiguo símbolo sagrado que se encuentra en todo el mundo; por ejemplo, era conocido por harappas, asirios, caldeos, persas, egipcios, griegos, romanos, celtas, pueblos nórdicos, indígenas de América, paganos europeos y los primeros cristianos, y todavía se usa comúnmente por hindúes, jainistas y budistas. La evidencia conocida más remota de la esvástica es una figurilla de marfil descubierta en Mezine, Ucrania, y se piensa que tiene una antigüedad de 12.000 años.
Los drávidas, quienes supuestamente fueron desplazados hacia el sur por los arios invasores, en realidad creen que su cultura se originó a partir de arios védicos que migraron del norte de India, y datan su cultura en tiempos del gran sabio Agastia, mencionado en el Rigveda. Los drávidas se convirtieron en una fuerte nación marítima y extendieron la cultura aria al sudeste de Asia y quizá también más al este y al oeste. Los arios y drávidas pertenecen a la misma rama mediterránea de la raza caucásica; los últimos probablemente tengan la piel más oscura por una adaptación al clima más tórrido en el cual viven. Sin embargo, es posible que los drávidas entraran en India durante una época migratoria mucho anterior.
Las lenguas dravídicas, como el telugu y el tamil, dominan el extremo sur del subcontinente indio, mientras que las indoeuropeas prevalecen en el sector norte. Los variados dialectos dravídicos son aglutinantes, es decir, sus palabras invariables y partículas se juntan para formar frases con significados cada vez más complejos. En contraste, las lenguas indoeuropeas son inflexionales, esto es, se agregan diferentes terminaciones a las palabras raíces para expresar funciones gramaticales como tiempo, persona, número, género y caso. Las lenguas aglutinantes «tienen mucho en común con varias lenguas europeas [no indoeuropeas] y del norte de Asia incluyendo el finés, húngaro, el antiguo búlgaro, turco, y quizá incluso el japonés, todos los cuales pertenecen a las ramas de lenguas ugrofinesas y uralo-altaicas». La historia dravidiana atribuye a Agastia la creación del tamil, su lengua más antigua. Por otra parte, algunos especialistas especulan que las lenguas semíticas, indoeuropeas y dravídicas pueden pertenecer a una familia más amplia de idiomas nostráticos.
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